El fenómeno de la República favoreció la libertad de la mujer en España, supuso un despertar a la verdadera condición femenina. En este contexto es en el que ven clara la capacidad de la mujer para transformar un estado social determinado, una escala de valores. Eran mujeres rompedoras, transgresoras, valientes que mantenían estrechas relaciones entre sí, se apoyaban mutuamente. La vida cultural madrileña y, sobre todo, centros como el Lyceum Club (fundado por mujeres en 1926, donde disfrutaban de la biblioteca, de exposiciones, conferencias…) ayudó que tuvieran contacto entre ellas, dando lugar a amistades y colaboraciones incluso en el exilio, porque por esa República que todas defendieron, tuvieron que abandonar su país, sus pequeños logros, y exiliarse.
Si el exilio impuesto nunca ha sido buen acompañante, para ellas lo fue menos, puesto que probablemente secundó su escasa visibilidad. Fueron muchas y dejaron una extensa huella en diferentes ámbitos culturales. Aun así, ningún libro de texto las ha mencionado, por lo que una parte de la historia de la literatura de nuestro país ha quedado oculta. Sin embargo, ellas no se ocultaron. Compartían cafés y conferencias con los hombres. Y así lo atestiguan los testimonios gráficos del momento. Muchos de ellos sí las reconocieron, escribieron los prólogos de sus libros e incluso les dedicaron poemas, pero otros muchos se sirvieron de ellas y nada más.
Quienes publicaron antologías como Ángel Valbuena Prat en 1930 titulada La poesía española contemporánea incluyó únicamente tres nombres femeninos: Josefina de la Torre, Ernestina de Champourcin y Concha Méndez. Gerardo Diego, cuatro años más tarde, mencionó nada más que a las dos primeras en su Antología poética española contemporánea (1915-1934).
Como vemos el rechazo social pesaba mucho y el rechazo familiar, más todavía. De ahí el desconcierto, la inseguridad, la incertidumbre ante las propias capacidades, ante el papel que como mujer le toca desempeñar a cada una, ante la conveniencia de tales o cuales actitudes. Esta maraña de sentimientos queda patente en los testimonios autobiográficos de todas ellas. Testimonios que están a nuestro alcance gracias a la labor de recopilación de periodistas, editores y familiares de ahora.
El fenómeno de la República favoreció la libertad de la mujer en España, supuso un despertar a la verdadera condición femenina. En este contexto es en el que ven clara la capacidad de la mujer para transformar un estado social determinado, una escala de valores. Eran mujeres rompedoras, transgresoras, valientes que mantenían estrechas relaciones entre sí, se apoyaban mutuamente. La vida cultural madrileña y, sobre todo, centros como el Lyceum Club (fundado por mujeres en 1926, donde disfrutaban de la biblioteca, de exposiciones, conferencias…) ayudó que tuvieran contacto entre ellas, dando lugar a amistades y colaboraciones incluso en el exilio, porque por esa República que todas defendieron, tuvieron que abandonar su país, sus pequeños logros, y exiliarse.
Si el exilio impuesto nunca ha sido buen acompañante, para ellas lo fue menos, puesto que probablemente secundó su escasa visibilidad. Fueron muchas y dejaron una extensa huella en diferentes ámbitos culturales. Aun así, ningún libro de texto las ha mencionado, por lo que una parte de la historia de la literatura de nuestro país ha quedado oculta. Sin embargo, ellas no se ocultaron. Compartían cafés y conferencias con los hombres. Y así lo atestiguan los testimonios gráficos del momento. Muchos de ellos sí las reconocieron, escribieron los prólogos de sus libros e incluso les dedicaron poemas, pero otros muchos se sirvieron de ellas y nada más.
Quienes publicaron antologías como Ángel Valbuena Prat en 1930 titulada La poesía española contemporánea incluyó únicamente tres nombres femeninos: Josefina de la Torre, Ernestina de Champourcin y Concha Méndez. Gerardo Diego, cuatro años más tarde, mencionó nada más que a las dos primeras en su Antología poética española contemporánea (1915-1934).
Como vemos el rechazo social pesaba mucho y el rechazo familiar, más todavía. De ahí el desconcierto, la inseguridad, la incertidumbre ante las propias capacidades, ante el papel que como mujer le toca desempeñar a cada una, ante la conveniencia de tales o cuales actitudes. Esta maraña de sentimientos queda patente en los testimonios autobiográficos de todas ellas. Testimonios que están a nuestro alcance gracias a la labor de recopilación de periodistas, editores y familiares de ahora.
Las Sinsombrero | Imprescindibles
Las Sinsombrero habían nacido entre 1898 y 1914, el nombre responde al gesto de quitarse el sombrero en público que protagonizaron Maruja Mallo, Margarita Manso, Salvador Dalí y Federico García Lorca en la Puerta del Sol.
El primer documental recogía gran cantidad de material de archivo y entrevistaba a investigadores y familiares, su éxito extendió el interés por este grupo.© Escritores.org. Contenido protegido. Más información: https://www.escritores.org/recursos-para-escritores/19593-copias
El éxito dio pie a una segunda aportación que se subtituló “Ocultas e impecables”, que hablaba de las que no pudieron o no quisieron exiliar y lo que supuso la losa del franquismo sobre una autoría que se había construido bajo el sueño de libertad, eran los casos de: Elena Fortún, Delhy Tejero, Ángeles Santos, Lucía Sánchez Saornil, Margarita Manso, Carmen Conde y Consuelo Berges.
Fue galardonado con el premio ProDoc al mejor documental televisivo del festival Docs de Barcelona.© Escritores.org. Contenido protegido. Más información: https://www.escritores.org/recursos-para-escritores/19593-copias
El tercer documental está dedicado a “Las Exiliadas".
https://www.rtve.es/play/videos/las-sinsombrero/exilio/5812547/
Las protagonistas de este tercer documental son: Luisa Carnés, Mada Carreño, Margarita Nelken, Silvia Mistral, Victorina Durán, María Dolores Arana y Carlota O`Neill.© Escritores.org. Contenido protegido. Más información: https://www.escritores.org/recursos-para-escritores/19593-copias
© Escritores.org. Contenido protegido. Más información: https://www.escritores.org/recursos-para-escritores/19593-copias
Josefina de la Torre fue la voz en castellano de Marlene Dietrich. Gloria de la Prada escribía coplas mucho antes que Federico García Lorca. María Cegarra se convirtió en la primera mujer española licenciada en Ciencias Químicas. Pilar de Valderrama fue musa de Antonio Machado… Y además, destacaron como poetas, pero ni ellas ni muchas otras aparecen en los libros de texto. Podrían estarlo, como Manuel Altolaguirre, Rafael Alberti o Vicente Aleixandre. Todos formaban parte de la Generación del 27. Sin embargo, sólo ellos pasaron a la historia. Y no porque se vieran arrinconadas, al contrario. Durante la época de la República y desde principios del siglo pasado hasta 1936, publicaban al mismo tiempo y tenían una vida intelectual tan activa como ellos. Todo se rompería con la Guerra Civil y aquel discurso de Franco ante la Sección Femenina en el que animaba a recuperar el hogar para la mujer.
Desde entonces, sus voces quedarían silenciadas. No sólo en la dictadura, también en nuestros días. La escritora y filóloga granadina Pepa Merlo ha decidido rescatar del olvido a aquellas mujeres en “Peces en la tierra”, una antología que la Fundación José Manuel Lara y el Centro Cultural Generación del 27 presentarán el 3 de junio en la 40 feria del Libro de Málaga.
En total, veinte autoras que representan todo tipo de estilos y filosofías. Desde una anarquista a una monja. «Quería ser lo más plural y justa posible», asegura Merlo en referencia a una obra que aspira a ser «una muestra representativa de lo que se estaba haciendo en aquel momento, desde canciones, coplas y coplillas, hasta poemas ultraístas, vanguardistas o modernistas», desterrando tópicos sobre temas femeninos o masculinos. Las demandas de una sociedad más justa o los avances tecnológicos interesaban por igual.
