El fondo Queneauhttp://www.queneau.fr/Raymond Queneau (Francia, 1903-1976) | ||||||||||||||
Escritor francés, poseedor de un conocimiento enciclopédico. Nació en Le Havre. En 1920 se trasladó a París para estudiar Filosofía y Ciencias. Sus primeras obras están influidas por los surrealistas, y aunque su primera novela, La dificultad, se publicó en 1933 y fue seguida por otras doce novelas y varias colecciones de poesía, Queneau no obtuvo un reconocimiento amplio hasta la publicación de sus Ejercicios de estilo (1949), donde repite una y otra vez la misma anécdota valiéndose de las posibilidades casi ilimitadas de la lengua hablada, y de la novela Zazie en el metro (1959). En 1954 dirigió la Enciclopedia La Pléyade y en 1960 fue cofundador del OULIPO (Ouvroir de Littérature Potentielle: Taller de Literatura Potencial), cuyos miembros se propusieron estudiar científicamente las limitaciones de la creación literaria. Tres son sus principales innovaciones literarias: la prioridad de la estructura sobre la forma y el contenido, que denuncia las convenciones de la novela; el uso de un neofrancés para reproducir en ortografía fonética el verdadero sonido de las palabras; y el concepto de verso-novela, reflejado en Roble y perro(1937). La ironía de Queneau, uno de los principales exponentes franceses de la crisis y la experimentación con el lenguaje durante el siglo XX, se pone de manifiesto en las novelas Un duro invierno (1939), Mi amigo Pierrot (1942), Las flores azules (1965), San Ginglin (1948); la colección de poesía Si tu t'imagines (1952), Pequeña cosmogonía portátil (1950) y los ensayos Bâtons, chiffres, et lettres (1950). © M.E.
El vuelo de Ícaro (fragmento)
"El pálido amanecer envolvía con su manto gris perla los árboles del Bois de Boulogne y su rocío. Cinco coches de punto procedentes de los cuatro confines del horizonte hacían retumbar de manera siniestra ora el pavimento, ora el asfalto, ora incluso el simple fango. Los coches de punto traían a hombres vestidos de negro, graves como sobrecitos de antipirina y, en cuanto dichos coches de punto se detuvieron, los hombres de negro descendieron. Eran diecisiete: cuatro duelistas, ocho testigos, un médico y cuatro periodistas. He aquí que se ponen a jugar a cara o cruz, a pesar de que no se pueden permitir tirar el dinero ni el tiempo. Si lo hacen es para decidir el primer duelo. Porque, aunque hay cuatro duelistas, habrá tres duelos y no dos como sería lícito suponer. Uno de esos caballeros se batirá sucesivamente contra los otros tres. No se ha visto jamás cosa igual desde el tiempo de Richelieu, lo cual explica la presencia de periodistas. Hubert debe batirse primero con Jean. Un pálido rayo de sol intenta atravesar las nubes, no lo consigue. Hubert, más hábil, le hace un rasguño a Jean a quien le parece que duele, pero no dice gran cosa. Se pasa al segundo duelo, Jacques recibe una estocada, ha sido un buen golpe en el estómago, el médico lo cose someramente en espera de mejor ocasión. Se pregunta a Hubert si está cansado. En absoluto. Los periodistas toman buena nota. Ahora es Surget quien esgrime el hierro, pero su adversario es de acero y Surget muerde el césped, tan dolorosa le resulta la estocada que acaba de recibir. También se lo llevan. Los periodistas regresan a sus gacetillas. Hubert vuelve a su casa. El sol ha conseguido por fin atravesar el manto de nubes que lo obnubilaban. Los adversarios no se han reconciliado. "
Obras completas de Sally Mara (fragmento)
"Una hora después, he logrado meter a Joël en el taxi con ayuda de Mrs. Killarney. Le he preguntado si venía. —No, gracias. Eso es para los jóvenes. Ha cerrado de un portazo y le he dado al chófer la dirección de los Mac Adam. Le he pedido que se detuviera delante de la casa de tía Patricia para aprovechar una vez más sus comodidades, ya que me sentía cada vez más emocionada. Cuando he bajado, Joël y el chófer habían desaparecido. Los he sacado de un pub cercano, no sin antes haber absorbido tres güisquis para armarme de valor, y hemos llegado a nuestro destino con dos horas de retraso. Yo he pagado el taxi con mis últimos feoirlins. Nos han recibido con una ovación formidable. Joël no ha tardado en desaparecer por el lado de las botellas, mientras que mis amigas, entonces he constatado que no me faltaban, me abrumaban con preguntas, besos y cumplidos. Me sentía muy intimidada pese a los güisquis y he advertido que era la única que no se había puesto polvos ni pintado los labios. Incluso Ignatia llevaba las uñas de rojo. Cuando el entusiasmo suscitado por nuestra llegada se ha calmado un poco, alguien ha puesto un disco en el fonógrafo y algunas parejas se han puesto a bailar. Era una mazurca, justo lo que yo había aprendido: un glissé, un coupé arriba, un fouetté, un glissé, un coupé arriba, un jeté, seis tiempos y ocho movimientos. Con el gaznate seco, el corazón batiendo y la lengua como cuero, me preguntaba si iban a invitarme. Y me ha invitado, aunque no de inmediato, un muchacho al que nunca había visto. Cuando me ha puesto el brazo en la cintura y he sentido su mano en el hueco de la espalda, mi emoción ha sido tan intensa que he estado a punto de desmayarme. Unos relámpagos me surcaban la columna vertebral, mis ojos espejeaban, una bola de fuego me asaba las intimidades. He