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martes, 29 de julio de 2025

Intelectos colectivos, de McKenzie Wark o los fracasados optimistas.


Intelectos colectivos
,
 

de McKenzie Wark

https://krakenfiles.com/view/u2jUyItUcF/file.html
Introducción

¿Dónde se han metido todos los intelectuales públicos con los que solíamos contar en los buenos tiempos? 


Cuando nos da por hablar de ellos, parece que no podemos evitar hablar de su decadencia. Atrás quedaron Sartre y De Beauvoir; ya no existe ningún Pasolini, ni contamos con un James Baldwin. Es como si la figura del intelectual público estuviera envuelta en un aura desoladora, lo que nos lleva incluso a preguntarnos si hay hoy algún pensador que merezca formar parte de algún debate colectivo.


Quizás sea necesario que nos acerquemos a la figura del intelectual público desde otra perspectiva; una que nos permita esquivar lugares comunes e impresiones preconcebidas. Hablemos, pues, de intelectos colectivos. Este concepto nace de un célebre texto de Marx al que solemos referirnos como el «Fragmento sobre las máquinas». En él, Marx presenta el intelecto colectivo (general intellect). Aunque nos adentraremos en este término con mayor detenimiento, digamos por el momento que el intelecto colectivo es la vía por la que Marx trata de esclarecer el rol que desempeña el trabajo intelectual, o algo parecido a ello, en el proceso de producción.


Intentemos, entonces, replantear la problemática del intelectual público desde el prisma del y en relación con el intelecto colectivo. Tal vez así podamos llegar a esclarecer mejor cómo el declive del intelectual público parece estar relacionado con el hecho de que el trabajo intelectual haya sido absorbido por el proceso de producción. No se trata de que los intelectuales de hoy en día hayan fracasado en su intento de estar a la altura de los heroicos valores de antaño, sino de que, más bien, los trabajadores intelectuales se ven ahora obligados a trabajar en un sistema diferente. Un sistema mucho más refinado que les fuerza a ser partícipes de una serie de procesos diseñados para extraer valor de su trabajo. Uno no puede llegar a ser hoy en día Sartre o de De Beauvoir, aun por mucho que lo intente.



Ahondemos un poco más en esto: los intelectuales de antaño podían ganarse la vida con la pluma y la máquina de escribir; la imprenta de masas era el pilar de la industria cultural de entonces. Al mismo tiempo, la enseñanza superior crecía de manera exponencial y producía nuevos lectores para sus libros. No podemos tampoco olvidar que estos intelectuales eran productos de un sistema educativo elitista, asentado en países que seguían confiriendo al mismo un aura de renombre y privilegio. Este es solo un esbozo, pero en cualquier caso nos sirve como punto de partida para entender por qué el trabajo intelectual de hoy parte de unas circunstancias diametralmente diferentes. Creer que en estos tiempos uno puede ganarse la vida escribiendo libros que nos reten intelectualmente resulta prácticamente inimaginable. Ahora uno necesita valerse de un trabajo asalariado que, en la mayoría de los casos, se desarrolla dentro del ámbito universitario.



Pero la universidad tampoco es lo que solía ser. Ha pasado de configurarse como una institución insigne diseñada para producir gente capaz de liderar una sociedad capitalista a convertirse en una empresa en sí misma. La labor académica se da dentro de unos sistemas de gestión administrativa que derivan a su vez de otros tipos de gestión del trabajo intelectual; un trabajo que progresivamente se cuantifica y estratifica, lo que agrava cada vez más su precariedad. En ocasiones, tenemos incluso la sensación de que la universidad cree que puede llegar a apañárselas sin tener que contar con todas aquellas disciplinas que han tratado tradicionalmente de iluminar el porqué de nuestras condiciones históricas, sociales o políticas.



Existen razones que dan cuenta del declive de los intelectuales públicos, pero no podemos cargarles a ellos con toda la culpa. A todos los que consideran que la raíz del problema de los académicos se encuentra en su forma de escribir, cargada de palabrería enrevesada, les invitaría a que echasen un vistazo a la prensa económica. ¿Acaso ha existido alguna vez un lenguaje más cargado de palabras espurias e inventadas, carentes de un significado concreto, que este? En vez de detenernos en estos problemas cotidianos a los que se enfrentan constantemente los intelectuales públicos, viremos mejor hacia la idea de los intelectos colectivos. La manera en que los concibo dista un poco de la fórmula del intelecto colectivo esbozada por Marx, aunque puede llegar a tener ciertos puntos en común. Por intelectos colectivos, me refiero a una constelación de personas que, en la gran mayoría de los casos, trabajan como académicos. Estos suelen desempeñar su labor francamente bien, pero, lejos de conformarse con ello, buscan que sus disquisiciones trasciendan el entorno universitario. Son, pues, trabajadores que buscan que su trabajo intelectual sirva para responder problemáticas más generales que atañen a la configuración de nuestro mundo contemporáneo.




Podríamos decir que son parte del intelecto colectivo, en cuanto a que son trabajadores que piensan, hablan, escriben y, como resultado de todo ello, ven cómo su trabajo se convierte en mercancía a la venta. Al mismo tiempo, son intelectos colectivos, en la medida en que tratan de encontrar las vías apropiadas para escribir, pensar e incluso actuar dentro y a la vez en contra del mismo sistema de mercantilización que ha logrado progresivamente incorporarles de lleno. Buscan, por tanto, abordar una situación general –una en la que la gran mayoría de la población también se halla–; y lo hacen con suma inteligencia, aunando para ello su formación, sus aptitudes y su creatividad.

He decidido escribir sobre veintidós de estos intelectos colectivos. La gran mayoría de ellos académicos, pero pertenecientes a diferentes disciplinas. No son los únicos pensadores a los que uno podría acercarse si desease entender alguno de los aspectos más crípticos a los que nos enfrentamos. La situación contemporánea, y aquí creo que muchos estarán de acuerdo conmigo, es absolutamente desoladora. A menos que formes parte de ese selecto grupo de personas a la que solemos referirnos como el uno por ciento, aquellas cuyas fortunas se han disparado como la espuma, las cosas hoy en día te parecerán formar parte de un espectáculo de la desintegración. No cabe duda de que el ímpetu irrefrenable de la mercantilización parece abocarnos a la destrucción de la naturaleza y de la vida social.



