sábado, 4 de diciembre de 2021

Escritoras españolas en el periodismo.


Escritoras españolas en los medios de prensa. 1868-1936 ...


Escritoras españolas en los medios de prensa: 1868-1936

Por Carmen Servén y Ivana Rota

Esta antología procura difundir el trabajo de las escritoras españolas en los medios de prensa entre 1868 y 1936. Es fruto del proyecto de investigación 2011-0004-INV-00034, financiado por el Instituto de la Mujer (Ministerio de Sanidad y Asuntos Sociales de España) y el Fondo Social Europeo. El proyecto tuvo su sede en la Universidad Autónoma de Madrid, a la que pertenece Carmen Servén Díez, su investigadora principal, y varios de los miembros del equipo. Se desarrolló a lo largo de dos años, entre 2011 y 2013, y trabajaron en él Ivana Rota y Margherita Bernard (Universidad de Bérgamo, Italia); María José Porro Herrera y Blas Sánchez Dueñas (Universidad de Córdoba, España); Ángela Ena Bordonada (Universidad Complutense de Madrid, España); y Concepción Bados Ciria, María Victoria Sotomayor Sáez y Carmen Servén Díez (Universidad Autónoma de Madrid, España).
Cada uno de estos investigadores estudió la vida y la obra de varias escritoras peninsulares que ofrecieron sus textos en castellano; redactó la biografía de esas autoras y seleccionó un puñado de artículos representativos al respecto. Al final de cada breve biografía se hallará pues el nombre del experto que la ha elaborado y que ha aportado los textos periodísticos que la acompañan. Además, al pie de cada texto original consta la referencia de su primera aparición en la prensa.
Las escritoras seleccionadas en esta antología son exclusivamente mujeres nacidas en España entre 1850 y 1910. Son varias generaciones de escritoras que se incorporaron a los medios de prensa entre la Primera y la Segunda Repúblicas españolas, que se abrieron camino poco a poco en publicaciones cada vez más prestigiosas, se especializaron en algunos casos, y se homologaron paulatinamente con sus colegas masculinos en los grandes diarios y revistas.
Nuestras autoras vienen agrupadas en tres conjuntos por su fecha de nacimiento. En los casos en que consiguieron la fama amparadas en un seudónimo, éste aparece flanqueando su nombre o en su lugar. Se han excluido algunas escritoras, sea en consideración a su fecha de nacimiento o en atención a que su relevancia intelectual es mucho mayor no antes sino después de la guerra civil; en el primer caso se hallan figuras tan interesantes como Sofía Tartilán; en el segundo, escritoras de tanto éxito como Carmen de Icaza.
Debemos advertir que hemos procurado respetar la ortografía original y que las normas ortográficas actuales no son idénticas a las que regían hace cien o ciento cincuenta años. Sin embargo, puesto que se pretende ofrecer un panorama de carácter didáctico, se han evitado en lo posible las erratas tipográficas o los errores gramaticales que a veces se deslizan en las publicaciones periodísticas, sobre todo en aquellas que se valen de recursos muy limitados. Con todo, se observarán algunos casos de laísmo u otros defectos de imputación incierta, ya que pueden deberse al taller del periódico o a la propia escritora.
Esta antología aspira a ser de utilidad entre los estudiantes interesados en lengua y literatura españolas. Y ofrece un panorama significativo de la incorporación femenina a la escritura destinada a públicos mayoritarios. La página web que la alberga ha sido cofinanciada por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido elaborada por la empresa de servicios digitales Gestión Técnica Digital S.L.
Madrid, 2014. Carmen Servén




Escritoras españolas del siglo XX [3]

DOI: https://doi.org/10.3989/arbor.2006.i721

Mil estudios actuales sobre escritoras del siglo XX. 

https://doi.org/10.3989/arbor.2006.i721.60

Bibliografía

Se da a conocer la bibliografía de mil estudios actuales, publicados entre 2000 y 2006 de diferentes escritoras españolas del siglo XX: obras colectivas y estudios generales ordenados por géneros: poesía, teatro, narrativa y prensa. Al final hay una lista de estudios de los diferentes autores en orden alfabético. Se da noticia bibliográfica de mil estudios publicados entre los años 2000 y 2006 sobre diferentes escritos españolas del siglo XX, tanto en obras colectivas como en estudios generales y ordenados por géneros: poesía, teatro, narrativa y prensa. La relación de autoras sigue un orden alfabético.

https://www.researchgate.net/publication/26615996_Mil_estudios_actuales_sobre_escritoras_del_siglo_XX_Bibliografia/fulltext/0e605696f0c46d4f0ab1e7ba/Mil-estudios-actuales-sobre-escritoras-del-siglo-XX-Bibliografia.pdf



Las mujeres en la prensa entre la Ilustración y el Romanticismo

Marieta Cantos Casenave


Universidad de Cádiz


1. Introducción1

La variabilidad del canon es un principio básico de la historia de la literatura, pero el de esta época no puede revisarse si previamente no se investiga toda la oferta literaria que se producía tanto en la edición venal exenta, como en la publicada en prensa, o en folletos, pues buena parte de los textos literarios que vio la luz en la prensa no conoció otro sistema de edición. De modo que, para desautomatizar la percepción de la historia literaria del primer tercio del siglo XIX, es necesario adentrarse en el mundo de la prensa que, a pesar del carácter efímero de muchos de sus títulos y de la urgencia combativa del momento, es mediadora en la difusión de buena parte de los escritos que no hubiera podido imprimirse sin acogerse a las páginas del periódico. Si últimamente viene aceptándose que la literatura del Romanticismo no puede explicarse sin recurrir a cabeceras como las Cartas Españolas (1831-1832), la Revista Española (1832-1835), El Artista (1835-1836), el Semanario Pintoresco Español (1836-1842), La Abeja (1834-1836), El Iris (1841), e incluso algunas anteriores como el Mercurio gaditano (1814), la Crónica científica y literaria (1817-1820?), El Europeo (1823-18), o Correo Literario y Mercantil (1828-1833), y también empieza a asentarse la idea de que, para completar y reajustar nuestra visión del alcance de la Ilustración española, es preciso -aunque no con la misma exigencia- adentrarse en las páginas de los periódicos, el estudio de la literatura que se publica en el tránsito de la Ilustración al Romanticismo no se ha hecho con la misma previsión de tener en cuenta la prensa periódica.

De haberse acercado a las páginas de los periódicos que se publican en España, el historiador de la literatura se hubiera dado cuenta de que además del debate político, o mejor dicho, para contribuir a movilizar la opinión pública y para ayudarla a implicarse en dicho debate, la literatura jugó un papel nada despreciable, recurriendo a los géneros y formas de la tradición, sí, pero también adaptándolos a la nueva coyuntura y reformulando sus contenidos, lenguaje y estilo. Igualmente hubiera notado, tal vez con alguna sorpresa, que las mujeres son convocadas específicamente a este nuevo espacio de la opinión pública2, que para ellas se publican periódicos, que se las anima a formar su opinión sobre cuestiones políticas, a ayudar al ejército en la medida de sus posibilidades y dentro de la parte de la esfera pública que les está reservada -filantropía, educación-. Aún más, que incluso algunas mujeres, para asombro de sus propios contemporáneos, se atrevieron -y esto es lo que ahora me interesa analizar- a hacer también suya la tribuna periodística, de modo que irrumpieron en un espacio que, al menos en teoría, estaba reservado a los hombres. Analizar esa producción en algún caso de bastante interés literario, y en otros fascinante al menos para la sociología del hecho literario por su contribución a la literatura de combate de esta época, es el fin último de este trabajo, que pretende además determinar hasta qué punto permanecen en su producción los rasgos de la literatura dieciochesca y en qué medida son permeables a los nuevos temas, a la nueva retórica, a las nuevas prácticas estéticas del momento.

Es verdad que algunas mujeres del siglo XVIII consiguieron abrirse un pequeño hueco en la república de las letras, aunque su participación fuera casi siempre reducida en número y limitada al ensayo de unos pocos géneros, pero también es cierto que buena parte de las obras de estas poetas, novelistas, traductoras, y cultivadoras de la prosa didáctico-ensayística, se llevó a cabo en mayor medida en la última década del siglo, en la que tuvieron un papel destacado Inés Joyes y Blake (Madrid 1731-Vélez-Málaga 1806?), Margarita Hickey y Pellizoni (Mallorca 1740-Madrid 1801?), María Gertrudis de Hore (Cádiz 1742-1801), Josefa de Amar y Borbón (Zaragoza 1749-1833), María Rita Barrenechea (Bilbao, 1757-Madrid, 1795), o María Rosa Gálvez de Cabrera (Málaga 1768-Madrid 1806), por citar algunas3. Y fue precisamente el escaso número de escritoras lo que permitió que incluso algunos hombres, no radicalmente misóginos como Quintana, consideraran que no era un problema que las mujeres accedieran a la palestra literaria:

La cuestión de si las mujeres deben dedicarse o no a las letras nos ha parecido siempre, además de maliciosa, en algún modo superflua. Los ejemplos son tan raros, y tienen ellas tantas otras ocupaciones a que atender más agradables y más análogas a su naturaleza y sus costumbres, que no es de temer que el contagio cunda nunca hasta el punto de que falten a las atenciones domésticas a que se hallan destinadas, y de que los hombres tengan que partir con ellas el imperio de la reputación literaria. No se ha manifestado bien hasta ahora qué tenga de perjudicial ni de ridículo el que algunas pocas den al cultivo de su razón y de su espíritu las horas que otras muchas gastan en disipaciones frívolas; y por último, la lista numerosa de las mujeres ilustres, que se han distinguido, no sólo en las artes y las letras, sino también en las ciencias, responde victoriosamente a los que les niegan abiertamente la posibilidad de sobresalir, y les cierran el camino de la gloria.4





Aun contando con que Quintana insiste en la idea de que la naturaleza no inclina a las mujeres a cultivar su intelecto y que su destino es el de atender a las tareas domésticas, tampoco les niega la posibilidad a aquellas que quieran cultivar su espíritu en esos momentos que otras ocupan, en su opinión, de manera más perniciosa. En este tímido alegato de Quintana sigue presente el discurso de las dos esferas que divide la actividad de los sexos en relación a la supuesta relevancia o no de su «alma» racional o sensible, de modo que la debilidad racional de las mujeres y una pretendida exacerbación sensible las recluiría al ámbito privado, para atender la esfera doméstica, el cuidado del marido y los hijos -o de los padres y hermanos en caso de ser soltera- mientras el espacio público y toda actividad desarrollada en él les sería vedado. Como puede comprobarse, la alabanza que dedica Quintana a las mujeres ilustres que se han distinguido al retinar su talento es de carácter excepcional y no implica aceptar que la escritura pueda ser una ocupación común al resto de las mujeres, de aquí que, al mismo tiempo, consciente o inconscientemente, admite el miedo de algunos hombres a compartir la gloria literaria, es decir a participar en la república de las letras en pie de igualdad, con las damas. En este mismo sentido, el uso de la palabra imperio es significativo de que, deliberadamente o no, el motivo por el que muchos hombres se muestran reticentes a que las mujeres cultiven las letras se debe a que la literatura, el derecho a opinar, a expresarse por escrito, es un modo de ejercer el poder, pues el prestigio intelectual que se deriva de esta actividad permite a los escritores participar de la vida pública revestidos de cierta autoridad.

En todo caso, no fueron tan escasas las mujeres que cultivaron las letras en el XVIII, lo que sí es cierto es que muchas lo hicieron desde las celdas de los conventos, de modo que su escritura no fue tan visible y mucho menos considerada como competencia por parte de aquellos hombres que sí temían la irrupción de las féminas en un ámbito que consideraban «naturalmente» masculino5.

El caso es que en el tránsito del XVIII al XIX las mujeres habían logrado, no obstante, dejarse ver y oír desde distintos espacios y esferas de actuación, aunque esto fue así más fácil y comúnmente en ciudades como Madrid, que en otras más alejadas del centro del reformismo ilustrado. De cualquier modo las mujeres de la Junta de Damas de Madrid, catorce aristócratas en el primer ingreso de 1787 y sesenta y seis al filo de 1800, no sólo pudieron aplicarse a actividades relacionadas con el ámbito de la beneficencia o la educación, considerados como propios de la «natural» sensibilidad femenina, esto es ocuparse de las escuelas Patrióticas, el Montepío de Hilazas, la Asociación de ayuda a las presas, y finalmente en 1799 la Real Inclusa, sino que asimismo pudieron dar a conocer sus actuaciones y las opiniones de sus socias gracias al Memorial literario, que además de haber acogido el debate previo a la creación de dicha Junta, se hizo eco también de los informes que estas damas redactaron para explicar sus criterios, o modificar los que tradicionalmente se habían seguido en las cuestiones que ellas asumían como suyas. La actividad de la Junta de Damas continuó hasta la Guerra de la Independencia, aunque la dispersión que provocó la coyuntura bélica hizo que se suspendiera en algunos momentos, y llegó aún más allá, pues las mujeres que quedaron en el lado francés siguieron desarrollando una labor que creían entonces aún más necesaria6 y algunas de las que hubieron de abandonar sus residencias consiguieron trasladar sus prácticas de sociabilidad y organizarse de nuevo.


Textos publicados en prensa

La situación informativa difiere bastante de una provincia a otra y esto va a determinar la mayor o menor presencia de proclamas y otros textos patrióticos a través de la prensa. Por lo que se conoce hasta la fecha, algunas ciudades tenían una cierta tradición periodística, que se mantiene y aun se reaviva con la coyuntura de la guerra. En ciudades como Mallorca no existía tal tradición, pero se inaugura o reinaugura como efecto de las circunstancias bélicas; algo similar sucede en Gerona aunque aquí el diario inaugurado en junio de 1808 sólo pervive hasta el 10 de diciembre de 1809, por efecto del sitio a que se ve sometida la ciudad. En Madrid la situación es compleja, se interrumpe o cambia de línea editorial y política, e incluso de nombre en el caso de algunas cabeceras como la Gaceta, que se publica al servicio del gobierno josefino mientras, al trasladarse la Junta a Sevilla se inicia allí un periódico con el nombre de Gaceta del gobierno desde el 6 de enero de 1809 hasta el 29 de agosto. En cuanto a Cádiz, existía desde 1802 un diario interesado en la información económica y mercantil, el Diario Mercantil, y además una Gaceta del Comercio, donde se publicaban «sin restricción noticias políticas, militares, diplomáticas y económicas» y además, como se indica en la recién inaugurada Gaceta de la Regencia de España e Indias, no eran estos los únicos medios informativos, pues, a través de paquebotes, llegaban noticias de Inglaterra, Francia y Portugal. De aquí que, cuando en 1810 la Junta Suprema se traslada a Cádiz, y con ella la Imprenta Real, que había sufrido todos los avatares de la guerra, con el consiguiente traslado de máquinas y hombres, la publicación del periódico oficial, además de competir con tales sistemas de la tradición informativa, debe luchar porque su «verdad» sea la única creída200. Luego, reunidas las Cortes en la Isla de León, y declarada la libertad de imprenta, surgirán nuevos competidores, entre los que destacan El Conciso, El Redactor General, el Semanario Patriótico, y en el lado más tradicional, o manifiestamente reaccionario, el Censor General y El Procurador General de la Nación y del Rey, con ellos la pluralidad informativa estaba prácticamente garantizada y al mismo tiempo aumentaba la difusión de todo tipo de impresos. Para completar este apunte sobre la situación de la imprenta201 quiero añadir un detalle que me parece muy significativo. Era tal la necesidad de conocer y difundir lo que las Cortes debatían que además del colapso que sufrieron las imprentas, se puso de moda aprender taquigrafía, disciplina en la que destacaban renombrados hombres de esta época como Francisco de Paula Martí202, Juan Álvarez Guerra, redactor junto a Manuel José Quintana del Semanario Patriótico durante la etapa gaditana y Guillermo Atanasio Jaramillo.



