«Más allá del asunto de la violencia real, las drogas y la miseria, estaba el hecho de que Nueva York no formaba parte de Estados Unidos en absoluto. Aquello era tierra de nadie, cerca de la costa, sin centros comerciales, poca presencia de las grandes cadenas, muy pocos cristianos renacidos que no hubieran llegado a la ciudad con el papel de misioneros, sin campos de golf, sin parcelaciones».
http://lucsante.com/
La Nueva York actual es una ciudad domesticada y sin carácter. La buena fue la de los años 70 y primeros 80, caótica, desordenada, tomada por traficantes de droga y otros delincuentes, peligrosa... pero llena de sabor. Al menos eso piensa el escritor Luc Sante. Su punto de vista, inusual y radicalmente anti-Giulani (el alcalde que inventó el concepto de "tolerancia cero" y consiguió que descendieran los índices de delincuencia de la Gran Manzana) lo aporta en la recopilación de artículos Mata a tus ídolos, recién publicado por la editorial Libros del K.O. "Aquello era una ruina en ciernes, y mis amigos y yo estábamos acampados en medio de sus fragmentos y túmulos. No me angustiaba, más bien lo contrario", escribe.
Escritor estadounidense nacido en Verviers, Bélgica, tenía cinco años cuando sus padres emigraron a Estados Unidos. Considerado como uno de los observadores más brillantes de la cultura contemporánea, su prosa, delicada y tensa al mismo tiempo, apresa pequeñas escenas y nos devuelve un fresco completo de nuestra época, ya sea a través de libros viejos o de estrellas del hip-hop. No es extraño, pues, que The New Yorker dijera de él: "Es uno de los pocos maestros en vida de la lengua americana, y también un historiador y filósofo singular de la experiencia estadounidense". Del mismo modo, su libro Mata a tus ídolos, fue uno de los seleccionados por el director de cine Jim Jarmusch con motivo de los debates literarios que organizó en el Festival ATP de Nueva York. Ha escrito también Low Life (1991), Evidence (1992), The Factory of Facts (1998), Folk Photography (2009) y El Otro París (2015). Colabora frecuentemente con The New York Review of Books y enseña Historia de la Fotografía en el Bard College.
La fábrica de Datos, publicado por Granta
https://granta.com/contributor/luc-sante/
http://www.nybooks.com/contributors/luc-sante/
Mi Ciudad Perdida
RESEÑAS
Viaje a los bajos fondos de Nueva York
por Rafael Narbona
Nueva York es un mito moderno. No es una ciudad más, sino una gigantesca urbe que actualmente ocupa el centro de la historia. Hay otras ciudades importantes que ejercen una poderosa seducción, pero ninguna posee la fuerza simbólica y efectiva de un espacio que reúne el esplendor y la miseria de nuestra civilización democrática, con sus cambios vertiginosos y su resistencia a mirar hacia atrás.
Luc Sante ha escrito un inspirado ensayo sobre los bajos fondos de Nueva York, abarcando el período comprendido entre 1840 y 1919. Manhattan, sus muelles, sus arrabales y los barrios marginales desfilan por una obra que no oculta su aprecio por la ciudad: «Nueva York es una ciudad, pero también es una criatura, una mentalidad, una enfermedad, una amenaza, un imán». Nueva York no muestra mucho interés por su pasado, pero sus bajos fondos ya forman parte de una mitología que no cesa de crecer.
El Bowery, Satan’s Circus, Hell’s Hundred Acres, Hell’s Kitchen o Five Points no son simples referencias geográficas, sino lugares que no cesan de alimentar la imaginación de literatos, directores de cine y artistas. Las grandes fortunas han configurado el paisaje urbano, levantando rascacielos, museos y monumentos, pero la verdadera historia, la historia profunda y no visible, ha sido escrita por «las almas sin descanso de los pobres, los marginados, los desposeídos, los depravados, los tarados, los contumaces».
Mata a tus ídolos (fragmento)
" Me dejé
llevar desde el Upper West Side hasta el Lower East Side en 1978. La mayoría
de mis amigos hicieron la transición más
o menos por la misma época. Podías
alquilar un apartamento entero para ti por menos de 150 dólares
al mes. Además,
todo se cocía
allí.
Se cocía,
al menos, en dos o tres bares lúgubres que hacían
las veces de clubes nocturnos, en una librería,
en una o dos tiendas de discos y en un montón
de apartamentos e imaginaciones particulares. Todos nos encontrábamos
en esa fase de la juventud en la que tu estrella puede que no brille todavía
pero tu momento es el único que existe. Cometimos la
temeridad de reírnos
de los hippies, vergonzosamente anclados media década
atrás.
En nuestra arrogancia, apenas éramos conscientes del pasado tan
profundo que nos rodeaba. No nos preguntamos por qué
el nombre grabado sobre la puerta de la biblioteca pública
de Second Avenue estaba en alemán, ni por qué
se podían
ver bustos de compositores del siglo diecinueve en el dintel de un segundo piso
en Fourth Street.
