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Conocemos de sobra las apuestas formativas y estéticas de la BAUHAUS, pero siempre pasamos por puntillas por la escuela de ULM. ¿Qué es la escuela de ULM? ¿Quiénes son sus creadores? ¿Qué trascendencia tienen?.
Durante los años 40 los suizos, desde su eterna neutralidad, habían venido configurando lo que luego se ha llamado “estilo internacional”. Un ejercicio de sintetismo y frialdad heredero de la Bauhaus y del racionalismo arquitectónico. La escuela de ULM tomó el  testigo de estos a mediados de los años 50, cuando un grupo de diseñadores encabezados por Max Bill y Otl Aicher decidieron dar un sentido científico y objetivo al diseño. Entender el diseño como una disciplina científica supuso el camino hacia las matemáticas, la geometría, la técnica… y sobre todo a un concepto de continua experimentación e investigación metodológica
Algunos productos de enorme impacto en el mundo de las artes gráficas salieron de los laboratorios de la escuela de Ulm. Así, Otl Aicher desarrolló en sus clases de Construcción Visual ejercicios tan importantes como el logotipo de Braun, el de Lufthansa o la mascota de los juegos olímpicos de Munich.















La relación con la empresa fue uno de los pilares fundamentales de esta escuela. Más allá del logotipo, la marca de electrodomésticos Braun desarrolló muchos prototipos con alumnos aventajados de la escuela tutelados por el profesor Hans Gugelot.














En el campo de la cartelería destacamos al profesor Josef Müler-Brockmann. Su trabajo en gráfica supone la atracción absoluta que da paso al juego geométrico. El uso del color y las matemáticas convirtieron a sus imágenes en piezas revolucionarias que rompieron definitivamente con la tradición narrativa del cartel.




























¿Como desapareció la escuela de Ulm?. Al igual que la Bauhaus, la escuela de Ulm fue un proyecto incómodo para el estado, para los artistas y para otros diseñadores, por lo que su superviviencia era más que difícil. Sus fundadores tuvieron manifiestas diferencias en el concepto pedagógico y esto supuso su desmantelamiento en 1968. Pese a su desaparición, la huella de la escuela de Ulm fue crucial para el futuro del diseño. Movimientos como el pop, la psicodelia, el futurismo o el disco utilizaron sus códigos visuales.
Un discípulo aventajado de esta escuela fue nuestro admirado Daniel Gil. Hace poco Paco Raja, un alumno al que doy clases de Historia del Diseño Gráfico, me preguntaba dónde están las enseñanzas de Ulm en su obra. Desde luego, no en los trabajos para Alianza Editorial, pero sí en su trabajo para la discográfica Hispavox. Si obviamos las inevitables fotografías de los artistas del momento y observamos con detenimiento el tratamiento tipográfico, el uso de los recursos geométricos y la gestión del color, descubriremos que Daniel Gil trajo a España lo aprendido en Ulm.


Una de las alumnas más brillantes de la escuela fue Margarete Kögler, cuyos carteles para conciertos, desarrollados en las aulas de la escuela, son un ejemplo perfecto de esta abstracción geométrica.
















Cuando era niño me llamaban poderosamente la atención las portadas de los libros de texto del colegio (les hablo de la EGB, soy mayor de lo que aparento). Se trataba de poderosos ejercicios geométricos con colores vibrantes que siempre me han resultado algo marcianos en el panorama editorial de la España post-transición… Estas portadas, tan fijas en nuestras retinas, son otro ejemplo más del calado de esta prodigiosa escuela alemana.