Es por esto que creo que voy a ser un artista. Las cosas que realmente importaban, se hundieron y dejaron su huella. A veces sólo una palabra - a veces una sonrisa peculiar - a veces la muerte - a veces el olor de los dientes de león en la primavera - Amor una vez. La mayoría de la gente tiene poco más que la mente de los brutos: viven día a día. Voy a ir a todas partes y ver todo. Voy a conocer a toda la gente que pueda. Voy a pensar en todos los pensamientos, sentir toda la emoción que yo soy capaz, y voy a escribir, escribir, escribir.
Del tiempo y del río.
1919. Con 19 años Eugene Grant, abandonó su ciudad natal sureña, Altamont, para ir a la universidad de Harvard, al Norte, " rumbo a la vida, lejos de las colinas perdidas en el tiempo, lejos para siempre del corazón oscuro y del misterio lastimero del Sur". En la universidad le aguardan los años de " anhelos, de deseos, de todo lo que constituye el delirio de la vida de un joven. Y ¿ para qué?¿ Para qué? años de alumno, años de profesor, y un viaje a Europa, por último. El narrador va detallando la vida de su protagonista, cuyas ambiciones de saber y comprender, siempre insaciables, lo reconcomen por dentro.
Del tiempo y del río salió a la luz gracias al editor de Wolfe que, consciente de hallarse ante un grandísimo, escritor organizó su producción desmesurada, podo un poco su escritura caótica y torrencial, y le fue pidiendo páginas que unieran los episodios inconexos.. A lo largo de la obra de Wolfe desfilan, descritos con los menores detalles, los sucesos de su vida y los vaivenes de su mundo interior..Entre ellos también su incapacidad de contener y ordenar su escritura: durante una estancia en Tours, Eugene se ve asaltado por unos deseos irrefrenables de escribir, y el narrador cuenta que " sentado a la mesa del pequeño cuarto que daba al patio empedrado, escribía incesantemente desde el alba hasta el anochecer, y algunas veces desde un ocaso hasta el otro, y se arrojaba después sobre el lecho, en un estado de comatosa vigilia, a soñar escenas locas y terribles, a alentar visiones extrañas, a contemplar un desfile de imágenes que le abrasaban el cerebro.
Las palabras salían de él como una exudación sanguínea; vertidas por la punta de sus dedos, lanzadas desde su garganta como culebras retorcidas. Las escribía con el corazón, con su cerebro, su cuerpo, su sudor: las escribía con su sangre, con su espíritu, arrancadas de la raíz secreta y de la sustancia de su vida".La escritura de Wolfe es poderosa y hasta magnética. Hace comentarios agudos, presenta descripciones vivisimas, e incluso cuando cae en excesos retóricos y resulta patente su falta de control narrativo conserva la capacidad de arrastrar al lector. Es posible que nadie como él haya tratado con tanto vigor los choques dramáticos que un joven experimenta entre los inmensos anhelos del saber y de vivir que le consumen, y las realidades pobres que consigue; entre la " intolerable adivinación de triunfo y de descubrimiento" y la soledad y el desamparo que tantas veces le inundan como una marea; entre la nostalgia inefable de su tierra y de los suyos, y el rechazo áspero y hasta violento hacia gentes que juzga como mediocres.
Voces que nos hablan en la noche. Dominandolo to está una búsqueda de sentido, Wolfe-Gant vuelve una y otra vez a " la vieja pregunta, en su desnuda desolación: "¿ Por qué estoy aquí? ¿ A dónde iré ahora? ¿ Qué haré?" Como un ahogado que se aferra a una tabla, buscaba afanosamente una meta o algún propósito en su vida, alguna justificación a sus vagabundeos, algún punto de mira para su feroz deseo". De ninguna manera quiere pertenecer "a la gran colonia de los norteamericanos sin rumbo" y es consumido por su ansia de " saberlo todo, tenerlo todo, ser todo; ser uno y muchos, asir el enigma de esta tierra vacía y palpitante y que el enigma fuera tan tangible en su mano como una moneda de oro".En medio de su prosa, siempre brillante y tantas veces conmovedora, Wolfe da con las claves que le podían ayudar a remediar su confusión: el " agnosticismo, ese obstaculo latente en su cerebro, no tanto como una convicción sino como algo que le servía para justificarse a si mismo"; esas voces que "nos hablan en la noche y nos dicen que moriremos, sí, pero que más allá existe un conocimiento mayor, un amor mayor, una vida mayor, un cielo más amable que nuestros hogares, un lugar donde están enterrados los pilares de la tierra, hacia el cual tienden los espíritus, se tensan las conciencias, se levantan los vientos y fluyen los ríos"

Pero es como si su mente y su corazón fueran sepultados por una incontrolable avalancha: " ¿ Dónde hallarán la paz los viajeros fatigados? ¿ En que puerto encontrará por fin refugio el viajero vagabundo? ¿ Cuando cesaran la marcha a tientas, las ambiciones estériles que se vuelven despreciables tan pronto como son alcanzadas, la vana lucha contra los fantasmas, la locura y la agonía del cerebro y del espíritu en el apresuramiento y la presión de la vida cotidiana, en el tumulto y en el polvo, la labor sobrehumana, los gritos, la repetición estúpida de las calles, la abundancia estéril, la glotonería enfermiza y la sed no saciada?"
El poder y el dolor de la juventud.
Al comienzo del capítulo cincuenta y uno, el narrador habla sobra la juventud en unos párrafos magistrales: " Plena de anhelos y misterio, la juventud es algo maravilloso. Desafortunadamente, sólo llegamos a conocer tal como es cuando ya nos ha abandonado para siempre. El hombre no se resigna a perder; su desaparición se mira con infinito dolor. Esa pérdida, no obstante, se recibe con triste y secreta alegría un sentimiento que ningún hombre volvería a vivir voluntariamente si algún milagro pudiese recuperarlo.

