"Es un libro de claves y metaliteratura, que se comprende y se disfruta más, si se alcanzan a entender, algunas de las innumerables piezas de que se compone"
Buscamos en la materia de nuestros recintos habitados, la química que acomoda la imaginación, a los hechos. Nuestros queridos autómatas, conviven en nuestro domicilio variable y no quieren pasar las hojas anquilosadas, como recordatorios.
He leído libros vacíos, libros pesados, libros inmensos y raros, pero este es densamente ruidoso.
El espacio es un traidor, tapa con sombras la realidad de los huecos, también la del corazón y la de la historia.
Nuestro cerebro decide en qué posición se colocan los sentimientos, el editor también, y juega a utilizar el libro en más de una dirección.
Pero de quién es la idea de poner en fuga los acordes de la escritura, elevando a puzzle, la secuencia de los hechos, desde que un informe histórico hace alterar la dimensión, poniendo un formulario, en pliegos.
La referencia celeste del laberinto es ínfima, no tenemos detalles para encontrar gravedad, en los supuestos humanos de ubicación, ni tampoco en los retales de las creencias.
Sin retina, la máquina que engendra iconos, ha datado una alteración en la sensibilidad de las letras impresas, creando un tomo alquímico.
Mark Z. Danielewski
Danielewski nació en la Ciudad de Nueva York, en el estado del mismo nombre,1 hijo del director de cine de vanguardia Tad Danielewski y hermano de la cantante Annie Decatur Danielewski, conocida como Poe.
Danielewski estudió literatura inglesa en la Universidad de Yale. Después se trasladó a Berkeley, California, donde cursó estudios de latín en un programa de verano en la Universidad de California. También vivió durante un tiempo en París.
A principios de los años noventa cursó estudios en la Escuela de Artes Cinematográficas de la Universidad del Sur de California, en Los Angeles. Más tarde trabajo como editor asistente en Derrida,3 una película basada en la vida del filósofo y critico literario francés Jacques Derrida.
La novela debut de Danielewski, La casa de hojas, adquirió una considerable fama como novela de culto y se alzó con numerosos premios, incluyendo el New York Public Library's Young Lions Fiction Award. En 2006 vio la luz su segunda novela larga, Only Revolutions, que a pesar de haber recibido críticas menos favorables, fue seleccionada como finalista del Premio Nacional del Libro de 2006. Antes de eso, se publicó en Ámsterdam, en una pequeña tirada, La espada de los cincuenta años, un relato fantástico que tuvo posteriormente su edición oficial en Estados Unidos (2012) y en el Reino Unido (2013). En octubre de 2014 se publicó la primera traducción al castellano también a través de Alpha Decay y Pálido Fuego, las dos mismas editoriales que se encargaron de la publicación de La casa de hojas.
El 15 de septiembre de 2010 se anunció la siguiente novela de Danielewski, titulada The Familiar.4
“La casa de hojas”, de Mark Z. Danielewski
https://vimeo.com/79376499
“Cuando por fin volví a la casa para recuperar la Hi 8, no pude creer lo deprisa que había sucedido todo en realidad. En la filmación mi salto parece facilísimo y aquella oscuridad no parece oscura en absoluto. No capta el vacío que hay en ella, ni el frío. Tiene gracia lo incompetentes que pueden ser a veces las imágenes.”
Por mucha magia iridiscente que haya ahí arriba, vuestra mirada ya no podrá detenerse en la luz, ya no podrá encontrar las constelaciones. Solamente pensaréis en oscuridad y os pasaréis buscándola horas, días, tal vez incluso años, intentando en vano creer que sois una especie de centinela indispensable nombrado por el Universo, como si con el mero hecho de mirarla pudierais mantenerlo todo a raya. La cosa se pondrá tan mal que tendréis miedo hasta de apartar la vista, tendréis miedo de dormir.”