Nuestro barrio estaba tan abarrotado de ruinas que no nos
cuestionamos la existencia de las enormes moles en que se habían
convertido los teatros cerrados, ni nos preguntamos sobre la época
en la que habían
sido nuevos. Nuestros apartamentos estaban amueblados exclusivamente con
objetos encontrados en la basura, pero no nos llamaba demasiado la atención
que en la mayoría
de nuestras salas de estar hubiera mesas de antiguas máquinas
de coser con la base de hierro fundido.
Cuando personas mayores morían sin testamento o sin herederos, los caseros colocaban las pertenencias de los difuntos en la acera, porque resultaba más barato que alquilar una furgoneta de transporte. Rebuscábamos entre las cajas y cogíamos lo que queríamos, encontrábamos fotografías, libros y curiosidades, pruebas de vidas y pasiones vividas en la confusión de 1910 y 1920, de la guerra de la frontera mexicana, de la revista Mother Earth de Emma Goldman, del vodevil, de sindicatos y del comercio naval; todo esto nos distraía brevemente, pero nos interesaban mucho más las cajas del próximo porche que contenían colecciones de discos considerablemente más recientes. Un día algo cayó del interior de un libro viejo, la tarjeta de un salón de belleza que había estado en Avenue C, cerca de Third Street, probablemente durante los años veinte. Me quedé maravillado, incapaz de imaginar algo tan sobrio como un salón de belleza en aquella esquina, ahora
Cuando personas mayores morían sin testamento o sin herederos, los caseros colocaban las pertenencias de los difuntos en la acera, porque resultaba más barato que alquilar una furgoneta de transporte. Rebuscábamos entre las cajas y cogíamos lo que queríamos, encontrábamos fotografías, libros y curiosidades, pruebas de vidas y pasiones vividas en la confusión de 1910 y 1920, de la guerra de la frontera mexicana, de la revista Mother Earth de Emma Goldman, del vodevil, de sindicatos y del comercio naval; todo esto nos distraía brevemente, pero nos interesaban mucho más las cajas del próximo porche que contenían colecciones de discos considerablemente más recientes. Un día algo cayó del interior de un libro viejo, la tarjeta de un salón de belleza que había estado en Avenue C, cerca de Third Street, probablemente durante los años veinte. Me quedé maravillado, incapaz de imaginar algo tan sobrio como un salón de belleza en aquella esquina, ahora
convertida en un zoco de la heroína. "
Jim Jarmusch: Lecturas sobre el insomnio americano (1980‐1991)
https://digitum.um.es/xmlui/bitstream/10201/17575/1/RodenasCantero.pdf
The Other París , aumenta la delincuencia, la suciedad, y rudimentario, insubordinación-reverberante mundo de los parisinos a través de la historia. Sante Otro París es el que pertenece a Le Peuple y siempre tiene a las prostitutas, los traperos, las lavanderas, los carteristas, los norteafricanos, Roma, y Judios, los cantantes de pop y pandilleros tatuados (los apaches, muchos de quien “tuvo una línea de puntos alrededor de sus cuellos, para guiar la hoja de la guillotina”), los insurgentes en las barricadas y los lanzadores de bombas Ilegalismo, los que recibieron la cabeza cortada y los que hicieron físicamente el corte. Quizá sobre todo, el Otro París pertenece a los paseantes , los dandis originales en los bajos fondos, en cuya tradición Sante ha seguido como un observador de primera clase y reensamblador de París, haciendo de este libro, el más reciente contribución a la venerable cuerpo de la literatura que ha tratado de capturar París, la forma en que realmente era y es, desde la óptica de la calle en lugar de la vista de la calle.
https://www.theparisreview.org/blog/2015/10/27/colossally-sordid-an-interview-with-luc-sante/
Luc Sante, El arte de no ficción No. 9
MI CIUDAD PERDIDA
La idea de escribir un libro sobre Nueva York comenzó a rondarme la cabeza hacia 1980, cuando mi condición de escritor se debía a ilusiones antes que a hechos, me pasaba las noches en garitos y en bares y los días trabajando de manera eventual en la sala de correos de la New York Review of Books. Fue allí donde cayó en mis manos Delirio de Nueva York, de Rem Koolhaas. «Nueva York es una ciudad que será reemplazada por otra ciudad» es la frase que se me quedó grabada.
El libro de Koolhaas, publicado en 1978 como un canto al proyecto inacabado de New York the Wonder City, parecía un ensueño arqueológico, una evocación de la arrogancia y la ambición de una ciudad muerta. Observé asombrado las ilustraciones, que presentaban vistas tan deslumbrantes y remotas como Nínive y Tiro. Lo impactante era que muchos de los lugares, aunque ya no transmitían la misma sensación de cuando eran nuevos, se encontraban tan solo a pocos pasos de distancia: el edificio Chrysler, el edificio McGraw Hill, el Rockefeller Center. En las páginas de Koolhaas, la ciudad de Nueva York se presenta manifiestamente como el escenario de las fantasías utópicas y distópicas de la era del cine mudo. Era Metrópolis, con calles elevadas, reflectores gigantes explorando el cielo, máquinas voladoras navegando entre los cañones que forman los rascacielos, permanentemente ambientada en el futuro.