Una época de efervescencia sin distinción de sexos. De hecho, como recuerda la antóloga, todas publicaron y casi un 90 por ciento aparecían asiduamente en las revistas literarias. Ahí estaban – además de las mencionadas Josefina de la Torre, Gloria de la Prada, María Cegarra y Pilar de Valderrama – Casilda de Antón del Olmet, Rosa Chacel, Concha Méndez, María Luisa Muñoz de Buendía, Cristina de Arteaga, Lucía Sánchez Saornil, Elisabeth Mulder, Ernestina de Champourcin, María Teresa Roca de Togores, Marina Romero, Josefina Romo Arregui, Dolores Catarnieu, Josefina Bolinaga, Esther López, Margarita Ferreras y Carmen Conde. Todas se incluyen en este volumen que, además de recoger los poemas más destacados de estas autoras, analiza el momento social en el que vivieron.
Entre ellas, Mulder, Ferreras, Romero o la anarquista Sánchez Saornil, «una luchadora que acabó tejiendo», han sorprendido especialmente a Pepa Merlo. A su juicio, «llama la atención que gente tan activa política y culturalmente, con unas vidas tan atractivas, hayan quedado anuladas». Porque la «marginación vino después», advierte asombrada por las antologías que siempre repetían los mismos nombres: Méndez, Conde, Chacel, De Champourcin y De la Torre. Es más, en algunas el círculo incluso se reduce más. Según explica Merlo, en la última antología publicada sobre la Generación del 27, Víctor García de la Concha tiene en cuenta a poetas desconocidos frente a «sólo dos» de esas cinco mujeres.
Y eso que vivieron las mismas vicisitudes que los poetas. También ellas tuvieron que exiliarse, caso de Méndez o Champourcin, o en el peor de los casos, vivir a escondidas.
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Presentación del libro Con un traje de luna. Diálogo de voces femeninas de la primera mitad del siglo XX
Edición de Pepa Merlo · Fundación José Manuel Lara
http://www.edaddeplata.org/edaddeplata/Actividades/actos/visualizador.jsp?tipo=2&orden=0&acto=7319
‘Con un traje de luna’ la más completa antología de mujeres poetas en torno a la Generación del 27
- La colección Vandalia ya publicó en 2010 ‘Peces en la tierra’, que recogía los poemarios publicados solo hasta 1936
- La lista de poetas se amplía con nuevos nombres como los de Mercedes Pinto, Ángela Figuera Aymerich y Maruja Falena, entre otras
‘Con un traje de luna’ nace de la necesidad de ampliar la antología ‘Peces en la tierra. Antología de mujeres poetas en torno a la Generación del 27’ que la Fundación José Manuel Lara publicó en el año 2010 en esta misma colección de poesía Vandalia. El criterio seguido en aquella antología abarcaba poemarios publicados hasta 1936, año en el que la guerra incivil española acababa con todo, incluido con los movimientos estéticos de ese periodo.
Esto hizo que muchas poetas que participaron intensamente de la vida cultural de los años 20 y 30, con mayor o menor contacto con el grupo del 27, no estuviesen dentro de la selección que se llevó a cabo entonces, pues sus primeros poemarios habían visto la luz después de la contienda.
Esta nueva antología realizada una vez más por Pepa Merlo, amplía la lista de poetas e introduce a otras que por las fechas de publicación quedaron fuera de aquel índice. Además, recoge una selección añadida de poemas pertenecientes a libros posteriores a 1936 de las poetas que ya formaban parte de la relación de ‘Peces en la tierra’.
En el prólogo de ‘Con un traje de luna. Diálogo de voces femeninas de la primera mitad del siglo XX’se pretende recordar cómo se ha conformado el constructo femenino para entender mejor la situación de la mujer en la época moderna (y quizás también contemporánea), porque somos lo que la historia en todas sus vertientes, cultural, política, social, religiosa, etcétera, ha hecho que seamos. Más allá de las características estéticas que definieron al Grupo del 27 y los diferentes elementos poéticos que influyeron en las poetas y los poetas de la primera treintena del siglo pasado y que fueron sobradamente explicados en la Introducción de ‘Peces en la tierra’, la autora de esta antología, Pepa Merlo, ha pretendido ahora esclarecer el momento en el que se sitúa la mujer en esos años treinta, de dónde viene, o conocer la ilusión que supuso un periodo de esperanza en su desarrollo social y cultural y cómo se volvió, después de la contienda, a situar a la mujer en el mismo punto de involución del que venía. Una historia tan determinante que sin duda hace que la visión del mundo que trasladan a sus versos –o que plasman en sus cuadros las pintoras– sea distinta, de modo directo o indirecto y más o menos evidente.
Encontramos puntos comunes en sus vidas, los nombres de unas y otras van cruzándose de una a otra biografía, coinciden, colaboran, se ayudan en un rico debate permanente que implica a políticas, pedagogas, escenógrafas, pintoras que diseñarían las cubiertas de los libros de las poetas, portadas de revistas, ilustraciones de poemas; mujeres que contarán unas con otras para antologías, o simplemente en la vida, compartiendo, organizando juntas proyectos culturales, consolándose mutuamente, apoyándose entre ellas, generando una red explícita o implícita, un diálogo de voces femeninas.
La lista de poetas se amplía en este nuevo trabajo con seis nuevos nombres –Mercedes Pinto, Ángela Figuera Aymerich, Maruja Falena, Ana María Martínez Sagi, Dolores Arana y Alfonsa de la Torre– a la vez que se suprimen dos de los que aparecen en ‘Peces en la tierra’, Josefina Bolinaga y Esther López Valencia, pues poco más podía aportarse a la selección allí recogida. En el apéndice aparecen otros diez –Ana Inés Bonnin, María Alfaro, Chona Madera, Ester de Andreis, Concha Zardoya, Susana March, Trina Mercader, Luz Pozo, Mercedes Chamorro y María Beneyto– escogidos entre los muchos que podrían acompañarlos, que darían para otro volumen. Es ingente la lista de poetas, inacabada aún la tarea de presentarlas ante la historia de la poesía.
Entrevista
‘Con un traje de luna’ es un nuevo proyecto de Pepa Merlo, quien nos comenta cómo surgió la idea de este libro: “Después del impacto que supuso la antología ‘Peces en la tierra’, se imponía una edición en la que los versos de aquellas poetas que la integraban fuesen más allá de 1936. El criterio que fundamentó ‘Peces en la tierra’ era incluir poemarios publicados hasta 1936, para visibilizar a las poetas que estaban publicando en el mismo momento en el que lo hacían los componentes reconocidos de la llamada Generación del 27, compartiendo con ellos revistas, editoriales, etc. Una vez reivindicadas se hacía necesario, por un lado, ampliar el cómputo de poemarios, para de este modo, mostrar la evolución poética que experimentaron y, por otro lado, ampliar la lista de nombres. Muchas se quedaron fuera de la antología por haber publicado sus poemarios con posterioridad al 36; a otras, por ejemplo, las descarté en su momento por haber pasado el periodo de los años 30 fuera de España.
- ¿Qué novedad aporta con respecto al anterior, además del listado de las autoras que ha recogido en la antología? Por cierto, ¿de dónde surge el título?
- Aparte de introducir poemas pertenecientes a libros posteriores al 36 y de la inclusión de otros nombres más o menos conocidos que no aparecían en ‘Peces en la tierra’, quizás la novedad mayor sea incorporar a la lista de conocidas el nombre de María Ferrer Llonch y Maruja Falena. Respecto al título, es un verso de Concha Méndez. Me pareció muy apropiado teniendo en cuenta el vínculo íntimo entre la luna y lo femenino, pero, sobre todo, la idea metafórica de la figura de la mujer a la sombra de lo masculino, brillando con luz ajena, como la luz de la luna, una luz que no le pertenece, reflejo del sol, y a partir de esta idea, todos los tópicos que a lo largo de la historia se han creado en relación a la luna y lo femenino.