¿ Por qué es así? Porque el milagro extraño y amargo de la vida no es nunca tan evidente como en la juventud? ¿ Y cual es la esencia de ese milagro que sentimos de manera tan aguda e inexpresable? Es esta: que siendo ricos, somos en realidad muy pobres; que siendo poderosos no logramos nada; que viendo, respirando, gustando la riqueza y la gloria inalcanzables de la tierra que flota a nuestro alrededor; sintiendo con lacerante certidumbre que toda la magia de la existencia- la existencia más afortunada, poderosa, buena y feliz que el hombre pueda conocer- es nuestra, no bien nos decidimos a dar un paso, a extender la mano, a decir una palabra, sabemos que lo que realmente podemos mantener, conservar, asir y poseer para siempre es, ...nada. Todo pasa; nada perdura.
Apenas tocamos algo, se deshace como humo, se desvanece para siempre, mientras la serpiente nos devora el corazón; entonces vemos lo que somos y en qué acabará nuestra vida. Todo hombre joven es extraordinariamente fuerte, loco, seguro y vagabundo. Esgrime eternamente el baluarte poderoso de su fuerza contra impedimentos imaginarios; es como la ola cuyo poder estalla en los mares perdidos, bajo los cielos sin tiempo; es como el que que esfuerza por atrapar las emanaciones de un fluido imaginario, todo lo desea, de todo siente angustia y el poder; y, por último, no consigue nada, lo destruye su propia fuerza, lo devora su propio anhelo, lo empobrece su propia riqueza.
Despreocupado frente al dinero o ante la acumulación de bienes materiales, no por eso se siente al fin menos vencido por su propia codicia, codicia que hace que la avaricia del rey Midas parezca en comparación generosidad. Pero cuando la juventud se va, el hombre mira hacia atrás con pena infinita. Es el dolor amargo y el remordimiento del hombre que sabe que alguna vez fue poseedor de un gran talento y lo desperdició, del hombre que sabe que tenía la fuerza suficiente para todo y nunca la utilizó.
Toda la juventud está expuesta al desperdicio, existe algo en su propia naturaleza que la empuja a ello; luego, los hombres lo lamentan. Y ese remordimiento se hace más agudo cuando nos llega la certidumbre de que el enorme desgaste de la juventud fue completamente innecesario, cuando descubrimos, con amarga ironía, que la juventud es algo que solamente los jóvenes poseen y que solamente los viejos saben usar, y por esta razón, cuando los años pasan, los miramos con tristeza, viendo la riqueza que hubiéramos obtenido de haberlos usado bien.
Thomas Wolfe

Fue un gigante: dos metros de estatura, y el resto, en proporción. Escribía torrencial, furiosamente, cono una fuerza natural a la que nadie podía contener. No es una simple metáfora. Para él escribir era un acto desenfrenado. Las palabras, las ideas, los personajes, fluían y desbordaban todo género de cauces. Pensaba -quizá- escribir era un acto desenfrenado. Acababa escribiendo un millar. Es decir, no acababa. En algún momento, incapaz de señorear lo escrito, hacía punto final. Y entonces el editor intervenía para reducirlo a proporciones admisibles, para podar lo superfluo, las excrecencias nacidas en aquel derroche creador casi sin precedentes.

Grafomanía, se dirá. Pero no. Aquel desordenado impulso, aquella fuerza exuberante y honda, iban cargados de arrastres ricos, de preciosas revelaciones sobre esa América que, como los libros de Wolfe, es un hervidero de diversidades prontas a cuajar en algo grande y hermoso. Las intenciones de Wolfe eran también desmesuradas: conseguir la novela de ese mundo en formación, con sus vastos espacios y sus gentes diversas, poblándolo con unos dos mil personajes que se sucederían a lo largo de siglo y medio, incluyendo todas las razas, las clases sociales, los estamentos, costumbres y avatares de aquella sociedad.

http://wolfememorial.com/history/the-wolfe-family/
La obra de Thomas Wolfe, tan esencialmente americana, está alcanzando difusión universal. Está siendo traducida al francés y al español (en la Argentina); está siendo estudiada en su patria con aquella plausible capacidad de atención de que son capaces los grandes críticos de allá. Y ocurre preguntar: ¿Pudo influir, y, caso afirmativo, en qué medida, en la obra de Wolfe, la enfermedad que derribó brutalmente al titán, antes de que cumpliera los cuarenta años? Murió de un tumor cerebral, el 15 de septiembre de 1938. (Había nacido en 1900). Y de sus novelas emerge, sobre las ondas de un mar de embravecida hermosura, sobre la confusión y el estruendo, un recio e inconfundible aroma: el aroma de la poesía.

Los que dicen que no leen más que lo mejor no son, como algunos los llaman, snobs. Son tontos. La batalla del espíritu no consiste en leer y conocer lo mejor, sino en descubrirlo. Lo que nos ha causado tantos afanes y trabajo ha surgido de una desconfianza profundamente arraigada frente a toda autoridad cultural. Anhelo los tesoros que se me antoja yacen enterrados en un millón de libros olvidados; y sin embargo mi sentido común me dice que el tesoro oculto ahí es tan pequeño que no merece la pena desenterrarlo.

Y, no obstante, lo que ha impresionado más profundamente mi vida en el mundo de los libros ha provenido de la autoridad. No siempre he estado de acuerdo en que todos los libros llamados grandes sean grandes, pero casi todos los libros que a mí me lo han parecido provenían de aquel grupo.No he descubierto por mis medios a ningún autor oscuro que sea un novelista tan grande como Dostoievsky, ni a ningún oscuro poeta que tenga el genio de Samuel Taylor Coleridge.


