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miércoles, 1 de abril de 2015

Empresas y Tribulaciones de Maqroll El Gaviero


El supuesto diario de Maqroll, hallado por azar en una librería de viejo en Barcelona, clásico recurso del "manuscrito perdido y encontrado", con larga tradición en la literatura de viajes y aventuras, es el patrón primordial de esta obra de Mutis.


" Que te acoja la muerte
        con todos tus sueños intactos.
        Al retorno de una furiosa adolescencia,
        al comienzo de las vacaciones que nunca te dieron,
        te distinguirá la muerte con su primer aviso.
        Te abrirá los ojos a sus grandes aguas,
        te iniciará en su constante brisa de otro mundo.
        La muerte se confundirá con tus sueños
        y en ellos reconocerá los signos
       que antaño fuera dejando,
       como un cazador que a su regreso
       reconoce sus marcas en la brecha "

           Álvaro Mutis ( 1923-2013 )



En su breve texto, el presentador anuncia que ha complementado el diario con "algunas crónicas sobre nuestro personaje aparecidas en publicaciones anteriores y que aquí me parece que ocupan el lugar que en verdad les corresponde", luego desaparece del relato.


Maqroll es el mismo personaje  siempre; en cada historia agrega nuevos u olvidados detalles, desvíos y notas a una vasta historia conocida: es la travesía de un viejo marinero, que se acerca inexorablemente al momento final, pero vive caminando sobre sus azares y tiene la virtud de convertir en luz, sus pensamientos.

Alvaro Mutis

   (Colombia, 1923-2013)
  Poeta y narrador colombiano. Nació en Bogotá aunque pasó parte de su infancia en Bélgica y desde la década de 1960 residió en México. Empieza muy joven a colaborar en revistas literarias y publica su primer libro de poemas, La balanza, en 1947, en colaboración con Carlos Patiño. Los elementos del desastre (1953) es un poemario donde aparece por primera vez su emblemático personaje Maqroll el gaviero, uno de los grandes hitos de la literatura en lengua española de este siglo. Hacia 1960 inicia un viraje hacia la prosa, con Diario de Lecumberri, escrito en la cárcel mexicana del mismo nombre. En 1973 publica la novela La mansión de Araucaíma y recoge sus poemas desde 1948 a 1970 en Summa de Maqroll el gaviero. En 1983, se le concede el Premio Nacional de la Literatura de Colombia. Entre sus otras obras en prosa merecen destacarse La nieve del almirante (1986), que recibió en Francia el premio a la mejor novela extranjera, Ilona llega con la lluvia (1988), Un bel morir (1989), La última escala del Trump Steamer (1990), Amircar (1990) y Abdul Bashur, soñador de navío (1991). Tanto en poesía como en narrativa, Mutis utiliza un lenguaje discursivo, lleno de imágenes y sugerencias del más allá, con Maqroll como testigo de tragedias de muerte y degeneración. 

Breve poema de viaje

" 
Desde la plataforma del último vagón
has venido absorta en la huida del paisaje.
Si al pasar por una avenida de eucaliptos
advertiste cómo el tren parecía entrar
en una catedral olorosa a tisana y a fiebre;
si llevas una blusa que abriste
a causa del calor,
dejando una parte de tus pechos descubierta;
si el tren ha ido descendiendo
hacia las ardientes sabanas en donde el aire se queda
detenido y las aguas exhiben una nata verdinosa,
que denuncia su extrema quietud
y la inutilidad de su presencia;
si sueñas en la estación final
como un gran recinto de cristales opacos
en donde los ruidos tienen
el eco desvelado de las clínicas;
si has arrojado a lo largo de la vía
la piel marchita de frutos de alba pulpa;
si al orinar dejaste sobre el rojizo balasto
la huella de una humedad fugaz
lamida por los gusanos de la luz;
si el viaje persiste por días y semanas,
si nadie te habla y, adentro,
en los vagones atestados de comerciantes y peregrinos
te llaman por todos los nombres de la tierra,
si es así,
no habré esperado en vano
en el breve dintel del cloroformo
y entraré amparado por una cierta esperanza. 
"

La Última Escala 

del Tramp Steamer,

Meses después de mi visita a las bocas del Orinoco, tuve que permanecer por largas temporadas en la refinería que se levanta a orillas del gran río navegable que cruza buena parte de mi país. Un largo y enconado conflicto sindical me obligaba a demorarme allí por espacio de varios meses, en labores que iban desde la burda diplomacia gremial hasta la discreta intervención en radiodifusoras y diarios de la región para llevar al público ciertos puntos de vista de la empresa. En los períodos de calma, en lugar de tomar un avión para la capital, prefería bajar hasta el gran puerto marítimo por el río. Lo hacía en los pequeños pero confortables remolcadores de la compañía, que descendían empujando largas caravanas de planchones cargados de combustible o de asfalto. Cada remolcador tenía dos cabinas para pasajeros, quienes compartían con el capitán la comida preparada por dos cocineras jamaiquinas cuyos talentos no nos cansábamos de celebrar. 

