Infrapolítica de antropoceno
…o la pregunta sobre el antropoceno y el registro infrapolítico
Editores invitados
Pedro Aguilera Mellado, Universidad de Notre Dame
Peter Baker, Universidad de Stirling
Gabriela Méndez Cota, Universidad Iberoamericana Ciudad de México
Desde que Paul Crutzen sugirió el término en 2000, ‘ el Antropoceno ’ se ha establecido como un marco narrativo para la convergencia de numerosos discursos que exploran el alcance, así como los límites, de agencia humana en relación con procesos dinámicos de la Tierra. Como la retrospectiva de Epimethean, un tema de Culture Machine en Infrapolítica de antropoceno llega a raíz de una explosión de una década del discurso de Humanidades alrededor del Antropoceno, como si tal explosión continuara, de alguna manera, fallando. Ya en 2016, Cohen, Colebrook y Hillis Miller vieron el Antropoceno como un concepto crepuscular, ‘ una forma de medio reconocimiento que solo puede ocurrir en el momento de la disminución ’. Señalaron cómo, incluso si el Antropoceno como idea parecía exponer casi de inmediato las ficciones del Hombre Cartesiano, su efecto general había sido provocar una producción de contra-narrativas, la mayoría de los cuales no cuestionaron narrativa como tal. Mientras que los auges de lo posthumano y lo no humano, junto con tantos desafíos particulares a los reclamos universalizadores del Antropoceno, con mayor frecuencia proporcionó una forma de mantener al humano como un problema, Cohen, Colebrook y Hillis Miller propusieron considerar la materialidad del lenguaje, preguntando sobre las formas en que los modos técnicos de inscripción producen ‘ el Antropoceno ’ a través de ( delirios masculinistas ) de auto-borrado y estructuras de duelo.
Si el Antropoceno permanece como un llamado a la responsabilidad intelectual frente al impacto geológico de la especie humana, persiste una dificultad estructural, en ( y más allá del discurso universitario ). Esta dificultad estructural se refiere a abordar el problema subyacente de la finitud humana, ya que converge, en la actualidad, con la cuestión de la tecnología, por un lado, y la posibilidad real de extinción humana, en el otro. Replanteado hoy como un archivo de devastación planetaria, el concepto heidegerriano de Gestell continúa planteando una pregunta sobre los límites de la narración de cuentos y la necesidad de, como lo expresaron Weinstein y Colebrook ( 2017 ), no menos de un decisión sobre el valor de existencia. El tema propuesto Infrapolítica de antropoceno busca responder a esta forma particular de articular el desafío de la actualidad con un espíritu similar a los estudios críticos de la vida, es decir, con una apertura a la proliferación de experiencias singulares, trabajando en contra de todos los intentos de construir un nuevo marco hegemónico para el trabajo intelectual, ya sea a través de la ciencia, Conocimientos económicos o culturales sobre la vida.
Infrapolítica de antropoceno busca contribuciones que se esfuercen por pensar la excepción, lo incalculable, en el Antropoceno: la afirmación de que habitamos una nueva época en la que los humanos son una fuerza geológica importante en el planeta. ¿Tal afirmación requiere un capítulo específico de reflexión infrapolítica? ¿Debería este último ponerse en marcha para desafiar o mejorar la comprensión actual del Antropoceno? ¿O la reflexión infrapolítica debería hacer algo completamente diferente, como saliendo el antropoceno?
Desde dentro
esa conversación, Peter Baker observa que, si bien la reflexión infrapolítica se refiere fundamentalmente a la relación entre lenguaje, escritura y pensamiento, la infrapolítica ‘ habla desde ’ una región particular de pensamiento y experiencia que, a diferencia de una cierta comprensión de la deconstrucción, no es en sí misma una escritura. Como un llamado a la existencia, la infrapolítica es irreducible a la técnica, la ética o la política, y en su lugar se sintoniza con un lugar extraño e inmatizable. De ahí una de las principales preguntas para Infrapolítica de antropocenoes ‘ sobre la forma o estilo que debe tomar el anuncio de lo infrapolítico, donde la escritura siempre se entiende como la escritura de la vida misma, o quizás con mayor precisión lo que subcede y sub-siste de la vida más allá o por debajo de su captura metafísica ’. Más allá de la escritura académica convencional, este tema busca inscripciones textuales inoportunas, o escritos que intentan llevar conscientemente la marca de sus propias circunstancias históricas o existenciales –, que sería su tecnicidad, a diferencia de la tecnología o la técnica.
Las condiciones de escritura nunca están a merced del escritor; más bien, ya estamos ubicados en una escena de escritura más allá de nuestro control, que heredamos sin saber completamente qué es lo que hemos heredado. Si tal es el caso, ¿ qué significa esto en el Antropoceno? ¿Cómo abordamos críticamente el lugar y la función de la narrativa en las reflexiones sobre ( y en ) el Antropoceno? Infrapolítica de antropoceno no busca avanzar en la producción de conocimiento contando más historias sobre la catástrofe planetaria, sino que busca preguntar, una vez más, qué pensando significa a raíz del antropoceno.
Pedro Aguilera Mellado, Peter Baker y Gabriela Méndez Cota
Vigo, España, junio de 2023
Referencias seleccionadas
Cohen, Tom, Claire Colebrook y J. Hillis Miller. Crepúsculo de los ídolos del antropoceno. Open Humanities Press, 2016.
Moreiras, Alberto. Infrapolítica. Un manual. Fordham University Press, 2021.
Cerrato, Maddalena. “Autografía e Infrapolítica” en Filosofía y sociedad, vol. 34, no. 1, 76-97, 2022.
Aguilera-Mellado, Pedro. Fines infrapolíticos. De la Razón, la Representación y la Narrativa Española Moderna. Valencia: Tirant Humanidades, 2022.
Baker, Peter. “La escritura de existencia en la última obra de Alberto Moreiras” en Filosofía y sociedad, vol. 34, no. 1, 120-140, 2022.
Weinstein, Jami y Claire Colebrook. Vida póstuma. Teorizando más allá de lo posthumano. Nueva York, Columbia University Press, 2017.
Méndez Cota, Gabriela. “Feminismo, infrapolítica, extinción.” en Pensamiento al margen 10, 120-141, 2018.
