Todo comienza hace 300 años.
La fiebre de la lectura alcanza a las mujeres.
Los hombres se burlan, después barruntan el desastre. ¿Desencadenarán revoluciones los libros?
Jane Austen considera que leer novelas hace a la mujer independiente.
Madame Bovary devora literatura banal y comete adulterio.
Virginia Woolf imprime sus propios libros.
Marilyn Monroe lee a Joyce y se deja fotografiar así.
Y hoy en día la lectora toma por asalto el centro de poder de la literatura:
el fenómeno de la fanficción
da la vuelta al mundo.
¿Cómo leen las mujeres?
El feminismo postula una interpretación del arte que, aunque ha modificado la imagen tradicional de la mujer en la literatura, sustituye el análisis retórico por la ideología política
Las mujeres y los libros.
Una reflexión a través de la pintura occidental
Cielo completo, El.
Mujeres escribiendo, leyendo
Sefchovich, Sara
En un mundo que política y culturalmente aún dominan por mucho los varones, la escritura femenina sigue siendo un espacio contestatario, incomprendido y, sobre todo, necesario. En este contexto, Sara Sefchovich rompe con las ideas fáciles sobre la literatura escrita por mujeres y confronta los postulados comunes acerca de este conjunto de plumas. Autoras tan disímbolas como sor Juana, Yourcenar, Duras, Poniatowska o Sexton se reúnen en estas páginas, en las que se combina la polémica, la erudición y el más puro placer de divulgar el conocimiento y la discusión. La vitalidad e importancia de la literatura escrita por mujeres es cada vez más innegable, y esta obra es un vigoroso y dinámico testimonio al respecto.
Género y poder: Discursos de rebeldía
sobre feminidades y masculinidades
LAS MUJERES QUE LEEN SON PELIGROSAS
http://arquetipoeducativo.blogspot.mx/2016/06/las-mujeres-que-leen-son-peligrosas.html
Luego que la sociedad, la política y la religión relegó a la mujer a desempeñar un papel secundario y pasivo dentro de las actividades sociales, las mujeres encontraran de manera rápida en la lectura, una manera muy particular de romper los esquemas tradicionales de una culturaestrechamente ligada al machismo. Esta puerta que abrió la lectura fue un pasaje a otro mundo, un andén amplio para el conocimiento, un mundo donde la libertad y se confabulaba con la independencia, que le permitió al género femenino desarrollarse adoptando posturas y nuevos roles en la sociedad.En el recorrido complejo de muchas obras de arte que relacionan a las mujeres con los libros, el autor de este libro Stefan Bollman, rinde un homenaje muy elocuente a las mujeres confirmando el excepcional poder que confiere la lectura a quienes se interesan por ella, este es un canto a la libertad y al aire de frescura que produce el viaje desde las letras impresas hasta el fondo de nuestra máquina de procesamiento de información. Pero, ¿la lectura puede marcar la diferencia entre las mujeres o es solamente un pretexto de los artistas para llamar la atención con el hecho de pintar mujeres leyendo como un sinónimo de peligrosidad?Stefan Bollman ha investigado el comportamiento de niñas y mujeres lectoras del oriente medio, y como han sido sus patrones de comportamiento desde la edad media hasta nuestros días, sin embargo, es meticuloso definir un factor humano como la peligrosidad que dependa directamente de la lectura sino más bien como una herramienta de emancipación, o como un arma eficaz para las reivindicaciones feministas.No todas las personas leen igual, sin embargo, es la mujer la que mezcla sentimientos y posturas acordes a un escritor. Este último apunte no se refleja en los hombres que ven la literatura como un pañuelo plano donde fueron escritos los pensamientos de un escritor, las mujeres por su arte están en la capacidad de sentir como el autor y de pensar como el autor, en este orden de ideas es predecible creer que las mujeres que empuñan un libro pueden ser más letales que las por alguna razón u otra empuñan un arma.
