sábado, 27 de julio de 2019

JOSEPH ROTH

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 Joseph Roth

   (Austria, 1894-1939)Resultado de imagen de joseph roth brodyResultado de imagen de joseph roth brody
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Resultado de imagen de Joseph Roth  Escritor nacido en 1894 en Volinia, en el imperio austrohúngaro (hoy Ucrania) de padres judios. Estudió en las Universidades de Lemberg y Viena y participó en la I Guerra Mundial, principalmente como periodista. Acabada la guerra viajó por toda Europa debido a su profesión. En 1932 publica La marcha Radetzky, su novela más aclamada, en la que describe a una familia en los años finales del imperio Austro-húngaro.Resultado de imagen de joseph roth brody El destierro a Francia en 1933 huyendo del nazismo y un alcoholismo cada vez más severo precipitan su muerte en 1939 de un colapso mientras hablaba con los amigos en su mesa habitual del Café Tournon, en París.  © epdlp
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Las ciudades blancas (fragmento)
"Esto es lo más espantoso de las corridas de toros: que el ayudante de la barbería, el sastre y el cabo primero se conviertan en héroes ante la presencia de un animal. Ni siquiera el torero profesional lo es. De paisano, es un pequeñoburgués. Pero esta tarde de domingo lleva al menos un disfraz, y es posible que un trapo de color, por el que el toro se irrita con justa razón, llene de auténtica valentía a un campesino avaro que teme a su mujer. Al fin y al cabo, se expone al peligro. Pero a su alrededor, tras la barrera protectora, están los hombrecitos con sus trajes dominicales, hombres débiles y barrigudos que llevan dibujada en la cara la preocupación de una cotidianidad mezquina y de una mínima ambición. Y esta gente lanza boinas e insultos al toro, lo hace rabiar y huye despavorida cuando el animal se abalanza contra la barrera. Todos son expertos. Todos hacen como si pudieran coger al toro por los cuernos. Y veo sus días pequeños y miserables, amargos como sus rostros, su sumisión a todo cuanto pudiera ser “rico” o “superior”, su arrogancia ante el indefenso y su humildad ante la fuerza. Un campesino hinca la lanza en el lomo del toro, un campesino que mañana regateará en la subasta de cerdos: ¡todo un héroe! Cantado en las epopeyas del país, heredero de costumbres audaces, portador de antiguas tradiciones, nacido en tierras históricas y, por encima de todo, un pequeñoburgués. "





¿Es la lengua polaca periférica o universal? ¿Y qué futuro le espera? Estas deben haber sido las preguntas que algunos de estos escritores se habían preguntado a sí mismos. Sus respuestas fueron complicadas y, a menudo, resultaron ser decisiones cruciales que cambiaron la vida. Mientras que algunos más tarde se convirtieron en clásicos de la literatura en otros idiomas, otros eligieron el idioma y se quedaron con la decisión (a menudo produciendo un tipo de idioma polaco muy peculiar). Para algunos, la elección del lenguaje era una manifestación de la identidad política y nacional, y para otros, un callejón sin salida. A pesar de su complejidad y contraste, esta lista demuestra la gran fuerza de atracción e influencia que la cultura y literatura polaca ha tenido en escritores de épocas y geografías.


Textos:



Resultado de imagen de Joseph Roth Abril, historia de un amor (fragmento)
Albania (fragmento)
El Anticristo (fragmento)
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El jefe de estación Fallmerayer (fragmento)
El Leviatán (fragmento)
El peso falso (fragmento)
El profeta mudo (fragmento)
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El triunfo de la belleza (fragmento)


Fuga sin fin (fragmento)
Hotel Savoy (fragmento)
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Job (fragmento)
La cripta de los capuchinos (fragmento)
La leyenda del Santo Bebedor (fragmento)
La marcha Radeztky (fragmento)
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La rebelión (fragmento)
La tela de araña (fragmento)
Las ciudades blancas (fragmento)
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Los cien días (fragmento)


"Se arrellanó en la estrecha butaca de terciopelo rojo, y se arrastró con ella un poco en la pieza, dándose cuenta de que le resultaba difícil libertar su enorme cuerpo de la tenaza de los dos brazos. La situación le resultaba molesta y embarazosa, pues tenía que decir algo muy importante. Se encolerizó y su rostro adquirió un color violáceo, que complementaba los brillantes colores de su uniforme.
Durante un buen rato estuvo reflexionando acerca de las palabras adecuadas. Se acordó de las cumplidas cartas, llenas de amenazas que le había escrito Verónica Casimir y pensó que, a causa de aquella mísera cosita que reposaba entre los almohadones, se veía obligado a casarse con una muchacha pelirroja y llena de pecas. Por un momento, una débil comprensión acerca del destino, el pecado y la penitencia iluminó su cerebro pesado y confuso.
Pero ese débil llamado de su corazón, únicamente logró aumentar su ira. En aquel momento deseaba hasta creer en Dios, solamente para indignarse contra él y tener algún ser en quien poder descargar toda su rabia. Pero no creía en Dios y su ira se estrellaba sobre los seres que estaban al alcance de sus ojos.
Pensó con amargura en las muchas mujeres que había poseído con fugaz pasión de dragón y pensó que, en cuanto a hermosura, Angelina no podía ser comparada con ninguna de ellas. El sargento Sosthéne se sentía cada ver más rabioso y amargado. Solamente uno de los sargentos de su regimiento era casado, un cierto Renard, pero tenía más de cincuenta años y su estúpida acción se remontaba a épocas ya muy lejanas, tan lejanas que no se la podía tildar de ridícula. Pero él, el sargento Levadour aún podía hacer mucha carrera y alcanzar el grado de coronel. Un hombre como él, debía tener dinero suficiente para vivir y para invitar a todos sus amigos. Además había conocido en Bohemia a una excelente molinera, atractiva y retraída, perseguida ardientemente por todos y que era sumisa a su amor como un perro, a pesar de ser ardiente como una batalla. ¡Qué mujer! La comparó con Angelina que estaba sentada frente a él sobre la cama con el niño al lado, con los ojos bajos y con su pequeño y escuálido rostro, en el que las pecas eran aún más visibles que durante el verano. ¡Qué desgracia! ¡Qué enorme desgracia ha caído sobre ti, gran Sosthéne! "




Primavera de café (fragmento)
Tarabas (fragmento)
Viaje a Rusia (fragmento)
Zipper y su padre (fragmento)
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El triunfo de la belleza (fragmento)

"No necesitaba saber más, aunque aquella fuera mi primera temporada en el balneario. Yo no era un pardillo, como decimos aquí. Sabía lo que los jóvenes abogados de Budapest buscaban en los balnearios para mujeres. En general, en principio, por así decirlo, no tenía nada en contra, pero en este caso se trataba de la mujer de mi amigo, de la que en cierto modo era responsable. Sí, yo mismo me sentí engañado en su lugar. Me he quedado soltero. Pero sé por experiencia que no necesitamos casarnos si tenemos amigos que lo están. De alguna manera es como si uno se casara con las mujeres de todos sus buenos amigos, como si uno se separara cuando ellos lo hacen de sus mujeres y como si a uno le engañaran las mujeres de sus amigos al hacérselo a ellos… Cuando no da la casualidad de que sea uno mismo el hombre con el que ellas engañan al amigo.
De modo que allí estaba yo, sin saber qué hacer, en un elegante corredor de hotel enlucido de un blanco deslumbrante, sobre una larga alfombra de color rojo oscuro. Perplejo, y todavía con el ramo de flores bajo el brazo, miré al camarero vestido con aquel frac azul. Ridículo, ¿verdad? Me pareció que las hermosas flores se marchitaban en mi cadera, que lo que sujetaba ya no eran más que cadáveres de rosa. Decidí volver abajo. Entonces la puerta se abrió de repente. Y por ella salió, aunque al principio lo hizo de espaldas, el Lakatos de la 32. De modo que primero le vi por detrás, pero aquello me bastó. Una pequeña y redonda cabecita con el cabello brillante, negro y engominado. Como si la naturaleza por sí misma fabricara pelucas. Un enorme torso cuadrado, una especie de aparador vestido. Y debajo, la parte del cuerpo que no se nombra, al menos seis veces más ancha que la cabeza. Pantalones de color gris claro, zapatos amarillo chillón. Así era Lakatos. Por la puerta a medio abrir lanzaba besitos con la mano hacia la habitación, reprimiendo la risa, se inclinó, cerró por fin la puerta, se volvió… Y se encontró con el camarero y conmigo. Su rostro, compuesto exclusivamente por unos ojillos oscuros como botones, una naricilla y un bigote negro como la pez, parecía de cera, una cera rojiza. Su piel no tenía color, sino una especie de afeite. Además, en absoluto se sonrojó. Se limitó a dedicarnos una sonrisa. Metió las manos en los bolsillos del pantalón y se dirigió hacia su habitación, la número 32. Cómo me hubiera gustado darle en toda la cara con mi imponente ramo de rosas. Así habría sabido por qué por primera y última vez en mi vida cargué con unas flores. Pero tenía que ir a ver a la señora Gwendolin para felicitarla por su cumpleaños. "



Instituto de Cooperación Intelectual de la Liga de las Naciones, entre 1925 y 1936, foto: Archivos Digitales Nacionales / 

https://audiovis.nac.gov.pl/

Joseph Roth, el patriota de los hoteles

El austriaco no solo escribía sus artículos a toda prisa en agobios de última hora que se convertían en rachas de inspiración. También sus novelas más ambiciosas las escribió así.

Durante la mayor parte de su vida adulta, Joseph Roth vivió en los hoteles y escribió en los periódicos. La vida en el hotel equivale en su provisionalidad a la escritura en el periódico. En el hotel se vive unos días o unas semanas y no se tiene más equipaje que el que cabe en una maleta. Lo que se escribe para el periódico se hace con cierta rapidez, durante periodos tan breves como estancias de hotel, y una vez publicado deja de existir de inmediato. Viviendo en hoteles de ciudades europeas durante toda la segunda mitad de su vida, Joseph Roth tenía una continua sensación de precariedad que se le fue agudizando con la pobreza y con la proximidad creciente de una catástrofe que él había sido uno de los primeros en vaticinar. En los primeros años veinte, en un artículo sobre un balneario para turistas en el Báltico, ya se fijó en las banderas con esvásticas que empezaban a ondear sobre las quintas y los paseos marítimos. Escribiendo en los periódicos a destajo, con las urgencias y los sobresaltos habituales del medio, sentiría que su vocación literaria no llegaba a cuajar en un proyecto sostenido. Uno imagina que las grandes novelas son el resultado de la calma y de la lentitud: los novelones majestuosos que publicaba, por ejemplo, Thomas Mann por aquellos mismos años en los que Joseph Roth vivía y escribía a salto de mata, de hotel en hotel, con la prisa de la hora de cierre, con la alarma de encontrar un teléfono desde el que dictar un artículo, o una oficina de teléfonos abierta, o una estafeta de correos desde la que enviar las páginas recién escritas en un sobre con un sello de urgente.

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Resultado de imagen de Joseph RothPero no eran solo artículos lo que Joseph Roth escribía a toda prisa, en agobios de última hora que se convertían de pronto en rachas de inspiración. También sus novelas, incluso las más ambiciosas, las escribió así, y las vio primero no el papel y en la tipografía respetables de los libros, sino en las hojas como sábanas de los periódicos de entonces, los que se leían en el barullo de los cafés y no en el silencio de un cuarto de lectura. Lo escrito en las pocas cuartillas de una crónica y lo elaborado en la imaginación a lo largo de meses acababan desprendiendo un mismo clima de provisionalidad y derrumbe, de convulsión y desgracia, de paréntesis de serenidad y deslumbramiento en los que a pesar de todo se podían gozar las perfecciones de la vida.

 Joseph Roth

Errante entre los mundos



Las novelas las escribía Joseph Roth con una unidad de inspiración y propósito, y los artículos, muchas veces, en el impulso de un momento. En el primer caso, Roth era consciente del libro que tenía entre manos. En el segundo, más o menos se dejaba llevar, con la liviandad de espíritu del que no siente que esté jugándose mucho. Pero la voluntad explícita controla una parte del trabajo mucho menor de lo que parece. Sin que Joseph Roth se diera mucha cuenta, aquellos centenares de artículos que fue escribiendo y publicando a lo largo de los 20 años de su vida peregrina por los hoteles, los que olvidaba o rompía una vez entregados, iban formando otro libro suyo, una crónica en varios volúmenes, casi tan extensa como otras novelas leviatán y novelas río de aquella época: la intrahistoria de la Europa descoyuntada que salía de la Primera Guerra Mundial y se dirigía hacia la Segunda, según Joseph Roth intuyó con fulminante desolación antes que nadie. En febrero de 1933, solo unos días después del nombramiento como canciller de Hitler, Roth le dijo a Stefan Zweig en una carta que aquella noticia era el anticipo de una monstruosidad que acabaría en otra guerra.Imagen relacionada







Un escritor muere y su obra cobra forma casi siempre con la ayuda de un editor apasionado: Michael Hoffman en el caso de Roth

Un escritor muere y la parte viva y desorganizada de su obra parece que cobra forma por sí misma, casi siempre con la ayuda de un editor apasionado. Poeta en Nueva York y el Libro del Desasosiego son libros más valiosos aún porque siguen haciéndose y modificándose según las lecturas de los investigadores. Michael Hoffman, que viene haciendo por Joseph Roth en el ámbito de la lengua inglesa algo parecido a lo que hace Miguel Sáenz con Thomas Bernhard en la española, lleva publicados varios volúmenes de artículos de Roth, entresacándolos de la edición alemana de sus obras completas. Lo hace con tal destreza, con tal conocimiento del autor, de su imaginación, de su mundo, que cada volumen adquiere la solidez de un libro soberano. No parece que Hoffman haya puesto juntos los artículos de Roth, sino que solo ha facilitado su agrupamiento natural, la atracción magnética de sus afinidades interiores.
Algunos de esos tomos —Los judíos errantes— los ha publicado Acantilado en español. El más reciente es en apariencia el más misceláneo, y quizá por eso el que yo prefiero, por el aire de libertad vagabunda que circula en sus páginas, incluso en las más sombrías. Se titula The Hotel Years, porque su hilo temático es ese, la vida en los hoteles, la trashumancia de un corresponsal de periódico todavía no malogrado por el desarraigo, justo en la época en la que los viajes se han vuelto mucho más accesibles y también más confortables para quienes pueden pagárselos. Entre 1919 y 1939 Joseph Roth anduvo de un lado a otro de Europa, con frecuencia muy bien pagado por grandes periódicos alemanes, residiendo en buenos hoteles, fijándose en todo, en los amputados de guerra que pedían limosna y en los potentados que se enriquecían con la especu­lación financiera, paseando por las grandes capitales donde ya había atascos de tráfico y anuncios luminosos, y también por los sitios más apartados y más extravagantes, los campos petrolíferos de Polonia, el palacio presidencial de Tirana, donde el presidente de la República, a punto de proclamarse rey con el nombre de Zogu I, le concedió una entrevista. 

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Visitó la Rusia soviética pocos años después de la Revolución y los paisajes de escorias minerales del Ruhr sumergidos en los humos de las fábricas como en un crepúsculo perpetuo. A veces es como un Josep Pla igual de capacitado para la observación y la perspicacia aunque mucho menos para la indiferencia. Perteneció a la primera generación sometida a la burocracia patriótica de las fronteras, y por eso añoró más la benévola libertad de movimientos del imperio austrohúngaro. Perdido aquel país, ya no se asentó en ningún otro. Decía que ya solo los hoteles despertaban su lealtad patriótica.
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Albania (fragmento)


"Albania es bella, infeliz y, a pesar de su actualidad, aburrida. Las montañas son a veces de una indefinida sustancia clara, se podrían tomar por cúmulos de vidrio pintados de verde. Sólo en las mañanas grises, cuando el cielo no está cubierto de nubes auténticas sino de un sutil gabán de tela de nube, se descubre que las montañas son de piedra. Entonces se vuelven más sólidas y más inexorables; todo el país es como un corral cerrado, ceñido por muros de prisión naturales. La libertad es un concepto relativo; se advierte de inmediato la falta de vías férreas que nos conduzcan al siglo que es nuestra patria, se oye que las naves lejanas de aquí dos horas, cuatro horas, doce horas, se detienen en un puerto albanés sólo una vez a la semana, y el peso de lo exótico es doblemente cruel en tanto es una pena escogida libremente. Vista desde Berlín, la venganza de sangre es más interesante. En su patria, en cambio, se torna indiferente y obvia, cargada de suciedad, chinches, noches sombrías, lámparas de petróleo rotas, comidas grasosas, ataques de malaria, té de algas marinas. En tales circunstancias soy menos sensible a la belleza natural que los turistas natos, con su optimismo. Registro lo más que puedo: tranquilas mañanas azules de una simplicidad suprema, plenas de un sol que calcina hasta la sombra y se resiente en cada oquedad; pájaros solitarios (aquí son raros, pues la gente está siempre atenta a disparar) en el aire y, naturalmente, en las ramas; bosques en los que reinan soberanos el silencio, la profundidad, el infinito y el olvido. "

Rot



Guillermo Cabrera Infante










Desde hace algunos meses, la brillante prosa de Cabrera Infante fortalece periódicamente nuestra revista. Ahora se ha extendido en plasmar el retrato del novelista austriaco Joseph Roth, autor del clásico La marcha Radetzky, que ocupa un lugar indiscutible en el canon moderno de las novelas de guerra.
No hay que confundir a Joseph Roth con el novelista Phillip Roth, ni con el escritor Henry Roth (también nacido en Austria-Hungría), ni con la estrella de cine Lillian Roth, que tuvo más de quince minutos de fama (de hecho fue una hora y media) con su biografía fílmica Lloraré mañana, en que Lillian se muestra más alcohólica que Joseph si esto es posible.

