domingo, 26 de noviembre de 2023

Karl Krause, en España y su larga cola intelectual

 El 

( Persiguiendo al krausismo)



Karl Krause

(1781-1832)

Karl Christian Friedrich Krause nació el Domingo, 6 de mayo de 1781 en Eisenberg, Turingia, antiguo Sacro Imperio Romano Germánico.
Filósofo, docente y escritor alemán conocido por ser el creador del concepto filosófico - teológico denominado panenteísmo y de la línea de pensamiento conocida como Krausismo fuente de inspiración ideológica especialmente de intelectuales y políticos sobre todo en los países habla hispana donde tuvo una sorprendente trascendencia.
Fue pionero en la reivindicación de la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, los derechos de los niños y de la naturaleza. Es autor de múltiple obras sobre derechos, filosofía, ética y lógica destacándose también escritos sobre la masonería, la música y el lenguaje, muchos de ellos aún inéditos.
El Krausismo, una derivación del idealismo alemán, contribuyó en la Argentina fundamentalmente a la formación e ideología política de la Unión Cívica Radical a través de sus fundadores Leandro Alem y muy especialmente en su sobrino y ahijado Hipólito Yrigoyen.
Falleció a los 51 años de edad el Jueves, 27 de septiembre de 1832 en Múnich, Reino Baviera, antigua Confederación Germánica.

Cuatro son los principios fundamentales que Unión Cívica Radical ha tomado del Krausismo:

Primero
:

 El Ideario democrático como valor fundamental de expresión de soberanía y de participación popular.


Segundo: 

La idea de nación y la relación entre las naciones como articulación de las soberanías internas, de la libre asociación de las autonomías partiendo del respeto absoluto de los hombres y de los pueblos.


Tercero: 

La concepción de armonía social, de la superación pacífica de los conflictos, de un humanismo pacifista, de la tolerancia, y del dialogo.


Cuarto

El concepto de la masificación y la búsqueda de la excelencia en la educación a partir de contenidos incluyentes en el sistema.


Es así que la UCR desde su mismo nacimiento ha sostenido, sostiene y puesto en práctica las banderas de la DEMOCRACIA contra el fraude en defesa de la soberanía popular y el sufragio libre, la AUTO DETERNINACION DE LOS PUEBLO y el masivo acceso a la EDUCACIÓN en todos sus sentidos y niveles.


También es del Krausismo el concepto filosófico y de vida basado en valores morales y de conducta no solo en la actividad pública sino también privada como la sobriedad, la austeridad, la moral y la ética puestos en práctica no solo por Alem e Yrigoyen sino también por muchos radicales de la época como Elpidio González, Adolfo Güemes, etc.
http://www.efemeridesradicales.com.ar/Indice/K/Karl_Krause/Karl_Krause.html





EL KRAUSISMO



“Sistema filosófico ideado por el alemán Friedrich Krause a principios del siglo XIX. Se funda en una conciliación entre el teísmo y el panteísmo, según la cual Dios, sin ser el mundo ni estar fuera de él, lo contiene en sí y de él trasciende.” (DRAE)
El filósofo alemán Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832) pertenece al grupo de los pensadores idealistas más jóvenes; con fuertes raíces religiosas y éticas, tuvo relativa originalidad y se esforzó por conciliar el teísmo con las tendencias panteístas reinantes. El krausismo se funda en una conciliación entre el teísmo y el panteísmo, según la cual Dios, sin ser el mundo ni estar fuera de él, lo contiene en sí y de él trasciende. Dicha concepción se denomina panenteísmo (del prefijo griego “pan” (παν-) ‘totalidad’, “en” (ἐν) ‘en’ y “theos" (θεός) ‘Dios’), según la cual Dios, sin ser el mundo (panteísmo) ni estar fuera de él (teísmo), lo contiene en sí y de él trasciende.
De su afirmación de que todo es en Dios se deriva la ética krausista, que ha sido lo que más resonancia ha tenido en España. Krause insiste en el destino y valor de la persona, entendida de un modo moral, y desde este punto de vista interpreta el derecho y la sociedad; la humanidad es una federación de asociaciones autónomas, de fin universal o particular.
El krausismo defiende la tolerancia académica y la libertad de cátedra frente al dogmatismo. En la ética krausista la libertad de enseñanza del maestro, el trabajo y la experimentación directa actuaban como premisas para fomentar, tanto en el alumno como en el maestro, la curiosidad y el amor al conocimiento como postura global ante la vida.
El krausismo fue desarrollado por algunos discípulos alemanes, como Roeder y Leonhardi; pero más en Bélgica, con Ahrens y Tiberghien. En España el krausismo fue introducido por Julián Sanz del Río (1814-1869), que fue nombrado catedrático de Historia de la Filosofía de la Universidad de Madrid en 1843 y enviado a hacer estudios a Alemania. En Heidelberg fur discípulo de Leonhardi y Roeder. Vuelto a España fue inspirador de un núcleo filosófico de extremada vitalidad que influyó en la vida intelectual y política durante mucho tiempo. Sanz del Río escogió en Alemania a Krause, un pensador secundario, tal vez influido en esta predilección por el carácter místico-espiritualista, ético y social de la filosofía de Krause, que representaba una alternativa a la trasnochada filosofía escolástica y al catolicismo tradicional español.
Contribuyó también a la elección del krausismo la preocupación que hacia 1840 tenía un grupo de juristas españoles, entre ellos Julián Sanz del Río, por encontrar una doctrina política que en el marco del liberalismo diera el impulso a un proceso regenerador del ambiente político y social de España, pero integrando en sí elementos éticos y espirituales que no contenía el liberalismo entonces en boga. Tendría que ser un liberalismo con base ética y religiosa que pudiera ser una alternativa al catolicismo conservador.


Todos estos elementos los encontraron cuando en 1841 Ruperto Navarro Zamorano tradujo el Curso de Derecho Natural, o Filosofía del Derecho del filósofo y jurisconsulto alemán Heinrich Ahrens (1808-1874), uno de los más brillantes y más claros intérpretes de las doctrinas de Krause y uno de los propagandistas más decididos de la filosofía krausista, que tan en boga estuvo en Europa en todo el segundo tercio del siglo XIX. Este Curso de Derecho Natural había sido publicado en París en 1837 y expone que el fundamento del Derecho consiste en el conjunto de las condiciones exteriores de que depende el destino racional del hombre y la humanidad que ha de desarrollarse sistemáticamente como un orden universal de piedad, abnegación y altruismo. Se el racionalismo armónico o panenteísmo expuesto en la obra de Krause Ideal de humanidad para la vida (1811).
El panenteísmo krausista ve a Dios como el único ser infinito que contiene a todos los demás seres, que son finitos y determinados. Todos los seres están “contenidos” en Dios de forma armónica, libre y dirigida al propio tiempo. Es algo parecido al racionalismo de Leibniz, que concibe a la realidad cósmica como una armoniosa maquinaria en la que cada cosa tiene un sentido y todo funciona de la mejor manera posible y de acuerdo a la razón, geométricamente perfecta, porque es la razón de Dios desplegada.
En el campo de la Filosofía del Derecho, Krause rechaza la teoría hegeliana que defendía el absolutismo del Estado. Da importancia a las asociaciones de finalidad universal (la familia, la nación), frente a las del Estado o la Iglesia. El fundamento de la moralidad radica en las asociaciones de finalidad universal, que unidas han de culminar en una Humanidad regida por la Razón suprema y por el Bien. Esta teosofía sistemática entraña un impulso renovador y humanitario que se traduce en un programa de acción social similar al expresado por Fourier o Saint-Simon. La dimensión pedagógica de Krause, intrínseca en la esencia de su pensamiento doctrinal, se acentúa cuando en 1822 entra en contacto con Froëbel y lo interesa en la obra de Comenius.
El krausismo instituye a la ética como primer principio de todo cambio social, y, a la postre, de todo cambio económico. Con los ingredientes místico-pedagógicos y el predominio de las bases éticas la filosofía de Krause se convierte en un programa de acción política y social. Sanz del Río importó las ideas de Krause al darse cuenta de que lo que necesitaba España era una ética laica que se contrapusiese a la moral católica que tanto daño había causado al país. El “racionalismo armónico” de los krausistas está dirigido hacia la ética, que constituye algo así como su verdadera culminación. Se trata de una “ética social”, es decir, de una moral tendiente a una autorrealización del individuo en el marco de la organicidad de la estructura social.

¿Qué fue del Krausismo en España?


El krausismo arraigó en España como un nuevo espiritualismo y actuó como verdadero revulsivo en el depauperado panorama filosófico español. Aportó a un grupo de intelectuales descontentos con la realidad social del país una norma de conducta capaz de elevar al hombre interior hacia el ideal ético y un programa de reforma coincidente con las líneas de la política liberal-democrática. La aspiración salvadora del krausismo es el perfeccionamiento del hombre a partir del hombre mismo y sin confiar en el papel perfectivo de las instituciones sociales; para llegar al Ideal, al reino de la Razón suprema, hay que comenzar por perfeccionar al hombre, de ahí la predilección por disciplinas como la Pedagogía, que aspiran a formar hombres, o como el Derecho, que tienen la pretensión de mejorarlos.
La filosofía krausista –basada en una dialéctica de armonía, no de lucha– no sólo no excluye de su sistema el fenómeno religioso, sino que éste es introducido en el mismo como pieza primordial: “hemos conocido la sociedad de los religiosos como Institución fundamental en la sociedad humana” (Krause). La influencia krausista no se redujo al estricto círculo de la filosofía pura, sino que fue mucho más allá. Se extendió desde la política a la religión, pasando por la literatura, la pedagogía, la sociología y las ciencias naturales. Otro de los rasgos más sobresalientes del krausismo fue la estimación y defensa de la libertad de conciencia, fundamento de todas las demás libertades: la libertad política, la libertad de enseñanza, la libertad religiosa, la libertad de asociación y de reunión, la libertad de pensamiento.
Las implicaciones pedagógicas de la filosofía krausista obligan a poner en contacto directo al alumno con la naturaleza y con cualquier objeto de conocimiento (de ahí la importancia de las clases experimentales y de las excursiones), así como a establecer un gradualismo desde los gérmenes de cada disciplina de conocimiento hasta la suma complicación e interconexión de los niveles superiores. Por otra parte, es fundamental en el krausismo la laicidad y la creencia antidogmática en un dios ajeno a reglamentaciones de ningún tipo. Con este trasfondo ideológico, el krausismo ejerció en España un influjo duradero en la vida artística e intelectual desde la revolución democrática de 1868 hasta el comienzo de la Guerra Civil (1936) que acaba con la Segunda República (1931-1936) y provoca la dispersión de los intelectuales más destacados.


El pensamiento estético de Karl Christian
Friedrich Krause
Una revisión del panorama krausológico actual: libros sobre krausismo (1988-1998)
José Manuel Vázquez-Romero

Krausismo español es un movimiento cultural que arraiga en el siglo XIX español en base al pensamiento de K. Ch. F. Krause (1781-1832), autor de escaso predicamento en el área germana, que aportó una personal versión al idealismo dominante en ella, quedando oscurecido por el prestigio de sus figuras principales: Fichte, Schelling y sobre todo Hegel. Muy distinta fue su suerte en el ambiente filosófico español, en el que tales autores no habían logrado profunda influencia. El krausismo acaba por atraer a los pocos representantes del incipiente hegelianismo.




Pero intentar valorar el fenómeno desde una perspectiva puramente filosófica es condenarse a su incomprensión. Las razones que llevaron a su importación desbordaban ya de manera más o menos consciente lo filosófico. Su difusión posterior remite rotundamente a un contexto más amplio.

La puesta en escena del movimiento krausista puede ligarse al discurso pronunciado en la Universidad Central de Madrid el curso 1857-58 por Julián Sanz del Río, que había tomado contacto con el pensamiento de Krause con motivo de su estancia en Alemania (1843). Cien años después su texto tiene más de acto fundacional que de manifiesto filosófico. El afán de sustituir a la filosofía tradicional es sólo un aspecto de un proyecto de renovación de toda la cultura y la vida nacional, restableciendo su contacto con la mentalidad europea. España y Europa distan en el siglo XIX de ser en nuestro país conceptos geográficos. Tras ellos acaban por encontrarse dos enfoques culturales, educacionales, políticos, religiosos... La mayor parte, y en no pocos casos la mejor, de los pensadores de la época se vieron inmersos en este enfrentamiento, del que el krausismo fue uno de los polos antitéticos.