Lo que presento a continuación es una serie de lecturas de algunos de estos intelectos colectivos que creo que han logrado avanzar nuestra forma de comprender algunos de estos aspectos en apariencia opacos que caracterizan nuestra realidad. No debemos olvidar que, si estos intelectos colectivos se ven obligados a trabajar en unas condiciones dictadas por su participación en el intelecto colectivo –cuya única función es la de mantener siempre a flote el sistema de mercantilización, así como las ganancias–, su trabajo se verá siempre algo distorsionado y su capacidad para dilucidar la situación general estará, en cierta medida, condicionada por este.



Las lecturas que aquí propongo son apreciaciones con un cariz crítico y siempre motivadas por la impresión de que existen dos aspectos que merecen recibir una mayor atención. El primero es el avance de nuevas fuerzas de producción. Diría que la tecnología de la información, sobre todo si la comparamos con los medios de producción tradicionales, regidos por la mecánica y la termodinámica, es cualitativamente diferente. Es más, me parece que la tecnología de la información está transformando en profundidad la formación social, que se infiltra en nuestro día a día y da forma a insólitos modelos de vigilancia y control. El segundo aspecto son las secuelas inesperadas que la tecnología de la información ha traído consigo al abrirse hueco dentro del ámbito científico. Somos plenamente conscientes de que la mercantilización imparable de todos los recursos del planeta acabará por conducirnos a su destrucción. Aun siendo la más crítica de ellas, el cambio climático es tan solo una de las señales de alerta de nuestra era geológica actual: el Antropoceno.


La consecuencia del primero de estos aspectos es que no basta con aislar la cuestión de la tekné de otras cuestiones de carácter, por ejemplo, social, histórico, político o cultural. Mientras que una de las consecuencias que se deducen del segundo tiene que ver con el hecho de que no podemos continuar ahondando en los fenómenos sociales desde una perspectiva que siga relegando a un segundo plano –o incluso ignorando– los fenómenos naturales, que suelen ser concebidos como algo inalterable. En los capítulos que siguen, trato de traer a colación ambos aspectos a la hora de analizar la obra de los intelectos colectivos más destacables.



Si bien este texto abre con una defensa del trabajo intelectual contemporáneo frente a la narrativa de su declive, también es igual de necesario recalcar cómo la marcada dependencia de la universidad como anclaje para la reflexión ha producido claras secuelas en el trabajo que los intelectuales pueden llegar a desempeñar. Quizás fuera en su momento positivo que a lo largo de su formación intelectual estos intelectos colectivos tuviesen que llegar a dominar una disciplina; pero los límites que demarcan las disciplinas son arbitrarios, y gran parte de los problemas que afectan a nuestra situación general y colectiva requieren un modo de pensar que los trascienda.


Puede que merezca la pena conocer y citar a las autoridades más prestigiosas de nuestro tiempo, pero la paradoja de esto radica en que si alguien como Marx acabó por convertirse en una autoridad fue gracias a su capacidad para disentir de las autoridades de su época y para plantear, en consecuencia, una problemática con la que poder ofrecer nuevas alternativas de pensamiento y acción. Por ello insisto en que a lo largo de este libro podemos apreciar ecos tenues y distantes de movimientos sociales y de espacios en lucha. Existe un término medio entre el rigor intelectual, el poder, la coherencia y la capacidad para comprometerse con los problemas que nos acontecen. De forma más sutil, se podría decir que la división del trabajo se ha intensificado y que esto ha conducido a los intelectos colectivos a perder de vista otras formas laborales que se desarrollan dentro de las universidades, en disciplinas como la ciencia, la ingeniería o el diseño, y que no tienen por qué ser exclusivamente intelectuales.
Mi intención es abordar esta cuestión primero ahondando con una mayor urgencia en la idea del intelecto colectivo tal y como Marx la concibió.



A ello le siguen una serie de apreciaciones críticas de algunos intelectos colectivos, que pueden ser leídas en cualquier orden. El libro abre con dos interpretaciones ingeniosas de Marx: la de Amy Wendling respecto al modo de producción y la de Kojin Karatani sobre los modos de intercambio. A ellos les siguen Paolo Virno, Yann Moulier-Boutang, Maurizio Lazzarato y Franco Berardi, pensadores franceses e italianos de las corrientes operaísta y autonomista. Enlazamos en este punto con los estudios culturales anglófonos, representados aquí en las figuras de Angela McRobbie y Paul Gilroy, para seguir luego con los estudios de carácter psicoanalista de Slavoj Žižek y de Jodi Dean. Pasamos después a la teoría política de la mano de Chantal Mouffe, Wendy Brown y Judith Butler. Los dos capítulos que le siguen están dedicados a las originales aportaciones en torno al cuerpo político desarrolladas por Hiroki Azuma y por Paul B. Preciado. Viajamos después a la teoría de la comunicación (media theory) con Wendy Chun y Alexander Galloway, y al realismo especulativo con Timothy Morton y Quentin Meillassoux. Para finalizar, nos adentramos en la sociología de la ciencia (science studies) a través de las obras de Isabelle Stengers, de Bruno Latour y de Donna Haraway.


Amy Wendling, 

Kojin Karatani, 

Paolo Virno, 

Yann Moulier-Boutang,

 Maurizio Lazzarato,

 Franco Bifo Berardi, 

Angela McRobbie, 

Paul Gilroy, 

Slavoj Žižek, 

Jodi Dean, 

Chantal Mouffe, 

https://dis.art/chantal-mouffe

Wendy Brown, 

Judith Butler,

 Hiroki Azuma,

 Paul B. Preciado, 

Wendy Chun, 

Alexander Galloway, 

Timothy Morton, 

Quentin Meillassoux,

 Isabelle Stengers, 

Bruno Latour 

y Donna Haraway.



'Intelectos Generales con McKenzie Wark', de DIS



Parece que hemos perdido la cabeza. Pero, ¿qué falta nos hace un cerebro si tenemos pulgares que teclean y deslizan, buscando el conocimiento en una sobresaturación de datos en línea para la que ninguna mente individual tiene cabida? Y, junto con la cabeza, ha desaparecido ese baluarte de la conciencia crítica que era el intelectual público.

17. VOSE

  • Episodio N01 - Chantal Mouffe. 6'
  • Episodio N02 - Sianne Ngai. 4' 48"

  • Episodio N03 - Paul B. Preciado. 3' 10"

Lo que hay ahora, por usar la expresión acuñada por el teórico de los medios McKenzie Wark en su libro del mismo título, son "intelectos generales", pensadores cuya constelación forma una imagen colectiva de nuestro mundo. Ni individuos, ni cerebros: el big data es la gran oportunidad de renunciar a almacenar información en aras de saber cómo encontrarla y, lo que es mejor, usarla. Para orientarnos por este nuevo y feliz mundo contamos como guías con los intelectos generales, que nos ayudan a entender cuál es la mejor manera de ser y de vernos como cuerpo y sociedad en la época del capitalismo tecnológico.