 Roth tampoco es Grosz, el pintor de caricaturas de la sociedad alemana. Aunque hay una cierta verdad en la analogía negativa: Roth, el novelista, fue con su pluma (o con su máquina de escribir) un caricaturista de genio y una o dos frases le bastaban para revelar o desvelar, en los dos sentidos de la palabra a un personaje y no sólo su carácter, sino su entera biografía.


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El reino de Francisco José (o para decir su nombre varias veces real, Franz Joseph) se extendió en el tiempo desde 1848 hasta 1916, esa casi eternidad en que fue emperador de Austria y rey de Hungría. Dice el escritor J.M. Coetzee cuando habla de los cincuenta millones de súbditos del emperador: "Menos de un cuarto de ellos hablaba alemán como primera lengua. Aun dentro de Austria misma cada dos personas eran eslavos de una forma o de otra: checos, eslovacos, polacos, eslovenos, serbios, croatas y ucranianos".

     La Primera Guerra Mundial se originó, según los austriacos, por culpa de los bosnios y los herzegovinos, cuando el estudiante anarquista Gavrilo Princip, nacido en Serbia, asesinó al archiduque Francisco Fernando y a su consorte durante una visita que hacían, precisamente, a Sarajevo. La fecha, junio 28 de 1914, ha quedado grabada con fuego en la historia de acuerdo con Borges, no sólo universal sino también infame.

     Cuando se firmó el armisticio (que hizo que un oscuro Adolf Hitler cambiara de pintor para escritor y escribiera su atroz Mein Kampf, donde hizo célebre la frase "La historia me absolverá"), en 1918, no sólo Adolfo sino Segismundo (Freud) lamentó la firma del Tratado de Versalles y sus consecuencias: "Austro-Hungría no existe ya más", exclamó Freud, "y no quiero vivir en ninguna otra parte del mundo". 

Para continuar diciendo: "Seguiré viviendo con el torso y me imaginaré que es el cuerpo completo".


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   Otros, siguiendo a su cabeza, se escaparon del torso en un salto de la sartén conocida a otro fuego más querido y se mudaron de Viena a Berlín. Unos pocos aunque célebres siguieron viviendo en el torso mutilado cuando el imperio fue desmembrado: entre ellos estuvieron Freud y otro médico notorio, Arthur Schnitzler. Están además los que dieron el salto preferido al cine (Fritz Lang, Fred Zinnemman, Billy Wilder) y a la capital de la decadencia y las orgías perennes entre los tilos. 

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Mientras, Freud acostaba otros torsos, casi siempre femeninos, en su sofá ubicuo para oír mejor los sueños como cuentos (y los cuentos como sueños: ese era su arte de la paciencia como método terapéutico) hasta que llegaron los nazis y lo mandaron prácticamente al otro mundo para un vienés a Londres. Por otra parte, el poeta Stefan Zweig, convertido en rico biógrafo de las estrellas, fue enviado a la fama mundial y al suicidio para probar que la nostalgia, como el exilio, mata.


     Roth, aunque también se había exiliado a Berlín, podía escribir: "Mi experiencia más inolvidable fue la guerra y el fin de mi patria, la única que tuve: la monarquía Austrohúngara" que Roth escribía siempre con mayúsculas. 

Para continuar con su celebración melancólica: "Amaba esta patria mía", escribía en un prólogo a su novela más perfecta, La marcha Radetzky, "que me permitía ser a la vez un patriota y un ciudadano del mundo entre todos los pueblos de Austria y también un alemán". 

Poco sabía Roth que sería un despatriado en todas partes: un apátrida y que moriría no en Viena ni en Berlín sino en París. Murió de la muerte natural de un alcohólico: el alcoholismo.


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Para dar una idea geográfica de los cambios históricos de esta zona del mundo (la que Roth llamaba "esta patria mía") no hay más que conocer sus diferentes nombres en más de tres idiomas. La antigua Breslavia se ha llamado en distintas épocas Bressau, Vratislavia, Wroctor, Vrestlav, Bresslau, Breßlaw, Vraclav y otros nombres en otras escrituras entre ellas en hebreo y en ruso. Hoy se llama Wroclaw y forma parte de Polonia y está enclavada en la región de Silesia, también llamada en polaco Slask, en alemán Schlesien y en checo Slezko.

 No soy un experto (y además todos los expertos mienten) en historia de la Europa central y oriental, pero sí creo en la determinación del nombre de esta región donde han convivido tantos pueblos y tantas razas no siempre en paz, sino en muchas guerras locales, regionales y continentales —algunas llamadas incluso guerras mundiales.


     Fue otro novelista austriaco, Hermann Broch, por ser judío, es decir cosmopolita, y vienés, fallecido en su exilio de Nueva Jersey, quien dijo que el arte (refiriéndose a la literatura) "tiene una significación social pero a un nivel metafísico". Esta frase es, por supuesto, un axioma estético. Nacidos ambos en el imperio austrohúngaro, Broch y Roth son diametralmente opuestos. La única metafísica posible en Roth es el humor y la intrusión de la historia contemporánea en su felicidad de expresión. No como productora de incidentes no siempre históricos y sí productos de ese dios contrario a la Historia, considerada como diosa odiosa, que es el Azar.

     Moses Joseph Roth nació en 1894 en Brody, ciudad que queda "a unas pocas millas de la frontera rusa en la tierra de Galicia". (Que hay que escribir en español exótico Galitzia para que no confundan a los gallegos y los crean polacos.) "En los años noventa (del siglo XIX) dos tercios de la población eran judíos" y así Joseph Roth fue llamado Moisés. Roth, una vez en Viena, ocultó su Moisés y usó desde entonces su segundo nombre con la idea de que parecíamenos judío. 

Además decía (hasta en sus papeles de identidad) que nació en la impronunciable ciudad de Schwabendorf, aunque Brody era el centro de la Haskala, la unión de la Ilustración judía. Joseph, nacido de nuevo pero sin cambiar de religión, inventó los más variados oficios que ejerció, fraudulentamente, su padre, mientras Roth hijo se consideró toda la vida lo que era: un escritor. Su padre padeció una enfermedad de carácter nervioso en extremo, mientras que su hijo se indujo el delirium tremens, la enfermedad mental que se hace terminal para los alcohólicos. 



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Era una ciudad donde predominaban los alemanes, pero, curiosamente, es Brody la ciudad preferida por Roth para situar sus relatos. Joseph, entonces todavía Moses, fue educado por su madre en la casa de sus abuelos, "prósperos judíos asimilados". (Esta fue la gran culpa de los judíos que se asimilaban en Austria y Alemania y se consideraban alemanes hasta que llegó Hitler y los exterminó a todos como una raza extraña, convertidos, circuncidados o no, hablaran hebreo o yidish, en ungeziefer —es decir, alimañas no alemanas.)

     Roth estudió en un Gymnasium donde las clases se impartían todas en alemán. "La mitad de sus alumnos eran judíos: para los jóvenes estudiantes del Este, una educación alemana les abría las puertas del comercio y la cultura dominante." Roth siempre escribió en alemán pero al final de su éxodo en París intentó escribir en francés. Precisamente en el fatal año de 1914 Roth ingresó en la universidad de Viena, ciudad que "entonces tenía la más grande comunidad judía de Europa central: unas 200,000 almas que vivían en lo que podía considerarse un gueto voluntario", escribe Coetzee. 

Mientras que Roth escribió: "Es ya bastante duro ser un Ostjude", un judío del Este, "pero no hay destino más duro que ser considerado un Ostjude fuera de la sociedad vienesa". Los Ostjuden "tenían que enfrentarse no sólo al antisemitismo sino también a la altanería de los judíos occidentales".

     Roth fue un excelente aunque desdeñoso alumno: una suerte de James Joyce en Viena. "Trabajó parte del tiempo como tutor de los hijos de una condesa." Y además "en el proceso copió tales modos y maneras de un dandy que besaba la mano de las señoras, usaba bastón y monóculo". (No tienen más que ver una fotografía contemporánea de Joyce para tener una imagen visual de su dandismo: sólo que Joyce en vez de monóculo usaba unos quevedos que él llamaba, afrancesado, pince-nez.)

     La carrera académica a que aspiraba Roth nunca tuvo lugar por el inicio de la guerra. Pacifista, sin embargo se alistó en 1916 —que fue el año en que tiró su Moisés por la borda de su vida asimilada. "Las tensiones étnicas", dice Coetzee, "eran bastantes en el ejército imperial para que lo transfirieran a una unidad en que no se hablara alemán", para parar en Galitzia —en un ejército en que ¡sólo se hablaba polaco! 

De estas contrariedades estuvo llena la vida del ahora llamado Joseph Roth. Pero después de la guerra se inventó unas historias fantásticas de que había sido oficial y puesto preso en un campo de prisioneros en Rusia. "Todavía años más tarde salpicaba su vocabulario con el dialecto particular de los oficiales del ejército austrohúngaro."

     
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Después de la guerra Roth empezó a escribir para, como dicen ahora los modernos, "los papeles" y se casó. Fue entonces que emigró a Berlín, Viena convertida en el torso sin cabeza que llenaba la vida vivida y las vívidas pesadillas del inventor del lenguaje terapéutico de los sueños.

 Ahora el imperialista Roth se hizo de izquierdas y firmaba sus artículos como Der rote Joseph ¡Roth el rojo!
     (En un reverso típico de Roth, su mujer se volvió loca y tuvo que internarla en un manicomio —de donde la sacaron los médicos nazis por el habitual expediente de la eutanasia, antes de que muriera el "autor cosmopolita", ahora convertido en activista de la vuelta de su patria como un imperio llamado la Gran Austria.)


     Fue también por ese entonces que publicó la primera de sus Zeitungromane—las novelas-periódico. Una de ellas, La telaraña, tenía como tema presciente "la amenaza espiritual y moral de la derecha fascista". Apareció tres días antes de lo que se conoce como el "putsch de la cervecería", el fracasado intento de Hitler de tomar el poder por primera vez.

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En 1925 Roth fue nombrado corresponsal en París del diario Frankfurter Zeitung y se convirtió "en el periodista mejor pagado de Alemania". 

Inmediatamente se hizo más francés que los franceses y amante inútil de las mujeres francesas, a las que consideraba sinuosas y suaves como la seda. Fue entonces que jugó no sólo con las francesas sino con la idea de convertirse en francés. 

Pero la felicidad de París no duró más que un año y, despedido y despechado, se fue a Rusia, aunque ya escribía de las "dudosas consecuencias de la revolución rusa". Sus reportajes rusos fueron un éxito enorme, aunque "continuaba escribiendo ficción para tomar distancia de un mero periodista". 

"Yo no escribo", escribió, "lo que se llaman comentarios ingeniosos. Yo dibujo las facciones (irregulares) de la época... Soy un periodista, no un reportero, soy un escritor, no un fabricante de editoriales".


     Pero el primer gran éxito no le vino a Roth como corresponsal, ni siquiera como editorialista: se lo debió, cosa curiosa, al cine. En 1930 publicó una novela, Job: la historia de un simple, que tiene uno de esos finales felices que tanto gustan en Hollywood. Es el cuento (mejor: la fábula) de un hombre fracasado que continúa su fracaso en un hijo bobo. 

Un día el Job de Roth se encuentra más fracasado que nunca, pero (siempre hay un pero: hasta para parar el infortunio) el hijo pródigo, para nada un prodigio, tiene un éxito tardío pero arrollador como violinista y rescata al padre que había padecido toda su vida una mala suerte peor que la muerte exactamente como el Job bíblico. Roth encontró también su suerte como autor dos años más tarde: cuando publicó su obra maestra absoluta, La marcha Radetzky.


La marcha Radetzky, compuesta por Johann Strauss padre en 1848, tiene por nombre el apellido de un mariscal de campo austriaco y la marcha militar era considerada símbolo de la monarquía de los Habsburgo.




La marcha 

Radetzky 

(fragmento)

Resultado de imagen de joseph roth brody AUSTRIA"Todo cuanto crecía necesitaba mucho tiempo para crecer, y también era necesario mucho tiempo para olvidar todo lo que desaparecía. Pero todo lo que había existido dejaba sus huellas y en aquel tiempo se vivía de los recuerdos de la misma forma que hoy se vive de la capacidad para olvidar rápida y profundamente. Durante mucho tiempo la muerte del comandante médico y del conde de Tattenbach siguió conmoviendo los ánimos de los oficiales y de la tropa del regimiento de ulanos e, incluso, de los mismos paisanos. Se enterró a los muertos de acuerdo con los ritos militares y religiosos de reglamento. Sobre las causas de su muerte los compañeros no soltaron palabra, excepto entre ellos; con todo, fue cundiendo entre la población civil de la pequeña ciudad la idea de que ambos habían sido víctimas del severo código del honor militar. A partir de ese momento, todos los oficiales que habían sobrevivido parecían llevar marcada en el rostro la señal de una muerte próxima y violenta. Para los comerciantes y los obreros de la pequeña ciudad resultaban todavía más extraños aquellos jerarcas forasteros. Los oficiales se movían como adeptos incomprensibles de una deidad remota y cruel, de la cual eran, al mismo tiempo, la víctima propiciatoria en lujoso y multicolor atavío. Al verlos pasar, la gente movía la cabeza en un gesto de incomprensión. Incluso se les compadecía. «Tienen muchas ventajas —reflexionaba la gente—. Pueden pasearse con el sable al puño y gustar a las mujeres. Y el emperador se ocupa personalmente de ellos, como si fueran sus propios hijos. Pero en menos que canta un gallo ya se han ofendido y la cosa hay que lavarla con sangre». En fin, su situación no era envidiable. Incluso el jefe de escuadrón Taittinger cambió su actitud acostumbrada, a pesar de que, según afirmaba, ya había visto algunos duelos fatales en otros regimientos. Mientras los despreocupados y revoltosos de antes se mostraban ahora abatidos y desalentados, se observó que una sorprendente inquietud se apoderaba del jefe de escuadrón, delgado y goloso y antes siempre tan sosegado. Ya no podía pasarse horas enteras en la pequeña pastelería devorando dulces ni tampoco jugando al dominó o al ajedrez, ni solo ni con el coronel. Temía la soledad. Se aferraba a los compañeros. Si no había alguno a la vista entraba en una tienda para comprar cualquier tontería. Allí permanecía largo rato, hablando de cualquier bobada con el tendero, y le costaba horrores decidirse a salir, excepto que viera pasar por la calle a una persona más o menos conocida, hacia la cual se precipitaba. ¡Hasta tal extremo había cambiado el mundo! El casino se había quedado vacío. Ya no se emprendían aquellas alegres excursiones a la casa de la señora Resi.

Resultado de imagen de joseph roth brody AUSTRIA Los ordenanzas apenas tenían nada que hacer. Si alguno pedía una copa de licor, al contemplarla pensaba que era precisamente la que había utilizado Tattenbach unos días antes. Seguían contándose las viejas anécdotas de siempre, pero ya nadie reía a carcajada suelta; como máximo se esbozaba una sonrisa. Al teniente Trotta sólo se le veía en las horas de servicio. "



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Que Roth usara la Radeztkymarsh como título tiene una doble significación: el ascenso y caída de una dinastía conferida por el Emperador, y el esplendor y la miseria (para Roth traída por la derrota del imperio en la Primera Guerra Mundial) y la muerte de Francisco José poco después del armisticio. 


Roth retrata a los tres personajes principales, ennoblecidos por el mismo Emperador, como falsos héroes y víctimas del incidente que originó su título hereditario (y su mediocridad). El primer Trotta fue hecho señor de la corte después de la famosa batalla de Solferino, librada en Italia en 1859. 

(Curiosamente solferino ha devenido el nombre de un tinte, color de vino tinto, géneros de calidad: era el color favorito de Fortuny.)