Escritoras españolas del siglo XX [2]

DOI: https://doi.org/10.3989/arbor.2006.i720











Pero el principal problema para calibrar la verdadera dimensión de la resonancia en la prensa periódica es que aún falta completar el vaciado de muchas cabeceras, de modo que el conocimiento que se tiene de esta repercusión es parcial203, especialmente en lo que atañe a América204. A esta dificultad se añade, como he indicado ya, el hecho de que, puesto que la relación de folletos publicados es igualmente provisional, no es posible decidir si algunos de los textos insertos en los periódicos, y de los que no hay, de momento, otras referencias, fueron publicados o no previamente de forma exenta. De alguno de estos textos periodísticos me he ocupado en ocasiones anteriores, pero no está de más recordarlos aquí205 y considerarlos en el conjunto de la producción que hasta la fecha he conseguido reunir. El resultado es que, teniendo en cuenta que sólo he realizado algunas catas en unos pocos periódicos y sin hacerla extensiva a todos los años en que se publicaron, suma algo más de cuarenta artículos de los que la mayoría no tiene localizada otra edición. De momento, pues, esta es la lista que puedo ofrecer:

  1. Diario político de Mallorca n.º 12, de 26 de junio de 1808 «Proclama del sexo femenino»206.
  2. Diario mercantil de Cádiz [s. n.º, y sin paginar] de 1 de julio de 1808. «Rasgo de patriotismo». Sin firmar207.
  3. Diario de Cartagena. Carta al editor del Diario de Cartagena del 11 de Agosto por «obra de una Señora en nombre de todas las de su sexo», firmado por Catalina Maurandy y Osorio en Cartagena a 2 de julio de 1808.
  4. Diario mercantil de Cádiz n.º 226 de 22 de agosto de 1808 Proclama de las religiosas del monasterio de la Santísima Faz en Alicante, p. 893.
  5. Gritos patrióticos: papel publicado en Valencia / [P. R.]. Proclama de una inglesa a las Señoras de la Gran Bretaña. La zelosa [sic] mexicana: carta al editor de la Gaceta [sic] de México año de 1809.
  6. Diario de Mallorca n.º 83, de 28 de marzo de 1809, «A las Señoras de la Gran Bretaña e Irlanda».
  7. Diario mercantil de Cádiz [s. n.º, y sin paginar] de 5 de febrero de 1810, carta firmada por M.ª Josefa Maldonado «desde Mérida de Yucatán» «a dos hijos que tiene en la península alistados en las banderas patrióticas».
  8. Diario mercantil de Cádiz [s. n.º, y sin paginar] de 3 de abril «Rasgo patriótico» Antonia Sánchez, [s.p., p. 4]
  9. El Redactor General n.º 7 de 21 de junio de 1811, «Una dama mexicana a las de su sexo»208.
  10. El Redactor General, n.º 56 de 9 de agosto de 1811, «A las damas de Cádiz, una gaditana», firmado por L. M. P.
  11. Semanario patriótico n.º LXXXIX, de 19 de diciembre de 1811. En la apertura de la Sociedad Patriótica, la Excelentísima Señora Marquesa de Villafranca dijo lo siguiente...
  12. Gaceta de Madrid bajo la Regencia n.º 19 de 26 de septiembre de 1812, pp. 187-188. «En Cádiz se ha formado una sociedad patriótica presidida por la Excelentísima Señora Marquesa de Villafranca. El objeto de esta sociedad se manifiesta en el siguiente discurso [...]: La necesidad de un establecimiento patriótico que se ocupase en vestir a los Guerreros...
  13. Gaceta de Madrid bajo la Regencia n.º 19 de 26 de septiembre de 1812, pp. 188-189. «Circular que ha dirigido esta sociedad a las señoras de todas las capitales del reino», firmado por M.ª Loreto Figueroa y Montalvo.
  14. El Conciso n.º 16, de 16 de noviembre de 1812, «Aviso que quisiéramos sirviese también de indirecta a algunas señoras»209.
  15. El Procurador General de la Nación y del Rey n.º 85, de 24 de diciembre de 1812, pp. 681-685. Artículo comunicado firmado por M. L.
  16. El Procurador General de la Nación y del Rey n.º 130, de 7 de febrero de 1813, pp. 1061-1063. Comunicado de una Señorita para confusión del Redactor general firmado por M. L.
  17. El Procurador General de la Nación y del Rey n.º 135, de 12 de febrero de 1813, pp. 1109-1112. Otro [artículo comunicado] de una Señorita firmado por M. L.

  18. El Procurador General de la Nación y del Rey n.º 146, de 23 de febrero de 1813, pp. 1109-1112. Artículo comunicado de una Señorita firmado por M. L.
  19. El Conciso n.º 27, de 27 de marzo de 1813, «La tesorería de la Junta Patriótica...», pp. 2-4. Firmado por la Marquesa de Villafranca, Presidenta, M.ª Ignacia Valiente de Zaldo, Tesorera y M.ª Loreto Figueroa, Secretaria210.
  20. El Procurador General de la Nación y del Rey n.º 202, de 21 de abril de 1813, pp. 1668-1670. Memorial de las damas de Montevideo a su Comandante el Señor Bigodet. Firmado por Juana Venavides y Montoja, Francisca Isabel Bedoya y Margarita Zambrana; Melchora de la Quintana, Encarnación Aviles, Hipólita Nabacenés, Petrona Díaz Abranles y por todas firma María Inés211.
  21. El Procurador General de la Nación y del Rey n.º 205, de 23 de abril de 1813, pp. 1196-1197. Artículo comunicado de una Señorita» firmado por M. L.
  22. El Conciso n.º 26, de 26 de abril de 1813, «La tesorería de la Junta Patriótica...», pp. 5-6. Firmado por la Marquesa de Villafranca, Presidenta, M.ª Ignacia Valiente de Zaldo, Tesorera y M.ª Loreto Figueroa, Secretaria212.
  23. El Procurador General de la Nación y del Rey, n.º 326, de 22 de agosto de 1813, pp. 3673-3678. «Revista literaria a la Abeja número 309 por una literata, pero Española».
  24. El Procurador General de la Nación y del Rey, n.º 327, de 23 de agosto de 1813, pp. 3681-3684. «Concluye la impugnación a la Abeja Española número 309 por la literata».
  25. Atalaya de la Mancha en Madrid, n.º 27, martes 12 de octubre de 1813. Artículo comunicado. Firmado por «La Centinela manchega»213.
  26. El Procurador General de la Nación y del Rey n.º 384, de 19 de octubre de 1813, pp. 4233-4240. «Representación que dirigió al Sr. Duque de ciudad Rodrigo una española a nombre de las damas de su nación» firmado por M. L.
  27. Atalaya de la Mancha en Madrid n.º 32, viernes 29 de octubre de 1813. Décimas por La Patriota de Almagro.
  28. Atalaya de la Mancha en Madrid n.º 41, martes 30 de noviembre de 1813. Soneto dedicado a M. M. L. U. por otra española214.
  29. Correo de Vitoria n.º 10, de 22 de enero de 1814. «Representación dirigida al Redactor del Como por las damas de Vitoria», firmado a 10 de enero de 1814215.
  30. Procurador General de la Nación y del rey n.º 34 viernes 18 de febrero de 1814. pp. 341-346. «Artículo comunicado». La española en la Corte.
  31. Atalaya de la Mancha en Madrid n.º 67, martes 1 de marzo de 1814. Proyecto económico216La española en la Corte.
  32. Atalaya de la Mancha en Madrid n.º 2 y n.º 3, de domingo-lunes 3-4 de abril de 1814 (pp. 9- y 17-20). Carta de la Filósofa Rancia217, firmado por T. V. D. P. =A. L. M.
  33. Atalaya de la Mancha en Madrid n.º 3 lunes 4 de abril de 1814 (pp. 37-20) carta al editor de La española en la Corte218.
  34. Atalaya de la Mancha en Madrid n.º 8, sábado santo 9 de abril de 1814, p. 79. Una Patriota en la ciudad de S. Fernando. Octava.
  35. El Procurador General de la Nación y del Rey n.º 26 de abril de 1814, pp. 984. «Otro». La Aragonesa Fernandina. N. J.
  36. El Procurador General de la Nación y del Rey n.º 102 viernes 27 de abril de 1814, pp. 937-943. «Viva Fernando». La española en la Corte.
  37. El Procurador General de la Nación y del Rey n.º 134 lunes 30 de mayo de 1814, pp. 1201-1203. «Artículo comunicado». La española en la Corte. [Incluye versos en honor de la onomástica de Fernando VII que empiezan «Heroycos españoles /...»]
  38. Atalaya de la Mancha en Madrid n.º 42, 13 de mayo de 1814, pp. 431-434. «Al Pueblo de Madrid», La Española.
  39. Atalaya de la Mancha en Madrid n.º 53 martes 24 de mayo de 1814. pp. 431 -434. Viva la verdadera libertad. La española en la Corte219.
  40. Atalaya de la Mancha en Madrid n.º 100, domingo 10 de julio de 1814. pp. 815-1504. Isla de León 14 de junio. Ni la vista del sol fuera tan grata / ...C. G.
  41. Atalaya de la Mancha en Madrid n.º 151 lunes-martes de 5-6 de septiembre de 1814. pp. 1215-1219 y 1223-1226. La española en la Corte.
  42. Atalaya de la Mancha en Madrid n.º 185 viernes 14 de octubre de 1814. pp. 1493-1504. Tiernos afectos con que la Autora del papel intitulado: Afectuosos gemidos que los Españoles consagran en este día 14 de octubre de 1813 por el feliz cumpleaños de su amado Rey y Señor D. Fernando VII, que fue mandado recoger por subversivo, excita a su Patria a celebrar este mismo feliz día en el presente año de 1814. Firmado por María Manuela López Ulloa.
  43. Atalaya de la Mancha en Madrid (s. n.º.) [correspondería al n.º 30] miércoles 12 de abril de 1815. Anuncio: Loa, que en celebridad del cumpleaños del Serenísimo Señor Infante D. Carlos presentó a S. A. D. M. M. E. U.

Las diferentes ediciones muestran que algunos de estos escritos tuvieron un relativo eco que justifica el que hoy también se le deba prestar cierta atención. Desde luego, además de que aún queda mucho por rescatar de los fondos hemerográficos, hay que pensar que, con la salvedad de algunas cabeceras dispersas -en distintos lugares de España y con irregular fortuna-, la mayor parte de los periódicos de la época empezaron a publicarse hacia 1810 o 1811, y que los que lo hicieron a partir de estas fechas no pudieron dar cuenta de todo lo que se daba a la luz en las imprentas, de modo que debieron seleccionar aquellos textos que parecieron a sus editores más significativos, más del gusto de sus lectores o de mayor relevancia política, o que simplemente fueran más de su agrado. Parece que el primer manifiesto político conocido es la «Proclama de la Junta General del Principado» firmada por Álvaro Flórez Estrada tras la insurrección asturiana de 24 de mayo220, que no he logrado localizar en ningún periódico -ni siguiera en la Gaceta-, y en la que destaca la mitificación del honor y fuerza asturianos con la alusión a Covadonga. Si como parece la fuente de estas proclamas pudiera ser generalmente la Gaceta, es fácil que su inserción u omisión en este periódico oficial favoreciera o limitara la difusión de este tipo de folletos y que de ella dependiera el éxito de los mismos. Efectivamente, la Gaceta es citada como fuente en el Diario político de Mallorca, y en su n.º 12, de 26 de junio de 1808 se reproduce la «Proclama del sexo femenino»221, que se publica también en el Diario mercantil de Cádiz bajo el marbete de «Rasgo de patriotismo» en el n.º 185 de 1 de julio222, de modo que es posible que ambas publicaciones debieran la procedencia del texto político a esta fuente oficial. De todas formas la situación inicial es confusa, las autoridades tratan de prevenir desórdenes y a ello se dirigen los primeros bandos. Por lo que he podido comprobar no es hasta el 4 de junio cuando se recoge en la prensa la primera proclama alentando a luchar contra el francés. Se trata de la titulada «Córdoba a sus habitantes», publicada en el n.º 2 de 4 de junio de la Gaceta Ministerial de Sevilla223. Entre la publicación de esta y la primera supuestamente escrita por una mujer transcurren más de veinte días.

Por otra parte, muchas proclamas que fueron rechazadas para su inserción por los editores de periódicos se han perdido, lo mismo que aquellas cuyo destino fue correr libremente de mano en mano, difundirse en las plazas o fijarse en las esquinas224. En todo caso, es posible que, como decía antes, en los próximos años en que previsiblemente se investiguen más concienzudamente estos fondos, salgan a la luz algunos textos más. Mientras tanto, interesa ahora entrar en el análisis de los que componen la nómina que he consignado más arriba. La condición de los textos apenas si varía de su edición venal exenta a su publicación periódica, a veces sólo cambia en este último caso su nueva denominación bajo el marbete de carta o de artículo comunicado.




Escritoras españolas del siglo XX [1]


En prensa. 

Escritoras y periodistas en España (1900-1939)


 


MUJER, PRENSA Y LIBERTAD (ESPAÑA 1890-1939)

Edición de Margherita Bernard, Ivana Rota.