No todas las personas leen igual, sin embargo, es la mujer la que mezcla sentimientos y posturas acordes a un escritor. Este último apunte no se refleja en los hombres que ven la literatura como un pañuelo plano donde fueron escritos los pensamientos de un escritor, las mujeres por su arte están en la capacidad de sentir como el autor y de pensar como el autor, en este orden de ideas es predecible creer que las mujeres que empuñan un libro pueden ser más letales que las por alguna razón u otra empuñan un arma.
Las historias que viven dentro de las páginas de un libro son una excelente manera de llegar a lugares lejanos, y a lo largo de la historia también han sido un medio de escape de la cotidianidad de la vida, un forma para conectarse con uno mismo, rebelarse o conocer nuevos sentimientos y experiencias. Definitivamente se puede saber mucho sobre la historia del género femenino a través de los cuadros de mujeres lectoras.
Estas singulares obras están esparcidas por el mundo y son un excelente pretexto para planear un viaje. Una exploración de ciudad en ciudad por los museos y galerías más relevantes del planeta para verlas y comprender su momento. Hablamos de una galería en Florencia, un monasterio en Barcelona o una misteriosa pinacoteca en Munich. Sin duda, estas mujeres y sus libros están por todos lados y si se los dejamos pueden cambiarnos la vida.
En honor a esto, escogimos 10 obras que reflejan la intrincada relación entre la mujer y las palabras impresas.
Anciana leyendo, Rembrandt
Primera parada Holanda: Rijksmuseum
En este cuadro, el artista pretendió regresar la dignidad a la vejez a través de la imagen de una anciana leyendo (con dificultad) las sagradas escrituras del antiguo testamento. Su mano sobre la página representa un profundo vinculo entre las palabras y la lectora.
Mujer leyendo, Pieter Janssens Elinga
Segunda parada: Munich en la Vieja Pinacoteca.
Los Países Bajos en el siglo XVII albergaban la mayor cantidad de personas alfabetizadas del continente. Para las mujeres, leer era una acción que les permitía descubrir nuevos mundos más allá de sus obligaciones en el hogar. Este sentimiento, propio de los libros, llegaba a todas las que sabían leer, sin importar su estrato social. Por lo menos eso es lo que nos retrata el artista en este cuadro de una criada que abandona sus labores para sumergirse en el mundo de las palabras.
La anunciación, Simone Martini
Tercera parada: Florencia, Galería de los Uffizi
Durante la edad media las representaciones de la anunciación no faltaron, sin embargo, la de este artista se distingue de todas. Aquí María no es una niña inocente, es una mujer inteligente que lee y aunque está en una posición defensiva y rostro atemorizado por el ángel dorado frente a ella, no suelta el libro e incluso pone el dedo en medio de las páginas para no perder el hilo.
Joven leyendo, Jean-Honoré Fragonard
Cuarta parada: Washington, Galería Nacional de Arte
Durante la época del Rococó y la Ilustración, el placer tomó un papel importante en la vida de las personas, y la lectura es un reflejo de esto. Atrás quedaban los pesados textos técnicos, mientras la poesía se convertía lentamente en lo que es ahora. En este contexto la pintura plasmaba el rol de cada género. El hombre escribía los poemas mientras que las mujeres eran quienes los disfrutaban.
Joven decadente, Ramón Casas
Quinta parada: Barcelona, Monasterio de Montserrat
Con el paso del tiempo, leer se convirtió en una forma de conectarse con uno mismo y con los sentimientos de quien escribió las palabras. En este cuadro el artista catalán retrata a una mujer con un libro en la mano, mientras descansa después de un baile. Así este gran cronista plasma el lugar que tenía la lectura en la vida de la burguesía, un aperitivo entre los eventos importantes de la vida.
Lectura a la luz de una lámpara, James Abbott McNeil Whistler
Sexta parada: Connecticut, Centro de Arte Davison de la Universidad Wesleyan
Este grabado del artista estadounidense nos deja entrar al momento más íntimo de la lectura de una mujer. Un instante en que (aunque la luz es suficiente para que ella alcance a leer todas la palabras) acerca su cara lo más posible al papel para no permitir que nada se interponga entre ella y aquellos sentimientos que las palabras han despertado.