Joseph Roth

La leyenda del Santo Bebedor (fragmento)
"Así que Andreas fue solo, bebió solo y cenó solo aquella noche, y a continuación todavía entró en dos tabernas más para tomar unas copas en la barra. Bebió mucho, mas no se emborrachó, y puso buen cuidado en no gastar demasiado dinero, pues a la mañana siguiente, y en cumplimiento de su promesa, quería acudir a la capilla de Sainte Marie des Batignolles, para restituir por lo menos parte de la deuda a santa Teresita. Pero había bebido ya justo hasta el extremo de no tener ya la mirada certera, ni el instinto que sólo proporciona la pobreza para encontrar el hotel más barato del barrio.
Así que entró en un hotel algo más caro, y también allí pagó por adelantado, por sus ropas raídas y por no llevar equipaje. Pero no se preocupó lo más mínimo por ello y durmió tranquilo hasta bien entrada la mañana. Le despertó el repique de las campanas de una iglesia cercana, y al punto supo qué día importante era aquél: un domingo. Y supo también que debía acudir junto a santa Teresita para cancelar su deuda.
Se vistió con rapidez, y con paso ligero se encaminó a la plaza en la que se levantaba la capilla. A pesar de sus esfuerzos, no llegó a tiempo para la misa de diez; los feligreses ya estaban saliendo del templo. Preguntó por la hora de la siguiente misa, y le informaron que sería a las doce. De pie allí, ante el portal de la iglesia, se mostró algo indeciso. Todavía le quedaba una hora, y no tenía la menor intención de pasarla en la calle. Echó una mirada en derredor en busca de algún lugar acogedor para pasar aquel rato, y oblicuamente frente a la iglesia descubrió un bistro, hacia el cual encaminó sus pasos con la intención de matar allí la hora de espera.
Con la seguridad de la persona que sabe que lleva dinero en el bolsillo, pidió una absenta, y la bebió también con la seguridad de una persona que ya ha bebido muchas en su vida. Tomó un segundo y también un tercer vaso, pero cada vez echaba menos agua. Y cuando pidió el cuarto, ya no supo si había tomado dos, cinco o seis vasos. Y tampoco recordaba por qué había entrado en aquel café. Tan sólo le parecía recordar que estaba en aquel barrio para cumplir con una obligación; se trataba de una cuestión de honor. "

Resultado de imagen de joseph roth  AUSTRIA     La suerte del Trotta original está echada desde el primer párrafo de la primera parte y el primer párrafo de la novela. "Los hados lo habían elegido para un acontecimiento especial. Pero se aseguraron que tiempo más tarde se perdiera su memoria". (No la suya, por supuesto, sino la de su hazaña.) Ahora aparece el Káiser con dos oficiales de su guardia personal. Pero uno de sus escoltas le presta unos binoculares y el Emperador está a punto de echárselos a la cara, cuando interviene el teniente Trotta que sabía lo que ese gesto podía significar: "cualquiera que usara binoculares en el frente se marcaba como un blanco propicio".

 Trotta sabía bien lo que significaba esta presa epónima. "Su terror ante lo inconcebible, la inconmensurable catástrofe podría destruir a Trotta, al regimiento" y al régimen. Sigue Roth con una de sus enumeraciones exhaustivas pero no exhaustas: "al ejército, al Estado, al mundo entero". Un escalofrío recorre el cuerpo de Trotta y el tímido teniente recurre al primer y último expediente y su gesto "estampó su nombre indeleble en la historia de su regimiento. Con sus dos manos alcanzó los hombros del monarca para tirarlo al suelo. Tal vez el teniente apretó demasiado y el Káiser cayó de inmediato"

     La bala dirigida al Emperador se incrusta en el cuerpo del teniente Trotta "destrozándole la clavícula izquierda bajo su paleta y le extrajeron el proyectil en presencia del Comandante Supremo". Cuando Trotta se recupera cuatro semanas más tarde "es poseedor del grado de capitán y de la más alta de las condecoraciones —la Orden de María Teresa y lo ennoblecen. Ahora se llamaba el capitán Joseph Trotta von Sipolje". 

(Von Trotta había adoptado el nombre de su remota aldea como título nobiliario.) No sólo el Emperador, el regimiento y el ejército alaban su hazaña nunca calculada, sino que aparece su nombre y su proeza es recogida en un libro de texto para escolares. "En la batalla de Solferino nuestro Emperador y Rey Francisco José I estaba acosado por un gran peligro" y Trotta mismo aparece pero totalmente transformado: "El monarca se había aventurado tan lejos en medio de la batalla que se encontró rodeado por una tropa enemiga. En ese momento de ansiedad suprema, un teniente de años mozos galopa a toda velocidad en su corcel bañado en sudor, blandiendo su sable.


 ¡Oh los mandobles que hizo llover sobre las cabezas y los cuellos de los jinetes enemigos!"

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 Era, por supuesto, un texto falaz, pero lo que nadie podría suponer es que el antiguo teniente, ahora barón, Von Trotta iba a armar, como se dice, la tremolina. Insistiendo en todas partes que el escrito es un cuento infame en un libro de texto, consigue lo que Roth llama "el martirio del capitán Joseph Trotta von Sipolje, Caballero de la Verdad". (Hubiera sido peor si el parte sin arte hubiera dicho "el teniente Trotta trota".

 Pero, claro, esa es una interpolación de este traductor.) Trotta, ofendido en su honor, después de escribir al ministerio de Religión, Cultura y Educación (la respuesta le viene a su viejo coronel con una recomendación personal: "Déjelo estar"), pide por medio de los canales oficiales una audiencia con Su Majestad y "una semana más tarde estaba en palacio cara a cara con el Comandante en Jefe Supremo".
 "Oye, mi querido Trotta", susurra el Káiser, "todo este asunto es bastante raro. Pero ninguno de los dos sale tan mal parado. ¡Déjalo estar!" "Majestad, ¡todo es mentira!" Responde el Káiser desde su enorme majestad que para Trotta es sabiduría: "Todo el mundo dice mentiras." Al responder el Emperador da por terminada la audiencia.


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Mientras tanto, la banda primera del ejército austriaco ensaya como si fuera la primera vez La marcha Radetzky. Mientras, el tercer Trotta piensa que "la mejor manera de morir sería oyendo música marcial y mejor que mejor La marcha Radetzky". Aunque poco después se siente ajeno al ejército: ajeno a todo. Pero la vida del Emperador la salvó un Trotta y "si eres un Trotta salvarías la vida del Emperador una y otra vez". 

Ahora, mientras el piano reverente irreverente toca La marcha Radetzky en un burdel, el joven Trotta manda a quitar el ubicuo retrato del Emperador de una de las paredes turbias de la casa de lenocinio. 

Todos, soldados y oficiales, "sentían que se había convocado a la muerte" después de un duelo que era un doble suicidio. "La muerte los sobrevolaba y no estaban familiarizados con tal sentimiento. Habían nacido en tiempos de paz y convertido en oficiales en marchas y maniobras pacíficas. No tenían ni idea de que años más tarde todos y cada uno de ellos, sin excepción, encontrarían la muerte.

" Y el teniente Trotta sentía, sentado entonces en el balcón de su padre, que "sería de veras una bagatela caer muerto". Pero también en una taberna de mala muerte "la pianola emitía un popurrí de marchas militares, entre las que se podía oír los golpes del tambor de La marcha Radetzky, que aunque distorsionada por roncos zumbidos mecánicos era todavía reconocible durante intervalos específicos". 

Pero el teniente, mientras muere, oye los disparos antes de que sean escuchados también los golpes de tambor de La marcha Radetzky. Sin embargo "el regimiento estaba estacionado en Moravia y sus tropas no eran checas, como se podía esperar: eran ucranianas y rumanas". Mientras, el anciano Emperador "estaba viejo y confuso y de su nariz pendía una perenne gota". (Evidentemente un moco líquido.) "Era el tiempo en que las bromas separaban a los nativos de los extranjeros.



Cubierta del libro Zipper y su padreResultado de imagen de joseph roth brody     Escribe Roth: "Entonces, antes de la Gran Guerra, cuando ocurrieron los incidentes reportados en estas páginas, no era aún algo indiferente si una persona vivía o moría." Era cuando "los austriacos alemanes eran conocidos por bailar el vals y por ser borrachos cantores, los rutenios eran rusos traidores disfrazados, los húngaros apestaban, los checos lamían todas las botas, y a los croatas y a los eslovacos se les llamaba corbatas y esclavos, fabricantes de cepillos y asadores de castañas, y los polacos eran todos mujeriegos y fotógrafos de modas". 

El Emperador estaba por encima de todo y de todos. "También estaba un poco ido" pero permanecía todavía aunque entre las brumas de la confusión inconfesa era capaz de decirle al segundo barón Trotta de su hijo: "Ese es el joven oficial que vi en las recientes maniobras". Para añadir fusión a la confusión: "Casi me salvó la vida. ¿O fue usted?" No era este Trotta tampoco, sino el teniente de infantería al que había ascendido inmediatamente a capitán y ennoblecido con el título de Von Trotta de Sipolje. 

Todavía en otra ocasión el Káiser confunde al propio teniente Trotta con el Héroe de Solferino, y corregían ¡al Emperador!, que no sabe aún si este es el hijo o el nieto. Pero no es la historia del Káiser la que cuenta Roth. La novela trata de los Trotta: los tres tristes Trotta.
     
Los Trotta son el capitán original, epónimo que se hizo anónimo y se perdió en el olvido. El segundo barón era un mediocre que sin embargo consigue morir al mismo tiempo que el Emperador pero en un espacio perdido. 

El último de los Trotta, el teniente Carl Joseph, es destinado a la caballería, primero, y luego enviado, mal jinete que es, casi de castigo a la infantería. Mal soldado que será, deserta (como el antihéroe de Adiós a las armas) para regresar enseguida a su ejército. Muere no en una batalla sino en una escaramuza cualquiera y es un destino inútil. Va en busca de agua, pero encuentra la muerte. Varios soldados del teniente son baleados tratando de alcanzar un pozo y traer agua al regimiento, que no muere por el fuego enemigo sino de sed. Una bala hiere fatalmente al teniente. 

Así describe Roth la muerte del último de los Trotta: "El fin del nieto del Héroe de Solferino fue un fin mediocre, nada útil a los libros de texto en las escuelas primarias y secundarias de la Imperial y Real Austria. El teniente Trotta murió no con un arma en la mano sino cargando dos baldes de agua." Antes el teniente Trotta había recorrido las guarniciones del imperio y casi toda la novela creando catástrofes con su inocencia perpetua: ¡una versión masculina de la Justine de Sade! Hay, sin embargo, una escena de seducción del teniente Trotta, cuando era un muchacho de quince años, por una mujer mayor ya casada, que es un modelo de narración erótica contenida aunque tal vez la discreción se deba a la censura.


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Ahora han aparecido en todas partes los cuentos de Joseph Roth, completos (aunque hay fragmentos de novelas y novellas, como la absolutamente maestra El jefe de estación Fallmerayer), que han sido recibidos por la crítica inglesa y americana con precioso y apreciado fervor y se le ha comparado con Kafka y con Chéjov. 

Es hacerle a Roth un mal servicio fúnebre. Kafka no se parece a nadie, ni siquiera un confesado epígono como Borges se parece a Kafka. 

En cuanto a Chéjov, no hay otro cuentista mayor en su tiempo: ni Maupassant ni Kipling pueden compararse con Chéjov. Sin embargo, Roth es un escritor de una evidente originalidad. No sólo en sus cuentos y en sus novelas sino en sus novellas. Todo está informado y formado por una ironía que no se podría llamar socrática y sí socarrona.

 La diferencia entre Roth y Malcolm Lowry, los dos grandes ebrios de la literatura del siglo XX, es que Lowry tenía una cultura clásica notable y podía citar a Marlowe y a Shakespeare sin sobresaltar al lector. Roth nunca cita nada y es que no leía más que los periódicos del día, y sí solía citar el axioma de Karl Krauss, otro escritor austriaco, muerto en Viena, que decía: "Un escritor que se pasa el tiempo leyendo (a otros autores) es como un camarero que emplea su tiempo comiendo."


Resultado de imagen de joseph roth brody     La marcha Radetzky fue publicada en 1932, cuando el autor tenía 38 años muy bien conservados en alcohol etílico.

 Roth es un original porque no tenía influencias, aunque estaba bajo la influencia del alcohol de 180 grados.






 Su novela mayor, Radetzkymarsh, puede compararse con otras novelas en que la guerra incide fatalmente en la vida de los personajes. No se puede comparar, por cierto, con Guerra y paz, porque la novela de Tolstoi es incomparable, impar. Pero sí con Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque, publicada en el año de desgracia de 1929, escrita en alemán, y con Adiós a las armas, de Ernest Hemingway, publicada también en 1929. 

Las tres tienen la Primera Guerra Mundial como el tiempo feliz en la desgracia y las dos últimas fueron grandes bestsellersSin novedad fue una novedad absoluta: se vendieron dos millones y medio de ejemplares, traducidos a 25 idiomas en ¡18 meses! Ninguna novela de Roth fue esa clase de bestseller.
     

La marcha Radetzky es una novela melancólica y a ratos nostálgica como su autor. La enumeración de las muchas bebidas compite con la alimentación de alimentos terrestres: exquisitos, innúmeros y siempre tan tendidos y dispuestos que convidan. 

Pero si Roth tenía, como aquel que dice, una cultura sólida, se hacía líquida en toda clase de bebidas. Roth llama al primer barón Von Trotta el Héroe de Solferino, con afectuosa ironía. Así su creador pudo decir: "Von Trotta soy yo", sin imitar la famosa declaración de Flaubert: "Madame Bovary c'est moi!"

     Estamos frente a una novela de arte mayor. Todos lo dicen. Yo también. Sin embargo prefiero Las mil y dos noches, publicada ahora en paperback con el más atractivo y adecuado título de El collar de perlas. Pero esa es, por supuesto, otra historia. -© Guillermo Cabrera Infante, 2002
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La cripta de los capuchinos (fragmento)


"El tren marchaba lentamente y el maquinista pitaba sin descanso; por un pequeño camino tropeles de heridos, a pie o en carros de campesinos, venían en dirección contraria. Yo —como entonces experimenté por primera vez— soy bastante insensible a las llamadas grandes impresiones. Así, por ejemplo, la visión de los heridos que yacían en cualquier vehículo, probablemente porque les habían amputado piernas o pies, me parecía menos terrible que la de los soldados solos, indefensos y tambaleantes, a los que solamente les había rozado un tiro, pero de cuya herida goteaba ininterrumpidamente sangre nueva a través de la venda de un blanco de nieve. A ambos lados del pequeño tren, por las lejanas praderas donde ya había caído el otoño, cantaban a pesar de todo los grillos tardíos, porque un engañoso y cálido atardecer de septiembre les había llevado a creer que todavía era verano, o que un nuevo verano se acercaba.
En el puesto de mando del destacamento me encontré por casualidad con el cura castrense del treinta y cinco. Era un hombre de Dios, gordo y satisfecho de sí mismo, vestido con brillante sotana, estrecha y tirante. Se había perdido en la retirada, junto con su sirviente, su cochero, su caballo y el furgón cubierto donde guardaba no solamente su altar y los objetos de culto, sino también un buen número de aves, botellas de licor, pienso para el caballo, y todo lo que había requisado en las granjas de los campesinos. Me saludó como se saluda a un amigo al que no se ha visto en mucho tiempo. Como temía equivocar de nuevo el camino, volver a perderse, no se decidía a regalar sus gallinas al destacamento, donde desde hacía diez días que la gente sólo se alimentaba de conservas y patatas. La verdad es que aquí no era muy popular el cura castrense, pero él se resistía a marchar un poco al azar por un camino arriesgado que no conocía bien. Yo pensaba en mi primo Joseph Branco y en el cochero Manes Reisiger: ellos hubiesen preferido siempre el riesgo a la espera. Según la información recibida, nuestro treinta y cinco debía encontrarse a unos tres kilómetros al norte de Brzezany, así que me puse en camino con el cura, su coche y sus gallinas, pero sin mapas, provisto solamente de un croquis dibujado a mano. "

Joseph Roth, un ilustre (des)conocido



Joseph Roth murió de deliriun tremens en 1939, en París, a los 45 años. Vivía allí en un “exilio destructivo”, huyendo de lo que predijo sería la barbarie nazi. Fue considerado como uno de los grandes escritores de Europa Central; periodista agudo de alta pluma, cuyos artículos compiten en calidad y poesía con sus libros.