A Mark Z. Danielewski lo definió una vez The New York Times como “el mejor escritor experimental de Estados Unidos, que es como ser el enano más alto del mundo”. Y algo de esa dicotomía hay en este neoyorquino de 47 años. Por un lado es el venerado autor de La casa de hojas, la novela de terror más aplaudida de lo que va de siglo XXI. Se trata de un texto desconcertante apoyado tanto en las palabras como en el delirio de su maqueta –algunas de sus páginas parecen poemas de E. E. Cummings y otras, textos talmúdicos; de ahí su vocación experimental– que llega a España tras 14 años de éxito internacional.
Pero Mark Z. Danielewski es también un tipo al que, cuando uno lo pilla desayunando salmón un domingo por la mañana en una terraza de Los Ángeles y le pregunta: “Vista la influencia del diseño en sus textos, ¿es usted escritor u otra cosa?”, se le caen todos los esquemas. “Nunca me he considerado abiertamente escritor porque en Estados Unidos la literatura experimental tiene algo de secta”, se retuerce. “Es más, no sé si soy un escritor que se obsesiona con la posición de la palabra dentro de una página, porque, maldita sea, su posición importa; o si soy un diseñador al cual le importan demasiado las palabras. Igual he llevado las cosas un poco demasiado lejos: tengo un equipo que trabaja conmigo en el taller y me dedico a hacer cuadros con palabras, no novelas. Coso, pinto, diseño y dirijo al equipo”. La publicación en España de La casa de hojas le ha hecho pensar en el pasado, antes de sacar las dos últimas e ignoradas novelas que siguieron.
Se insertan epitafios y publicaciones de diarios a manera de collages, imágenes iconográficas de sillas de ruedas en catálogos con la descripción de su manejo y utilidad, crucigramas, cuadros sinópticos, caligramas, literales dentro de numerales que a su vez están dentro de otros numerales a manera de incisos y apartados; también se tantea cualquier forma de diálogo imaginable (al estilo del teatro, continuó, en minúsculas, sin espacios, sin puntuación, con rayas), frases en idiomas variados y sin traducir, invención de palabras al estilo joyceano, vocabulario rico y poético, uso de lenguajes culto, técnico, filosófico y coloquial; más que acoplar ensayos literarios, diría que hace gala del ensayo novelesco al barajar constantemente una teoría de la escritura; monólogo interior, polifonía de voces, historias dentro de paréntesis que constan dentro de corchetes, capítulos de tan sólo algunas líneas y otros de abundantes páginas, capítulos que empiezan a mitad de una frase y decenas de páginas que quedan suspendidas aparentemente inconclusas, el prólogo, insisto, presentado casi al final del libro; se exhiben escrituras que se enfrentan, diferentes tipos de letras y tamaños de fuente, textos a doble columna; se acoplan párrafos de otras obras literarias, llamadas a pie de página en donde se narran historias que duran decenas de líneas, o vidas paralelas como la del Fakir, poeta bohemio y espiritual que es despachada en varias hojas siempre en la parte inferior, o bien una historia como la de Bichito, que sale de sus engarces (desbisagrada, al decir del propio autor dentro de la novela) y que corre por separado, saltando en recuadros independientes cada 10 o 15 páginas; todo esto orquestado dentro de una estructura abierta que sugiere variadas posibilidades de combinación para abordar la lectura.
Introducción.
Todavía tengo pesadillas.De hecho, las tengo tan a menudo que ya debería haberme acostumbrado. Pero no. La verdad es que nadie se acostumbra a las pesadillas.
La casa de hojas
de
Zampanò
Durante una temporada probé todas las pastillas imaginables. Cualquier cosa con tal de refrenar el miedo. Excedrin PM, melatonina, L-Triptófano, Valium, Vicodin y bastantes miembros de la familia del barbital. Una lista bastante extensa, frecuentemente mezclada ––y a menudo ahogada–– con tragos cortos de bourbon, unas cuantas caladas a la pipa de agua de esas que te escuecen en los pulmones y a veces incluso el efímero subidón de confianza de la cocaína. Nada me sirvió. Creo que puedo dar por sentado sin miedo a equivocarme que todavía no existe ningún laboratorio lo bastante sofisticado como para sintetizar la clase de fármacos que yo necesito. Premio Nobel para el que invente a esa criatura.