empezado con algunos pasos de galope de la cuadrilla de lanceros. No hemos tardado en tropezar, pero mi caballero (¡oh!) me ha estrechado más fuerte para impedir que me cayera. De repente los entresijos de mi ser se han humedecido y, echando la cabeza hacia atrás, casi he puesto los ojos del revés, mientras mis extraviados pies, intentando en vano encontrar el enésimo movimiento del compás equis, sólo daban con los magullados dedos de los pies de mi caballero (¡oh!). —Agota, ¿eh? —me ha preguntado amablemente. —¡Aaaah! —he dicho. —¿No le gustaría un glass para reponerse? —me ha propuesto. —Buena idea —he respondido. Me ha soltado y, cogiéndome por el codo (como a una novia, ¡oh!), me ha conducido al bufé. Abel servía. He pedido un güisqui y mi caballero (¡oh!) otro. Tras haberse soplado una fracción notable del vaso, me ha preguntado: —¿Usted es la hija del vampiro? —Parece. —Mi nombre es Steve. —El mío Sally. —Nunca la había visto aquí. —Quizá no. —Bhfuil tü ag foghluim na Gaedhilge? —Táim le tamall. —¿Con Padraic Baoghal? —Parece. —Yo también. Me tomará como alumno en el lugar de Barnabé Pudge. ¿Le conoce? —¡Si lo conozco! ¿El ferretero? —Es un oficio —ha dicho Steve. —¿Y usted qué hace? —Vampirólogo. Me gustaría que me dijera algo de su papá, pues estoy ansioso de detalles inéditos y su padre se ha labrado una bonita carrera en la actividad que he adoptado como objeto de mi erudición. —¡Que le den por el culo! —le he respondido. —¿Perdón? —¡Le he dicho que le den por el culo! —¡Señorita! Se ha inclinado graciosamente y se ha alejado. Me he quedado un instante sola. Abel, que servía copas por doquier, me ha propuesto llenarme el vaso, lo que he aceptado enseguida. He observado que se mantenía a una respetuosa distancia. —¿Me tiene miedo? —le he preguntado animada por cierto calor interno debido probablemente al güisqui. Ha farfullado algunas palabras con la botella en la mano. Me he acercado a él. —¿Quién es ese asqueroso? Le he mostrado al llamado Steve, con el dedo. —Un amigo de Patricia. Un estudiante de vampirología. —¿Es por eso que le intereso? —Yo… eh… no lo sé. He pensado que había llegado el momento de flirtear. Con el que fuera, me daba igual. ¿Y por qué no con ese Abel a quien apenas conocía? En ese momento he intentado recordar algo: ¿dónde lo había visto la última vez? Estábamos sentados el uno al lado del otro, si no recuerdo mal, pero ¿dónde? No podía dar con ello. Así, pues, he continuado: —¿Y a usted no le intereso? —Sí… sí… mucho. —No sólo papá es interesante, ¿no cree? —Sí… sí… claro. Acababan de poner otro disco, era un boston. Me encanta el boston. Creo que me gusta tanto como los arenques al jengibre, y la idea de bailarlo con un señor de un físico agradable me ha herido la médula espinal hasta el punto de que no he podido dominar mis palabras, pese a saber que llevaba el flirt más allá de los límites permitidos. —¿Bailamos esto? —le he propuesto a Abel. Lanza a su alrededor la mirada del hombre que se está ahogando, luego, no viendo llegar ningún auxilio, coloca la botella en la mesa y, enlazándome, arrancamos. Yo había comprendido que era tímido. Efectivamente, me pisaba fluidamente los pies. A fin de darle confianza, me he apretado contra él, muy fuerte, y no he tardado en recordar las circunstancias en que lo había contactado la primera vez: ¡claro! ¡En el último té de la señora Baoghal! " Odile (fragmento) "Pasé otra vez frente al hotel. A la tercera entré. Odile no estaba. No vi en la cara de la dueña ningún indicio de suspicacia: no era nada raro que estuviera fuera. Me fui. Eran cerca de las ocho. Por el bulevar caminaba gente en cantidad indefinida. Me senté en un banco, abrumado por mi impotencia; a mi alrededor la gente se agitaba en cantidad indefinida. Miraba aquellas caras como para distraerme. De vez en cuando pensaba vagamente en ese grave asunto de la adhesión al partido comunista y de la reunión que debía celebrarse aquella misma noche. Odile debía estar en el hospital, claro. En un café tan pequeño como el Marcel, dos o tres disparos de revólver debían haber sonado como cañonazos. Me silbaban los oídos. Sentí hambre. Entré en el primer restaurante que vi y comí hasta que no pude más. Tuve a bien beber un aguardiente. No me sentía con fuerzas para ir a la reunión del Boulevard Beaumarchais; me habría ido a casa pero temía que me estuviera esperando algún policía. No tenía nada que ver con aquel asesinato; esa idiota de Alice me había metido miedo. Así pues, me fui al cinematógrafo a ver alguna película de risa. Hacia medianoche, pasé otra vez por el hotel de Odile; no supieron decirme nada muy concreto. Seguí mi camino y vi que el café Marcel seguía cerrado. Me compré un tubo de Gardenal en una farmacia de guardia. En mi hotel no me esperaba nada especial. Al día siguiente me desperté hacia las once y telefoneé; esta vez, me respondieron con suspicacia. También mi hotelero hizo algunas alusiones al incidente de la víspera. Salí. En lo alto de las escalinatas de la Place de la Bourse se escuchaban los mismos ladridos de siempre. Compré Paris-Midi, Tesson había muerto. No decían nada de Odile. Un artículo exigía que se limpiara la capital y emitía juicios muy severos contra los bribones con debilidad por las pistolas. No decían nada de Odile. Louis Tesson había muerto