...
de vagar eternamente y otra vez la
tierra... la de la
siembra, la de la floración, la de la
cosecha madura
y reposada. Y también la de las
grandes flores, la de
las flores suntuosas, la de las flores
extrañas y
desconocidas.
Así arranca una de las mejores novelas jamás escritas, una de esas obras que sí admiten sin discusión la etiqueta de maestras, porque encaran con éxito el monumental desafío de crear un universo íntimo a partir de un big bang creativo sin precedentes. Y que no admite copias ni herencias: Del tiempo y el río, de Thomas Wolfe. La editorial Piel de Zapa, de sugerente nombre balzaciano, acomete el admirable empeño de recuperar esta genialidad de las letras norteamericanas, entre cuyos defensores se encontraba William Faulkner. El mejor, para el gran Billy. Ni más. Ni menos. Una traducción impecable se aferra al implacable texto de Wolfe, cuyo titánico esfuerzo narrativo, truncado en plena juventud por un destino fatal, o quizás inevitable, necesita de un empeño también hercúleo para trasladar el aluvión de palabras a una lengua distinta sin ahogarse.


No siendo de lectura fácil, aunque tampoco hostil para el lector, Del tiempo y el río garantiza a quienes se adentran en sus dominios una experiencia inolvidable, de las que dejan huella. Hay libros que pueden cambiar vidas, y éste es uno de ellos. Quien lo empieza no es el mismo cuando lo acaba. La propuesta queda clara desde el comienzo: «Una leyenda sobre la ansiedad del hombre en su juventud». Leyenda. Ansiedad. Hombre. Juventud. Eso es: poesía en vena para forjar la crónica de un protagonista que hace las veces de emisario del propio Wolfe para contar su experiencia. Eugene Gant se lanza a vivir a tumba abierta, empujado por la imperiosa voluntad de ser escritor a toda costa. Desde la ingenuidad y desde el arrojo de quien se cree llamado a una misión artística irrenunciable, Gant es una esponja que lo absorbe todo, que observa cada detalle del mundo que le rodea para alimentar las calderas de su imaginación real, o de su realidad imaginada. Vivir, vivir, vivir. Sentir, compartir, sufrir. Una pasión desenfrenada que mantiene en estado de alerta los cinco sentidos para robar información que luego le sirva a la hora de llenar el papel de sensaciones, emociones y reflexiones. Sin dejarse avasallar por la prudencia o la mesura, Wolfe se deja llevar por la necesidad voluptuosa de abrir las compuertas y dejar que las palabras le abandonen con un estilo inimitable, una insólita mezcla de lirismo y precisión en la que no caben medias tintas. Ahí está todo: la soledad del artista, el atropello del tiempo, la melancolía inspiradora de quienes luchan contra el veneno de la creación sabiendo que nadie les comprenderá, el miedo al vacío que ni las palabras pueden llenar
Del tiempo y el río (fragmento)

" Se volvió, y la
vio entonces, y al encontrarla, se perdió, y al así perderse a sí mismo, se
encontró, y al verla, vio por un desvaneciente momento sólo la placentera
imagen de la mujer que quizás era, y que la vida veía. Nunca supo: sólo supo
que a partir de ese momento su espíritu estaba atravesado con el cuchillo del
amor. "
El ángel que nos mira (fragmento)
" Detrás del pequeño y desperdiciado caracol que yacía allí recordó de repente el cálido rostro moreno, los ojos blandos, que una vez se habían fijado en él.
(…)
Ante el desolado horror de Dixieland, ante el oscuro camino del dolor y la muerte por el cual las grandes extremidades de Gant ya habían comenzado a descender, ante toda la soledad y aprisionamiento de su propia vida la cual lo había roído como el hambre, estos años en la escuela de Leonard florecieron como manzanas doradas.
(…)
Sin embargo, mientras se paraba por última vez al lado de los ángeles del porche de su padre, parecía como si la Plaza estuviera lejos y perdida; o, debería decir, era como un hombre que se para sobre una colina encima del pueblo que ha dejado, sin embargo no dice "El pueblo está cerca," sino que vuelve sus ojos hacia la distante y elevada cordillera. "