Williams, Gareth.Pasajes infrapolíticos. Agitación global, narcoacumulación y el estado post-soberano. Fordham University Press, 2020.
Vol. 20. Inteligencias de la máquina
editado por Peter Jakobsson, Anne Kaun y Fredrik Stiernstedt
Inteligencias de la máquina – Una introducción – Los editores
La montaña en la máquina: optimización y paisajes del aprendizaje automático
– Sam P. Kellogg
Máquinas de copia adversatorias generativas – Martin Zeilinger
Daño cerebral óptimo: teorizar el presente nervioso
– Johannes Bruder y Orit Halpern
En otras palabras: composición inteligente y las consecuencias de la escritura en la era de la IA
– Crystal Chokshi
¡Qué puede hacer la personalización por ti! o, Cómo hacer una discriminación racial sin ‘ Raza ’
– Thao Phan y Scott Wark
Fronteras inteligentes? Securitizing Smartphones en el régimen fronterizo europeo
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‘ Un juego que no es un juego ’: El límite sublime de inteligencia humana e IA a través de Go
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Teseo en el laberinto epistémico: una historia crítica del diferencial semántico y el peso aparente del color
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Aprendizaje automático lúdico: el viaje de un diseñador de interacción a redes neuronales
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Vol. 21 Antropoficciones
Edited by Claudio Celis Bueno & raúl rodríguez freire
Editorial -Culture Machine
Antropoficcciones: ética, técnica y política no-humana para otros mundos posibles
Claudio Celis Bueno and raúl rodríguez freire
Narrativa
Alexandre Nodari
Volver a signos y formas: de ficción, antropología y literatura
Andrea Torres Perdigón
Imágenes materialistas para el Antropoceno
Iván Pinto Veas
Para acabar con la imagen extractivista del pensamiento: una ficción filosófica
Sara Baranzoni & Paolo Vignola
Relacionalidades humano-artefactuales. Lecturas de otra filosofía de la técnica
Natalia Fischetti
Imaginação radical no/para o fim do mundo: estudo, fuga, ou alguns sussurros sobre viver outramente
Kevin Hacling Alves Gomes
The Case of Thinking Machines: Posthumanism and Techno-Human Hybridity in Children’s Literature
Shubhneet Kaur Kharbanda
Cuerpos permeables: microbioma, imaginación y existencia compartida
Marilyn Payrol Morán
A civilização do plástico / o plástico da civilização: maleabilidades
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List of Contributor
¿Qué es, cuándo surge y cómo informar correctamente sobre él?
Desde Climate Tracker ofrecemos esta guía conceptual para periodistas
y comunicadores, firmemente arraigada en la literatura científica,
para que informemos con claridad y precisión a nuestros públicos.
Roberto Andrés
En la última década, el análisis formal del Antropoceno por parte de la geología abrió un gran debate sobre el impacto humano en el planeta. De acuerdo a datos de Clarivate Analytics, de aparecer solo 65 veces en publicaciones científicas y académicas en 2012, para 2018 ya se identificaron 747 menciones. Dos años después la lista llegó a 1240. Cada vez más entrevistados y fuentes usan este término en las noticias científicas y ambientales, y no sería extraño que la cifra siga en aumento.
Hoy, mientras las geociencias escriben un nuevo capítulo en la historia de la Tierra al analizar los estratos geológicos del Antropoceno, representantes de las humanidades y las ciencias sociales intervienen en su narrativa con variadas interpretaciones. Por esta razón, los periodistas y comunicadores nos vemos con mayor frecuencia en la necesidad de referirnos a este concepto de manera cuidadosa, ya que tiene un largo recorrido y una cada vez más poderosa influencia cultural. Dado el animado debate que genera, en nuestro oficio no estamos exentos de incurrir en imprecisiones y errores.
¿Qué es el Antropoceno, cuándo surge y cómo informar correctamente sobre él? Desde Climate Tracker ofrecemos esta guía conceptual para periodistas y comunicadores, firmemente arraigada en la literatura científica, para que informemos con claridad y precisión a nuestros públicos.
Earth's Future, Volume: 4, Issue: 8, Pages: 324-345, First published: 20 July 2016, DOI: (10.1002/2016EF000379)
De qué hablamos cuando hablamos del Antropoceno
1. ¿Qué es el Antropoceno?
2. ¿Cuándo surge el Antropoceno?
La formulación inicial del Antropoceno, publicada en el 2000 por el premio Nobel de Química Paul Crutzen y el biólogo marino Eugene Stoermer, fechaba su comienzo en “la última parte del siglo XVIII”. Aseguraban que “durante los dos últimos siglos los efectos globales de las actividades humanas se han vuelto claramente perceptibles”. Sin embargo, esta definición fue reformulada quince años después por el Grupo de Trabajo del Antropoceno (GTA), al cual perteneció el propio Crutzen desde su formación en 2009 hasta su fallecimiento en 2021. Según señaló el GTA en 2015, “con el inicio de la Revolución Industrial, la humanidad se convirtió en un factor geológico más pronunciado, pero, desde nuestro punto de vista actual, fue a partir de mediados del siglo XX cuando el impacto mundial de la aceleración de la Revolución Industrial se volvió global y casi sincrónico”. Hoy el GTA afirma que el Antropoceno comenzó en la década de 1950 con la Gran Aceleración, debido al extraordinario consumo humano de energía y sus impactos geológicos correspondientes.
Simultáneamente, surgió una propuesta alternativa conocida generalmente como “Antropoceno temprano”, producto del mayor conocimiento que se tiene hoy de los impactos humanos en el ambiente desde hace miles de años: el uso del fuego por el Homo erectus hace medio millón de años, la domesticación de plantas y animales a comienzos del Holoceno, un aumento en la concentración de gases de efecto invernadero hace 7000 y 5000 años por la deforestación, el cultivo de arroz y la ganadería, la modificación de los suelos desde hace 2000 años, la contaminación por minería y fundición hace 3500 y 2000 años en el paso de la Edad de Bronce a la Edad de Hierro en el Mediterráneo Oriental e, incluso, una disminución en la concentración de gases de efecto invernadero debido al genocidio indoamericano durante la Conquista de América.