Imagen del escritor Joseph Roth, quien vaticinó el holocausto nazi. Archivo
“Yo solo sé escribir bien y rápido”
Joseph Roth

Malvivió en hoteles, generoso a manos llenas compartiendo lo poco que tenía, siempre debió, bebió y escribió en público rodeado de amigos y conocidos, en restaurantes, cafés o bares.
Afirmaba ser hijo de un conde polaco, haber sido oficial del Imperio Austro-húngaro en la Gran Guerra, haber conocido a Trotsky y haberse convertido al catolicismo. Todo esto hacía parte de una ficción que le gustaba propagar para generar un halo de misterio y gozar de los incautos que le creían. Sin lugar a dudas su mejor obra fue su propia vida. No en vano el certificado de defunción lo catalogó como “un individuo sin profesión”. Cruel paradoja.
Había nacido en Brody, en 1894, ciudad por entonces perteneciente a la Galitzia del Imperio de los Habsburgo, en la frontera polaca con Rusia. De familia judía y clase media baja, estudió la Universidad en Viena, capital imperial, e ingresó al ejército -como suboficial- en la Primera Guerra Mundial. Con la desintegración del Imperio su ciudad natal terminaría en Ucrania. A partir de entonces vivió interiormente como apátrida, pues a pesar de que adoptó la ciudadanía austríaca, nunca terminó de desprenderse de un pasado ya inexistente. Varios de sus libros, La Marcha Radetzky, Fuga sin Fin y El Busto del Emperador, entre otros, así lo evidencian. Coqueteó con el socialismo y el anarquismo, a comienzos de los años veinte. Sin embargo, un viaje periodístico a la Unión Soviética lo curó de dichas simpatías y lo afianzó como monarquista, defensor acérrimo del fallecido Emperador Francisco José y, más adelante, del retorno de su sucesor al trono.
Resultado de imagen de joseph roth brodyA pesar de “profesar el arte de ser judío, pero no ser como un judío”, en sus últimos años se decía católico. Su propio entierro, fuera de generar un gran problema entre sus amigos de ambas creencias, fue otra muestra de su peculiar historia personal. Asistieron: un sacerdote, un rabino, tres de las mujeres a las que amó, pues su esposa judía había padecido una enfermedad mental y terminó en un hospital siquiátrico, para luego ser asesinada por los nazis en Austria. También estaban presentes el secretario personal del heredero al trono Austro-húngaro, la ex esposa de Stefan Zweig, dado que el escritor, su gran amigo, no alcanzó a llegar, un alto representantes de los comunistas austríacos, exiliados de toda Europa, escritores, periodistas y más de un apátrida al que el “Santo Bebedor” le dio la mano, a pesar de su propia pobreza.
Su obra está compuesta por 13 novelas, 8 relatos y una gran cantidad de artículos que publicó en diferentes medios impresos en varios países, en especial el Frankfurter Zeitung. Como dice Antonio Muñoz Molina “escribía sus artículos a toda prisa en agobios de última hora que se convertían en rachas de inspiración. También sus novelas más ambiciosas…”. Era lógico pues sobrevivía gracias a los anticipos que recibía por los libros o artículos por publicar. De ahí su afán en poder enviar textos para cumplir y esperar un próximo anticipo. Hay quienes lo califican como poseedor de un estilo “melancólico, irónico-burlón”, para otros como alguien que logró incorporar la poesía en su prosa, y otros más como un escritor oscuro. Con seguridad hay algo, o mucho, de esto en él. Un amigo suyo dijo que “a Roth le interesaban muy poco las teorías de la novela. En ese sentido era un artista naif. Tenía la relación de un artesano con su oficio”. El propio autor escribió: “siempre me ha faltado corazón. Desde que soy capaz de pensar, pienso sin piedad”.
Lo cierto es que su angustiante y atormentada vida, regada por el licor, pudo haber quedado olvidada para siempre bajo los escombros de la guerra. Stefan Zweig, con quien mantuvo una muy activa correspondencia, quiso escribir un libro sobre Roth, a quien invitó a ir a Brasil con él. El suicidio de Sweig en Florianápolis no le permitió plasmar este testimonio sinigual. En una de las cartas cruzadas, Joseph Roth le suelta al gran historiador una frase lapidaria: “ser amigo mío es funesto”.
Resultado de imagen de joseph roth brodyPara el lector que desea saber un poco más de este personaje de novela, se da pronta cuenta de que más que un escritor de culto, es un referente obligado para una gran cantidad de fieles lectores, críticos y académicos que continúan reivindicando su obra. Job, La Cripta de los Capuchinos, Hotel Savoy, La historia de la noche mil dos, El Profeta Mudo, El Anticristo, El Triunfo de la Belleza, el Jefe de Estación Fallmerayer, y la recopilación de sus crónicas en Judíos Errantes, El juicio de la historia o La filial del infierno en la tierra, son de lectura obligatoria. Varios de sus libros y relatos fueron llevados al cine o al teatro. Uno de los más bellos es La leyenda del Santo Bebedor, texto con mucho de autobiográfico, producción dirigida por Ermanno Olmi.
Como un profeta del apocalipsis que se avecinaba, Roth escribió esta frase premonitoria en 1932, en Berlin, un año antes de la llegada de los nazis al poder en Alemania: “Es hora de partir. Quemarán nuestros libros y a nosotros con ellos (…) hay que irse para que solo sean los libros los que van a quemar en la hoguera”. De allí su exilio en París. Como señala otro de sus críticos, “en Roth, el periodismo nunca fue pasado, siempre estuvo presente”. En 1984 Klaus Westermann recogió del olvido en las hemerotecas los trabajos periodísticos de un autor que “había fascinado a dos generaciones antes”. Aventurando una hipótesis, su relación indisoluble periodismo/literatura vendría a ser rediviva muchos años después, y de qué manera, por el Maestro Gabo. Es un tema que da para una mayor profundización.
Pocos días antes de morir escribe una serie de artículos sobre la Guerra Civil española. Uno de ellos, El payaso desconocido de Barcelona, es una pieza magistral, digna de una antología de textos poéticos dentro del horror de un conflicto armado. Escéptico por naturaleza creía ser “… totalmente incapaz de preservar más espacio en mí para clase alguna de entusiasmo en detrimento de mi escepticismo”.

Job (fragmento)

"Se abrazaron como hacía dos días y como la víspera, en medio del campo, entre los frutos de la tierra, rodeados y cubiertos por las pesadas espigas, que se inclinaron complacientes cuando Iván y Miriam se dejaron caer. E incluso antes de que los amantes se acostaran, parecieron hacerlo las espigas. Su amor fue aquella tarde más breve, violento y temeroso, como si Miriam debiera partir a América al día siguiente. Temblaba ya la despedida en ese amor. Aun al estrecharse el uno al otro empezaron a sentirse lejanos, con un océano de por medio. «¡Suerte la mía que me voy!, y suerte que éste se queda aquí», pensó Miriam.
Permanecieron echados largo rato, exhaustos, mudos, como dos heridos graves. Miles de ideas cruzaron por sus cerebros. No sintieron la lluvia que empezaba a caer. Había comenzado lenta y silenciosamente, y las pesadas gotas tardaron bastante en atravesar la masa dorada de las espigas. De pronto se encontraron a merced del agua. Se levantaron y echaron a correr. La lluvia los desconcertó, transformando totalmente el mundo y haciéndoles perder la noción del tiempo. Les pareció que debía ser muy tarde e intentaron oír las campanadas de la torre. Pero sólo se oía el aguacero, que caía cada vez más fuerte: los otros sonidos de la noche se habían apagado. Se besaron en las caras empapadas y se apretaron las manos, pero había agua entre los dos y no pudieron sentir sus cuerpos. Se despidieron deprisa, sus caminos se separaron e Iván desapareció entre la lluvia.
[...]
Llegó a la puerta de su casa y esperó un momento en el umbral, como si fuera posible secarse en pocos minutos. Por último decidió entrar. La habitación se hallaba a oscuras; todos estaban durmiendo. Se acostó sin hacer ruido, con el vestido mojado para que se le secase sobre el cuerpo. No se movió en toda la noche. Afuera se oía llover.
Todos sabían ya que Mendel se iba a América. Sus alumnos fueron dejando de asistir uno tras otro. Al final quedaron sólo cinco chicos, y aun éstos asistían irregularmente. Kapturak no había traído aún los papeles ni Sam había enviado los pasajes. Pero la casa de Mendel Singer empezaba ya a desmoronarse. "
Joseph Roth, periodista alemán exiliado en París, publicó en el periódico “Parisien Tageszeintung” el día que acabó la guerra en la Ciudad Condal, 26 de Enero del 39, un artículo en el que planteaba: “¿Quién entonará el cántico de gloria al payaso desconocido de Barcelona, que incluso huyendo al refugio, frente a la muerte, y lo que es peor, con la muerte a la espalda, aún pensó en llevar consigo
su herramienta de trabajo, su atuendo, su carácter, su esencia?”.

EL DESCONOCIDO PAYASO DE BARCELONA


POR JOSEPH ROTH
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«PARISIER TAGESZEITUNG», 26 de enero

En Barcelona, la infortunada ciudad, hay
un payaso que hace reír a los niños en los
refugios donde se han salvado de los ata¬
ques aéreos. En los periódicos se ve su fo¬
tografía. Ahí está con su atuendo de bu¬
fón, en el sótano, en medio de los niños
que se han salvado de las bombas, y hace
gracias.

Quizás, en el próximo instante, 
los alcance a él y a los niños en el sótano una
bomba alemana o italiana. Acaso a la
misma hora, incluso probablemente,
se destruye la casa paterna donde los niños 
nacieron y crecieron, 
los niños que ahora se ríen


de las gracias del payaso:
en el sótano, en el
refugio, refugiados, al
albrigo de la muerte.

¿Quién entonará el
cántico de gloria del
payaso desconocido de
Barcelona, el que incluso huyendo
 al refugio, frente a la muerte,
y lo que es peor: con la
muerte a su espalda, aún pensó en llevar
consigo su herramienta de trabajo, su
atuendo, su carácter, su esencia? 
¿Ha probado alguna vez 
un hombre estar más familiarizado
 con la muerte que un pretendido héroe? 
Se alza el payaso en el sótano
para hacer olvidar a los niños el miedo a la
muerte, ya hasta para hacerles reír.

¿Qué digo del payaso? Si jamás uno de
los muchos bufones que el mundo ha visto
ha aportado honor a su nombre profesional, ése ha sido él.

Acaso, mientras pasaba volando sobre
ellos, la muerte ya los ha alcanzado, a él y
a los niños que ha hecho felices. Si alguna
vez se identificaran sus restos, le correspondería 
una tumba especial, en un monumento al payaso 
desconocido, el bufón
desconocido de Barcelona.



Joseph Roth.


Joseph Roth, Job 
Trad. de Berta Vias Mahou. Acantilado. Barcelona, 2007. 218 págs.
Joseph Roth, La rebelión
Trad. de Feliu Formosa. Acantilado. Barcelona, 2008. 148 págs.

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El jefe de estación Fallmerayer (fragmento)

"Este extraño aroma permaneció en la casa, en la memoria, hasta podría decirse que en el corazón de Fallmerayer con una fuerza mucho mayor que la catástrofe. Y durante las semanas siguientes, en las cuales se investigaron detenidamente y de acuerdo a lo prescrito las causas más precisas y los sucesos más detallados del siniestro, y en las que Fallmerayer fue interrogado un par de veces, éste no cesó de pensar en la mujer y, como aturdido por el olor que ella había dejado en torno suyo y dentro de él, dio respuestas casi embrolladas a preguntas precisas. Si su trabajo no hubiera sido relativamente fácil y él mismo no se hubiera convertido desde años atrás en un componente casi mecánico del servicio, ya no habría podido ejercerlo con la conciencia limpia. Sigilosamente, esperaba en cada correo una noticia de la mujer. No dudaba de que ella escribiría, como era lo correcto, para agradecer la hospitalidad. Y, en efecto, un día llegó de Italia una gran carta azul oscuro. La Walewska escribía que había continuado con su esposo el viaje hacia el sur. En ese momento se encontraba en Roma. Ella y su esposo querían viajar hasta Sicilia. Para las gemelas llegó al otro día una linda canasta de frutas, y del esposo de la condesa Walewska para la esposa del jefe de estación un paquete de rosas pálidas y fragantes. Había tardado mucho —escribió la condesa— antes de encontrar tiempo para dar las gracias a sus bondadosos anfitriones, pero había seguido sintiéndose conmocionada hasta mucho tiempo después de su arribo a Merano y había requerido de reposo. Fallmerayer llevó de inmediato las frutas y las flores al departamento. Pero la carta, aunque había llegado un día antes, la retuvo un poco más. Frutas y rosas despedían un aroma muy fuerte del sur, sólo que a él le parecía como si la carta de la condesa tuviera un aroma más poderoso. Era una carta breve. Fallmerayer la sabía de memoria: conocía perfectamente el lugar de cada palabra. Escrita con tinta lila y con rasgos grandes y presurosos, las letras eran como una hermosa multitud de pájaros esbeltos, extraños, con raras plumas, que revoloteaban contra el fondo azul profundo. «Ania Walewska» decía la firma. Acerca del nombre de pila de la mujer, que nunca se atrevió a preguntarle, desde tiempo atrás sentía una gran curiosidad, como si ese nombre fuera uno de sus secretos encantos corporales. Ahora que lo conocía, era para él como si ella le hubiera regalado un dulce secreto. Y por celos, a fin de guardarlo sólo para él, se resolvió a mostrar la carta a su mujer sólo dos días más tarde. Desde que conocía el nombre de la Walewska, se dio cuenta de que el de su mujer (se llamaba Clara) no era hermoso. Cuando vio con qué manos tan indiferentes la señora Clara desdoblaba la carta de la desconocida, recordó también las manos de ésta… así, como si las viera por primera vez, sobre la piel, unas manos inertes, dos centelleantes y plateadas manos. Entonces hubiera debido besarlas —pensó por un momento. "
Anna Rossell

Resultado de imagen de joseph roth brodyLos grandes acontecimientos históricos han sido siempre fuente de inspiración para la literatura. Hay en ellos material épico abundante para fabular e inmortalizar hechos y ambientes que mantienen vivo su recuerdo. Sin embargo no abundan los autores capaces de captar sus entresijos, de leer en los repliegues de la historia y plasmarlos con la sensibilidad necesaria para que resulten cercanos. Son escasos los que logran no simplemente hacerlos entender, sino comprender. Únicamente lo consiguen quienes, más allá de la mera descripción de los hechos, encuentran el lenguaje para describir con sutileza y profundidad sus consecuencias para los seres humanos involucrados en ellos. Joseph Roth pertenece a este linaje. El es uno de los más grandes representantes de la literatura centroeuropea en lengua alemana de principios del siglo XX. El supo retratar como ningún otro el desmoronamiento del imperio austro-húngaro. Nacido en 1894 en Brody -Galicia del este, centro-Europa-, austriaco de ascendencia judía, fue uno de los autores de la llamada generación perdida europea. Coetáneo de Stefan Zweig y como él, y a diferencia de tantos otros, nada entusiasta de la Gran Guerra, participó finalmente en ella y después de la contienda se vio obligado a interrumpir sus estudios para sobrevivir. Puede decirse que fue escritor en el más amplio sentido de la palabra, pues se dedicó tanto al periodismo, en el que cultivó toda clase de géneros (reportaje, glosa, crítica teatral, cinematográfica y literaria), como a las bellas letras, y muchos valoran tanto la alta calidad de sus trabajos periodísticos como su obra más estrictamente literaria. Resultado de imagen de joseph roth brodyEs magistral su dominio de la pluma y poseía un desarrollado sentido del olfato para anticiparse a los acontecimientos: su novela La tela de araña (1923) es una detallada descripción del advenimiento y la intrincada construcción del nacionalsocialismo diez años antes de la subida de Hitler al poder. A estas cualidades hay que añadir su sagacidad y la precisión de su escritura periodística, que lo sitúan a la altura de contemporáneos suyos de tanto renombre como Egon Erwin Kisch y Kurt Tucholsky. Roth, que trabajó para los periódicos más importantes de la época y firmaba sus colaboraciones para el diario socialista Vorwärts con el sobrenombre de Joseph el rojo, ejerció la crítica político-social y arremetió contra los políticos reaccionarios de su tiempo.
Autor de cuantiosas novelas, la mayoría de ellas traducidas al español, su fama comenzó a extenderse sobre todo a partir de La marcha de Radezky (1932). A través del devenir de varias generaciones de la familia Trotta, Roth transmite en ella una visión panorámica del canto del cisne de la monarquía de los Habsburgo, saga cuyos avatares retomó en La cripta de los capuchinos (1938). El tono especialmente melancólico de su escritura a partir de 1926 -año en que viajó a la URSS como corresponsal- da idea del cambio de rumbo que, por desencanto, sufrió su ideología de tendencia socialista, que se tornó en nostalgia de la época monárquica. Como su coetáneo Zweig, veía en aquel pasado un tiempo glorioso que había sabido unir nacionalidades y culturas diversas, un momento álgido de cosmopolitismo cultural perdido para siempre.Resultado de imagen de joseph roth brody
Resultado de imagen de joseph roth brodyPero Roth conservó la mirada lúcida y penetrante que ve en la humildad y el sufrimiento del menos favorecido un reflejo de las condiciones sociales y políticas que rigen su destino. La andadura de sus personajes es la que habla de la verdadera historia, no hay otra. El realismo de su prosa se nutre de su capacidad para la observación y la descripción sensible de lo minucioso. El universo que sale de su pluma es el de las personas de carne y hueso que transportan al lector al ambiente que las envuelve y le sumergen irrefrenablemente en él. En La rebelión (1924) viajamos al escenario vienés de la primera posguerra mundial y acompañamos a Andreas Pum en sus esfuerzos cotidianos por rehacer su vida. Pum es un ex combatiente inválido que ha visto recompensados sus servicios a la causa con una condecoración y una licencia para tocar el organillo por las calles. Todo en la novela gira en torno a este personaje. El constituye el eje a partir del cual Roth desgrana el desencanto sufrido por tantos otros como él, gente sencilla, ávida de calidez humana. Su ingenua naturaleza le permite creer firmemente en el orden del mundo y en Dios, en el gobierno y en las leyes, y a despreciar a quienes se desmarcan de su manto supuestamente protector. Su condecoración y su licencia le llenan del inocente orgullo que sustenta su fe en los hombres y el futuro. Pero la insensible frialdad de aquellos que han rehecho su vida como si la guerra no hubiera significado más que un breve e incómodo paréntesis, la crueldad de quienes se arriman al sol que más calienta a costa de lo que sea y de quien sea y sobre todo la sinrazón de los mecanismos de una burocracia que no sirve al individuo sino que lo pone absurdamente a su servicio, le irán convirtiendo en un opositor, un rebelde como los que él antes despreciaba. Aunque en un registro narrativo muy distinto del de Kafka, Roth, como el escritor de Praga, retrata un mundo en el que la burocracia y la corrupción determinan el destino del individuo como antes lo hiciera Dios. La vida de Andreas Pum, como la de K. en El Proceso, transcurrirá y se apagará, víctima de este omnipotente desatino.