" Así pasaron las
semanas, los meses, el verano, y a su alrededor George veía las evidencias de
esta disolución, este naufragio de un gran espíritu. Las venenosas emanaciones
de la supresión, la persecución, y el miedo permeaban el aire como vapores
miasmáticos y pestilentes, manchando, enfermando y plagando las vidas de todos
aquellos que conocía.
(…)
Algo me ha hablado en la noche, quemando los cirios del año menguante; algo ha
hablado en la noche, y me ha dicho que moriré, no sé dónde. Diciendo:
"Perder la tierra que conoces, por un mayor conocimiento; perder la vida
que tienes por una mejor vida; dejar los amigos que amaste, por un amor más
grande; encontrar una tierra más amable que el hogar, más grande que la tierra.
Donde se encuentran los cimientos de los pilares de esta tierra, hacia los
cuales tiende la conciencia del mundo se está levantando un viento, y los ríos
fluyen.
(…)
Una puerta que nunca encontré (fragmento)
" Los hombres barren las hojas en el patio mientras los niños andan por ahí con sus tirantes y el humo pone su aroma alrededor. Las hojas de los robles, grandes y marrones, se acumulan sin cesar en los jardines y cunetas: amortiguan bien las rodillas de los niños que juegan en la calle. El fuego chasqueará y azuzará como un fuste, el humo agrio y penetrante irritará los ojos; en los campos cosechados, como un ejército de langostas, las pequeñas víboras de fuego lo devorarán todo, dejando a su paso un tosco y negro borde de rastrojo chamuscado.
El fuego entierra una espina de recuerdos en el corazón.
La hierba escarchada, afilada como un bosque de pequeños cuchillos de hielo, se derrite al mediodía: el verano ha terminado pero el sol calienta de nuevo y hay días de oro y carmín sobre la tierra. El verano ha muerto, la tierra espera, el suspense y el éxtasis roen los corazones de los hombres. El sol arde con tonos sangrientos a medida que se pone, hay destellos colorados en los cubos maltrechos, el gran establo adquiere la antigua luz mientras el chico vuelve a casa con la leche tibia y espumeante. Enormes sombras se alargan en el campo, la vieja luz roja muere rápidamente y los ladridos crepusculares de los sabuesos suena remoto y lleno de escarcha: suenan los astutos silbidos dirigidos a los perros de la escarcha y el silencio. Eso es todo. El viento se enrosca y traquetea entre las viejas hojas marrones, y las del gran roble no dejan de caer a lo largo de la noche.
Los trenes cruzan el continente en medio de un torbellino de polvo y ruido, las hojas cubren los rieles al paso de la locomotora: los grandes trenes se abren camino a lo largo de barrancos y desfiladeros; pasan atronadores sobre los puentes, por encima del oscuro y poderoso rumor de los portentosos ríos; trepan por las colinas, bordean la hojarasca marrón de los campos esquilmados; pasan como una exhalación por las estaciones vacías de los pequeños poblados, y su ritmo frenético palpita regularmente por toda la nación.
Campos y colinas, pendientes y barrancos y abismos, montañas y planicies y ríos, territorio salvaje de árboles talados; un matorral de maleza tupida, retorcida y oscura; una meseta, un desierto y una plantación; un fabuloso paisaje sin amabilidades acotado por cercas; una inmensidad de pliegues y circunvoluciones que no puede memorizarse, que nunca se puede olvidar, que nunca ha sido descrita. Exhausta después de la cosecha, potente gracias a cada fruto, a cada mineral, la inconmensurable riqueza del mundo se torna parda con el otoño. Flagrante y desbocada, y al mismo tiempo extática y perenne: así es la tierra americana en octubre.
Y los poderosos vientos barren y aúllan por toda la tierra: rugen a lo lejos entre grandes árboles. Y los chicos se agitan extasiados en sus camas, pensando en demonios y en descomunales remolinos de ese viento. Y toda la noche se escucha la nítida e inclemente lluvia de bellotas y castañas, que no dejan de caer en medio del silencio viviente y los remotos y escarchados ladridos de los perros, en medio de la torpe y menuda agitación de plumas en los corrales encalados, mientras resplandece la voluminosa y baja luna de otoño, ora enredada entre las ramas desnudas de los pinos, ora en el linde absorto que forman las copas en la cima, a veces dejándose caer con su luz fantasmal y lechosa sobre las ondulaciones del terreno, sobre la pelusa llena de rocío de las calabazas, a veces más blanca, más pequeña y más brillante, pero elevándose siempre sobre la colina de la iglesia, elevándose también sobre un millón de calles, sobre la tierra inmersa en rocío y silencio.
En medio de esas noches, el repique de las campanas heladas brotaba de su cáscara en el aire absorto y la gente lo escuchaba desde sus camas. La gente no hablaba ni hacía aspavientos, el silencio roía la oscuridad como una rata, la gente susurraba en su corazón: «El verano vino y se fue, vino y se fue, ¿y ahora...?».

No dirán nada más, no tendrán nada más que decir: sólo recordarán a los que llevan tanto tiempo muertos; recordarán los rostros olvidados, los rostros perdidos; y pensarán (con el ruido de fondo de los grandes barcos en el río, de sus silbatos) en aquello que no se puede expresar con palabras.
La oscuridad era lo único que se movía a mi alrededor mientras yacía en la cama, pensando y sintiendo la oscuridad, sintiendo y pensando en la oscuridad. Sólo una puerta chirriaba suavemente en algún lugar de la casa.
Pensaba: «Octubre es la estación del regreso, el tiempo de anhelar todo lo perdido, incluso los amores perdidos. Las bocas de los jóvenes están secas y amargas a causa del deseo: sus corazones, nuestros corazones, fueron heridos con las espinas de la primavera; con las espinas de abril, cruel y florido».
Pensaba: «La primavera no tiene lenguaje, sólo un grito. Aun así, más cruel que abril es la serpiente del tiempo».
Octubre es la temporada del regreso: hasta el pueblo parece renacer. La corriente de la vida está en todo su esplendor nuevamente, regresan los atuendos a la moda y los negocios fáciles, y los cuerpos de los pobres quedan a salvo del calor y de la extenuación. La miseria y el terrible bochorno del verano caen en el olvido, como caen en el olvido el recuerdo de los tejados calientes y las paredes húmedas, el infierno del sudor y del esfuerzo, la preocupación sin esperanza, el limbo de caras grasientas y pálidas. Ahora, la felicidad y la esperanza renacen de nuevo en los corazones de millones de hombres; la gente respira de nuevo el aire con apetito, los movimientos están llenos de vida y energía. "
The Online Books PageOnline Books by
Thomas Wolfe
(Wolfe, Thomas, 1900-1938)
http://onlinebooks.library.upenn.edu/webbin/book/lookupname?key=Wolfe%2C%20Thomas%2C%201900-1938
Thomas Wolfe - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
www.cervantesvirtual.com/.../thomas-wolfe.../157ad990-12b0-11e2-b1fb-00163ebf5...
Más información
- Thomas Wolfe: Un volumen Documental ., Ted Mitchell, ed., 2001
- Thomas Wolfe: La vida de un escritor , Ted Mitchell, 1999.
- Del tiempo y el artista: Thomas Wolfe, sus novelas, y los críticos, Carol Ingalls Johnston, 1996.
- Mira Hacia el Hogar: Una vida de Thomas Wolfe , David Herbert Donald, 1987
- El Thomas Wolfe Memorial
- Literatura Americana - Un hito histórico nacional http://www.nchistoricsites.org/wolfe/wolfe.htm
patrimonio digital
http://digitalheritage.org/wp-content/uploads/2010/08/W_2.jpg
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Genius (El editor de libros)
La película se basa en la relación existente entre el editor Max Perkins (Colin Firth) y el escritor Thomas Wolfe (Jude Law). Perkins estuvo trabajando como editor literario en Scribner durante un tiempo, periodo en el que no solo trabajó con Wolfe, sino también con otros autores como Hemingway o Fitzgerald. Por su parte, Wolfe fue uno de los novelistas más exitosos de la América del siglo XX, y consiguió su éxito tras publicar “Look Homeward” a la edad de 29 años.Sin embargo, fue durante el proceso de publicación de la segunda novela de Wolfe, “Time and the River” cuando surgió la complicada relación con Perkins, ya que Wolfe aseguraba que su obra había sido significativamente recortada y editada antes de su publicación.
La decisión de Sophie, película dirigida por Alan J. Pakula

