"Pronto aprendí que la lectura es acumulativa y que procede por progresión geométrica: cada nueva lectura edifica sobre lo que el lector ha leído previamente"
A. Manguel
Leer es una profesión. Al considerarla como tal, los lectores pasamos a ejercer en nosotros mismos un vasto proceso de selección de las lecturas. No lo leemos todo, no hacemos mucho caso de las estadísticas, ni de las reseñas de las editoriales en los lanzamientos de nuevos fenómenos creativos. Tomamos lo que hemos leído, y a golpe de vista cinco o seis párrafos, abiertos al azar determinan que ese libro viene con nosotros. Y escuchamos los comentarios de los otros lectores.
Este ensayo de Alberto Manguel, sobre la historia de la lectura es un análisis de eso.
El peso del libro, el formato, las imágenes, el contenido descrito en su índice, la bibliografía, las notas, lo hacen un objeto de deseo y pasa a convertirse en manual.
Los seis mil años de textos escritos en todos los soportes, nos van dando a conocer la historia de la humanidad y dejan al lector el poder de decidir, en su viaje por el laberinto de roles, actitudes, dificultades y soluciones, lo que va a perdurar, más como amante que como especialista.
Sus cuatro partes: la última página, lecturas, los poderes del lector y el último pliego abastecen el proceso de la pasión lectora, sin fines o propósitos estrictos, alrededor de aquellos autores y textos que amamos.
Desde su opinión como lector y acompañado de los conceptos que la lectura le ha proporcionado, rodando por los procesos fonéticos y lingüísticos o deteniéndose en los actos de la lectura en voz alta y en la lectura silenciosa, desde el origen del escritor al lado de la necesidad de tener un lector para leer lo que ha escrito, hasta la propia conclusión que nos implica en lo que como los lectores somos, Manguel, explica su obsesión y de paso algo de la nuestra.
Para crear Una Historia de la Lectura, Alberto Manguel ha consultado cientos y cientos de libros en las bibliotecas más importantes del mundo, de los que deja constancia en los anexos de este ensayo sobre lecto-escritura. Pura envidia.
Alberto Manguel, nació en Buenos Aires en 1948 y se trasladó a Canadá en 1982, donde se hizo ciudadano de ese país tres años después. Ha sido distinguido con numerosos galardones como el título de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras (Francia, 1996), el McKitterick First Novel (Reino Unido, 1992), el premio de la Asociación de Escritores Canadienses y el premio Roger Callois (Francia, 2004), entre otros. Actualmente reside en Mondion, Francia, junto a su biblioteca en la que alberga cerca de 50.000 volúmenes.
"Quienes tenemos la fortuna de ser lectores sabemos que la lectura es una de las formas más alegres, más generosas, más eficaces de ser conscientes.".Alberto Manguel (el país 04-06-09).
Las formas de los libros, por Alberto Manguel
Llegaron las vacaciones y la elección de los libros para los viajes y los ratos de ocio es parte del ritual del recreo estival. Pero no siempre fue así. Tanto el natural goce anual de las vacaciones como el democratizado acceso a la lectura son conquistas relativamente recientes.
El libro Una historia de la lectura, de Alberto Manguel, viaja hacia el pasado de la palabra escrita, hasta el cuarto milenio a.C. para centrarse en el papel del lector a lo largo de la historia, desde San Ambrosio hasta Borges, pasando por Virgilio, Dickens, Diderot, Colette y otros. El autor enfatiza así el poder de la lectura, que permite “acceder a los archivos de la memoria humana y rescatar del pasado la voz de nuestra experiencia”.
En el capítulo que a continuación reproducimos conoceremos las diversas formas, tamaños y aspectos de distintos soportes de lectura en diversos momentos y lugares del mundo: desde las primitivas tablillas de arcilla mesopotámica hasta los libros de papel como los conocemos en la actualidad, pasando por el código legal asirio, inscripto en un monolito de 6,20 metros cuadrados, los rollos de pergamino (hechos con piel de animal) o papiro (hecho de tallos secados y cortados de una planta parecida al junco), y los códices también de pergamino, vitela o papiro.