Este volumen reúne ensayos de investigadores procedentes de universidades españolas, italianas e inglesas que se han propuesto explorar ámbitos diferentes de la relación entre prensa, mundo femenino e ideales de libertad, modernidad y cambio social, en el período que va de las últimas décadas del siglo XIX hasta el estallido de la Guerra Civil. El número elevado de nuevas publicaciones que surgieron en ámbito anarquista, libertario o también burgués y popular -sin explícitas connotaciones ideológicas- demuestra el interés por una transformación radical de la sociedad que no se refiere únicamente a las estructuras políticas sino que afecta también todas las dimensiones de la vida individual en la esfera pública y privada. Los puntos de vista adoptados reflejan un amplio abanico de temas e intereses que corresponde a la enorme variedad del panorama de las publicaciones de la época, cuya mayoría se suele reunir bajo el rótulo de «prensa libertaria». Los estudios que aquí se presentan se centran no solo en la emancipación femenina y en las reivindicaciones de las mujeres, sino también en las posiciones ideológicas y pedagógicas y en el concepto de salud y bienestar desde el punto de vista psicofísico (naturismo, vegetarianismo, deporte y consejos médicos). Margherita Bernard e Ivana Rota -editoras literarias de este libro. son profesoras de Literatura Española en la Universidad de Bergamo. Entre sus áreas de investigación, centradas principalmente en el primer tercio del siglo XX, destacan la renovación de los lenguajes poéticos y teatrales, la escritura femenina, sobre todo en teatro y revistas y la obra narrativa y periodística de Magda Donato (Bernard) y de Halma Angélico (Rota). En editoriales italianas han publicado varios volúmenes colectivos dedicados a la presencia femenina en la prensa y en la cultura de las primeras décadas del Novecientos: Papel de mujeres/Mujeres de papel. Periodismo y comunicación del siglo XIX a nuestros días (2008), En prensa. Escritoras y periodistas en España (1900-1939) (2010) y Nuevos modelos. Cultura, moda y literatura (España 1900-1039) (2012).




de Inmaculada de la Fuente
 (Punto de Vista)

Prólogo

I. Las precursoras. Pioneras, corresponsales de guerra y viajeras

1. Carmen de Burgos: una librepensadora cargada de razones
2. Sofía Casanova: una reportera española en la Gran Guerra

II. Incisivas. Las políticas de la Segunda República

3. Victoria Kent: reformadora de cárceles e icono republicano
4. Clara Campoamor: la fuerza visionaria
5. Margarita Nelken: tierna con los débiles, implacable con los poderosos

III. Modernas y Sinsombrero

6. María Teresa León: coraje y melancolía
7. Elena Fortún: todas sus vidas

IV. Artistas atrapadas por la «revolución» española

8. Dora Maar: la artista enigmática
9. Gerda Taro: desparpajo, insolencia y compromiso
10. Tina Modotti: más brumas que vida

V. De la posguerra a la Transición

11. Carmen Laforet: la voz del silencio
12. Pilar Miró: la cineasta de las mil batallas
13. Carmen Díez de Rivera: la inteligencia política

VI. Hacia la modernidad

14. Montserrat Roig: el espejo de su generación
15. Carmen Alborch: la mujer poliédrica
16. Soledad Puértolas: ironía y sutileza


Prólogo

La conquista de la modernidad

En estas páginas laten las vidas de dieciséis grandes mujeres del siglo XX. Ese fue su tiempo y lo hicieron suyo. Son vidas llenas de fuego y vértigo, irrepetibles, pero también hay niebla e incertidumbre en la trayectoria de algunas. La mayoría son españolas y sin ellas el siglo XX no sería igual. Carmen de Burgos y Sofía Casanova, nacidas en la segunda mitad del siglo XIX, fueron las primeras españolas corresponsales de guerra, vivieron entre dos siglos, alcanzaron su plenitud profesional en el primer tercio del XX y abrieron el camino a las siguientes pioneras, las grandes mujeres de la Segunda República. Precursoras de los grandes cambios que iban a vivir las españolas, con ellas arranca esta obra. Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken nacieron a finales del xix, pero sus vidas profesionales se forjaron en el nuevo siglo. Encarnaron un nuevo modelo de mujer abocado a elegir su destino y a conquistar la universidad. Si Carmen de Burgos fue la excepción, Campoamor, Kent y Nelken constituyeron la minoría que protagonizó la política en los años treinta del siglo XX, junto con otras mujeres carismáticas ampliamente conocidas y estudiadas, como Dolores Ibarruri o Federica Montseny. Campoamor combatió por los derechos políticos de las españolas con su fuerza visionaria y Victoria Kent, con sus aciertos y errores, encarnó la mejor política de la Segunda República. Fueron políticas homologables a los grandes hombres de su tiempo, fueran Indalecio Prieto o Manuel Azaña, aunque no tuvieran el mismo poder.
María Teresa León, en su doble vertiente literaria y política como femme de lettres y militante, y Elena Fortún, la creadora de Celia, fueron transgresoras, pertenecieron a la brillante generación del Lyceum Club Femenino y dieron un gran impulso a la cultura desde su identidad femenina —y feminista—. Al igual que Margarita Manso, Maruja Mallo y Concha Méndez, fundadoras del Sinsombrerismo, María Teresa León y Elena Fortún caminaban por la calle con la cabeza descubierta, dueñas de su libertad. Solo la Guerra Civil pudo frenar aquella primera oleada de modernidad.
La Guerra Civil hizo añicos los sueños y las aventuras personales, los derechos civiles y los cambios emancipadores, además de desgarrar las vidas de los ciudadanos. Pero atrajo, durante aquella delirante tragedia en la que el idealismo y la barbarie convivieron —para que a la postre prevaleciera esta última— a extranjeros —y extranjeras— que amaron este país y se comprometieron con el dolor de sus gentes. Las biografías de las fotógrafas Dora Maar, Gerda Taro y Tina Modotti conforman uno de los capítulos más fascinantes del libro. Dora Maar, la fotógrafa surrealista que ya en 1933 visitó Barcelona para plasmar la lucha por la vida en los barrios populares, está íntimamente unida al Guernica, desde su génesis a su terminación. Podemos tratar de desligarla de Picasso, con el que cohabitó ocho años, para entender mejor su propia obra, pero sus fotografías del proceso creador del Guernica la unen para siempre a la historia del arte español. Gerda Taro, la joven y osada judía polaco-alemana que huyó del nazismo y se refugió en París en los años treinta, perdió la vida en la batalla de Brunete mientras fotografiaba sin aliento la retirada republicana. Tina Modotti, la tercera fotógrafa del libro, pasó del glamur y la bohemia a la obediencia comunista y borró su faceta de artista en aras de su activismo. Pablo Neruda, que compartía con ella parecidos ideales, llegó a preguntarse si la había llegado a conocer. Al evocar sus muchas vidas e identidades —en España fue la compañera María—, el poeta solo entrevió «un puñado de niebla». De esas brumas, emerge un personaje que interiorizó y encadenó varios yo en el tiempo que le tocó vivir. Aunque persista la duda de si eligió esas vidas o si solo se adaptó y se puso en manos del azar sin rebelarse.
Los silencios de Carmen Laforet proyectan su sombra sobre la posguerra, una larga etapa que empezó a difuminarse en los cincuenta, aunque continuara de forma velada hasta el tardofranquismo y el inicio de la Transición. El capítulo sobre los años de la posguerra a la Transición lo inicia Carmen Laforet, y lo continúan dos mujeres nacidas a principios de los años cuarenta: Pilar Miró y Carmen Díez de Rivera. Solo fueron mayores de edad al cumplir 25 años, las educaron en un sentimentalismo edulcorado o mortecino y la búsqueda enmarañada de la libertad guio sus principales decisiones. El último tramo del libro está dedicado a Montserrat Roig, Carmen Alborch y Soledad Puértolas y su particular camino hacia la modernidad.
Estas páginas recogen sus potentes biografías y ofrecen, de forma indirecta, un recorrido amplio, aunque no exhaustivo, por la historia de España del siglo XX. El lector tiene delante una obra transversal que puede abordar biografía a biografía o, tratando de vislumbrar el latido histórico que encierran sus vidas. En este universo de mujeres llenas de talento, agudeza y lucidez, hay una mayoría de escritoras y políticas —algunas ambas cosas—, junto con tres fotógrafas y una cineasta, marcadas todas ellas por las encrucijadas políticas y sociales de su tiempo. Hay más afinidades y continuidades entre ellas de las que afloran a primera vista. Carmen de Burgos compartió un mismo tiempo histórico con Sofía Casanova, aunque tuvieran ideas divergentes y fueron testigos de primera mano de los estragos de la Gran Guerra en Europa. De Burgos, además, proyectó su influencia feminista y reformadora en Clara Campoamor y Margarita Nelken e, incluso, avanzando varias décadas hacia adelante, en Carmen Alborch.
Hubo más semejanzas que diferencias entre Victoria Kent y la defensora del voto femenino, Clara Campoamor. Al igual que se vislumbran ciertas connotaciones sutiles entre Campoamor y Carmen Díez de Rivera (aunque otras las separen). María Teresa León y Montserrat Roig, más allá de las diferencias cronológicas, comparten un mismo legado: la autora de La hora violeta buceaba en su pasado reciente, un tiempo oscuro iluminado por Memoria de la melancolía. María Teresa León apreciaba a Gerda Taro y compartió militancia comunista con Tina Modotti. Taro, por su parte admiraba a Modotti como fotógrafa. No consta que Dora Maar, Gerda Taro y Tina Modotti hubieran establecido contacto entre sí en París, a pesar de coincidir en la capital francesa en los años previos a la Guerra Civil. Pero ninguna fue ajena al drama bélico español. María Teresa León sí tuvo ocasión de tratar a Dora Maar durante las visitas que Alberti y la escritora hicieron a Picasso en torno a 1937. Margarita Nelken, María Teresa León, Gerda Taro y Tina Modotti coincidieron en el II Congreso de Escritores por la Defensa de la Cultura inaugurado en Valencia en mayo de 1937. Menos evidente puede parecer la relación entre Carmen Laforet y María Teresa León, pero ambas se conocieron en Roma y al final de sus días se refugiaron en la desmemoria. Dora Maar no perdió la memoria, pero se apartó del mundo, al igual que Laforet se encerró en sí misma, aunque viajara como una nómada, sin importarle demasiado cuál era su destino. Laforet y Díez de Rivera tienen en común un aspecto de índole personal: la búsqueda de la espiritualidad y la capacidad de desprenderse de lo material. Carmen Laforet y Elena Fortún fraguaron una amistad epistolar en los años en que la primera intentaba seguir en la brecha después de su deslumbrante primer éxito, y la segunda, escritora de vocación tardía, buscaba atrapar su infancia y su juventud a través de su alter ego, Celia Gálvez.

Hay vínculos literarios implícitos entre Laforet, Soledad Puértolas y Roig. Su escritura se nutre de la observación de la vida propia o ajena, aunque la elaboración de ese material en sus ficciones no pueda ser más distinta. A Laforet le costaba admitir la huella autobiográfica en sus novelas y relatos, paralizada por la tensión de elegir lo que contaba o desaprovechaba de lo acontecido. En Puértolas, sus recuerdos y vivencias aparecen y desaparecen, como si solo fueran eslabones o señuelos para fabular o amueblar personajes. En la autora de La hora violeta, la carga personal se transparenta para acabar siendo un aldabonazo generacional.
Los lugares y los pequeños azares unen a algunas de ellas: París fue la patria idealizada o el lugar de residencia de Dora Maar, Carmen Díez de Rivera, Gerda Taro o Victoria Kent, que vivió en la clandestinidad durante la ocupación. León, Laforet y Carmen Alborch vivieron en Roma. Buenos Aires albergó a las exiliadas Campoamor y León, aunque no se frecuentaran. La figura de Willy Brandt, activista en su juventud y destacado político socialdemócrata después, formó parte del círculo de amigos antifascistas de Gerda Taro en los años treinta, y décadas después alentó la democracia española y concitó la admiración de Díez de Rivera en los setenta. De algún modo el mítico Brandt y Díez de Rivera, que habían vivido la aridez de la posguerra europea y española, sabían que la democracia es un producto frágil que hay que cuidar cada día. El escenario de la televisión, desde diferentes perspectivas, unió, o hizo coincidir en el tiempo, a Miró y a Díez de Rivera. El amor al cine, la ópera y las artes confluyeron en mujeres tan distintas en apariencia como Miró, Montserrat Roig y la ministra de Cultura Carmen Alborch. Esta y Carmen Díez de Rivera descubrieron, en la soledad acompañada de amigos y múltiples proyectos y causas, la belleza y la alegría. A Soledad Puértolas y Carmen Díez de Rivera les une, además, una pasión privada aparentemente menor: el placer de nadar, una forma de buscar la libertad y de disponer de una trastienda propia al margen del trabajo y los focos.



Modernas, libres y transgresoras

Modernas, transgresoras y sabias bastantes de ellas; de carácter fuerte, complejo y ambicioso, casi todas; comprometidas con su tiempo y feministas la mayoría. Escribir la vida de los otros exige profundizar en datos, vivencias y trayectorias que en una primera aproximación solo generan pinceladas, arquitectura cronológica, atmósferas, pistas para hacer un decorado previo y calar más hondo. Por mucho que se indague, las vidas retratadas tienen algo de ficción y de invención. Solo se puede llegar al alma y a la verdad con intuición, distancia y empatía. Una vida está llena de momentos y fragmentos discontinuos y no solo de grandes gestos y palabras. Hay hallazgos y luces intermitentes que alumbran la composición del personaje. El biógrafo trata de iluminar su retrato y sus huecos en penumbra. Pero al final son ellas, las mujeres de este libro, las que consiguen deslumbrar o conmover por su versatilidad para encarar o interpretar el teatro de la vida, o por su creatividad e inteligencia.
De muchas de estas mujeres ya había escrito, en especial de Carmen Laforet y María Teresa León, a quienes dediqué sendos capítulos en Mujeres de la posguerra y las cité en «Escribir su propia historia» (Historia de las mujeres en España y América Latina, tomo IV). De algunas se han utilizado como base documental semblanzas que había publicado ya en la revista literaria Clarín, actualizándolas en el caso de Carmen de Burgos, Sofía Casanova y María Teresa León. Las de Elena Fortún, Victoria Kent, Margarita Nelken, Dora Maar y Tina Modotti han sido revisadas, corregidas y ampliadas; la de Soledad Puértolas, reescrita, por estar ceñida originalmente a su obra y no a su biografía. Las de Clara Campoamor, Gerda Taro, Carmen Díez de Rivera, Pilar Miró, Montserrat Roig y Carmen Alborch han sido elaboradas ex profeso para esta obra, al igual que la de Carmen Laforet que, si bien se inspira en anteriores textos sobre su figura, incluye y desarrolla algún nuevo enfoque.
Sin duda hay otras muchas mujeres relevantes en el siglo XX. Esta selección implica un punto de vista, pero no es excluyente. Algunas de las elegidas son figuras históricas y consagradas. Otras, más coetáneas y cercanas. Soledad Puértolas sigue creando sus historias y su obra representa la búsqueda de la belleza, la modernidad y la felicidad privada. Una modernidad que encarnó también Carmen Alborch. Este elenco puede ampliarse en el futuro con mujeres nacidas al final del siglo XX y que están construyendo ya sus trayectorias en el XXI.

Las periodistas de hace 100 años



Por Ángeles Lucas

Jesusa Granda, con su nombre y su apellido en femenino, es la primera mujer que perteneció a una asociación de prensa en España, la de Madrid. Era el año 1895, época en la que, ocultas tras seudónimos disuasorios o de masculinidad, como fuera Fernán Caballero, las mujeres iban alcanzando en la sombra techos que se lucen hoy algo más accesibles.

La conquista de Granda no quedó sólo en ser socia. Ella, entre otros 172 señores que no la trataban con naturalidad, fue la única mujer fundadora de la Asociación de la Prensa de Madrid, como cuenta el periodista Bernardino M. Hernando en su texto, Carmen de Burgos, la APM y aquellas admirables chicas del 98. “Fue una prolífica escritora, además de profesora de Magisterio. Colaboró en el diario El Globo y redactó un serial llamado Pedagogía”, detalla el periodista Víctor Olmos.