Por J. ERNESTO AYALA-DIP.
Stingo es un escritor sureño que llega a Nueva York impelido por esa necesidad impostergable de beberse la vida y luego convertir esa experiencia en la Gran Novela Americana. Stingo conoce a Sophie y Nathan, dos seres heridos por las turbulencias del siglo XX que el destino pone a su alcance para mayor conocimiento de la condición humana. Estoy hablando de La decisión de Sophie, de William Styron, una de las novelas mayores de la narrativa norteamericana del siglo pasado y parte de éste. En 1982, el gran Alan Pakula la llevó al cine con el mismo título. Yo recuerdo ambas, la novela y la película.
Ginsberg sobre Kerouac y Thomas Wolfe -1

Transcripciones de Ginsberg Naropa. Nos tomamos un descanso (temporalmente) de Ginsberg-en-Blake para centrarse en una apreciación más contemporánea, Jack Kerouac, y en particular, la poesía de Jack Kerouac. A partir de hoy, transcripción de su clase del 14 de agosto de 1980.
Allen comienza anunciando su plan propuesto
AG: Hoy vamos a retomar la poesía de Kerouac, y lo que hice fue preparar algunas secciones de la lectura que Kerouac hizo antes de escribir, es decir, sus influencias, y luego secciones de cinta de su propia voz recitando algunos de sus poemas, poemas y partes de Los Subterráneos, y luego mis favoritos de Blues de la Ciudad de México para continuar. Es posible que parte del material esté en su Antología de Don Allen, pero no mucho, así que no sé si será de mucha utilidad. Hay cinco personas que quería leer que son (fueron) grandes influencias en el estilo de prosa de Kerouac. Una de ellas fue Thomas Wolfe, Uno de ellos fue Herman Melville, Uno de ellos fue Jean Genet, Uno de ellos fue Louis Ferdinand Céline Y uno de ellos fue James Joyce. Leeré pequeños fragmentos, de una página cada uno, de párrafos cruciales que recuerdo que le gustaban a Kerouac. Así que estas son las claves específicas de estos escritores, que escribieron prosa orquestal, sinfónica, melodiosa. Estos son párrafos clave que influyeron en él y contribuyeron a su estilo, tanto en prosa como en poesía.