Sin embargo, la posición oficial mayoritaria del GTA argumenta que, al tratarse de cambios diacrónicos y desiguales en el espacio, estos no cumplen los requisitos estratigráficos: los cambios de época geológica deben estar fundamentados en alteraciones sincrónicas y globales. En respuesta, una minoría dentro del GTA afirma que, en su propuesta alternativa del Antropoceno, este no sucede al Holoceno, sino que coexiste simultáneamente con él.
Deforestación (referencial). Foto: Gryffyn M. / Unsplash
3. ¿Qué antecedentes del Antropoceno hay en la literatura científica?
La noción de que la humanidad es una fuerza geofísica más que altera la Tierra no es nueva en el pensamiento occidental, pero durante mucho tiempo fue rechazada. Se consideraba que ese impacto era insignificante comparado con grandes fuerzas de la naturaleza. Durante la segunda mitad del siglo XIX, varios geólogos y naturalistas advirtieron que la humanidad había dejado registros en el ambiente. Cada uno a su modo, Thomas Jenkyn, Samuel Haughton, Ernest Haeckel y Antonio Stoppani hicieron uso del término “antropozoico” para caracterizar estos registros o nombrar el periodo en el que se crearon.
Cuando el Holoceno fue adoptado en la escala de tiempo tras el Tercer Congreso Geológico Internacional de 1885, en su análisis se observó que las fuerzas geológicamente definitorias estaban marcadas por el calentamiento pospleistocénico de los glaciares y el aumento del nivel del mar. Sin embargo, también se reconoció que las actividades y huellas humanas, abundantes localmente, formaban parte de la caracterización holocénica.
En 1922 el geólogo soviético Aleksei Petrovich Pavlov propuso el término Antropógeno –a veces escrito Antropoceno– para nombrar el tiempo transcurrido desde que los primeros humanos evolucionaron. Hasta mediados del siglo XX, los geólogos y geoquímicos soviéticos utilizaron estos términos como reemplazo del Cuaternario, el periodo geológico en el que se dispersó la especie humana por el mundo y que incluye al Holoceno como su fase final. Sin embargo, jamás fueron aceptadas en el resto del mundo.
En la década de 1980 Stoermer empleó el término Antropoceno de manera informal en sus clases. En 1992 el periodista científico Andrew Revkin usó el término Antroceno para referirse a un “nuevo período posterior al Holoceno” caracterizado “por su elemento causal: nosotros”. Fue en el 2000 cuando Crutzen y Stoermer redefinieron el término Antropoceno en su última y más consensuada acepción al publicar su propuesta en el boletín de comunicaciones N° 41 del Programa Internacional Biósfera Geósfera (IGBP).
Braje, T. J. and Erlandson, J. M. 2013. Anthropocene 4, 116-121.
4. ¿El Antropoceno es un concepto geológico o cultural?
Es un concepto geológico de enorme impacto político y cultural. Su origen está en las ciencias naturales, con importantes antecedentes en la geología moderna y una redefinición en las ciencias integradas del sistema Tierra. Esta última entró rápidamente en circulación y hoy está siendo analizada formalmente por la comunidad geológica. Es quizás el único término de periodización geológica que ha sido ampliamente debatido entre los estudiosos humanistas sin formación en estratigrafía, la rama de la geología que se ocupa de la ordenación de los estratos terrestres y su relación con el tiempo geológico.
En respuesta, como explican Clémence Hallé y Anne-Sophie Milon, el amplio debate en torno al concepto ha llevado a que se acuñen más de cien términos alternativos. Estos enfatizan aspectos particulares y, en diversos grados, se superponen al Antropoceno: Termoceno, Mantropoceno, Mixoceno, Chthuluceno, Heteroceno, Tecnoceno, Socioceno, Plantacionoceno, Homogenoceno, Tanatoceno, Fagoceno, Phronoceno, Pyroceno, Agnotoceno, Econoceno, Capitaloceno, Angloceno, Polemoceno, Misantropoceno y Antrobsceno, entre otros.
Según el GTA, “muchos de estos términos fueron acuñados para criticar el concepto de Antropoceno, señalando sus deficiencias filosóficas o epistemológicas y destacando causalidades o efectos alternativos de los cambios actuales en el sistema Tierra”. Es un rechazo al término antropos (“ser humano” en griego) –al que se le adjudica un significado exclusivamente biológico, vaciándose de contenido socioeconómico y cultural–, por el cuestionamiento a la idea de que todos los humanos somos responsables de los impactos de la industrialización moderna y la globalización.
5. ¿Es el Antropoceno la “era humana”?
Los autores de las propuestas alternativas simplemente agregan una palabra nueva delante del sufijo -ceno, creyendo erróneamente que este significa “época” o “era”. Este error puede explicarse en gran parte por la confusión que generó el título “Geology of Mankind” (Geología de la humanidad), un artículo de Paul Crutzen publicado en Nature en 2002. Sin embargo, las descripciones del Antropoceno como una “época humana” son, en algunos aspectos, engañosas.
Aunque la huella de la humanidad puede rastrearse a muchos miles de años, de acuerdo a la definición más acabada del Antropoceno esta nueva época geológica surge a mediados del siglo XX. Es a partir de este momento que el impacto humano en el ambiente deja registros estratigráficos de alcance sincrónico y global. Por lo tanto, es incorrecto hablar del Antropoceno como “la era humana”. En ese sentido, el Antropoceno no es una unidad diacrónica de la historia cultural, como la Edad de Hierro, el Paleolítico o el Renacimiento, que puede comenzar en distintos lugares en distintos momentos, sino una época del tiempo de la Tierra, al igual que todas las épocas geológicas anteriores.
Por supuesto, muchos editores se sentirán tentados a titular como “la era humana” algún artículo sobre el Antropoceno. El periodista científico Javier Sampedro afirma que, en la divulgación, si bien las simplificaciones son absolutamente necesarias, no todas son igualmente válidas. En cambio, algunos tecnicismos, cuando son evocadores, no solo estimulan la imaginación del lector: también pueden servir para profundizar en el tema. El Antropoceno es uno de ellos. Saquémosle provecho responsablemente.
Minería (referencial). Foto: Vlad Chețan / Pexels
6. ¿El Antropoceno es una era o una época?
La escala geológica de tiempo es una estructura jerárquica que está dividida en eones, eras, periodos, épocas y edades, en ese orden. Cada una de estas etapas está inserta en la anterior y refleja los principales eventos geológicos, biológicos y climáticos que han ido sucediéndose a lo largo de la historia de la Tierra.