A través de tres episodios, Wark salta de la politóloga Chantal Mouffe, que propone nuevos tipos de conflicto lúdico en la esfera política, y articula una nueva visión de lo político como concepto de mayor profundidad en el que se sustenta la democracia liberal, a Sianne Ngai, que se plantea un nuevo conjunto de categorías estéticas que ofrezcan un punto de partida revisado para imaginarnos a nosotros mismos y el mundo que podríamos tener en el siglo XXI, y de Ngai a Paul B. Preciado, cuya obra analiza cómo se producen los cuerpos a base de imágenes y hormonas, además de hacer un llamamiento a una vanguardia que intervenga de forma microscópica,




INTELECTOS GENERALES CON MCKENZIE WARK

Parece que hemos perdido la cabeza: no necesitamos un cerebro cuando tenemos pulgares que escriben y deslizan el dedo, buscando conocimiento entre un exceso de información en línea demasiado expansivo para que una sola mente pueda retenerlo. Y con la cabeza se ha ido ese incondicional de la conciencia crítica, el intelectual público. En cambio, como lo expresa el teórico de los medios McKenzie Wark en su libro del mismo título, tenemos Intelectos Generales: pensadores que, cuando se constelan, crean una imagen colectiva de nuestro mundo.


Sin individuos ni mentes, el big data es la gran oportunidad para renunciar a almacenar información y, en cambio, saber cómo encontrarla y, mejor aún, utilizarla. Los intelectos generales son guías para este mundo feliz y nos ayudan a comprender cómo ser y ver nuestros propios cuerpos y sociedades bajo el capitalismo tecnológico.


Wark salta de Chantal Mouffe, que propone nuevas formas de jugar el conflicto en la esfera política, a Paul B. Preciado, cuyo trabajo explora las formas en que las imágenes y las hormonas producen los cuerpos y que exige una vanguardia que intervenga microscópicamente, a Sianne Ngai, que considera una nueva serie de términos estéticos que ofrecen un punto de partida revisado para imaginarnos a nosotros mismos y al mundo que podríamos tener en el siglo XXI.




Trabajo cultural y máquinas inmateriales


Matteo Pasquinelli


Traducción: Iván Ordóñez



(Esta traducción se hace con autorización previa de Kurator
Texto tomado de Curating immateriality)

http://www.kurator.org/publications/curating-immateriality/

«Las máquinas técnicas, obviamente, sólo funcionan si no están fuera de servicio. Las máquinas deseantes -por el contrario- se estropean continuamente mientras corren, y de hecho sólo corren cuando no están funcionando correctamente. A menudo el arte se aprovecha de esta característica creando verdaderas fantasías colectivas en las que la producción deseante se utiliza para cortocircuitar la producción social e interferir con la función reproductiva de las máquinas técnicas mediante la introducción de un elemento de disfunción. (Deleuze y Guattari, 1972: 31) ¿Qué es el trabajo inmaterial? ¿Qué produce el trabajo cultural? ¿En dónde trabaja el llamado «intelecto general»? Tomemos el ejemplo de la máquina de cigarrillos. La máquina que usted ve es la personificación del conocimiento científico en componentes de hardware y de software, generaciones de ingeniería estratificadas para uso comercial: ésta gestiona automáticamente los flujos de dinero y los commodities, sustituye a un ser humano con una interfaz fácil de usar, defiende la propiedad privada, funciona sobre la base de un mínimo de control y de la rutina de reposición de existencias. ¿A dónde ha ido el vendedor de tabaco [tobacconist]? A veces disfruta de su tiempo libre. En otras ocasiones, la empresa propietaria de la cadena de distribución lo ha reemplazado. En su lugar uno a menudo se encuentra con el técnico [technician]. Lejos de emular el «Fragmento sobre las máquinas» de Marx de los Grundrisse (1973 [1939]), con una especie de «Fragmento sobre las máquinas de cigarrillos”, este ejemplo es una demostración de cómo las teorías posfordistas viven a nuestro alrededor y que las máquinas construidas por la inteligencia colectiva están orgánicamente encadenadas a los flujos de la economía y de nuestras necesidades . 


Del mismo modo este ensayo introduce el concepto de trabajadores de la cultura como productores de «máquinas». Si es fácil imaginar que la inteligencia colectiva se encarna en las máquinas materiales, ¿cómo podemos pensar en un producto cultural como una especie de «máquina inmaterial”? Y ¿cuál es el papel del trabajo cultural en relación con la creación diaria de las redes mundiales del llamado trabajo inmaterial?1. Empecemos una revisión geopolítica e histórica de la producción cognitiva siguiendo el concepto marxista de intelecto general [general intellect].



Desde los Grundrisse de Marx el concepto de intelecto general se ha convertido en el centro de los debates en torno a la economía del conocimiento [knowledge-based economy], la sociedad de la información, el capitalismo cognitivo, el trabajo inmaterial, la inteligencia colectiva, la clase creativa, el cognitariado [cognitariat], el intercambio de conocimientos, el posfordismo y más. En los últimos años el léxico político se ha ampliado para incluir herramientas críticas entrelazadas que volteamos en nuestras manos preguntándonos acerca de su utilidad exacta. En aras de la simplicidad, sólo dimos cuenta de los términos que heredaron un acercamiento Ilustrado, especulativo, angelical [angelic] y casi neognóstico [neognostic]. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja y esperamos que surjan nuevas formas de emerger y de reclamar roles que -dentro del mismo campo- han sido asumidos por el deseo, el cuerpo, la estética, la biopolítica. Recordamos también el argumento de los trabajadores cognitivos vs los trabajadores precarios, dos caras de la misma moneda que los precognitivos [precogs] italianos de Chainworkers.org, los organizadores de la Jornada Euro May Day, describen de la siguiente manera: «los trabajadores cognitivos son networkers, los trabajadores precarios están conectados en red [networked], los primeros son brainworkers, los últimos chainworkers: los primeros, seducidos y luego abandonados por las empresas y los mercados financieros, los últimos arrastrados hacia ellos y flexibilizados por los flujos de capital global «2. Más que de «intelecto general» deberíamos hablar de intelectos generales. Hay múltiples formas de inteligencia colectiva y también hay un lado oscuro del trabajo inmaterial. Algunos tipos de inteligencia colectiva pueden convertirse en sistemas totalitarios, tales como la ideología militar-administrativa de los neoconservadores [neocons] o del imperio Microsoft. 