(En primer lugar), de Thomas Wolfe ... nosotros no tenemos “Oh fantasma perdido y afligido por el viento,“ … Y?
Estudiante: sí?
AG: ¿Tenemos esa sección, "Oh perdido y por el fantasma afligido por el viento" de Thomas Wolfe. [Nota editorial: esta es la apertura de Del tiempo y el río]
¿Recuerdas esa sección en cursiva? Bueno, supongo que tendremos que recuperarlo de nuevo. –
“El tren avanzaba lentamente... (Este es Thomas Wolfe), Del tiempo y el río, página 25, Orestes, huida antes de la furia) – "El tren avanzaba lentamente por las pendientes de las montañas, las ráfagas cortas y poderosas de su embudo achaparrado suenan ásperas y metálicas contra los lados de los cortes rocosos. Uno mira por la ventana y ve que el corte, el terraplén y el desfiladero se deslizan lentamente. La vieja roca mojada y reluciente con el agua de algún manantial de montaña enterrado. El tren avanza lentamente sobre una altura peligrosa y vertiginosa de un caballete de madera. A lo lejos, el viajero puede ver y oír los gritos limpios y espumosos del agua de montaña brillante como una roca. Al lado de la vía, delante de su pequeña choza, un guardagujas mira el tren con la mirada pausada y asombrada de un montañero. La pequeña choza en la que vive está pegada al borde mismo de la pista por encima del empinado y peligroso barranco. Su esposa, una mujer con un mechón de pelo suelto, una vara de rapé en la boca y la misma mirada demacrada, lenta y pensativa que tiene su marido, está de pie en la puerta de la choza, sosteniendo a un bebé sucio en sus brazos. Es todo tan extraño, tan cercano, tan lejano, tan terrible, tan hermoso y tan familiar al instante que al viajero le parece que debe haber conocido a esta gente desde siempre, que ahora debe tenderles la mano desde las ventanas y el rico y suntuoso lujo del coche pullman que debe hablarles. Y le parece que todo el extraño y amargo milagro de la vida, cómo, por qué, o de qué manera no lo sabe, está en ese instante de saludo y despedida, por una vez visto y perdido en el momento en que lo ve. Es suyo para siempre y nunca podrá olvidarlo. Y entonces el tren lento y laborioso ha pasado por estas vidas y rostros y se ha ido, y hay algo en su corazón que no puede decir. Al menos el tren ha roto la gran muralla de las altísimas cordilleras, ha hecho su lento y sinuoso descenso alrededor de las poderosas curvas y sacacorchos de los rieles brillantes, que ahora ve por encima de él siete veces, y hacia la oscuridad, se ha llegado al país de las tierras bajas. El sol se pone detrás del tren, un tremendo globo de naranja y polen. Las altísimas cordilleras se funden rápidamente en formas de púrpura ahumado y encantado. Llega la noche, la noche de las grandes estrellas y de los pechos de terciopelo. Y ahora el tren retoma su ritmo llano y palpitante a través del oleaje del Piamonte y la circunvolución del poderoso estado…”
Así que puedes empezar a ver una cadencia y después de Whitmanic cadencia en prosa y una invención verbal como el sol "un tremendo globo de naranja y polen." – "Y ahora el tren retoma su ritmo llano y palpitante a través del oleaje del Piamonte y la circunvolución del poderoso estado." – Es un verdadero aliento, una verdadera bocanada de aliento al final de la línea.
“¿Quién ha visto la furia cabalgando en las montañas? ¿Quién ha conocido furias que caminan en la tormenta? ¿Quién ha estado loco de furia en su juventud, sin descanso ni paz ni certeza por la furia, empujado a través de la tierra por la furia, hasta que la gran vid del corazón se rompió, los tendones se torcieron, la pequeña morada de hueso, sangre, médula, cerebro y sentimiento en la que se enfureció gran furia fue retorcida, retorcida, agotada, agotado y agotado por la furia que no podía perder ni apartar. ¿Quién ha conocido la furia, cómo llegó? Cómo los criaría, cómo lo emborracharía, cómo comería la furia hasta la médula, hasta que ahora lo tenemos en nosotros y no podemos perder dondequiera que vayamos. Es un gusano extraño y sutil que siempre se alimentará de nuestro corazón. Es una locura trabajando en nuestro cerebro. Un hambre que crece de la comida de la que se alimenta, un diablo que se mueve en los conductos de nuestra sangre. Es un espíritu salvaje y oscuro e incontrolable para siempre. ¡Oh, tú cuyo resplandor me hereda.”
Es el mismo aliento que Grúa Hart y Shelley.
Estudiante: sí.
“Oscura e incontrolable, siempre hinchándose en nuestra alma. Y ahora está en la silla de montar, cabalgando sobre nuestras vidas, rodando las espuelas de su deseo insaciable hacia nuestros costados desnudos e indefensos, nuestro dueño, amo y el tirano loco y cruel que nos incita para siempre por el túnel ciego y brutal de los días caleidoscópicos al final de los cuales no hay nada más que la boca ciega del pozo y la oscuridad y nada más.”
Esa es una oración real de un solo párrafo. Un párrafo de una sola frase. Es realmente hermoso, en realidad, como sonido y ahs período de rodadura. Miltonic o bíblico o whitmónico, podría decirse. Y en la prosa estas largas cadencias de pura composición, invención, melodía, que desembocan al final en cadencias a veces ocasionales que se repiten, como en la música.
“Nunca lo supo. Pudo haber sido una roca, una piedra, una hoja, las polillas de la luz dorada tan cálida y moviéndose en el lugar del verde mágico. Puede haber sido el viento de la tormenta aullando en los árboles estériles, la antigua luz del día que se desvanecía en algún verano olvidado y el enorme misterio que se revelaba de la noche ondulante que se avecinaba.”
Transcripciones de Ginsberg Naropa. Nos tomamos un descanso (temporalmente) de Ginsberg-en-Blake para centrarse en una apreciación más contemporánea, Jack Kerouac, y en particular, la poesía de Jack Kerouac. A partir de hoy, transcripción de su clase del 14 de agosto de 1980.
Allen comienza anunciando su plan propuesto