El ímpetu de Granda abriría la veda a otras mujeres que posteriormente se querrían perfilar como escritoras o articulistas en España “no exentas de rechazos o suspicacias”, resalta Hernando. A Jesusa le siguió como quinta socia la profesora, escritora, viajera y reconocida como primera reportera española, Carmen de Burgos, que escribía bajo el seudónimo de Colombine. Como dice M. Hernando en su texto: “Ser mujer y ser periodista y asociada a la APM, a finales del siglo XIX y bien entrado el XX, era una clase de heroísmo”.

Mientras en la capital de España estas cinco mujeres luchaban por ser una más, en la ciudad conocida como la cuna de la libertad, Cádiz, otras tres mujeres también se hacían su sitio con nombres y apellidos en el periodismo español. Eran Patrocinio de BiedmaEmma Calderón y de Gálvez, y María del Mar Terrones Villanueva, que fueron nombradas socias de honor en 1911 por la Asociación de la Prensa de Cádiz.

“Fueron tres mujeres fuertes, eruditas, que se codeaban en tertulias, ateneos, charlas y las celebraciones del Centenario de la Constitución de Cádiz en 1912 con el círculo de intelectuales de la época, que fundaron revistas y escribieron artículos firmados con sus nombres para Andalucía, Madrid, Francia y Latinoamérica”, dice la catedrática de Lengua y Literatura Cristina Ruiz Guerrero, que se ha dedicado durante dos años a desempolvar de las hemerotecas los textos de estas tres escritoras andaluzas. Sus resultados están en el libro El pensamiento audaz tiende su vuelo. Pioneras del periodismo en Cádiz, publicado por la Asociación de la Prensa de Cádiz y Quorum Editores.

Cádiz estará siempre unido a la libertad de imprenta en España, la Constitución de 1812 la aprobó en su artículo 371 por primera vez en la historia para todo el país, y ese hecho marcó a la ciudad. En 1912 se celebró en Cádiz el primer Congreso Periodístico Español, al se inscribieron 334 periodistas en representación de los más de mil periódicos con los que contaba España en la época, detalla el libro. Ellas iban a estos actos.

“No exteriorizan nuestras tres periodistas, en ningún momento, una posición incómoda con la sociedad patriarcal en la que viven, no se sienten víctimas de la posición de poder de los hombres en los círculos periodísticos, académicos, y culturales en los que se mueven. Muy al contrario, las opiniones que sobre ellas encontramos en la bibliografía y en la prensa coetánea son siempre extremadamente halagadoras, de una galantería a veces empalagosa...”, cuenta Ruiz en el libro.

Para Patrocinio de Biedma (Begíjar, Jaén, 1845 - Cádiz, 1927), que España tuviera a la reina Isabel II como mandataria, aún con el coste de una guerra, simbolizaba que la sociedad que se gestaba podía asumir nuevos caminos. Como el que ella emprendió tras mudarse desde su aristócrata vida en Jaén hasta la ciudad de Cádiz con 30 años, viuda y con sus tres hijos fallecidos. La ciudad en la que en la que todas las calles dan al mar debieron inspirarle para fundar la Federación de Periodistas y Editores Andaluces, además de crear y dirigir su propia publicación, la revista Cádiz, en 1877.

“Ella sola, pues, ha ampliado la difusión de la publicación del ámbito local al nacional, incluso a países extranjeros, pues mantiene 145 publicaciones de España, América, Francia, Bélgica, Alemania, Italia, y Portugal (...). Entre los suscriptores encontramos los reyes de España, de la princesa de Asturias, y de personalidades de la aristocracia”. “Ofreció sus reflexiones sobre temas de la época como la situación de desamparo de los niños sin recursos, la carrera de armamentos que conducirán a la I guerra mundial, el submarino de Isaac Peral, la actualidad cultural y literaria, y muy especialmente sobre la situación de las mujeres, incidiendo especialmente en su educación”, se lee en el libro.

De igual manera, para la segunda inscrita, Emma Calderón, de la que sólo se conoce que nació en la localidad gaditana de San Fernando, la situación de las mujeres abandera sus publicaciones, como hizo en uno de sus artículos más conocidos, una protesta porque la Real Academia de la Lengua impidió la entrada de Emilia Pardo Bazán.

Calderón, que fue a Gibraltar y comenzó a dirigir el periódico El Anunciador, escribió de la situación de las mujeres encarceladas, de las trabajadoras, de la guerra de África, y de Latinoamérica... “Laureada poetisa" será, a partir de 1909, la forma habitual de referirse a ella. Su rastro se pierde en 1936.

Menos información hay recabada aún de la tercera socia que entró en la asociación con apenas 19 años. Era María del Mar Terrones, (Orce, Granada, 1892 - ?) maestra y doctora en Medicina con un expediente brillante. Fue colaboradora del Diario de Cádiz, y su texto escrito contra Rosario de Acuña por la polémica que propició tras publicar en París que unos hombres insultaron en Madrid a unas estudiantes extranjeras, hizo que su textos alcanzaran relevancia nacional. Después de otras publicaciones, en un ejemplar de El Heraldo en 1915 se le dedica una portada bajo el título "Cultura femenina", en el que se le considera un símbolo emblemático de los nuevos tiempos para las mujeres.

“Las tres eran conservadoras, religiosas, que desde su posición, reclamaban lo que consideraban justo. Luego, la mano del franquismo vistió a las mujeres de negro y las volvió a meter en sus casas, pero hay que recordar siempre que ellas fueron las pioneras en ejercer los derechos de igualdad, antes que nosotras”, destaca Cristina Ruiz.

Carmen de Burgos: una librepensadora cargada de razones

La periodista y escritora Carmen Burgos y Seguí (Rodalquilar, 1867-Madrid, 1932).

«En el verano de 1909 se convirtió en la primera corresponsal de guerra. La matanza de soldados españoles en el Barranco del Lobo, próximo a Melilla, generó una cadena de protestas en el país que llevó a la periodista a los orígenes del foco informativo. Estaba de vacaciones como profesora y viajó a Málaga para escribir crónicas sobre los heridos, la acción humanitaria de Cruz Roja y la escasez de agua que sufría Melilla. Le acompañaba su hermana Ketty. Posteriormente, se desplazó a Almería para cubrir el conflicto desde otro ángulo y consiguió pasar a Melilla, adelantándose por propia iniciativa a las indicaciones de El Heraldo. No era fácil para una mujer acceder a Melilla. Desde Málaga ni ella ni las damas de la Cruz Roja podían hacerlo. Pero buscó la manera de acercarse al centro del conflicto y contarlo. (…)

En 1932 la nueva ley de divorcio aprobada en las Cortes permitió a María poner fin a su primer matrimonio para casarse con Ernesto Zegarra Romano. Carmen de Burgos continuaba entregada a diferentes causas, entre ellas la abolición de la prostitución. El 8 de octubre de 1932 por la tarde participaba en una de las mesas redondas que cada sábado celebraba el Círculo Radical Socialista, en esa ocasión sobre educación sexual, y se sintió indispuesta. Fue atendida por dos médicos que se encontraban en la reunión y ella pidió que llamaran a Gregorio Marañón. Pero su corazón ya no tenía más yesca para seguir ardiendo y se agotó en la madrugada del 9. ‘Muero contenta porque muero republicana. ¡Viva la República!’. Terminaba así una de las trayectorias más sólidas y fulgurantes del primer tercio del siglo XX. Alguien que se había codeado con Pérez Galdós, Indalecio Prieto, Giner de los Ríos, Marañón, Sorolla… Una hija de la naturaleza que a base de trabajo, viajes y algunas excentricidades había llegado a la cima. La dictadura franquista intentó apagar su voz, pero no lo consiguió».

Sofía Casanova: una reportera española en la Gran Guerra

La periodista y escritora Sofía Casanova (A Coruña, 1861-Polonia, 1958).

«Soy la única mujer española que vengo de aquellos lugares de desolación y muerte, en donde los hambrientos cavan sus fosas y en ellas se matan con sus mujeres e hijos’, escribe, en una de sus crónicas de la Primera Guerra Mundial, Sofía Casanova, consciente de la singularidad de su testimonio y del triste privilegio que suponía haber tocado el horror con los ojos.

Sus crónicas le dieron tal popularidad que, en 1920, cuando el diario madrileño El Fígaro propuso a sus lectores que votaran a las diez mujeres que en su opinión deberían ser diputadas (la legislación aún no lo permitía), Sofía Casanova apareció en tercer lugar en la lista de las elegidas. Delante de ella figuraban Emilia Pardo Bazán y Carmen de Burgos. Detrás, mujeres tan relevantes como Margarita Nelken, María de Maeztu, María Guerrero, María Lejárraga o Margarita Xirgu.

Pacifista, conservadora, humanista, Sofía Casanova (A Coruña, España, 1861-Poznan, Polonia, 1958) fue reportera de guerra en un tiempo en que las mujeres o eran pioneras y transgresoras o estaban abocadas a vivir como simples espectadoras».

María Teresa León: coraje y melancolía

La escritora María Teresa León (Logroño, 1903-Madrid, 1988).

«En 1924 inició sus colaboraciones en el Diario de Burgos con artículos de temática cultural y de denuncia de la situación de la mujer que firmaba con el seudónimo de Isabel Inghirami (el nombre de la heroína de Gabrielle d’Annunzio en la novela Forze che si, forze che no). Daba también conferencias en los ateneos de la capital y otras ciudades. Era una forma de mantener su aliento literario, sin dejarse absorber por el estatus provinciano de joven mujer casada. Y en 1928 se estrenó como escritora con Cuentos para soñar (primera de las siete recopilaciones de relatos y narrativa breve de la autora) inspirados en mitos infantiles. Su tía María Goyri firmaba el prólogo y las ilustraciones eran de la pintora Rosario de Velasco. Esta colaboración con Rosario de Velasco resulta curiosa, ya que ambas seguirían años después ideologías contrapuestas. La dedicatoria iba dirigida a su hijo mayor: ‘Para ti, mi pequeño de negros ojos, y para todos los niños que gusten soñar’. Unos relatos primerizos en los que la autora dejaba traslucir el desgarro entre su vida de soledades y la necesidad de soñar. (…)

Si el rechazo a la injusticia alumbró sus artículos de juventud y los romances populares inspiraron sus primeros relatos, la denuncia política adquirirá en la obra de León una dimensión más articulada. En el número 3 de la revista Octubre publicará su primera pieza teatral, Huelga en el puerto, ambientada en unos sucesos acaecidos en 1931 en Sevilla tras la proclamación de la Segunda República. Esta voz militante convivirá en la ficción con una visión más soñadora, casi surrealista. En Rosa-Fría, patinadora de la luna, un conjunto de nueve relatos ilustrados por Alberti y publicados en 1934, la autora se apoya en su capacidad fabuladora para rescatar y modernizar narraciones de raíces populares».

Elena Fortún: todas sus vidas

La escritora Elena Fortún (Madrid, 1886-1952).

«Hay varias vidas en Elena Fortún, además de diversas identidades. Es paradójico que una escritora tan popular como la creadora de Celia fuera en ciertos ámbitos una desconocida. El personaje de Celia Gálvez de Montalbán se apoderó durante años de la autora, como si fueran lo mismo. En los últimos años, sin embargo, la figura de Elena Fortún ha vuelto a renacer. Pero todavía quedan capas que desvelar tras ese nombre sonoro, Elena Fortún. A fin de cuentas, el seudónimo era solo la tarjeta de visita de la escritora, un nombre de ficción tomado prestado de la protagonista de la novela de su marido, Eusebio de Gorbea, Los mil años de Elena Fortún (1922). Una novela plúmbea y olvidada cuya protagonista ha pasado a la posteridad como el célebre e imborrable seudónimo de una escritora leída por diversas generaciones de niños. Encarnación Aragoneses Urquijo (1886-1952), su verdadero nombre ha permanecido escondido durante años bajo su firma literaria.»

Carmen Laforet: la voz del silencio

La escritora Carmen Laforet (Barcelona, 1921-Madrid, 2004).

«Carmen Laforet sigue siendo la voz más esquiva de la literatura española del siglo XX. Guardó para sí zonas de sombra, enigmas personales y literarios que no quiso compartir ni revelar en vida. Selló de tal modo sus secretos que ni siquiera ella misma se atrevió a abrirlos más tarde. Se replegó en el silencio en la segunda parte de su vida, unas décadas después de haber escrito Nada y algunas novelas más, diversos relatos y libros de viaje. Pasó del resplandor a la penumbra por propia voluntad. Marcó a varias generaciones de lectores que quisieron saber más de una autora que les fascinaba y a la vez se les desvanecía, incitándoles a seguir su huella. Incluso en su correspondencia, transparente en su juventud, cuando se escribía con sus amigos Lola de la Fe o Ricardo Lezcano, pasó a contenerse, a elegir lo que contaba y lo que callaba. En sus cartas a Ramón J. Sender o a Elena Fortún, se atisban sobreentendidos, la necesidad de no decirlo todo y ser comprendida sin desvelarse. Hasta crear una sombra de grises alrededor que preservara su independencia; hasta contribuir a dibujar en el imaginario colectivo una figura tan mítica como inalcanzable.

Nada obtuvo el primer Premio Nadal en 1945 y revolucionó no solo el mundo literario, sino la vida de Carmen Laforet. Cualquier otra historia de posguerra languidece ante esta asombrosa novela escrita en 1944 por una universitaria de 23 años».

Escritoras y periodistas en Madrid (1876-1926),

https://eprints.ucm.es/id/eprint/15141/1/Escritoras_y_periodistas_en_madrid.pdf


Recuperación coral de las voces de más de doscientas periodistas que, en su tiempo, rompieron moldes y buscaron espacios de igualdad. La docencia y el periodismo fueron ámbitos donde las mujeres cultivaron ideas de emancipación, a partir de posiciones muy distintas, para converger en una propuesta de sociedad más justa. Herederas, en unos casos, del librepensamiento, el anticlericalismo y la conciencia republicana, que, en los años veinte y treinta del pasado siglo, junto con otras de talante conservador, protagonizaron un periodismo creativo, moderno y crítico, abruptamente interrumpido por la dictadura franquista. Perfiles biográficos que descubren la audacia de las viajeras en tiempos difíciles, el tesón de las impulsoras del pensamiento feminista y el destino no deseado de más de medio centenar forzadas al exilio, fallecidas en muchos casos lejos de su tierra, sin olvidar a las fusiladas por la expresión libre de las ideas. Periodistas del siglo XX, nacidas antes de 1939.