Esta voluntad de transformación lleva a los krausistas a experimentar una doble querencia hacia temas de filosofía práctica y pedagogía. A través de ellos pretenden realizar su antropología, uno de los puntos claves del sistema, que gira en torno a una concepción armonicista, que se opone al tradicional «dualismo» materia-espíritu. Surge así una segunda hornada, estudiosa del Derecho Natural, la filosofía jurídica, e incluso ciertos primeros brotes sociológicos. Sus conocimientos del sistema de Krause es no pocas veces escaso, ya que parten de sus continuadores en este campo: Heinrich Ahrens, Guillermo Tiberghien etcétera. De entre ellos destaca Francisco Giner de los Ríos, que se erige en pieza clave de la realización práctica del espíritu krausista. Su presencia en la Universidad Central le convierte en figura aglutinante del grupo, que abarca a lo largo de un siglo desde Federico de Castro hasta Adolfo González Posada, pasando por Francisco de Paula Canalejas, Gumersindo de Azcárate y tantos otros. La separación de Giner de la docencia oficial a raíz de la «cuestión universitaria», no fue sino la primera piedra de uno de los empeños educacionales y culturales de mayor significación en la historia de España: la Institución Libre de Enseñanza, que supone el surgimiento de un establecimiento privado de enseñanza superior, en el siglo en que la decadencia de las antiguas Universidades fue apuntillada por la estatalización dominante. Los grupos católicos, pese a sus esfuerzos, no lograron dar paso a una entidad equivalente.







La Institución permitió llevar a la práctica muchos de los ideales pedagógicos krausistas, libre de las cortapisas oficiales, y sirvió de elemento de concreción de las simpatías despertadas por el grupo. Su labor universitaria fue efímera, pero su influencia perduró a lo largo de los años, ramificándose a distintos centros oficiales de enseñanza media y superior, dada la incansable labor elitista de los krausistas.

La obra de Giner cierra prácticamente la labor filosófica del grupo, que heredará fundamentalmente su fervor pedagógico. Ya en el siglo XX, los hombres más rigurosamente ligados a su recuerdo acabarán abocados a un pesimismo que se enmarca en el originado por la crisis general del optimismo racionalista y, a un nivel más amplio, por el reconocimiento de la decadencia. Pero, muchos de los aspectos de su ideología, desprovistos hoy de adherencias propias de su contexto histórico, mantienen una vigencia en la vida nacional y despiertan el interés de los historiadores por este fenómeno cultural.


Bibliografía

P. AZCÁRATE La cuestión universitaria Madrid 1967


V. CACHO VIU La Institución Libre de Enseñanza Madrid 1962


F. ELÍAS DE TEJADA El hegelismo jurídico español Madrid 1944


I. J. GIL CREMADES El reformismo español Barcelona 1969


M. D. GÓMEZ MOLLERA Los reformadores de la España contemporánea Madrid 1966


P. JOBIT Les éducateurs de l'Espagne contemporaine París 1936


N. M. LÓPEZ CALERA En torno al concepto del derecho en K. Ch. F. Krause «Anales Cátedra Francisco Suárez» 1962 (2-2) 349


J. LÓPEZ MORILLAS El krausismo español México 1956


M. MARESCA Aportación a una bibliografía del krausismo español «Anales Cátedra Francisco Suárez» 1971 (11-2) 281


A. OLLERO TASSARA Universidad y Política: Tradición y secularización en el siglo XIX español Madrid 1972


E. TERRÓN Sociedad e ideología en los orígenes de la España contemporánea Madrid 1969


Y. TURÍN La educación y la escuela en España (1874-1902) Madrid 1967 (París 1959)


J. VILLALOBOS El pensamiento filosófico de Giner Sevilla 1969


G. FRAILE Historia de la filosofía española, II Madrid 1972, 122-168


E. DÍAZ La filosofía social del krausismo español Madrid 1973



El contenido de este artículo incorpora material de la Gran Enciclopedia Rialp [1] que mediante una autorización permitió agregar contenidos y publicarlos bajo licencia GFDL.




El krausismo español

Antonio Heredia Soriano

“Quedará al cabo en el fondo de nuestra obra, de nuestra labor, un sentido puro, generoso, de verdadera abnegación, que acaso podrá hacer recordar a las gentes del porvenir, que si no fuimos útiles ni aptos para luchar y vencer, fuimos por lo menos bastante devotos de nuestras ideas, bastante fieles a los grandes amores que inspira la patria, a quien pretendemos servir para que, cuando pasen los tiempos y las condiciones cambien, los hombres reconozcan que es necesario poner siempre el egoísmo al servicio de los grandes ideales y de los grandes fines humanos, recuerden que fuimos precursores en esa obra, y que si no supimos adaptarlas, otros adaptarán a la realidad de la vida las ideas que nosotros supimos mantener en toda su pureza, en toda su integridad.”
(Nicolás Salmerón y Alonso, Velada en honor de don Manuel Pedregal y Cañedo.)

https://www.ensayistas.org/critica/generales/krausismo/introd.htm


Krausismo


Durante la segunda mitad del siglo XIX se desarrolló en España el movimiento intelectual conocido con el nombre de krausismo. Krause (1781-1832) construyó un sistema filosófico conocido con el nombre de panenteísmo o racionalismo armónico, según el cual el mundo es un ser finito que se desarrolla en el seno del Dios infinito, siendo Dios el fundamento personal del mundo. El mundo está diversificado en la Naturaleza y el Espíritu, que confluyendo en la Humanidad tienden a una armonía perfecta en el seno de Dios, mediante la racionalización progresiva de las instituciones humanas. Con lo que el krausismo, más que en la metafísica, hace hincapié en la ética y el derecho.



Las doctrinas krausistas fueron introducidas en Bélgica por F. Leonhardi, Röder y Tiberghien; en Holanda, por Nieuwenhuis, y en España, por Julián Sanz del Río (1814-1869).


El krausismo español no fue una escuela estrictamente filosófica, sino un complejo movimiento intelectual, religioso y político que agrupó a la izquierda burguesa liberal y propugnó la racionalización de la cultura española. Sus partidarios cultivaron con especialidad los temas de ética, derecho, sociología y pedagogía, y promovieron un vasto movimiento de educación popular que cuajó en la Institución Libre de Enseñanza (v.). Más que una filosofía fue el krausismo español un estilo de vida que sustituyó los supuestos tradicionales de la religiosidad española por una moral austera, el cultivo de la ciencia y una religión semisecularizada.




Podemos encuadrar cronológicamente el krausismo entre los años 1850-1880, coincidiendo los años de su máximo florecimiento con la década 60-70. Poco después el krausismo como tal perdía vigencia y se desintegraba su grupo, por los avances que realiza el positivismo triunfante en Europa.


Las obras fundamentales de Sanz del Río, manuales del krausismo español, son el Ideal de la humanidad para la vida, la Metafísica: Análisis y Síntesis, y el Análisis del pensamiento racional, refundiciones y reelaboraciones muy libres de textos de Krause.


Intentemos exponer brevemente el sistema krausista, aunque hay que tener siempre en cuenta que en la actuación de Sanz del Río predominó la vertiente práctica del sistema, su poder educativo de la personalidad moral y de las agrupaciones sociales en su caminar hacia la racionalidad y la libertad, según las circunstancias españolas de la época, lo que provocó entusiasmos y repulsas.


Por la vía analítica llegamos al conocimiento de un yo finito, en el que confluyen Naturaleza y Espíritu que postulan una esencia infinita y fundamental, el Ser Absoluto. Krause rechaza el agnosticismo metafísico kantiano y las filosofías del sentimiento. La reflexión sobre Dios nos proporciona por vía sintética una ciencia fundamental sobre la que se apoyan la ciencia de la Razón, de la Naturaleza, del Espíritu y de la Síntesis humana.


La historia del mundo es una historia de las ideas, de las determinaciones de la divinidad. La Humanidad realiza en el mundo la idea de Dios, tendiendo al ideal de la Humanidad, la plenitud intelectual y moral del hombre. La historia es la vuelta del hombre a la unidad de Dios. Las sociedades primitivas viven en la inconsciencia y la indiferenciación. En una segunda fase el hombre descubre y diferencia los poderes de la naturaleza y en ellos adora a la divinidad por la religión. La tercera etapa de la humanidad es el descubrimiento de Dios en la conciencia humana como Conciencia Superior, Unica y Fundamental. La depuración de la idea de Dios es una liberación de antropomorfismos, nacionalismos religiosos y ritos locales. La perfección consistirá en la unidad de los hombres por el amor, el conocimiento y la realización del bien en Dios, a lo que contribuirá decisivamente la ciencia y la razón, pues el hombre, síntesis de naturaleza y espíritu, no puede despreciar al mundo sensible.




La segunda figura del krausismo español es Fernando de Castro (1814-1874), coetáneo de Sanz del Río, eclesiástico, catedrático y capellán de palacio. El resto de los krausistas puede ser agrupado cronológicamente de este modo: el constituido por Fernández y González, Francisco de P. Canalejas, Federico de Castro, Valeriano Fernández Ferraz y Vicente Romero Girón. El segundo grupo contiene los nombres más ilustres del krausismo: Giner de los Ríos, Nicolás Salmerón, Gumersindo de Azcárate, Rafael María de Labra y Segismundo Moret.


El krausismo influyó extraordinariamente en los medios universitarios, y encontró una violenta oposición en los ambientes tradicionales, dando lugar a diversas y memorables polémicas y a las llamadas «cuestiones universitarias» con la separación de sus cátedras de varios profesores.


Ortí y Lara atacó al krausismo a partir de las posiciones de la filosofía escolástica. El grupo de los llamados entonces neocatólicos, defensores acérrimos de los derechos tradicionales de la Iglesia y antiliberales sistemáticos, estuvo representado por Francisco Navarro Villoslada y el periódico «El Pensamiento Español», fundado por Gabino Tejado en 1860. Cabe también mencionar a Aparisi Guijarro, Nocedal, Canga-Argüelles, el padre Miguel Sánchez, Moreno Nieto, Caminero y Torres Vélez.


En 1864 Pío IX escribía la Encíclica Quanta Cura, y se publicaba el Syllabus. En 1865 el Ideal de la Humanidad para la vida de Sanz del Río era incluido en el Indice de libros prohibidos.


Durante los años anteriores a la revolución de septiembre de 1868 la polémica tuvo un significado predominantemente político, y los krausistas hicieron suyas las tesis del «catolicismo liberal», propugnador de la libertad religiosa según las ideas de Montalembert. Las polémicas que tendrán lugar durante la Restauración (Menéndez y Pelayo, Campoamor, Laverde, Perojo) serán de mayor contenido doctrinal e ideológico.




La primera «cuestión universitaria» tuvo lugar a partir de 1864 bajo Narváez. Se procedió a una depuración y fueron separados de sus cátedras Castelar, Salmerón, Fernando de Castro y Sanz del Río, que centraron su defensa en la llamada libertad de la Ciencia. Giner de los Ríos salió en defensa de sus compañeros y fue también suspendido. Los krausistas se refugiaron en la enseñanza privada con el Colegio Internacional, fundado por Salmerón. En él dieron cursos Ruiz de Quevedo, Moret, Juan Uña, Fernández Jiménez, Maranges, Romero Girón y Giner de los Ríos. Con algunos de estos nombres estamos ante el tercer grupo cronológico del krausismo, integrado por Augusto González de Linares, Luis de Rute, Manuel Sales y Ferré y Manuel de la Revilla.


En 1868, con la revolución que expulsó a Isabel II, fueron reintegrados a sus cátedras los profesores krausistas Fernando de Castro, nombrado rector de la Universidad central, y Juan Uña y José Fernando González, secretarios de la misma. Es indudable la influencia del krausismo en la redacción de la Constitución de 1869 y su reconocimiento de la libertad de enseñanza.


Giner de los Ríos fundó el «Boletín-Revista de la Universidad de Madrid», y en 1869 se creó la Asociación para la enseñanza popular y las conferencias para la educación de la mujer. En el mismo año moría Sanz del Río, y la ceremonia laica de su entierro civil produjo gran revuelo en los medios tradicionales.


Nicolás Salmerón, catedrático de metafísica, publicó en 1870 su Concepto de la Metafísica, y poco después los Principios analíticos de la idea del tiempo, pero su dedicación casi exclusiva a la política hizo que a partir de entonces la jefatura del krausismo la asumiese Giner de los Ríos, quien inspiró las reformas de la enseñanza de la primera república.


En 1871 se formó la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, presidida por Fernando de Castro, quien moría dos años después. El panorama político cambió radicalmente con el golpe de Estado que suprimió la República. Comenzaba la Restauración, y con ella la «segunda cuestión universitaria» y nuevas polémicas ideológicas.




El ministro Orovio urgió de los rectores medidas contra los profesores que se desviasen de la ortodoxia católica y del régimen monárquico. Hubo protestas, y Castelar renunció a la cátedra. Giner fue desterrado a Cádiz, Azcárate a Badajoz, Salmerón a Lugo y González Linares y Calderón a La Coruña, en el castillo de San Antón. Moret, Messía, Figuerola y Montero Ríos renunciaron a sus cátedras.