Actualmente, la escala oficial reconoce que vivimos en el eón Fanerozoico (cuando los organismos vivos comenzaron a tomar formas complejas, hace unos 542 millones de años), en la era del Cenozoico (cuya fauna característica es la de los mamíferos, desde hace unos 66 millones de años), en el periodo Cuaternario (cuya característica principal es la de un ciclo de recurrentes glaciaciones iniciadas hace unos 2,59 millones de años), en la época del Holoceno (fase interglaciar en la que surgió la civilización humana y que comenzó hace unos 11.700 años) y en la edad Megalayense (que empezó hace unos 4200 años tras una megasequía de dos siglos).
La propuesta formal del GTA sobre el Antropoceno es en el nivel de época geológica, lo que afecta a la edad, pero no al periodo ni a la era, y mucho menos al eón. Por lo tanto, no es correcto referirse al Antropoceno como era o periodo geológico. Tampoco como edad, puesto que aún no hay una definición al respecto. Era, periodo, época o edad no son palabras intercambiables en geología: se recomienda tener cuidado con las traducciones automáticas. La literatura científica del Antropoceno está en su aplastante mayoría en inglés, pero Google Translate no sabe de geología.
7. ¿Cuál es la relación del Antropoceno con la crisis ecológica global?
No todos los miembros del Grupo de Trabajo del Antropoceno son geólogos o estratígrafos. Algunos pertenecen a las ciencias integradas del sistema Tierra (Earth System Science) y estudian el impacto humano en su funcionamiento. Habilitada por nuevas tecnologías de recolección de datos –como satélites y modelos informáticos cada vez más poderosos–, la emergente ciencia del sistema Tierra aborda la totalidad de los procesos físicos, químicos, biológicos y humanos que interactúan en nuestro planeta.
Este sector advierte que los impactos humanos “se han vuelto tan profundos que han expulsado a la Tierra de la época del Holoceno, en la que se desarrollaron la agricultura, las comunidades sedentarias y, eventualmente, las sociedades humanas social y tecnológicamente complejas”. Exploran el riesgo de que, gracias a un calentamiento global continuo, el planeta sea empujado a atravesar un umbral que podría llevar a una Hothouse Earth. Este término fue introducido para enfatizar condiciones extremas e irreversibles, incluso si se llegasen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto plantea “graves riesgos para la salud, la economía, la estabilidad política –especialmente para los más vulnerables al clima– y, en última instancia, la habitabilidad del planeta para los humanos”.
Paul Crutzen, Will Steffen, Jan Zalasiewicz y Mark Williams, junto a otros especialistas, han considerado la hipótesis de que las sociedades colapsan si los valores centrales se vuelven disfuncionales a medida que cambia el mundo externo y son incapaces de reconocer los problemas emergentes: “Estas sociedades están encerradas en valores obsoletos que dificultan, por ejemplo, la transición a nuevos valores que respaldan una reconexión con la biósfera. Un valor central de la sociedad contemporánea posterior a la Segunda Guerra Mundial es la riqueza material cada vez mayor generada por una economía orientada al crecimiento basada en principios y supuestos económicos neoliberales, un valor que ha impulsado la Gran Aceleración, pero que el cambio climático y otros cambios globales están poniendo en tela de juicio”.
Steffen, junto a los miembros del GTA Colin Summerhayes y Anthony Barnosky, más otros miembros del antiguo IGBP, reclaman una “acción humana colectiva” para estabilizar el sistema Tierra en un estado interglacial habitable, lo más parecido posible al Holoceno: “Dicha acción implica la administración de todo el sistema Tierra (biósfera, clima y sociedades) y podría incluir la descarbonización de la economía global, la mejora de los sumideros de carbono de la biósfera, cambios de comportamiento, innovaciones tecnológicas, nuevos arreglos de gobernanza y valores sociales transformados”.
8. ¿Cuáles son los organismos que deben decidir sobre la propuesta del Antropoceno y cómo es el proceso?
El Grupo de Trabajo del Antropoceno pertenece a la Subcomisión Estratigráfica del Cuaternario. A su vez, esta pertenece a la Comisión Estratigráfica Internacional. La subcomisión posee otros tres grupos de trabajo, especializados en distintos niveles del Pleistoceno, la más larga época geológica del Cuaternario. En octubre de 2022 los miembros del GTA deberán votar internamente por la mejor propuesta de evidencia estratigráfica a presentar ante su organismo matriz. Debe obtener una mayoría calificada de votos (60%), tal como se requiere para todas las votaciones de la Comisión Estratigráfica Internacional.
A comienzos de 2023 el GTA debe presentar formalmente y justificar científicamente su propuesta de modificación de la escala de tiempo. La subcomisión la evaluará para definir si la acepta o la rechaza. Si esta subcomisión acepta la propuesta, elevará una petición formal a la Comisión Estratigráfica Internacional, que tiene la capacidad de modificar la carta cronoestratigráfica mundial, base de la escala geológica de tiempo. En esta instancia votan tres funcionarios ejecutivos y los presidentes de las dieciséis subcomisiones que conforman la CEI. Si la propuesta es aceptada, quien ratifique la modificación será el comité ejecutivo de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS), máxima autoridad en la materia. Aun así, esta resolución no está asegurada, ya que la IUGS exigirá la garantía de que se siguieron las políticas y los procedimientos de la CEI. Todo el proceso no debería durar más allá de 2023.
Steffen, W., et al. (2015). "The trajectory of the Anthropocene: the great acceleration." The Anthropocene Review 2(1): 81-98.
Tratamiento de la información
9. ¿Dónde buscar información fehaciente sobre el tema?
Una primera fuente es el sitio oficial de la Comisión Estratigráfica Internacional. Allí están alojadas todas las subcomisiones que la conforman, como la Subcomisión Estratigráfica del Cuaternario. Dentro de esta están las de sus grupos de trabajo, como el GTA.
El sitio del Grupo de Trabajo del Antropoceno contiene información sobre sus principales definiciones, sus miembros, sus publicaciones, así como sus informes anuales (once entre 2009 y 2021).