    Mujeres y prensa: la página femenina de «El Sol» (1917-1936)




    Mujeres corresponsales en el franquismo: los casos de Pilar Narvión y Conchita Guerrero




    LAS PERIODISTAS ESPAÑOLAS PINTADAS POR SÍ MISMAS

    Ángeles Ezama Gil

    Universidad de Zaragoza

    aezama@unizar.es

     

    RESUMEN

    Cinco grandes periodistas españolas, que fueron colaboradoras, redactoras y directoras de revistas, abordaron en algunos de sus escritos y discursos la definición del status de la mujer periodista entre los siglos XIX y XX: Emilia Pardo Bazán, Concepción Gimeno, Carmen de Burgos (Colombine), Isabel Oyarzábal y Carmen Eva Nelken (Magda Donato). En todas ellas es común la idea de que la mujer posee cualidades innatas para el ejercicio del periodismo, y de que la prensa es una tribuna desde la que educar a sus congéneres del mismo sexo. Su periodismo se nutre de dos modelos primordiales, el decimonónico de la crónica, de origen francés, y los más modernos de la entrevista y el reportaje, de origen anglosajón. En el ejercicio periodístico las únicas limitaciones para las mujeres en España parecen ser la función de directora de periódico diario y el género del reportaje, ambos de sesgo claramente masculino, en tanto que a las mujeres están reservados géneros considerados más adecuados a su sexo como la crónica y la entrevista.

    THE SPANISH WOMEN JOURNALISTS DEPICTED BY THEMSELVES

    ABSTRACT

    In some of their writings and speeches, five major Spanish journalists, who were also magazine contributors and editors, addressed the status of women journalists between the nineteenth and twentieth centuries: Emilia Pardo Bazán, Concepción Gimeno, Carmen de Burgos (Colombine), Isabel Oyarzábal and Carmen Eva Nelken (Magda Donato). All of them agreed on the idea that women have an innate predisposition for the practice of journalism, and that the press is a platform from which to educate other women. Their journalism is inspired by two primary patterns, the nineteenth-century chronicle, which originated in France, and the more modern interview and report approach, originating in the English-speaking world. In the practice of journalism the only limitations for women in Spain seemed to be the role of editor-in-chief of a daily newspaper and the report genre; both of which were controlled by men, while women were assigned to journalistic genres such as the chronicle and the interview, considered to be better suited to them.

    Recibido: 03-07-2013; Aceptado: 06-04-2014.

    Cómo citar este artículo/Citation: Ezama Gil, A. (2014). "Las periodistas españolas pintadas por sí mismas". Arbor, 190 (767): a136. doi: http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.767n3007

    PALABRAS CLAVE: mujer periodista; reportaje; crónica; entrevista; Colombine; Magda Donato.

    KEYWORDS: woman journalist; report; chronicle; interview; Colombine; Magda Donato.

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    LAS PERIODISTAS ESPAÑOLAS PINTADAS POR SÍ MISMAS 

    Cinco grandes periodistas españolas que vivieron entre los siglos XIX y XX dedicaron algunos de sus artículos y discursos a reflexionar sobre su profesión: Emilia Pardo Bazán, Concepción Gimeno, Carmen de Burgos, Isabel Oyarzábal y Carmen Eva Nelken. Cuatro de ellas fueron, además, directoras de revistas (Bussy, 2005), por lo que conocían muy bien el medio: Pardo Bazán lo fue de la Revista de Galicia (1880) (Pardo Bazán, 1880, ed. 1999) y el Nuevo Teatro Crítico (1891-1893), Gimeno dirigió La Ilustración de la Mujer (fundada en 1873)[1]El Álbum de la Mujer (Méjico, 1883-1889) (Ramos Escandón, 2005) y El Álbum Ibero-Americano, 1890-1910 (Chozas, 2005; Bianchi, 2008). Carmen de Burgos fundó en 1908 la Revista Crítica, que salió entre septiembre de este año y abril de 1909 (Núñez, 2005, pp. 216-225); Isabel Oyarzábal dirigió junto con su hermana Ana la revista La Dama (1907-1908), que se titularía posteriormente La Dama y la Vida Ilustrada, 1908-1911 (Bados Ciria, 2010). 


    Estas cinco escritoras colaboraron en buen número de publicaciones periódicas españolas y extranjeras; en el caso de Concepción Gimeno, Isabel Oyarzábal y Magda Donato fueron especialmente significativas sus contribuciones a la prensa mexicana; Concepción Gimeno creó y dirigió en México El Álbum de la Mujer; Isabel Oyarzábal colaboró en El Journalista España Peregrina y Magda Donato en la revista Don Quijote y el diario Mañana. Pardo Bazán publicó numerosos artículos en el Diario de la Marina de La Habana y La Nación de Buenos Aires; Carmen de Burgos colaboró con el diario portugués O Mundo entre 1919 y 1921. Isabel Oyarzábal, además, trabajó para la agencia de noticias Laffan News Bureau, y fue corresponsal del The Standard y del Daily Herald en España (Quiles Faz, 2002). Dos de ellas ocuparon también un destacado lugar en los inicios de la radio: Carmen de Burgos y Magda Donato (Simón, 2012, p. 142 y pp. 146-147).


    En el ejercicio del periodismo tres de ellas popularizaron seudónimos: Carmen de Burgos los de Colombine[2]Perico el de los Palotes (Arroyo 2010), Raquel, Marianela, Claudine Gabriel Luna, Isabel Oyarzábal el de Beatriz Galindo y Carmen Eva Nelken el de Magda Donato. 

    Fueron mujeres con una notoria proyección pública: escritoras, periodistas y conferenciantes, viajeras impenitentes, miembros de numerosas asociaciones en defensa de las más diversas causas y desempeñaron profesiones diversas con una importante presencia pública, además del periodismo: Carmen de Burgos era maestra, Magda Donato actriz, Isabel Oyarzábal diplomática y Pardo Bazán llegó a ser catedrático (Ezama 2012 a). Algunas de ellas mantuvieron un salón literario (Pardo Bazán, Gimeno, Burgos), como sus correligionarias Delphine de Girardin, Marie d’Agoult (seudónimo Daniel Stern), la condesa de Noailles o Juliette Adam (Heyden-Rynsch, 1998); precisamente uno de los asertos admitidos entre los investigadores es el del origen salonnière del periodismo (Thérenty, 2007, pp. 174-178), que ilustran muy bien las crónicas de Delphine de Girardin: 


    Lo curioso del caso es que la actividad gacetillesca tiene su origen en la mujer, pues fue en los salones famosos de otros tiempos donde se concibió el hoy robusto infante, el periódico, que empezó a adquirir forma real en las cartas privadas de aquella gloriosa época en las cuales se comentaban con travieso y sutil espíritu los acontecimientos mundanos y sociales.


    Puede decirse que la primera rotativa llevaba la marca Madame Sevigné (Anónimo, 1928).


    Y así parece corroborarlo el periódico francés La Fronde, ejemplo excepcional de periódico diario[3], de intereses generales, dirigido por una mujer (Marguerite Durand) y redactado íntegramente por mujeres, de cuyo ambiente salonnier informa una crónica de Pardo Bazán de 1899 (Posada, 1899, pp. 33-140; Rabaut, 1996, pp. 46-47; Roberts, 1997). O la escuela inglesa de periodistas que bajo el nombre de Literary Salon and School of Journalism, Shorthand and Art for Women, dirige Florence Cartwright (Stuart, 1911, p. 445). Pero en el paso del salón dieciochesco al periódico se produce un cambio desde la conversation (elitista y formalizada) a la causerie (más familiar y sencilla) (Thérenty, 2007, p. 177).



    La aparición y consolidación de la mujer como profesional del periodismo tiene mucho que ver con el desarrollo del feminismo, ya que muchas revistas y periódicos se crean como órganos de expresión del mismo, v.gr. el Journal des Femmes de Maria Martin (1881-1891)[4], la Revue Féministe (1895-1897) de Clotilde Dissard, la Revue des Femmes Ruses et des Femmes Françaises (1896-1897) de Olga de Bezobrazow, Le Féminisme Chrétien (1896-1899) de Marie Maugeret, La Femme de Sarah Monod (1879-1937) y Ster (1895-1897) de la polaca Paulina Kuczalska; muchas de las mujeres que dirigieron estos medios periodísticos fueron también cabezas visibles de asociaciones feministas, v.gr. Marie Pognon presidía la Liga francesa para el derecho de las mujeres, Mme. G. Vincent La Igualdad, Marie Szeliga-Loevy la Unión Universal de las mujeres y Marie Maugeret El Feminismo cristiano (Posada, 1899, pp. 137-138). No obstante, Blum (2002, pp. 219-220) sostiene que el movimiento feminista no encontró en las revistas su forma ideal de expresión, ya que las militantes más conocidas dieron a conocer sus ideas en los órganos de expresión masculinos, practicando así un feminismo de integración. Algo parecido defiende para el caso portugués Isabel Lousada (2012, p. 61), cuando afirma que “esta opçao pela imprensa generalista e de cariz regional debe ser tomada como mais um recurso a uma fonte privilegiada de encontro com as mulheres”.


    Pero, ya se trate del feminismo, de determinadas ideologías políticas (socialismo, republicanismo) o credos religiosos (cristianismo, protestantismo), incluso de la heterodoxia librepensadora[5], lo cierto es que el compromiso es inherente al ejercicio del periodismo por parte de las mujeres.


     

    Las periodistas pintadas por sí mismas: historia y condición


    Pardo Bazán (1897) considera a la mujer periodista un producto del siglo XIX, sobre todo de su segunda mitad (Dorado, 2006) y cree que la mujer posee condiciones que la hacen apta para el trabajo periodístico:


    Pronta y sagaz en ver o adivinar lo que no se ve; fina observadora del detalle menudo y del matiz imperceptible que presta a cada objeto su atractivo y su significación; vibrante para sentir, y fácil y rápida en expresar el sentimiento; concienzuda y exacta para el desempeño de la diaria tarea; fresca de imaginación y bien penetrada del criterio más corriente en la sociedad; compasiva y tierna ante la desgracia; apegada a lo corriente y con un sentido de la realidad que la aleja de las abstracciones, y la adhiere a la tierra y la coloca en el momento presente, por decirlo así, la mujer sirve divinamente para ese oficio literario, que consiste en recibir impresiones de la actualidad y devolverlas sin tardanza en forma agradable, clara y simpática a la mayoría de los lectores.


    La prensa escrita por mujeres que mejor conoce es la francesa, entre cuyos nombres cita en primer lugar el de Séverine (seudónimo de Caroline Rémy), sobre el que volverá en una crónica de 1900, para añadir:


    Las mujeres descuellan como cronistas periodísticos. Las redactoras de La Fronda, con Séverine a la cabeza, hacen primores en ese terreno, siguiendo la tradición de aquel célebre vizconde de Launay, que también era una mujer y que dejó un insuperable modelo de crónicas en sus folletines semanales de La Prensa[6]. Eran tan entretenidos, que los analizó Sainte-Beuve y los definió con palabras en las cuales encuentro las tablas de la ley de la crónica, el decálogo del cronista, para escribir el artículo “picante, raudo, alegre, paradójico, no siempre falso; en el cual se debe resbalar y no insistir, rozar a flor de epidermis, sorprender los caprichos y las manías sociales, tomar lo frívolo por lo serio y lo serio frívolamente, escribir como se habla en un salón, y disfrazar con el buen sentido la risa, y con el relampagueo de la frase la vacuidad del fondo” (Pardo Bazán, 1900).


    Volviendo al texto de 1897, Pardo Bazán enumera entre las periodistas francesas a la señora de Rute (Mme. Ratazzi), “cuyas crónicas son la misma amenidad”[7]; la feminista y socialista de origen polaco Paule Mink (Adele Pauline Mekarska); Juliette Lamber –Juliette Adam- (directora de La Nouvelle Revue); Arsène Arus (seudónimo de la peruana Sara Oquendo, buena amiga de Pardo Bazán) y Arvède Barine (seudónimo de Mme. Charles Vincens). Menciona también a su amiga y corresponsal Guiomar Torreçao, editora del Almanach das Senhoras, que la portuguesa editó infatigablemente desde 1872 hasta su muerte en 1898 y que siguió publicándose luego hasta 1928 (Germano, 2010). 


    Concepción Gimeno (1900) presenta un panorama más cosmopolita que el de Pardo Bazán. Comienza sin embargo por la prensa francesa y por el emblemático diario La Fronde, entre cuyas redactoras cita a Marguerite Durand, SéverineBradamante (Mme. Constant), Emmy Fournier, Mathilde Pognon, Marie Léopold Lacour, G. Vincent, Claire de Pratz, Jane Catulle Mendes (Jean Nette), la pedagoga Pauline Kergomard, Clémence Royer y Daniel Lesueur (Jeanne Loiseau). Entre las contemporáneas, añade los nombres de Mme. Ratazzi, Désirée Langer -Georges Regnal- (Simple Revue), Olga de Bezobrazow, Marie Maugeret y Clotilde Dissard, la doctora Hélina Gaboriau (Le Bonheur au Foyer) y Sarah Monod. Pero además traza una breve historia de la prensa francesa desde 1789 hasta 1848, y luego hasta finales del siglo XIX, destacando en este último periodo Les Mouches et les Araignées de Paule MinkLa Femme dans la Famille et dans la Société de Louise Koppe, La Citoyenne de Hubertine Auclert, y el Bulletin de l’Union Universelle de Femmes, dirigido por Maria Szeliga-Loevy[8].



    De Alemania, Gimeno cita a las feministas y pedagogas Lina Morgenstern (German Housewives Journal) y Elena Lange (Die Frau). De Portugal a Enriqueta Pereira de Sousa, directora de Hymnos e Flores[9], y de Italia a la directora de La Donna (1868-1890) Gualberta Alaide Beccari. Entre las españolas menciona a Concepción Arenal (La Voz de la Caridad), Emilia Pardo Bazán (Nuevo Teatro Crítico), Faustina Sáez de Melgar (La Mujer), Josefa Pujol de Collado (El Parthenon), Ángela Grassi (El Correo de la Moda), la baronesa de Wilson (El Último Figurín), Sofía Tartilán (Las Hijas del Sol)[10], Patrocinio de Biedma (Cádiz) y Belén Sárraga (La Conciencia Libre)[11].


    Tras este recorrido apresurado por la prensa de diversos países, Gimeno (1900) se detiene en algunos nombres propios: Étincelle (vicomtesse de Peyronny, baronne Double), Paulina Kuczalska-Reinschmidt, condesa Martel de Janville (Gyp), la feminista y socialista Citoyen Sorgue (seudónimo de Antoinette Cauvin), Séverine, Juliette Lamber y María Martin. De Étincelle escribe que es una elegante revistera que se ha consagrado al periodismo por “coquetería intelectual” (p. 567); menciona su sección “Carnet mondain” en Le Figaro, y sobre su estilo comenta: “Es la cronista ligera y amena, de estilo completamente moderno, delicado y fino, como los esmaltes de las porcelanas de Sèvres”. Sobre Gyp señala que, además de ser prolífica escritora, representa también: 


    el verdadero tipo del cronista francés, satiriza sin herir, sus frases cáusticas no tienen veneno. Posee una vena cómica muy fina, que parece aumentar a medida que se desborda […] Elegante, ingeniosa e intencionada, en el fondo de sus escritos encuéntrase siempre la ironía, pero una ironía amable. La condesa Martel es el filósofo de las cosas ligeras (Gimeno, 1900, p. 567).