- ¿Nos podría definir con una frase a cada una de las autoras que aparecen en este libro? y ¿qué las une? ¿hay sensación de grupo, de generación?
- Es muy difícil, por no decir imposible, resumir con una única frase a ninguna de ellas, porque todas son mujeres polifacéticas, con vidas absolutamente novelescas y voces muy dispares. Muchas de ellas cambian radicalmente biografía y voz poética, con lo que habría que componer múltiples frases dependiendo de dónde nos situáramos en su vida o en su obra. Sí, es cierto que hay un hilo de unión entre ellas muy fuerte, aún sin conocerse. No se trata de que haya “sensación de grupo”, son grupo, y las une la historia, el momento tan peculiar de cambio que supuso la primera treintena del siglo XX. Son la generación de la República. Si los poetas constituyen la Edad de Plata de la Literatura, ellas son la Edad de Oro, como bien señala Mariluz Bort, pues se trata del primer grupo al que podemos referirnos como tal. Es muy interesante, al leer sus biografías, ver cómo van colándose unas en las vidas de las otras, cómo están presentes y van saltando de unas páginas a otras páginas. Como ellos, son múltiples sus nombres y variadas las voces.
- Alguna de estas mujeres, ¿llegó a destacar en su época?
- Son muchas las que destacaron. El hecho de que se cuente con sus versos para las publicaciones de prestigio del momento, que se las incluya en antologías, que sean partícipes en las lecturas de poemas, etc, es ya destacar. El problema no es que destacaran en su época, el problema es que, aun habiendo destacado, se las eliminara de los anales de la historia.
- En este libro, ¿qué pesa más: su propósito reivindicativo del papel de la mujer en la literatura de este periodo o el estudio de sus obras?
- Siempre he dicho que nos mostraron un abanico a medio abrir. Que era necesario abrirlo completamente para que la historia fuese lo más justa posible. Para así poder tener una visión justa de la poesía, para poder elegir a un poeta o a una poeta, pero no puede tenerse una visión total de la historia mientras que quede oculta una parte importante. Contar sus vidas es fundamental, pues a diferencia de los poetas, ellas, en una sociedad en la que la mujer no cuenta, deben justificar su presencia en esa sociedad, lo que agrega a sus historias extrañas realidades, algunas prefieren perder su condición de mujer para poder visibilizar su obra, por ejemplo, y firmar con nombre masculino o delegar en la pareja la autoría de sus composiciones. Y, se haga o no estudio crítico de su poesía, es imprescindible la publicación de los poemas, pues hablan por sí solos.
- Mucho nos tememos que esta falta de difusión y consideración hacia estas mujeres y su obra no se produce solo en este periodo de nuestra historia de la literatura. ¿Es lo habitual? ¿Ha detectado cambios en las nuevas generaciones?
- Afortunadamente, la historia ha cambiado. Visibilizar los nombres de todas las mujeres, poetas, narradoras, políticas, pintoras, filósofas, médicos, abogadas, etc, a las que no se las consideró, ni siquiera para poder olvidarlas, ha sido determinante y es de justicia que no quede ni un solo nombre sin mencionar. Hoy, aunque falta aún mucho camino por recorrer, las obras de las poetas se reconocen igual que la de sus coetáneos, no hay más que comprobar cómo los últimos Premios Nacionales, por ejemplo, los ostentan nombres femeninos. Las editoriales apuestan por lo femenino, y parece, que al menos en la literatura, ese techo de cristal se está resquebrajando con más facilidad que en otras áreas sociales.
La autora
Pepa Merlo (Granada, 1969) es doctora en Filología Española e imparte clases de literatura y creación literaria en las Universidades de Granada e Internacional de Valencia. Premio Extraordinario de doctorado y autora de valiosos trabajos de investigación, ha publicado el libro de relatos Todos los cuentos, el cuento (2008) y una recopilación de testimonios sobre ocho mujeres víctimas de la represión franquista, El haza de las viudas (2009). Ha editado Peces en la tierra. Antología de mujeres poetas en torno a la Generación del 27 (2010), Diván del Tamarit (2018) de Federico García Lorca, y dos novelas de Elisabeth Mulder: Una sombra entre los dos (2018) y El retablo de Salomé Amat. Junto a los músicos Rafa Mora, Moncho Otero y Juan Antonio Loro, representa desde 2011 los espectáculos poético-musicales “Donde me pidas, iré. Versos de otro tiempo”, sobre las poetas de la primera treintena del siglo XX, y “Escribo como escribo. Deshaciendo lo injusto”, sobre Gloria Fuertes.
Josefina de la Torre
(1907 – 2002)
Josefina de la Torre nació en 1907 en Las Palmas de Gran Canaria y falleció en 2002. Fue poetisa, cantante, guionista y actriz, a quien el poeta Pedro Salinas la llamaba la muchacha isla.
Desde pequeña se vio conectada con el ámbito intelectual; gracias a su hermano Claudio de la Torre, que organizaba sesiones de teatro en familia, Josefina comenzó a participar en la representación de obras de autores modernos de una forma absolutamente apasionada.
En sus años de juventud viajó a Madrid para estudiar y fue así como se contactó con el arte vanguardista, conociendo a importantes poetas de la Generación del 27. Comenzará también a realizar doblajes y a trabajar como actriz; cabe mencionar que durante mucho tiempo fue la voz que dobló a Marlene Dietrich y otras importantes actrices.
Algunos de sus títulos más prestigiosos son "Poemas de la isla", "Marzo incompleto" y "Medida del tiempo".
¿qué nombre es el tuyo,
cruel y despiadado,
que te enfrentas, altivo,
a la humanidad?
Destino,
que nos niegas el pan y la sal,
que desafías a nuestras vidas,
a nuestros horizontes,
al latido de nuestras venas.
Destino implacable,
inconmovible,
dura piedra
contra la que nos estrellamos,
pobres seres indefensos,
con las ilusiones
colgando de nuestras heridas
Destino inhumano
que nos marcas ferozmente.
Toro asesino
que nos ensartas en tus astas
como peleles, indefensos.
¿Qué nombre es el tuyo,
granítico,
cimiento indestructible
que barres nuestros latidos,
nuestras arterias?
Ignoto destino;
a ti te son adjudicadas
todas las culpas,
todos los latigazos que recibimos
los esclavos de este mundo.
¡Ah, Destino enemigo,
rival indefendible,
adversario tenaz!
Te quisiera de frente,
cara a cara,
mis puños en tu pecho
de atleta presuntuoso
y golpearte
con mi eterna pregunta:
¿por qué?
¿Por qué esta herida
sangrante y desvelada,
vacía de respuesta?
¡Oh, Destino!
Y una y otra vez
lanzar mis puños
contra tu inexpugnable fortaleza,
hasta sentir tu sangre, ¡sangre mía!,
caliente fuego
de mi mortal miseria.
Me busco y no me encuentro.
Rondo por las oscuras paredes de mí misma,
interrogo al silencio y a este torpe vacío
y no acierto en el eco de mis incertidumbres.
No me encuentro a mí misma
y ahora voy como dormida a las tinieblas,
tanteando la noche de todas las esquinas,
y no pude ser tierra, ni esencia, ni armonía,
que son fruto, sonido, creación, universo.
No este desalentado y lento desganarse
que convierte en preguntas todo cuanto es herida.
Y rondo por las sordas paredes de mí misma
esperando el momento de descubrir mi sombra.
Fuentes:
Blanco, Cruz. La última testigo de la Generación del 27. El País.Las mujeres de la Generación del 27. Historia.com, el pasado es el futuro.
Martín Padilla, Kenia. Josefina de la Torre: perfil polifacético. ACL Revista Literaria.
Mederos, Alicia. Josefina de la Torre Millares. Historia de Canarias, Fundación Canarias Archipiélago 2021.