La carne de cerdo con salsa de ciruelas pasas, el arroz con coco y plátano frito, las suculentas sopas de pescado del río y, lo que era complemento indispensable y siempre bienvenido, el jugo de pera con vodka que, al tiempo que refrescaba milagrosamente, nos dejaba en una espléndida disposición para disfrutar el siempre cambiante panorama del río y sus orillas en donde, gracias a la magia de esa bebida imponderable, sucedía todo en una lejanía aterciopelada y feliz que nunca intentábamos descifrar. (Valga acotar que siempre que los pasajeros más adictos al viaje en el remolcador intentamos repetir en tierra la mezcla de vodka y jugo de pera, sufríamos una desilusión irremisible. Sencillamente nos topábamos con una bebida imposible de tomar). Durante la noche, después de una larga sesión de charla en la pequeña cubierta en donde permanecíamos en busca de una ilusoria brisa que nos refrescara, caíamos en la litera arrullados por las risas de las negras y el encanto de su incomprensible pero fluido dialecto en donde el inglés hacía de cañamazo lingüístico.”


Un hombre que siempre se deja seducir por la insensata posibilidad de nuevas tareas, pero que ha perdido ya la batalla y lo sabe desde la gavia, viendo el horizonte. La parte más alta y privilegiada de los barcos,  le proporciona una visión en permanente movimiento del mundo, una idea total del mismo, desde su exótica mirada.


Con incredulidad y  escepticismo sobre sí mismo, y sobre los hombres,  sigue a los navíos en las rutas que surcan las gastadas y tristes embarcaciones. Sin detenerse. Evita los puertos. Remonta y desciende por los ríos. Se confunde en las lluvias que inundan las sabanas. Niega toda orilla. Nota cuánto descuido reina en estos lugares. Así todos los días de mi vida. No fue más. Ya no podrá serlo. Las mujeres no mienten jamás, de su cuerpo mana siempre la verdad.

"Dos metales existen que alargan la vida y conceden,a veces, la felicidad. No son el oro, ni la plata, ni cosa que se les parezca. Sólo sé que existen.Hubiera yo seguido con las caravanas. Hubiera muerto enterrado por los camelleros, cubierto con la bosta de sus rebaños, bajo el alto cielo de las mesetas.Mejor, mucho mejor hubiera sido. El resto, en verdad  
ha carecido de interés". 


La nieve del almirante (1986). Con esta novela, Mutis iniciaba lo que había concebido como una trilogía necesaria para contar la historia completa del personaje; esa trilogía se completa con Ilona llega con la lluvia (1988) y Un bel morir (1989).


Las andanzas y malaventuras de Maqroll desbordaron, y esclarecen la larga agonía de un personaje que está preparado para morir pero que, por diversas circunstancias, se convierte en un repetido sobreviviente.


El conjunto confirma la cualidad esencialmente marginal, de nómada, marinera e iluminada que tiene la prosa de Mutis.




“Los escritores nos las tenemos que ver con las palabras, con las que hablamos con el peluquero, peleamos con el taxista, discutimos con el amigo, hacemos una vida diaria que gasta y desgasta las palabras. Y esas mismas palabras son las que tenemos que sentarnos a usar para darles un brillo, para darles eficacia, para que nos ayuden a que Maqroll el Gaviero no haga más burradas de las que normalmente hace. Entonces esas palabras, cuando se unen unas con otras en una forma inesperada toman un brillo especial, saltan y se escapan de esa cosa usual, gris cotidiana... Ahí está el sufrimiento: en buscar la otra palabra, la manera de usar algo que está gastado y usarlo como nuevo. Y a mí eso me hace sufrir y me parece un infierno”.


Lo vemos incluso en Un bel morir, anunciado desde el título; al final de esta novela hay un apéndice con versiones discrepantes y cuestionables sobre el fin del Gaviero. Pese a todas sus catástrofes, el personaje sigue tercamente su vagabundeo por el mundo, prolongando el largo epílogo de su vida. Amirbar o Abdul Bashur, soñador de navíos(ambos de 1990), textos con un marcado sabor de escolios o apéndices que echan una luz lateral sobre el sentido de la peripecia existencial del Gaviero. En el segundo se nos informan que Bashur "desempeña el papel de salvador, rescatando a Maqroll en los momentos críticos". Y una advertencia en Tríptico de mar y tierra (1993) nos aclara que reúne tres experiencias de Maqroll "que le revelaron regiones desconocidas y cuyo descubrimiento lo marcó para el resto de sus días".


Maqroll: poblamos el mundo con una materia que desconocemos, somos una corporeidad cuya multiplicidad de intensidades ignoramos. En consecuencia, anhelamos un cuerpo que cruce el mundo como las grullas de Maldoror, como el gigantesco pájaro níveo de Arthur Gordon Pym, como el albatros de Baudelaire en su vuelo perfecto y casto, como el descompuesto pájaro de Coleridge. Sabemos que un nuevo mundo es imposible sin un nuevo cuerpo que lo invente. Estamos en búsqueda. La inocencia es nuestra arma. Un día levantaremos vuelo y surcaremos un aire surreal y elástico, como una bandada de pájaros migratorios viajando a través de la rueda zodiacal.




Así lo prueban  relatos posteriores, como Álvaro Mutis escribe desde una vertiente poética y otra narrativa, con comprensibles razones prácticas. La realidad es que no hay una diferencia esencial entre ambas, más allá de los rasgos formales, que separan la prosa del verso.



Los paraísos secretos de Álvaro Mutis *
Claudia Posadas * *
Álvaro Mutis: Paraíso y Exilio, figuras de un imaginario poético


Álvaro Mutis: derrota y leyenda
en Los elementos del desastre
Mercedes Ortega González-Rubio











Álvaro
 Mutis





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