Estoy agotado. Ya no me acuerdo de cuánto tiempo lleva persiguiéndome el sueño. Supongo que es inevitable. Pero por triste que sea, la perspectiva no me apetece nada. Digo que es “triste” porque hubo un tiempo en que sí me gustaba dormir. De hecho, dormía a todas horas. Pero eso fue antes de que mi amigo Lude me despertara una noche a las tres de la madrugada y me pidiera que fuera a verlo. Quién sabe, si yo no hubiera oído el teléfono esa noche, ¿no sería todo distinto ahora? Muchas veces me lo planteo.
En realidad, Lude ya me había hablado del viejo más o menos un mes antes de la noche funesta. (¿Es así? ¿Fue realmente funesta? ¿No sería más bien fatídica? ¿O acaso sí lo fue?) Yo había estado liado buscando apartamento como resultado de un pequeño encontronazo con cierto casero que una mañana se había despertado convencido de ser Charles de Gaulle. Su afirmación me dejó tan pasmado que antes de poder contenerme ya le había dicho que en mi humilde opinión no se parecía en nada a un aeropuerto, aunque la idea de que le aterrizara encima un 757 no me resultaba desagradable en absoluto. No tardé en ser desalojado. Podría haber presentado batalla, pero a fin de cuentas aquello era una casa de locos y me alegré de marcharme. Resultó que una semana más tarde Charles de Gaulle quemó el edificio hasta los cimientos. Y le contó a la policía que le había caído encima un 757.
La casa remediada: Una aproximación teórica a La casa de hojas de Mark Z. Danielewski.
Autor
Miguel Alirangues López
http://grados.ugr.es/literaturas/pages/acredita/tfgmh/!
Durante las semanas siguientes, que pasé durmiendo en los sofás de una serie de amigos entre Santa Mónica y Silverlake mientras buscaba apartamento, Lude me habló de un viejo que vivía en su edificio. El viejo en cuestión tenía un apartamento en la planta baja que daba a un jardín grande invadido de maleza. Supuestamente, el viejo le había dicho a Lude que se iba a morir pronto. No le presté demasiada atención, aunque tampoco era exactamente la clase de comentario que se olvida sin más. Por entonces simplemente supuse que Lude me había tomado el pelo. A él le gusta exagerar. Al final encontré un estudio en Hollywood y volví a asentarme en mi rutina embrutecedora de aprendiz en un Salón de Tatuajes.
Corría el final de 1996. Las noches eran frías. Yo estaba intentando olvidar a una mujer llamada Clara English, que me había dicho que prefería salir con alguien que estuviera en lo alto de la cadena trófica. Visto lo visto, demostré mi devoción inquebrantable a su recuerdo enamorándome locamente de una stripper que llevaba el conejo Tambor tatuado justo debajo del tanga, a un par de dedos de su coño rasurado o, como a ella le gustaba llamarlo, del “lugar más feliz de la Tierra”. Baste decir que Lude y yo nos pasamos las últimas horas del año solos, buscando más bares, caras nuevas, conduciendo temerariamente por los cañones, haciendo lo que pudimos para, a base de decir un montón de chorradas, quitarle su importancia al cielo de la madrugada. No lo conseguimos. Quitarle importancia, me refiero.
Y entonces se murió el viejo.
"[...] cientos y cientos de páginas. Marañas interminables de palabras, que a veces se retorcían para formar algo coherente y a veces no llevaban a nada, a menudo desmontándose, siempre ramificándose hacia otros textos con los que me encontraría más adelante, garabateados sobre servilletas viejas, en los bordes rotos de un sobre; una vez incluso en el dorso de un sello de correos; cualquier cosa menos dejar un trozo de papel vacío; cada fragmento cubierto por completo por la estela de años y años de pronunciamientos de tinta; superpuestos los unos a los otros, tachados, corregidos; escritos a mano y a máquina: legibles e ilegibles; impenetrables y lúcidos: rasgados, manchados y reparados con cinta adhesiva [...]" (xvii).