Miembros del Grupo de Trabajo del Antropoceno a los que se puede recurrir:Jan Zalasiewicz, primer presidente del GTA y actual presidente de la Subcomisión Estratigráfica del Cuaternario. Email: jaz1@leicester.ac.uk
Colin Waters, actual presidente del GTA. Email: cw398@leicester.ac.uk
Simon Turner, secretario del GTA. Email: simon.turner@ucl.ac.uk
Martin Head, vicepresidente de la Subcomisión Estratigráfica del Cuaternario. Email: mjhead@brocku.ca
Phil Gibbard: fundador del GTA, expresidente de la Subcomisión Estratigráfica del Cuaternario y actual secretario general de la Comisión Estratigráfica Internacional. Email: plg1@cam.ac.uk
Publicaciones especializadas a las cuales recurrir: Episodes es la revista de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas: https://www.episodes.org/main.html.
Quaternary International es la revista de la Unión Internacional para la Investigación del Cuaternario https://www.sciencedirect.com/journal/quaternary-international.
Anthropocene Review es una revista perteneciente a publicaciones SAGE en donde se divulgará la evidencia presentada a las autoridades de la comunidad geológica https://journals.sagepub.com/home/anr.
Sobre los protocolos establecidos para la modificación de la escala geológica de tiempo hay cinco estudios elementales:Remane, J., Bassett, M. G., Cowie, J. W., et al. (1996). Revised guidelines for the establishment of global chronostratigraphic standards by the International Commission on Stratigraphy (ICS). Episodes, 19, 77–81.
Remane, J. (1997). Foreword: Chronostratigraphic standards: How are they defined and when should they be changed? Quaternary International, 40, 3–4.
Remane, J. (2003). Chronostratigraphic correlations: Their importance for the definition of geochronologic units. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, 196, 7–18.
Finney, S. C. (2014). The “Anthropocene” as a ratified unit in the ICS International Chronostratigraphic Chart: Fundamental issues that must be addressed by the Task Group. En Waters, C. N., Zalasiewicz, J. A., Williams, M., et al., eds., A Stratigraphical Basis for the Anthropocene. Geological Society, London, Special Publications, 395, pp. 23–28.
Head, M. J., y Gibbard, P. L. (2015). Formal subdivision of the Quaternary System/Period: Past, present, and future. Quaternary International, 383, 4–35
10. ¿Cómo tratar los términos alternativos que surgieron como respuesta al Antropoceno?
Según Phil Gibbard, las autoridades de la comunidad geológica nunca han considerado términos alternativos al Antropoceno: “Son inapropiados y nunca se nos han propuesto formalmente. Existe un proceso estricto para proponer y definir los términos utilizados en la escala de tiempo geológico que establece la CEI en nombre de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS). Los términos no pueden ser simplemente propuestos y aceptados sin ser evaluados y aprobados minuciosamente por votación democrática de los funcionarios de la CEI y ratificados por la IUGS. Cualquier definición de un intervalo de tiempo adicional debe reconocerse a partir de las rocas o depósitos formados durante ese intervalo”.
11. ¿Qué hacer si un entrevistado usa una acepción alternativa, laxa o superficial del Antropoceno?
En el periodismo es elemental contrastar las opiniones –por muy bien informadas que estén– con los datos duros que den contexto o sentido a la noticia. Por lo tanto, independiente de la posición del entrevistado, siempre es necesario informar al público cuando se trata de un término alternativo y lo que efectivamente está discutiendo la comunidad geológica en torno a la posible modificación de la escala de tiempo, qué es el Antropoceno según el GTA, cuáles son los requisitos para su aprobación según las autoridades, en qué consiste la evidencia que se está presentando, etcétera.
12. Además de la definición formal del Antropoceno, ¿qué otras características se pueden desarrollar en un artículo periodístico?
El Antropoceno es una historia que se debe contar desde múltiples ángulos. Si bien la evidencia estratigráfica es elemental, ya que es lo que evaluarán las autoridades de la comunidad geológica para modificar la escala de tiempo, la propia naturaleza del Antropoceno obliga a los especialistas a incursionar en un enfoque multidisciplinar. Por eso el GTA también incluye a representantes de las ciencias sociales y humanidades.
Lamentablemente, el debate sobre el Antropoceno ha llevado a la emergencia de múltiples interpretaciones, las que muchas veces se contradicen entre sí. La ciencia es heterogénea, pero esto no habilita que cualquier especialista se convierta automáticamente en fuente. La pandemia de covid-19 ha dejado una gran lección al respecto. Por eso, en la cobertura del Antropoceno es recomendable siempre contener el enfoque del especialista dentro de su ámbito de erudición y contrastarlo con el de los especialistas de otras ramas.
Especialistas a los que es recomendable recurrir para abordar el Antropoceno por fuera de la geología son:Derecho internacional:
Davor Divas. The Fridtjof Nansen Institute (Noruega). Email: Davor.Vidas@fni.noGeografía:
An Zhisheng. The Institute of the Earth Environment, Academia China de Ciencias (China). Email: anzs@loess.llqg.ac.cnArqueología:
Matt Edgeworth. School of Archaeology and Ancient History, University Road (Reino Unido). Email: me87@leicester.ac.ukEcología:
Erle Ellis. Department of Geography & Environmental Systems, University of Maryland (Estados Unidos). Email: ece@umbc.eduFilosofía:
Jacques Grinevald. The Graduate Institute of International and Development Studies (Suiza). Email: jacques.grinevald@graduateinstitute.chIngeniería ambiental:
Peter Haff. Nicholas School of the Environment, Duke University (Estados Unidos). Email: pkhaff@gmail.comOceanografía:
Juliana Assunção Ivar do Sul. Leibniz Institute for Baltic Sea Research Warnemüende (Alemania). Email: juliana.ivardosul@io-warnemuende.de
Catherine Jeandel. Laboratoire d’Etudes en Géophysique et Océanographie Spatiales, Université de Toulouse (Francia). Email: catherine.jeandel@legos.obs-mip.fr Historia ambiental:
John McNeill. Georgetown University (Estados Unidos). Email: mcneillj@georgetown.eduHistoria de la ciencia:
Naomi Oreskes. The Department of the History of Science, Harvard University (Estados Unidos). Email: oreskes@fas.harvard.eduCiencias del suelo:
Daniel Richter. Nicholas School of the Environment, Duke University (Estados Unidos). Email: drichter@duke.edu
Bill Shotyk. Department of Renewable Resources, University of Alberta (Canadá). Email: shotyk@ualberta.caHistoria moderna:
Julia Thomas. Department of History, University of Notre Dame (Francia). Email: jthomas2@nd.edu
Todos ellos son miembros consultores del Grupo de Trabajo del Antropoceno, salvo Julia Thomas, colaboradora estrecha.