El repliegue a la enseñanza privada a que esto dio lugar fue la ocasión para la fundación de la Institución Libre de Enseñanza por Giner de los Ríos, heredera del espíritu del krausismo.


El grupo krausista se desintegraba poco a poco, pasándose muchos de sus miembros a las nuevas corrientes neokantianas y positivistas.


La traducción de las obras de Tiberghien reavivó momentáneamente a la escuela krausista, pero hacia 1880 el krausismo como grupo y doctrina había perdido su vigencia.


Bibliografía:






Pierre Jobit, Les éducateurs de L'Espagne moderne: 
I. Les krausistes, 1936;

II. Lettres inédites de J. Sanz del Río, 1936;
Juan López Morillas, El krausismo español, 1956;

M. Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles; Vicente Cacho Viu, La Institución Libre de Enseñanza, 1962.

Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina
Catedrático del Instituto Femenino de Enseñanza Media de Oviedo.





Reneracionismo y krausismo
Renovación cultural de España

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Joaquín Costa Martínez (1846-1911)
Ricardo Macías Picavea (1846-1899)
Julián Sanz del Río (1814-1869)
Francisco Giner de los Ríos (1839-1915)
Concepción Arenal (1820–1893)


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Durante el reinado de Isabel II (1843-1868) continuó la pugna política entre los revolucionarios progresistas, acaudillados por el general Espartero, y los conservadores “moderados”, dirigidos por Narváez.
Tras la Restauración de la monarquía en 1874, se consolida el conservadurismo y el catolicismo como su base ideológica, quedando relegados el liberalismo y el progresismo. El catolicismo fue apoyado por los órganos estatales.
La Restauración instaura un largo período de calma, y de atonía política. El último cuarto de siglo es una verdadera tregua en la lucha de partidos que caracteriza a todo el siglo XIX. Pero en el terreno de las ideas la situación es distinta: al franco predominio del pensamiento católico en el reinado de Isabel II, sucede una época de violentas polémicas en las que el ideario tradicional sufre la acometida de las tendencias innovadoras, fomentadas por la revolución de 1868, y sobre las que ahora se ejerce la influencia de la filosofía del positivismo.
La única oposición al catolicismo en el terreno de las ideas la constituyó el Krausismo, traído a España por Julián Sanz del Río (1814-1869) después de haber estudiado en Alemania pensionado por el Gobierno español. El Krausismo, fundado en Alemania por Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832), un epígono de Hegel, defendía un idealismo ético que atrajo en España a un grupo de intelectuales que por unos años intentaron renovar la cultura española liberándola del monopolio tradicional católico.
Consecuencia del agitado ambiente ideológico de la Restauración son los apóstrofes poéticos de Núñez de Arce, las novelas de tesis de Galdós y Pereda, los primeros libros de Menéndez y Pelayo, el incremento de una idea que ya apunta en Cadalso en el siglo XVIII y atraviesa el siglo XIX a través de Larra para llegar a la generación de 1898: la del problema de la decadencia de España y su regeneración.


Los conservadores ven la clave del resurgimiento patrio en la vuelta al Siglo de Oro; los liberales, en el contacto con Europa y en la fusión de lo tradicional español en la corriente universal del saber, pero también para mayor gloria de la patria. Los representantes de esta tendencia europeizante se llamarán regeneracionistas: Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), Joaquín Costa (1846-1911), Ricardo Macías Picavea (1847-1899). Todos ellos consideran como ineficaces las discusiones ideológicas y fijan su atención sobre las realidades económicas y sociales de la vida nacional: escuela y despensa, doble llave al sepulcro del Cid. Por otra parte, el filólogo y crítico literario Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912) será el gran defensor de la España del siglo XVI.
Después de los esfuerzos de renovación social de los reformadores ilustrados del siglo XVIII (Feijoo, Cadalso, Jovellanos) y la crítica a la sociedad español del siglo XIX (Mariano José de Larra), el regeneracionismo y el krausismo culminarán en la Generación de 1898 que intentará llevar a cabo las ansias de renovación cultural de España, renovación que se incrementará con la generación de José Ortega y Gasset (1883-1955), una generación de universitarios.
Conviene diferenciar las ideas del regeneracionismo de las de la Generación del 98: ambos movimientos expresan el mismo juicio pesimista sobre España, pero los regeneracionistas lo hacen de una forma objetiva, documentada y científica, mientras que la Generación de 1898 lo hace en forma más literaria, subjetiva y artística.





EL REGENERACIONISMO

Según el DRAE, regeneración es, en biología, la “reconstrucción que hace un organismo vivo por sí mismo de sus partes perdidas o dañadas”. Regeneracionismo, es la “tendencia a regenerar en una comunidad los valores morales y sociales que se consideran perdidos o aminorados”. Como tendencia política, el regeneracionismo es el “movimiento ideológico que se inició en España a fines del siglo XIX, motivado principalmente por el sentimiento de decadencia y por la pérdida de sus colonias, y que defendía la renovación de la vida política y social española”.
La palabra regeneración fue tomada a principios del siglo XIX del léxico médico, como antónimo de corrupción, como metáfora para la aspiración política de curar el mal estado de decadencia en el que se encontraba todo el “cuerpo” social. Esta palabra aglutina la preocupación patriótica por la decadencia del país, expresada ya en los siglos XVI y XVII a través de la obra de los arbitristas, creadores de planes para aliviar la Hacienda pública o remediar males políticos. La conciencia de la decadencia económica y la necesidad de políticas activas para remediarla está en la base de la política económica del Conde-duque de Olivares (1587-1645) con sus reformas monetarias y fiscales, cuyo fracaso contribuyó no poco al desprestigio de sus inspiradores teóricos. El reformismo borbónico de la época de la Ilustración intentó también renovar el país. Pero con la Restauración y su falsa estabilidad, fundada en la alternancia de partidos, el sistema político entró en crisis: corrupción, caciquismo, pucherazos electorales, triunfo de una oligarquía económica y política, que mediante tramposas desamortizaciones se había adueñado de todo el suelo productivo del campo español, creando una clase de jornaleros hambrientos.
Los intelectuales regeneracionistas trataban de forjar una nueva idea de España basada en la autenticidad, por lo que era esencial desenmascarar las imposturas de la falsa España oficial mediante la divulgación de sus estudios en revistas de amplia difusión. Los escritores del Regeneracionismo reaccionan contra la descomposición del sistema de la Restauración publicando estudios y ensayos que denuncian esta situación, que llega a hacerse evidente con la pérdida (1898) de lo que quedaba del imperio colonial español: Cuba, Puerto Rico y las Islas Filipinas.



El líder de este movimiento fue el político, jurista, economista e historiador. Pero su camino fue preparado anteriormente por Los males de la patria y la futura revolución española (1890), de Lucas Mallada y El problema español, de Ricardo Macías Picavea, así como por las críticas que sobre el analfabetismo y la pedagogía del estado habían sido vertidas por los krausistas de la Institución Libre de Enseñanza dirigida por Francisco Giner de los Ríos.
Los ideales y propuestas de los regeneracionistas fueron acogidos por políticos conservadores como Francisco Silvela y Antonio Maura, que vieron en esta corriente un adecuado vehículo para sus aspiraciones políticas y se adhirieron a la misma. Benito Pérez Galdós asimiló este pensamiento como una derivación de su inicial krausismo en sus últimos Episodios nacionales e incluso Miguel Primo de Rivera, que ejerció la dictadura (1923-1930) durante el reinado de Alfonso XIII, llegó a apropiarse de parte del discurso de Costa, que llegó a recomendar un «cirujano de hierro» que acometiera las reformas urgentes que necesitaba el país.
Pero fueron escritores como Ramiro de Maeztu, Pedro Coromina, Adolfo Posada o José Ortega y Gasset quienes prolongarán este movimiento intelectual hasta el estallido de la Guerra Civil en 1936. La generación de 1898 alimentó la preocupación por la renovación de España, pero sus preocupaciones máximas serán de índole estética y filosófica y no sociológicas o políticas como en los regeneracionistas.








Joaquín Costa Martínez (1846-1911)

VIDA
Nació en Monzón (Huesca). Se doctoró en Derecho en Madrid (1872) y en Letras (1875). Fue profesor auxiliar en la Universidad Central, cargo al que renuncia en protesta por la política educativa de la Restauración (1874).
Colabora con la Institución Libre de Enseñanza junto a Francisco Giner de los Ríos, institución laica inspirada en el krausismo. Ejerce como letrado en Cuenca y en Huesca (1877-879).
Regresa a Madrid y colabora en revistas y en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. Más adelante será profesor.
Una progresiva enfermedad de atrofia muscular le recluye en Graus (Huesca), pero sigue activo políticamente.
En 1893, se hace cargo de una plaza de notario en Madrid, con una visión más política y científico-social prepara su magna obra Colectivismo agrario (1898).
Su elección como diputado republicano viene en momentos en que ha perdido casi del todo la esperanza en regenerar España: llega a proponer un «cirujano de hierro» que acometa las reformas de urgencia que necesita el país para escapar de la decadencia. Su fracaso político le radicaliza verbalmente, acercándose en sus últimos años al socialismo. Derrotado, muy enfermo, se retira ya para siempre a su villa familiar.
OBRA
Costa ignora casi por completo el mundo industrial, y sus propuestas reformadoras agraristas son bien poco revolucionarias. Pero globalmente se trata de una clara propuesta modernizadora, de mejoras legales e institucionales, «europeizadoras».
Costa recomendó modernizar la cultura española apartándola de las tradiciones de la época imperial (doble llave al sepulcro del Cid) y atender a la reconstrucción económica y cultural de España (despensa y escuela).
Su estilo, con bellos giros oratorios y citas cultas y vehementes, revela una voluntad de estilo rico y versátil, casi romántico. Su deseo de llegar al lector popular le lleva a escribir, además de centenares de artículos de gran difusión, algunas novelas didácticas como Justo de Valdediós o Último día del paganismo, inconclusa.


La vida del Derecho (1876)
Cuestiones celtíberas: religiones, Organización política, civil y religiosa de los celtíberos y Derecho consuetudinario del Alto Aragón
Estudios jurídicos y políticos
Teoría del hecho jurídico individual y social
Introducción a un tratado de política textualmente de los refraneros, romanceros y gestas de la Península (1881)
Estudio de las raíces populares del derecho consuetudinario español.
El comercio español y la cuestión de África (1882)
La poesía popular española y mitología y literatura celto-hispana (1884)
Colectivismo agrario (1898)
Magna obra en la que hace una dura crítica de la destrucción por las desamortizaciones y otras prácticas de ancestrales sistemas de propiedad comunal, que describe muy documentadamente, y galvaniza a la opinión pública a raíz del Desastre de 1898, en que España pierde sus últimas colonias a causa de la guerra con Estados Unidos: Cuba, Puerto Rico y las islas Filipinas.


Oligarquía y Caciquismo como la forma actual de gobierno en España: urgencia y modo de cambiarla (1901)
Derecho consuetudinario y economía popular en España (1902)
Informada denuncia de la corrupción del sistema político de la Restauración que supondrá la marginación de Costa de los centros políticos del sistema.


Ricardo Macías Picavea (1846-1899)

VIDA
Nació en Santoña (Cantabria) y murió en Valladolid. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en las Universidades de Valladolid y Madrid, si bien no llegó a concluirlos por un fundamental desacuerdo respecto a los sistemas de enseñanza.
Fue profesor de Instituto en 1874, en las asignaturas de latín y geografía y se doctoró en 1876. Su vida trascurrió en Valladolid, donde desarrolló su labor como catedrático de instituto, intelectual y escritor.
Fue discípulo de Julián Sanz del Río (1814-1869), introductor del krausismo en España, y de Nicolás Salmerón Alonso /1838-1908), político y filósofo, presidente de la Primera República Española (1873-1874), del que tomó su republicanismo progresista.
Hacia 1876 se orienta hacia el Positivismo (todas las actividades filosóficas y científicas deben efectuarse en el marco del análisis de los hechos reales verificados por la experiencia).
Participó en la reforma administrativa del ejército, pero no en la revolución de 1868 contra Isabel II.
Reformó junto al Marqués de Sandoval la instrucción pública, y también participó en la reforma educativa en 1884 con Alejandro de Groizard.
Estuvo en el Ayuntamiento Republicano de Valladolid desde que fue elegido concejal en 1891 hasta que abandono voluntariamente en 1895 en reacción a lo que el llamo acomodamiento del republicanismo a la Restauración.
OBRA
Picavea se expresó en términos parecidos a Joaquín Costa. Publicó un manual elemental de gramática latina, un compendio de geografía, varios cuentos y dos novelas, así como artículos políticos en un periódico republicano de Valladolid que llegó a dirigir, La Libertad (1881).