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Roth es el escritor de los más desfavorecidos, el narrador de mundos que se vienen abajo. También en Job (1930) describe una biografía triste. También Job es la historia de un desencanto. La novela narra la andadura de una humilde familia judía de Zuchnow, una pequeña localidad por aquel entonces rusa. En el protagonista Mendel Singer el autor recrea la historia de Job. Como el personaje bíblico, también Mendel Singer es un hombre piadoso y recto, que confía plenamente en el Dios bondadoso y cree ciegamente en el sentido oculto de los designios divinos. La modesta vida que le permite llevar su sueldo de maestro, con el que debe alimentar a su mujer Deborah y a su descendencia, transcurre con cierta tranquilidad hasta el nacimiento de su cuarto y último hijo, Menuchim. El benjamín de la familia es un niño tullido, que con su enfermedad sumirá a los padres en la tristeza más profunda. El infortunio de los Singer va en aumento al ser llamados a filas sus otros dos hijos varones y acaba de colmarse cuando su hija se entrega a sus amoríos con cosacos, amoríos que el padre desea cortar de raíz.


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La carta de uno de los hijos, que les informa de su deserción y de su nueva vida en los EEUU y les invita a seguirle llega en el momento justo. La familia emigra a América y deja atrás a Menuchim, al cuidado de una joven pareja. Estalla la guerra y las desgracias se suceden cayendo como una plaga sobre ellos: el hijo americano se alista voluntario y pierde la vida en la contienda, el otro sirve al zar y se da por desaparecido, la madre muere como consecuencia de la noticia y la hija enloquece. Como Andreas Pum contra el Estado y el gobierno, también Mendel Singer se rebela contra Dios. Le declara la guerra a un Dios desconsiderado e injusto al que acusa de cruel y de cebarse en los más débiles. Mendel Singer pierde su fe, deja de rezar, destierra a Dios de su corazón y abomina de Él. Su mundo interior se ha desmoronado. El final, feliz a pesar de todo, casi de cuento de hadas, no resta calidad al genio narrativo de Roth, cuya selecta pluma moldea al personaje con magistral sutileza y sabe hacer del lenguaje literario una exquisita herramienta. Salpicando el texto con notas de finísimo humor -evitando en todo momento el melodrama-, da vida a las emociones más inasequibles. Roth pone de manifiesto los recovecos más recónditos del alma de sus criaturas con la mera insinuación de un gesto, sabe captar y transmitir como nadie lo etéreo, lo sublime, lo inmaterial. Es el maestro de lo intangible.
(En: Quimera. Revista de Literatura, núm. 296 / 7, julio-agosto 2008, pp. 96-97)
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El Anticristo (fragmento)

"Se venera al constructor de las máquinas y a las máquinas; del mismo modo que los hijos de Israel veneraron a Aarón y, no obstante, bailaron en torno al becerro de oro que le habían visto fabricar con sus propias manos.
En efecto, si se enseña a la gente que Dios no existe, la gente se fabrica ídolos.
Es exactamente lo mismo que hace cinco mil años: cuando Moisés, que anunciaba al Dios de la zarza, desapareció por un período de cuarenta días en la cumbre del Sinaí, los hijos de Israel pidieron el becerro de oro.
Y si les quitan a san Elías, bailarán en torno al aparato de física.
Y si no marchan en procesión, bailarán alrededor del tractor.
Lejos de nosotros vilipendiar al tractor y alabar al buey.
Pues, según dijimos al principio, la maldición de Dios de trabajar la tierra con el sudor de nuestra frente se vio mitigada por la gracia de la razón que nos hizo inventar el tractor con el que labramos la tierra.
Sin embargo, tenemos tan pocos motivos para sentirnos orgullosos del tractor como de los bueyes. Quizá hubo un tiempo en que los necios rezaban al arado y a su inventor. El buey, el arado y el tractor nos los ha dado Dios. Sólo a Él debemos adorar.
Pero si se consideran méritos humanos sus dones y sus gracias, o peor aún, pruebas contrarias a su existencia, será porque lo manda el Anticristo.
El aparato de física con el que podemos imitar el trueno y el rayo es también un regalo de Dios, lo mismo que los truenos y los rayos auténticos. Pues Él nos ha dado la razón con la que hemos inventado el aparato.
El trueno y el rayo, la bendición de la lluvia y los cereales, los frutos en los árboles, el espanto del granizo, en una palabra, la vida y la muerte, nos los otorga ese poder a quien damos el nombre de «Señor».
Él nos da también la inteligencia para perfeccionar sus bendiciones y mitigar su maldición.
En vez de alabarle por ello creemos reconocer su inexistencia precisamente al ver los resultados de su gracia.
Nos parecemos, pues, a aquel mendigo y pedigüeño que recibió una vez de un rico una limosna que dio frutos más tarde e hizo rico al mendigo. Entonces, dijo éste: «El rico no me ha dado ninguna limosna. Yo solo me he hecho rico».
No conozco otra clase de ricos.

En este país se esfuerzan por restablecer la dignidad de todas las personas. En eso reconocí el dominio del Anticristo también en esta tierra donde se hacen esfuerzos por restablecer sin diferencias la dignidad de todos. "



Joseph roth y la pelicula

La relación de Joseph Roth con el medio moderno de la película fue, como mucho en su vida, ambigua. En "Hotel Savoy", "April", "The Mute Prophet", "The Flight Without End" y "Tarabas", se trata principalmente de la influencia corrupta o engañosa del medio en sí o de toda la industria cinematográfica y cinematográfica. Roth en su ensayo "El Anticristo" se quejó contra Hollywood, [el] Hades del hombre moderno , y vio en el cine al derrotista El Hogar de las Sombras . Fritz Hackert ("Pesimismo cultural y forma narrativa", 1967), Dietmar Mehrens ( "De la comisión divina de la literatura", 2000 ) y Klaus Westermann ("Joseph Roth, periodista",
Por otro lado, Roth pasó el último año de su vida trabajando en tres guiones simultáneamente. Uno de ellos llevaba el título de trabajo "El último carnaval de Viena". Pero eso no fue todo: faltaba poco y Roth habría caído en el propio "Hades" e hizo una carrera como autor de cine en Hollywood. Irónicamente, una diva del cine, un tipo de mujer que no se escapa muy bien en el trabajo de Roth (mencionado solo como un ejemplo de "El Profeta Mudo"), le había ofrecido al escritor la necesidad material de pagarle el viaje a América: Marlene Dietrich. Pero no debería llegar tan lejos.
Roth no ha experimentado las grandes y elaboradas adaptaciones de muchas de sus obras, especialmente en los años setenta y ochenta. Al menos no llevaban un estilo americano (la vagamente inspirada en "Job", 1936, resultado de la tira estadounidense "Pecados del hombre" de Otto Brower Roth, según el informe del cineasta húngaro Geza de Cziffra, Roth, por una catástrofe de primera categoría), Pero una muy austriaca. Porque algunos de los mejores directores austriacos dirigieron el rodaje. Y participaron algunos de los artistas más importantes de la República Alpina. 
Roth incluso ha dado el salto al medio de los cómics, el "noveno arte". La pequeña editorial de cómics vienesa GmbH, editora de la revista profesional Comic forum., realizado a principios de los años noventa con el álbum en blanco y negro "The Memoirs of Mr. Griffaton" para la versión alemana de una historia de cómic de mal humor basada en "Hotel Savoy". ¿A Roth le gustaría?

Filmar novelas y cuentos de un vistazo

  • "The Rebellion" (1962) - Película televisiva alemana (b / w) de Wolfgang Staudte. Con Josef Meinrad, Ida Krottendorf, Fritz Eckhardt.
  • "Marcha Radetzky" (1965) - österr.-dt. Película de televisión (b / w) en tres partes por Michael Kehlmann. Con Leopold Rudolf, Helmut Lohner, Walter Sedlmayr.
  • "La historia de la noche 1002" (1969) - Película de televisión alemana en dos partes de Peter Beauvais. Con Walter Reyer, Johanna Matz, Dietmar Schönherr.
  • "Trotta" (1971): largometraje alemán de Johannes Schaaf basado en motivos de la novela "La cripta de los capuchinos" (escrita por Johannes Schaaf y Maximilian Schell). Con András Bálint, Rosemarie Fendel, Doris Kunstmann.
  • "The Wrong Weight" (1971) - Película alemana de Bernhard Wicki. Con Helmut Qualtinger, Agnes Fink, Evelyn Opela.
  • "Jefe de estación Fallmerayer" (1975) - alemán-austriaco. Largometraje de Walter Davy. Con Helma Gautier, Wolfgang Hübsch, Martina Poyer.
  • "Trabajo" (1978) - österr.-dt. Película de televisión en tres partes por Michael Kehlmann. Con Günter Mack, Martha Wallner, Despina Pajanou.
  • "Tarabas" (1981/82) - österr.-dt. Película de televisión en tres partes por Michael Kehlmann. Con Helmut Lohner, Günter Mack, Klausjürgen Wussow.
  • "Vuelo sin fin" (1985/86) - alemán-austriaco. Película de televisión en tres partes por Michael Kehlmann. Con Helmut Lohner, Mario Adorf, Peter Weck.
  • "La leggenda del santo bevitore" (1988) - Italiano francés. Largometraje después de la novela "La leyenda del santo bebedor", de Ermanno Olmi. Con Rutger Hauer, Anthony Quayle, Sandrine Dumas.
  • "The Spider Web" (1989) - largometraje alemán de Bernhard Wicki. Con Ulrich Mühe, Klaus Maria Brandauer, Armin Mueller-Stahl.
  • "The Rebellion" (1993) - Película de televisión austriaca de Michael Haneke. Con Branko Samarovski, Judit Pogány y Thierry van Werveke.
  • "Marcha Radetzky" (1993/94) - österr.-franz.-dt. Película televisiva en tres partes de Axel Corti y Gernot Roll (Axel Corti murió antes del final de la filmación). Con Max von Sydow, Charlotte Rampling, Julia Stemberger.


Mientras tanto, casi todas las películas mencionadas aquí están disponibles en DVD. Si desea saber más, use la columna de información de Amazon a la derecha.

Cabe destacar también tres documentales de televisión sobre Joseph Roth. La contribución de 45 minutos de Susanne Bausch "I draw the face of time", producida para el SDR en 1989, ofrece una visión general del trabajo del poeta sobre la base de muchos extractos de las películas mencionadas anteriormente. El mismo video de 45 minutos "Viaje a Brody: Tras las huellas de Joseph Roth", de Egon Humer, retrata a Brody, el lugar de nacimiento de Roth en el este de Galicia, y la vida de la población judía de antaño en contraste con la vida en la ciudad ucraniana actual. La producción de ORF se remonta a 1993. El retrato de Hans Keller para el SFB en cooperación con Arte "Lo más importante es lo observado: Joseph Roth (1894-1939)" desde 1994, finalmente, a partir del exilio del poeta en París.
la adaptación cómica
  • Las memorias del señor Griffaton. Capítulo 1: "Después de la guerra". Dibujos: Ruben Pellejero; Texto: Jorge Zentner (basado en los motivos de la novela "Hotel Savoy"). (Biblioteca de cómics de la serie) Viena: Comic Verlagsgesellschaft mbH 1990. S. 3-18.

Resultado de imagen de joseph roth brody Wilhelm: Tarabas / Trabajo y vuelo sin fin / Radetzky March / Don Carlos

En las novelas de Josef Roth, los trágicos destinos individuales representan problemas humanos y sociales: la historia de la vida del coronel ruso Tarabas trata sobre la culpa y la expiación; Job es una versión más actualizada de la historia de la exaltación celestial temerosa de Dios del mismo nombre en el Antiguo Testamento, y vuelo sin fin es la historia de un miembro de la "Generación Perdida", jóvenes desarraigados por las experiencias de la Primera Guerra Mundial. Probablemente la novela de Roth más importante y más conocida es la primera (aún en blanco y negro) coproducción entre BR y ORF 1964/65 organizada por Radetzky MarchUsando el ejemplo de la familia Trotta, uno de los cuales una vez salvó la vida del emperador Franz Josef I en la batalla de Solferino en 1859, la novela pinta un cuadro de un orden social encarcelado en tradiciones tradicionales e incrustadas. En el destino del hijo más joven de la trotta, Carl Joseph, nieto del héroe de Solferino, crea una imagen melancólica, en ocasiones también suave y desgastada por la ironía de la caída y desaparición de la monarquía del Danubio. El bastante suave y sutil Carl Joseph reconoce que el "Antiguo Orden" no perdurará, pero es incapaz de encontrar su camino en los trastornos emergentes. (Por cierto, este fascinante material fue recientemente presentado en televisión por Axel Corti en 1993. Haga clic aquí para ver el Ediciones en DVD de ambas películas .
Para comenzar con el compositor Rolf Wilhelm, recomendamos la variada muestra de la familia Bear de la serie  "Compositores de cine alemanes"En los dos CD actuales de Alhambra, obtendrá una visión más profunda de Wilhelm, que destaca la sinfonía de cine de influencia clásica que se ofrece. Toda la música representada representa una instrumentación sinfónica exquisitamente ejecutada de motivos distintivos y temas memorables. Por lo general, se enfoca en un tema principal que se mueve a través de toda la música en variaciones imaginativas y contrapuntuosamente y conecta todo entre sí. No se aplica ruido ni se aplica de manera innecesaria. El uso ocasional y bien calculado del aparato completo se enfrenta a un conjunto orquestal bastante delgado, que es compatible con muchos solos, a veces elegíacos (generalmente el viento de madera). En las suites aproximadamente (en cualquier caso, sustancialmente presentadas), Rolf Wilhelm demuestra ser un artesano soberano e impecablemente activo con un sentido de drama y una atmósfera armoniosa. Y por último, pero no menos importante, su música también tiene su propia voz enraizada en las tradiciones europeas.
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El primer álbum une a Tarabas y Job . El rapsódico eslavo en Tarabas es similar al tono judío en Job , lo que hace que las dos músicas se unan particularmente en armonía. Al menos en relación con los dos anteriores, el escape , por lo tanto, llega sin fin ; Una música que tiene un tema principal particularmente exitoso. Un contraste sorprendente es la marcha vienesa de Radetzky y la música renacentista española hábilmente diseñada para Don Carlos .
Casi inevitablemente, la famosa Marcha Radetzky en la música de la película para el mismo nombre también representa temáticamente el elemento principal dramáticamente usado y todo junto. El compositor constantemente deja que esto aparezca en impresionantes reflexiones, en parte fantasmales. También hay citas ricamente incorporadas de piezas de música conocidas, como el himno Haydn del Kaiserquartett, "Dios conserva a Franz el Emperador", el Strauss Imperial Waltz y la igualmente famosa marcha fúnebre de Frederik Chopin. Y además de algunas piezas que funcionan como música de fondo, también hay algunos pasajes compuestos enfáticamente.
La música para Radetzkymarsch, que es inusualmente suntuosa y de banda ancha para las condiciones de la televisión a principios de la década de 1960, no se corresponde con los estándares de televisión típicos, más bien modestos, que suenan en la época. Aún más intensificado en la espléndida y espléndida composición de don Carlos . Escuche las fanfarrias festivas de cortesía y preste atención al toque histórico muy convincente de esta música teatral y al mismo tiempo cinematográfica. Al igual que The Nibelungen , Hollywood y el modelo Miklós Rózsa no están muy lejos.
Hay que dejar claro que el panorama de la televisión y el cine germano-austriaco, especialmente en la década de 1960, simplemente no significaba Hollywood, sino que solía ser una mini-orquesta en el trabajo. Configuraciones como las dos aquí presentadas, grabadas con unos 50 músicos pertenecían en aquellos días a las grandes excepciones y al mismo tiempo evidencian la reputación particularmente buena que poseía su compositor. (Como muestra Bear-Family-Sampler, Rolf Wilhelm recibió en su mayoría asignaciones con un mejor sonido de la producción de cine de los años 50 a los 70, muy modesto y cualitativamente muy modesto entre Alemania y Alemania).

Trottaescritor
(1971)
Escritor deRadetzkymarsch
(1994)
(1989)

Filmografia

Ocultar  Esconderescritor (17 créditos)
 2009Hiob (TV Movie) (novela) 
 1994Radetzkymarsch (TV Mini-Series) (novela - 2 episodios) 
Episodio # 1.2 (1994) ... (novela)
Episodio # 1.1 (1994) ... (novela)
 1993Die Rebellion (TV Movie) (novela) 
 1989La tela de araña (novela) 
 1988La leyenda del santo bebedor (novela) 
 1985Flucht ohne Ende (TV Movie) (novela) 
 1981Tarabas (TV Movie) (novela) 
 1978Hiob (Mini Series de TV) (novela - 3 episodios) 
Zweiter Teil (1978) ... (novela)
Erster Teil (1978) ... (novela)
Dritter Teil (1978) ... (novela)
 1978Geschichte einer Liebe (Película para televisión) (novela: "Geschichte einer Liebe")
 1976Stationschef Fallmerayer (novela) 
 1971Das falsche Gewicht (TV Movie) (novela) 
 1971Trotta (novela "Die Kapuzinergruft") 
 1969Die Geschichte der 1002. Nacht (TV Movie) (novela) 
 1965Radetzkymarsch (película de la TV) (novela) 
 1963Die Legende vom heiligen Trinker (película de TV) (historia) 
 1962Die Rebellion (TV Movie) (novela) 
 1936Sins of Man (novela "Job") 
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Joseph Roth 
(1894-1939)
Bienvenido a la página de inicio de Joseph Roth, dedicada al poeta y periodista austriaco Joseph Roth, uno de los narradores alemanes más maravillosos y sin duda más importantes del siglo XX, un vagabundo entre los mundos. Roth nació en 1894 en el Brody gallego cerca de Lemberg (Lviv) y murió en el exilio en París en 1939 como resultado de su grave adicción al alcohol.