Otros pueden ser incorporados en las burocracias socialdemócratas, en el aparato [apparatus] de control policial, en las matemáticas de los especuladores del mercado de valores, en la arquitectura de nuestras ciudades a medida que caminamos todos los días sobre concreciones de inteligencia colectiva. En las distopías de películas como 2001 Odisea en el Espacio de Stanley Kubrick (1968) y The Matrix de los hermanos Wachowski (1999), el cerebro de las máquinas evoluciona en autoconciencia hasta el punto de deshacerse de lo humano. Las inteligencias colectivas «buenas», en cambio, producen redes internacionales de cooperación, como la red del movimiento global, de los trabajadores precarios, de los desarrolladores de Software Libre, de activismo mediático. También producen el intercambio deconocimiento en las universidades, licencias abiertas de Creative Commons y planificación urbana participativa, narraciones e imaginarios de liberación. Desde una perspectiva geopolítica nos podemos dibujar en la paranoia de ciencia ficción de Philip Dick: la Tierra es dominada por una sola Inteligencia, pero dentro de ella se desarrolla una guerra entre dos Organizaciones de intelecto general, opuestas pero entrelazadas.


En tal escenario, no podemos considerar el trabajo cultural como algo neutral. Sin embargo, esto no se debe a una decisión política: el trabajo cultural ha cambiado desde el marco del siglo XIX que lo concibió. Como recuerda Paolo Virno en su libro Gramática de la Multitud (2003) (siguiendo La condición humana de Hannah Arendt, 1958), tres tipos de acción, bien separadas en el siglo XIX – Trabajo, Política e Intelecto – están ahora integradas en una misma actitud y son centrales en cada proceso productivo. Para trabajar, hacer política, producir, trabajar en o hacer arte hoy en día, se necesitan competencias híbridas. Con respecto a Virno, integramos el intelecto al arte y preferimos hablar de Trabajo, Política y Arte (incluyendo cualquier tipo de actividad creativa bajo el término Arte). Esto significa que todos somos trabajadores-artistas-activistas, pero también significa que las figuras del militante y del artista son superadas y que tales competencias sólo se forman en un espacio común que es la esfera del intelecto colectivo. El trabajo cultural no es «políticamente» neutral desde este punto de vista teórico, ya que no es posible distinguirlo de la esfera colectiva del Trabajo-Política-Arte. Si realmente queremos enmarcar el trabajo cultural desde la perspectiva de la escuela del trabajo inmaterial, tampoco hay que olvidar la genealogía y el fuerte legado político de este concepto. 



Detrás del poderoso motor concepto de la escuela franco-italiana del trabajo inmaterial, nos encontramos con la historia del operaismo italiano (obrerismo) 3, que siguió a la evolución de las condiciones laborales de la fábrica fordista a la «fábrica social» posfordista . El giro lingüístico del pensamiento post-operaista italiano se generó en dos revistas, la Comune Luogo italiana y la Antérieur Futur francesa en los años 90, diez años antes de que fueran publicados Gramática de la Multitud de Virno (2004) e Imperio de Hardt y Negri (2000 ), por citar sólo los bestsellers. Hoy, como entonces, estamos en busca de un nuevo agente colectivo y un nuevo punto de implementación de la oxidada palanca revolucionaria . El éxito del concepto de multitud4 (introducido en la obra de Negri, Virno y muchos otros pensadores franceses e italianos) también refleja la desorientación actual.

El pensamiento crítico busca continuamente forjar al actor colectivo que puede encarnar el espíritu de la época [zeitgeist] y podemos volver atrás a la historia reconstruyendo las formas fundamentales de cada paradigma de acción política: el agente social más o menos colectivo, la organización más o menos vertical, la meta más o menos utópica – el proletariado y la multitud, el partido y el movimiento, la revolución y la auto-organización.



Los acontecimientos de 1977 (el año de los movimientos de protesta en Italia y el movimiento punk en Europa) sancionó el fin del paradigma «revolucionario» y el comienzo del «movimiento», la apertura de nuevos espacios de conflicto en los campos de la comunicación , explorando medios de comunicación autónomos y la producción de una imaginería alternativa. La figura social de «trabajadores de la cultura» también surge del underground de los años 1960 y 1970. Hoy estamos descubriendo que el «movimiento» como formato necesita superarse, a favor de la «red». En el imaginario actual del intelecto general parece ser el agente colectivo; su forma de ser, la red; su objetivo, crear un plano de auto-organización, su campo de acción, el capitalismo cognitivo espectacular biopolítico. ¿Cómo llegamos a este punto? Estamos en el punto de convergencia entre diferentes planos históricos: la herencia de las vanguardias históricas en la síntesis de la estética y la política; las luchas de 1968 y 1977, que abrieron nuevos espacios de conflicto fuera de las fábricas, y dentro del imaginario y de la comunicación; la hipertrofia de la sociedad del espectáculo y de la economía del logo; la transformación del trabajo asalariado fordista al trabajo precario autónomo posfordista; la revolución informativa y la aparición de Internet, la economía y la sociedad en red, la utopía giró hacia la tecnología. 



Algunos perciben el momento actual como una red mundial viva, otros como una nube borrosa, algunos como una nueva forma de explotación, otros como una oportunidad. Hoy la densidad alcanza su masa crítica y forma una clase radical global en la intersección del activismo, la comunicación, las artes, las tecnologías de red y la investigación independiente. ¿Cómo considerar el papel del trabajo cultural en este contexto?

En una fábula paranoica diferente, nos imaginamos que la tecnología es la más reciente adición a la serie de agentes colectivos generados por la historia, como en una muñeca matryoshka : religión – teología – filosofía – ideología – ciencia – tecnología. Esto quiere decir que la historia del pensamiento se estratifica en tecnologías de la información y de la inteligencia, aunque sólo nos recuerda el último episodio de esta serie, es decir, la red que encarna los sueños de la generación política anterior. Hoy, como en el pasado, la tecnología sigue siendo una metáfora principal para el trabajo intelectual y cultural. Hay una metáfora hegemónica recorriendo la crítica de medios y la cultura de la red, la curaduría y el mundo del arte: es el Software Libre. La escuchamos citada al final de cada intervención que plantea el problema de qué se va a hacer (pero también en artículos de marketing estratégico), mientras que la metáfora gemela del Código Abierto [Open Source] contamina todas las disciplinas: arquitectura de código abierto, literatura de código abierto, democracia de código abierto, ciudad de código abierto y así sucesivamente. Los software son máquinas inmateriales. La metáfora del Software Libre es tan simple por su inmaterialidad que a menudo falla en entrar en conflicto con el mundo real. Aunque sepamos que es una cosa buena y justa, polémicamente nos preguntamos: ¿Qué cambiará cuando todas las computadoras en el mundo trabajen con software libre? 