Especialistas latinoamericanos a quienes recurrir para una mirada sobre el Antropoceno desde el Sur Global son:Geofísica:
Laura Gallardo. Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile e investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia, CR2 (Chile). Email: lgallard@u.uchile.clSociología:
Maristella Svampa. Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de La Plata y coordinadora del Grupo de Estudios Críticos e Interdisciplinario de la Problemática Energética, GECIPE (Argentina). Email: maristellasvampa@gmail.com Historia y derecho.
Germán Palacio. Universidad Nacional de Colombia y director del Centro de Pensamientos Amazonía, CEPAM (Colombia). Email: galpalaciog@unal.edu.coAntropología.
Virginia García Acosta. Academia Mexicana de Ciencias y profesora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social – CIESAS (México). Email: vgarciaa@ciesas.edu.mx
13. ¿Cuáles son las principales críticas al concepto Antropoceno?
El concepto Antropoceno ha recibido muchas críticas, especialmente a partir de 2009, cuando la comunidad geológica comenzó a evaluar su utilidad para definir una nueva época en la historia de la Tierra. Dentro de la geología, algunos advierten que “no existe una base estratigráfica sólida para designar una unidad cronoestratigráfica adicional por encima del Holoceno en la escala de tiempo geológico”; otros, que “el impulso para reconocer oficialmente el Antropoceno puede, de hecho, ser más político que científico”. El GTA ha respondido a esas críticas en diversos materiales.
Sin embargo, la crítica que mayor circulación ha tenido proviene de afuera de la geología. Como se señala mucho más arriba, han surgido más de cien términos alternativos al Antropoceno, en pleno rechazo al uso del prefijo “antropos”. De todos ellos, el que mayor impacto ha tenido es el que hace referencia a la teoría del “Capitaloceno”. Sus principales referentes son los académicos Andreas Malm y Jason Moore. Veamos cuatro muestras que sintetizan sus críticas:En 2014 Andreas Malm y Alf Hornborg apuntaron contra el Antropoceno como una ideología, “más por defecto que por diseño”, producto “del dominio de las ciencias naturales en el campo del cambio climático”.
En 2015 Jason Moore señaló que la etapa de desarrollo que ha alcanzado la humanidad en su capacidad de crear su ambiente en el marco del capitalismo histórico la ha llevado a facilitar una nueva era geológica: “A esto usualmente se le llama Antropoceno (‘era del hombre’), pero es más correcto llamarle Capitaloceno (‘era del capital’)”.
En 2016 Moore criticó que el Antropoceno es “analíticamente anémico”, que es “un desastre conceptual e histórico” basado en “una visión neomalthusiana de la población” e “interpretaciones históricas fantasiosas”.
En 2018, a propósito del desastroso paso del huracán María por la isla caribeña de Dominica, Malm alertó que sus habitantes “nunca han vivido en lo que se denomina el Antropoceno y sus acciones no pueden ser culpadas por causar daño al planeta. Sufren los embates de una época más apropiadamente denominada Capitaloceno”.
En defensa de los científicos del Antropoceno, los sociólogos ambientales John Bellamy Foster, Brett Clark e Ian Angus, y la historiadora Julia Thomas critican que la teoría del Capitaloceno es inconsistente por varias razones:En 2016, ante la acusación de supuesto neomalthusianismo,
Angus dijo: “El crecimiento de la población se menciona con frecuencia como uno de varios factores asociados con la Gran Aceleración, pero rara vez se identifica como el problema principal ni se promueve la reducción de la población como la condición sine qua non de cualquier respuesta eficaz al cambio global”.
En 2021 Foster y Clark argumentaron que sustituir el término Antropoceno por Capitaloceno implicaría borrar la comprensión científica fundamental de que ha ocurrido “un cambio irreversible en la relación de la humanidad con la Tierra”, puesto que ya no puede haber una civilización industrial concebible en el planeta que no sea la fuerza geológica que condiciona el sistema Tierra: “Incluso, si se supera el capitalismo, este límite se mantendrá. La humanidad continuará operando en un nivel en el que la escala de la producción humana rivalice con los ciclos biogeoquímicos del planeta y, por lo tanto, la elección es entre un desarrollo humano insostenible y un desarrollo humano sostenible”. Para establecer una relación entre los registros estratigráficos del Antropoceno y la formación socioeconómica que les da origen, Foster y Clark proponen el Capitalinense como primera edad geológica del Antropoceno. Sin embargo, esto aún no ha sido discutido por el GTA.
Por su parte,
Julia Thomas acusa
a los defensores del Capitaloceno de padecer de cierto fetichismo eurocéntrico, ya que su narrativa se concentra en la Europa de fines del siglo XVIII, cuando las épocas geológicas, por definición, son fenómenos globales y sincrónicos. Por eso los llama “retromodernistas”, porque subestiman otros factores ajenos a ese contexto, con poco reconocimiento del rol de las naciones y los procesos fuera del norte europeo.
Respecto a las intenciones de endilgar a los científicos del Antropoceno el propósito de atribuir una culpabilidad moral a todos los seres humanos por igual ante el daño hecho contra el planeta, el GTA no hace ninguna referencia al respecto ni adjudica responsabilidades políticas o morales en su investigación.
Como ellos mismos
advierten: “Se podría usar una metáfora médica, en la que se puede decir que la caracterización y definición de un Antropoceno geológico está diagnosticando la condición de un planeta a través de un conjunto particular de síntomas, en el contexto de una historia familiar muy larga. Sin embargo, dicho análisis del Antropoceno geológico no investiga las causas de la condición con demasiada profundidad, ni ofrece ningún plan de tratamiento ni mucho en cuanto a un pronóstico”.
Esto no quiere decir que varios de sus miembros no incursionen en esta línea de investigación, pero el análisis de las causas y consecuencias sociales, culturales y políticas de la existencia de un Antropoceno geológico excede el mandato que rige sobre el grupo en su proyecto de modificación de la escala geológica de tiempo.