Hotel Savoy (fragmento)

"Me alegra cambiar de vida una vez más, como tantas veces he hecho durante estos últimos años. Veo al soldado, al asesino, al que estuvo a punto de ser asesinado, al resucitado, al encadenado, al emigrante.
Recuerdo una neblina matinal, oigo el redoble del tambor de una compañía que se pone en marcha, ventanas que se abren con estrépito en el piso más alto; diviso a un hombre en mangas de camisa de color blanco, las extremidades de los soldados que se mueven con brusquedad, un claro del bosque brillante de rocío; me lanzo sobre la hierba ante el avance del “enemigo supuesto” y tengo el íntimo deseo de quedarme tendido en ella, eternamente, en la hierba aterciopelada que acaricia la nariz.
Escucho el silencio, el blanco silencio de la sala del hospital. Una mañana de verano, me levanto, oigo los trinos de las alondras, llenas de salud, saboreo el cacao matinal con panecillos de Viena y el olor a yodoformo en la “primera comida”.
Vivo en un mundo blanco de cielo y nieve; los barracones cubren la tierra como una lepra amarilla. Saboreo la última chupada, tan agradable, de una colilla encontrada en el suelo, leo la página de anuncios de un antiquísimo periódico de mi país, que le permite a uno recordar nombres de calles familiares, reconocer al estanquero, a un conserje, a una Agnes rubia con quien uno se acostó.
Oigo la lluvia refrescante durante la noche en vela, los carámbanos que se funden de prisa al calor del sonriente sol matinal; palpo los pechos robustos de una mujer que me encuentro por el camino, con la que me he acostado sobre el musgo, y me agarro a la blanca magnificencia de sus muslos. Duermo con un sueño pesado en el granero, en el pajar. Recorro los surcos de los campos arados y me detengo a escuchar el débil sonido de una balalaica.
Son tantas las cosas de las que uno puede empaparse sin que por ello cambie en absoluto su cuerpo, su manera de andar y de comportarse. Beber con avidez de millones de recipientes, no saciar nunca la sed, pasar de un color a otro como un arco iris, sin dejar de ser nunca un arco iris con la misma gama cromática.
Podía entrar en el Hotel Savoy con una camisa y salir de él dueño de veinte maletas…, y seguir siendo Gabriel Dan. "
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  La visió d´Austria  a Joseph Roth entre l´actitud críticcaa i la ficció

Estelrich i Arce, Maria del Pilar
http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/130377/3/MdPEiA_TESI.pdf


Abstract: [spa] Esta tesis sitúa al escritor austriaco Joseph Roth (Brody 1894 - Paris 1939) en su contexto socio-literario concreto, revisando detalladamente tanto su biografía como la totalidad de su obra narrativa y periodística. El objetivo es obtener una imagen del autor más rica en matices y ajustada a la realidad de lo que hasta ahora se ha dado en los estudios acerca de Roth, por lo que el trabajo se inicia con un extenso estado de la cuestión acerca de la difusión de su obra y de la literatura secundaria. La noción de Austria de este autor ha sido vista de forma parcial e incompleta, al considerarse como pertinentes tan solo las obras explícitamente relacionadas con el imperio austro-húngaro, obteniéndose una visión deformada y sectorial. La presente tesis, en cambio, enfoca esta temática como denominador común a gran parte de la obra rothiana y la considera estrechamente relacionada con su interés por la sociedad, definiendo a Roth como un autor bien integrado en su época, crítico y sagaz, que de ningún modo recurre a la Austria imperial como un medio de evasión.
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Viaje a Rusia / J. Roth ; ed. y epílogo de K. Westermann ; tr. por Pedro Madrigal.
Traducción de: Reise nach Russland. Feuilletons, Reportagen, Tagebuchnotizen 1919-1930 Joseph Roth (Brody, 1894-París, 1939), escritor austríaco de origen judío nacido en Ucrania. Roth, uno de los más prolíficos autores en lengua alemana, debe su fama a las novelas en que recrea la peregrinación de los judíos occidentales y el desaparecido mundo de la monarquía de los Habsburgo. Forzado por el régimen nazi a salir de su país, se exilió en París, donde su vida estuvo marcada por problemas financieros, el alcoholismo y una radical oposición a Hitler. Su obra es, con frecuencia, una biografía del poder y de la descomposición social ligada al ascenso del nazismo. La tela de araña (1923), Hotel Savoy (1924), Judíos errantes (1927), Fuga sin fin (1927), Izquierda y derecha (1929), Job (1930), La marcha de Radetzky (1932), El triunfo de la belleza (1934), El peso falso (1937), La cripta de los capuchinos (1938), La noche mil dos (1938), La leyenda del santo bebedor (1939), y El leviatán (1940), son algunos de sus títulos.



El peso falso (fragmento)

"Anselm Eibenschütz se encontraba de un talante extraño: pensaba con compasión, hasta con verdadera tristeza, en el pobre Jadlowker; sin embargo, al mismo tiempo, no podía disimular que los dos años de presidio que le habían caído a Jadlowker a él lo alegraban mucho. No sabía muy bien por qué, o sabía muy bien por qué y no quería confesárselo.
Luchaba consigo mismo al respecto, es decir, sobre si debía confesarse o no lo que sabía muy bien. Durante el camino, el guardia de la gendarmería Slama parecía decir toda clase de cosas tontas. Nunca antes —le parecía a Eibenschütz— había dicho Slama tantas tonterías.
La noche había caído ya. Ellos iban por la carretera ancha y arenosa entre dos bosques. Iban hacia el oeste. El sol poniente, rojizo y benévolo, les daba directamente en los ojos, cegándolos. A ambos lados del camino relucían los abetos de las lindes del bosque, por decirlo así desde dentro, como si hubieran bebido el oro rojizo del sol y lo irradiaran ahora. Se oía el incansable silbar, trinar, gorjear y cantar de los pájaros, y se olía el áspero olor de la resina, implacablemente dulce y acre, que brotaba de los dos bosques infinitos. Aquel perfume era áspero y dulce y amargo a la vez. Al inspector Eibenschütz lo excitaba, y acariciaba suavemente con el látigo el flanco derecho del caballo para acicatearlo. ¿Acicatearlo para qué? ¿Adónde corría? ¿A casa? ¿Tenía una casa? ¿Tenía todavía una casa? ¿No había un crío que chillaba por su casa? ¿El crío de Nowak...? ¡Ay, pobre inspector de pesas y medidas! Desnudo, totalmente desnudo se imaginaba estar Eibenschütz, le parecía como si el Destino lo hubiera desnudado. Se avergonzaba, y lo peor era que realmente no sabía de qué se avergonzaba. Si antes había acicateado al caballo blanco, ahora se esforzaba por frenar su galope. Brillaban ya las estrellas en el cielo, muy lejanas y totalmente incomprensibles. De vez en cuando, Eibenschütz levantaba la vista. Trataba de encontrar un consuelo, de congraciarse con ellas de algún modo. En años anteriores nunca les había prestado atención, ni mucho menos amado. Ahora le parecía de repente como si hubieran participado siempre en su vida, de lejos, desde luego, pero participado de todas formas, como a veces participan los parientes muy lejanos. "



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¿A DÓNDE PUEDO IR YO, UN PIANO DESAFINADO? 
Joseph Roth. Wohin soll ich jetzt?.
Viajaban en trenes nocturnos gracias a un bono de trenes que permitía ciertas extravagancias a unos entonces jóvenes que preparaban una tesis sobre la caída del imperio Austrohúngaro. 
Nunca sabían el destino. Elegían las ciudades por la sonoridad de su nombre. Alguna vez llegaban a las fronteras y volvían. Se lo habían leído a Roth y eso era bastante para pasar las noches en un tren vacío. 
Lo hacían porque siempre está por responder la pregunta con la que Roth cerraba sus novelas ¿a dónde puedo ir yo, un Trotta?. Wohin soll ich jetzt, ich, ein Trotta?. La respuesta sólo estaba en un viaje con los ojos de otro tiempo, hoy todos saben el destino, por eso no hay viajeros. Esto fue un viaje al pasado.
Una vez dijo el viajero que lo hacían porque sólo Roth sabía ver Viena con los ojos del exilio y leyó “ "aquellas tardes fugaces, temerosas, teníamos que precipitarnos para aprehenderlas antes de su desaparición". "Y me gustaba, por encima de todo, sorprender su último reflejo, el más dulce, en un café, donde se insinuaba todavía, tenue, como un perfume".”
Joseph Roth (Brody, Imperio austrohúngaro, 2 de septiembre de 1894 - París, 27 de mayo de 1939) fue un novelista y periodista austríaco de origen judío. Junto con Hermann Broch y Robert Musil, uno de los mayores escritores centroeuropeos del siglo XX. 
Nació en los confines del imperio Austrohúngaro, en Brody, en la región de Galitzia, entre Polonia y Ucrania. Su familia era judía. Su padre les abandonó antes de que naciese. Participó en la Primera Guerra Mundial y desde entonces hablaba de la “pérdida de la patria”. 
Después de la guerra, trabajó en Der Friede y Der Neue Tag, en Viena. Al quebrar Der Neue Tag en abril de 1920, se trasladó a Berlín, a trabajar en el Neue Berliner Zeitung. 
Su mujer padecía esquizofrenia y fue confinada en sanatorios y otras instituciones desde 1929. Esto le sumió en una profunda crisis emocional y le llevó a la ruina hasta que le salvó su novela “La marcha de Radetzky” (1932).
En los años 1930 se convirtió al catolicismo y lo justificó por su fidelidad a la olvidada monarquía austro-húngara.
En 1933, con la llegada del nazismo a Alemania, dejó Berlín y regresó a Viena. Sus obras fueron quemadas por los nazis y deambuló entre Paris y Amsterdam. Residió principalmente en París, en el número 18 de la calle de Tournon. Allí su salud acabó de degradarse por su alcoholismo. También vivió una temporada en Ámsterdam. De 1936 hasta 1938 estuvo relacionado con la escritora en el exilio Irmgard Keun. Casi toda su obra se escribió en los cafés.
Su mujer murió en aplicación de las leyes eugenésicas nazis para eliminar enfermos mentales.
En otoño de 1938 sufrió un infarto; en la primavera de 1939 fue internado en el Hospital Necker, aquejado de enfermedad pulmonar. Murió en París el 27 de mayo de 1939, al parecer consumido por el alcohol, sumido en el delírium tremens. Fue enterrado en el cementerio Thiais, en la zona sur de París, en una extraña ceremonia en la que, según los biógrafos D. Bronsen y H. Kesten, se mezclaron judíos y católicos, comunistas y monárquicos. En su tumba dice, simplemente, “écrivain autrichien mort à Paris” (escritor austríaco muerto en París).
Muchos años después volvieron a verse y recordaron sus viajes en trenes nocturnos. Ahora no estudiaban historia, sino que la recordaban. 
Estaban en una casa junto al mar y bajo un ventanal había un Bösendorfer de finales del XIX. 
Dijo el viajero que nunca estuvo afinado, que siempre quiso afinarlo pero que nunca tuvo tiempo.
Realmente era un piano en el exilio que quería vivir junto a un río. Aunque seguramente era al revés, el río iba buscando los pianos. En todo caso era un piano de otro tiempo. Un piano olvidado sobre el que seguramente había colgado la foto de un emperador y cuyas teclas sabían de memoria la marcha Radetzky (Joseph Strauss, 1848). 
Sus colegas le dijeron que los pianos, aunque viejos hay afinarlos. 
Días después descubrió que sus invitados habían afinado generosamente el piano. 
Uno de ellos lo probó y había quedado perfecto. Sonaba a otro tiempo, sonaba al recuerdo en el exilio de Viena, “aquellas tardes fugaces, temerosas, teníamos que precipitarnos para aprehenderlas antes de su desaparición". "Y me gustaba, por encima de todo, sorprender su último reflejo, el más dulce, en un café, donde se insinuaba todavía, tenue, como un perfume".
Al día siguiente vino un camión de mudanzas y el viajero devolvió el piano a donde siempre había querido vivir, un ventanal junto a un río.(Ver video) 

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EN MEMORIA DE JOSEPH ROTH

Abstand
Por Jon Hughes

«Las pequeñas cosas de la vida son lo único importante»

Joseph Roth (1894-1939), de cuya temprana muerte se cumple el próximo mes de mayo el septuagésimo aniversario, fue un autor interesante y prolífico con una vida turbulenta y llena de atractivos contrastes. Mientras que su reputación literaria no deja de crecer, Roth se nos revela como una encarnación de las contracciones de la Modernidad y de las identidades europeas del siglo XX: un escritor judío que trató temas católicos, un escritor "austriaco" cuya carrera quedó marcada por el tiempo que pasó viviendo y trabajando en Alemania, un escritor "socialista" que, llegado el momento, adoptó tendencias conservadoras y monárquicas, un modernista cuya obra de mayor éxito se vuelve hacia el realismo del siglo XIX y los cuentos populares de la infancia del autor. Alimentados por el alcoholismo crónico que terminaría matándole, sus años de florecimiento no conocieron un momento de calma. Viviendo en alojamientos provisionales y en hoteles, Roth recorrió todos los caminos de Europa con la pluma en la mano, ocupado en beber, conversar, observar y escribir en los bares y cafés de las grandes ciudades. Las distintas etapas de su vida han quedado documentadas, y de modo muy vívido, en sus escritos: el "sthetl", tan de Europa Oriental, de su infancia en la Galizia; la Viena imperial y su esplendor que se desvanecía; la emoción del Berlín de la decada de 1920; el exilio, la ira y la desilusión en París y Ámsterdam en los años 30.


Edición inglesa de
"Las ciudades blancas. Noticias de Francia 1925-39"
Edición inglesa de la recopilación de relatos breves



"Radetzkymarsch", la novela más reputada de Roth ("La Marcha Radetzky", 1932, cuya última traducción al inglés se debe a Michael Hofmann, Ed. Granta, 2002), sigue siendo un excelente punto de partida para quien desee adentrarse en su obra. Escrita y publicada en una época de crisis económica y política, durante los años anteriores a la subida al poder de Hitler en Alemania, esta novela histórica es una elegía a un mundo desaparecido y a unos sueños incumplidos. Leerla es experimentar una inmersión: el relato, basado en meticulosas investigaciones, nos lleva de la mano a través de Austria-Hungría tal como fue una vez, una tierra de rituales extraños pero tranquilizantes, de tradiciones – y actitudes – de simplicidad rural y grandiosidad metropolitana, de una diversidad cultural y lingüística casi inconcebible y ligada por un frágil lazo: el Imperio. La novela cuenta la historia de tres generaciones de la familia Trotta, cuyo ascenso hasta la respetabilidad burguesa y su caída final aparecen misteriosamente entrelazados con la trayectoria refleja del Emperador Francisco José (1830-1916) en sus largos años de reinado. El título de la novela alude, por supuesto, a la famosa marcha de Strauss, himno oficioso del "ancien régime", aquí un recuerdo sentimental que acompaña al joven protagonista, Carl Joseph, un soldado con éxito pero inepto, sin abandonarle en ninguna de las etapas de una vida que, como los últimos años del imperio de los Habsburgo, se desarrolla bajo el signo de la caída, la decadencia y la muerte.El profeta mudo (fragmento)

"Me pareció, por tanto, necesario dar a mi relato una resonancia más amplia que la que podía ofrecerle una simple versión oral. Y decidí escribir lo que había contado.
He escrito esta vida de Kargan respetando el orden cronológico en que la conté aquella vez. He omitido las interrupciones de mis oyentes, así como sus ademanes, bromas y preguntas. Asimismo he silenciado adrede aquellos he­chos o características que pudieran inducir a la identifica­ción de Kargan y ayudar así al lector, siempre dispuesto a ello por naturaleza, a reconocer en la persona descrita a algún personaje histórico preciso y existente. Esta biogra­fía de Kargan no tiene más pretensiones de actualidad que cualquier otra. Tampoco es un ejemplo destinado a ilus­trar ningún ideario político. Se hace eco, a lo sumo, de una verdad sempiterna: que el individuo aislado sólo puede sucumbir.
¿Estará Friedrich Kargan destinado a caer definitiva­mente en el olvido? Según las noticias que algunos de sus amigos afirman haber recibido recientemente por vía indirecta, aunque muy de fiar, estaría decidido a no frecuentar ya más al mundo civilizado. Es posible, por lo tanto, que algún día acabe por sumirse en la más absoluta de las soledades, sin dejar traza alguna y sin que nadie lo advierta, como una estrella mo­ribunda en una noche silenciosa y envuelta en brumas. Su fin, en este caso, permanecería ignorado, tal como sus comienzos lo habían sido hasta ahora.
Friedrich nació en Odesa, en la casa de su abuelo, el rico comerciante en tés Kargan. Hijo natural, y por lo tanto mal visto, tuvo por padre a un maestro de piano austríaco apellidado Zimmer, a quien el rico comerciante en tés había negado la mano de su hija. El maestro de piano desapareció de Rusia; en vano lo hizo buscar el viejo Kargan al enterarse de que su hija estaba embarazada.
Medio año después, la envió junto con el recién nacido a casa de su hermano, un acaudalado comerciante afinca­do en Trieste. En aquella casa pasó Friedrich su infancia, que no fue del todo desdichada, aunque él hubiera caído en manos de un benefactor.
Sólo cuando murió su madre—joven aún y de una enfermedad a la que nunca pudieron asignar un nombre exac­to—, Friedrich fue trasladado a un cuarto de servicio. Los días festivos y en ciertas ocasiones le permitían sentarse a la mesa con los hijos de la casa. Pero él prefería la compañía de los criados, con los que aprendió a disfrutar del amor y a desconfiar de los grandes señores.
En la escuela primaria reveló ser mucho más talentoso que los hijos de su protector, quien al ver esto le hizo interrumpir sus estudios e ingresar como aprendiz en una agencia marítima, donde Friedrich tendría la oportunidad de convertirse, al cabo de algunos años, en un hábil empleado con ciento veinte coronas de sueldo mensual.
Por esa época se fue multiplicando el número de deser­tores, emigrantes y víctimas de los pogroms que llegaban de Rusia por las fronteras austríacas. "