El aspecto más interesante del modelo del Software Libre es la inmensa red cooperativa que crearon los programadores en una escala global, pero ¿a qué otros ejemplos concretos podemos hacer referencia a la hora de proponer nuevas formas de acción en el mundo real y no sólo en el ámbito digital? En 1970 Deleuze y Guattari, con su libro El Anti-Edipo, tuvieron la intuición de lo maquínico, una introyección/imitación de la forma industrial de producción. Finalmente un «materialismo de los flujos «se refería a máquinas deseantes, revolucionarias, célibes, de guerra, en lugar de representativas o ideológicas. Deleuze y Guattari sacaron la máquina de la fábrica, ahora nos toca a nosotros sacarla de la red e imaginar una generación post-internet. El trabajo cognitivo produce máquinas de todo tipo, no sólo software: máquinas narrativas, máquinas publicitarias, máquinas mediáticas, máquinas que actúan, máquinas psíquicas, máquinas sociales, máquinas libidinosas. En el siglo XIX, la definición de máquina se refiería a un dispositivo de transformación de energía. En el siglo XX la máquina de Turing – el fundamento de toda la informática – inicia la interpretación de la información en forma de secuencias de 0 y 1. Para Deleuze y Guattari, por otra parte, una máquina deseante produce, corta y compone los flujos y, sin descanso, produce lo real.


Hoy en día entendemos por máquina la forma elemental del intelecto general, cada nodo de la red de la inteligencia colectiva, cada dispositivo material o inmaterial que articula orgánicamente los flujos de la economía y de nuestros deseos. En un nivel superior, la red puede en sí ser considerada como una mega-máquina de agenciamiento de otras máquinas, e incluso la multitud se vuelve maquínica, como escriben Negri y Hardt: «La multitud no sólo usa máquinas para producir, sino que deviene cada vez más maquínica en sí misma, así como los medios de producción están cada vez más integrados a las mentes y los cuerpos de la multitud. En este contexto la reapropiación significa tener libre acceso y control sobre el conocimiento, la información, la comunicación, y los afectos, ya que estos son algunos de los medios primarios de la producción biopolítica. El hecho de que estas máquinas productivas hayan sido integradas a la multitud no significa que la multitud tenga control sobre ellas. Más bien, hace su alienación más cruel y perjudicial. El derecho a la reapropiación es realmente el derecho de la multitud al autocontrol y a la autoproducción autónoma»(2000: 424). En otras palabras, en el postfordismo la fábrica ha salido de la fábrica y el conjunto de la sociedad se ha convertido en una fábrica. Una multitud ya maquínica sugiere que la subversión actual del sistema productivo en un plano autónomo podría ser posible en un instante, desconectando la multitud del comando del capital. Pero la operación no es tan fácil en los términos tradicionales de la «reapropiación de los medios de producción”. ¿Por qué es este el caso? Si bien es cierto que hoy en día el principal medio de trabajo es el cerebro y que los trabajadores pueden inmediatamente reapropiarse de los medios de producción, también es cierto que el control y la explotación de la sociedad se han vuelto inmateriales, cognitivos y en red. 


No sólo ha crecido el intelecto general de la multitud, sino también el intelecto general del imperio. Los trabajadores, armados con sus computadores, pueden reapropiarse de los medios de producción, pero tan pronto como salen de sus escritorios tienen que enfrentarse a un Godzilla que no habían previsto, el Godzilla del intelecto general del enemigo. Las meta-máquinas sociales, estatales, económicas -a la que los seres humanos están conectados como apéndices- están dominadas por automatismos conscientes e inconscientes. Las meta-máquinas están gobernadas por una clase particular de trabajo cognitivo que es el trabajo administrativo, político y de gestión, que realiza proyectos, organiza y controla en gran escala: una forma de intelecto general que nunca habíamos considerado y en la que la figura central en la segunda mitad del siglo XX era la del administrador [manager].

Como George Orwell nos recuerda, en nuestro mundo post-democrático (o si lo prefiere, en el imperio) los administradores [managers] se han apoderado del comando: «El capitalismo está desapareciendo, pero el socialismo no lo está sustituyendo. Lo que ahora se plantea es un nuevo tipo de sociedad planificada y centralizada que no será ni capitalista ni, en cualquier sentido aceptado de la palabra, democrática. Los gobernantes de esta nueva sociedad será la gente que efectivamente controlan los medios de producción: es decir, ejecutivos, técnicos, burócratas y soldados, agrupados juntos por Burnham, bajo el nombre de gerentes [managers]. Estas personas eliminarán la vieja clase capitalista, aplastará a la clase obrera y así organizara a la sociedad de manera que todo el poder y privilegios económicos permanezcan en sus propias manos.



Se abolirán los derechos de propiedad privada, pero no se establecerá la propiedad común. Las nuevas sociedades de gestión [managerial societies] no estarán formadas por un mosaico de pequeños estados independientes, sino de grandes super-estados agrupados en torno a los principales centros industriales de Europa, Asia y América. Internamente, cada sociedad será jerárquica, con una aristocracia del talento en la cima y una masa de semi-esclavos en la base” (1946). El trabajo inmaterial está en todas partes y en ocasiones la frontera entre los tecno-administradores [techno-managers] de Orwell y los trabajadores creativos se hace borrosa. No odie a la máquina, sea la máquina. ¿Cómo podemos convertir el intercambio de conocimientos, las herramientas y los espacios, el trabajo inmaterial y el trabajo cultural en nuevas máquinas productivas radicales revolucionarias, más allá del inflado Software Libre? Este es el desafío que alguna vez se llamó la reapropiación de los medios de producción. ¿Podrá la clase radical global inventar máquinas sociales que puedan desafiar el capital y funcionar como planos de autonomía y autopoiesis? ¿Están las máquinas radicales que son capaces de hacer frente a la inteligencia técnico-gerencial y las meta-máquinas imperiales alineadas tal cuales son? ¿Cómo empezamos a construir estas máquinas?