XXVIII Conferencias Aranguren de Filosofía
Conferencia
La humanidad terrestre. Una filosofía del Antropoceno
Antonio Campillo
http://www.edaddeplata.org/edaddeplata/Actividades/actos/acto.jsp?rsection=Actividades&acto=7626
Grupo de Trabajo sobre el 'Antropoceno'
http://quaternary.stratigraphy.org/working-groups/anth
ropocene/
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Zalasiewicz, J, Waters, CN et al. (Eds.) (2019). El Antropoceno como Unidad de Tiempo Geológico . TAZA. El Antropoceno, término lanzado al debate público por el premio Nobel Paul Crutzen, se ha utilizado informalmente para describir el intervalo de tiempo durante el cual las acciones humanas han tenido un efecto drástico en la Tierra y sus ecosistemas, incluido el cambio climático antropogénico. Este libro presenta la evidencia geológica subyacente para definir el Antropoceno como una época geológica, escrito por el equipo internacional de alto perfil encargado de analizar su posible incorporación a la Escala de Tiempo Geológico. Analiza la estratigrafía del Antropoceno y los cambios en curso en el sistema terrestre, incluidos el clima, los océanos y la biosfera. Se examina en detalle la evidencia del Antropoceno, desde señales químicas que surgen de la contaminación hasta cambios físicos en el paisaje asociados con la urbanización y cambios biológicos asociados con la invasión y extinción de especies. La escala, la forma y el ritmo del cambio ambiental global se ubican dentro del contexto de los procesos planetarios y el tiempo geológico profundo, lo que permite al lector apreciar la escala del cambio impulsado por el hombre en el sistema Tierra y comparar la transición global que tiene lugar hoy con las principales Transiciones en la historia de la Tierra. Se explican aspectos clave del trasfondo geológico, proporcionando una revisión autorizada del Antropoceno para estudiantes de posgrado e investigadores académicos en una amplia gama de disciplinas científicas, de ciencias sociales y humanidades.
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La Royal Society se fundó en 1660 para promover la nueva filosofía experimental de esa época, que incorporaba los principios de Sir Francis Bacon. Henry Oldenburg fue nombrado primer secretario de la Sociedad y también fue el primer editor de la revista Philosophical Transactions de la Sociedad
Transacciones filosóficas de la Royal Society A 369 (1938)
https://royalsocietypublishing.org/pb-assets/journals-logos/rsta-1540911457623.svg
¿Antropoceno o Capitaloceno?
Raúl García Barrios y Nancy Merary Jiménez Martínez
Julio 13, 2020
Si como muchos lo sugieren, las crisis sanitaria, económica y climática actuales nos colocan muy cerca del fin del mundo conocido y han demostrado con agudeza que nos encontramos en un sistema complejamente interconectado y frágilmente articulado, reflexionar sobre los conceptos Antropoceno y Capitaloceno es útil. Por un lado, para advertir que es necesario ajustar la relación entre la forma de vida humana imperante y la naturaleza; y por otro lado, para precisar cómo llamarle a esta etapa de la historia planetaria y asignar las debidas responsabilidades. ¿A quién culpar por la debacle, al Homo sapiens o al modo de producción capitalista? ¿Antropoceno o Capitaloceno?
El concepto Antropoceno se refiere a la potencia que la actividad humana ha adquirido hasta convertirse en una fuerza ambiental destructiva de escala geológica. Ha cobrado mucha importancia, formando un campo de debate en el que se discuten cuándo y cómo apareció este poder. Resultado de este debate ha surgido otro concepto, el Capitaloceno, que pretende sustituirlo. En este caso, se considera que la potencia destructiva no proviene de la actividad humana en abstracto, sino de su organización capitalista.
Ilustración: Kathia Recio
Eugene Stoermer y Paul Crutzen emplearon el término Antropoceno por primera vez para describir los rápidos cambios que la Tierra experimentaba debido a la presencia humana.1 Algunos años después, los miembros de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas votaron unánimemente por el reconocimiento oficial del Antropoceno como una época geológica en la historia del planeta. Desde entonces, la comunidad científica de las Ciencias de la Tierra usan el concepto para referirse a los cambios geológicos, morfológicos y climáticos producto del dominio de la humanidad sobre los principales procesos del planeta, siendo este dominio de tal magnitud que condujo a la formación de un nuevo estrato en el récord geológico.
Desde sus inicios el concepto fue debatido, incluso por sus partidarios que no han logrado el consenso sobre su fecha aproximada de inicio. Los autores originales sugirieron el nacimiento en la Revolución Industrial, con la invención de la máquina de vapor en Inglaterra y su posterior proliferación en el mundo, a lo que luego se agregó la expansión del uso de combustibles fósiles. Otros autores, sin embargo, han señalado que el recuento del impacto humano debe remontarse a la revolución neolítica en el Cercano Oriente, pues la transición de las sociedades nómadas a sociedades agrícolas ha dejado huellas en el registro geológico. Y otros autores apuntan que fue después de la Revolución Industrial cuando ocurrieron los impactos humanos más importantes y la Gran Aceleración2 permitió el desarrollo de la bomba atómica, el plástico, la agricultura industrializada y el cambio climático, es decir, los factores técnicos que han dado lugar a las señales estratigráficas permanentes, distinguibles y medibles —los clavos dorados— que identifican y caracterizan al Antropoceno del resto del registro geológico.
Pero el debate sobre el Antropoceno ha alcanzado niveles todavía más profundos. El que estuviera originalmente circunscrito a un grupo de científicos de la Tierra levantó cuestionamientos éticos desde las ciencias sociales y las humanidades, pues se pensó que nombrar a un intervalo de la historia en referencia a una sola especie —la humana— podría estimular el antropocentrismo. En este contexto se señaló que la posición idealista adoptada por los geólogos, al poner al Hombre (Antrophos) en el centro del concepto, reducía un proceso tremendamente complejo a un modelo que homogeneiza a la humanidad y abusa de simplicidad. En cambio, se debía reconocer que los seres humanos somos seres complejos, interna y externamente diferenciados, y en constante desarrollo a través de múltiples contradicciones en el poder y en la (re)producción de las distintas formas de vida. De otra manera sería imposible dilucidar qué personas o grupos humanos, y qué tipo de prácticas, modelos, o estructuras, son responsables de la crisis que nos condujo al Antropoceno.