PARIS LA OTRA
ciudad de la gente, siglos XIX y XX
Luc Sante de 'El Otro Paris' pasea por las calles de la ciudad de pasado y presente
Mientras dormitábamos, el dinero entraba a hurtadillas, haciéndose sentir muy despacio, de formas extrañamente variadas y en apariencia a través de vías secundarias. La primera señal fue el novedoso fenómeno de los vendedores ambulantes. Antes de que la década de los 80 echara a andar era imposible encontrarse con gente vendiendo libros viejos o cacharros variados sobre cajas aplanadas en la acera. Si de verdad querías vender algo, podías alquilar un escaparate por casi nada, suponiendo que no fueras demasiado exigente con la localización. Pero entonces, rápidamente, Astor Place se convirtió en un enorme mercadillo, con vendedores que iban desde coleccionistas de cómics antiguos hasta optimistas que pretendían endosar a otros cualquier cosa que hubiesen rebañado en la basura la noche anterior. Las pertenencias de los difuntos que una vez se dejaban en la calle para beneficio de todos ahora formaban parte del stock de quien tropezara con ellos.
El espectáculo diario resultaba delirante, extraño, el catálogo de bienes era ilimitado y totalmente aleatorio. Tenías la sensación de que algún día encontrarías pruebas de la existencia de tu gemelo desaparecido, el diario secreto de tu abuelo, una fotografía de la primera chica cuyo recuerdo te mantenía despierto por la noche y todos los juguetes de tu infancia que habías querido y perdido. Lo que aquello significaba, sin embargo, era que la gente que antes había sobrevivido por arte de magia y casualidades, ahora necesitaba dinero en efectivo, y ya.“Libros de New York City”
http://geographer-at-large.blogspot.com.es/2011/01/become-instant-new-york-city-expert.html
Party People
Mientras tanto, la vida nocturna sufrió una metástasis. Había afters que abrían a las cuatro de la madrugada, bares de cocaína que operaban de forma más o menos explícita (y un lugar en una azotea en Second Avenue con un traficante de opio residente), locales de moda del tamaño del dedo gordo, enormes clubes que nacían con grandes fanfarrias y morían un mes después, locales con políticas de entrada tan restrictivas que acumulaban a más gente fuera que dentro, asuntos definitivamente ilegales que se llevaban a cabo en lugares públicos y se disolvían cuando aparecía la policía.
No he visto a muchas de esas caras en años. Primero murió Anya Phillips, después Jean- Michel Basquiat y más tarde Johnny Thunders, Lance Loud y Joey Ramone. Y muchos otros no «fichados» que apenas alcanzaron la mediana edad, o que ni siquiera llegaron tan lejos, que sucumbieron ante el sida, el cáncer, una sobredosis, el suicidio o que murieron de forma accidental. No los mató la fiesta, aunque la confluencia de placeres y los escarceos con el peligro que componían su atractivo parezcan sospechosos. Sin duda, llevar una vida rápida y difícil formaba parte del juego y, en algunos casos, constituía la expresión artística de los torpes. Pero la mala suerte es el elemento que completa la frase, y casi nadie dejó un cadáver bonito. El pequeño consuelo que les queda a los muertos es que, al no sufrir la erosión del tiempo, seguirán formando parte de la fiesta mientas alguien les recuerde.
Luc Sante
Noticias sobre Luc Sante, incluyendo comentarios y artículos archivos publicados en The New York Times.
Geoffrey O'Brien
por Luc Sante
Por Luc Sante, de un ensayo que apareció en marzo en Metrograph edición , una publicación del Teatro Metrograph en Nueva York. El libro más reciente de Sante es El Otro París .
Meacuerdo de ver la Tierra de Dovzhenko en los viejos Anthology Film Archives en el Teatro Público, con altos tabiques de madera entre los asientos y el silencio absoluto reinantes - aparte de la tos, eructos, y alguien de comer (creo) pistachos.
Recuerdo haber visto Hatari! todos los días durante una travesía del Atlántico a bordo del SS Francia cuando tenía ocho años.
Recuerdo haber ido a una proyección rara de Abel Gance J'accuse la Universidad de Columbia, cuando yo había tomado algún tipo de tranquilizantes y durmiendo a través de casi toda la imagen, y mi ira contra mí mismo cuando me desperté durante la escena final con los espíritus de los soldados muertos.
Recuerdo que, cuando era un estudiante de la Universidad de Columbia, que habían pantalla de Andy Warhol Mamadas cada año, y cada año decenas de chicos universitarios enojados serían ruidosamente salir sin terminar.