Notas (en inglés)

1. The idea of immaterial labour comes to be theorised as a result of the changes in the mode
of capitalist production identified as post-Fordism. The Italian tradition of operaismo links the notion of immaterial labour to the move from Fordist to lean production, or Toyotism, where prior to being manufactured a product must be sold. More specifically defined, immaterial labour refers to two different aspects of labour. According to Maurizio Lazzarato: [1] ‘As regards the “informational content” of the commodity, it refers directly to the changes taking place in workers’ labour processes in big companies in the industrial and tertiary sectors, where the skills involved in direct labour are increasingly skills involving cybernetics and computer control (and horizontal and vertical communication).’ [2] ‘As regards the activity that produces the “cultural content” of the commodity, immaterial labour involves a series of activities that are not normally recognised as “work” – in other words, the kinds of activities involved in defining and fixing cultural and artistic standards, fashions, tastes, consumer norms, and more strategically, public opinion.’ The idea that immaterial labour directly produces the capital relation – something that material labour covertly did – changes the phenomenology of capital. Immaterial workers are primarily producers of subjectivity. ‘If production today is directly the production of a social
relation, then the ‘raw material’ of immaterial labour is subjectivity and the “ideological”
environment in which subjectivity lives and reproduces. The production of subjectivity ceases to be only an instrument of social control (for the production of mercantile relationships) and becomes directly productive, because the goal of our post industrial society is to construct the consumer/communicator – and to construct it as “active”. Immaterial workers (those who work in advertising, fashion, marketing, television, cybernetics, and so forth) satisfy a demand by the consumer and at the same time establish that demand.’ (1996: 133)


El trabajo inmaterial se teoriza como resultado de los cambios en el modo de producción capitalista identificados como postfordismo.

de producción capitalista identificado como postfordismo. La tradición italiana del operaismo vincula la noción de trabajo inmaterial al paso de la producción fordista a la producción ajustada, o toyotismo, en la que antes de fabricar un producto hay que venderlo. Definido de forma más específica, el trabajo inmaterial se refiere a dos aspectos diferentes del trabajo. Según Maurizio Lazzarato: [1] "Por lo que respecta al "contenido informacional" de la mercancía, se refiere directamente a los cambios que se están produciendo en los procesos laboralepetencias que implican cibernética y control informático (y comunicación horizontal y vertical)". [2] "En cuanto a la actividad que produce el "contenido cultural" de la mercancía, el trabajo inmaterial implica una serie de actividades que normalmente no se reconocen como "trabajo", es decir, el tipo de actividads de los trabajadores de las grandes empresas de los sectores industrial y terciario, donde las competencias implicadas en el trabajo directo son cada vez más comes que intervienen en la definición y fijación de normas culturales y artísticas, modas, gustos, normas de consumo y, de forma más estratégica, la opinión pública". La idea de que el trabajo inmaterial produce directamente la relación de capital -algo que el trabajo material hacía de forma encubierta- cambia la fenomenología del capital. Los trabajadores inmateriales son ante todo productores de subjetividad. Si la producción actual es directamente la producción de una relación social, entonces la "materia prima" del trabajo inmaterial es la subjetividad y el entorno "ideológico" en el que la subjetividad vive y se reproduce.


La producción de subjetividad deja de ser sólo un instrumento de control social (para la producción de relaciones mercantiles) y pasa a ser directamente productiva, porque el objetivo de nuestra sociedad postindustrial es construir al consumidor/comunicador - y construirlo como "activo". Los trabajadores inmateriales (los que trabajan en publicidad, moda, marketing, televisión, cibernética, etc.) satisfacen una demanda del consumidor y al mismo tiempo establecen esa demanda". (1996: 133)


2. Chainworkers, Il precognitariato. L’europrecariato si è sollevato (2003) <http://www.

rekombinant.org/article.php?sid=2184>. See also <http://www.chainworkers.org&gt; and <http://www.inventati.org/mailman/listinfo/precog&gt;.

 Trabajadores en cadena, El precognitariado. El europrecariado se ha levantado (2003) <

https://www.rekombinant.org/article.php?sid=2184

>. Véase también <

https://www.chainworkers.org&gt

; y <

http://www.inventati.org/mailman/listinfo/precog&gt





3. According to François Matheron: ‘Italian theoretical and political movement, operaismo
was fundamentally active during the 60s and the beginning of the 70s. In an epoch where the worker movement in crisis was dominated by excessively “ideological” debates, operaismo was characterized essentially by proposing a “return to the working class”. It is characterized by 1. A method: we too have considered in first place capitalist development, and only afterward the workers struggles. This is an error. It is necessary to invert the problem, change the sign, and begin again, and the beginning is the struggle of the working class. (Mario Tronti) As such, not only is class struggle the motor of history, but rather, above all, the relation is asymmetric. It is the movement, always visible, of the working class that explains those of capital and of capitalist society, and not the inverse. This abstract idea acquires its meaning with the introduction of the concept of class composition. The working class is not a mythological notion, but rather a historically constructed whole. Technical composition: analysis of the labor process, of the technology, not in sociological terms but rather as sanction of the relations of force between classes. Example: fordism and taylorism embody the principle of eliminating the resistance of the workers and their unions imposing a new type of work. It makes sense, then, to analyze in detail the labor process, its modifications, in order to understand what “class struggle” means: there has never been more Marxist “evidence”. Political composition: inside the working class certain fractions play a minor political role. The working class is not content with reacting to the dominion of capital, it is immersed continually in the process of political recomposition, and capital is obliged to respond with a continual restructuration of the labor process. It makes sense, as such, to analyze this political recomposition, the cycle of struggles.



 2. A global point of
view: from the first texts of Raniero Panzieri attention is centered on planning. Capital acquires more relevance as a social power that tries to control the movements of the class, than as private property. From here there arises a new vision of the State: no longer is it the simple guarantor, but rather the organizer of exploitation, intervening directly in production. The form of the state is a consequence of the class composition. Antonio Negri can thus demonstrate that the ‘keynsian’ state, and, in general, that what he calls the “planner state” is nothing other than the insertion of the October Revolution into capitalist development: workers power is considered as independent variable. 3. A political movement: if the working class is the motor for capitalist development, it can equally be, and is, a force of rupture. In a period of apparent reflux, in which one can speak of a working class will to integration, the operaists preached, and tried to organize, new struggle impelled by a new figure the “mass worker”, the nonqualified worker in the large factories. Struggles for wage equality, not as corporatist claims but rather as political forces of rupture capable of blocking the system and augmenting workers power. The movement of ’68 would be perceived as confirmation of this thesis. There exists the possibility of rupture, and as such the construction of communism (against socialism, the new form of development); but also the state can equally impose its restructuration, once again transforming the workers struggles into simple motors for development. 