en el hospital. ¿Pero cómo atreverme a aparecer en ese hospital? Pasé otra vez por el hotel de Odile y fui mal recibido. Por la noche leí en el periódico que habían detenido a S… el mecánico amigo mío del regimiento; estaban haciendo limpieza. El segundo fue un día vacío, penoso, agobiante. Ya ni pensaba en los grandes problemas dialécticos e inconscientes, ni siquiera en buscar el modo de colmar mi soledad en la Place de la République, había olvidado a Saxel, Anglarés y compañía. Creo que aquel día incluso lloré. " Un duro invierno (fragmento) "Esperaron el tranvía un largo rato, luego entraron en el bosque. Caminaron entre los árboles de sílex y bajo sus pires se fragmentaban hasta convertirse en polvo hojas grises y metálicas. Hacía mucho frío. - ¿No tienes demasiado frío? -preguntó Lehameau. - Oh no. Cuando estoy con usted me da calor. - ¿Es verdad? -preguntó Lehameau riendo-. Yo también, sabes -añadió entonces muy serio-, cuando tu estas conmigo, ya no pienso en el frío, en la dureza del tiempo. - ¿Es usted desgraciado, señor Bernard? - ¿Yo? No. ¿Por qué piensas que puedo ser desgraciado? No soy desgraciado. No soy feliz, no es lo mismo. Pero tampoco busco ser feliz. Pero tú eres aún demasiado pequeña, demasiado joven, para entenderlo. " OulipoMiembros
Los miembros de Oulipo siguen considerándose como tales aún después de su fallecimiento. Los miembros fundadores, de los cuales solo sigue con vida Jacques Duchateau, nacido en 1929, son los siguientes:3
La lista de los demás miembros hasta 2014 es la siguiente (entre paréntesis se indican sus años de ingreso):3
Tras la muerte del presidente fundador François Le Lionnais, la presidencia del grupo fue asumida por Noël Arnaud hasta su muerte en 2003. Desde el 12 de mayo de 2003, el presidente es Paul Fournel, quien había sido hasta ese año «Secretario provisionalmente definitivo» del grupo. Marcel Bénabou es «Secretario provisionalmente definitivo» desde 1971
Ouvroir de littérature policière potentielle (OU.LI.PO.PO.) o Taller de literatura policial potencial, es un grupo de investigación creado el 23 de agosto de 1973 bajo la inspiración de François Le Lionnais,1 y sobre el modelo de Oulipo.Queneau, G. Perec, I. Calvino y otros
Oulipo. Ejercicios de literatura potencial(Caja Negra)
Traducción de Ezequiel Alemian Historia de OulipoFue en el otoño de 1960 cuando se formó un pequeño grupo de amantes de las letras, que se llamó por primera vez el Seminario de Literatura Experimental(abreviado Sélitex), antes de recibir el nombre de Ouvroir de Littérature. Potencial(abreviado Oulipo). ¿La ocasión de este nacimiento? Una década en septiembre de 1960 en el Château de Cerisy-la-Salle, titulada Una nueva defensa e ilustración de la lengua francesa.Y dedicado a la obra de Raymond Queneau. ¿El contexto histórico? Un momento marcado por el cuestionamiento, en la literatura, de una doble serie de ilusiones: las del surrealismo y las del compromiso de tipo sartreano. El proyecto de Oulipas dedica la ruptura con estas ilusiones. La carta fue establecida por Raymond Queneau desde el principio: "Llamamos a la literatura potencial la búsqueda de nuevas formas y estructuras que los escritores pueden utilizar de la forma que deseen". Bajo el liderazgo de sus dos fundadores, Raymond Queneau y su cómplice intelectual François Le Lionnais, el grupo reúne una serie de personajes tan marginales como inventivos: Noël Arnaud, Jacques Bens, Claude Berge, Andre Blavier, Paul Braffort, Jacques Duchateau, Latis , Jean Lescure, Jean Queval, Albert-Marie Schmidt, a quienes pronto se les agregará Stanley Chapman, Ross Chambers (1961) y Marcel Duchamp (1962). Amigos, admiradores o comentaristas de Queneau, tienen la distinción de ser o bien, como Le Lionnais, Berge o Braffort, matemáticos fuertemente atraídos por la literatura o, como el mismo Queneau, escritores que desean acentuar los vínculos de la literatura. con las matematicas. Gracias al ardor y diligencia de uno y otro, Se niega desde el principio a darse a sí mismo la etiqueta del movimiento literario. Nada que hacer, entonces, con estas supuestas vanguardias que periódicamente vienen a imponer sus dogmas pretendiendo hacer una barrida limpia del pasado; Queneau tenía algunas razones personales para sospechar de este tipo de movimiento, que se dirige bastante rápido a la secta antes de sumergirse en la disputa o los trucos. El nuevo grupo marca su distancia de lo que en ese momento se llamaba literatura aleatoria (especialmente alrededor de Max Bense en Stuttgart), y esta desconfianza del azar seguirá siendo uno de sus rasgos distintivos. Estas hipotecas se levantaron, una definición más positiva del proyecto está emergiendo. Modelo retenido: Bourbaki, esta pequeña banda de personas normales que, en los años treinta, se había comprometido a dar una "base sólida" a las matemáticas. De hecho, al menos tres rasgos son similares a los de Oulipiens y Bourbakistes: - la naturaleza colectiva de su trabajo; - el deseo de abarcar en su totalidad un campo dado (matemático para Bourbaki, literario para el Oulipo); - el uso de una herramienta estratégica privilegiada (para Bourbaki, el método axiomático, para Oulipo, la restricción). El proyecto de la sala de trabajo consistirá en un intento de explorar metódicamente, sistemáticamente, las