Macías defendió un modelo orgánico de sociedad que reafirmaba el papel fundamental de los cuerpos intermedios (familia, municipio, provincia, región y corporaciones) frente al individualismo roussoniano. Exigió una reforma agraria y recomendó un tipo de acciones tan civilizadas como la desobediencia civil. También

 defendió el Darwinismo contra los ataques de los neocatólicos.
El problema nacional. Hechos, causas, remedios (Madrid, 1899)


Ataca la política de los Austrias, considerándola como la causa de la decadencia de España, y establece un plan de reforma que abarca todos los aspectos de la vida española. Sus ideas, así como las del krausista Giner de los Ríos y las del regeneracionista Joaquín Costa, pueden considerarse como el precedente inmediato de la generación del 98 con su preocupación por “el problema de España”. Picavea aborda el problema del caciquismo político imperante, y el desenmascaramiento de la ficticia democracia implantada por Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897), artífice del sistema político de la Restauración (1873-1874), llamado ‘canovista’ y figura señera del conservadurismo español.


Oligarquía y caciquismo
Apuntes y estudios sobre la instrucción pública y sus reformas 1882
Geografía elemental. Compendio didáctico y racionado 1895
La muerte de Cervantes
La mecánica del choque
Novelas
Como narrador se le enclava dentro del Naturalismo. Sus dos novelas pasaron prácticamente desapercibidas. En ellas hace gala de un fino y agrio humor, con gran amenidad.


El derecho de la fuerza
Tierra de Campos (1888)
Esta novela está ambientada en las crisis agrarias de los años ochenta, aunque parte de lugares conocidos como Medina de Rioseco, se sitúa en un lugar imaginario llamado Valdecastro, supuestamente situado a medio camino entre Urueña, Tiedra y Mota del Marqués (que llama Mauda en la novela). El protagonista de la novela es Manuel Bermejo, que regresa a su tierra para iniciar una aventura regeneradora basada en la explotación racional y científica de la tierra.

 

Julián Sanz d
el Río (1814-1869)
VIDA
Nació en Torrearévalo (Soria) y murió en Madrid. Quedó huérfano de padre a la edad de diez años. Un tío suyo, el sacerdote don Fermín, lo acogió bajo su cargo y le dio todos los estudios posibles.
Tras pasar por una primera dedicación al Derecho y más tarde a la Filosofía, en 1843 fue pensionado por el Gobierno para proseguir estudios en el extranjero, concretamente en la universidad alemana de Heidelberg. Eso cambió su vida y, en gran medida, la de algunos aspectos posteriores de la historia española. Allí siguió los cursos de dos autores discípulos de un autor de segunda fila, el kantiano Krause, que dio origen a toda una corriente de rico resultado en el pensamiento posterior español e hispanoamericano, el krausismo.
Al regresar a España fue nombrado catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Central de Madrid, puesto desde el cual, y también mediante sus traducciones, divulgó a nivel nacional el pensamiento krausista, con matices añadidos de Fichte y Hegel.
Tuvo particular resonancia el discurso de apertura del curso académico 1857-1858, así como la aparición en 1860 de su obra principal "Ideal de la humanidad", libre adaptación de otra que Krause publicó allá por 1811. La obra, que contiene "Los mandamientos de la humanidad", compendio de la ética krausista, fue incluida en el índice romano, es decir, prohibida, y dos años después, era expulsado de su cátedra, junto a otros profesores, según el decreto del ministro Orovio.
Formó un grupo de discípulos que compartió ideología, vestimenta y comportamiento, por lo que fueron acusados de sectarios, fanáticos y corruptores intelectuales de la juventud por parte de neocatólicos. Eso le valió ser separado de su cátedra en 1867, a pesar de sus ideas más conservadoras que radicales en política. En 1868 el gobierno revolucionario le devolvió a su cátedra y le ofreció ser rector de la universidad, lo que rechazó.
OBRA
Sentido laicista, voluntad de desarrollo de la libertad de conciencia y racionalismo armónico, fueron principios, revolucionarios para el pensamiento oficial español de entonces, en los que se asentó el mundo de Sanz del Río y su krausismo en general. "La ciencia es maestra de la vida", podría ser el lema de esta filosofía del racionalismo armónico, que pasó, como demuestra la historia, de la teoría ("Ideal de la Humanidad para la vida") a la práctica, con fundaciones institucionales posteriores que tuvieron un papel determinante en la España del último tercio del siglo XIX y primero del XX, como la Institución Libre de Enseñanza.
Lecciones para el sistema de filosofía analítica de Krause (1850)
Sistema de filosofía; Metafísica (Primera parte, Análisis, 1860; Segunda parte; síntesis, (1874)
El Ideal de la Humanidad para la vida (1860)
Análisis del pensamiento racional (1877)
Filosofía de la muerte (1877)
Doctrinal de Lógica (1863)
Programas de Psicología, Lógica y Ética
Lecciones sobre el sistema de la Filosofía (1868)



Francisco Giner de los Ríos (1839-1915)
VIDA
Nació en Ronda (Málaga) en el seno de una familia acomodada, lo que le permite tener una formación universitaria. Estudió Filosofía en Barcelona y Granada. Se va a Madrid en 1863, donde recibiría la influencia del profesor Julián Sanz del Río y sus ideas krausistas.
Obtiene la cátedra de Filosofía del Derecho y de Derecho Internacional de la Universidad de Madrid. Su carácter profundamente crítico, sus modos de enseñar y su ilimitada ilusión docente convertirán a Giner en una de las figuras obligadas del Madrid universitario. En 1875 se enfrenta con el Ministerio de Fomento por las ordenanzas del ministro Orovio que atentaban contra la libertad de cátedra, pilar fundamental de la pedagogía krausista.
Expulsado de la cátedra, junto con amigos y discípulos, pone en marcha en 1876 una de las iniciativas que más han influido en la educación española: la fundación de la Institución Libre de Enseñanza, donde puso en práctica las ideas que había adquirido en sus viajes por Europa sobre la necesidad de la renovación del sistema pedagógico español: método activo, contacto con la Naturaleza y con la tradición popular, educación y reconocimiento explícito de la mujer en pie de igualdad con el hombre, extensión cultural, coeducación, libertad religiosa, formación de hombres útiles a la sociedad, racionalismo, libertad de cátedra y de investigación, libertad de textos y supresión de los exámenes memorísticos. En esta Institución se formaron gran parte de los intelectuales liberales que habían de influir en las generaciones siguientes.
En 1881 es restituido en su cátedra. La Institución Libre de Enseñanza, bajo la dirección de Giner, continuará su andadura como modelo de calidad de enseñanza, no tardando en adquirir renombre nacional e internacional. Por la Institución pasaron Manuel Azaña, Julián Besteiro, José Ortega y Gasset, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Luis Buñuel, Miguel de Unamuno, Fernando de los Ríos, Bosch Gimpera, etc.
Fue el continuador del Krausismo en el último tercio del siglo XIX y los primeros años del XX. La Institución llevó a cabo una importante tarea de renovación cultural y pedagógica sin precedentes en los siglos XIX y XX en España. En sus estatutos se declaraba ajena a todo interés religioso, ideología o partido político, proclamando el derecho a la libertad de cátedra, la inviolabilidad de la ciencia y el respeto a la conciencia individual.
Giner de los Ríos ejerció un influjo enorme sobre sus discípulos y renovó la vida intelectual española, la educación y aun la misma sensibilidad del país. También es visto como un precursor de la sociología jurídica.
Antonio Machado: Como todos los grandes andaluces, era don Francisco la viva antítesis del andaluz de pandereta, del andaluz mueble, jactancioso, hiperbolizante y amigo de lo que brilla y de lo que truena. Carecía de vanidades, pero no de orgullo; convencido de ser, desdeñaba el aparentar. Era sencillo, austero hasta la santidad, amigo de las proporciones justas y de las medidas cabales. Era un místico, pero no contemplativo ni extático, sino laborioso y activo.
OBRA
El propósito de Giner de los Ríos fue regenerar el país a través de las conciencias, la revolución de las conciencias. Quería crear hombres íntegros, cultos y capaces, en base a la idea de que los cambios los producen los hombres y las ideas, no las rebeliones ni las guerras.
Tras la guerra civil española todo lo que tenía que ver con Giner, por su corriente de pensamiento, fue prohibido por el régimen franquista, lo que ha hecho que se pierda gran parte de su obra.
La pedagogía de Giner es comparable a la de la escuela socrática, en la que el profesor influye en sus alumnos no por su autoridad, sino por su conocimiento, su sabiduría. Era una escuela eminentemente práctica, los exámenes memorísticos no existían. Las excursiones eran frecuentes, a museos de todo tipo, a fábricas, al campo, etc.
Principios de Derecho natural (1875)
La Universidad española
Estudios de Literatura y Arte (1876)
Lecciones sumarias de Psicología (1874)
Estudios jurídicos y políticos (1875)
Estudios filosóficos y religiosos (1876)
Estudios sobre educación (1886)
La persona social. Estudios y fragmentos I (1899)
La persona social. Estudios y fragmentos II (1899)
Pedagogía universitaria (1905)
Filosofía y Sociología: Estudios de exposición y de crítica (1904)
Educación y enseñanza (1889)
Resumen de Filosofía del Derecho I (1898)
Resumen de Filosofía del Derecho II (1898).
Estudios sobre Artes industriales y cartas literarias.
Ensayos menores sobre educación y enseñanza I
Ensayos menores sobre educación y enseñanza II
Ensayos menores sobre educación y enseñanza III
Informes del Comisario de Educación de los Estados Unidos
Arqueología artística de la Península



Concepción Arenal (1820–1893)