4. A movement in History: the will to organize the movements in open conflict with the traditional worker movement provoked a rupture in the Quaderni Rossi (the originary journal of this tendency), lead by Panzieri: in 1964 the periodical Classe Operaia was born, animated by Mario Tronti, Romano Alquati and Antonio Negri, among others, from which a part of the group separated in 1966, led by Mario Tronti, that would end up entering into the PCI. After 1968, the group Potere Operaio would be one mode of inheriting the earlier tendency; its self-dissolution in 1973 signaled the appearance of the “workers autonomy”. Negri would elaborate the theory of the “social worker” as new figure of a working class that had ceased to be concentrated in the large factories and had come to be distributed in a more diffused form in the totality of the territory, with the concept of productive work adopting a greater extension, and the State converting itself into the principle direct enemy. But that is already another story.’ (1999)



Según François Matheron: "El movimiento teórico y político italiano, el operaismo

fue fundamentalmente activo durante los años 60 y principios de los 70. En una época en la que el movimiento obrero en crisis estaba dominado por debates excesivamente "ideológicos", el operaismo se caracterizó esencialmente por proponer un "retorno a la clase obrera". Se caracteriza por 

1. Un método: nosotros también hemos considerado en primer lugar el desarrollo capitalista, y sólo después las luchas obreras. Esto es un error. Es necesario invertir el problema, cambiar el signo, y comenzar de nuevo, y el comienzo es la lucha de la clase obrera. (Mario Tronti) Como tal, no sólo la lucha de clases es el motor de la historia, sino que, sobre todo, la relación es asimétrica. Es el movimiento, siempre visible, de la clase obrera el que explica los del capital y de la sociedad capitalista, y no a la inversa. Esta idea abstracta adquiere su sentido con la introducción del concepto de composición de clase. La clase obrera no es una noción mitológica, sino un conjunto históricamente construido. Composición técnica: análisis del proceso de trabajo, de la tecnología, no en términos sociológicos sino como sanción de las relaciones de fuerza entre clases. Ejemplo: el fordismo y el taylorismo encarnan el principio de eliminar la resistencia de los trabajadores y sus sindicatos imponiendo un nuevo tipo de trabajo.

Tiene sentido, pues, analizar en detalle el proceso laboral, sus modificaciones, para comprender lo que significa la "lucha de clases": nunca ha habido más "pruebas" marxistas. Composición política: dentro de la clase obrera, ciertas fracciones desempeñan un papel político menor. La clase obrera no se contenta con reaccionar al dominio del capital, está inmersa continuamente en un proceso de recomposición política, y el capital se ve obligado a responder con una continua reestructuración del proceso de trabajo. Tiene sentido, como tal, analizar esta recomposición política, el ciclo de las luchas. 


2. Un punto de vista global

punto de vista global: desde los primeros textos de Raniero Panzieri la atención se centra en la planificación. El capital adquiere más relevancia como poder social que intenta controlar los movimientos de la clase, que como propiedad privada. De aquí surge una nueva visión del Estado: ya no es el simple garante, sino el organizador de la explotación, interviniendo directamente en la producción. La forma del Estado es consecuencia de la composición de clase. Antonio Negri puede así demostrar que el Estado "keynsiano" y, en general, lo que él llama "Estado planificador" no es otra cosa que la inserción de la Revolución de Octubre en el desarrollo capitalista: el poder obrero es considerado como variable independiente.

3. Un movimiento político: si la clase obrera es el motor del desarrollo capitalista, puede ser igualmente, y lo es, una fuerza de ruptura. En un periodo de reflujo aparente, en el que se puede hablar de una voluntad de integración de la clase obrera, los operaístas predicaron, e intentaron organizar, nuevas luchas impulsadas por una nueva figura el "obrero de masas", el obrero no cualificado de las grandes fábricas. Luchas por la igualdad salarial, no como reivindicaciones corporativistas sino como fuerzas políticas de ruptura capaces de bloquear el sistema y aumentar el poder obrero. El movimiento del 68 se percibiría como una confirmación de esta tesis. 



Existe la posibilidad de ruptura, y como tal la construcción del comunismo (contra el socialismo, la nueva forma de desarrollo); pero también el Estado puede igualmente imponer su reestructuración, transformando una vez más las luchas obreras en simples motores del desarrollo. 4. Un movimiento en la Historia: la voluntad de organizar los movimientos en abierto conflicto con el movimiento obrero tradicional provocó una ruptura en los Quaderni Rossi (la revista originaria de esta tendencia), liderada por Panzieri: en 1964 nació la revista Classe Operaia, animada por Mario Tronti, Romano Alquati y Antonio Negri, entre otros, de la que se separó una parte del grupo en 1966, liderada por Mario Tronti, que acabaría entrando en el PCI.

4. Un movimiento en la Historia: la voluntad de organizar los movimientos en abierto conflicto con el movimiento obrero tradicional provocó una ruptura en los Quaderni Rossi (la revista originaria de esta tendencia), liderada por Panzieri: en 1964 nació la revista Classe Operaia, animada por Mario Tronti, Romano Alquati y Antonio Negri, entre otros, de la que se separó una parte del grupo en 1966, liderada por Mario Tronti, que acabaría entrando en el PCI. Después de 1968, el grupo Potere Operaio sería un modo de heredar la tendencia anterior; su autodisolución en 1973 señaló la aparición de la "autonomía obrera". Negri elaboraría la teoría del "trabajador social" como nueva figura de una clase obrera que había dejado de concentrarse en las grandes fábricas y había pasado a distribuirse de forma más difusa en la totalidad del territorio, adoptando el concepto de trabajo productivo una mayor extensión, y convirtiéndose el Estado en el principal enemigo directo. Pero eso ya es otra historia". (1999)



4. See the French magazine Multitudes <https://multitudes.samizdat.net&gt;.

4. Véase la revista francesa Multitudes <

http://multitudes.samizdat.net&gt


Referencias (en inglés)

Chainworkers.org <http://chainworkers.org&gt;.
Gilles Deleuze & Felix Guattari (1972) L’anti-Oedipe, Paris: Les Éditions De Minuit.
Michael Hardt & Antonio Negri (2000) Empire, Cambridge MA: Harvard University Press.
Maurizio Lazzarato (1996) ‘Immaterial Labour’, in Paolo Virno & Michael Hardt (eds.) RadicalThought in Italy: A Potential Politics, Minneapolis: University of Minnesota Press.
François Matheron (1999) ‘Operaïsme’, in Gérard Bensussan & Georges Labica (eds.)
Dictionnaire critique du marxisme, trans. Nate Holdren, Paris: Quadrigue – Presses Universitaires de France.
Karl Marx (1973 [1939]) Grundrisse, London: Penguin Books.
Multitudes <http://multitudes.samizdat.net&gt;.