potencialidades de la literatura, o más generalmente del lenguaje. Para llevar a cabo esta exploración, el Oulipo asigna dos tipos de tareas: Inventar nuevas estructuras, formas o restricciones que permitan la producción de obras originales. Trabaje en trabajos literarios pasados para encontrar rastros, a veces obvios, a veces más difíciles de detectar, el uso de estructuras, formas o restricciones. En el corazón del enfoque de Oulipian se instaló muy pronto la noción de restricción y la paradoja de la que es portadora: lejos de bloquear la imaginación, sus requisitos arbitrarios la despiertan, la estimulan y le permiten ignorar a todas las demás. Restricciones no lingüísticas que escapan al control. Es en fidelidad a estos principios simples que los padres fundadores del Oulipo trabajaron pacientemente y de manera artesanal. Construyeron la base sobre la cual descansa todo el edificio, y a la que le debe en parte su popularidad y su notable longevidad. Para hacer frente a la desaparición gradual de los padres fundadores, Ouvroir tenía la preocupación de expandirse, incluso si el ritmo de esta ampliación ha mantenido una lentitud muy sabia. Comenzó solo en 1966, con la llamada de Queneau al poeta-matemático Jacques Roubaud, perfecta encarnación de los janos de Oulipia. En el núcleo de los fundadores se unieron, por cooptaciones sucesivas, nuevos miembros. Por orden de entrada: Jacques Roubaud (1966), Georges Perec (1967), Marcel Bénabou, Luc Etienne (1970), Paul Fournel (1971), Harry Mathews, Italo Calvino (1973), Michèle Métail (1975), François Caradec, Jacques Jouet (1983), Pierre Rosenstiehl, Herve Le Tellier (1992), Oskar Pastior (1994), Michelle Grangaud, Bernard Cerquiglini (1995), Ian Monk (1998), Olivier Salon, Anne Garreta (2000), Valerie Beaudouin (2003), Estas son personalidades muy diferentes (hombres o mujeres, jóvenes o viejos, franceses o extranjeros, escritores o matemáticos, conocidos o desconocidos), pero unidos por algunos rasgos comunes: el interés por escribir bajo el estrés, el gusto Compartir y convivencia, alguna forma de humor. Gracias a la integración de estos nuevos miembros, el grupo, ahora liberado de su discreción inicial, ha podido avanzar en la realización de al menos parte de su ambicioso programa, tanto en términos de creación como de becas. Se han tomado prestadas varias pistas, se han abierto nuevos sitios, como lo demuestran las publicaciones del grupo múltiple de varios editores (Gallimard, Larousse, Threshold, Astral Beaver, Thousand y One Nights) y los numerosos folletos. de la biblioteca oulipiana(más de 220 hasta ahora), donde los oulipians, individual o colectivamente, presentan sus nuevos logros. A veces, se ha esbozado el esbozo de una especie de "división del trabajo", sin que se cuestione el principio fundamental de compartir: es esta dialéctica sutil, hecha de invención individual y de efervescencia colectiva, que ha permitido a los oulipians cultivar casi todos los campos potenciales en el vasto dominio del lenguaje. Como resultado de esta serie de ampliaciones, el estado público de Oulipo ha cambiado considerablemente. cuyos signos más visibles son: - la multiplicación de ensayos y trabajos académicos, franceses o extranjeros, en el grupo, así como las traducciones de todo o parte de los trabajos de oulipiens; - la creciente frecuencia, en la crítica, de referencias al enfoque oulipiano de la actividad literaria; - asistencia a las actividades públicas del grupo, incluidas sesiones de lectura mensuales en el gran auditorio de la Biblioteca Nacional; - el florecimiento de asociaciones directamente inspiradas en el modelo de Oulipian - por último, el recurso masivo a los ejercicios oulipiens, tanto en los "talleres de escritura" como en los manuales de enseñanza del francés, desde la guardería hasta la universidad.
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Raymond Queneau: biografía corta, fechas, citas
BIOGRAFÍA DE RAYMOND QUENEAU - El escritor francés Raymond Queneau nació el 21 de febrero de 1903 en Le Havre (Francia). Murió el 25 de octubre de 1976 en París (Francia). Es el autor de Zazie en el metro.
Breve biografía de Raymond Queneau : Raymond Queneau aparece como un novelista y poeta fantástico que ha combinado las matemáticas y la literatura para crear obras especialmente divertidas y originales. Su ilimitada curiosidad y sed de conocimiento le permitieron multiplicar las actividades artísticas. También es uno de los principales fundadores del famoso grupo Oulipo.
Infancia y estudios
Nacido en Le Havre el 21 de febrero de 1904, Raymond Queneau creció en un hogar católico relativamente modesto. Como hijo único, descubrió rápidamente una pasión por la lectura y las matemáticas . Seguirá su educación en Le Havre hasta que se gradúe.
Queneau es un ingenio rápido que siente la necesidad de alimentarse de la cultura y la reflexión. Sus padres lo apoyan cuando decide continuar sus estudios en París en 1920. Estudió primera filosofía en la Sorbona y luego tomará cursos de matemáticas. Su carrera lo lleva a codearse con miembros del movimiento surrealista , como Philippe Soupault o Michel Leiris. En 1924, después de completar su servicio militar, formó con André Breton , Jacques Prévert , Yves Tanguy y Marcel Duhamel el grupo de la rue du Château.