Gloria de la Prada
Que estas oraciones de niña sean un saludo de amor para el difunto poeta colombiano. Deja que la mujer te envíe ahora honestamente uno de sus trabajos, ya que debes a uno de tus poetas la revelación de su espíritu. ¡Ora, salve, poesía de la diosa! [9]
Características generales de su obra.
"Si quieres vivir feliz / conoce a los que ríen... / y ríe con ellos también" [9]
Sus composiciones no tienen título, utiliza métricas cortas y son cortas, no pasan de los seis versos.
“Todo es hasta que te acostumbras, / cuando pasa el tiempo / es lo que menos vale” [9]
PLAZA AGUDO, Inmaculada. (2011) Imágenes femeninas en la poesía de las escritoras españolas de preguerra (1900-1936
El primero de los libros de poesía de la escritora, Mis cantares (1911), estaba precedido de dos prólogos de Felipe Trigo y Manuel Machado. En 1912, publicó Noches sevillanas. Cantares, precedido de un soneto de Francisco Villaespesa y de un cuento de la propia autora, en consonancia con su faceta como cultivadora de la novela y el cuento populares, muchas veces bajo el seudónimo de Mimí. En 1913, salió a la luz el tercero de sus poemarios, Las cuerdas de mi guitarra. Los dos últimos libros de cantares de Gloria de la Prada se publicaron en la prestigiosa editorial Renacimiento, El barrio de la Macarena (1917) y La copla andaluza (que aparece sin fecha).
Merece la pena detenerse brevemente en los paratextos que acompañan a los poemarios, ya que, en ellos, se da información relevante sobre un género que, por su carácter tipificado, se conceptualiza, muchas veces, como menos “personal” y más ligado a una serie de convenciones. Felipe Trigo, en su prólogo, “¡Coplas!”, a Mis cantares, destaca, así, el carácter espontáneo de la copla, la necesidad de no saber ni Retórica ni Poética para hacer verdaderos poemas de esta índole. De acuerdo a esta consideración, presenta a Gloria de la Prada como una joven “andaluza, de alma, de cuerpo, de sangre, de ojos”, que hace coplas de manera espontánea, sin apenas preparación y en cualquier tipo de espacio. Las suyas son, así, coplas que proceden, según su consideración, de lo vivido por la escritora –que aparece totalmente infantilizada-, lo que explica, de algún modo, la filosofía, basada siempre en la experiencia que de ellas emana:
Por eso, lector, verás cómo estas coplas que esta extraña Gloria de la Prada te ofrece en este libro, saben á una filosofía muy honda de la vida vivida ó enseñada sin cesar por una sutil morena fiera de los cielos, que lo mismo se emborracha de amores de un jazmín que de amores del sol y de la luna.
Yo la he visto desvanecerse, casi morir, teniendo contra su boca una gardenia.Y la he visto llorar hora y media por un gato. (apud. Prada 1911: 12)
La visión que ofrece Felipe Trigo en este prólogo coincide, en este sentido, con la proporcionada por la propia Gloria de la Prada en el “Prólogo íntimo”, que coloca al frente de Las cuerdas de mi guitarra y en el que trata de resaltar el carácter personal de su libro. Insiste, así, en que los cantares que forman el poema “¿son? las vibraciones de mi ser (…) desgarros de penas, gritos de pasión, suspiros en que va un pasado de amor… ironías, que mal encubren el tedio que acarrea el vivir…” (Prada 1913: 7- 8).
Realiza, además, una exaltación del carácter popular de la copla, que, según ella, sólo en las raíces del pueblo (fundamentalmente en Andalucía), puede encontrar su origen más auténtico, frente, a otro tipo de géneros de tipo más intelectual. En el prólogo que precede a El barrio de la Macarena, tal y como el título sugiere –“A toda América, á todo corazón y a todos los americanos”-, Gloria de la Prada insiste en la dedicatoria del libro a la América hispana, con la que existe una comunidad de lengua que facilita la comprensión y a la que ella se siente especialmente unida, ya que su vocación poética nació precisamente tras la lectura de los versos del poeta modernista colombiano José Asunción Silva. El poemario se presenta, así, como una ofrenda de la mujer que de niña encontró en él el origen de su gusto por la poesía, lo que la transformó en una nueva persona:
Sean estas preces de una niña una salve de amor para el muerto poeta colombiano. Sea ahora la mujer la que, en justa honradez, os envíe una de sus obras, ya que á uno de vuestros poetas os debe la revelación de su espíritu. ¡Oremos, salve, diosa Poesía! (Prada 1917: 10) Formalmente, tal y como se insiste en los prólogos y como los mismos títulos de los libros sugieren, los cinco poemarios de Gloria de la Prada están formados por coplas de tipo popular, que tienen, la mayoría de ellas, no sólo una inspiración andaluza sino también trasfondo andaluz, concretamente sevillano, tal y como la incorporación de algunas referencias geográficas (Sevilla, el barrio de la Macarena) sugiere. En los libros es, por lo demás, posible distinguir varios tipos de coplas, que, en ocasiones, aparecen agrupadas bajo un mismo epígrafe. Hay, así, soleares, seguidillas y seguidillas gitanas, malagueñas, sevillanas y soleadillas. Los temas tratados en las coplas son los característicos de estas composiciones, que aparecen condensados en algunos de los versos del poema de Manuel Machado, “La copla andaluza”, que antecede y sirve de prólogo a Mis cantares: “Dice de ojos negros/ y de rojos labios/ de venganza, de olvido, de ausencia,/ de amor, y de engaño.// Y de desengaño./ De males y bienes,/ de esperanzas, de celos… de cosas/ de hombres y mujeres” (apud. Prada 1911: 14).
En efecto tal y como hemos visto para el caso de Carmen de Burgos, el amor se dibuja como el tema central de muchas de las coplas, siendo, en la mayoría de los casos, un amor “desgraciado”, dada la falta de comunicación entre los dos sujetos que parecen buscar en el vínculo amoroso cosas diferentes:
“Besaba tu boca buscando tu alma y tú sólo besabas mis labios...porque te gustaban”
(Prada 1911: 28).
La angustia está, así, siempre presente en un yo dubitativo ante los verdaderos sentimiento de otro que, aunque podría complementar, aparece frecuentemente como ajeno y extraño:
“Besando tus ojos,besando tu cara… yo sentía una angustia muy grandede ver que dudabas”
(ibid. 30).
El amor aparece siempre indisolublemente unido al dolor y al desamor, yaque entraña en sí mismo una gran paradoja que se asume, con todo, de un modo natural:
“Comprenderás si has querido,¡que el querer es un encanto, ¡y es el querer… un martirio!”
(Prada 1913: 32).
El sujeto que canta en los versos es, así, un sujeto desgarrado, que sufre hasta el límite de la angustia por un desengaño que no es capaz de superar -
“Tan dentro del alma te llevo metío,que para quitarme de este querer tuyono encuentro camino”
(ibid. 20)
-y al que finalmente acaba renunciando –
“Quise dejar de querer, señal que estaba queriendo,ahora me da todo igual…señal de que ya no quiero”
(Prada 1911: 67).
El dejar de querer se convierte, así, en una liberación para un sujeto femenino que se ha entregado totalmente al amor
-“Tiré al río mi querer, y me quedé tan á gusto de verme libre de él”
(Prada 1912: 30)
- y que, aun “venciendo”, sufre:
En cuestiones de amorestodos robamos.
Unas veces perdemos,otras ganamos.
Y hay ocasionesen que son los burlados,los vencedores.
(Prada, La copla andaluza: 113)
En otras ocasiones, las coplas tienen un cierto tono moralizante, de manera que, en ellas, se recogen ideas que la sabiduría popular muchas veces ha condensado en proverbios y refranes:
“Caminando, caminando, todos vamos por la viday al que camina ligerose le interpone la envidia”
(Prada 1911: 20);
“Si quieres vivir contentojúntate con los que ríen… y ríe también con ellos”
(ibid. 36).