VIDA
Nació en El Ferrol, Galicia. Siendo todavía niña quedó huérfana de padre. Su madre, doña María Concepción de Ponte, era de una familia noble, emparentada con el conde de Vigo.
Después de la muerte de su padre, la madre trasladó a la familia a Madrid. Tras la muerte de su madre, en 1842, Concepción tuvo que sortear las dificultades que en su época se oponían al acceso de las mujeres a la universidad. Estudió en Madrid Derecho, Sociología, Historia, Filosofía e idiomas, teniendo que disfrazarse de hombre para acudir a clase.
Evidentemente no cursó la carrera, ni hizo exámenes, ni alcanzó ningún título, pues en este momento histórico las aulas universitarias estaban reservadas exclusivamente para los varones, pero sin duda enriqueció y afianzó su interés por las cuestiones penales y jurídicas. Allí conoce a Fernando García Carrasco, con el que contrae matrimonio en 1848, a pesar de los casi quince años que le separan de este abogado y periodista. Hombre avanzado para la época que supo entender con total perfección las aspiraciones de Concepción Arenal y contempló a su esposa desde el verdadero plano de igualdad, pues siempre admitió que le acompañase vestida de hombre a las tertulias del café Iris o que aportara al hogar las ganancias de un trabajo remunerado. El matrimonio tuvo tres hijos, de los que sobrevivieron los dos menores, pues la mayor, falleció a los dos años de edad.
En 1857, Fernando García muere, y Concepción Arenal decide trasladarse a Oviedo. Sobrepasados los setenta años, decidió cambiar su residencia en compañía de su único hijo, Fernando, a Vigo. No obstante, a pesar de su avanzada edad y precaria salud, colabora en innumerables periódicos de la época como el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, La España Moderna, La Nueva Ciencia Jurídica, Las Dominicales del Libre Pensamiento, La Ilustración Española y Americana, entre otros.
Falleció a la edad de setenta y tres años.
OBRA
Concepción Arenal es, junto a Emilia Pardo Bazán, Carolina Coronado, Rosalía de Castro, Fernán Caballero y Gertrudis Gómez de Avellaneda, la escritora más representativa del esfuerzo de la mujer del siglo XIX por incorporarse a la esfera pública con notable éxito. Concepción Arenal no sólo abrió las puertas a las mujeres a la vida social y laboral, sino que se constituyó en una experta en derecho penitenciario y medicina hospitalaria a nivel internacional.
Durante estos primeros años de la Revolución del 1868, Concepción Arenal colaboró en algunas iniciativas llevadas a cabo por los krausistas, que recobran sus puestos después del destierro obligado que les llevó su defensa de la libertad de cátedra en 1864. Mantendrá una gran amistad con Francisco Giner de los Ríos, Fernando de Castro y Gumersindo de Azcárate.
Concepción Arenal fue una conocida activista por los derechos de la mujer y de los derechos civiles en el siglo XIX, pionera del feminismo en España. Concepción Arenal escribió mucho, en particular sobre temas judiciales y sociales. Uno de los aspectos más progresistas de Concepción Arenal es su consideración de la mujer como ser humano marginado.
Concepción Arenal desarrolló una intensa actividad filantrópica: visitadora de prisiones (1863), fundadora del Patronato de los Diez, de la Constructora Benéfica y del periódico La Voz de la Caridad (1870), secretaria de la Cruz Roja de Madrid, directora de un hospital de campaña durante la Tercera Guerra Carlista. Al mismo tiempo, elaboró una amplia obra escrita, en la que reflexionaba sobre propuestas como la legitimidad de la guerra justa en defensa de los derechos humanos (Ensayo sobre derechos de gentes), la orientación del sistema penal hacia la reeducación de los delincuentes (El visitador del preso) o la intervención del Estado en favor de los desvalidos (La beneficencia, la filantropía y la caridad).
A través de sus escritos y acciones, Concepción Arenal contribuyó a la tarea de reformar la sociedad española de acuerdo con el modelo social definido por el liberalismo progresista. Creyó en el esfuerzo personal, el juicio crítico y la libertad de pensamiento como instrumentos del progreso material y moral de la sociedad.
Durante los primeros años de matrimonio Concepción Arenal parece decantarse por la literatura. Escribe algunas composiciones poéticas, tres obras de teatro –Un poeta, La medalla de oro y Dolor y misterio–, una zarzuela –Los hijos de Pelayo–, una novela que no se ha conservado –Historia de un corazón– y sus Fábulas en verso (1851).
En los últimos años de su vida, Concepción Arenal prepara la edición de sus obras completas, de las que incomprensiblemente se excluyen sus obras literarias.
Fábulas en verso (1851)
Este texto será declarado lectura obligatoria en enseñanza primaria.
La Beneficencia, la Filantropía y la Caridad (1860)
Con este ensayo, Concepción Arenal inicia sus preocupaciones sociales y humanitarias. El ensayo fue premiado por la Academia de Ciencias Morales y Políticas, a pesar de que la autora lo había presentado bajo el nombre de su hijo Fernando, que tenía entonces sólo diez años.
El visitador del pobre (1863)
Esta obra nace de la observación de la escasa preparación que las mujeres tenían en el momento de socorrer a pobres y enfermos.
Cartas a los delincuentes (1865)
En 1864 y a iniciativa de la reina Isabel II, el ministro de Gobernación nombró a Concepción Arenal Visitadora de Prisiones de Mujeres. Fruto de esa experiencia personal son estas cartas, en las que aborda cuestiones tan delicadas como la necesidad de reformar el Código Penal, aproximándose en este sentido a las iniciativas que los krausistas habían emprendido. La publicación de esta obra provocó su cese inmediato.
Oda a la esclavitud (1865)
En 1865 se crea la Sociedad Abolicionista con el fin de acabar con la esclavitud en las colonias españolas. Concepción Arenal presentará al certamen literario que se convoca este poema, que obtiene el primer premio.
Examen de las bases aprobadas por las Cortes para la reforma de las prisiones (1869)
Tras la Revolución de 1868, el gobierno provisional de Serrano la nombra Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres, cargo que desempeña hasta 1873. Esta obra critica las medidas aprobadas por el Gobierno.
Las colonias penales en Australia y la pena de deportación (1877)
La cárcel llamada Modelo, Estudios penitenciarios (1877)
La instrucción del pueblo (1878)
Obra premiada por la Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Ensayo histórico sobre el derecho de gentes (1879)
Esta es su obra jurídica más importante sobre derecho internacional.
Cuadros de guerra (1880)
En 1869 la duquesa de Medinaceli había establecido la rama femenina de la Cruz Roja y Concepción Arenal se vuelca en su organización y trabajo. Dirigió, personalmente, durante el transcurso de la tercera guerra carlista, el Hospital de Sangre de Miranda de Ebro, donde se atendió a los soldados de ambos bandos. Esta experiencia motivó esta obra, en la que describe las escenas de dolor que tuvo que vivir.
Manual del visitador del preso (1891)
Obras de carácter feminista
La mujer del porvenir (1869)
Es su primera obra de carácter feminista y a la que seguirán, años más tarde La mujer en su casa, Estado actual de la mujer en España y La educación de la mujer.
La mujer en su casa (1881)
Estado actual de la mujer en España (1884)
La educación de la mujer (1892)



Obras en las que Concepción Arenal se propone no sólo disipar los errores que sobre la mujer han arraigado en la opinión de la mayor parte de la sociedad, sino también reivindicar la capacidad intelectual de la mujer y su derecho a recibir una educación que le permita desempeñar cualquier profesión en condiciones iguales a la del hombre.



KRAUSISMO Y DEMOCRACIA

Una de las líneas de investigación de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) estudia el legado del filósofo alemán Karl Christian Friedrich Krause (Eisenberg, 1781 - Múnich, 1832) y su influencia en Europa y América, especialmente en España. Los krausistas españoles, liderados sucesivamente por Julián Sanz del Río y Francisco Giner, construyeron entre 1860 y 1936, a partir de las propuestas de Krause, un proyecto para promover la modernización de España en múltiples ámbitos. Entre ellos, algunos de manifiesta vigencia, como la búsqueda de la paz mundial, el autogobierno como fundamento de una nueva educación de ciudadanos activos, el empoderamiento femenino, la defensa del Estado de derecho o la protección de nuestro medio natural que, para Krause, pertenece especialmente a las generaciones venideras. El seminario «Krausismo y democracia», organizado en octubre de 2022 en la ILE tras los de las universidades de Tubinga (2021) y Cambridge (2019), prosiguió con la labor de recuperación y difusión del pensamiento krausista en ámbitos clave para la construcción de las sociedades democráticas.
http://www.edaddeplata.org/archivo/krausismo_democracia.html



programa


26 / octubre / 2022


Presentación del seminario
José García-Velasco
Gonzalo Capellán
Actualidad y vigencia del krausismo en las democracias modernas


SESIÓN I

Modera:
Scheherezade Pinilla
Universidad Complutense de Madrid

Gonzalo Capellán
Universidad de La Rioja
La juventud krausista y el debate sobre la democracia en España (1860-1868)

Manuel Suárez Cortina
Universidad de Cantabria
Demokrausismo y República en la España de fin de siglo

Benedikt Göcke
Ruhr-Universität Bochum
Panentheism and Cosmopolitanism. Karl Christian Friedrich Krause's Concept of the League of Humanity

Mesa redonda
G. Capellán, B. Göcke, M. Suárez Cortina
Los krausistas en la configuración de las democracias modernas (1848-1939)


SESIÓN II

Modera:
José García-Velasco

Claus Dierksmeier
Universität Tübingen
Krause's theory of animal rights

Ricardo Pinilla Burgos
Universidad Pontificia de Comillas
Arte y sociedad: de Krause a Francisco
Giner de los Ríos

Bénédicte Vauthier
Universität Bern
Cuando la cuestión religiosa deviene en literatura moderna (Unamuno, Jarnés)

Miriam Moreno Aguirre
Ramón Gaya en la estela del ideario
krausista

Mesa redonda
M. Moreno, R. Pinilla, B. Vauthier
La estética krausista en la formación ciudadana


27 / octubre / 2022


SESIÓN III

Modera:
Gonzalo Capellán

Mesa redonda
R. M. Capel, C. Dierksmeier, B. Göcke, R. Orden, B. Vauthier
La dimensión internacional del krausismo. Democracia, ciudadanía, inclusión y educación en la construcción de las sociedades democráticas contemporáneas

Manuel Suárez Cortina
Universidad de Cantabria
Demokrausismo y República en la España de fin de siglo


SESIÓN IV

Modera:
Mercedes Cabrera
Universidad Complutense de Madrid



Florencia Peyrou
Universidad Autónoma de Madrid
Mujeres y espacio público (1808-1874)

Rosa María Capel
Universidad Complutense de Madrid
Mujeres, krausismo y democracia

Rafael Orden
Universidad Complutense de Madrid
Krausofeminismo: los fundamentos teóricos de la igualdad de género en la filosofía de Krause

Mesa redonda
R. M. Capel, R. Orden, F. Peyrou
La contribución de las mujeres en la construcción de la democracia en España



Los sin patria y sin dios de la institución libre de enseñanza

Juan Marichal en su libro El secreto de España. Ensayos de historia intelectual y política y en el capítulo El pensamiento transterrado, califica a los años de 1886- 1936 un nuevo “medio siglo de oro” para nuestra cultura. José Carlos Mainer acuñó el término “la edad de plata” en su conocidísimo libro. Juicios ambos totalmente justificados. En esta autentica explosión cultural, que contrasta con el páramo cultural del período anterior y el posterior, tuvo mucho que ver la Institución Libre de Enseñanza (ILE), de inspiración krausista, creada en 1876 por Francisco Gíner de los Ríos, un proyecto educativo basado en la libertad de la ciencia, de investigación y de cátedra, que supuso una ruptura con la enseñanza dogmática entonces vigente controlada por las autoridades eclesiásticas; una educación para la libertad, neutral y aconfesional desde un punto de vista religioso. Más la labor de la ILE no quedaba circunscrita al ámbito pedagógico, iba más lejos, ya que quería conseguir un nuevo tipo de hombre, con una nueva ética con el fin de llevar a cabo un profundo cambio social, tan necesario en la España de aquel entonces. De la ILE brotarían otras ramas. Así, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, para que profesores conocieran los avances europeos, cuya presidencia ocuparon Ramón y Cajal, junto a José Castillejo; el Centro de Estudios Históricos, dirigido por Menéndez Pidal, y en el que figuraron Américo Castro, Sánchez Albornoz; la Residencia de Estudiantes que albergó a Buñuel, Dalí, Emilio Prados, etc, y por cuyas tribunas desfilaron Einstein, Valéry, Ravel, Russell y Freud; la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio para la formación del profesores e inspectores de acuerdo con modelos europeos; el Instituto-Escuela, un centro de innovación y experimentación pedagógica; las Misiones Pedagógicas, idea de Manuel B. Cossío, a quien se debió la fundación del Museo Pedagógico, las colonias escolares, además de ser el impulsor de la creación del Ministerio de Instrucción Pública. Como también el impresionante impulso a la cultura y la educación en la II República fue de inspiración institucionalista con la construcción de nuevas aulas, aumento de plantillas de maestros con sus correspondientes aumentos de salarios… Podríamos además citar un numeroso grupo de escritores, científicos y políticos influidos por la ILE: Julián Besteiro, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Azaña, Leopoldo Alas, García Morente, etc.…

Toda esta encomiable labor se va a cortar de cuajo con la guerra civil. Muchos de estos vinculados con la ILE no tuvieron otra opción que la represión o el exilio, por lo que el daño a España fue irreparable. Un lugar de acogida fue América, donde se hallaron en el ámbito propio de su idioma. De ahí que el profesor de la Universidad Nacional de México, el filósofo José Gaos, acuñara un neologismo para designar la afortunada condición del español en las Américas de su lengua: “transterrado”, en lugar de “desterrado”.


En la España franquista se acusó a la ILE de todos los males de la patria, culpabilizándolos del desencadenamiento de la guerra. Existen dos obras publicadas con ese objetivo. Yo pude conocerlas a través del libro de Elías Díaz De la Institución a la Constitución. Política y cultura en la España del siglo X. Son dos obras escritas con grandes pretensiones no sólo científicas, sino incluso trascendentes (patrióticas y religiosas), que se pueden intuir del renombre y categoría social, política y profesional de sus autores.