    Por otra parte, a Antoinette Cauvin, a la que le ha cabido el honor de ser “la primera mujer belga que ha sido admitida entre los periodistas de la prensa jurídica en los tribunales”, la califica de “cronista brillante” (Ibid.). No escatima, en fin, elogios para Séverine y Juliette Lamber, apostillando sobre esta última:


    Sus crónicas extranjeras han ejercido influencia en la política, contribuyendo a estrechar los lazos entre Francia y Rusia, lo cual ha demostrado una vez más que la mujer puede prestar servicios cívicos a la patria lo mismo que el hombre. Hábil periodista, no se le arranca nunca en la interview lo que no quiere decir (Ibid., p. 568).


    Más allá del repertorio de nombres propios que ofrecen Pardo Bazán y Gimeno, hay que destacar la reflexión sobre el periodismo escrito por mujeres realizada por Colombine, que es el texto de una conferencia leída por su autora en la Unión Ibero-Americana de Madrid el 15 de junio de 1905. El objetivo de este discurso es el de subrayar la importante misión de la mujer en la prensa, una misión educadora, que ella misma trató de llevar a la práctica con sus crónicas en el Diario Universal y Heraldo de Madrid, entre otros periódicos[12].


    Comienza Carmen de Burgos su discurso reconociendo el papel activo desempeñado por la mujer en la prensa y situando a Francia al frente de este movimiento, con firmas como las de la condesa Anna de Noailles, Marie d’ Agoult, Georges de Peyrebrune (seudónimo de Mathilde de Peyrebrune), Juliette Adam, Marcelle Tinayre, Mme. Alphonse Daudet (firma de Julia Allard), Jean Bertheroy (seudónimo de Berthe-Corinne Le Barillier), Jane Dieulafoy, Judith Gautier, Jeanne Marni (Jeanne Marie Françoise Marnière), Gyp, Jane Catulle Mendes y Clarisse Coignet, y sobre todo Séverine: “la verdadera encarnación del periodismo es Séverine, la cronista incomparable de El Figaro, que se ocupa de las cuestiones sociales y sostiene todas las campañas nobles en defensa de los derechos y de la justicia” (Ibid.)[13]. Se detiene también para hablar de La Fronde, que pone como ejemplo de que 


    las mujeres entienden tan bien como los hombres lo que pudiera llamarse la cocina de un periódico diario. Cocina en la que han de entrar en dosis bien combinadas la política interior y exterior, las informaciones de actualidad, los tribunales, las bellas artes y las noticias del reporterismo con los artículos sensacionales y de fondo, todo hábilmente aderezado para poderlo servir al público (Ibid.)[14].


    Más allá de Francia, presta atención a periodistas de otros países como Italia, donde destaca a Matilde Serao[15], y Portugal donde subraya la labor de Amalia Vaz de Carvalho y Claudia Campos, corresponsales de diarios del Brasil[16], Alice Pestana (seudónimos Caiel, Cil) que colabora con el Diario de Lisboa, Alice Moderno (dirige la revista A Folha en las Islas Azores) y Maria Olga Moraes Sarmento (directora de la revista Sociedade Futura).


    A continuación se ocupa del periodismo en Estados Unidos, país en que las periodistas desempeñan todos los cargos, incluso el de reporteras sensacionalistas. Con todo, cree que el primer puesto en el periodismo femenino lo “merece con justicia Inglaterra.” (Ibid.); ofrece datos sobre los ingresos de las periodistas inglesas y una lista de nombres: Emily Crawford (corresponsal en París del Daily News), Mrs. Alice Meynell[17], Rachel Challice (redactora del Daily Express), Jeannette Jerome -Lady Randolph Churchill- (editora de The Anglo-Saxon Review), Flora Shaw –Lady Lugard-[18], Mary Frances Billington[19] y Sarah Tooley[20].


    A esta perspectiva sobre el periodismo inglés escrito por mujeres añade que 


    desde hace un año las mujeres inglesas disponen de un periódico diario que venden a diez céntimos el número. Tiene seis páginas y se dirige particularmente a las mujeres instruidas que siempre ansían aprender algo nuevo. Este periódico promete ser el diario femenino de más porvenir, sin espíritu de partido y con carácter esencialmente práctico (Ibid., p. 87)[21].


    Además, Florence Cartwright ha fundado una escuela de periodistas (a la que ya me he referido), y las escritoras inglesas se han unido para formar la Society of Women Journalists (1895), presidida por Lady Sarah Wilson, que “tiene por objeto sostenerse mutuamente, hacer avanzar la causa del periodismo, ayudar a las que empiezan y simplificar las dificultades del oficio” (Ibid).


    Tras la revisión del periodismo anglosajón, Colombine pasa revista a la “América española”, y cita varios nombres de mujeres célebres, de los cuales solo un puñado corresponden a periodistas: Soledad Acosta en Colombia, Lola Rodríguez de Tió en Puerto Rico (periodista de ocasión), Paca Corrales en Costa Rica, Carmen Brige en Venezuela, y Concepción Boloña –Coralia- en Cuba[22].


    Para terminar este repaso a la historia del periodismo contemporáneo se detiene Carmen de Burgos en las periodistas y publicaciones españolas[23]. Menciona a Beatriz de Cienfuegos (La pensadora gaditana) y Carmen Silva (El Robespierre Español)[24] como iniciadoras; luego hace una lista de revistas dirigidas por mujeres: El Correo de la Moda por Ángela Grassi y Joaquina Balmaseda, La Violeta por Faustina Sáez de Melgar; La Moda Elegante por Maria del Pilar Sinués (Sánchez Llama, 2000), La Caprichosa por la baronesa de Wilson, Nuevo Teatro Crítico de Emilia Pardo Bazán, El Amigo del Hogar de Mª del Pilar Contreras, y La Moda Práctica por María Guerrero. Vuelve a mencionar algunos nombres de mujeres que han dirigido revistas: Robustiana Armiño (Ecos del Auseva), Sofía Tartilán (La Ilustración de la Mujer), Rosario de Acuña[25], Julia Codorníu (El Álbum del Tocador), Ana Solo de Zaldívar (El Amigo del Hogar), y Rosa Eguílaz (propietaria del periódico Para Todos). Sigue un listado de publicaciones editadas en Barcelona también dirigidas por mujeres: La Ilustración de la Mujer por Concepción Gimeno[26]El Ángel del Hogar de Esmeralda Cervantes (Clotilde Cerdá y Bosch), El Parthenon de Josefina Pujol de Collado, El Sacerdocio de la Mujer de Esperanza Belmar, y Manos Blancas, suplemento de El Liberal de Barcelona dirigido por la Condesa del Castellá (Isabel María del Carmen de Castellví y Gordon). Y en otras provincias: Carolina de Soto dirigió Asta Regia (Jerez de la Frontera), Clemencia Larra El Laurel Jienense, Enriqueta Lozano de Vilches La Madre de Familia (Granada) y Patrocinio de Biedma la revista Cádiz. Añade que algunas escritoras han colaborado asiduamente en los grandes rotativos, como es el caso de Salomé Nuñez Topete[27].




    La alusión a los grandes diarios despierta en la oradora un sentimiento de gratitud para con Augusto Suárez de Figueroa, “el fundador del periodismo moderno en nuestra patria y el primero en abrir las puertas de la gran prensa a las mujeres españolas” (Colombine1905, p. 87); cuenta cómo en Diario Universal creó una sección diaria dedicada a las mujeres, “dando además a una mujer el carácter de redactora, que hasta entonces no habían tenido en los grandes rotativos” (Ibid.); esa mujer no es otra que la propia Carmen de Burgos. Por todo ello cree que cuantas periodistas trabajen en la prensa se lo deben en buena medida a Figueroa: “Él fue el fundador de la nueva carrera que abre el periodismo para la mujer en nuestro país” (Ibid., p. 88).

    Distingue en su discurso Colombine entre las mujeres que cultivan todos los géneros y las periodistas, y afirma que la misión de estas últimas es muy distinta de la de aquellas; hace un repaso a las exigencias de la labor del periodismo y añade las que se les piden además a las mujeres que llevan a cabo dicha labor:

    No faltan a la mujer ninguna de las condiciones necesarias para el periodismo y tiene además la sensibilidad exquisita que le hace fijarse con preferencia en lo que representa adelanto y cultura.


    Mientras que el hombre se ve obligado a hacer la información política, el relato del crimen, la revista de los tribunales y la noticia de actualidad, la mujer, con libertad para escoger asunto, pues son aún raros los casos de reporterismo entre nosotros, se fija en los adelantos e instituciones benéficas que protegen a la mujer y al niño; recoge los dolores de los pequeños, de los humildes, de los afligidos, las tristezas de su corazón, las angustias de la existencia de un luchador modesto, las penas y el desaliento de los oprimidos, las tempestades que conducen un cerebro a la locura, a la desesperación o al suicidio; y para cada una de estas cosas tiene un aliento de consoladora ternura o un grito de justicia. […]


    Ella nos muestra los males y los defectos para curarlos y corregirlos (Ibíd., p. 88).


    Para cerrar su discurso vuelve a retomar su aserto inicial sobre la función educadora de la mujer a través de la prensa:


    en esos articulitos para los niños […] en las revistas de modas, en las recetas de higiene de la belleza, en el consejo de economía o en la regla de sociedad, educa la mujer dentro del periodismo […] Y en esta obra educativa ejerce una influencia más directa sobre las otras mujeres (Ibid.).


    Porque, sostiene Burgos, la mujer intelectual ha de ser la educadora de las otras mujeres, que poseen un entendimiento menos cultivado que el de los hombres. De este modo, los más importantes diarios españoles ponen su sección femenina en manos de mujer: Diario Universal (“Lecturas para la mujer” por Colombine), La Correspondencia de España (“Actualidades femeninas” por Raquel, Marianela), El País (“Carnet femenino” por Violeta -seudónimo de Consuelo Álvarez-), El Liberal (“Manos blancas” por la condesa del Castellá), El Globo (“Crónicas feministas” por Evangelina –Zoila Aurora Cáceres-), El Imparcial (“Femeninas” por Magda Donato)Heraldo de Madrid (“Femeninas” por Colombine), El Sol (“Páginas femeninas” y luego “La mujer, el niño y el hogar” por Maria Luz Morales).

    De todo ello concluye que “no es España el país más atrasado en el periodismo femenino” (Ibid., p. 89). Y esgrime el orgullo de ser periodista: “creo y espero en su misión civilizadora, y estimo el título de periodista más que todos los honores que puedan poseerse en la tierra” (Ibid.)[28].


    Además de este documentado discurso, Carmen de Burgos dedicó tres artículos a las periodistas inglesas en los que reproduce prácticamente la misma información que en el discurso citado (Colombine1904 a1904 c), aunque en el último (Colombine, 1907) añade dos nombres a la relación de periodistas: Humphrey Ward (seudónimo de Mary Augusta Ward) y Adelaide Belloc Lowndes.


    La figura de la mujer reportera que Carmen de Burgos cita en su discurso de 1905 se materializa en una entrevista que le hizo en 1915 a la periodista portuguesa Virginia Quaresma, que comienza con esta afirmación: “Los grandes triunfos del periodismo moderno no son triunfos de literatos ni de cronistas; son triunfos de reporter”[29]. Y a esta modalidad de periodismo se dedica Virginia Quaresma, lo que sorprende a Colombine: 


    Hallar una mujer periodista de esa escuela y de un valor capaz de parangonarse con los mejores periodistas masculinos, en nuestra misma Península, confieso que fue para mí una sorpresa.


    Entre todas las periodistas sudamericanas, francesas, italianas, alemanas y del norte de Europa que yo he conocido no encontré ninguna del valor, de la modernidad, del atrevimiento de la periodista portuguesa doña Virginia Quaresma; es verdaderamente original.


    Carmen de Burgos la presenta como “una periodista de vocación”, que con frecuencia declara “Yo he nacido reporter”. Mujer de “rara instrucción, versada en humanidades, en filosofía; conocedora de varios idiomas, oradora y cronista notable”; considera Colombine que es el suyo un ejemplo “que prueba cuánto puede conseguir la mujer con su propio esfuerzo”[30].


    Quaresma confiesa en la entrevista que adquirió afición al periodismo leyendo Heraldo de Madrid, y que fue muy amiga de Luis Morote. Da cuenta de su vida periodística, empezando por el Journal da Noite, la revista Alma Femenina (que dirigió) y O’Seculo, para acabar con Manuel Guimaraes y otros compañeros que fundaron A Capital. Y declara, por último, que en su larga carrera como reportera no ha tropezado con envidias ni malevolencias.


    Por los mismos años, la periodista Isabel Oyarzábal (Beatriz Galindo) escribió dos trabajos sobre la profesión periodística en la mujer, uno en 1917 y otro en 1919. En el primero establece una afinidad entre ambas:


    Quizás de todos los campos abiertos a la actividad y a la energía femenina, ninguno esté tan en consonancia con las aptitudes y dones especiales de la mujer como el del periodismo. Ningún trabajo encaja mejor que este en su modo de ser, ni se amolda tan exactamente a su idiosincrasia, ni la ofrece las mismas garantías de éxito, siempre, claro está, que la mujer ponga en él toda la inmensa fuerza de su espíritu observador, de su intuición maravillosa, de su actividad mental y su fantasía, cosas indispensables para desempeñar este oficio, el más inquieto, arduo y atrayente de cuantos han evolucionado dentro de la complicada máquina de la vida moderna [...]


    Por lo que tiene de sutil, de fugaz y de complejo es por lo que juzgo tan capaz de desempeñarlo a la mujer, sobre todo en lo que a ciertos terrenos de indagación, de información delicada y difícil se refiere (Galindo1917).


    Señala Beatriz Galindo que casi todas las periodistas han comenzado su labor “dentro de los límites estrictamente femeninos”, pero 


    a medida que se amplía el horizonte femenino y que la lectura exige lo que no exigiera antes, la periodista aumenta también su actividad y produce crónicas de interés más extenso, informaciones de carácter educativo y artístico o se dedica a desentrañar y buscar la solución de aquellos problemas sociales que más afectan a la mujer.


    Cita como exponentes a Salomé Nuñez Topete, Colombine, María de Perales[31], María de Echarri[32], Margarita Nelken y Matilde Muñoz[33], a las que tilda de “precursoras del periodismo femenino en España”.

    En su segundo artículo Galindo se ocupa de “La necesidad de una gran revista” (1918), ya que aunque existen en nuestro país muchas publicaciones femeninas,


    no llegan a satisfacer, en grado ínfimo siquiera, las necesidades espirituales e intelectuales de esta [la mujer], ofreciéndole, como hacen muchas revistas femeninas del extranjero, aparte lo que para su misión en la vida pueda serle necesario, una información general de todo el movimiento social, político, artístico y literario del mundo.