Es, así, frecuente, en algunas coplas, la exaltación del Carpe diem, del disfrute del momento presente como un refugio ante la visión negativa subyacente a la mayoría de las coplas, mientras que en otras se actualizan los famosos versos gongorinos “vaya yo caliente, ríase la gente”:
“El mundo entero va en mí,¿qué me importan los demás…ni que puedan decir?”
(Prada 1912: 39).
En algunos de los poemas, se exalta el ideal estoico de la resignación ante las adversidades y dificultades de la vida
-“Todo es hasta acostumbrarse,cuando el tiempo va pasandoes la pena menos grande”
(Prada 1913: 39)-
al tiempo que se anima a seguir adelante en el camino sin nostalgia del pasado –
“El volver la cara atrás sólo se debe de hacercuando no quede qué andar”
(Prada 1917: 56).
La reflexión se puede llegar incluso a plantear en forma de pregunta:
“¿A qué conduce viajarsi la ‘humanidad’ es la mismay todo es a todo igual?”
(Prada, La copla andaluza: 42).
En algunas de las coplas, se canaliza asimismo una reflexión sobre la propia actividad creadora, que se configura como un refugio ante las adversidades -
“Si me siento nerviosalo tengo visto,cuando cojo la plumame tranquilizo;hago cantares…que son la medicinade mis pesares”
(Prada 1911: 46)
- y en la que, de acuerdo a la visión desengañada de la vida, predomina, con todo, en la mayoría de las ocasiones, un cierto tono amargo:
“¡Que hay en mi canto amargura;las medicinas amargasson las que más pronto curan!”
(ibid. 57);
“Se rompió en el vientoel cante gitano…y siguió el lamento temblando en el aire/ cantar amargo”
(Prada 1913: 79).
Pero, con independencia de su carácter más o menos “alegre”, la copla y el cante son exaltados de un modo reiterado en los cinco poemarios. El cante se dibuja, así, como el destino de un sujeto poético -
“Cantar es mi sino, cantar es mi suerte… ¡enviar mi alma dentro de mi canto á toíta la gente!”
(Prada 1912: 22)
que manifiesta su orgullo patriótico de ser andaluz y español:
“Ser español es… la dicha, ser andaluza… la gloria,ni aun para ser de los cielos… dejara el ser española”
(ibid. 49).
De acuerdo a esta consideración, el alma del sujeto se identifica con una guitarra, instrumento que por antonomasia acompaña al canto en la copla:
“Es mi alma una guitarra:toditos saben que existe,poquitos saben templarla”
(Prada 1917: 21).
Es importante, por lo demás, destacar que, en muchas de las coplas, se pone de manifiesto la desigual situación de mujeres y hombres, así como el doble criterio moral que se establece a la hora de juzgar los comportamientos masculinos y femeninos. La vida de las primeras se dibuja, por ello, como doblemente limitada y obstaculizada -
“¡Qué fatiga es ser mujer!; es tan sólo un caminito el que nos dejan correr”
(ibid. 32);
“Por no querer trabajarestá la mujer sujeta…al que la quiera pagar”
(Prada 1912: 11)-
al tiempo que se desmitifican algunos mitos procedentes de la religión cristiana, como el de Eva, la mujer culpable, y Adán, cuya falta es siempre excusada:
“A Eva se le echa la culpa de todo el mal de la tierra,y puede que fuera Adánel que la tuviera”
“Vivan las seguidillasque es baile alegre,que moviendo los cuerpos gozan las gentes; arza moreno…mira que esa chiquillaestá queriendo”
(ibid. 95).
En otra de las coplas, en consonancia con una visión predominante en la poesía de muchas de las autoras, los versos, es decir la actividad creadora, son contemplados como hijos del sentimiento:
“Son mis cantares hijos,y así los quiero, son hijos de mis penas y mis contentos… En ellos vivo,que va en ellos mi vida y mis cariños”
(Prada 1912: 87).
La jota y el flamenco son, así, presentados como los dos emblemas de España:
“La jota es canto de guerra; el flamenco, de pasión; los dos cantos de mi España tienen sangre y tienen sol”
(Prada 1917: 38).
El concepto tradicional de la honra queda, por ello, deslegitimado:
“Hay un grupo de mujeres reservadas para madres, hay otro grupo… de golfas… ellos son golfos… y padres”
(Prada 1912: 46).
En otras coplas se incide en la dependencia femenina en el amor, frente al desapego o indiferencia masculinos:
“Lo mismo que la luna son las mujeresque viven del reflejodel ser que quieren.Pero esto pasa,cuando el querer se hacedueño del alma”
(Prada, La copla andaluza: 119).
Se enfatiza, de este modo, el diferente interés que los hombres tienen en las relaciones con respecto a las mujeres, que anhelan un respeto, casi siempre imposible:
“Te estás haciendo ilusionesde que todos te respetan, ¡el respeto de los hombres…sólo lo tienen las feas!”
(Prada 1911: 65).
En estas coplas, se pone, por tanto, en entredicho la visión maniquea que tradicionalmente tienen los hombres de las mujeres, a las cuales perciben tan sólo como objetos de amor u odio:
“Hablas de amor y mujerescuando te sientes poeta,¡y cuando te sientes hombre…te burlas y las desprecias…!”
(Prada 1912: 47).
Con todo y a pesar de esta conciencia de género avant la lettre, en otras de las coplas aflora la visión androcéntrica y machista que caracteriza a la tradición popular española y que puede llegar incluso a justificar el maltrato:
“Todo el que insulta á una hembra,es que la tiene en muy poco,ó que la quiere de veras.
(Prada 1913: 61).
al tiempo que se desmitifican algunos mitos procedentes de la religión cristiana, como el de Eva, la mujer culpable, y Adán, cuya falta es siempre excusada:
MARÍA CEGARRA, LA POETISA QUE ENAMORÓ A MIGUEL HERNÁNDEZ
con un rumor de mar a mi costado,
el cante de mi tierra como rezo
y el trovo de un amigo por corona.
Tengo miedo que me cubra la tierra,
pero el amor callado de mi ensueño
desgarrará la oscuridad silente
alcanzando la luz inconsumible.
Mi mesa con su enredo de cuartillas,
cartas que no alcanzaron su respuesta,
un libro abierto, un retrato escondido.
Envuelta en soledad de soledades,
sin que nadie la recoja y la viva,
la emoción de mis versos al olvido.
María Cegarra Salcedo: química y poeta
En la primavera de 1976, rememoró sus visitas en este poema en el que ya cita explícitamente su nombre:
Miguel estuvo aquí
en mi tierra de minas
cercana de los mares,
en mi calle,
en mi casa,
conmigo…
Miguel traía de su Oleza vegetal
una carga de sol que lo abrasaba.
Fundido en arcilla parecía,
gleba roja levantada del surco.
En los labios un silbo de poeta
apretado de versos.
Dos topacios los ojos
tallados con las luces del pensamiento,
luciérnagas de pozos infinitos
con presencia de árbol y de honduras.
Sí «la muerte llena de agujeros»
y «el luto y la tristeza» le acabaron.
Aunque la fecha es otra y diferente
y los crespones el viento se llevara,
recién muerto está, caliente para siempre,
por nacido a la vida que no acaba.
El tiempo de llorarle permanece.
Las horas de sentirlo no terminan.
Perito en lunas, amigo de los astros.
Rayo del alma sin cesar vertido.
Tu barro lumbre ahora, en la lumbre de Dios.
Inconsumible eterno fuego de bellezas.
En este recuerdo de Miguel
soy de entonces, aunque me encuentre hoy.
Y canto calladamente en sufrido destino
la nana de la cebolla con los brazos vacíos.
HOY NO PUEDO ESCRIBIR
Es la cuartilla es un pequeño lago frío,
Donde la letra es quilla que navega perdida.