Un joven escritor en busca de sí mismo.
Escribe sus primeros textos con sus amigos y participa en todo su trabajo. En 1928 se casó con Janine Kahn, la cuñada de André Breton . Pero poco a poco, se da cuenta de que las consideraciones surrealistas no le permiten profundizar en su arte de escribir. Rompió todas las relaciones con André Breton en 1929, luego gradualmente con el resto del grupo.
Raymond Queneau experimenta un período de inestabilidad profesional. Los pocos intercambios que intenta no le convienen. Decide buscar en la Biblioteca Nacional "tontos literarios". Recolectará el fruto de su trabajo en la Enciclopedia de Ciencias Inexactas , que no podrá publicar. Luego sigue varios psicoanálisis.
La publicación de su primera novela.
Después de una estancia refrescante en Grecia, Queneau publica su primera novela, Chiendent , en 1933 . Este primer trabajo, divertido y pesimista, define claramente el estilo particular e innovador de su autor. Queneau considera el lenguaje y la literatura como un campo de juego y un experimento . Sin descuidar el interés del lector, estructura los párrafos y eventos de la historia de acuerdo con una lógica matemática rigurosa. Con humor e ingenio, también le gusta confrontar el lenguaje escrito y el lenguaje oral, alterando las reglas de sintaxis.
Después de un cierto éxito con los críticos, que lo recompensaron con el premio Deux-Magots, Queneau continuó publicando hasta su muerte. En 1937, a pesar de su discreción y modestia, publicó Chêne et chien , una "novela en verso" autobiográfica.
Un artista "toca todo"
Queneau abandona su Enciclopedia de Ciencias Inexactas y Retrabajo. Hizo una novela, Les Enfants du Limon , que logró publicar en 1938. Su creciente reputación en los círculos literarios de París le valió un puesto de traductor y editor en Éditions Gallimard. Aprovecha esta posición para difundir la literatura angloamericana.
Durante el primer año de la guerra, fue movilizado brevemente en Vendée . Él y su familia se refugian en el Limousin , en la pintora Élie Lascaux. Sin embargo, va regularmente a París para continuar su trabajo. En 1941, se convirtió en secretario general de Éditions Gallimard . Apasionado por todo, Queneau incluso difunde sus campos de actividad al periodismo y especialmente a la radio alrededor de 1945. Escritor inagotable, persigue sus producciones literarias al mismo tiempo ( Pierrot, mi amigo Ziaux, Lejos de Rueil ... )
A partir de 1946, frecuenta los cafés de artistas de Saint-Germain-des-Prés. Allí conoce a Boris Vian , con quien comparte una profunda amistad. A fuerza de codearse con artistas de todo tipo, Queneau descubre una pasión por el gouache e incluso presentará una exposición de sus pinturas. También es durante este período que escribirá Si te imaginas , interpretado con éxito por la cantante Juliette Gréco.
Reconocimiento del público en general.
En 1947, Queneau publicó Ejercicios de estilo , su primer éxito con el público en general . Con mucha inventiva y humor, organiza un incidente insignificante en el corazón de París y luego lo cuenta noventa y nueve veces utilizando noventa y nueve estilos o procesos diferentes. Lejos de ser aburrido o aburrido, el trabajo despierta la risa y el sabor del juego.
Su gran curiosidad por todas las disciplinas lo llevó a integrarse, al año siguiente, a la Sociedad Matemática de Francia, luego al Colegio de Patafísica , donde continuó su investigación y sus experiencias literarias. A pesar del éxito de sus publicaciones, encontró dificultades financieras que finalmente se resolverán cuando tome la dirección de la Enciclopedia de la Pléiade, a partir de 1954 .
La publicación en 1959 de Zazie en el metro verdaderamente dedica su carrera como escritor. En medio de un universo en turno, pone en escena a una joven que se marcha al descubrimiento de París. Ella se encuentra con personajes tan fantasiosos como el otro. Queneau hace malabarismos aquí con la jerga, las situaciones delirantes y los juegos de palabras para ofrecer una lectura más placentera y le hará ganar el precio del humor negro.
El fundador de Oulipo.
Para profundizar su investigación experimental sobre el lenguaje, Queneau fundó en compañía de François Lionnais, el grupo de Oulipo (1960). Cada una trata de combinar la lógica matemática con la creación literaria. Así nacerán cien mil millones de poemas . Este trabajo poético requiere la participación del lector, que debe combinar los versos de diferentes sonetos entre sí para crear un número infinito de poemas.
Un final de carrera rico en producción.
En 1965, Queneau publicó Blue Flowers , una novela burlesca y engañosa rica en juegos de palabras y referencias implícitas. También está trabajando en una trilogía poética: correr las calles, batir el campo, dividir las olas . Publicará su última novela, El vuelo de Ícaro , en 1968.
En 1972, se vio muy afectado por la muerte de su esposa , hasta el punto de interrumpir cualquier actividad durante algún tiempo. Su salud se está deteriorando, debe seguir una dieta estricta. Su último libro está dedicado a las matemáticas ( Morale élémentaire ).
Sale el 25 de octubre de 1976 . Considerado un gran mistificador de la literatura , Queneau pudo ofrecer obras ricas en humor y profundidad. Este erudito del siglo veinte ha dado nueva vida a su arte al combinar la aritmética con sus talentos creativos.