Edición inglesa de "La Marcha Radetzky"


La "Radetzkymarsch" fue la demostración definitiva a favor de la clasificación de Roth como escritor "austriaco", pero en los últimos años hemos visto abrirse paso una imagen más completa de su obra a medida que iban descubriendo el calado de su producción los lectores de los textos originales en alemán y del creciente número de traducciones a otros idiomas. Aunque debe su fama ante todo a sus novelas – otras obras relevantes son aquí "Hotel Savoy" (1924), "Flucht ohne Ende" ("Fuga sin fin", 1927) y "Hiob" ("Job", 1930) –, escribió también unos cuantos miles de artículos para diversas publicaciones de prensa. Y justamente en la tarea periodística, una forma de escritura notoriamente efímera y subestimada, fue donde Roth aprendió su oficio de escritor. Los lectores de Joseph Roth raramente pasan por alto la calidad de su prosa, caracterizada por cierto toque de ligereza y falsa simplicidad, algo en patente contraste con la pesantez y densidad gramatical de la prosa que para muchos, alemanes incluidos, son un rasgo típico de la literatura alemana. En su estilo se refleja su consumado dominio del artículo periodístico general, esa breve forma ensayística que se afiló hasta convertirse en un arte en manos de escritores alemanes y austriacos como Karl Kraus, Peter Altenberg y Alfred Polgar. El artículo periodístico no consiste tanto en contar "noticias", sino que es una forma de observación personal que, en la mayoría de los casos, gira alrededor de detalles o anécdotas tomados de la vida cotidiana. «Las pequeñas cosas de la vida son lo único importante», observaba Roth en un artículo temprano, que junto con algunos otros puede leerse ahora en traducción inglesa ("Ein Spaziergang" / "De paseo", en "What I Saw", página 24). Es característica del modo de escribir de Roth la capacidad de atraer la atención sobre detalles inesperados, de extraer lo general de lo particular y hacer que lo familiar parezca extraño. En ese mismo escrito, al describir un paseo en 1921 por las animadas calles del oeste de Berlín, presenta un vívido montaje de la vida callejera que se convierte casi en filosófico por el modo en que canta el momento fugaz:
Lo que veo es la jornada en todo su absurdo y trivialidad. Un caballo enganchado a un coche, con la vista fija al frente y la cabeza gacha metida en su bolsa de forraje, ignorante de que los caballos vinieron al mundo sin coches; un niño pequeño que juega a las canicas en la acera: observa el resuelto bullir de los adultos que andan por todas partes, y – disfrutando él mismo en su interior todas las delicias de la desocupación– ni se imagina que en ese momento él es la cumbre de la creación, sino que anhela hacerse adulto. ("What I Saw" ["Lo que he visto"], página 23).
Un estilo muy parecido es el que empleará en sus obras de ficción. Así ocurre, por ejemplo, en su novela de 1927 sobre la vida en la posguerra, "Fuga sin fin"; si en su época se la consideró como una obra de literatura supuestamente "objetiva" o "documental", ello se debió en parte a la distancia y la frialdad afectiva – podríamos decir incluso: la alienación – con que miran el mundo tanto el narrador como el protagonista. Hay algo de falso en la declaración de Roth en sus breves "Palabras preliminares": «No me he inventado nada, no he retocado nada» (página 5). Lo que quiere decir, antes bien, es que su afán fue dar al argumento de su invención una ambientación en ese mundo real que él había conocido en su trabajo literario y periodístico. La relación entre sus labores periodísticas y el punto de vista que aplica para las descripciones de su novela resulta evidente, por ejemplo, en el siguiente pasaje de "Fuga sin fin", en el que describe un viaje en tren con un estilo que recuerda el montaje cinematográfico:
Tenía que hacer un trasbordo a otro tren en su viaje. No se paró en ningún lugar. De Alemania no vio más que las estaciones, los letreros indicadores, los carteles, las iglesias, los hoteles junto a la vía, las calles grises y silenciosas de los suburbios y los trenes metropolitanos, que parecían animales cansados saliendo de sus cuadras. (Página 67).
Roth es un autor que desafía cualquier cómodo "etiquetado". Una y otra vez, su vida, actitudes y obra parecen resumirse en diversos tipos tipos de ambivalencia y en ambigüedad. Si, por un lado, el concepto de "fuga sin fin" refleja la condición apátrida de la Diáspora judía, por otro lado también podemos leer la novela simplemente como otro documento más de la generación "perdida" – así se la ha llamado – de los jóvenes incapaces de integrarse en la vida tras la guerra. Y por más que sea plausible defender que la identidad judía de Roth es una clave para entender su obra, muchos lectores seguirán considerándolo ante todo un escritor austriaco, a pesar incluso de que no residiera más que un tiempo relativamente breve en el estado austriaco de la postguerra.

Edición inglesa de "Los judíos errantes"

La identidad ambivalente propia de Roth y los temas característicos que trata tienen su origen en su educación. Roth nació en 1894 de padres judíos en el pueblo de Brody, en la Galizia, que en aquella época era el extremo oriental del Impero Austro-Húngaro, cerca de la frontera con Rusia. Las peculiaridades religiosas, étnicas, culturales y lingüísticas de su ciudad natal dejaron una impresión duradera en el joven Roth. Creció en una comunidad dominada por judíos jasídicos que hablaban en yiddish, y cuyos rituales, vestidos y devoción religiosa le fascinaban. Ese es el mundo que luego habría de evocar de modo tan memorable en su reportaje de 1926 "Juden auf Wanderschaft" ("Los judíos errantes"), en "Job", en pasajes de la "Radetzkymarsch" y en relatos breves tardíos como "Der Leviathan" ("El Leviatán", primera edición en 1941). Pero sin duda se habituó igualmente a tratar con los funcionarios y soldados de habla alemana, además de con los numerosos granjeros eslavos y los comerciantes que hablaban polaco, ruso o ucraniano. Brody, que era en efecto un lugar de transición entre borrosas fronteras y límites, pasó a formar parte de Polonia en 1919 y de la URSS tras 1945, y hoy se encuentra en Ucrania. Esa diversidad que tanto amó Joseph Roth está hoy borrada del mapa, aunque en realidad empezó a desaparecer ya al concluir la I Guerra Mundial. Pese a que Roth, de adulto, no volvió a la Galizia más que contadas veces, sus experiencias de formación vital se habían desarrollado en un contexto en el que desempeñaban un papel de peso el multiculturalismo y la tolerancia de la diferencia. Más adelante, el escritor iba a tender, quizás, a exagerar el grado de esta tolerancia, y presentaría la zona y la época casi como una especie de utopía perdida; pero lo que sí es completamente real es que Joseph Roth dedicó su vida a sus sucesivos esfuerzos por recuperar algo del entorno de su juventud, cosa que creyó identificar en distintos sitios: en los principios socialistas, en la identidad judía, en la herencia cultural de Francia o en el catolicismo.


Edición inglesa de
"La leyenda del Santo Bebedor"
Biografía de Joseph Roth por Wilhelm von Sternburg, que publicará en marzo de este año Kiepenheuer & Witsch



Roth murió y fue sepultado en París, en mayo de 1939. El septuagésimo aniversario de su muerte verá establecerse una Sociedad Internacional Joseph Roth, obligación largo tiempo pendiente, así como una serie de eventos conmemorativos, entre ellos una exposición y dos congresos académicos. Por lo que parece, la recepción internacional de la literatura de Roth, tras el especial impulso recibido en los últimos años gracias a las finas traducciones inglesas de Michael Hofmann publicadas por Granta, va a continuar progresando a buen ritmo. Y es seguro que sería igualmente muy bienvenida la traducción al inglés de la magistral biografía de David Bronsen, aparecida en alemán en 1974 y compendiada en 1993. Joseph Roth, pues, parece tener un lugar asegurado dentro del grupo, relativamente pequeño, de escritores en alemán que disfrutan de un sólido renombre internacional.

Citas extraídas de:
Joseph Roth, "What I Saw: Reports from Berlin 1920-33", trad. Michael Hofmann (Granta, 2004);
Joseph Roth, "Flight Without End", trad. David Le Vay (Peter Owen, 2000)
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Jon Hughes
es Profesor Titular de Alemán en la Royal Holloway University, Londres

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Primavera de café (fragmento)

"En una hermosa tarde de verano, hay un café del Ring, junto a la ópera, que tiene dos terrazas.
En la primera se sientan vencedores adultos de la guerra, toman helado y juegan a las cartas, al bukio, al tarock.
Ésta es la terraza legal, reconocida, protegida por la Ley.
Una terraza con huéspedes presentables en sociedad y con la raya bien planchada.
Delante de esta terraza hay una un poco más elemental, improvisada: sus visitantes, sin la raya planchada, vencedores aún no adultos de la guerra, no se sientan en sillones de mimbre, sino, en parte, en el pavimento, en parte en el ralo césped que hay a la sombra de un árbol del Ring. Y juegan al tarock.
Son portadores de la opinión pública, así que me parece necesario llamar la atención de ésta sobre el disfrute de sus vendedores.
Porque la opinión pública vagabundea sin prestar atención ante estos chicos que fuman cigarrillos y juegan al tarock, y sólo cuando va montada en coche deja oír una señal de claxon o esquiva la camada de ruidosos vendedores adolescentes que juegan.
No se puede molestar a los chicos en su disfrute. Se trata, por así decirlo, del siglo del niño.
Un guardia está en las cercanías y espera, por motivos profesionales, una oportunidad de intervenir. Como hoy, excepcionalmente, no hay ni una viuda de guerra manifestándose por el Ring, el guardia deja en paz a los huérfanos de guerra. Quizá también porque opina que ése es el principio de las anunciadas reformas escolares: para dar vía libre a los más capaces de esos chicos, se les deja ocupar temporalmente, durante las vacaciones, la calzada del Ring. El ascenso de los más dotados empieza, de momento, por sentarse en la calzada. El que gana la partida, ha demostrado sus capacidades y puede ascender.
¿Cómo hemos de llamar a esto? En el centro de una ciudad de cultura, niños que juegan a las cartas en medio de la calle: ¿una «vergüenza cultural»?
Bueno: ¡vergüenza hemos tenido bastante desde siempre! 
Pero… ¿lo segundo?. "
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Literatura secundaria sobre Joseph Roth - Una revisión bibliográfica

En la imagen de arriba: el gran comentario Roth de Dietmar Mehrens "Sobre la comisión divina de la literatura". en el que también encontrará breves resúmenes de las novelas de Roth (una solicitud que nos ha llegado varias veces a través del libro de visitas). ¡Una revisión de este y otros trabajos secundarios actuales se puede leer aquí!


1. Colecciones de ensayos.

Imagen relacionadaLa tela de araña (fragmento)

"A Theodor le llegó una orden secreta: triplicar el celo. Aquello lo sacudió como un clarinetazo. Le estaba llegando el momento. Estaba preparado. Se aprestó para el gran día. Podía ser aquél o el siguiente.
Convocó a su cohorte. Los muchachos acudieron trayendo a otros camaradas de la Liga Bismarck. Llevaban pistolas dispuestos a emplearlas. Theodor se fue a buscar al maestro armero. Se estaban limpiando todas las armas. Las viejas bayonetas estaban ya relucientes. Los muchachos pasaron un día en el cuartel. ¡Cómo los embriagó la contemplación de las herrumbrosas armas! ¡Y cómo los deslumbró el brillo de las nuevas! ¿Eran conscientes? Las había que habían hecho todas las guerras y en todas habían matado enemigos. De las culatas surgía una poderosa fuerza. Embrujadora era la empuñadura de un sable. ¿Qué denodado jinete no lo habría blandido? ¡Ciego el acero… de sangre!, decían. Las manchas de orín eran manchas de sangre. De sangre del enemigo estaban salpicadas aquellas armas.
El domingo acudió el general a Potsdam.
El domingo salió el regimiento del cuartel, con banda y música. El sol de octubre brillaba como en primavera. Las gentes saludaban desde las ventanas. Las banderas ondeaban al viento. Los chiquillos iban corriendo detrás. Era como en tiempos de paz. Hubo quien se olvidó de que era pobre.
Formaron todos ante el general. El capellán pronunció una alocución. La punta del casco de Ludendorff refulgía al sol. De las guerreras de los oficiales llegaba como fina música de plata el leve tintineo de las medallas. Las espuelas repicaban como campanillas. Como una fina película de grave solemnidad se mecía el aliento de la tropa en el aire. Del centro de la plaza llegaron apagadas las voces de jefes y oficiales. Una breve risotada del general sonó igual que un gargarismo.
El general pronunció tres frases, desde el lugar que se le había asignado a la derecha de la placa. Empleó términos duros. Las manos no las movió de la empuñadura del sable. Hubiera podido pasar por una estatua, una estatua vestida.
Luego descendió; cuando hablaba alguien, se encajaba el monóculo. Estuvo también conversando con Theodor. Una vez le escribí una carta, piensa Theodor. ¡Cuánto tiempo hacía de eso! ¡Qué joven era Theodor no hacía aún seis meses! Y a esas alturas ya lo conocía Ludendorff. "
LITERATURA - MEDIOS
"Al 
hablar de nada más que  
una avenida de tilos  
y fuentes de agua a la luz del verano, un poema  habla de amor y muerte,  
lenguaje y sentimiento,  
arte y naturaleza,  
sociedad y sus contrapartes,  
orden y desorden,  
hombre y mundo  
donde Todo está conectado con todo,  
en personas que hablan ". 
En ella nos muestra  
"el interior del exterior de la historia". 
(Gerhard Kaiser, Momentos de la poesía alemana, 1987



Melamed
título
DIETA SCHREY 

"FUNDAMENTOS ESPIRITUALES 
PARA UN NUEVO MUNDO" 

JOSEP ROTHS "HIOB" -ROMAN 
EN CONTEXTOS HISTÓRICOS ESPIRITUALES Y CULTURALES

Después de la Guerra Mundial, entendida como la caída del mundo de los viejos padres europeos y luego intensificada desde la elección de Hindenburg como Presidente de la República de Weimar, el periodista Roth en muchos de sus feuetones más importantes plantea la cuestión de los "cimientos espirituales para un nuevo mundo", un mundo de "Hijos" y "nietos". En "Trabajo", Roth discute este tema usando el ejemplo de un judío oriental "muy común" y su familia colocando a los personajes en la situación entre el fracaso catastrófico de todos los lazos sólidos - los de los "mundos" tradicionales (especialmente los judíos) y en los nuevos "mundos" de los años 20 (especialmente "América"), y la solidaridad con todos fracasó como única alternativa. La respuesta de Roth a la pregunta de "fundamentos espirituales para un mundo nuevo" es universalista-utópica: en el mundo multicultural de la cultura mediterránea, como se experimentó en el sur de Francia desde 1925 y se describe en sus páginas de características para los lectores del "Frankfurter Zeitung". El autor cree que ha redescubierto el mundo de su infancia gallego-judía, un mundo "detrás de la cerca", que en la década de 1920 rodea a todos aquellos que pertenecen al "mundo alemán", un mundo en el que se trataba de que "no represento ningún tipo, ninguna especie, ningún sexo, ninguna nación, ninguna tribu, ninguna raza", sino solo "yo". En la novela, solo el hijo del protagonista, el ingenioso (entretenido) músico Menuchim, encontrarnos de esta manera, después de haber pasado por el sufrimiento más profundo e inhumano. En la tradición judeo-jasídica oriental, Roth diseña en el nivel de acción "oscuridad, para encontrar la gracia en ellos al mismo tiempo"; En última instancia, sin embargo, esto solo ocurre en la lírica-mágica, caracterizada por el propio autor como "música bíblica", el sufrimiento y el fracaso de los seres humanos y la caída de los "mundos" que evocan el lenguaje de la novela y la transparencia de las imágenes, por ambas personas individuales. y las escenas, así como la trama general de las personas centrales, las escenas y los conceptos de los mitos de la Biblia hebrea son transparentes, desde Adán y Noé sobre Abraham, José y Moisés hasta Job. (DS) El sufrimiento inhumano ha pasado. En la tradición judeo-jasídica oriental, Roth diseña en el nivel de acción "oscuridad, para encontrar la gracia en ellos al mismo tiempo"; En última instancia, sin embargo, esto solo ocurre en la lírica-mágica, caracterizada por el propio autor como "música bíblica", el sufrimiento y el fracaso de los seres humanos y la caída de los "mundos" que evocan el lenguaje de la novela y la transparencia de las imágenes, por ambas personas individuales. y las escenas, así como la trama general de las personas centrales, las escenas y los conceptos de los mitos de la Biblia hebrea son transparentes, desde Adán y Noé sobre Abraham, José y Moisés hasta Job. (DS) El sufrimiento inhumano ha pasado. En la tradición judeo-jasídica oriental, Roth diseña en el nivel de acción "oscuridad, para encontrar la gracia en ellos al mismo tiempo"; En última instancia, sin embargo, esto solo ocurre en la lírica-mágica, caracterizada por el propio autor como "música bíblica", el sufrimiento y el fracaso de los seres humanos y la caída de los "mundos" que evocan el lenguaje de la novela y la transparencia de las imágenes, por ambas personas individuales. y las escenas, así como la trama general de las personas centrales, las escenas y los conceptos de los mitos de la Biblia hebrea son transparentes, desde Adán y Noé sobre Abraham, José y Moisés hasta Job. (DS) el lenguaje evocador de la novela y la transparencia de las imágenes, en que los individuos y las escenas, así como la trama general, se vuelven transparentes para los personajes centrales, las escenas y los conceptos de los mitos de la Biblia hebrea, desde Adán y Noé hasta Abraham, José y Moisés trabajo. (DS) el lenguaje evocador de la novela y la transparencia de las imágenes, en que los individuos y las escenas, así como la trama general, se vuelven transparentes para los personajes centrales, las escenas y los conceptos de los mitos de la Biblia hebrea, desde Adán y Noé hasta Abraham, José y Moisés trabajo. (DS)