El primer libro es Los intelectuales y la tragedia española, de 1937, y reeditado al año siguiente, del catedrático de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Central y presidente del Tribunal de Responsabilidades políticas, Enrique Suñer. Es una obra colectiva, es el primer coro orquestado y reiterativo formado por catedráticos y por miembros del clero secular y regular, de la machacona acusación de ser los hombres de la Institución los autores intelectuales de la crisis española que, según ellos, hizo necesaria la Guerra Civil. El libro de Suñer será frecuentemente citado por diversos autores del segundo libro del que hablaré más adelante, como fuente de autoridad. Una muestra de su objetivo, son las palabras del mismo Suñer: “¿Quiénes son los máximos responsables de tantos dolores y de tantas desdichas? Para nosotros no cabe la duda: los principales responsables de esta inacabada serie de espeluznantes dramas son los que desde hace años, se llaman a sí mismos, pedantemente, “intelectuales”. Éstos, los intelectuales son los que, tenaz y contumazmente, año tras año, han preparado una campaña de corrupción de los más puros valores éticos, para concluir en el apocalíptico desenlace al que asistimos, como negro epílogo de una infernal labor antipatriótica que, por tanto, pretendía desarraigar del alma española la fe de Cristo y el amor a nuestras legítimas glorias nacionales. No son, las del presente, horas de benevolencia, sino de radicales y enérgicas medidas defensivas”








El segundo libro, es “Una poderosa fuerza secreta. La Institución Libre de Enseñanza”, auspiciado por la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia publicado en 1940, donde se reúnen una serie de trabajos en parte inicialmente aparecidos en 1937 en El Noticiero de Zaragoza, escritos por personajes políticos de primera fila, además de prestigiosos profesores o catedráticos de universidad: Fernando Martín-Sánchez Juliá, Miguel Artigas, Antonio de Gregorio Rocasolano, Miguel Allué Salvador, Miguel Sancho Izquierdo, Benjamín Temprano, Carlos Riba, Domingo Miral, José Talayero, Ángel González Palencia… Entre ellos hay una notable presencia de nombres vinculados a la ciudad de Zaragoza, hecho al que no será ajena la circunstancia de que la Comisión para la Depuración del Personal Universitario –Comisión A, creada por Decreto publicado en el BOE de 11 de noviembre de 1936, que fue presidida por Antonio de Gregorio Rocasolano y de la que fue secretario Ángel González Palencia, hubiera establecido con anterioridad su sede en esa ciudad. En esta obra se lanzan los ataques más viscerales y truculentos contra la obra de la ILE. En algunos momentos superan lo imaginable en cuanto a su crueldad. Por ello, nada tiene de extraño que González Palencia en el último capítulo del libro titulado la Herencia de la Institución Libre de Enseñanza escriba estas palabras: “Desbaratado el tinglado institucionalista al dominarse la Revolución, para cuyo servicio se levantara pacientemente en el transcurso de varios lustros, habrá el Estado español de resolver acerca de las piezas sueltas de aquel tinglado, construidas en su totalidad con dinero de la Nación. La casa matriz, la escuela de niños que en la calle de Martínez Campos era el núcleo fundamental de la secta, habrá de sufrir la suerte de los bienes de todos aquellos que han servido al Frente Popular y a la Revolución marxista. Como en los días gloriosos imperiales, podría arrasarse la edificación, sembrar de sal el solar y poner un cartel que recordase a las generaciones futuras la traición de los dueños de aquella casa para con la Patria.”

Si esta cita del final del libro es de una crueldad manifiesta, no lo es menos otra del prólogo, que no lleva firma: “Nadie pensará que este libro es «gran lanzada a moro muerto». Sería demasiado desprevenido e ingenuo. ¡Ojala muestra lanzada fuera a un cadáver! Gustosos sacrificaríamos nuestra gallardía a la tranquila seguridad de que el «institucionismo» había muerto y era irresucitable. El morboso espíritu de la Institución Libre penetra por vías desconocidas, es inobservable e inaprehensible, como un ultravirus, que sólo se diagnostica cuando ya ha producido sus patológicos efectos. Razón tiene el Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza cuando, más adelante, escribe que «conviene situar estas páginas en su doble finalidad de prevención seria para el futuro y de caballeroso alegato contra personas que viven y que pueden responder a las públicas y concretas inculpaciones que se les dirigen… Porque bien pudiera suceder que cuando las armas victoriosas de nuestro Ejército y Milicias hayan devuelto a España su glorioso pasado, intentara este viejo y frondoso árbol de la Institución, que hoy parece abatido por las circunstancias, retoñar de algún modo, con todas o con algunas de sus ramas, al calor de la España generosa y olvidadiza».

“La clarividencia del Caudillo, los méritos de la sangre derramada por tantos mártires y héroes y el apretado haz de los españoles católicos, serán el valladar impenetrable al espíritu irreligioso y apátrida de los institucionistas”.

Pero las armas para esta lucha han de ser sobre todo espirituales. No basta la labor negativa; es necesario sustituir ideas y organismos. Por eso, el final de este libro, su colofón, es un esbozo de labores organizadoras positivas.”


Estremece pensar que la cultura, la educación, la ciencia estuviera controladas por individuos, como los citados en las líneas precedentes. Por cierto, algunos de ellos, todavía por sus méritos-¿Qué méritos?- tienen bustos dedicados en las plazas zaragozanas, y, otro, da nombre a un CEIP de la provincia de Zaragoza.



Presupuestos histórico-filosóficos de la Institución Libre de Enseñanza: el krausismo en España

El catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid, Elías Díaz, imparte la primera conferencia del ciclo titulado “La Institución Libre de Enseñanza en la España contemporánea”. La Institución Libre de Enseñanza fue fundada por Francisco Giner de los Ríos en 1876, quien eligió la filosofía de Krause para su proyecto de transformación de la sociedad española.


Entre la armonía y la emancipación de la mujer: Nuevas aportaciones en torno a Friedrich Krause y el krausismo español


krausismo
KrauseSanz del RíoSalmerónGinerZapatero



El krausismo es uno de los fenómenos más curiosos de la historia filosófica de los países de lengua española



Mientras la memoria del filósofo idealista Carlos Cristiano Federico Krause (1781-1832) se apagaba en Alemania, mediado ya el siglo XIX, y gracias sobre todo a Julián Sanz del Río, el panteismo krausista arraigó en España, transformándose pronto el krausismo hispánico en una referencia ideológica inevitable, cuyos rescoldos no se han apagado todavía del todo en los umbrales del nuevo milenio.
Krause comienza a ser conocido en los países de lengua española a través de su discípulo Enrique Ahrens (1808-1874), cuyo Curso de Derecho Natural o de filosofía del derecho fue publicado en Madrid en 1841, traducido al español por Ruperto Navarro Zamorano. El Curso de Ahrens quedaba aprobado en octubre de 1841 como texto para las universidades españolas, y condenado en febrero de 1842 por la Iglesia de Roma. Pero en junio de 1843, cuando el general Espartero instaura en Madrid una facultad completa de filosofía, nombra interino a «Julián Sanz del Río, doctor en jurisprudencia, de la universidad de esta corte, para catedrático de la primera sección del noveno curso, o sea historia de la filosofía, con el sueldo anual de 20.000 rs. correspondiente a la misma, quien tendrá obligación de pasar a Alemania para perfeccionar en sus principales escuelas sus conocimientos en esta ciencia, donde deberá permanecer por espacio de dos años.»…


1843 «En el curso de filosofía de Ahrens hay asimismo ejemplos de una nueva teoría inventada por Krause para explicar de qué manera con las nociones fundamentales de unidad, identidad y diversidad se da razón de las ideas de línea recta, curva, círculo, óvalo y otras muchas. La línea recta es en este sistema la identidad de direccion en el espacio. No es ocasión de disentir acerca del mérito o de los defectos de la obra de Krause: solo advertiremos que la idea de la unidad, base necesaria de la ciencia de los números, no es debida a la materia cuya propiedad fundamental es la extensión: por consiguiente no es fruto de nuestras percepciones: otro tanto se aplica a la identidad: si no halláramos en la conciencia modelos de ambas, jamás el mundo exterior nos las hubiera dado a conocer.» (Tomás García LunaLecciones de filosofía ecléctica, Ignacio Boix, Madrid 1843, tomo segundo, páginas 510-511.)
1845 «La teoría de Krause y todas las que se parecen, terminan próxima o remotamente en la supremacía de la razón.» Juan Villaseñor Acuña, director de La Censura.
1850 «¡Socialismo! –exclamarán algunos escandalizados. No: humanismo, humanismo, como dice el filósofo alemán Krause.» («Variedades»El Clamor Público, Madrid, 1º de noviembre de 1850.)

1854 «En España ha sido desconocida la doctrina de Krause por el único autor que habla de ella (Balmes: filosofía elemental: Hist. de la filosofía f. 183.) Pero el censor no debe haber leído ninguna de las numerosas obras de Krause, puesto que obligado a citar algún texto, acude a una obra francesa de Mr. Ahrens, a quien carga con la responsabilidad filosófica de aquel. Resultó de aquí lo que era natural; que después de citar aislados algunos pasajes de la segunda parte de esta obra (Lib. II. Cap. 10,) pasando por alto la primera, y según venía bien al fin deseado, deshace con algunas palabras el castillo que quería deshacer: Por ejemplo; después de un pasaje en que traslada libremente algunos puntos de esta doctrina, llegándole su vez al censor, dice §. 334… «¿Cómo se sabe todo esto?

 Pruebas no alega, solo expone; se trata, pues, de un sistema hipotético, como tantos otros, obra de la imaginación…» Dejando aparte lo absoluto en el juicio de este párrafo y de todo el capítulo, diré que las pruebas que el censor busca las habrá leído en el libro primero y las nueve lecciones del segundo de la obra citada y a mayor abundamiento las puede leer en la serie de obras que componen la parte analítica del sistema; en el sistema de filosofía, Jena 1828, en la lógica, Jena 1836, y la antropología, Berlín 1848, como preparación y base subjetiva de la parte sintética, no como fundamento absoluto, que de esta como de aquella es Dios en su realidad, no siendo la filosofía analítica de Krause sino la preparación del espíritu al conocimiento de Dios, en cuyo solo punto, no antes, adquiere la filosofía su certeza absoluta. 


No se diferencia, pues el sistema de Krause del de la sana razón y la religión racional, sino en que la verdad que esta enseña por la fe y aquella por el presentimiento, Krause ensaya mostrarla por la ciencia, aunque sin desestimar la fe y el presentimiento en su justo límite, excepto el privilegio, y restableciendo a la razón científica en su derecho natural anteescrito. Pero el señor Balmes combate por el puesto, no por la cosa: tan enemigo y por la misma razón como se muestra de la razón escéptica del siglo XVIII, se muestra de la razón religiosa del siglo XIX: qui non est pro me, contra me est. Interesaría poco salir aquí a la defensa de esta doctrina, si la ciencia no tuviera por patria el mundo todo, y si la doctrina en cuestión no fuera tratada en el citado libro con injusticia y falta de sinceridad científica. Así, puesto el censor a condenar, no se detiene en ningún límite. 

Traduciendo sin más (fol. 196) los seres fundamentales, pero bajo Dios limitados: el espíritu y la naturaleza, por los modos de la única sustancia (Dios) de Espinosa; la extensión y el pensamiento, concluye el señor Balmes: luego el sistema de Krause viene a ser un panteísmo; palabra tan horrísona hoy para muchos, como la antigua de herejía, y con razón, donde es tal panteísmo como se dice; pero con sinrazón cuando se señala para asustar con esta palabra la única doctrina que ataca en su raíz o mas bien imposibilita el panteísmo. Más llano y sincero hubiera sido, que al llegar a este nombre hubiera dicho el señor Balmes: No conozco bastante sus obras, o no las he leído, para dar un juicio fundado sobre ellas. El señor Balmes acusando de panteísmo la doctrina de Krause, nos recuerda a los atenienses acusando de ateísmo la doctrina de Sócrates, y a los romanos acusando de impíos e idealistas peligrosos a los cristianos.» (Julián Sanz del Río, «Biografías comparadas: Kant - Krause»Revista española de ambos mundos, Madrid, junio 1854, número 8, páginas 147-148, nota 4.)

1856 «El escritor y filósofo español don Julián Sanz del Río, catedrático de la Universidad central, va a publicar próximamente su Traducción del Ideal de la humanidad, de Krausse.» (La Revista Universitaria, Madrid, 8 de diciembre de 1856, segunda época, nº 9, pág. 144.)
1863 «La filosofía de Krausse se ha introducido en España, gracias a la protección del gobierno; vive y prospera entre nosotros porque el Estado la compró en Alemania, la trajo pagando el porte correspondiente a la península, y la ha conservado siempre a costa del erario público, sin miedo a los azares de la libre concurrencia.» Miguel Sánchez, presbítero.
1866 «El krausismo. Llegamos a ocuparnos de la escuela que mayor séquito alcanza entre los hijos de España, que creen hallar la verdad en las modernas teorías nacidas en las márgenes del Rhin. Y no es esto hacer un cargo de extranjerismo a los que así piensan, no ciertamente; la patria de la verdad absoluta es el cielo, y todos los que llegan a ver un solo rayo de su clarísima luz son hermanos en espíritu…» Luis Vidart Schuch, militar filosofante.


1866 «…el Kraussismo es una filosofía plagada de errores fundamentales, que introducida por moda en nuestro país, trata de obtener carta de naturaleza como una más sublime ciencia…» José Campillo Rodríguez, catedrático de Historia Universal, católico neo liberal conservador.
1869 «Anoche nuestro querido amigo Joaquín Huelbes Temprado, uno de los jóvenes más entusiastas de la causa espiritista, a la que se ha consagrado con celo nada común, tuvo la gloria de inaugurar las conferencias espiritistas, que están llamadas a producir tan saludables efectos en nuestra patria. […] En la parte dedicada a este punto ha demostrado un profundo conocimiento de la filosofía más adelantada en el día, y que tan anatematizada era en estos últimos tiempos por nuestros gobernantes. Me refiero a la escuela krausista.» (Conferencias espiritistas)

1875 “Polémica sobre el panentheismo”, en Revista Europea, mayo-agosto 1875
  Ramón de Campoamor, Dudas y tristezas, 62:321-326, 2 mayo
  Francisco de Paula Canalejas, El panentheismo, 63:361-364, 9 mayo
  Ramón de Campoamor, ¡A la lenteja, ¡a la lenteja!, 65:442-444, 23 mayo
  Francisco de Paula Canalejas, El panentheismo (cont.), 67:526-532, 6 junio
  Manuel de la Revilla, Carta al Sr. D. Ramón de Campoamor, 67:533-535, 6 junio
  Gumersindo Laverde Ruiz, Dos palabras sobre el krausismo, 71:9-11, 4 julio
  Ramón de Campoamor, Repito que ¡A la lenteja!, 73:81-96, 18 julio
  Francisco de Paula Canalejas, Fin de polémica, 75:168-170, 1 agosto
  Manuel de la Revilla, Última palabra, 76:205, 8 agosto
  Rafael Montoro, La polémica sobre el panentheismo, 77:246-252, 15 agosto

1875 «El de Krause no es –la crítica europea lo dice en voz muy alta– uno de esos sistemas que atraen la atención general y que se presentan con los caracteres de una solución de importancia universalmente reconocida.» Rafael Montoro, escritor cubano.