Arlesiana, Van Gogh
Séptima parada: Nueva York, MET
Esta fue una pintura que el propio van Gogh admitió haber hecho rápido y sin tanta atención. Lo interesante de esta obra no está en la destreza técnica con la que fue elaborada, sino en la expresión y el momento en que el artista plasma a la mujer. Y es que no la retrata en el momento mismo de la lectura, más bien en el momento después.
Karin Leyendo, Carl Larsson
Octava parada: Sundborn, Suecia. Casa Museo de Carl Larsson
Carl Larsson fue uno de los principales representantes del art nouveau, estilo que buscaba crear una nueva estética de la vida. A través de sus famosas estampas ilustradas este artista logró transmitirnos una versión idealizada de la vida cotidiana (sobre todo la rural). Un claro ejemplo de esto es esta ilustración de su esposa; una mujer que tras un día pesado busca un poco de relajación en un libro.
Interior con muchacha leyendo, Peter Ilsted
Novena parada: Copenhague, Museo Estatal de Arte
Peter Ilsted es conocido por sus cálidos interiores que nos recuerdan al hogar a través de espacios íntimos y cálidos. Tal es el caso de esta pintura que nos enseña la cotidianidad de una mujer disfrutando de un libro durante el atardecer en la comodidad de uno de los cuartos de su casa.
Habitación de hotel, Edward Hopper
Décima parada: Madrid, Thyssen-Bornemisza
En el año de 1931, Edward Hopper realizó este cuadro de gran formato en el que plasma a una mujer en el cuarto de un hotel, que probablemente está viajando sola. En ropa interior, indecisa y desorientada lee un folleto, antes de seguir con el ajetreo de su aventura.
***
Nora Catelli
Pasión y extinción de la lectura en la literatura moderna (fragmento)
"No es el único recorrido posible. Donde aparece Fielding podía estar Richardson; donde Wordsworth, Coleridge o Byron; donde Balzac, Sthendal o Jane Austen; donde Fernán Caballero o José Mármol, Jorge Isaacs; donde Clarín, Benito Pérez Galdós o Emilia Pardo Bazán; donde Flaubert o Charlotte Brontë, Dickens... Únicamente existe un caso que no admite sustitución: donde está Freud sólo puede estar Freud. El caso Dora tiene características singulares, ya que se construye fuera del campo de la invención literaria y se proyecta sobre él como teoría y como herramienta hermenéutica insoslayable...
[...]
¿Muestra Madame Bovary el modo en que leían las novelas románticas las mujeres reales –las escasísimas mujeres reales– de la época? Madame Bovary no muestra eso. Muestra, al contrario, que las mujeres no únicamente leían novelas románticas sino toda la literatura, sólo que la leían como si fuese una vasta novela romántica. Ésa es la persuasiva posición femenina ante la lectura que teje Flaubert: una posición del sujeto, no un corpus de lectura.
[...]
Si el imaginario de la mujer lectora fue tan importante en el siglo XIX, si finalmente las mujeres lectoras se apropiaron, figuradamente, de todos los resortes de la frecuentación de los libros, ¿tiene esa apropiación masiva, como metáfora de la alfabetización universal, alguna relación con la progresiva satanización de los efectos de lectura en ciertos narradores del siglo XX como Conrad, Woolf o Benet? ¿Hay algún vínculo entre esta visión y la desaparición de las figuras femeninas dentro de la narrativa del siglo XX? ¿Y con el consecuente surgimiento de un circuito exclusivamente femenino de consumo y producción de la lectura, un circuito mercantil o académico? ¿Nos reconocemos, todavía, en Cervantes como el lector del poema de Wordsworth, buceador de la cueva de Montesinos y enterrador de los secretos de la naturaleza y de la divinidad?. "
No hay comentarios:
Publicar un comentario