RAYMOND QUENEAU: FECHAS CLAVE
Queneau, R. (1933): Le Chiendent. París: Gallimard, 1981. Col. Folio, 588.
— (1939): Un Rude hiver. París: Gallimard, 1982. Col. L’Imaginaire, 1.
— (1944): Loin de Rueil. París: Gallimard, 1978. Col. Folio, 849.
— (1945): Pierrot mon ami. París: Gallimard, 1981. Col. Folio, 226.
— (1948): Saint Glinglin. París: Gallimard, 1982. Col. L’Imaginaire, 78.
— (1952): Le Dimanche de la vie. París: Gallimard, 1981. Col. Folio, 442.
— (1959): Zazie dans le métro. París: Gallimard, 1977. Col. Folio, 103.
— (1962a): Entretiens avec Georges Charbonnier. París: Gallimard. Col. NRF.
— (1962b): Les Œuvres complètes de Sally Mara. París: Gallimard, 1981. Col. L’Imaginaire, 48: Journal Intime, pp. 11-190; On est toujours trop bon avec les femmes, pp. 191-344.
— (1965a): Bâtons, chiffres et lettres. Édition revue et augmentée. París: Gallimard, 1980.
— (1973): Le voyage en Grèce. París Gallimard, 1987. Col. NRF. [reúne varios artículos aparecidos en diversas revistas entre 1930 y 1940).
— (1989): Œuvres complètes I. París: Gallimard. Col.
— (1996): Journaux 1914-1965. París: Gallimard. Édition établie, présentée et anotée par A. I. Queneau. [incluye el Journal 1939-1940aparecido en 1986].
MAESTROS Y LECTURAS DE QUENEAU[1]
Rodrigo López Carrillo
(Universidad de Granada)
El arte de combinar fragmentosprácticas hipertextuales en la literatura oulipiana (Raymond Queneau, Georges Perec, Italo Calvino, Jacques Roubaud)https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=59212&orden=0&info=linkQueneau, antólogo de locos
Para Raymond Queneau (1903-1976), sin embargo, la experiencia del mundo exterior no es una mera estampación de lo visto por sus personajes. En Los últimos días (novela más convencional que sus arriesgados experimentos estructurales en la órbita del OuLiPo), un grupo de personajes divaga y deambula por el París eterno del Barrio Latino, los bistrós y la Sorbona. Aquí, los personajes son observadores y observados, principales y secundarios a un tiempo, de tal manera que en ese tablero complejísimo de sus idas y venidas está la clave para entender un universo en apariencia cambiante pero que no deja de ser un bulevar que repite cada tarde los mismos paseos, conversaciones y rostros.
Queneau poetiza París a través del pespunte de los pasos perdidos de sus personajes, que mientras se deshacen en una ciudad que malbarata sus días van tejiendo a la vez la biografía de los otros como si sólo al ser observados tuviesen una entidad definida, una existencia digna de vivirse.
El arte de la contemplación del mundo alcanza su apogeo en Tierno bárbaro (1973), brillante ejercicio de estilo con el que el checo Bohumil Hrabal (1914-1997) honra, en una escritura trufada de lirismo y ensoñaciones de carácter surreal, la memoria del pintor y poeta Vladimir Boudník, amigo personal del autor. En una ciudad ocupada por el ejército soviético tras el fracaso de la Primavera praguense, mediante el empleo de una primera persona nunca omnisciente pero sí dueña de una conciencia interpretadora de lo real, Hrabal describe las andanzas con su amigo entre visitas a cervecerías, conversaciones sobre arte o anécdotas extravagantes y mundanas.
Raymond Queneau:Un inventario preliminar de su colección en la colección de manuscritos del Centro de Investigación de Humanidades Harry RansomHIERBA DE BRUJA POR RAYMOND QUENEAULuis Buñuel y Raymond Queneau
Buñuel trabajó con distintos escritores franceses a la hora de adaptar sus novelas, aunque ninguno de la talla de Raymond Queneau. De hecho, no trató de adaptar ninguna de sus obras (por otro lado, difícilmente adaptables, a pesar del notable trabajo de Louis Malles con Zazie en el metro). Con todo, la historia de esta colaboración es la historia de una frustración, pues no pudo fructificar en guion que ambos, seguramente, hubiesen deseado para La muerte en este jardín (1956), basada a su vez en una novela del belga José-André Lacour.
No obstante, la dimensión adquirida por la adaptación de Malle ha eclipsado sus otras colaboraciones, por lo que la que la relación entre Buñuel y Queneau es un episodio enigmático de sus biografías. Y ello a pesar de que Queneau formó parte del grupo de los surrealistas en los inicios (era uno de esos “estupendos” surrealistas que Dalí le comentaba a Buñuel)[1], separándose del mismo (o, mejor dicho, de su cuñado André Breton, por razones estrictamente personales, según aquél) en 1929, cinco años después de su ingreso, aunque su participación en el grupo fue intensa y constante.[2]
La reciente publicación de un trabajo del especialista en Queneau, Dominique Charnay, arroja cierta luz a esta confusa relación. Hasta, ahora, lo que sabíamos sobre la opinión del escritor francés sobre Buñuel procedía de sus diarios.[3] Así, consideraba buena pero un poco aburrida Robinsón Crusoe, aunque veía en él un ejemplo de pre-marxismo (sic). La idea de aburrimiento preside también su colaboración en La muerte en este jardín.[4] Fue después de su exitosa colaboración con René Clément (por cierto, uno de los cineastas que más admiraba Buñuel), en Monsieur Ripois (1954) cuando Óscar Dancigers le contrata para adaptar la novela de Lacour, junto con Luis Alcoriza y el propio Buñuel. El trabajo se desarrolló en París durante el otoño de 1955 y en diciembre Queneau se reúne con Buñuel y Alcoriza en México para reescribir los diálogos que no gustan al director.