AG: Hoy vamos a retomar la poesía de Kerouac, y lo que hice fue preparar algunas secciones de la lectura que Kerouac hizo antes de escribir, es decir, sus influencias, y luego secciones de cinta de su propia voz recitando algunos de sus poemas, poemas y partes de Los Subterráneos, y luego mis favoritos de Blues de la Ciudad de México para continuar. Es posible que parte del material esté en su Antología de Don Allen, pero no mucho, así que no sé si será de mucha utilidad. Hay cinco personas que quería leer que son (fueron) grandes influencias en el estilo de prosa de Kerouac. Una de ellas fue Thomas Wolfe, Uno de ellos fue Herman Melville, Uno de ellos fue Jean Genet, Uno de ellos fue Louis Ferdinand Céline Y uno de ellos fue James Joyce. Leeré pequeños fragmentos, de una página cada uno, de párrafos cruciales que recuerdo que le gustaban a Kerouac. Así que estas son las claves específicas de estos escritores, que escribieron prosa orquestal, sinfónica, melodiosa. Estos son párrafos clave que influyeron en él y contribuyeron a su estilo, tanto en prosa como en poesía.
(En primer lugar), de Thomas Wolfe ... nosotros no tenemos “Oh fantasma perdido y afligido por el viento,“ … Y?
Estudiante: sí?
AG: ¿Tenemos esa sección, "Oh perdido y por el fantasma afligido por el viento" de Thomas Wolfe. [Nota editorial: esta es la apertura de Del tiempo y el río]
¿Recuerdas esa sección en cursiva? Bueno, supongo que tendremos que recuperarlo de nuevo. –
“El tren avanzaba lentamente... (Este es Thomas Wolfe), Del tiempo y el río, página 25, Orestes, huida antes de la furia) – "El tren avanzaba lentamente por las pendientes de las montañas, las ráfagas cortas y poderosas de su embudo achaparrado suenan ásperas y metálicas contra los lados de los cortes rocosos. Uno mira por la ventana y ve que el corte, el terraplén y el desfiladero se deslizan lentamente. La vieja roca mojada y reluciente con el agua de algún manantial de montaña enterrado. El tren avanza lentamente sobre una altura peligrosa y vertiginosa de un caballete de madera. A lo lejos, el viajero puede ver y oír los gritos limpios y espumosos del agua de montaña brillante como una roca. Al lado de la vía, delante de su pequeña choza, un guardagujas mira el tren con la mirada pausada y asombrada de un montañero. La pequeña choza en la que vive está pegada al borde mismo de la pista por encima del empinado y peligroso barranco. Su esposa, una mujer con un mechón de pelo suelto, una vara de rapé en la boca y la misma mirada demacrada, lenta y pensativa que tiene su marido, está de pie en la puerta de la choza, sosteniendo a un bebé sucio en sus brazos. Es todo tan extraño, tan cercano, tan lejano, tan terrible, tan hermoso y tan familiar al instante que al viajero le parece que debe haber conocido a esta gente desde siempre, que ahora debe tenderles la mano desde las ventanas y el rico y suntuoso lujo del coche pullman que debe hablarles. Y le parece que todo el extraño y amargo milagro de la vida, cómo, por qué, o de qué manera no lo sabe, está en ese instante de saludo y despedida, por una vez visto y perdido en el momento en que lo ve. Es suyo para siempre y nunca podrá olvidarlo. Y entonces el tren lento y laborioso ha pasado por estas vidas y rostros y se ha ido, y hay algo en su corazón que no puede decir. Al menos el tren ha roto la gran muralla de las altísimas cordilleras, ha hecho su lento y sinuoso descenso alrededor de las poderosas curvas y sacacorchos de los rieles brillantes, que ahora ve por encima de él siete veces, y hacia la oscuridad, se ha llegado al país de las tierras bajas. El sol se pone detrás del tren, un tremendo globo de naranja y polen. Las altísimas cordilleras se funden rápidamente en formas de púrpura ahumado y encantado. Llega la noche, la noche de las grandes estrellas y de los pechos de terciopelo. Y ahora el tren retoma su ritmo llano y palpitante a través del oleaje del Piamonte y la circunvolución del poderoso estado…”
Así que puedes empezar a ver una cadencia y después de Whitmanic cadencia en prosa y una invención verbal como el sol "un tremendo globo de naranja y polen." – "Y ahora el tren retoma su ritmo llano y palpitante a través del oleaje del Piamonte y la circunvolución del poderoso estado." – Es un verdadero aliento, una verdadera bocanada de aliento al final de la línea.
“¿Quién ha visto la furia cabalgando en las montañas? ¿Quién ha conocido furias que caminan en la tormenta? ¿Quién ha estado loco de furia en su juventud, sin descanso ni paz ni certeza por la furia, empujado a través de la tierra por la furia, hasta que la gran vid del corazón se rompió, los tendones se torcieron, la pequeña morada de hueso, sangre, médula, cerebro y sentimiento en la que se enfureció gran furia fue retorcida, retorcida, agotada, agotado y agotado por la furia que no podía perder ni apartar. ¿Quién ha conocido la furia, cómo llegó? Cómo los criaría, cómo lo emborracharía, cómo comería la furia hasta la médula, hasta que ahora lo tenemos en nosotros y no podemos perder dondequiera que vayamos. Es un gusano extraño y sutil que siempre se alimentará de nuestro corazón. Es una locura trabajando en nuestro cerebro. Un hambre que crece de la comida de la que se alimenta, un diablo que se mueve en los conductos de nuestra sangre. Es un espíritu salvaje y oscuro e incontrolable para siempre. ¡Oh, tú cuyo resplandor me hereda.”
Es el mismo aliento que Grúa Hart y Shelley.
Estudiante: sí.
“Oscura e incontrolable, siempre hinchándose en nuestra alma. Y ahora está en la silla de montar, cabalgando sobre nuestras vidas, rodando las espuelas de su deseo insaciable hacia nuestros costados desnudos e indefensos, nuestro dueño, amo y el tirano loco y cruel que nos incita para siempre por el túnel ciego y brutal de los días caleidoscópicos al final de los cuales no hay nada más que la boca ciega del pozo y la oscuridad y nada más.”
Esa es una oración real de un solo párrafo. Un párrafo de una sola frase. Es realmente hermoso, en realidad, como sonido y ahs período de rodadura. Miltonic o bíblico o whitmónico, podría decirse. Y en la prosa estas largas cadencias de pura composición, invención, melodía, que desembocan al final en cadencias a veces ocasionales que se repiten, como en la música.