Recuerdo que mi viaje de ácido última, en algún momento de los años ochenta, cuando fui a una efímera casa de arte East Side (D. W. Griffith, creo) y vi Point Blank , quizá por tercera vez, y fue la película perfecta para el circunstancias.
Recuerdo ver Putney Swope en la pagoda en París y sentirse superior debido a que los parisinos no consiguió la mayoría de los chistes.
Recuerdo haber visto que Ray Charles en la película biográfica una arena piedra al aire libre en Croacia que podrían haber sido construido por los romanos.
Recuerdo haber visto El hombre que cayó a la Tierra en el día de la apertura, y mi asiento era el más alejado a la izquierda en la primera fila, por lo que toda la imagen era sujeto a la distorsión anamórfica.
Recuerdo de corte de alta escuela y haciendo cola para ver Catch-22 el día de apertura, y lo que una decepción fue.
Recuerdo de pie en una larga cola para un festival de hermanos Marx en uno de los teatros en la Place de l'Odéon en París y ver el hombre de las ratas legendaria por primera vez. Cerró los ojos con la víctima, luego se deslizó una rata de goma grande, realista de su manga mientras que hace un ruido vómitos.
Recuerdo ver El último tango en París a un autocine en Nueva Jersey; cuando la imagen comenzó y resultó ser subtitulado, al menos la mitad de los coches se retiraron.
Recuerdo haber visto a Samson tira hacia abajo las columnas del templo en una pantalla de unidad-en el otro lado del estacionamiento de la tienda de la madera de construcción del canal, donde fueron de compras a mis padres.
Recuerdo cuando se podía entrar en los cines en el centro de la imagen y luego quedarse para ver el comienzo.
Recuerdo que cuando vi de Peckinpah La cruz de hierro en la antigua Olimpia, en el Upper West Side, oí un adolescente en el uso del baño de hombres, el término “chill out”, que nunca había encontrado antes.
Recuerdo un programa doble del globo ocular y Suspiria en la calle 42 - la primera fue un gran éxito con el público, que habló de nuevo a la pantalla a lo largo, pero el segundo dio lugar a una salida masiva.
Recuerdo varias veces en muchos teatros cuando la mitad de la multitud estaría gritando “Focus” en la cabina de proyección durante largos minutos antes de que se hace algo.
Recuerdo cuando descubrí que el Thalia, que reservó un programa doble diaria de los clásicos, también funcionó una tercera característica sin previo aviso alrededor del mediodía, y el efecto perjudicial que esto tuvo en mi asistencia a clase.
Recuerdo que sale de la proyección de la Imamura Negro lluvia y caminar muchas cuadras hasta el metro a llorar a moco tendido.
Recuerdo que una vez colarse en el teatro Strand en Summit, Nueva Jersey, a través de la puerta de atrás, quedaba abierta por otros niños.
Recuerdo tener problemas con mi madre a causa de dos imágenes que había visto en el Strand que pensaba que eran indecentes: Diversión en Acapulco y clínico en la clínica ordenada.
Lecture: Hyperventilation – Luc Sante
Recuerdo haber visto la película de William Klein sobre Eldridge Cleaver en Argel en una casa de prestigio en el lado este, tal vez Kips Bay; Esas fueron algunas veces diferentes.
Recuerdo haber visto imperio de las hormigas en el New Edison en la calle 103, y el público animando a las hormigas.
Recuerdo siempre con la intención de ir al teatro chino bajo el puente de Manhattan, pero permanecido demasiado tiempo.
LUC SANTE
Carne y Hueso
Discurso de apertura pronunciado en la Conferencia de la Marcha el año 2016 la Universidad William Paterson del escritor Primavera
Francés sin lágrimas
https://www.threepennyreview.com/samples/sante_su04.html
Una entrevista con Luc Sante
KOOLHAAS Y LA TEORÍA DEL ”MANHATTANISMO”
http://www.cronoslab.com/manhattanismo-delirious-newyork-koolhaas/
El Otro París: un viaje ilustrado a través mala crítica y de Bohemia el pasado de una ciudad - una red de arrastre afecto por el inframundo
Luc Sante: Mi método es el de la urraca
El crítico habla de su nuevo libro en el lado más valiente de París, y el terrorismo efecto podría tener sobre Francia.
Luc Sante ama los bajos fondos, cortando sus dientes hace un par de décadas con los Inferiores , un libro sobre el crimen y la prostitución en Manhattan pasada. Ahora viene un libro que se siente como si hubiera nacido para escribir, sobre la parte más vulnerable de París , una inmersión extraordinaria ya veces atroz en nostalgie de la boue y problemas sociales franceses, que adquiere una gravedad añadida a raíz de los trágicos sucesos recientes.