La estancia de Queneau en México duró un mes y poco más, primero trabajando en solitario, y luego con Gabriel Arout, dialoguista que le fue impuesto por la producción, y cuyas relaciones no fueron precisamente plácidas. A pesar de que parece ser que de los diálogos de Queneau no queda casi nada,[5] el escritor consideró excelente la puesta en escena y extraordinaria la plástica del film, indicando que el diálogo “parece mejorado”.[6]
De este viaje y estancia en México podemos destacar que fue una especie de pesadilla. Y ello a partir del diario de quince páginas que Queneau escribió en un cuaderno de bolsillo al que ha tenido acceso Charnay.[7] Las razones de este malestar son múltiples, pero no hay duda de que, independientemente de la calidad que cada uno pueda percibir en la película, La muerte en este jardín podría haber sido una colaboración de dos artistas mayores, cada uno en su ámbito, cosa que no ha ocurrido nunca en la filmografía de Buñuel. Me refiero al encuentro con un gran novelista (es decir, Dalí a parte). Seguramente el carácter egocéntrico y celoso de Buñuel fue uno de los principales impedimentos de esta colaboración, evitando así las conjeturas críticas sobre hasta qué punto la película podría haber sido buñueliana o queneauniana.
He aquí algunos extractos de lo que ese cuaderno de bolsillo contiene:[8]
“Lunes, 25 de octubre. Durante ocho días he estado trabajando con Buñuel. Antes: un mes con Alcoriza. Decir "trabajar con" es muy ambicioso. Es obvio que Buñuel encuentra mi contribución casi sin importancia. También es cierto que piensa lo mismo sobre Alcoriza. En cualquier caso, ha desechado todo lo que habíamos hecho. Se trata de coser (reconstruir). A decir verdad, es mucho más divertido trabajar con Buñuel que con Alcoriza: Buñuel es menos perezoso y asume sus responsabilidades, algo que, obviamente, Alcoriza no podía hacer. Buñuel está lleno de ideas, inventa continuamente, es mejor tener lo malo que nada. No le importan muchas cosas. Este es otro tipo de "cineasta" distinto de Clément. Está dispuesto a todo si puede incluir dos o tres cosas que le agraden.” Es curiosa falta de acritud hacia quien ha rechazado las aportaciones de un reconocido escritor como Queneau. Quizás se conformó con participar, aun a riesgo de que sus aportaciones fuesen mínimas, en un proyecto de un director al que admiraba, desde su etapa en el grupo surrealista. Pero al mismo tiempo sorprende que incida ese je-m’en-foutismebuñueliano, pues parece dar a entender que Buñuel tampoco le preocupase no poder dirigir un guion mayormente suyo. Esta afirmación puede ser válida para Gran Casino, pero no parece valer para La muerte en este jardín.
Más adelante, después de una reunión con uno de los coproductores, afirma: “No hablé mucho sobre Buñuel. Sin embargo, es uno de los tipos más notables que he encontrado. Su sadomasoquismo es profundamente humano, es decir, es bueno”. Sin duda, se trata de una muy atinada definición del calandino.
Sigamos: “Buñuel me ha prohibido formalmente el turismo. Tengo que trabajar. No se trata de divertirse. Eso es todo: hasta ahora todo lo que conozco de México es el aeropuerto y el hotel Genève. En cualquier caso, con un viaje como este, habría tardado ocho días en recuperarme. Es cierto que ni siquiera puedo dormir. Aunque lo hago, hace casi dos días que no duermo, bueno, aunque sea un poco (pero los sillones no son lo suficientemente grandes para mí, sigo prefiriendo sentarme) … Encontrarse a una altitud de 4000 metros comiendo salmón sobre Alabama es absurdo y sin valor.”
En cuanto al hotel, “una especie de castillo, muy adecuado para la comodidad”, está “estricta y únicamente frecuentado por los estadounidenses (turistas de 60 a 110 años).” Lo que no deja de tener consecuencias. Tanto es así que volverá a hablar de él en el diario: “El comedor es repugnante. No por americanofobia, al contrario. Así… enseñan a evitar el agua, las ensaladas, las verduras, etc. debido a las amebas. De hecho, dos veces tuve fiebre por haber comido un poco al azar. Madame Buñuel lava sus pollos con jabón.” Es decir, Queneau, a quien no le gustan los viajes largos en avión, se encuentra en las antípodas de su hogar, en “la ciudad más fea del mundo”, donde “no se trata de hacer turismo”, sino solo para trabajar en unos diálogos de encargo y en un hotel para estadounidenses retirados cuya cocina le repugna.
Pero, ¿qué hay de la redacción del guion? La verdad es que es difícil poder delimitar con precisión la participación de Queneau a través de este corto diario. Aun así, aparecen algunas indicaciones relevantes, al menos para conocer el grado de aprobación del francés con el resultado de la película. Y este fue, como se ha indicado, bastante elevado, sin que le influyera el nefasto contexto que le acompañó en sus días mexicanos. Volviendo al diario, hay que destacar que el 13 de enero de 1956 se produjo una lectura de la primera mitad del guion en casa de Alcoriza con la presencia de Dancigers y Buñuel. El productor expresó más su entusiasmo que el propio Buñuel y le propuso quedarse ocho días más en México para terminarlo y revisarlo de acuerdo con Buñuel. Es decir, la participación de Queneau estaba considerada como primordial.