    Opina que siendo el periódico un medio rápido y eficaz para formar opinión y conciencia, es lamentable que las mujeres españolas no puedan contar con una publicación que satisfaga estos objetivos, revistas como The Queen, Femina, The Lady’s Field, Harper’s Bazaar, The Woman’s y Home Journal, 


    repletas de información útil y recreativa a la par; verdaderas guías del movimiento mundial, en las que la mujer puede encontrar todo cuanto le interesa, desde la última novedad en hechuras de zapatos, hasta las críticas literarias y enseñanzas filosóficas de mayor trascendencia.


    Cree que España tiene elementos suficientes para hacer una revista moderna, pero también un inconveniente: “Esta ñoñería de esas corrientes de insustancialidad y esos prejuicios que cercan al sexo femenino en nuestra patria”.


    Por último, la periodista Magda Donato dedicó dos artículos a reflexionar sobre la mujer y la prensa. El primero de ellos es de enero de 1918 (Bernard, 2009 b, pp. 17-19) y en él afirma que el periodismo es la clase de literatura que más conviene a las mujeres ya que están mejor constituidas para él que los hombres:


    Carecemos de las cualidades especulativas que para el periodismo son una inutilidad y hasta un estorbo, y, además tenemos todas las que le son necesarias. Así nosotras somos instrumentos igualmente admirables y fieles para el periodismo de ideas y para el periodismo de información. […]




    El verdadero periodismo, el periodismo verdaderamente periodístico, es el de información. Pocas mujeres todavía se han dedicado a él, por lo menos como debían hacerlo.


    Cree, en fin, Nelken, que únicamente las mujeres pueden llevar al periodismo a su pleno desarrollo: 


    Solo las mujeres tienen bastante corazón para poner en el periodismo la dosis de humanitarismo desinteresado, del cual es susceptible; solo ellas tienen bastante constancia o testarudez para llevar su tarea a cabo, a través de todas las dificultades y de todas las amarguras; solo ellas tienen bastante valor y bastante serenidad para afrontar todas las luchas; solo ellas, en fin, son capaces de bastante pasión para encariñarse con su obra, y de bastante fe para, poniéndose a su nivel, y queriéndola, redimirla del cinismo periodístico, con el cual los hombres creen probar una superioridad.


    En un artículo posterior, vuelve Donato sobre las periodistas (1920), dibujando tres tipos: el de la señorita aficionada, el de la intelectual y el de la profesional, siendo este último en el que se incluye la propia articulista. Señala Nelken que el número de las periodistas profesionales ha ido aumentando con los años, de modo que en el momento presente “cada redacción tiene, a modo de perrito de lujo, una redactora encargada de amenizar el texto” (Ibid., p. 16). Distingue únicamente dos categorías en el periodismo escrito por mujeres: modas y feminismo, categorías en las que la misma profesional alterna, utilizando como transición entre ambos las interviús de actrices y visitas a las obras benéficas. Y si las categorías son dos, las especies de profesionales son múltiples e infinitas:


    A veces somos una verdadera chica de la prensa […] 


    A veces somos una señora casada y tenemos la ventaja de la cooperación de nuestro marido. […]


    A veces, somos una buena señora, inofensiva, pero atacada por el delirio de grandezas y la monomanía del heroísmo. […]


    A veces somos una socialista furibunda […]


    A veces somos una excelente católica […]


    A veces hacemos crítica de lo primero que nos viene a mano.


    Y a veces, somos yo, sencillamente, y entonces… Entonces preferimos callar y no insistir, porque la modestia de las mujeres tiene límites y la de las periodistas está por nacer (Ibid.)


    Por último, en la entrevista que José Montero le hizo a Nelken en 1932 esta incide en lo que la mujer puede aportar al periodismo:


    La incorporación de la mujer al periodismo significa –o puede significar- el acercamiento a determinados temas antes vedados o poco asequibles al hombre. Es innegable que hay asuntos, que hay zonas de interés o de la actualidad más a tono con el espíritu, la comprensión y la pluma de la mujer. La aportación de esta al periodismo equivaldrá, por tanto, a una mayor amplitud en el horizonte de los temas, a un enriquecimiento de la sensibilidad en la visión de las figuras y los hechos que la actualidad vaya brindando (Montero, 1932, p. 14).


     

    PARA CONCLUIR
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    De las cinco escritoras que he considerado, hay dos que poseen una conciencia de su profesión periodística mucho más acusada que el resto; me refiero a Carmen de Burgos y Carmen Eva Nelken. La primera, en una entrevista que le hizo González Fiol en 1922, se manifiesta plenamente consciente del lugar que ocupa en la historia del periodismo femenino español: 


    Sin vanidad puedo decir que así como a los reyes se les da un sobrenombre, a mí me cuadra el de Precursora en el periodismo; yo he sido la primera mujer española que ha celebrado interviews con políticos y con artistas… […].


    He sido la primera mujer que en España ha sido corresponsal de guerra, pues fui enviada a Marruecos por el Heraldo de Madrid… (Colombine en González Fiol, 1922, p. 20).


    Por otra parte, la labor literaria de Magda Donato está estrechamente vinculada al periodismo, como reconoce la autora en entrevista con Montero Alonso:


    Mi labor periodística o literaria fue hasta ahora por dos caminos: interviú y reportaje, por un lado; cuento infantil por otro… En realidad, lo que a mí me gustaba cuando empecé a escribir, era la novela. Pero ya sabe usted que el periodismo es una profesión en la que se entra con facilidad y de la que se sale con dificultad. Entré en una redacción, y el periodismo fue ya una labor de todos los días. La novela hubo de quedar, forzosamente, a un lado. Interviús, reportajes, cuentos para chicos… (Montero Alonso, 1932, p. 14).


    Entre las periodistas españolas está bastante extendida la idea de que la mujer posee cualidades innatas para el ejercicio del periodismo, y de que la prensa es una tribuna desde la que educar a sus congéneres del mismo sexo. Sus modelos periodísticos de referencia son el francés (Pardo Bazán, Gimeno) y el anglosajón (Burgos, Oyarzábal, Nelken); y los géneros considerados más adecuados para las mujeres: la crónica decimonónica francesa y el reportaje y la interview, de origen anglosajón, y característicos del periodismo desde finales del siglo XIX.


    El medio de expresión de las mujeres periodistas suele ser la revista, en la que ofician de colaboradoras, redactoras y directoras; Gimeno y Burgos tienen mucho interés en destacar, sobre todo, a las periodistas que fundaron y dirigieron revistas, como ellas mismas. Gimeno y Oyarzábal editaron revistas femeninas, en tanto que Pardo Bazán y Burgos optaron por publicaciones de interés más general, centradas en la literatura y en la cultura semita, respectivamente. 


    En España no aparecen mujeres como directoras de periódicos diarios en el siglo XIX y primer tercio del XX (excepción hecha de M.ª Luz Morales, que dirigió La Vanguardia entre julio de 1936 y febrero de 1937), aunque sí colaboran habitualmente en sus páginas; panorama un tanto diferente del de países como Francia (La Fronde), Italia (Il Giorno di Napoli) e Inglaterra (Daily Mirror). 


    Sin embargo hay una periodista española que se atreve a pergeñar el proyecto de un periódico diario propio: es Emilia Pardo Bazán en un artículo publicado en 1901, titulado “Mi periódico”. La escritora coruñesa comienza por elegir un título corto: El No; prosigue luego por el artículo de fondo, que restringiría a una o dos veces por semana, porque “hay otras muchas cosas tan dignas de encabezar un diario como la política”. Sería además el suyo un periódico de provincias, pero no por ello encerrado “en un localismo ni en un regionalismo enfadoso y estrecho. Un diario es una ventana abierta de par en par, no solo sobre la Península, sino sobre el mundo entero”. Este diario prestaría una atención especial a Portugal y al Arte y las Letras, ya que afirma rotundamente, “Mi periódico es un educador. Reniego del que no lo sea”. No desdeñaría las noticias sensacionales, porque “si es verídico bien podemos calificarlo de documento humano. Querer que el periódico diario no refleje la vida diaria, ¡peregrina ocurrencia!”; pero sí los asuntos de la vida privada. Le interesaría también conocer “la gestión de los negocios públicos, la administración”. Tampoco excluiría “ni las crónicas de sociedad, que divierten a muchas y muchos, ni las recetitas, ni las modas, ni la economía doméstica, ni el alta y baja de los que viajan o están de días, ni ninguna menudencia amena y dulce”. En cuanto al estilo “trataría de que se redactase el texto en el mejor castellano posible” y “evitaría las erratas”.

    Todas estas consideraciones evidencian lo sexuado de las rúbricas y los géneros periodísticos: las rúbricas políticas y diplomáticas están bajo la responsabilidad de los hombres, lo que concierne a la casa, la intimidad y lo mundano pertenece al ámbito de las mujeres; a los hombres se les adjudica lo excepcional, el acontecimiento, a las mujeres lo iterativo, lo banal y prosaico; a la esfera masculina el editorial político, que escapa a las mujeres, al igual que el reportaje:


    De fait, le seul grand genre journalistique qui, durablement et explicitement reste ouvert aux femmes, et oú la supériorité féminine est même affirmée par certains, est la chronique. Cette spécificité tient d’abord au caractère centripète du genre tourné vers les intérieurs, la mondanité, les modes, les fêtes, tous domaines réservés aux femmes […] En privilégiant causerie, bel esprit et conversation, la chronique s’affirme l’héritière de cette sociabilité feminine (Planté y Thérenty, 2009, p. 24).


    Este modelo de periodismo sexuado se establece en los años 1830-1840 a partir de las crónicas de Delphine de Girardin; entre 1870 y 1880 un nuevo género periodístico, el reportaje, connotado a menudo como masculino, destrona poco a poco a la crónica. Pero tal polarización se rompe debido a la aparición de la gran reporter Séverine, y de La Fronde, un periódico diario en el que las mujeres hacen reportajes (Thérenty, 2007, p. 118). Con todo, el reportaje, a tenor de las investigaciones realizadas hasta el momento, parece ser poco frecuente entre las periodistas españolas, salvo excepciones como Magda Donato (2009 a y 2009 b) y Josefina Carabias (Ezama, 2012 b).


    En cuanto a la entrevista, hay unanimidad en considerar a la mujer mejor dotada que el hombre para dicho trabajo periodístico. A guisa de ejemplo podrían aducirse las muchas que hicieron Carmen de Burgos (García Templado, 2010) o Carmen Eva Nelken; González Fiol reflexiona sobre lo que supone “entrevistar a una intervieweuse” (González Fiol, 1922, p. 19) y Montero Alonso se coloca en la misma tesitura cuando se trata de Nelken:


    Magda Donato es de las contadas mujeres –están en los dedos de la mano- que hacen periodismo activo, vivo. Interviú, información. Combate de palabras con el hombre o la mujer que va destacando la actualidad. Apresar gestos, actitudes, pensamientos y opiniones en una charla de media hora. Proyectar después esa charla sobre la breve pantalla de las cuartillas (Montero Alonso, 1932, p. 13).


    Y lo mismo ocurre en otras latitudes, v.gr. la periodista americana Elizabeth L. Banks dedica uno de los últimos capítulos de su autobiografía al género de la entrevista, y comienza: 


    It is one of my chief ambitions as a journalist to become a really excellent interviewer. That goal I have not yet reached, but it is one towards which I strive. Interviewing, or doing what in newspaper parlance is known as “personal write-ups”, is, it seems to me, the most pleasant, interesting, and edifying branch of journalistic work that can be taken up by a woman. It throws her into contact with the great, the extraordinary and the interesting people of the world (Banks 1902, p. 287).



     

    NOTAS 

    [1]

    La Ilustración de la Mujer se mantuvo hasta 1877, y estuvo dirigida, al menos desde 1875, por Sofía Tartilán; son escasos los testimonios que relacionan a Gimeno con esta revista, entre ellos su propia afirmación en La mujer española (1877), y algún anuncio esporádico, como el que he encontrado en El Federal Salmantino, el 15 de junio de 1873 (p. 4), en el que se anuncia en estos términos: “La Ilustración de la Mujer. Revista quincenal. Órgano de la orden de las Hijas del Sol. Educación física, intelectual y moral de la mujer. Caridad y beneficencia. Justicia. Protección mutua. Directora: Maria de la Concepción Gimeno. Los productos de las suscripciones de esta revista se destinarán a la creación de escuelas gratuitas para niñas pobres”. Con Sofía Tartilán se anuncia como órgano de expresión de la Asociación benéfica de señoras La Estrella de los Pobres, pero con la misma finalidad. Como los números de la revista que se conservan corresponden a los años 1875-1877, no es posible saber hasta dónde llegó la vinculación de Concepción Gimeno con ella. La baronesa de Wilson fundó una revista titulada Las hijas del sol, órgano de la asociación, sociedad cultural femenina, instituto femenino o logia masónica del mismo nombre (fundada en 1872), que no sé si tiene que ver algo con la revista de Concepción Gimeno. Probablemente ambas pertenecían a la masonería, pero este es extremo que no he podido constatar porque, que yo sepa, nadie ha visto la publicación de la baronesa de Wilson ni los primeros años de la de Gimeno.

    [2]

    El seudónimo se lo sugirió Augusto Suárez de Figueroa, director del Diario Universal y comenzó a utilizarlo en las páginas de este periódico en 1903; antes que ella el cronista francés Henry Fouquier, fallecido en 1901, había hecho uso del mismo en sus colaboraciones para Gil Blas (Thérenty, 2007, p. 244).

    [3]

    La Fronde no tuvo siempre periodicidad diaria: hasta 1903 y luego solo ocasionalmente (Rabaut, 1996, pp. 80-81, p. 114 y pp. 126-129).

    [4]

    El Journal des Femmes se editó entre 1891 y 1910 como continuación de La Citoyenne (1881-1891) de Hubertine Auclert, cuya dirección había asumido Maria Martin en 1888.

    [5]

    No resultan infrecuentes las vinculaciones con la masonería entre las periodistas francesas: Clemence Royer creó junto con María Deraismes la logia Droit Humain en 1893, a la que pertenecieron, entre otras, Mathilde y Marie Pognon y Louise Koppe. Hay menos casos documentados entre las españolas y se dan sobre todo en el siglo XX (Carmen de Burgos, Consuelo Berges, Matilde Muñoz, Hildegart); probablemente también lo fueran Concepción Gimeno y la baronesa de Wilson (véase n. 1).

    [6]

    Las periodistas españolas se refieren a ambas como cronistas; el vizconde de Launay (Delphine de Girardin) sí lo era ciertamente: fue la creadora del género con su sección “Courrier de Paris” de La Presse a partir de 1836 (Thérenty, 2007, pp. 241-246); pero a Séverine le cuadra mejor el calificativo de reportera, ya que su periodismo se sitúa en la fase moderna de evolución de la prensa, y sus artículos son redactados sobre el terreno y no en la mesa de redacción (Thérenty, 2009, p. 118). Ejemplo de cronista española fue Pardo Bazán (Ezama, 2007).

    [7]

    Maria Leticia Bonaparte-Wyse, por matrimonio sucesivamente Marie de Solms, Mme. Ratazzi y Mme. de Rute, era la editora de la Nouvelle Revue Internationale (Pardo Bazán, 1902).