Somos criaturas de palabra, nacemos con el don de la palabra, vivimos a través de la palabra, conocemos y damos a conocer nuestra experiencia con la palabra, y sólo cuando morimos perdemos la palabra. Y, dicen algunos, ni siquiera entonces: las almas que Dante encuentra en la Ultratumba siguen haciendo literatura.
«Los relatos no pueden protegernos del sufrimiento o del error, de las catástrofes naturales o artificiales o de nuestra propia codicia suicida. Lo único que pueden hacer a veces, por razones imposibles de prever, es hablarnos de esa locura y esa codicia y recordarnos que debemos mantenernos alerta frente a las tecnologías cada vez más perfeccionadas. Los relatos pueden ofrecer consuelo frente al sufrimiento y palabras para dar nombre a nuestras experiencias. La ficción puede decirnos quiénes somos y qué son esos relojes de arena a través de los cuales nos deslizamos, y puede también sugerirnos formas de imaginar un futuro que, sin exigir un final feliz, pueden ofrecernos alguna manera de permanecer vivos, juntos, en esta tierra maltratada» (pág. 181)
BREVE GUIA DE LOS LUGARES
IMAGINARIOS.
Se nos dice que Alali está situado en el corazón de las Grandes Espinas, en África, y se llega a él atravesando una estrecha garganta erosionada "por los elementos en la arquitectura caprichosa de un sueño". Que para llegar a Arnheim es preciso realizar un extraño, largo y cambiante viaje fluvial en dos etapas. Donde-nadie-habla es un "país situado dentro del sonido de nuestra propia voz", y al País del Espejo se accede entrando en las dependencias del decano de cierto college de Oxford, encaramándose a la repisa de la chimenea -cuidando de no rozar los vasos de flores secas- y atravesando el cristal de un gran espejo que allí mismo hay ubicado.
Curiosidad de Alberto Manguel
Según la teoría de Darwin, la imaginación humana es un instrumento de supervivencia. Para aprender mejor sobre el mundo y, por lo tanto, para estar mejor preparado ante sus escollos y peligros, el homo sapiens desarrolló la capacidad de reconstruir la realidad externa en la mente y concebir situaciones a las que podría enfrentarse antes de que sucedieran.8 Cuando tomamos conciencia de nosotros mismos y del mundo que nos rodea, podemos construir cartografías mentales de esos territorios y explorarlos de infinitas maneras, y luego elegir la mejor y la más eficaz. Montaigne habría estado de acuerdo: imaginamos para existir, y sentimos curiosidad para alimentar nuestro deseo imaginativo.
La imaginación, como una actividad creativa esencial, se desarrolla con la práctica. No a través de los éxitos, que son finales y, por lo tanto, callejones sin salida, sino a través de los fracasos, de los intentos que terminan siendo fallidos y que requieren nuevos intentos que, si las estrellas nos sonríen, llevarán a nuevos fracasos. La historia del arte y la literatura, así como la de la filosofía y la ciencia, son historias de esa clase de fracasos enriquecedores. “Fracasa. Inténtalo nuevamente. Fracasa mejor”,9 fue la conclusión de Beckett.
Tengo curiosidad sobre la curiosidad
Inteligencia artificial
por Alberto Manguel
¿Sabéis leer?
... No por cierto
ni tal se probará que en mi linaje
haya personas de tan poco asiento
que se pongan a aprender esas quimeras
que llevan a los hombres al brasero
y a las mujeres a la casa llana.