Se deshojan las palabras
Como una rosa seca, sin olor.
Desbocados los verbos,
Culpan, acusan, nos insultan.
La voz se pierde en el hoyo repleto
Del corazón,
O cae al barro de las sucias pisadas.
Lejanos los hombres,
Descontentos, confundidos,
Sin encontrarnos…
Arcilla endurecida.
Dios está solo.
Pilar de Valderrama
Pilar de Valderrama fue una escritora nacida en Madrid el 27 de septiembre del año 1889 y fallecida en la misma ciudad el 15 de octubre de 1979. Tras la temprana muerte de su padre, recibió una educación religiosa y orientada a las lenguas y la literatura. Cuenta en sus memorias que de pequeña no sentía afinidad con otras niñas, y que en su internado la calificaban de "rara". Siendo aún muy joven, se casó y tuvo tres hijos, aunque su matrimonio no funcionó; Pilar aseguraba tener que escribir sus poemas sin que su marido lo notara, como si se tratara de un crimen. Por otro lado, algunas de las ilustraciones presentes en uno de sus libros, "Las piedras de Horeb", fueron hechos por él mismo, lo cual pone en duda que no estuviera de acuerdo con la pasión de su esposa. Luego de su separación, la joven poetisa tuvo el honor de conocer a su máxima inspiración, Antonio Machado; era tal la devoción que sentía por sus poemas que podía recitarlos de memoria, cosa que no era capaz de hacer con sus propias creaciones.
Además del poemario antes citado, se pueden nombrar "Esencias", "Huerto cerrado" y su conocido libro autobiográfico "Sí, soy Guiomar". A continuación presentamos algunos de sus poemas, como ser "Evocación".
Evocación
Aquel café de barrio, destartalado y frío,
testigo silencioso de nuestras confidencias,
extremo de rigores, conjunto de inclemencias,
que sólo caldeaban tu corazón y el mío.
Viejo café de barrio, adonde yo acudía,
donde tú me esperabas con el alma impaciente,
y cada vez, al verme, coronaba tu frente
con un halo de luz la fugaz alegría.
Con nostálgico afán en vano te he buscado
queriendo en tus vestigios revivir un pasado
que inexorablemente para mí se ha perdido.
Nadie de ti sabía, todo estaba cambiado:
tus muros, tu recinto, la sombra de Machado
como un girón de niebla han desaparecido.
Glosa
Acaso a ti mi ausencia
acompaña. A mi memoria
tu recuerdo
Me acompañó tu ausencia día a día
en todas mis angustias interiores;
en medio de amarguras y dolores
llenó de tu nostalgia el alma mía.
Al irte para siempre, no sabía
tu corazón los arduos sinsabores
que me acechaban, como negras flores
de muerte, olvido y soledad sombría.
En aquel tu dolor de mi recuerdo
estaba yo; tú estabas en la ausencia
en que de mar a mar nos obligaron.
En laberintos de un ayer me pierdo;
y veo en esta luz de tu presencia
que ni guerra ni mar nos separaron.
Pilar de Valderrama
https://poetassigloveintiuno.blogspot.com/2015/07/pilar-de-valderrama-16594.html
DOLOR Y GOZO
Este dolor y gozo que he sentido
es fiel reflejo de mi extraño amor:
que es un placer con mezcla de dolor
y es un dolor que lleva al gozo unido.
Yo hubiera en el momento aquel querido
arrojarme en sus brazos sin temor,
y del dolor y gozo en el temblor
sobre su corazón haber gemido.
Llanto a un tiempo de pena y de alegría:
pena, porque en el alma me dolía
esa culpa de amor que cometí;
gozo, porque en la misma culpa mía
mi feminidad toda le ofrecía,
y con dolor y gozo se la di.
Incluido en su poemario Espacio, escrito en 1949 pero publicado dentro del libro Obra poética de 1958.
El diálogo de Guiomar y Antonio Machado
(Prólogo para el libro: Nuevo Concierto de Amor a dos Voces. Diálogo poético. Guiomar Cuesta Escobar y Alfredo Ocampo Zamorano)
Guiomar Cuesta Escobar
http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/cuesta_escobar_guiomar/dialogo_de_guiomar_y_antonio.htm
Por ti el mar ensaya olas y espumas,
y el iris, sobre el monte, otros colores,
y el faisán de la aurora canto y plumas,
y el búho de Minerva ojos mayores.
Por ti, ¡oh Guiomar!
En este poema de Machado, Primaveral, el amor empieza a revelarse con la misma fuerza y ardor, que se inicia la primavera:
Los caminos del valle van al río
y allí, junto del agua, amor espera.
¿Por ti se ha puesto el campo ese atavío
de joven, oh invisible compañera?
¿Y ese perfume del habar al viento?
¿Y esa primera blanca margarita?…
¿Tú me acompañas? En mi mano siento
doble latido; el corazón me grita,
que en las sienes me asorda el pensamiento:
eres tú quien florece y resucita
Casilda de Antón del Olmet
Viajó por diferentes lugares, lo que facilitó su instrucción y luego se vería reflejado en su obra. Se traslada muy joven a Madrid y comienza a participar en las tertulias intelectuales de la época. Es en esta etapa cuando publica "Canciones de mi tierra" y "Nuevo Cancionero"’, obras paisajísticas llenas de nostalgia, espontaneidad y sentimiento. Más tarde colaboraría en destacadas publicaciones nacionales como "La Época" o "La Correspondencia de España", algo inusual para las mujeres de la época. Asimismo, también cultivó el género teatral, en 1901 estrena en el Teatro Español "En conciencia: comedia dramática en tres actos y en prosa" aunque con escasa acogida por parte del público. De esta manera Casilda se daba a conocer al público rompiendo así el aislamiento social que se asociaba al universo femenino.
Casilda fallece en Madrid, el 8 de junio de 1954.
hasta causarle por amor la muerte.
más te acercas a mí si te rechazo,
dieras el pecho si alguien me atacara.
Odiarías a todo el que me odiara,
tú me cobras la pieza que yo cazo,
sufres paciente el golpe de mi brazo,
mis pasos seguirías si cegara.
Vigilas receloso mientras duermo,
no te apartas de mí si estoy enfermo,
lames con gratitud mi avara mano.
Si Francisco de Asís te conociera,
de hermano el nombre con amor te diera;
yo no soy digno de llamarte hermano.
Rosa Chacel
Nació el 3 de junio de 1898 en Valladolid. En 1908 se traslada a Madrid al barrio de Maravillas a vivir en casa de su abuela materna.
Su madre, Rosa-Cruz Arimón, era maestra y a los 11 o 12 años matricula a Rosa en la Escuela de Artes y oficios, pero pronto se abre la Escuela del Hogar y Profesional de la mujer y se traslada a allí. En 1915 se matricula en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando para estudiar escultura, materia que abandona en 1918.
Comienza a frecuentar el café Granja del Henar y el Ateneo , donde dará su primera conferencia polémica sobre "La mujer y sus posibilidades". En abril de 1921 se casa con el pintor Timoteo Pérez Rubio. Este pronto es llamado a trabajar en la "Academia Española", la Escuela de Arte en Roma. Y en 1922 se trasladan a vivir a Italia.
El segundo número de la revista Ultra verá un relato de Rosa Chacel, "Las ciudades". De 1922 a 1927 comienza a escribir Estación. Ida y vuelta , y en septiembre de 1927 vuelve a Madrid.
En 1930 publica su primera novela, Estación. Ida y vuelta , y da a luz a su hijo Carlos. Tres años después viaja a Berlín por seis meses. Con la llegada de la Guerra Civil trabaja como enfermera hasta que hay que evacuar Madrid y se va con su hijo a Barcelona, y de ahí a Valencia. En febrero de 1937 se trasladan a París hasta que en marzo 1939 se mudan a Sudamérica a vivir entre Río de Janeiro y Buenos Aires.