Queneau aceptó porque prefería acabar el trabajo en México y no en París. Además, conoce a Octavio Paz días antes, quien le cambia (ligeramente) la imagen tan negativa que sobre el país azteca tenía. Con todo, el 15 de enero escribió: “Sigo aburriéndome y, sobre todo, trabajando.” Y comenta que el trabajo que han hecho Buñuel y Alcoriza es “excelente y todo lo que acontece en el bosque es original.” Finalmente, volvió a Francia dos días más tarde de lo previsto, con el trabajo terminado y supervisado por Buñuel.
Parece ser que Buñuel no quedó plenamente satisfecho con el guion: “Recuerdo sobre todo los dramáticos problemas de guion, que es lo peor de todo. No conseguía resolverlos. A menudo, me levantaba a las dos de la madrugada para escribir durante la noche escenas que, al amanecer, le daba a Gabriel Arout para que corrigiese mi francés. Debía rodarlas durante el día. Raymond Queneau vino a pasar quince días en México para intentar —en vano— ayudarme a resolver la situación. Recuerdo su humor, su delicadeza. Nunca decía: “Eso no me gusta, no es bueno”, sino que comenzaba siempre sus frases con un: “Me pregunto si...”[9]Buñuel reduce a más de la mitad la estancia de Queneau, lo que añade más confusión al asunto.
Otras fuentes de interés son las entrevistas con José de la Colina y Tomás Pérez Turrent. Sobre Queneau, Buñuel afirma: “Un hombre de talento. Se le ocurrían soluciones que sirven de ejemplo de lo que es un buen diálogo cinematográfico. De él era una elipsis muy inteligente que no pude utilizar por necesidades de la acción… Queneau era un escritor excepcional, con mucho sentido del lenguaje hablado… Como guionista no le atraían las escenas demasiado fuertes. A mí tampoco. Y creo que, aunque cumplía profesionalmente, no se sentía a gusto con la película”.[10]
En fin, la libreta de bolsillo del viaje a México de Queneau no arroja demasiada luz sobre cuál fue realmente su contribución a la película. Sabemos que se aburrió soberanamente, lo cual seguramente no favoreció su creatividad. Como también sabíamos que ambos artistas se admiraban mutuamente (es extraño oír decir a Buñuel que un escritor es excepcional, teniendo en cuenta que incluso Dostoievski cayó de su pedestal cuando le entrevistó Max Aub). Se abre, pues, una puerta a que sean los especialistas en Queneau quienes puedan ilustrarnos un poco más sobre qué trazos de estilo o narrativa queneauniana existe en el guion de La muerte en este jardín, pues si realmente las condiciones de trabajo fueron tan malas y frustrantes, ¿por qué la opinión positiva de Queneau sobre el resultado final? No es lo habitual ¿Politesse? Lo dudo, ya que en otras colaboraciones, Queneau no se anduvo con chiquitas, como cuando no quiso que su nombre apareciese en los créditos La cité de l’indicible peur (1964) de Jean-Pierre Mocky, con quien tenía una buena relación.[11] Sea como fuere, y a pesar de las malas condiciones de trabajo que encontró, o la contribución de Queneau fue mayor de lo que sabemos, o el escritor se conformó con poder inscribir su nombre junto a un cineasta al que admiraba. La cuestión es que estamos ante una de estas historias de frustración cinematográfica que, paradójicamente, no generó declaraciones encontradas, lo que muestra el respeto y admiración mutuos que ambos artistas se tenían.
[1] Evans, J., Viejo, B. (eds.) (2018). Luis Buñuel, correspondencia escogida. Madrid: Cátedra, p. 85.
[2] Virmaux, A., Virmaux, O. (1994). Les grandes figures du surréalisme. París: Bordas.
[3] Queneau, R. (1996). Journaux 1914-1966. París: Gallimard.
[4] Charnay, D. (2017). Queneau dand le jardín de Buñuel. « Je me suis bien emmerdé ». París: La Part Commune.
[5] Cherqui, M. C. (2016). Queneau et le cinema. París: Jean-Michel Place.
[6] Queneau, R., Op. Cit., p. 926.
[7] Charnay, D., Op. Cit., p. 8.
[8] La traducción es mía.
[9] Buñuel, L. (1982). Mi último suspiro. Barcelona: Plaza y Janés, p. 209.
[10] Pérez Turrent, T., De la Colina, J. (1993). Buñuel por Buñuel. Madrid: Plot, pp. 100-101.
[11] Cherqui, M. C., Op. Cit., p. 61.
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El nombre de Sociedad Lunar está tomado de la Birmingham Lunar Society, constituida por científicos, intelectuales y filósofos que, hacia finales del siglo XVIII, se reunían en aquella ciudad inglesa a fin de intercambiar ideas que pudieran cambiar la sociedad de su tiempo. Reunidos a cenar en las noches de luna, a fin de tener iluminación suficiente como para poder regresar a salvo a casa, los miembros de esta sociedad se denominaban jocosamente a sí mismos “los lunáticos”.
Un conte à votre façon de Raymond Queneau
Sur les Exercices de style de Raymond Queneau
Aina López Montagut
https://journals.openedition.org/bulletinhispanique/2900 ALFABETOS: SE RECUERDA QUE ES OBLIGATORIO UTILIZAR TODAS LAS LETRAS PARA ESCRIBIR |
domingo, 19 de mayo de 2019
Raymond Queneau o en Oulipo las palabras bailan
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