Cervantes, La elección de los alcaldes de Daganzo
ALBERTO MANGUEL Y LA BIBLIOTECA DE BABEL
De lecturas,lectores y obsesiones
«Los grandes lectores –dice Borges, que es uno de ellos– son más escasos que los grandes escritores», pero, como afirma Walter Benjamin, todo buen lector propende a la escritura; se trata en cualquier caso de dos actividades indisolublemente unidas y reflejadas, cada una, a un lado de ese «espejo» que llamamos el texto. Un espejo que nace (Dámaso Alonso dixit) de una intuición creadora en un artista motivado a plasmar en palabras esa «e-moción», ese movimiento del alma, y recreada en una segunda intuición, la del lector, que reorganiza desde su horizonte de expectativas interpretativo esa materia textual para transformarla, mediante un proceso metabólico y germinativo cercano al de cualquier sistema nutritivo, en material memoria de la propia vida o, si se prefiere, en argamasa (simbólica, esto es, real) de ese Sueño compartido que llamamos Cultura.
LA LECTURA Y EL LIBRO POR GEORGE STEINER Y ALBERTO MANGUEL
Cómo Pinocho aprendió a leer
Referencias
1 David Diringer, The Hand-Produced Book (Londres, 1953).
2 Plinio el Viejo, Naturalis Historia, ed. W. H. S. Jones (Cambridge, Mass., y Londres, 1968), XIII, 11.
3 El códice griego más antiguo que se conserva en pergamino es una Ilíada del siglo III (Biblioteca Ambrosiana, Milán).
4 Martial, Epigrammata, XIV:184, en Works, 2 vols., ed. W. C. A. Ker (Cambridge, Mass., y Londres, 1919-1920).
5 Francisco I, Lettres de François I au Pape (París, 1527).
6 John Power, A Handy-Book about Books (Londres, 1870).
7 Citado en Geo. Haven Putnam, Books and Their Makers during the Middle Ages, vol. I (Nueva York, 1896-1897).
8 Janet Backhouse, Books of Hours (Londres, 1985).
9 John Harthan, Books of Hours and Their Owners (Londres, 1977).
10 Actualmente en la BibliotecaMunicipal de Sémur-en Auxois, Francia.
11 Johannes Duft, Stiftsbibliothek Sankt Gallen: Geschichte, Barocksaal, Manuskripte (St. Gall, 1990). El antifonario está catalogado como Codex 541, Antiphonarium officii (pergamino, 618 págs.), Biblioteca de
la Abadía de St. Gall, Suiza.
la Abadía de St. Gall, Suiza.
12 D. J. Gillies, “Engineering Manuals of Coffee-Table Books: The Machine Books of the Renaissance”, en Descant 13, Toronto, invierno de 1975.
13 Benjamin Franklin, The Autobiography of B. F. (Nueva York, 1818).
14 Elizabeth L. Eisenstein, The Printing Revolution in Early Modern Europe (Cambridge, 1983).
15 Victor Scholderer, Johann Gutenberg (Frankfurt am Main, 1963).
16 Citado en Guy Bechtel, Gutenberg et l’invention de l’imprimerie (París, 1992).
17 Paul Needham, director del Departamento de Libros y Manuscritos de Sotheby’s, Nueva York, ha sugerido otras dos reacciones posibles de los lectores ante Gutenberg: sorpresa porque el nuevo método utilizaba tecnología metalúrgica para producir letras, en lugar de plumas o cañas, y también que aquel “arte sagrado” llegara de las profundidades de la bárbara Alemania en lugar de la docta Italia. Paul Needham, “Haec sancta ars: Gutenberg’s Invention As a Divine Gift”, en Gazette of the Grolier Club, n° 42, 1990, Nueva York, 1991.
18 Svend Dahl, Historia del libro, traducción de Albert Adell; rev. Fernando Huarte Morton (Madrid, 1972).
19 Konrad Haebler, The Study of Incunabula (Londres, 1953).
20 Warren Chappell, A Short History of the Printed Word (Nueva York, 1970).
21 Sven Birkerts, The Gutenberg Elegies: The Fate of Reading in an Electronic Age (Boston y Londres, 1994).
22 Catálogo: Il Libro della Biblia, Esposizione di manoscritti e di edizioni a stampa della Biblioteca Apostolica Vaticana dal secolo III al secolo XVI (Ciudad del Vaticano, 1972).