Siempre ha habido un borde áspero a la cultura refinada de Francia, ya sea la isla del Diablo, la legión extranjera o la dureza de sus criminales, a menudo los hombres tan desesperada que el castigo era una forma de reconocimiento. En palabras de la magnífica Céline, uno de los sapos muy venenosas de las letras francesas, la guillotina era “el Goncourt Premio de asesinos”. Sante notar que las bandas callejeras de París, o apaches , eran “mafiosos modernos, lo que quiere decir que eran impostores violentos, totalmente en sintonía con la imagen que cortar” en verdad, ya sea en la calle o en los periódicos, y las bandas apache incluidos las manchas de belleza, que todos tenían un topo tatuado bajo su labio.
'El Otro París,' por Luc Sante
Porhttps://www.nytimes.com/2015/11/01/books/review/the-other-paris-by-luc-sante.html?ref=topics&_r=0
El primer capítulo de El Otro París.
En la película de Julien Duvivier 1937 Pépé le Moko , situado en la casbah de Argel, los dos personajes principales son la depilación con cera nostalgia de su ciudad natal. Gaby (Mireille Balin) se crió con suavidad, mientras que Pepe (Jean Gabin) es de la clase trabajadora.
Gaby: ¿Sabe usted de París?
Pépé: Es mi pueblo, calle Saint-Martin.
Gaby: los Campos Elíseos.
Pépé: La estación del Norte.
Gaby: la ópera, Boulevard des Capucines.
Pépé: Barbès, La Chapelle.
Gaby: Rue Montmartre.
Pépé Boulevard Rochechouart.
Gaby: Rue Fontaine.
Ambos: Place Blanche!
Pépé: Es mi pueblo, calle Saint-Martin.
Gaby: los Campos Elíseos.
Pépé: La estación del Norte.
Gaby: la ópera, Boulevard des Capucines.
Pépé: Barbès, La Chapelle.
Gaby: Rue Montmartre.
Pépé Boulevard Rochechouart.
Gaby: Rue Fontaine.
Ambos: Place Blanche!
Ella nombra lugares de su ciudad, nombres lugares en la suya, y luego ambos se ponen de acuerdo sobre un cuadrado que se extiende a la frontera-el sitio del Moulin Rouge y el lugar donde el honky-tonk de Pigalle cerraduras ojos con la gentileza del Barrio de l'Europe. Lista de Gaby define el borde superior de la rebanada de la empanada del oeste de París, una cuarta parte de la totalidad como máximo, que entonces albergaba la nobleza: el curso hacia el noroeste de la Rue Montmartre que es recogido por la calle Notre-Dame-de-Lorette y luego Rue Fontaine, y luego pasa a fundirse en la avenida de Clichy. Si hubiera sido a fondo que podría haber mencionado la otra pierna, en la orilla izquierda: Boulevard Saint-Germain, Rue de Sèvres, Avenida de Suffren. Lista de Pepe es mucho menos exhaustiva, pero eso es por lo menos en parte debido a que en 1937 todavía había mucho más de su ciudad que de la suya.
Mireille Balin y Jean Gabin en Pépé le Moko , 1937
Este libro no será mucho más preocupados con la ciudad de Gaby. Ha cambiado mucho menos, por una cosa. Conserva la mayor concentración de dinero y el poder, y de esa manera común a los barrios de la vieja dinero en muchas ciudades, es probable que haya conservado más de esas pequeñas empresas, cafés, y tales que tienen los barrios más vulnerables en otro lugar, porque los ricos tienen el poder para guardar las cosas que aman. Esa cuña del París occidental ha cambiado fundamentalmente porque su composición incluye ahora no sólo las viejas familias y los nuevos ricos, sino también un importante número de propietarios extranjeros y, a menudo ausentes que invierten en un apartamento de París la forma en que podrían comprar arte y el almacén se . Esa actitud casi podría hacer pensar con cariño de las viejas familias, que al menos están o estaban conectados a tierra y la historia de la ciudad. Pero entonces se puede recordar cómo consistentemente hostiles los distritos occidentales han estado en el resto de la ciudad a través del tiempo, cómo hicieron causa común con los prusianos contra la Comuna en 1871; llamada para el exterminio de los Comuneros, incluyendo mujeres y niños, durante la Semana sangrienta en mayo de ese año; y en 1938, después de que el Frente Popular “aclamado Hitler en las salas de cine de los Campos Elíseos en veinte francos al asiento”, mientras que las damas de moda incluso se unieron a gritar la consigna “comunistas, obtener sus bolsas; Judios, fuera de Jerusalén.”No es casualidad que la oficina de la Gestapo en la Rue des Saussaies y la sede de la rue Lauriston de su homólogo francés, el Carlingue, fueron ambos situados dentro de ese triángulo.