En 1959 la fundación Guggenheim le otorga una beca de creación que la lleva a Nueva York a vivir durante dos años donde escribe Saturnal , ensayo que rescatará en 1970. El nueve de noviembre de 1961 viaja a España y permanece allí hasta mayo de 1963 que regresa a Brasil. Vuelve en 1970, pero no será hasta 1973 cuando regrese a vivir con una beca de creación de la Fundación Juan March para terminar Barrio de Maravillas.
Hasta la muerte de su marido en 1977 continua alternando su residencia entre Río de Janeiro y Madrid, pero finalmente se traslada a Madrid. Durante los 80 sigue escribiendo y se dedica a rescatar sus obras. La Universidad de su Valladolid natal la hará Doctora Honoris Causa en esa época.
Fue Premio de la Crítica en 1976 por Barrio de Maravillas . En 1987 se le otorga el Premio Nacional de las Letras. Su obra Memorias de Leticia Valle fue llevada a la pantalla. En 1990 recibió el Premio Castilla y León de las Letras. Murió en Madrid en 1994.
Barrio de Maravillas (fragmento)
"Las palabras de la señora Smith revestían al hombre caído en la calle cota ropajes antiguos o, más bien, le desnudaban, no de la chaqueta ensangrentada: le desnudaban, incluso, de su cuerpo, de sus rasgos personales, le dejaban en su alma —personal, también— pero reducida o depurada o elevada a su idea sustancial. Aquel señor, don José Canalejas, un nombre que no tenía el menor acento épico, que no evocaba fácilmente una caída como la del galo moribundo, ni un impulso o decisión como la de Daoíz y Velarde —blancos, inmarcesibles entre la fronda de la Moncloa—, un nombre que suscitaba ideas familiares: para unos sería don José, para otros, el señor Canalejas —diminutivo levemente, tiernamente despectivo, que se aplica a las cosas o bichos o menudencias…, cosejas, bichejos—, nombre que entraba, llenaba enteramente el orbe de lo familiar, de lo próximo, de lo humanamente próximo, libre de toda idea…, esclavo de la idea, víctima de la idea. La idea… Las ideas se cernían en torno a las personas. Eran como algo exento, enorme, ajeno al amor humano aunque los humanos las amaban hasta morir… Y todavía más, las ideas, enormes, exentas, no luchaban entre sí a la altura de las nubes, como los nublados que se asaetean con sus chispas, en su orbe, sin complicar la vida a nadie.
Las ideas, para vencer una a otra, buscaban, elegían a un hombre, y sólo con meterle una bala en la cabeza avanzaban, copaban a su enemigo por una buena temporada. Todo esto quedaba lejos o parecía quedar lejos, pero estaba en todas partes, alcanzaba a todos. Había que salir de los juegos —amores, predilecciones, contemplaciones— y llegar a la mayoría de edad. Ser mayor significaba, en cierto modo, un alejamiento, algo así como salir del cascarón… dejar la placenta, el clima carnal, sangriento, caluroso, vital, onírico, omnipotente, infinito… Hacer dejación del placer ingrave, la soledad y tomar en cuenta… todo lo otro, lo ajeno, lo ignorado, lo inconcebible, lo que sólo se presiente cuando llega de lejos su aullido, su alarido, su rugido. Todo esto, nada más como una infinita perplejidad en la mente de Elena, al despedirse de Felisa, al prometerle ir a su casa con Isabel, a oír sus discos.
Y nuevamente la perplejidad cernida en la escalera como una luz irreconocible: crepúsculo o nublado o perplejidad, nublado de la mente. Cuarenta escalones esta vez, veinte del primero al segundo, veinte del segundo al tercero. Una constelación de enigmas, pesada, difícil de transportar, de llevar al refugio cotidiano, al estudio, al juego compartido… Los hechos, las dos muertes que habían conmovido desde la calle, desde el griterío de los gacetilleros hasta los sollozos de las dos hermanas, interrumpiendo la vida —libros por el suelo, en el pasillo, pupitres desarticulados de sus filas—, todo el trágico desbarajuste había servido…, era brutal pensarlo. Era necesario pensarlo brutalmente porque todo aquello había servido para alejar a Isabel de Elena. Para alejar a Elena como se aleja el que toma distancia para ver… Isabel tenía, ahora, el aura de su misterio. Elena temía que su mirada delatase la novedad de su visión. Necesitaba acostumbrarse al nuevo tono, no olvidarlo, sino ponerlo en su debido lugar, en su silencioso, recatado y justo rango, donde nunca pudiera ser sospechado por Isabel… Difícil, dificilísimo mantener el secreto, queriendo, al mismo tiempo, hacerle participar del cambio, la madurez que se había impuesto por los dramas vividos, que no podían considerar ajenos. Eran tan próximos, tan conturbadores del orbe familiar, aunque no de sus familias, de ninguna de las dos, pero de las dos precisamente, por ser, por trastrocar el clima dilecto. Eran tan unánimemente vividos que servían…, había que emplearlos, no era necesario decir adoptarlos: emplearlos era más exacto porque se trataba del lado práctico, del modo de poner en práctica la nueva visión, la nueva tendencia, la tendencia voluntaria hacia la madurez. "
Memorias de Leticia Valle (fragmento)
"A pesar de aquellos hombros, yo volví a ver allí su fragilidad. Los bucles castaños, que nunca estaban sujetos en su cabeza, se despeinaban aún más agitados por la música, y yo llegaba a pensar que aquello tenía que hacerle daño.
Esto ya me ha ocurrido varias veces: en momentos de gran emoción, cuando parece que mis cinco sentidos están absorbidos en algo, he visto, de pronto, así como lateralmente, alguna otra cosa ajena en todo a la que causaba mi emoción, como si mis facultades se centuplicasen y rebosaran de la zona donde parecen detenidas. Esas visiones no llegan a desviar mi atención, pero tampoco se pierden en el olvido: se quedan rondando como satélites de las emociones principales, sin desvanecerse nunca.
Abajo, en el despacho, hasta había vuelto a aparecer el médico. Cuando yo bajaba del salón y oía la famosa conversación ya empezada, me sentía ahogar como un náufrago en mi propia cólera y me decía: «¿Para qué vengo? ¿Cómo he podido creer a veces que yo llegaría a significar algo aquí?». Pero entraba y abría un libro, o decía que ya había estudiado en casa.
Don Daniel venía hacia la mesa y me hablaba con acento de condescendencia. Mientras tanto, el brazo del médico pasaba por encima de mi cabeza y sacaba un puro del mono; después se iba a un rincón del despacho, y con el puro entre los bigotes y la cabeza metida en un libro, murmuraba unas palabras. Don Daniel decía: «¿Qué? ¿Cómo?» y como el otro no contestaba más claro, acababa por ir a ver lo que estaba diciendo.
En la famosa conversación había un tema nuevo, tema que era el médico solo quien lo desarrollaba: adulaba constantemente a don Daniel.
Desde que había visto instalada la biblioteca y había contado por sí mismo los miles de volúmenes que contenía, no dejaba pasar diez minutos sin hacer alusión a la cultura de don Daniel, y no se daba cuenta de que a él eso no le hacía mella. Le contestaba con evasivas, con chistes, hacía caricaturas de su sabiduría. "
Yo me encontré el olivo y el acanto
A Nikos Kazanzaki
Yo me encontré el olivo y el acanto
que sin saber plantaste, hallé dormidas
las piedras de tu frente desprendidas,
y el de tu búho fiel, solemne canto.
El rebaño inmortal, paciendo al canto
de tus albas y siestas transcurridas,
las cuadrigas frenéticas, partidas
de tus horas amargas con quebranto.
La roja musa airada y violenta,
la serena deidad épica y pura
que donde tú soñabas hoy se asienta.
De estas piezas compongo tu escultura.
Nuestra amistad mis mismos años cuenta:
de ti hablaban mi cielo y mi llanura.