George Orwell (1946) Second Thoughts on James Burnham, [pamphlet] London.
Paolo Virno (2003) A Grammar of the Multitude, New York: Semiotext(e).
Paolo Virno & Michael Hardt (eds) (1996) Radical Thought In Italy: A Potential Politics,
Minneapolis: University of Minnesota Press.



ANTROPOLOGÍA DEL CEREBRO: LA CONCIENCIA Y LOS SISTEMAS SIMBÓLICOS
ROGER BARTRA
La audaz propuesta de Roger Bartra, en el sentido de que la autoconciencia no es una función restringida al cerebro, sino extendida o codificada en una amplia red simbólica de naturaleza cultural, se robustece a lo largo de este volumen mediante la revisión de datos empíricos, de teorías provenientes de las neurociencias, de las ciencias de la conducta, de la lingüística y de los debates recientes en la filosofía de la mente y de la ciencia en general. El panorama es tan abundante como insólito.


https://acortar.link/XaPVAV




LAS CULTURAS FRACASADAS.

EL TALENTO Y LA ESTUP1DEZ DE LAS SOCIEDADES.

José Antonio Marina.

Edit. Anagrama.


"Este peculiar libro arranca con una fábula protagonizada por hormigas. Los hormigueros son sociedades perfectas, porque cada miembro se sacrifica por la perpetuación del bien común. Pero un día las hormigas se volvieron inteli­gentes y libres, y esto desbarató su convivencia. «Repeti­mos alegremente –dice el autor– que nuestra identidad depende de nuestra pertenencia a un pueblo, una reli­gión, una cultura. ¿Qué ocurre si esa cultura se encana­lla?¿Qué sucede si esa sociedad se vuelve estúpida? La cultura resuelve los problemas básicos de la convivencia, uno de los cuales es la relación del individuo con la colec­tividad. Se han dado múltiples soluciones, que van desde pasar al individuo por la trituradora ideológica y conver­tirlo en masa hasta inocularle el virus tribal o la hiperin­dividualización narcisista. ¿Cómo liberarse de la presión social sin caer en el autismo ético? Debemos evaluar las culturas, someter a las sociedades a un “test de inteligen­cia”. La capacidad creadora de nuestra inteligencia nos mantiene en permanente riesgo, y sólo una poderosa creatividad compartida puede ponernos a salvo.»"


https://drive.google.com/file/d/1eP5JyiGXCV-AP8V4UD4wt7nZIyyoJuaL/view 



Un rave sólo para amigos

UNA CONVERSACIÓN CON McKenzie Wark


McKenzie Wark busca desarrollar instrumentos conceptuales para analizar las formas emergentes de explotación derivadas de los cambios tecnológicos. En esta entrevista, la escritora australiana vuelve a las teorías de su ahora clásico Un manifiesto hacker (2004), para describir el surgimiento de una nueva clase dominante cuyo poder proviene del control de los flujos de información.

https://luca.lat/entrevistas/un-rave-solo-para-amigos



Los Intelectuales Bonitos 

Amando de Miguel







Los intelectuales y el “espacio de opinión” mediático: el caso de La desfachatez intelectual

https://revistas.ucm.es/index.php/HICS/article/view/69243


Fundamentos Para Una Teoria Del Conocimiento




Presentación: 

1. El concepto del cuerpo humano. Acercamiento histórico El saco de humores El concepto paulino del cuerpo El hombre máquina El cuerpo pensante El concepto de cuerpo en las corrientes contemporáneas El paralelismo El dualismo filosófico El vitalismo El emergentismo idealista El dualismo trascendental Las corrientes materialistas mecanicistas El epifenomenismo El conductismo: fisicalismo radical El modelo materialista de Bunge El materialismo dialéctico.

2. El todo más desarrollado. Esquema de la evolución Esquema del modelo idealista contemplativo

Esquema del modelo mecanicista Esquema del modelo dialéctico materialista Esquema de la praxis



3. Los presocráticos. Introducción: conocimiento y poder Los protagonistas El ser y el no ser El idealismo radical El papel de los sentidos La teoría de los opuestos El avance científico El relativismo El punto de partida de la ciencia moderna

4. Filosofía moral versus filosofía de la naturaleza: Sócrates.




https://ebiblioteca.org/lecturas/?/v/  



Jóvenes, Internet y política



Trabajo exploratorio sobre las relaciones entre jóvenes, Internet y política, para poner las bases de un proyecto más amplio de análisis sobre esta nueva realidad de información, movilización y acción política. El texto aborda desde diferentes artículos el uso de Internet como nuevo espacio de participación política juvenil. La gente joven está aprovechando todo el potencial que tiene Internet como nuevo espacio de relación e interacción, sin intermediarios, y está mostrando que se puede hacer política de otra manera. 
Esta investigación se sitúa en ese escenario, entendiendo Internet como un espacio de &quot;nueva política&quot;.

https://www.academia.edu/124772572/J%C3%B3venes_Internet_y_pol%C3%ADtica






... y en este momento suben a completar los Intelectos Colectivos los habitantes imaginarios





Hongos sagrados 

| Juan Acevedo Peinado 


El mundo de los hongos es tan amplio que va desde la simple levadura hasta variedades psicodélicas. Estos organismos, a veces fuera de nuestra vista, constituyen un reino diverso que sostiene a la mayoría de los sistemas vivos, generando lo que algunos científicos denominan «la red de la vida». Son, por ejemplo, la base de todos los antibióticos modernos, como el caso de la penicilina, descubierta por Alexander Fleming en 1928. En un momento en que la atención se centra en la psilocibina medicinal y su potencial terapéutico, Juan Acevedo Peinado , investigador y experto, indaga en cuestiones apremiantes de hoy: ¿Qué son realmente los hongos? ¿Cómo influyeron o influyen en la evolución de nuestra especie? ¿Qué es «la gran web verde» y cuál es nuestro lugar en ella? ¿Qué son las microdosis? ¿Cómo funcionan y para qué se utilizan? ¿Psilocybe en estado natural o psilocibina sintética? Este libro es una invitación a sumergirse en un universo maravilloso, donde ciencia e historia se entrelazan como una bitácora que nos guiará en un viaje que revelará la vida de los hongos, su clasificación, evolución, su aporte a la salud y a la solución de desafíos ambientales. Una aventura que nos mostrará cómo, además, pueden aliviar enfermedades y sanar nuestra mente.

 https://www.upload.ee/download/17452473/3fce65a6d7561fd105e3/Hongos_sagrados_-_Juan_Acevedo_Peinado.epub





De Diosas, Brujas y Sabias

Noe Costas


https://workupload.com/start/24PMBCShTkU  




  








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