IMÁGENES DESESPERADAS
La casa de hojas comienza con una narración en primera persona de Johnny Truant, empleado de un salón de tatuajes de Los Ángeles, politoxicómano y declarado narrador no fiable. Truant se encuentra buscando un nuevo apartamento cuando su amigo Lude le habla acerca del recientemente fallecido Zampanò, un anciano ciego que vivía en el edificio de Lude.
En el apartamento de Zampanò, Truant descubre un manuscrito escrito por el propio Zampanò que resulta ser un análisis académico sobre un documental titulado El expediente Navidson, aunque Truant manifiesta que no ha podido encontrar ninguna prueba de que la película realmente haya existido.
El resto de la novela incorpora diversas narraciones, incluyendo el análisis de Zampanò sobre la película ficticia; intervenciones autobiográficas de Truant; una breve transcripción de la parte de la película realizada por el hermano de Navidson, Tom; pequeñas citas de entrevistas a diversas personas en relación con el El expediente Navidson hechas por la mujer de Navidson, Karen; y breves notas introducidas por los editores (no identificados) del libro, todo ello enlazado mediante una ingente cantidad de notas al pie. Existe otro narrador, la madre de Truant, cuya experiencia se presenta por medio de una serie de cartas autocontenidas tituladas Las cartas de la institución Three Attic Whalestoe. El texto de cada narrador está escrito con un tipo de letra distinto, facilitando de este modo el seguimiento por parte del lector de la historia a través del complejo formato de la novela (por ejemplo, Truant tiene asociado el tipo Courier Now, mientras que el relato de Zampanò utiliza el tipo Times New Roman).
Will Navidson, el protagonista, es un fotoperiodista ganador de Pulitzer –con una foto polémica, a la que volveremos–; para recomponer su matrimonio, desgastado por sus viajes y sus obsesiones, se muda a una casa en Virginia con su esposa modelo, Karen, y sus dos hijos. No bien llega, se decide a hacer una película familiar sobre esta mudanza, el cambio de la ciudad al campo –antes vivían en Nueva York– y su nueva vida.
Mark Z. Danielewski: El escritor como aguja y el hilo
Costura innovadora de Mark Z. Danielewski de
narrativas realiza un nuevo nivel con su último
proyecto, la serie de 27 volúmenes de 'familiar'.
Steven Poole está intrigado por la deformación del espacio en la casa de hojas de Mark Z Danielewski
Casa de hojas, aún así, es una creación inventiva magníficamente. No es una mera ficción de género, ya que el autor de manera alegremente ignora las convenciones de terror: monstruo sin fin desenmascarado, no hay fantasmas, no hay extraterrestres malignos. No es sólo la casa. Un análogo de arquitectura diabólica de biblioteca universal de Borges, la casa perturba la imaginación del lector porque el espacio - la dispensación de paredes y suelos, la certeza de la topografía relativa - es normalmente la única cosa que podemos confiar en absoluto. Los miles de millas de pasillos pitchy, vastas cavernas abovedados y escaleras de caracol que se abren dentro de la casa son una afrenta no sólo a la razón sino a la pre-racional fe, cableados que nos permite moverse en absoluto. Voluntad Navidson finalmente regresa a la casa porque él ha decidido que es Dios.
Qué es la casa?, ¿qué oculta? ¿Es una tumba, protege algo, es el hogar de algo que pertenece a otro mundo, rompe con las leyes de la física porque existe en otra dimensión? Las respuestas de Zampanò y de Danielewski para este misterio son diversas. Por un lado, se ofrece una larga exégesis de la narrativa de la película El informe Navidson y sus secuelas –un corto de Tom, el hermano; una película de la esposa, Karen, en la que incluye entrevistas– y una síntesis de la montaña de producción crítica y académica que creció alrededor de la película. Análisis posestructuralistas, feministas, de ciencia dura, de estética cinematográfica, digresiones sobre la historia bíblica de Esaú y Jacob para explicar la relación entre los hermanos, enumeraciones larguísimas de fotógrafos, de casas célebres, de ejemplos de arquitecturas; citas en francés y alemán y en castellano; informes científicos sobre el eco y los meteoritos, poemas, fotografías. Todas estas digresiones son a veces apasionantes y a veces desopilantes, incluso molestas: es obvio que, en esta instancia, La casa de hojas es también una sátira a la crítica académica, sobre todo a la crítica sobre los artefactos pop.