Pero si la ciudad de Gaby era todas las fachadas blancas comedido, discreto, el tráfico y los intercambios de buenas maneras, Pepe, fue sin lugar a dudas más áspero. El mercado de la calle trajo todo tipo a un primer plano, y no necesariamente hablar correctamente o medir sus tonos o asearse; puede ser que no se han querido así. Y las calles mismos llevan a cabo tantas monstruosidades abiertas como lo hicieron el tipo de casas con encanto resistidas que admiras en las fotografías de Atget. Usted puede leer la descripción de las Marche des Patriarches, el mercado de pulgas ahora ido largo en torno a la iglesia de Saint-Médard en el Quinto Distrito, y el juez que refleja el sesgo de clase del autor, de Georges Cain como comisario de anticuario y el museo slumming alrededor mientras en busca de tesoros arquitectónicos olvidados: “casuchas miserables Tumbledown albergar empresas: revendedores de objetos sin nombre, distribuidores, proveedores de trapos de polvo. Un trozo de carne está siendo masacrado junto a una pared de la fábrica grande que se parece a una prisión. Y en todas partes el aire es venenoso con ácido sulfúrico, el arenque kippered, y la coliflor.”Sin embargo, casi el mismo tono aparece treinta años más tarde, en una descripción de la zona cerca de la Place des Fêtes, en el siglo XIX, de Eugène Dabit, el más auto- consciente del proletariado de los escritores:
Un vendedor de cordones de los zapatos, con el rostro devastado, parece como si él está usando una máscara con una barba falsa y los labios rojos de tela. En el mercado de la Rue du Télégraphe una mujer que vendía repeticiones de tomillo en una voz aguda, “dar trabajo a los ciegos.” La gente se arrastran desde el sitio de trabajo a otro, recogiendo madera y de calle en calle, recogiendo trapos; otros son trusties o vigilantes nocturnos. En sus días fuera, los chicos de los refugios, con sus uniformes azules ásperas, tentativamente sostienen sus manos, con la esperanza de recoger suficiente para que un paquete de tabaco decente.
Por lo tanto, usted puede preguntar, ¿por qué debemos cuidar de que esas personas o sus avatares contemporáneos han desaparecido de la ciudad? ¿No es agradable que Saint-Médard ha sido tan bien limpiado y aireado que ahora parece que la iglesia parroquial de Anyville? Y no es que al menos higiénica que Place des Fêtes se ha ajardinado con tal arte? Y si está rodeado de rascacielos monolíticas con todo el encanto de las unidades de aire acondicionado industrial, no quiere decir que al menos que sean designados para la vivienda de interés social? Porque, después de todo, si las casas bajas que rodeaban la plaza antes de la renovación urbana afirmó que había sido limpiado y reparado en lugar de ser demolido, nadie viviendo allí podían permitirse hoy el barrio. De hecho, existen pocos lugares en París, donde los pobres pueden vivir, pero el requisito es que esos lugares sean inhumanos, sin alma, barrida por el viento. En el pasado, los pobres fueron dejados de prisa por su cuenta, lo que podría significar acomodarse a la miseria, de alimañas que acompaña; el trato que se les ofrece hoy les asegura de bien iluminadas, entorno libre de polvo con accesorios-para arriba-hasta la fecha, pero se les libera de la capacidad de improvisación, a labrarse su propio espacio, para realizar negocios panzada en el arena pública si eso es lo que desean hacer. Están acorralados y regulados de manera que ningún ingeniero social del siglo XIX podría haber imaginado.
El mercado de pulgas llamado Marche des Patriarches, Rue Saint-Medard, alrededor de 1910
La intimidad relativa de una ciudad, cualquier ciudad, de cien o más años atrás es tan difícil exagerar, ya que es el de transmitir. Puede que haya habido casi tantas personas, pero fueron más altamente concentrado, en los barrios que eran tan aldeas delimitadas y autosuficiente como país, y donde la ausencia de dispositivos de voz y portadores de imagen en el hogar causado que la gente pasa mucho más de su tiempo en la calle. No había pasajeros a hablar de, al menos antes de la década de 1920; todo el mundo te vio, salvo el turista ocasional o comerciante, vivido allí mismo, en la ciudad, por lo general en el mismo barrio en el que los vio. Cada parroquia tenía sus excéntricos, sus indigentes, sus clérigos, sus sabios, sus luchadores, sus viudas, sus fijadores, sus ancianos, sus estafadores, sus entrometidos. La mayoría de ellos habían conocido unos a otros toda su vida. El espectro de ingresos puede no haber sido excesivamente amplia, pero por otro lado, los ricos estaban justo ahí, en la calle de al lado.