    [8]

    “Esta notable dama [Szeliga-Loevy] ha sido la primera en el Comité del Sindicato de la Prensa Extranjera en París. Séverine y Mme. Latouche tienen puesto de honor en la Asociación de la Prensa parisiense, formada por hombres eminentes” (Gimeno, 1900, p. 567). L’Association des journalistes parisiens se fundó en 1885 y era una de las que agrupaban a los periodistas franceses (Avenel, 1895). En el Bulletin de l’Association des journalistes parisiens del 15 de abril de 1900 figuran Séverine (incorporada en 1895) y Augusta Latouche (afiliada en 1899), pero también Georges Regnal (afiliada en 1895), Marie de Veillechèze (admitida el 4 de enero de 1893), Désirée Carlier (incorporada en 1895), Mme. Louis Voltier (admitida el 31 de mayo de 1893), Mme. Jeanne Marni (admitida el 2 de marzo de 1898) y Mme. Jean-Bernard Passerieu (admitida en 1900). Por otra parte, existía un Syndicat des Journalistes socialistes, fundado en 1893, del que formaban parte Maria Szeliga-Loevy, Mme. Duc-Quercy, Paule Mink y Hélène Sarrazin.

    [9]

    Sorprende una referencia tan escueta y tan lejana en el tiempo (1862) a la prensa portuguesa, habida cuenta las buenas relaciones de Concepción Gimeno con las escritoras portuguesas, entre ellas Guiomar Torreçao y Alice Pestana (Ezama, 2010, pp. 63-64 y pp. 70-71).

    [10]

    Desconozco si Sofía Tartilán dirigió esta revista; la que sí dirigió, al menos desde 1875, es La Ilustración de la Mujer, a la que he aludido en nota 1.

    [11]

    Sorprende encontrar en esta relación la figura de una librepensadora, uno de los principales miembros de la masonería femenina española; tal vez porque Gimeno mantuviera una cierta implicación con sectores del librepensamiento español, como a menudo se ha sugerido, más concretamente con la asociación de signo masónico “Las hijas del sol”, que presidía la condesa de Priegue (Pilar Amandi de Ozores) y en la que también estaban implicadas la baronesa de Wilson, Concepción Gimeno y hasta Concepción Arenal, según algunos sueltos periodísticos (v.gr. “Telegráficas”, Diario Oficial de Avisos de Madrid, 21 de febrero de 1873, p. 4). Véase también n. 1.

    [12]

    La misión educadora de la prensa la habían señalado ya mucho antes periodistas como Larra y Clarín. Larra en “Un periódico nuevo” (La Revista Española, 26 de enero de 1835) afirma: “El periódico es una escuela indispensable, si no un síntoma, de la vida moderna”, “habiendo periódicos, en primer lugar, no es necesario estudiar, porque a la larga ¿qué cosa hay que no enseñe un periódico?”. Y Clarín en “Los periódicos” (El Imparcial, 8 de mayo de 1895): “El periódico en España es hoy una escuela de adultos”.

    [13]

    Colombine dedicó un interesante artículo a Séverine en 1924, en el que se pone de manifiesto la admiración que sentía por la periodista francesa a la que tilda de: “gran maestra de periodistas. Pocas personas han sabido escribir como ella para la prensa. Lo ha reunido todo: gracia, valentía, decisión, soltura, oportunidad y un estilo brillante, maravillosamente limpio y claro. No hay ni un solo artículo de Séverine en el que ella no haya puesto su alma toda. Su pluma escribe siempre vibrante de entusiasmo, movida más por el corazón que por la mano, en defensa de causas nobles y humanitarias” (Colombine 1924, p. 16).

    [14]

    La expresión la cocina del periódico es de origen francés (Therenty, 2007, pp. 82-86); no se encuentra en la prensa española por esos años.

    [15]

    Serao es considerada la mejor periodista italiana: fue la primera mujer que trabajó como redactora de prensa en los años 80; fundó y dirigió algunos diarios: junto con su marido Il Corriere di Roma (1885) e Il Mattino (1892), y luego ella sola Il Giorno di Napoli (1904), que dirigió hasta su muerte. Carmen de Burgos (1927) dice que la conoció cuando dirigía Il Mattino en Nápoles, y afirma que han estado “unidas por una gran amistad durante muchos años”.

    [16]

    Vaz de Carvalho colaboró con el brasileño Jornal do Comércio.

    [17]

    Meynell publicó en varios periódicos ejerciendo la crítica literaria; a través de sus artículos construye su propio status literario y rechaza adscribirse a cualquier forma de tradición literaria femenina, distanciándose de este modo de las mujeres contemporáneas, y elaborando su identidad literaria dentro de la prensa (Gray, 2012, pp. 71-90).

    [18]

    Shaw colaboró con varios periódicos, pero fue además la editora colonial del The Times de Londres, periódico para el que trabajó como corresponsal en Sudáfrica, Australia y Canadá, entre otros países; su labor periodística fue un medio de participar en la política, al mostrar su entusiasmo por la expansión imperial y por el desarrollo económico colonial (Helly, 2012, pp. 110-128).

    [19]

    Billington fue redactora del Daily Telegraph para el cual realizó, entre otros trabajos, una serie de reportajes sobre la mujer en la India que se publicarían en 1895 con el título de Women in India; en 1897 se hizo cargo de la dirección del Departamento de la Mujer del Daily Telegraph, cargo que ocupó hasta su muerte.

    [20]

    Tooley destacó en el arte de la entrevista, que ejerció en revistas como Woman at Home, Woman’s Signal y Young Woman; la periodista opinaba que las mujeres estaban especialmente capacitadas para este género (Doughty, 2012, pp. 165-181).

    [21]

    Es el Daily Mirror, fundado por Alfred Harmsworth el 2 de noviembre de 1903, empresa periodística que constituyó un fracaso, por lo que su propietario decidió, en enero de 1904, cambiar la línea editorial del periódico y despidió a todas las redactoras; su primera directora fue Mary Howarth.

    [22]

    Esta relación probablemente sea de acarreo; el 30 de abril de 1905 Jesús Pando y Valle, secretario de la Unión Iberoamericana, había publicado en la revista Unión Iberoamericana un artículo titulado “La mujer en la Unión Ibero-Americana”, en el que reproduce un listado prácticamente igual a este, con algún nombre más. El único que añade Burgos es el de Coralia, colaboradora del diario habanero La Discusión. En un artículo anterior (Colombine 1904 b) citaba también a Ferina Sierra, hija de Coralia, que acababa de iniciarse en el periodismo.

    [23]

    Salvo algún añadido, este listado de periodistas españolas coincide con el que proporciona Criado y Domínguez, 1889: 49-53.

    [24]

    El ejemplo de Carmen Silva no cayó en el olvido; ya a finales del siglo XIX (desde los años 80) la reina de Rumanía, Elizabeth de Wied, había adoptado como seudónimo el nombre de Carmen Sylva, al que recurrió más tarde la escritora portuguesa Claudia de Campos.

    [25]

    Ignoro qué revista dirigió Rosario de Acuña.

    [26]

    Esta revista se editó en Madrid. Entre 1883 y 1887 sí se editó en Barcelona otra revista con el mismo título, cuyo propietario era Pedro Rigual Alayo, su representante en Madrid Josefa Pujol de Collado y en París Faustina Sáez de Melgar; tuvo tanto colaboradores masculinos como femeninos, entre estos últimos Josefa Pujol, Esmeralda Cervantes, Emilia Calé y Dolors Moncerdà.

    [27]

    Salomé Núñez publicó asiduamente en la prensa española crónicas de moda y artículos literarios; también dio a la luz trabajos periodísticos en La Nación de Buenos Aires y en el Diario de la Marina de La Habana; fue una de las primeras mujeres que formó parte de la Asociación de la Prensa de Madrid (Hernando, 2010).

    [28]

    Parecido orgullo expresa Maria Luz Morales: “sobre esta tierra que pisamos yo no he debido querer, no he querido ser otra cosa que esto que humildemente soy: simple y llanamente , periodista” (Morales, 1973, p. 9).


    [29]

    El anglicismo reporter se usó durante mucho tiempo en la prensa; la voz española reportero entró por primera vez en el DRAE en su edición de 1899 en el sentido de “Dícese del que lleva reportes o noticias” (en este sentido aparece utilizado en la prensa del XVIII), pero no es sino en 1936 cuando se admite la acepción: “Dícese del periodista que se dedica a los reportes o noticias”.

    [30]

    Quaresma es un ejemplo de escritora comprometida, que utiliza el periodismo para defender diversas causas: el feminismo, el pacifismo, el rechazo de la violencia contra la mujer, y en general, los derechos humanos (Lousada, 2010).

    [31]

    Perales fue traductora y periodista: colaboró en Blanco y Negro, La Dama y la Vida Ilustrada, La Acción y otros medios.

    [32]

    Escritora, periodista y oradora, católica militante, colaboradora de Acción Católica e impulsora del primer Sindicato Femenino Católico, Echarri fue una mujer comprometida con la causa femenina y con la del obrero y encontró en la prensa el mejor medio de defenderlas (Aguilera y Lizárraga, 2010: 46-52).

    [33]

    Matilde Muñoz fue una periodista infatigable; empezó colaborando en El Imparcial y participó luego en muchos otros medios (ABC, Mujer, Crónica); fue también una de las pioneras de la radio en España (Simón, 2012, pp. 141-144).

     

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    Nosotras que contamos: mujeres periodistas en España

    Desde que en 1901 Carmen de Burgos fue admitida en la redacción del Diario Universal hasta nuestros días, las mujeres se han ido abriendo camino no sin dificultades en los medios de comunicación de nuestro país, aunque su acceso a los cargos directivos sigue siendo una asignatua pendiente.

    Corresponsales, especialistas en moda, en prensa del corazón, cronistas políticas, directoras, redactoras de a pie, con micrófono, con libreta o tras la cámara... A través de un recorrido por el periodismo femenino en España durante el siglo XX, la periodista Inés García-Albi descubre el denominador común de todas las mujeres que pelearon por practicar su vacación con libertad y sin condiciones: el amor a su profesión. Este libro cuenta con los testimonios directos de las protagonistas, desde las primeras mujeres que entraron en una redacción, cuando todavía no había cuartos de baño para ellas y sus compañeros las predestinaban a escribir en las páginas femeninas, hasta las pioneras corresponsales de guerra que no sólo tuvieron que afrontar los peligros de un conflicto bélico sino pelear con sus jefes por querer viajar a "lugares inapropiados para una mujer". Josefina Carabias, Pilar Narvión, Juana Ginzo, Julia Navarro, Maruja Torres, Rosa Montero, Joana Bonet, Gemma Nierga o Rosa María Calaf son sólo algunas de las protagonistas de este libro, que es mucho más que una amena y apasionante aproximación al mundo del periodismo femenino: es el relato de la lucha por la igualdad en nuestra historia.


    Antiguas pero modernas

    Rosario de Acuña, librepensadora decimonónica y azote de todas las esclavitudes; Carmen de Burgos, la primera corresponsal de guerra y feroz luchadora por la conquista del derecho al divorcio y al sufragio femenino; Sofía Casanova, poeta, cronista de la Primera Guerra Mundial, y franquista tardía; Aurora Bertrana, defensora del amor libre, best seller de literatura de viajes, pionera del jazz, candidata a Cortes por Esquerra Republicana en las elecciones del 1933. Todas se rebelaron —con su pluma, pero también a base de bofetadas y escopetazos— contra todo lo que la sociedad esperaba de ellas.

    Cuatro rebeldes decimonónicas para entender el presente

    Aurora Bertrana en la playa del Garraf en 1918. | Foto cedida por la editorial.

    Aurora Bertrana (1892-1974), el amor libre

    La primera banda de jazz formada solo por mujeres en Europa fue fundada por Aurora Bertrana en Ginebra en los años 20. Desde niña quiso escribir, pero su padre pensó que estudiar letras no era propio de una señorita, y puso en sus manos un violonchelo.

    Viajera incansable, Bertrana recorrió el mundo y después de tres años en La Polinesia escribió sus crónicas sobre el amor libre. Porque en estas islas descubrió fascinada que las mujeres vivían sin estar casadas, tenían hijos sin importar quién fuera el padre, cuidaban a la prole en comunidad y las cortesanas eran tan respetadas como cualquiera.

    En los años 30 entró en política, pero pronto abandonó porque decía que sus colegas la ponían en el escenario para captar el voto femenino, pero luego no la dejaban opinar. Además, escribió sobre el amor entre dos hombres o una mujer que cuestiona el matrimonio en El inefable Felipe.

    Periódico de las damas.



    https://archive.org/details/periodicodelasdamas05marti


    Un modelo de mujer en la prensa del Trienio Liberal: análisis a través del Periódico de las Damas

    https://journals.openedition.org/argonauta/2062

    Hombres que escriben para mujeres: El Periódico de las Damas (1822)


    Aunque la prensa fue en sus comienzos intrínsecamente masculina hecha porhombres y para hombres a partir del siglo XIX comienza a percibirse
     através, por ejemplo, de la publicación de ciertos folletines o de algunaspublicidades la existencia de un público lector femenino. En ese “contextoiniciático” se encuentra
    El Periódico de las Damas
    (1822), una de las primeras publicaciones españolas escrita netamente para mujeres. En este trabajo se realiza un análisis de contenido de los contenidos de ese diario para mostrar qué modelo de mujer se transparenta en sus páginas.




    Las mujeres y los medios de comunicación 

    http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/100762.pdf

    Presencia e imagen del periodismo femenino en el siglo XIX

    https://www.revistacultura.com.pe/revistas/RCU_20_1_presencia-e-imagen-del-periodismo-femenino-en-el-siglo-xix.pdf

    Mujeres, Periodismo, y Creación Literaria en Hispanoamérica

    https://www.nottingham.ac.uk/genderlatam/documents/mujeres,-periodismo-y-literatura.pdf 

    Periodistas y escritoras en el 8-M

     Más bibliografía:

    Balsebre, Armand (2001): Historia de la Radio en España. Madrid: Cátedra. vol.1 y 2

    Díaz, Lorenzo (1997): La radio en España 1923-1997.Madrid: Alianza Editorial.

    Ezcurra, Luis (1974): Historia de la radiodifusión Española. Los primeros años. Madrid: Editora Nacional Fernández Sande, Manuel (2005-6): Los orígenes de la Radio en España. Editorial Fragua. Vol 1 y 2

    Munsó Cabús, Juan (1988): Escrito en el aire. 50 años de RNE. Madrid: Dirección de Relaciones Exteriores de E P RTVE.

    Sánchez Suárez, Maria Ángeles (2004): Mujeres en Melilla. Granada: Grupo Universitario Granadino.

    Seoane, Maria Cruz y Saiz, Maria Dolores (1996): Historia del periodismo en España 3, El siglo XX: 1898-1936. Madrid: Alianza Editorial.

    Timoteo Álvarez, Jesús (1989): Historia de los medios de comunicación en España. Barcelona: Ariel Mujeres en la Historia de España. Enciclopedia biográfica(2000): por Cándida Martínez et al. Barcelona: Editorial Planeta.



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