Las claves literarias del libro del año: una guía para no perderse en el laberinto de “La Casa de Hojas”
Cuatro círculos concéntricos:
- Johnny Truant, un tatuador de Los Ángeles limado por las drogas y la vida, explora los papeles de Zampanò, un vecino viejo y ciego, que acaba de morir.
- Así como Truant se obsesiona con esos papeles, en ellos Zampanò dejó constancia de su propia obsesión: un documental, El expediente Navidson, sobre el que escribió un ensayo erudito, plagado de citas y referencias.
- El documental fue rodado años antes por Will Navidson, ex fotoperiodista, en una casa de Virginia a la que se mudó con su esposa e hijos. Su intención era recomponer un tejido familiar dañado, pero en el camino se encontró con que…
- …la casa de Ash Tree Lane evidenciaba una anomalía: algunas habitaciones resultaban más grandes por dentro que por fuera. Cuando en una de las paredes apareció una puerta hacia un amenazante pasillo negro (sin que por fuera la casa mostrase ninguna alteración), el documental de Navidson se volcó a la exploración de ese nuevo territorio, cada vez más extenso: un misterio oscuro, helado e insondable.
La casa no es perfecta: padece una distorsión en sus dimensiones. Es seis milímetros más amplia por dentro que por fuera. El espacio real contiene más de lo que en lógica (pura matemática) puede contener. Y la Casa empieza a distorsionarse mostrando un misterio que rápidamente deviene en horror y obsesión para Navidson, que cámara en mano (y tras haber plantado otras cámaras en otras partes de la casa), más la ayuda de un equipo experto, comienza una exploración del espacio. El material grabado finalmente dará forma a “El Expediente Navidson”, la película escalofriante y conmovedora que ha cautivado a tantos críticos. Esa película de la que no hay rastro.
Casa de las hojas del blog
Piense Cliff Notes para la casa
de hojas
ARCHIVO DE LA CATEGORÍA: ANÁLISIS CAPÍTULO
https://houseofleavesblog.wordpress.com/category/chapter-analysis/page/4/
El análisis Capítulo I: La Película
Páginas de 5 - 7
Línea 8 :
Esta es la primera mención acerca de las temperaturas. La temperatura general en los pasillos son fríos, como el frío congelación, sin embargo, por el momento todavía no estoy del todo seguro de por qué. Puede tener algo que ver con la idea de un infierno náutica (es decir, ser atrapado en un escenario de ahogamiento sin fin donde el ambiente se vuelve más oscuro y más frío, ya que mina la vida de usted) o algo así.
Líneas 30-48 :
Aquí es un excelente ejemplo de cómo Zampano (o tal vez Johnny decidió en esto, pero me siento más seguro al decir que es la decisión de Zampano) transmite la acción visual del documental en un formato textual. Líneas 30-33 son tiros en suspensión por lo que el texto está cortado en frases cortas de cada disparo conseguir su propia línea, a continuación, vemos otra escena continua (líneas 34-6) que obtienen de su propio párrafo y luego líneas 37-40 son más tiros en salto y concluimos con las líneas 41-8 con la escena continua final. Esto no es parcela necessairly importante, pero es una forma muy creativa para transmitir la acción de un medio visual primarly (vídeo) para el medio intensiva más imaginación (libro). Veremos esta elección formateo hincapié mucho más en los últimos capítulos en particular los capítulos ocho, nueve, diez, doce y trece por nombrar algunos de los ejemplos más dramáticos.