Poesía más Poesía: Rosa Chacel
https://poesiamaspoesia.com/78-poesia-mas-poesia-rosa-chacel/
CUANDO LA MAR ESTÉ BAJO TU ALMOHADA,
del libro A la Orilla de un pozo
A Rafael Alberti
Cuando la mar esté bajo tu almohada
¡Alegría de turbas infantiles!
¡Triunfo de los egregios, varoniles
pámpanos que estremece la alborada!
Frutos dará la náyade dorada
que llamea en los ínclitos candiles
y en sus perlas de amor claros abriles
hervirán al compás de tu mirada.
¡Qué ventura te aguarda en el impacto
si alcanzar logras la divina orquesta!
Tu frente surtirá con el contacto
de la escondida nuez templada y presta
que a trompa airada vibrará en el acto.
¡La vida es gracia y el reir no cuesta!
"El pueblo español, hubiera buscado aún durante algún tiempo la fórmula de su revolución, y no por falta de adiestramiento en las disciplinas políticas, sino sólo por falta de ese aliento creador que lleva a los trances de vida o muerte. Pero ha bastado que pesase una amenaza sobre la independencia de su alma para que haya podido realizar su revolución, con una secreta consigna que no llega a aflorar en ninguna conciencia, continuar.
(...)
Hay un solo punto de enlace real entre estas dos entidades de que nos ocupamos: la moral. Un conjunto de determinaciones ideales, lógicas, perfectamente congruentes y recíprocamente complementarias del sentir humano. En las estaciones -empleando este término por aludir a la madurez de las ideas- en que el pensamiento ha alcanzado grandes contenidos sustanciosos y concretos, el sentido moral ha rebasado sus mismos preceptos, informando la totalidad de la vida, difundiéndose por cauces insospechables, arraigando espontáneo en el puro campo intuitivo; sin olvidar las formas inferiores de contagio y hábito que no carecen de importancia. Pero el presente -recurriendo siempre a la brevedad de la metáfora- ha logrado todo su esplendor por eliminación; los últimos hallazgos del pensamiento no son más que exclusiones. ¿Cómo conectar éstos, que para la ciencia son puntos positivos, con el sentir natural que en el primer intento se extendería por ellos, notándose los vacíos y, por tanto, considerándose manco, disipándose en esta duda, en esta satisfacción?
(...)
No es posible dudarlo: su meta es el límite de la posibilidad del hombre. Tanto los surgidos como leve balbuceo, antes que ninguna forma madura, como los creados por el hombre próximo a la tierra, privado de la sociedad culta, de frente a una cultura admirada u odiada, perseguido o inadvertido por ella; todos, en fin, tienen las medidas de los grandes cánones; todos aspiran, o acaso atentan, a la perfecta norma que lleva al hombre más allá de sí mismo."
SI EL ALCOTÁN ANIDA EN TUS CABELLOS
del libro A la Orilla de un pozo
A María Teresa León
Si el alcotán anida en tus cabellos
y el Nilo azul se esconde en tu garganta,
si ves crecer del zinc la humilde planta
junto a tus senos o a tus ojos bellos,
no cierres el ocaso con los sellos
que el Occidente en tu testuz aguanta:
tiembla ante el cierzo y el nublado espanta.
Si oyes jazmines corre a través de ellos.
Yo sé bien que te escondes donde siguen
los hongos del delirio, impenitentes,
y que al cruzar su senda de delicias
mariposas nocturnas te persiguen,
se abren bajo tus pies simas ardientes
donde lloran cautivas tus caricias.
Concha Méndez
Concha Méndez Cuesta nació en Madrid en 1898. Siendo muy joven comienza a escribir poesía.
Veraneando en San Sebastián, con 19 años, conoce a Luis Buñuel, y, durante cinco años, serán novios. Ese noviazgo, y la amistad con Alberti y Lorca, la unirán al grupo del 27.
Viaja por varios paises, destacando Inglaterra y Argentina. Conoce a Manuel Altolaguirre en 1931, un año más tarde se casan y viven, de 1933 a 1935, en Londres, donde nace su hija Paloma.
Junto con su marido contribuye a la difusión de la obra del grupo del 27, editando colecciones de poesías y revistas como Poesía, Héroe, 1616, y Caballo verde para la poesía. Se exilian tras la guerra civil a Paris, y La Habana, aquí hasta 1943. Un año después llegan a México donde se separan.
Regresa a Madrid en 1966. Sigue residiendo en México hasta su fallecimiento en 1986. En 1991 se publican sus memorias sacadas de unas cintas que había ido grabando.
https://mujeresliteratas.wordpress.com/2018/06/10/concha-mendez-1898-1986/
¡Cómo galopa la sangre!
¡Qué difícil detenerla
para que nos vaya al paso
cuando vive con tal fuerza!
Le he puesto duros bocados;
la he sujetado las riendas;
hay un viento que me puede
y la clava mil espuelas.
¡Yo no sé con este empuje,
yo no sé a dónde me lleva!
El archivo
http://www.residencia.csic.es/expomacm/archivo.html
El Archivo de Manuel Altolaguirre y Concha Méndez comenzó a crearse a partir de su primer exilio en el otoño de 1936, cuando abandonaron su casa en la madrileña calle de Viriato. En el largo peregrinar por Europa durante la guerra, Concha Méndez, acompañada por su hija Paloma, llevó consigo una muestra muy reducida de sus respectivos documentos, dejando tras de sí los productos más evidentes -libros, revistas, cuadros, cartas y manuscritos- de la singular trayectoria que habían trazado como editores y poetas en los años anteriores a la guerra.
De su estancia en La Habana (1939-1943), el período de mayor productividad editorial en el que publicaron revistas literarias como Nuestra España, Espuela de Plata, Atentamente y La Verónica, libros de poesía, teatro, arte, narrativa y ensayo de numerosos intelectuales y artistas españoles y cubanos, se llevaron consigo una pequeña muestra en su traslado a Ciudad de México en 1943.
La separación de Concha Méndez y Manuel Altolaguirre en 1944 marca un punto de inflexión en las trayectorias de ambos. Concha Méndez conservó el archivo familiar que posteriormente trasladó a la casa que construyó en Coyoacán en el número 11 de la calle Tres Cruces. Fue aumentando el archivo hasta su muerte en 1986, con su propia obra, libros, cartas, revistas y numerosos recortes de la prensa mexicana referentes al exilio republicano y a la vida y obra de numerosos artistas e intelectuales. A ello se sumarían, tras la muerte del poeta malagueño en 1959, los documentos que dejan constancia de la labor de Manuel Altolaguirre al frente de la nueva imprenta Isla: diversos proyectos editoriales de corta duración como la nueva revista Litoral, su producción poética y su trabajo en el mundo cinematográfico, actividad que lo ocupó intensamente, en especial a partir de 1950.
Tras la muerte de Concha Méndez, cabe destacar el valioso papel desempeñado por Paloma Altolaguirre en la conservación, difusión y ampliación del Archivo Altolaguirre-Méndez, que con su incorporación al Centro Documental de la Residencia de Estudiantes inicia una nueva vida junto al Archivo de Luis Cernuda o el de Emilio Prados.
Quisiera tener varias sonrisas de recambio
y un vasto repertorio de modos de expresarme.
O bien con la palabra, o bien con la manera,
buscar el hábil gesto que pudiera escudarme…
Y al igual que en el gesto buscar en la mentira
diferentes disfraces, bien vestir el engaño;
y poder, sin conciencia, ir haciendo a las gentes,
con sutil maniobra, la caricia del daño.
Yo quisiera ¡y no puedo! ser como son los otros,
los que pueblan el mundo y se llaman humanos:
siempre el beso en el labio, ocultando los hechos
y al final… el lavarse tan tranquilos las manos.
Aquí está el poema de su colección, Canciones de mar y tierra, llamado, “Por los |
Por altamar me lo llevan, ....La guitarra en la nieve sepultaba a una rosa.... Se la arrancó de las sienes, |
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