“Nunca lo supo. Pudo haber sido una roca, una piedra, una hoja, las polillas de la luz dorada tan cálida y moviéndose en el lugar del verde mágico. Puede haber sido el viento de la tormenta aullando en los árboles estériles, la antigua luz del día que se desvanecía en algún verano olvidado y el enorme misterio que se revelaba de la noche ondulante que se avecinaba.”
Ginsberg sobre Kerouac y Thomas Wolfe – 2
Allen Ginsberg en Jack Kerouac‘s continúa desde aquí – Thomas Wolfe
AG: Bueno, eso “enorme misterio que se desarrolla de” – eso es puro Kerouac y puro Wolfe. Así que esta fue su inspiración original para la juventud, cuando pasó días caminando por Lowell, (Massachusetts), la escuela secundaria, con Sebastián Sampas, un amigo, leyendo a Thomas Wolfe y también leyendo (Percy Bysshe) Shelley y Sebastian Sampas, su amigo, le había enviado, desde un campo de batalla en Italia en 1944, una grabación que decía: "¡Oh, Jack, Lloro por Adonais, está muerto.” Así que esto y Wolfe fueron los alientos del corazón de su idea de la prosa sinfónica. Al mismo tiempo, la idea de un boceto detallado también se presenta aquí, de modo que algunos de los pasajes anteriores de Visiones de Cody relacionarse, o despegar de, o son paralelos a. o inspirado en. o modelado, o en realidad son mejoras en, estos pasajes de Wolfe, como:
Puede haber sido el primer canto ligero de los pájaros, el fin del trabajo y el dulce dolor y la pura fatiga del hombro aligerado cuando llegaba a casa por la mañana, oyendo al lobo solitario, las botellas tintineantes, la rueda en la calle de nuevo, y olía los olores del desayuno matutino, los pasteles de trigo humeantes y las salchichas picantes. los filetes, las galletas, la sémola y las manzanas verdes fritas, y los sesos y los huevos. Puede tener la espiral de humo acre que sale de la chimenea de su padre, los jardines limpios y dulces de la flor de durazno, manzanas, lechuga arrugada, mojada por el rocío, flores y flores de cerezo que se deslizan en su nieve mágica dentro del huerto de su padre y la figura gigante de su padre despierta y agitada y moviéndose en su casa.
Entonces la figura gigante del padre se agita, que va desde Wolfe hasta El pueblo y la ciudad y en realidad comienza en James Joyce, con una especie de figura paterna gigante, y "perdido y por el viento afligido fantasma" regresan de nuevo como búsqueda del padre, que siempre está en (Neal) Cassady y en Kerouac. El tema y la melancolía del tema, así como todos los detalles del boceto y las asociaciones que rodean esas ideas, son comunes a Wolfe, un poco a Joyce. Pero la estructura de la oración. que escuchas aquí, es similar a la estructura de la oración de Kerouac. En Mira a Homeward Angel, Veamos. Sí. El poema clásico con el que todos los habitantes de Wolfe están familiarizados es "El viento presiona los arcos". Esto es Mira a Homeward Angel, una frase musical que se repite al comienzo del libro en cursiva y luego se repite, se abstiene a lo largo Mira a Homeward Angel :
“Estrella, noche, tierra, luz, luz, oh perdida, una piedra, una hoja, una puerta, oh fantasma, una luz, una canción, una luz, una luz se balancea sobre la colina, sobre todos nosotros, una estrella brilla sobre la ciudad, sobre todos nosotros, una luz, no volveremos, nunca volveremos, sino sobre todos nosotros, sobre todos nosotros, sobre todos nosotros hay algo. El viento presionaba los arcos, las hojas marchitas temblaban, era octubre, pero algunas hojas temblaban.”
Y Kerouac constantemente tiene el estribillo del viejo octubre [Nota editorial, sobre todo en “Octubre en la Tierra del Ferrocarril“] – ya sea en Shakespeare: "Qué vieja desnudez de octubre en todas partes..." o (en realidad) “Qué vieja desnudez de diciembre por todas partes“! – oh, "viejo octubre" de todos modos es suyo. La luz roja de la puesta de sol en octubre, que es el mes en que Kerouac murió en cualquier caso.
“El viento presionaba los arcos, las hojas marchitas temblaban, era octubre, pero algunas hojas temblaban. Una luz se balancea sobre la colina, no volveremos. Y sobre la ciudad una estrella. Sobre todos nosotros, sobre todos nosotros todo lo que no volverá. Y sobre el día la oscuridad, pero sobre la oscuridad, ¿qué? No volveremos. Nunca volveremos. Sobre el amanecer una alondra que volverá otra vez. Y el viento y la música lejos. Oh, perdido. No volverá a ocurrir. Y sobre tu boca. Oh, fantasma. Pero sobre la oscuridad, ¿qué? El viento presionaba los arcos, las hojas marchitas temblaban. No volveremos, nunca volveremos, era octubre, pero nunca volveremos. ¿Cuándo volverán? ¿Cuándo volverán? El laurel, el lagarto y la piedra no volverán más. Las mujeres que lloran a la puerta se han ido y no volverán – (Y aquí está, prácticamente estás en la Biblia) – Las mujeres que lloran a la puerta se han ido y no volverán. Y el dolor, el orgullo y la muerte pasarán y no volverán a aparecer. Swinburne y Francis Thompson).
Y el dolor, el orgullo y la muerte pasarán y no volverán más. Y la luz y el amanecer pasarán. Y la estrella y el grito de una alondra pasarán y no volverán más. Y pasaremos y no volveremos más. ¿Qué cosas vendrán de nuevo? Oh, primavera, la más cruel y hermosa de las estaciones vendrá de nuevo, y los hombres extraños y enterrados volverán de nuevo. En flor y hoja volverán los hombres extraños y enterrados, y la muerte y el polvo nunca volverán, porque la muerte y el polvo morirán, y Ben volverá de nuevo. No volverá a morir. En flor y hoja, en viento y música lejos, volverá de nuevo. Oh, perdidos, y por el viento afligidos, los fantasmas regresan de nuevo.”
Y luego el resto de la historia es, como en El pueblo y la ciudad, sobre el joven Eugene Gant yendo a Harvard, yendo a la universidad.
Excelente reseña. Me encanta Del tiempo y el río.
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