página 6
Línea 25 :
tropo - no es una historia de la mejora de los detalles, pero la idea de etimologías e historias juega un papel importante en este libro y por eso estoy en el hábito de revisar la etimología de las palabras que son interesantes o no estoy familiarizado. Trope es básicamente un sinónimo de una metáfora o símil y su origen:
“ 1525-1535; < América tropus figura en la retórica < griegos Tropos su vez, girar, girar o figura del discurso, similar a trepein a su vez”
Lo que me hace pensar en la frase “convertir una frase”, que es, posiblemente, en el que la frase era (mi internet conexión es actualmente abajo, no puede verificar esto hasta que vuelva a estar disponible). Este es uno de los pocos huevos de Pascua INCLUIRÉ constantemente ya que tengo una debilidad por las etimologías de las palabras y frases.
Nota 6 :
Zeuxis - esto es un ejemplo de cómo una pequeña referencia o huevo de Pascua termina sirviendo como un detalle historia potenciador. Zeuxis fue un pintor en la antigua Grecia, sin embargo ninguno de sus pinturas sobrevivió sin embargo, el boca a boca sobre sus cuadros inspirados del arte renacentista movimiento del claroscuro (que es un estilo particularmente apropiado para hacer referencia a que muchas de las escenas de este libro, tanto de Johnny y Zampano / Navidson si se hace en alambiques / pinturas podrían considerar que entran en el estilo claroscuro).
Zeuxis también pasa a ser un general griego , que vagamente se relaciona con el tema que veremos emerger en los próximos capítulos de la guerra y la exploración.
Línea 14-5 :
“... la película de Navidson parece destinado a alcanzar como máximo un estatus de culto .”
Calculo que es la proyección de MZD, sabiendo lo inusual de su primer libro es que él pensó que sólo puede alcanzar un estatus de culto con su estilo. Sobre todo verdad, el estatus de culto de todos modos, pero es un golpe un poco divertido en su propia obra.
ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Capítulo 8 página 97 (houseofleavesblog.wordpress.com)
- Capítulo 8 página 98 (houseofleavesblog.wordpress.com)
- Tiempo gana la carrera (y muriendo de la risa) (timesonline.typepad.com)
MARK Z. DANIELEWSKI, La casa de hojas, edición de Ana S.
Pareja, traducción de Javier Calvo, maquetación de Robert
Juan Cantavella, Alpha Decay, Barcelona; Pálido Fuego,
Málaga, 2013, 709 pp., ISBN 978-84-92837-46-5.
La casa remediada:
Una aproximación teórica a
La casa de hojas de Mark Z. Danielewski.
“…podrían desglosarse […] con sensible beneficio para la arquitectura de la obra; tal como están, resulta difícil juzgarlos si no es en función de addenda y documentación; carecen del color y del calor de la novela propiamente dicha, y se ofrecen un poco como las notas que el escrúpulo del biógrafo incorpora para librarse por fin y del todo de su fichero”.
El Expediente Navidson. Will Navidson, un fotoperiodista de fama mundial, se muda a vivir a su nueva casa con su mujer Karen y sus dos hijos
Otros libros excéntricos: el caballero Tristram Shandy, la Biblia del diablo y demás juegos con la tipografía
Si rebuscamos un poco en la historia escondida de la literatura nos encontraremos algunas otras obras que comparten elementos comunes al de La casa de hojas, y no siempre de época reciente.
La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy, del siglo XVIII, llama la atención por muchas de sus características. A parte de constar de nueve volúmenes (y se dice que su autor, Laurence Sterne, pretendía continuar la historia), existe una dualidad en la forma de transmitir el mensaje: utiliza de manera incorrecta la gramática inglesa, rescatando incluso expresiones antiguas; al mismo tiempo rellena el texto de algunas expresiones técnicas muy específicas difíciles de entender. El tono empleado para describir la acción es sugerente, llegando a resultar obsceno y escatológico en ocasiones, y la narración no es lineal. Aunque en teoría se trate del relato de la vida de Tristram Shandy, en muchas ocasiones deja a un lado la acción para centrarse en anécdotas e impresiones, como dejando fluir su pensamiento.