23 Alan G. Thomas, Great Books and Book Collectors (Londres, 1975).
24 Lucien Febvre y Henri-Jean Martin, L’Apparition du livre (París, 1958).
25 Marino Zorzi, Introduction a Aldo Manuzio e l’ambiente veneziano 1494-1515, ed. Suzy Marcon y Marino Zorzi (Venecia, 1994). También: Martin Lowry, The World of Aldus Manutius (Oxford, 1979).
26 Anthony Grafton, “The Strange Deaths of Hermes and the Sibyls”, en Defenders of the Text: The Traditions of Scholarschip in an Age of Science, 1450-1800 (Cambridge, Mass., y Londres, 1991).
27 Tarifa delle putane di Venezia, 1535.
28 Citado en Alan G. Thomas, Fine Books (Londres, 1967).
29 Citado en Eisenstein, The Printing Revolution in Early Modern Europe. (No se cita la fuente.)
30 Febvre y Martin, L’apparition du livre.
31 William Shenstone, The Schoolmistress (Londres, 1742).
32 En la exposición “Into the Heart of Africa”, Royal Ontario Museum,
Toronto, 1992.
Toronto, 1992.
33 Shakespeare, en Cuento de invierno, acto IV, escena 4ª
34 La palabra inglesa “chap-book” (pliego de cordel) deriva, al parecer, de los “chapmen” que los vendían; “chapel” era el término colectivo para los vendedores (“chapmen”) vinculados a una determinada editorial. Véase John Feather, ed., A Dictionary of Book History (Nueva York, 1986).
35 John Ashton, Chap-books of the Eighteenth Century (Londres, 1882).
36 Philip Dormer Stanhope, cuarto marqués de Chesterfield, “Carta del 22 de febrero de 1748”, Letters to His Son, Philip Stanhope, Together with Several other Pieces on Various Subjects (Londres, 1774).
37 John Sutherland, “Modes of Production”, en The Times Literary Supplement, Londres, 19 de noviembre de 1993.
38 Hans Schmoller, “The Paperback Revolution”, en Essays in the History of Publishing in Celebration of the 250th Anniversary of the House of Longman 1724-1974, ed. Asa Briggs (Londres, 1974).
39 Ibídem.
40 J. E. Morpurgo, Allen Lane, King Penguin (Londres, 1979).
41 Citado en Schmoller, “The Paperback Revolution”.
42 Anthony J. Mills, “A Penguin in the Sahara”, en Archeological Newsletter of the Royal Ontario Museum, II: 37, Toronto, marzo de 1990.
Al igual que mi nebuloso antecesor sumerio que leía esas dos tablillas en una tarde inconcebiblemente remota, también yo estoy leyendo, aquí, en mi habitación, a través de los siglos y los mares. Sentado ante mi escritorio, los codos sobre el libro, la barbilla apoyada en las manos, olvidado por un momento de la cambiante luz exterior y de los ruidos que llegan de la calle, veo, escucho, sigo (aunque estas palabras no hacen justicia a lo que me está sucediendo) un relato, una descripción, un razonamiento. Nada se mueve a excepción de mis ojos y de mi mano que, de cuando en cuando, vuelve una página, y sin embargo algo que no puede definirse exactamente con la palabra "texto" se despliega, crece y se enraiza mientras leo. Pero, ¿cómo sucede tal proceso?
La lectura comienza con los ojos. “El más agudo de nuestros sentidos es el de la vista”, escribió Cicerón, señalando que cuando vemos un texto lo recordamos mejor que cuando simplemente lo oímos [4]. San Agustín alabó los ojos (y luego los condenó) por ser el punto de entrada del mundo [5], y santo Tomás de Aquino llamó a la vista “el más poderoso de los sentidos, a través del cual adquirimos conocimientos” [6]. Para cualquier lector resulta evidente que las letras se captan a través de la vista. Pero, ¿mediante qué alquimia se convierten en palabras inteligibles? ¿Qué sucede en nuestro interior cuando nos enfrentamos con un texto? ¿Cómo es que las cosas vistas, las “sustancias” que llegan, por los ojos, a nuestro laboratorio interior, los colores y las formas de objetos y letras, pasan a ser legibles? ¿Qué es, en realidad, el acto al que llamamos lectura?