1875 «…el krausismo ha entrado en un período de descomposición y decadencia, y escuelas distintas, nuevas en España en su mayoría, tratan de disputarse su herencia, y como entre ellas la más audaz y temible es la positivista…» Manuel de la Revilla, ex-krausista.

1881 «El espiritismo es la filosofía –no UNA filosofía, sino LA FILOSOFIA–… y recordando el adoptado por varios sistemas, nos ha parecido más metódico y completo el usado en el krausismo por nuestro malogrado y eminente filósofo Sanz del Río y aunque sólo en microscópico bosquejo, tanto por su extensión cuanto por su forma y fondo, lo tomamos por norma y por modelo.» Manuel González Soriano, krausista espiritista telegrafista.

1888 Krause / «No es fácil exponer con claridad y concisión el sistema krausista, tanto porque sus autores y defensores abusan de la jerigonza germanesca, cuanto porque han intentado abarcarlo, concordarlo y explicarlo todo. […] En resumen: el Dios de los krausistas en nada se parece al verdadero Dios, que por su gran misericordia los cristianos conocemos y adoramos. El Dios de los krausistas es, bajo un aspecto, el fundamento continente y esencia de todas las cosas y de una manera especial de los tres infinitos relativos por los krausistas llamados Espíritu, Naturaleza y Humanidad; y como los krausistas no admiten distinción sustancial entre las cosas y Dios, de aquí el panteísmo de su sistema, o lo que es igual, que para ellos el ángel y el demonio, las almas y los cuerpos, la tierra y el cielo, el mineral y el vegetal, el racional y el irracional, la mujer y el hombre, todas las cosas son aquí Dios menos Dios mismo, según la expresión felicísima de Bossuet.» Manuel Polo Peyrolón, activo propagandista católico.

1889 «Si de este modo hasta el influjo de Kant en Salmerón, reduzco a lo que estimo por justo límite, ¿qué no diré de la influencia de Krause, omnímoda según lo que por ahí se propala? Que nadie se enfade por lo que voy a decir: pero confesemos que con ser las doctrinas de Krause las primeras que de modo oficial se importaron a nuestra patria, aparte de Federico de Castro, Romero Girón, González Serrano y alguno otro, nadie entiende una palabra de krausismo.» José Verdes Montenegro, médico y escritor, en Nuestros hombres de ciencia. Salmerón.

1891 «El krausismo. Ha sido por muchos años la filosofía oficial en la Universidad de Madrid. Le trajo de la Universidad de Heidelberg Dn. Julián Sanz del Río por los años de 1848 ó 50. Su obra capital es la Analítica. Tiene otras muchas como el Análisis del pensamiento racional, el Ideal de la humanidad para la vida, &c. Formó una escuela numerosísima, o por mejor decir una secta fanática e intransigente. Sus principales discípulos fueron CanalejasSalmerón, Giner de los Ríos, Federico de Castro, Gumersindo Azcárate, González Serrano, &c., &c. Casi todos han desertado a estas horas y se han convertido en positivistas o en monistas, pero todavía quedan algunos fieles, especialmente Giner de los Ríos, autor de muchos trabajos de filosofía del derecho y pedagogía, propagandista incansable y hombre de gran rectitud moral, a pesar de sus aberraciones dogmáticas. Él dirige la Institución Libre de Enseñanza, que es el refugio actual de los Krausistas.» (Carta de Marcelino Menéndez Pelayo a Pierre Henry Cazac, Santander 24 septiembre 1891, MPEP 11:317.)

1892 Krause / Krausista / «Krausismo. Sistema filosófico concebido por C. Cristián Federico Krause como punto intermedio entre los ideados por Schelling y Hegel para dar solución al problema crítico acerca del valor de nuestros conocimientos, problema formulado por Kant con un rigor científico que excede a todos los ensayos anteriores. El krausismo se ocupa y preocupa, ante todo, del principio de unidad, que debe servir de nexo a la relación, en la cual se constituyen los términos del conocimiento (sujeto y objeto). De las célebres antinomias kantianas, la que más preocupa a Krause es la del dualismo lógico, puesto de relieve por el filósofo de Königsberg con su célebre distinción del fenómeno y del nóumeno.», Urbano González Serrano, catedrático de Psicología, lógica y ética del Instituto de San Isidro de Madrid.

1894 «Habiendo sabido que el secreto de la sabiduría se halla escondido en las selvas de la Germanía, abandona patria y familia para ir a hundirse en aquellas selvas, buscando el codiciado secreto. Y en efecto, lo halló. Y ya que hubo recogido en su espíritu la chispa del fuego sacro elaborada por los Kant, Fichte, Schelling, Hegel, Krause, regresó a su patria haciendo voto de consagrar su vida a purificarlo y a difundirlo con verdadera unción religiosa, en el espíritu nacional. Y se mantuvo fiel a su promesa; que en eso descansa toda su grandeza moral. Sanz del Río consumió hasta el último jugo de su cuerpo en la empresa de fundar una filosofía española inspirada en los principios más hondos a que había alcanzado en sus sondeos el pensamiento humano.» (Las Dominicales del Libre Pensamiento«Don Julián Sanz del Río».)

El Sr. Salmerón: No enviemos, pues, misioneros a Marruecos…
El Sr. Vázquez de Mella: Entonces enviaremos krausistas (risas)

El Sr. Salmerón: pero el enviar misioneros a Marruecos…
El Sr. Mella: ¿Habíamos de mandar krausistas?
 

1905 «Y si alguno nos dice: “yo conozco las esencias en el infinito” ({1} J. Sanz del Río: Sistema de la Filosofía (de Krause), Madrid 1860, pág. 294), tendremos derecho… a dudar de su seriedad filosófica. Cristo no contestó cuando Pilatos le preguntaba lo que era la Verdad, pero estos sabios se le hubieran disparado en el acto con un curso completo de Lógica.» (Adolfo Bonilla«Nietzsche y la Historia de la Filosofía»Archivo de Historia de la Filosofía, Madrid 1905, nº 1, pág. 40.)

1912 «Como se ve, pues, por esta breve reseña, la filosofía en el campo del krausismo ha degenerado en acción pedagógico-social y en el del escolasticismo, más lejano que nunca de las esferas de la política pedagógica, se ha transformado en neo-tomismo o neo-escolasticismo.» (Eloy Luis André«El porvenir de la Filosofía científica en España e Hispano-América»Nuestro Tiempo, Madrid, marzo de 1912, nº 159, pág. 313.)

1928 «Termina de ser fundado, de la más simpática manera y con todas las garantías de futuro triunfo, un Instituto filosófico Sanz del Río. Y a él deben ofrendarse los entusiasmos todos. Han intervenido en su creación el maestro Morente y otros varios insignes profesores. Hacía falta un Centro así, donde tuviesen acogida los aficionados a este género de estudios, evitando al fatal peligro de una formación autodidacta las disposiciones felices que puedan surgir en nuestros jóvenes.» (Ramiro Ledesma Ramos, «Un Instituto de Sánz del Río».)

1929 «En el Centro de intercambio intelectual germanoespañol disertó ayer el catedrático de la Central D. Pedro Sainz acerca, del tema “El krausismo y su influencia social en España”. Trató de cuáles fueron las ideas filosóficas que presidieron la primera revolución, representada por las Cortes de Cádiz, donde nace la concepción de soberanía nacional. Hay que estudiar cuáles eran las ideas que predominaban en España entre los elementos revolucionarios de 1868. Esta filosofía, en términos generales, fue el krausismo. Expuso luego la doctrina filosófica de Krause, doctrina que tuvo mucha más trascendencia social que técnica o filosófica. Esbozó el Sr. Sáinz la silueta de los más importantes corifeos del krausismo: Sanz del Río, Castro, Salmerón, &c., e hizo ver cómo lo importante en ellos no fue la persistencia en una misma doctrina filosófica, sino la coincidencia en una misma actuación política y social. 


Trató de los contradictores del krausismo, trazando el retrato de Ortí y Lara, aludiendo a la Historia de los heterodoxos de Menéndez Pelayo, y la crítica de “Clarín” contra los krausistas. Se refirió a la importancia del krausismo en la segunda etapa de su influencia social y a los orígenes krausistas del pensamiento de Giner de los Ríos y de la influencia de éste, muy superior socialmente al carácter doctrinal. Analizó luego los elementos procedentes de esta última dirección, que han venido a contribuir a la restauración de nuestro espíritu nacional. Fijó luego los caracteres de la época actual, en que la política de una u otra tendencia es de carácter puramente práctico, influyendo en ella más los factores económicos que los ideológicos, y atribuyendo a esta carencia de ideas doctrinales que será preciso instaurar, la posibilidad de las actuales soluciones de la vida pública europea.» (“Vida cultural”, El Heraldo de Madrid, jueves 31 enero 1929, pág. 7.)


«Y entre ellos figura el señor Sáinz Rodríguez, que anteayer mismo daba una conferencia en el Colegio Alemán, cantando las alabanzas del krausismo y de sus difusores en España –Sanz del Río, Giner–, y afirmando que hay que reivindicar las teorías del filósofo alemán frente a los doctrinarismos reaccionarios.» (Mirabal [Manuel Sánchez Cuesta], “Con motivo de unas conferencias en la Asociación de Estudiantes Católicos”, El Siglo Futuro, Madrid, viernes 1 febrero 1929, pág. 1.)

«Así acosado por ambas partes, empobrecido por las defecciones, exhausto de savia por haber cumplido su misión histórica en el medio hispano, el krausismo resignó la soberanía y buscó en la Institución Libre de Enseñanza su monasterio de Yuste.» (pág. 393.) «No se deshizo la estela de Krause en España como el hegelianismo sin dejar más recuerdo que ciertas derivaciones socialistas. Tan en la entraña de mi generación y de la anterior ahondó su savia que, desaparecida la individualidad de la escuela, pasaron sus doctrinas, ya sin sello de origen, al torrente circulatorio del pensamiento general, animando explicaciones, libros y conferencias, imperando en la esfera del Derecho y enviando desde su tumba un haz de luminosa despedida, como si estuviese vinculado a la conciencia humana por una irradiación que jamás puede desaparecer. Est defunctus… et loquitur.» (Mario Méndez Bejarano«Los krausistas», pág. 480.)

«Hoy el krausismo no es nada. No creemos que en Alemania haya un solo krausista. Para nosotros –jóvenes– es algo horrible y monstruoso. La filosofía contemporánea se encuentra muy lejos de los recintos aquellos. Los krausistas españoles tienen valor, no por krausistas, sino por filósofos, porque su tónica, su actitud intelectual fue la adecuada y correcta del espíritu filosófico.» (Ramiro Ledesma Ramos, “Filosofía. Ciencia”, La Gaceta Literaria, Madrid, 1º abril 1929, nº 55, pág. 2.)

1940 «Este sistema, más que como contenido filosófico, tuvo importancia porque en torno suyo y profesándolo en todo o parte se agruparon los disidentes, los que no aceptaban el Catolicismo como creencia y norma de vida. Los políticos, que de todo se aprovechan, aprovecharon el sistema buscando en él prestigio y fuerza intelectual para sus ideas. Influyó también en otras ciencias, sobre todo en las jurídicas y sociales. De esta manera, si aquella filosofía indigesta no floreció ni dio frutos propios de valor, injertada en otras actividades ganó influencia difusa. El krausismo, que atacaba los fundamentos católicos de la vida tradicional, se vio alguna vez perseguido por sus doctrinas contrarias a las del Estado, y en 1865 se formó expediente a Sanz del Río y a alguno de sus discípulos, entre ellos a Giner de los Ríos. Pero vino la revolución del 68, volvieron a sus cátedras, y entonces se legalizó la más amplia libertad de enseñanza, y, es claro, en nombre de ella se persiguió a las doctrinas que sus contrarios profesaban.» (Miguel Artigas, «Menéndez Pelayo y la Institución Libre de Enseñanza», en Una poderosa fuerza secreta. La Institución Libre de Enseñanza.)
Reinvención del krausismo al servicio de la Guerra Fría anticomunista
Rodolfo Llopis, masón tenido por “presidente del gobierno de la República española en el exilio” y “secretario general del PSOE” –como tal firma en 1951 el Acta de Fráncfort por la que, bajo auspicios guasintonianos, se crea la Internacional Socialista “del puño y de la rosa”, “II Internacional” anticomunista redivida con dineros de la CIA–, interviene personalmente en una curiosa campaña ideológica de reinvención del krausismo como filosofía oficial pretendida para España, impulsada desde los Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura que publicaban en París, controlados por el agente Josselson, los trotskistas Ignacio Iglesias y Julián Gorkin.