Por otra parte, el autor trata de implicar al lector en la narración por medio de llamadas señaladas con una mano, asteriscos, espacios en blanco para que el lector los interprete y los rellene como desee. A esto se suman prácticas como una página en negro para señalar la muerte de un personaje, páginas marmoladas que simulan la mente del lector o incluso líneas sinuosas que pretenden reproducir cómo los ojos de un personaje recorren una carta al leerla.
Cuando me hablaron de La casa de hojas no pude evitar que me viniera a la cabeza Jardiel Poncela. Este máximo exponente del absurdo en la España de la República y el franquismo era una persona realmente creativa, conocedor de los movimientos surrealistas y dadaístas. Supo combinar de hecho los componentes del surrealismo con el humor, para dar como resultado obras muy poco ortodoxas pero divertidas hasta lo absurdo. Publicada a principio de los años 30, Espérame en Siberia, vida mía contiene un simpático juego tipográfico: el texto avisa que entramos en un túnel, así que la siguiente página estará en negro. También juega con el tamaño de las letras e incluye dibujos que complementan la narración como hojas del calendario. Así mismo, en Para leer mientras sube el ascensor divierte al lector con paralelismos: si es el momento de subir escaleras, las palabras se organizan simulando una escalera; intercala noticias para ilustrar la narración; o estira las letras, si el tiempo pasa lentamente. Además, era común que resaltara las onomatopeyas para darles énfasis. Cuando alguien gritaba, y tenía que ser que gritaba mucho, la siguiente página contenía únicamente una exclamación: ¡Ay!
Timothy Dexter, a base de trabajo duro como comerciante y una buena visión para los negocios, había logrado amasar una gran fortuna. Sin embargo, resultó una persona caprichosa que gastaba su fortuna en excentricidades, como un jardín repleto de estatuas de madera que representaban a hombres importantes de la historia (incluida la suya propia, por supuesto).
Con estas credenciales no sorprende que fuera él a quién se le ocurriera la composición de A pickle for the knowing or plain thruth in a homespun. En este extraño libro, Dexter se explaya sobre su propia persona, a la vez que se queja de su mujer, los políticos y la iglesia. Pero lo que más llama la atención es el hecho de que, en su primera edición, no hay ningún signo de puntuación y las mayúsculas aparecen aleatoriamente en la palabra que cuadre. Lo cierto es que el mismo Dexter estaba sorprendido de que la gente quisiera leer un libro que, en principio había editado para repartir entre amigos y conocidos. Sin embargo, el entusiasmo de vecinos obligó a editar una segunda edición. Con todo el sentido del humor, se agregó una página plagada de puntos, comas y demás signos de puntuación para colocar donde más le apeteciera al lector.
Epílogo (no del todo relacionado, pero curioso)
Cuentan que un monje que había sido condenado por su propia congregación, para librarse de la pena impuesta, había dicho que sería capaz de confeccionar una obra descomunal en una sola noche, para mayor gloria del monasterio. Viéndose incapaz de cumplir la promesa, pidió ayuda al mismo diablo, quién se encargó de la escritura del libro y dejó su firma en forma de imagen de sí mismo entre sus páginas. Otros dicen que el aparecer dibujado era una condición para ayudarlo en la tarea. De cualquier manera, el códice quedó maldito y pasó de mano en mano a lo largo de los siglos, dejando un mar de desgracias tras de sí, hasta que cayó en poder de la reina Cristina de Suecia.
Lo cierto es que el Codex Gigas o Biblia del diablo es un libro enorme, de 75 kg de peso, de principios de siglo XIII. Confeccionado casi seguro por un solo autor, éste debió tardar en torno a 30 años en concluirlo. Se trata de un compendio de obras importantes que se conocían en la época: la Biblia, dos obras de Flavio Josefo o las etimologías de San Isidoro de Sevilla, entre otros.
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