1 “Los infantes hablan, en parte, para restablecer las experiencias del ‘estarcon’ […] o para restablecer el ‘orden personal’.” Daniel N. Stern, The Interpersonal World of the Infant, A View from Psychoanalysis and Developmental Psychology, HarperCollins, Nueva York, 1985, p. 171.
2 Michel de Montaigne, “An Apology for Raymond Sebond”, II, 12, en The Complete Essays, traducción, edición, introducción y notas de M. A. Screech, Penguin Books, Harmondsworth, GB, 1991, p. 591. Para la traducción al castellano de todas las citas de Montaigne se ha consultado: Michel de Montaigne, Ensayos de Montaigne, seguidos de todas sus cartas conocidas hasta el día; traducidos por primera vez en castellano con la versión de todas las citas griegas y latinas que contiene el texto, notas explicativas del traductor y entresacadas de los principales comentadores, una introducción y un índice alfabético por Constantino Román y Salamero, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Alicante, 2003. (N. del T.)
3 Según Pausanias (siglo II), los dichos “Conócete a ti mismo” y “Nada es demasiado” estaban inscritos en la fachada del templo de Delfos y dedicados a Apolo. Pausanias, Guide to Greece, Volume 1, Central Greece, traducción e introducción de Peter Levi, Penguin Books, Harmondsworth, Middlesex, 1979. Libro 10, 24, p. 466. Hay seis diálogos platónicos en los que se analiza el dicho de Delfos, Cármides (1640), Protágoras (343B), Fedro (229E), Filebo (48C), Leyes (11, 923A) y Alcibíades (124A, 129A y 132C) en The Collected Dialogues of Plato, edición de Edith Hamilton y Huntington Cairns, Princeton University Press, Princeton, NJ, 1973.
4 Michel de Montaigne, “On Physiognomy”, III, 12, en The Complete Essays, p. 1176.
5 Michel de Montaigne, “On Educating Children”, I, 26, en The Complete Essays, p. 171.
6 Job, 28, 20. El libro de Job no proporciona respuestas, pero presenta una serie de “preguntas verdaderas” que son, según Northrop Frye, “etapas en la formulación de preguntas mejores; las respuestas nos birlan el derecho de hacerlo”. Northrop Frye, The Great Code, The Bible and Literature, edición de Alvin A. Lee, vol. 19 en Collected Works, University of Toronto Press, Toronto, Buffalo y Londres, 2006, p. 217.
8 Richard Dawkins, The Selfish Gene, edición del trigésimo aniversario, Oxford University Press, Oxford y Londres, 2006, pp. 63-65.
9 Samuel Beckett, Worstward Ho, John Calder, Londres, 1983, p. 46.
Alberto Manguel y las metáforas de la lectura
Leer sombras. Alberto Manguel (Una historia de la lectura)
Notas:
[1] Con esto no se quiere decir que toda escritura tenga sus raíces en esas tablillas sumerias. En general se reconoce que la escritura china y de América Central, por emjemplo, se desarrollaron de manera independiente. Véase Albertine Gaur, A History of Writing (Londres, 1984).
[2] "Early Writing Systems", en World Archeology 17/3. Henley-on-Thames febrero de 1986. La invención mesopotámica probablemente influyó en otros sistemas de escritura: el egipcio, poco después del 3000 a. C., y el indio, alrededor del 2500 a. C.
[3] William Wordsworth describió en 1819 un sentimiento similar: "Oh tú que paciente exploras/Los restos del hercúleo saber/ ¡Qué maravilla! ¿Podrías captar/ Algún fragmento tebano, o desenrollar/ un inapreciable pergamino/ de Simónides?
[4] Cicerón, De oratore, vol. 1, ed. E. W. Sutton y H. Rackham (Cambridge, Mass., y Londres, 1967), II, 87: 357.
[5] San Agustín, Confessions (París, 1959), X, 34.