1954 «¿Qué es, pues, el krausismo? Nadie pretenderá que con unas cuantas líneas hagamos una exposición de la filosofía krausista, cuando tantos y tantos libros se han escrito para explicarla. Contentémonos, para los fines de este trabajo, con indicar tan sólo su esquema. Krause llama a su sistema “racionalismo armónico”. Según él, el proceso de nuestro conocer se inicia mediante una fase, que llama Analítica, y se continua, completa y termina con otra fase, que llama Síntesis. Conocer es, ante todo, conocerse. Nosotros tenemos la intuición inmediata y absoluta de nosotros mismos, de nuestro Yo. Concentrándonos en nuestro Yo, advertimos que consta de cuerpo y espíritu. Advertimos igualmente que hay otros cuerpos. El conjunto de esos cuerpos forma la Naturaleza. La Naturaleza y el Espíritu, constituyen la Humanidad. Naturaleza, Espíritu y Humanidad son tres “infinitos relativos”. Esos tres infinitos relativos se limitan recíprocamente. Necesitan de una síntesis superior que los coordine. Esa síntesis superior es el Ser, Dios: un “infinito absoluto”, eterno, perfecto. El análisis nos ha conducido a la noción del infinito absoluto. Contemplémosle. Es la vida perfecta, sueño de la Humanidad. Perfecta en sí. Perfecta en nosotros, que alcanzaremos todo el bienestar posible si consagramos nuestra vida a la gloria de Dios.» (Rodolfo Llopis, «Sanz del Río y el krausismo».)

1956 «Don Francisco, a principios de 1866, hace oposiciones a la cátedra de Filosofía del Derecho y Derecho Internacional de la Universidad de Madrid, y las gana. Las gana, pero en el Ministerio acuden a todas las triquiñuelas administrativas imaginables para retardar lo más posible el momento de la toma de posesión. Don Francisco tenía ya sólida personalidad en el krausismo, lo que producía alarma en las esferas oficiales. Sabían también que había roto con la Iglesia católica a consecuencia de la promulgación, en 1864, del “Syllabus”, de Pío IX. Los neocatólicos, que abusando de su influencia política proseguían su furiosa campaña contra los krausistas, contra los “textos vivos”, no querían que se introdujera en la Universidad un krausista más, un “texto vivo” más. ¿No estaban preparando la famosa Circular de Orovio de 20 de junio de 1866 y su no menos famoso Decreto de 22 de enero de 1867, justamente para poder expulsar de la Universidad a los profesores krausistas?» (Rodolfo Llopis, «Francisco Giner de los Ríos y la reforma del hombre».)

1960 «El krausismo español, que con el tiempo llegó a ser algo así como una filosofía del Estado, nació a la sombra de un gobierno progresista y casi por razón de Estado. A conocimiento de los españoles que avizoraban las novedades intelectuales del mundo había llegado la noticia de que en Alemania imperaba una filosofía fabulosa por sus dimensiones y su originalidad, o más bien una nueva mitología teutónica presidida por la diosa razón, que eclipsaba y reducía a la nada a las demás filosofías europeas. Las primeras nociones de esos gigantescos y misteriosos sistemas filosóficos entraron en España, precisamente, a través de los traductores y comentaristas franceses, pues hasta para enterarse de lo que acontecía en el resto de Europa necesitaban los españoles de la lengua francesa. ¿No era humillante para el amor propio nacional tanta dependencia? Se sabía que Monsieur Cousin hacía viajes frecuentes a las múltiples Mecas filosóficas de la sabia Alemania y que de ellos volvía cargado con tesoros de las novísimas ideas; por cierto que en uno de ellos la vigilante y perspicaz policía alemana le detuvo por sospechoso de ser carbonario, y pasó varios meses en una cárcel bien poco filosófica. ¿Por qué no imitar a Cousin y enviar un filósofo propio a beber directamente en las fuentes de aquella desconocida ciencia germánica?» (Luis Araquistain, «El krausismo en España».)

1960 «Los cruentos episodios de la Guerra de los Diez Años produjeron, como es natural, una paralización casi completa de la cultura cubana, ya por entonces bastante apática y desvaída. Un año después de finalizada la contienda, un oscuro profesor de filosofía –Teófilo Martínez de Escobar– pronunció en la Universidad de La Habana, como oración inaugural del curso académico de 1879 a 1880, un largo y denso discurso en el que defendía la importancia del krausismo y, en consecuencia, la necesidad de adoptarlo como la mejor filosofía de la época. Como se sabe, el krausismo tuvo singular resonancia en la cultura española de mediados del siglo XIX, debido a que sirvió de oportuna coyuntura a los trajines liberales de Sanz del Río frente a los excesos y extravíos del ultramontanismo oficial que entonces imperaba en la Península. En esencia, lo que a Sanz del Río le interesaba del krausismo era la tesis de la armonía universal, como apoyo de un régimen constitucional opuesto al absolutismo. Pero lo demás del sistema «panenteísta» del oscuro filósofo de Eisenberg importaba poco a la finalidad del gran liberal hispano. No sucedió lo mismo con el profesor Martínez de Escobar, sino que a él le atraía especialmente esa doctrina krausista porque hacía brotar de Dios toda manifestación cultural (v. g. la Filosofía de la Religión, la Ética, el Derecho y la Filosofía de la Historia) y la conducía de nuevo a Dios.» (Humberto Piñera«El krausismo» [en Cuba].)

1966 «El krausismo español no fue una escuela estrictamente filosófica, sino un complejo movimiento intelectual, religioso y político que agrupó a la izquierda burguesa liberal y propugnó la racionalización de la cultura española. Sus partidarios cultivaron con especialidad los temas de ética, derecho, sociología y pedagogía, y promovieron un vasto movimiento de educación popular que cuajó en la Institución Libre de Enseñanza (v.). Más que una filosofía fue el krausismo español un estilo de vida que sustituyó los supuestos tradicionales de la religiosidad española por una moral austera, el cultivo de la ciencia y una religión semisecularizada.» (Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina«Krausismo».)

1978 «Nuestra tesis al respecto es la de que el krausismo, importado a España, se encarnó en ella, pero por la estrechez de su esquema ideológico no asumió la realidad española en si misma, aunque fué influyente en las áreas de la vida nacional que caían bajo su esquema. ¿Qué hizo el krausismo español frente a la convulsión social de nuestro siglo XIX, sino repetir su idea abstracta de armonía? ¿Cómo pudo estar tan ausente de las graves consecuencias de la revolución industrial en nuestro país.? ¿Qué eco suscitó en su ética individualista la legitimación de la autoridad o el nacimiento de las naciones europeas, con la problemática que todo esto trajo consigo?» (José Luis Calvo Buezas, «Luces y sombras del krausismo español».)

1991 «La biografía de Krause de Enrique M. Ureña parece destinada, desde su misma aparición, a ser una biografía clásica –además, la primera, no solamente en español, sino también en alemán–, a la manera como se convirtió en clásica, desde el primer momento, la biografía de Marx de Franz Mehring.» (Gustavo Bueno«Krausismo y marxismo».)

1997 «Para no perder tiempo, enunciaremos dos tesis que consideramos históricamente contundentes, y que servirán al menos para distinguir de qué estamos hablando y aclarar posiciones: 1º el ciclo del llamado «krausismo español», que se inicia con Julián Sanz del Río hacia 1860, se cierra en 1988. 2º el redescubrimiento internacional de Krause y del krausismo se inicia en 1991, de la mano de otro español. Es obvio que Enrique Ureña (hábilmente inducido en estos berenjenales por Pedro Alvarez Lázaro) es quien está detrás de las dos fechas más recientes: en 1988 aparece en Pensamiento, la revista filosófica de los jesuitas, su sorprendente artículo 'El fraude de Sanz del Río o la verdad sobre su Ideal de la Humanidad', y 1991 es el año en el que se publica, en alemán y en español, su monumental biografía Krause, educador de la humanidad.» (Gustavo Bueno Sánchez«Historiografía del krausismo».)

1998 «Los cinco periodos que distingo en la trayectoria filosófica de Krause coinciden, grosso modo, con sus estancias en distintas ciudades. Este hecho ha servido como recurso literario para identificarlos. Tales periodos son los siguientes: de Estudiante (1797-1801); de Jena (1801-1805); de Dresde (1805-1813); de Berlín-Dresde (1813-1823); y, por último, de Gotinga (1823-1832). A continuación resumo el contenido fundamental de cada uno de estos periodos, lo que aporta una panorámica general de la evolución que va a ser descrita, así como presenta varios de los conceptos fundamentales cuya mención será frecuente y cuyo conocimiento resulta imprescindible para afrontar con éxito la lectura de esta obra.» (Rafael Orden JiménezEl sistema de la filosofía de Krause.)

2006 «Que el pensamiento Alicia sea simplista no quiere decir que el simplismo defina por sí mismo el pensamiento Alicia. El simplismo de Alicia no es ocasional, es sistemático, de principio, y está organizado en función de ciertos ideales prácticos, 'confortables, amables, pacíficos'. Es, por este motivo, un simplismo sonriente, tranquilizador. Es el simplismo masónico (es decir, afín a ciertas ideas masónicas) que inspiraba El Ideal de la humanidad para la vida que Julián Sanz del Río plagió de Krause, y que para definir los fines formales del perfecto organismo que constituyen la humanidad y su destino humano –fines, decía Salmerón, que fue presidente de la Primera República Española, que han de 'realizarse en el límite y condicionalidad recíproca con otros seres, y en esencial unión con el Todo y supremamente con Dios'– se acoge a la enumeración de ciertas ideas abstractas tales como la Moralidad, el Derecho, la Religión, la Ciencia, el Arte, la Paz, la Enseñanza. 


Un 'simplismo sonriente' (el del krausismo) que habría de influir en la ideología de una importante corriente del socialismo español; un simplismo sonriente que, sin embargo, no excluía el enfrentamiento radical con otras ideologías dogmáticas, tales como las de la Iglesia Católica o la de los comunistas o anarquistas radicales, ni tampoco excluía la utilización de las maniobras políticas más sectarias en la lucha partidista cotidiana.» (Gustavo BuenoZapatero y el pensamiento Alicia, Temas de Hoy, Madrid 2006, páginas 14-15.)

«Ahora bien, desde el punto de vista del materialismo filosófico el 'racionalismo' de Krause, de Sanz del Río o de Pi Margall resulta estar tan próximo al simplismo propio del pensamiento Alicia que prácticamente se identifica con él. Pues este racionalismo se reduce a extraer la idea de Dios unitario –que vive principalmente entre judíos y musulmanes– y presentarla como un principio inmediato del cual se deriva directamente el hombre y el humanismo. Un racionalismo que no es otra cosa sino una grosera petición de principio que se reduce, partiendo de la supuesta unidad del hombre (de los seres humanos) y del humanismo, al postular un Dios unitario concebido a medida para ajustarse armónicamente a ese hombre unitario del que se partía. 


Un racionalismo simplista, que cuando se nos ofrece en la forma de una derivación axiomática, recae en una ingenuidad pedante, mucho más culpable que la que pudiera convenir al reconocimiento del carácter revelado (oscuro, por tanto, sobre-racional o praeter-racional) del dogma católico del Dios trinitario, o del reconocimiento como dogma revelado del principio de la creación del mundo o de la Encarnación de la Segunda Persona de la Trinidad. Porque la presentación del contenido de estos dogmas, en cuanto ofrecidos por una revelación misteriosa que excede nuestra razón, implica el ejercicio de una suerte de 'crítica de la razón pura' que ha desaparecido por completo del 'racionalismo krausista'.» (Gustavo BuenoZapatero y el pensamiento Alicia, Temas de Hoy, Madrid 2006, página 334.)



Desmitificación del krausismo y la novela intelectual






Jesús G. Maestro - 24 noviembre 2018 (2 h 11')


Enrique Suñer, Los intelectuales y la tragedia española 

/ 1937

Rogelio García Mateo, Sanz del Río intérprete de Krause 

/ 2002

José Luis Malo, El krausismo económico español

 / 2005



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