Antes de reconfiguración del centro de Haussmann, los barrios estaban estrechamente entrelazadas; después que estaban más separados, pero las clases todavía se reunieron en un terreno común: en las plazas y las avenidas. Se decía que cuando comenzaron a aparecer los cafés terrazas abiertas, los pobres descubierto qué y cómo comer de pasar y la observación de los comensales mientras comían. Y los ricos siempre tuvieron la oportunidad de absorber la cultura de los pobres de sus mercados y entretenimientos. Por lo demás, la práctica de la mixité floreció durante al menos un siglo: una casa de seis o siete historias contaría con una tienda en la planta baja; la vivienda del comerciante en el entresuelo; una familia burguesa de arriba del entresuelo, en la “planta noble”; a continuación, cada historia sucesiva albergaría las personas de ingresos progresivamente menor. Las personas caminaban como unos tramos de escaleras, ya que podría darse el lujo, y como resultado, cada una de esas casa era en sí mismo un microcosmos de la sociedad en su conjunto.
Esto no quiere decir que la sociedad era justo o amablemente; era brutal, generalmente. Sin embargo, no había espacio para toda la gama de clases, y todo el mundo estaba de algún modo igualmente implicado en la tarea común de constituir una ciudad. Era un ecosistema en el que se emplea y se drena todos los aspectos de la estructura física y revitalizada periódicamente, en el que todo de los trapos y huesos a las ideas y las modas se recicló y donde nada estaba dispuesto de hasta que fue completamente gastado. Gran parte de la vida se llevó a cabo en público que una educación entero podría ser adquiridos con sólo caminar alrededor, de ribera en el mercado de cuadrar a bulevar, desde “el gran poema de la pantalla” (Balzac) a las actuaciones de los charlatanes, de la danza pasillos para las ejecuciones públicas, desde los vendedores de periódicos a los dandis, a partir de las prostitutas a las facturas carteles, de este a oeste.
La geografía y la topografía fueron críticos. La ciudad creció en círculos concéntricos según lo determinado por sus paredes sucesivas: bajo Philippe-Auguste, alrededor de la vuelta del siglo XIII; Charles V, en las decimocuarto; los agricultores Generales, justo antes de la revolución; Adolphe Thiers, en la década de 1840; y, sobre la huella de este último, la autopista Periférico, terminado en 1973. Con todas las paredes éxito, algunos más de los alrededores y sus pueblos fueron absorbidos por la ciudad; lo que había sido periferia se dirigió hacia el centro. Mientras tanto, el centro se trasladó gradualmente. No se fue tan lejos, tal vez un par de millas más de cuatro o cinco siglos, sino que implicaba un movimiento más grande de la moda. Que comenzó con la lumbrera cuando era una residencia real, se deslizó hacia el este hasta el Marais en el siglo XVII, y luego se trasladó al oeste otra vez, en serie a lo largo de la Rue de Rivoli y la calle Saint-Honoré y sus avenidas paralelas más arriba, mientras que el centro de de moda residencia, en ese momento la eliminación en sí, desde el comercio, se deslizó hacia el noroeste Plaine Monceau y luego más lejos, a Auteuil y Passy. Gran parte del centro fue compartido y luego en disputa; incluso después de la reconfiguración de Haussmann, la nobleza no podía reclamar Saint-Denis o la meseta de Beaubourg o Les Halles. Las alturas rocosas de Montmartre y Belleville y Ménilmontant estaban firmemente de las personas, al igual que el sur nebulosa: Maison-Blanche, Croulebarbe, Glacière, Butte-aux-Cailles, Grenelle, Montrouge.El pasado, a pesar de sus inconvenientes, era salvaje. Por el contrario, la presente se cultiva. Las exigencias de dinero y las inclinaciones de los burócratas-tan aterrorizados de anomalías como de los gérmenes, el caos, la disipación, la risa, las preguntas han incontestables conspirado para crear las condiciones para la inmovilización, para sanear la ciudad hasta el punto en que no habrá sorpresas, sin riesgos, no hay brotes espontáneos, no hay malas hierbas. Los reformadores y activistas sociales del pasado, frente a la urgente tarea de alimentar a los hambrientos y que alberga la intemperie, no previeron que los pobres, a cambio, estarán entregando las riquezas que realmente poseían: sus barrios, así como el uso de tiempo, su economía del tesoro, sus defensas de cooperación, su negativa a comportarse, su capacidad para desaparecer de la vista, la clave de la reclamada, el despreciado, la propiedad común de las calles. Como consecuencia de estos y otros cambios, nos hemos olvidado de lo que era una ciudad. Hubo un sabor a la ciudad que ahora se ha erradicado. Tenía un lirismo fugitivo casi imposible de recuperar.
Palabras en juego: Luc Sante sobre el poeta Basquiat
La invención del blues
No solo los primeros músicos de blues eran analfabetos, sino que viajaban de forma ambulante con unos patrones de desplazamiento imprevisibles. A menudo tenían reputaciones dudosas, los lugares en los que tocaban eran sucios (puede que el jazz surgiera de los burdeles de Nueva Orleáns, pero sus metales y pianos le dieron una gravedad institucional que los simples guitarristas no podían alcanzar) El blues era fugaz, efímero, si no furtivo. Los músicos de blues también eran ferozmente competitivos y se resistían a reconocer sus influencias.