[6] M. D. Chenu, Grammaire et théologie au xiie etxiiie siecles (París, 1935-36).
[7] Empédocles, Fragmento 84DK, citado en Ruth Padel, In and Out of the Mind: Greek Images of the Tragic Self (Princeton, 1992).
[8] Epicuro, "Letter of Herodotus", en Diógenes Laërtius, Lives of Eminent Philosophes, 10, citado en David C. Lindberg, Studies in the History of Medieval Optics (Londres, 1983).
[9] Ibídem.
[10] Para una lúcida explicación de este completo término, véase Padel, In and Out of the Mind.
[11] Aristóteles, De anima, ed. W. S. Hett (Cambridge, Mass., y Londres, 1943).
[13] San Agustín, Confessions, X, 8-11.
[14] Siraisi, Medieval & Early Renaissance Medicine.
[15] Kenneth D. Keele y Carlo Pedretti, eds., Leonardo da Vinci: Corpus of the Anatomical Studies in the Collection of Her Majesty the Queen at Windsor Castle, 3 vols. (Londres, 1978-80).
[17] Johannes Pedersen, The Arabic Book, traducción de Geoffrey French (Princeton, 1984).
[18] Sadik A. Assaad, The Reign of al-Hakim bi Amr Allah (Londres, 1974).
[19] Estas explicaciones, bastante detalladas, se formulan en Ibn al-Haytham´s Optics: A Study of the Origins of Experimental Science, de Saleh Beshara Omar (Minneapolis y Chicago, 1977).
[20] David C. Lindberg, Theories of Vision from al-Kindi to Kepler (Oxford, 1976).
[21] Émile Charles, Roger Bacon, sa vie, ses ouvrages, ses doctrines d´apres des textes inédits (París, 1861).
[22] M. Dax, "Lésions de la moitié gauche de l´encéphale coïncidant avec l´oubli des signes de la pensée", Gazette hebdomadaire de médicine et de chirurgie, 2 (1865), y P. Broca, "Sur le siege de la faculté du langage articulé, Bulletin da la Societé d´anthropologie, 6 337-393 (1865), en "Illiteracy and Brain Damage (3): A Contribution to the Study of Speech and Language Disorders in Illiterates with Unilateral Brain Damage (Initial Testing)", de André Roch Lecours et al., Neuropsychologia 26/4, Londres 1988.
[23] André Roch Lecours, "The Origins and Evolution of Writing", en Origins of Human Brain (Cambridge, 1993).
[24] Daniel N. Stern, The Interpersonal World of the Infant: A View from Psychoanalysis and Developmental Psychology (Nueva York, 1985).
[25] Roch Lecours et al., "Illiteracy and Brain Damage (3)".
[26] Jonathan Swift, Gulliver´s Travels, edición de Herbert Davis (Oxford, 1965).
[27] Entrevista personal con André Roch Lecours, Montreal, noviembre de 1992.
[28] Émile Javal, ocho artículos en Annales d´oculistique, 1878-1879, analizados en "Reading", de Paul A. Kolers, conferencia pronunciada en la reunión de la Canadian Phychological Association de 1971 en Toronto.
[29] Oliver Sacks, "The President´s Speech", en The Man who Mistook His Wife for a Hat (Nueva York, 1987).
[30] Merlin C. Wittrock, "Reading Comprehension", in Neuropsychological and Cognitive Processes in Reading (Oxford, 1981).
[31] Véase D. LaBerge y S. J. Samuels, "Toward a Theory of Automatic Information Processing in Reading", en Cognitive Psychology 6, Londres, 1974.
[32] Wittrock, "Reading Comprehension".
[33] E. B. Huey, The Psychology and Pedagogy of Reading (Nueva York, 1908), citado en Kolers, "Reading".
[34] Citado en Lindberg, Theories of Vision from al-Kindi to Kepler.
(*) Texto tomado de Manguel, Alberto (1999): Una Historia de la lectura. Bogotá, Colombia: Editorial Norma, pps. 43-57 y 417-419 (para referencias y citas).
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