Tarabas (fragmento)

"Toda la paz beatífica de aquel viernes terrenal que tocaba a su fin, que parecía avanzar hacia el celestial y sagrado sábado, era acogida por Nathan Kristianpoller con el corazón abierto. A la noche siguiente pensaba escribir una carta a su mujer, a Kyrbitki, para pedirle que volviera a casa. «Corazón mío —pensaba escribir—, con ayuda de Dios nos hemos liberado de la guerra y se nos ha devuelto la paz. Dios quiere que tengamos aún una guarnición de soldados, pero el coronel no es tan peligroso como parece, y aun pensando que es un alto oficial, no es un salvaje. Creo que no es un mal hombre y que incluso tiene temor de Dios…».
Mientras Kristianpoller concebía esta carta, se cortaba las uñas con la navaja en honor al sábado próximo y miraba una y otra vez a la calle por la ventana, a la espera de nuevos clientes. De pronto se le heló el corazón. Se puso al acecho. Seis disparos de pistola —¡ah, qué bien podía diferenciarlos de los tiros de fusil!— sonaron uno tras otro en el patio. Súbitamente se extinguieron todos los rumores pacíficos del exterior: los graznidos y cacareos de las aves, los alegres gritos de los campesinos, el relinchar de los caballos, las carcajadas de las campesinas. A través de la ventana, Kristianpoller vio cómo los campesinos en la calle abrían la boca, se santiguaban y saltaban veloces de sus carros, en los que se habían sentado ya, dispuestos a partir. Como si los súbitos disparos hubiesen herido de algún modo el día, pareció que la oscuridad sobrevenía de pronto. Frente a la posada, en la pequeña tienda del vidriero Nuchim, reinaba una oscuridad casi total, aunque las ventanas estaban abiertas. Sólo se veía el plateado resplandor del blanco mantel preparado para el sábado. Un funesto presentimiento ordenó a Kristianpoller abandonar provisionalmente la posada por la ventana. Saltó por ella a la calle y corrió como una exhalación hacia la casita azul y decrépita del maestro vidriero Nuchim. "

Serie SZ: Tiempo de entrega (XX)

La objetividad es un desastre

Serie SZ sobre grandes periodistas (XX) - Joseph Roth 
MICHAEL FRANK

SZ v. 22.04.2003


Los periodistas a menudo sospechan secretamente sus acciones como arte inferior, incidentalmente hacen novelas y narraciones, tratando de producir "literatura" para ganar algo de permanencia en la memoria de la gente. Incluso en la imagen que la sociedad hace de los escritores, este anhelo tiene su contraparte: la literatura, eso es lo que importa; El periodismo, este servidor de las noticias y obsesiones de la época, no tiene esta reverberación en su papel de servidor, incluso si tiene éxito una y otra vez para ser muy fundamental y por siempre verdadero.

"Tan inquieto como escribió, Roth consumió información. "

Joseph Roth es un ejemplo particularmente vivo de esta brecha en la memoria del trabajo y la personalidad: el novelista, el narrador y el novelista Roth es omnipresente como uno de los talentos monumentales del período de entreguerras, el periodista, el columnista que aplica Roth, si es que lo conoce. - tan brillante de hecho, sino más bien como un buen subproducto. Las valoraciones científicas de sus 16 novelas son innumerables, la rareza de sus artículos e informes, las sombras del escritor, por supuesto, los periodistas. Roth, por lo tanto, se las arregló en una vana ironía como el único autor conocido para cerrar esta brecha al escribir reseñas sobre novelas de su propia pluma. Famoso es el que tiene el título "Selbstriss", que dice: "Es un poco embarazoso. Para poder tratar a un escritor tan extraordinario como soy sin severidad y sin culpa. "Roth fue un escritor maníaco de ritmo rápido. Si uno toma el número de sus publicaciones, entonces las novelas y los cuentos serían suficientes para una vida, especialmente las piezas del periódico.

Luego se transmiten más de 500 cartas, hoy en día solo se considera una tercera parte más cercana de su legado desbordante. ¿Qué masa de texto puede significar tal calidad de escritura lingüística e incluso brillantez, especialmente porque esta obra colosal se creó en poco más de 20 años? Joseph Roth solo tenía 44 años. Tenía una constitución débil, golpes de suerte como la enfermedad mental de su esposa y la compulsión de exiliarse (el viejo austriaco Roth que vivía en Alemania en 1933) no frenó su poder creativo, sino que la excitó. Por lo tanto, el rápido impulso de expresión de los años jóvenes, incidentalmente a menudo en un estilo similar a una edad temprana, parece una idea simbólica de que se le daría poco tiempo: se bebió en 1938 en el exilio en París hasta la muerte.

"La implicación es que el uso excesivo de alcohol de Roth no fue más que un lento suicidio. "

Joseph Roth, un hijo de padres judíos, vino de Schwabendorf a Brody en Galicia, y luego a Austria. Nacido en una época de agitado y rampante nihilismo religioso, se caracterizó de la siguiente manera: "Soy un francés de Oriente, un humanista, un racionalista con religión, un católico con un cerebro judío, un verdadero revolucionario". El contraste en su país natal Brody, en cuyas instituciones educativas llegó a conocer a los grandes pensadores de la Ilustración europea, así como a las tradiciones de fe juradas de los judíos orientales, se convirtió en la cuestión vital de toda su obra: ¿racionalismo escéptico, creyendo el tradicionalismo? Entre estos dos polos yace el estandarte de su cosmovisión.

El legendario Neue Tag en Viena, los Vorwärts, los Frankfurter Zeitung, a los que dirigió temporalmente, el periódico de Praga trajo sus artículos, sus elegías y polémicas, sus reseñas literarias, sus informes de países sobre Polonia, Italia, Albania y sus poemas Roth era amigo de Egon Erwin Kisch, no un grupo simple porque este último lo envidiaba por su gran talento para escribir. Ambos dan un contraste vivo.

Kisch, el apasionado investigador, representa el ideal de la objetividad más elevada posible. Roth, quien nunca rehuye la palabra "yo", argumenta lo contrario: considera que la objetividad es una quimera, predica y vive la subjetividad en su trabajo periodístico. Él llega a pretender ser pura objetividad, como un intento falso de calificar la realidad: "La objetividad es un desastre", ejecuta el esfuerzo de sus colegas. Los textos que hacen la afirmación de la verdad parecen casi criminales. A él le parece que solo esas perspectivas son razonables para el lector, que obviamente ha pasado por el "yo" del reportero o intérprete, que está claramente conmovido por su mundo y sus conceptos de valor y, por lo tanto, fue ennoblecido o ennoblecido. Pero también se revela como un producto artístico más allá de la realidad pura. Sin embargo, la diferencia con respecto al torrente de la arrogancia de la subjetividad de los ego-poetas posmodernos de hoy es profunda: por más inquieto que escribiera, Roth se comió información en sí mismo, conocía los eventos más remotos o las teorías más complejas de su tiempo, así que no confunda subjetividad con ignorancia.

Roth, uno de los columnistas más influyentes en el idioma alemán, se veía a sí mismo como un moralista. Murió en 1938 en un hospital pobre de París, sacudido por la observación de la pérdida total de valor en Europa y sus opresivas consecuencias políticas. La rápida erosión, que había estado sujeta a la idea de cohesión social y decencia política, también había erosionado su personalidad. Finalmente, según cuenta la leyenda, solo recogió dos cosas: la pluma y el vaso de brandy. La conclusión es obvia, el consumo excesivo de alcohol de Roth no fue más que un lento suicidio. Su última fase de la vida debe haber sido embriagadora en todos los aspectos: un delirio de alcohol, agotamiento, desesperación y un impulso creativo. Entonces sucedió que Joseph Roth "escribió" mucho más allá de su muerte


Joseph roth

exhaustivo




http://www.geocities.com/roth_online/ 

- Las páginas de Joseph Roth por Jon Hughes con biografía y bibliografía, un ensayo "Descubriendo a Joseph Roth", una galería y una colección de enlaces.
Bibliografías y directorios.
- Guía de los documentos de Joseph Roth, Centro de Historia Judía, Instituto Leo Baeck, Nueva York. Por Ilse Turnheim.
- Joseph Roth en Bulgaria. Directorio de traducciones y literatura secundaria.

http://www.beepworld.de/members/josephroth/ - literatura secundaria a Joseph Roth.
- Colección de enlaces de BücherWiki.
biografías cortas
Resultado de imagen de joseph roth brody
 - Breve biografía de Iris Hermann, comentarios sobre "Trabajo y tiempo", así como una bibliografía de literatura secundaria.
http://www.dhm.de/lemo/html/biografien/RothJoseph/ 

- Biografía tabular del Museo Histórico Alemán.
http://www.aeiou.at/aeiou.encyclop.r/r873702.htm 
- Breve biografía y descripción general del trabajo de Austria-Lexikon.
http://www.sbg.ac.at/lwm/frei/generated/a6.html 
- breve biografía de la enciclopedia "La literatura en la modernidad vienesa".
http://www.joseph-roth-diele.de/ 

- Breve biografía de Berlín "Joseph-Roth-Diele".
http://www.kirjasto.sci.fi/jroth.htm 

- Breve biografía y descripción del trabajo de "libros y escritores".
http://de.wikipedia.org/wiki/Joseph_Roth

 - Joseph Roth en la Wikipedia en alemán.
http://www.cpw-online.de/lemmata/roth_joseph.htm 

- Joseph Roth en "Computer Garden" de Inga Schneckenburger.
http://www.derkanon.de/romane/autor_roth.html
 - Breve biografía tabular de "The Canon".
http://www.ursulahomann.de/RomanEinfachenMannesTheHiobDeutungJosephRoths / kap002.html 
- biografía y resumen del trabajo de Ursula Homann.
http://www.biblion.com/litweb/biogs/roth_joseph.html 
- Breve biografía y descripción general del trabajo de LitWeb.net .
obras


http://home.bn-ulm.de/~ulschrey/roth/ 

- Dieter Schrey: "¿Fundamentos espirituales para un mundo nuevo"? Joseph Roth, Job . Bloques de construcción para la interpretación.
http://www.michael-bornkessel.de/arbeiten/Hiob.pdf 
- Documento del seminario de Colonia por Michael Bornkessel: Joseph Roth: Trabajo - hogar y desconocido: la migración y su puesta en escena narrativa intercultural.
http://www.granta.com/books/chapters/1171

 - Acerca de la novela Radetzky March y su posición en el trabajo de Roth. Por Michael Hofmann.
http://www.dieterwunderlich.de/Roth_Hiob.htm 

- Sinopsis y comentario sobre la novela Job de Joseph Roth Por Dieter Wunderlich.
http://www.dieterwunderlich.de/Roth_radetzkymarsch.htm 
- Sinopsis y comentario sobre la novela Radetzky March de Joseph Roth Por Dieter Wunderlich.
http://en.wikipedia.org/wiki/Der_Leviathan_(Joseph_Roth) 
- Artículo de Wikipedia sobre el cuento de Joseph Roth The Leviathan .
temas especiales

http://www.inst.at/trans/7Nr/durusoy7.htm 

- hogar espiritual y ganas de escapar con Joseph Roth. Por Gertrude Durusoy.
http://www.new-books-in-german.com/featur10.htm 
- Un ensayo del traductor de Roth Michael Hofmann sobre los motivos del éxito de los libros de Roth entre el público lector.
http://www.granta.com/features/2001/11/hofmann 
- Michael Hofmann: El redescubrimiento de Joseph Roth.
http://viadrina.euv-frankfurt-o.de/~wsgn1/roth.html 

- Joseph Roth y el judío Brody. Por Helga Schultz.
http://www.storico.org/Joseph_Roth.htm 

- Alberto Rosselli: Joseph Roth, representación más significativa del declive de la monarquía de los Habsburgo. (En idioma ialienischer)
útiles escolares

http://www.dl.shuttle.de/dl/lessing-doebeln/projekt/literatur-roth.htm 

- Biografía tabular y resumen de la novela Job . Por Kerstin Hoffmann y Katja Köpke, Lessing High School Döbeln.
http://www.phil-fak.uni-duesseldorf.de/germ5/seminare/1999ws/rupp/oelit-roth.pdf - Palabras clave para la Marcha Radetzky de Roth por Susanne Cerny.
http://www.hausarbeiten.de/faecher/hausarbeit/del/12980.html 
- Schulreferat sobre el Grenzschenke en la novela de Roth El peso equivocado . Por Edgar Frances.
Radio y textos periodísticos, reseñas.
http://www.guardian.co.uk/Archive/Article/0,4273,3864799,00.html 
- Un artículo de The Guardian sobre Joseph Roth y las tensiones políticas en los estados balcánicos multiétnicos. Por Martin Woollacott.
http://www.literaturcafe.de/bf.htm?/notizen/roth.htm 

- Joseph Roth en Berlín. Un libro de lectura para caminantes. Ed. V. Michael Bienert. Colonia, 1996. Revisión por Ulrich Struve.
http://www.guardian.co.uk/Archive/Article/0,4273,4109642,00.html 

- Revisión de la edición en inglés de la colección de ensayos de Roth "Judíos en movimiento". Por Adam Mars-Jones.
http://www.sueddeutsche.de/kultur/artikel/812/9803/ 

- Michael Frank escribe sobre Joseph Roth en la serie de Süddeutsche Zeitung sobre grandes periodistas.
http://www.faz.net/s/Rub1DA1FB848C1E44858CB87A0FE6AD1B68/Doc~E5FC8FBAC7F3545F684534CDE964A0421~ATpl~Ecommon~Scontent.html 


- Bibliografía de Joseph Roth, editada por Rainer-Joachim Siegel. Morsum / Sylt: Cicero Press 1995. Discusión de Hans-Albrecht Koch.
http://www.literaturhaus.at/buch/fachbuch/rez/roth_briefe/ -
 Joseph Roth El negocio es un negocio No sea privado para mí Privado Necesito dinero. La correspondencia entre Joseph Roth y los editores exiliados Allert de Lange y Querido 1933-1939. Publicado e iniciado por Madeleine Rietra en colaboración con Rainer-Joachim Siegel. Colonia 2005. Discusión de Helmut Peschina.
http://www.literaturhaus.at/buch/buch/rez/roth_filiale/ 

- Joseph Roth: La rama del infierno en la tierra. Escritos de la emigración. Editado por Helmut Peschina. Colonia 2003. Discusión de Peter Stuiber.


Para leer más: 

Understanding Joseph Roth por Sidney Rosenfeld (2001); 

Enciclopedia de la literatura mundial , vol. 3, ed. por Steven R. Serafin (1999);

 Autores del mundo 1900-1950, ed. por Martin Seymour-Smith y Andrew C. Kimmens (1996);

Joseph Roth de Rainer-Joachim Siegel (1995); 
Joseph Roths Fluch und Ende, de Soma Morgens
tern (1994); 

Contradicciones coexistentes , ed. por Helen Chambers (1991); 

Joseph Roth, de Wolfgang Müller-Funk (1989); 
Ambivalencia e ironía en las obras de Joseph Roth, de C. Mathew (1984); 

Von der Würde des Unscheinbaren de Esther Steinmann (1984); 

Joseph Roth y die Tradition , ed. por D. Bronsen (1975); 

Joseph Roth: Eine Biographiepor David Bronsen (1974); 

Weit von wo de C. Magris (1974);

 Lontano da dove de Claudio Magris (1971); 

Joseph Roth: Leben und Werke por H. Linden (1949)

 Escritores clave de Viena después de la Primera Guerra Mundial : 

Karl Kraus (1874-1936) escribió una obra satírica sobre la Gran Guerra, Los últimos días de la humanidad , 1922; 
Herman Broch (1886-1951) escribió The Sleepwalkers (1932) y la prosa-poema La muerte de Virgilio (1946), 

el primer volumen de la novela El hombre sin cualidades ( 1880-1942) de Robert Musil (1880-1942 ) fue Aclamado de inmediato como un gran e inusual trabajo.

 Barbara de Franz Werfel (1890-1954) oder, Die Frömmigkeit(1929) examinó el problema de la acción política en su relación con el significado de la religiosidad, y 

Elias Canetti publicó su primera y única novela, Die Blendung , en 1935.

 Joseph Roth escribió su Radetsky March (1932) en hoteles y restaurantes de Berlín. El lugar favorito de Musil en Viena fue el Café Museum. Soma Morgenstern, la mejor amiga de Roth, también lo llevó a ese café.

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