El éxito mismo del invento también debió incidir en que nadie supiera quién era responsable. Incluso si un guitarrista de los que tocan en el porche de su casa fue el responsable, en vez de un cantante itinerante, es fácil imaginar que en 24 horas más de una decena de personas habrían adoptado el estilo, 100 en una semana, 1.000 en el primer mes. Para entonces, solo diez personas se acordarían de a quién se le había ocurrido, y nueve de ellas no dirían una sola palabra. Y, entonces, los primeros investigadores con interés en los orígenes del blues tampoco se preocuparían especialmente por la autoría.La banda sonora Luc Sante
Por Mike McGonigal
“El verano de los mil julios” de Luc Sante
Luc Sante se zambulle en la vida de los poetas norteamericanos del siglo XIX
La mayoría de trece
Luc Sante: El dinero no mata a la gente, pero cambia la estructura de la vida diaria'
https://www.theguardian.com/books/2016/jan/02/luc-sante-books-interview
)
Que andan en Brooklyn
Todo tipo de musica desde 2007
Lower East Side, “donde los cruces no tienen semáforos, todo es inamovible y oscuro, y las únicas personas visibles se desplazan furtivas como espectros”.
Luc Sante (I)
Luc Sante es un actor y director, conocido por El descubrimiento de las bandas reales de Nueva York (2002), Todo el mundo de la calle (2013) y Mugshot (2014).
Filmography
1981You Are Not I
Director (2 credits)
2009The 8
Miscellaneous Crew (2 credits)
2002Gangs of New York (historical advisor)
Thanks (1 credit)
2005Flores rotas (personal thanks)
Self (11 credits)
2010An Interview with Richard Hell by Luc Sante: The Making of Blank Generation(Video documentary)
Himself
1999-2001New York: A Documentary Film (TV Series documentary)
Himself - Commentator
- The City and the World (1945-2000) (2001) ... Himself - Commentator
- City of Tomorrow (1929-1941) (2001) ... Himself - Commentator
- Sunshine and Shadow (1865-1898) (1999) ... Himself - Commentator
- Order and Disorder (1825-1865) (1999) ... Himself - Commentator
- The Country and the City (1609-1825) (1999) ... Himself - Commentator
1999
Frank
Serpico
(2017)American Experience (TV Series documentary)
Himself
- New York: Part 6 - The City of Tomorrow (1999) ... Himself
- New York: Part 7 - The City and the World (1999) ... Himself
- New York: Part V - Cosmopolis (1999) ... Himself
- New York: Part III - Sunshine and Shadow (1999) ... Himself
- New York: Part II - Order and Disorder (1999) ... Himself
- New York: Part I - The Country and the City (1999) ... Himself
1981You Are Not I
Director (2 credits)
2009The 8
Miscellaneous Crew (2 credits)
2002Gangs of New York (historical advisor)
Thanks (1 credit)
2005Flores rotas (personal thanks)
Self (11 credits)
2010An Interview with Richard Hell by Luc Sante: The Making of Blank Generation(Video documentary)
Himself
Himself
1999-2001New York: A Documentary Film (TV Series documentary)
Himself - Commentator
Himself - Commentator
- The City and the World (1945-2000) (2001) ... Himself - Commentator
- City of Tomorrow (1929-1941) (2001) ... Himself - Commentator
- Sunshine and Shadow (1865-1898) (1999) ... Himself - Commentator
- Order and Disorder (1825-1865) (1999) ... Himself - Commentator
- The Country and the City (1609-1825) (1999) ... Himself - Commentator
1999
(2017)American Experience (TV Series documentary)
Himself
Frank
Serpico
Serpico
Himself
- New York: Part 6 - The City of Tomorrow (1999) ... Himself
- New York: Part 7 - The City and the World (1999) ... Himself
- New York: Part V - Cosmopolis (1999) ... Himself
- New York: Part III - Sunshine and Shadow (1999) ... Himself
- New York: Part II - Order and Disorder (1999) ... Himself
- New York: Part I - The Country and the City (1999) ... Himself
Luc Sante examines how photography is seldom entirely within the control of the artist and almost always represents a collaboration with chance. This keeps the meaning of the photograph in flux; it is changed by successive generations of viewers. Sante sees photography as a broad continuum of which self-consciously artistic expression occupies only a small portion, but across which artistic realization can potentially be found at any point at any time. He is the author of the books Lowlife: Lures and Snares of Old New York, Kill All Your Darlings: Pieces 1990-2005, and Folk Photography: the American Real Photo Postcard, 1905-1930
Take Me To The Water: Inmersión bautismo 1890 - 1950
INTRODUCTION
to Georges Simenon's The Man Who Watched Trains Go By
New York Review Books (2005)
by Luc Sante
New York Review Books (2005)
by Luc Sante
Maneras de escribir sobre Nueva York
Muchos han intentado escribir sobre la capital del mundo. Estos siete libros lo consiguieron.
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