Aun así, ha persistido entre numerosos científicos, tanto naturales como sociales, una posición que llamaremos acrítica, que señala que el Antropoceno es el concepto más decisivo producido hasta ahora como alternativa a las nociones de lo moderno y la modernidad, y ha hecho la enorme contribución de poner a los diferentes sectores académicos a dialogar. A esta visión acrítica se adhieren quienes promueven el Buen Antropoceno
3 que plantea la posibilidad de aumentar el control humano virtuoso sobre la Naturaleza. A esta posición pertenecen: (i) la agenda del Capitalismo Verde, una propuesta tecnócrata-moral que reinstitucionaliza y re-organiza tanto la naturaleza humana como la extrahumana a través del desarrollo económico; (ii) los defensores de la Geoingeniería, una tecno-ciencia dirigida primero a manipular intencional y a gran escala el clima de la tierra y luego a transformar sin ningún límite la Tierra y todo lo que en ella habita. Acompañando estas propuestas, un grupo de científicos sociales considera al Antropoceno como un problema exclusivamente tecno-político a resolverse en el nivel global, en el marco de los regímenes institucionales internacionales, la gobernanza global y las redes civiles transnacionales de defensa ambiental.
A las posiciones acríticas se contraponen otras, que llamaremos críticas, que señalan que las primeras tienen el riesgo de instrumentalizar el medioambiente y concentrar el poder y aumentar la inequidad en la resolución de la crisis ambiental. Para ellas, plantear políticas planetarias sin entender los mecanismos de formación y diferenciación de las agencias y la distribución del poder entre ellas es un llamado a la gobernanza de élite, a que surjan tendencias profundamente autoritarias y despolitizadoras, y a que se refuercen las desigualdades globales a partir de nuevas leyes internacionales y cosmopolitas.
En el marco de esta polémica también ha resurgido el debate por el origen del Antropoceno. La interpretación dominante —acrítica— lo ubica en la Revolución Industrial y la combustión de fósiles. Para los críticos ello supone que el mundo anglosajón fue el origen de los procesos de transformación del mundo y que las soluciones vendrán de ahí. Además refuerza el sesgo tecnológico por el que la innovación técnica es el motor de la historia, el origen de la crisis y el único mecanismo de solución. En consecuencia, insisten que el inicio del Antropoceno se ubique en la década de los cincuenta del siglo XX, pues sólo después de la Segunda Guerra Mundial se generalizó el modelo de crecimiento industrial basado en la combustión fósil e inició la etapa de globalización del capitalismo con impactos decididamente planetarios.
El Antropoceno, al proponer una reflexión de la crisis ecológica contemporánea sin considerar con cuidado sus más profundas causas históricas, separa el crecimiento económico de su base organizacional y omite una reflexión sobre el capitalismo. Por ello, Moore sugiere reemplazar el término Antropoceno por el de Capitaloceno,4 que describe mejor los impactos humanos concretos sobre la geología de la Tierra y reconoce que fueron las sociedades capitalistas —basadas en una nueva forma de organizar la naturaleza y las nuevas relaciones entre el trabajo, la reproducción y las condiciones de vida— las que desarrollaron las externalidades ambientales más notables de la historia del planeta. Un componente central del Capitaloceno es que las condiciones del desarrollo capitalista no pueden reducirse ni al desarrollo tecnológico, ni al mercado mundial ni a la separación de los medios de producción de la fuerza de trabajo como tal. Al poner a la naturaleza en el centro del pensamiento sobre el trabajo y al trabajo en el centro de nuestro pensamiento sobre la naturaleza, el Capitaloceno permite pensar la crisis ecológica mundial de una manera más clara y profunda.
No conviene, sin embargo, declarar una victoria conceptual rotunda en favor del Capitaloceno. Aunque la emergencia del Capital fue necesaria para que la capacidad de transformación de Anthropos alcanzara definitivamente el nivel geológico, es cierto que los procesos humanos con decidida potencia geológica no fueron inmediatos a la aparición del capitalismo, ni tampoco han sido completados hasta el momento. No todos los poderes de Anthropos son dominados por el Capital. Persisten numerosas fuerzas culturales que se le oponen y pueden mitigar o (imaginémoslo) incluso revertir su potencia destructiva. Mientras esto ocurra, el término Antropoceno mantendrá su valor, incluso para las perspectivas críticas. Tal vez (ojalá) el futuro inmediato vea el crecimiento de esos poderes y por lo mismo, la falta de concreción histórica plena del concepto de Capitaloceno.
Raúl García Barrios y Nancy Merary Jiménez Martínez
Académicos del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM.
1 Crutzen, Paul J. y Eugene F. Stoermer, “The Anthropocene”, Global Change Newsletter, No. 41, (2000) 17-18.
2 Steffen, Will., Wendy Broadgate., Lisa Deutsch., Owen Gaffney y Cornelia Ludwig, “The Trajectory of the Anthropocene: The Great Acceleration”, The Anthropocene Review, Vol. 2, No. 1 (2015) 81-98.
3 Bai, Xuemei., Sandervan der Leeuw., Karen O’Brien., Frans Berkhout., Frank Biermann., Eduardo S. Brondizio., Christophe Cudennec., John Dearing., Anantha Duraiappah., Marion Glaser., Andrew Revkin., Will Steffen., James Syvitski. “Plausible and Desirable Futures in the Anthropocene: A New Research Agenda”. Global Environmental Change, Vol. 39, (2016) 351-362.
4 Moore, Jason W., Anthropocene or Capitalocene? Nature, History, and the Crisis of Capitalism, Oakland: PM Press, 2016.
REFLEXIONES ECOSOCIALISTAS
Antropoceno y/o Capitaloceno
GABRIEL ALBERTO ROSAS SÁNCHEZ | DANIEL TANURO
09/JUL/2021| RECOMENDADOS, CAMBIO CLIMÁTICO, CAPITALISMO GLOBAL
[El término Antropoceno, la constatación de la humanidad misma como fuerza autodestructiva del entorno geológico, es desde hace tiempo, un referente compartido por las distintas corrientes ecologistas. Posteriormente, a raíz del libro Capitalismo fósil de Andreas Malm, se ha extendido el término Capitaloceno referido al consumo creciente de combustibles fósiles como estrategia capitalista para dominar los recursos productivos y controlar a la clase obrera. Publicamos a continuación en reciente artículo sobre el tema y un extracto del libro de Daniel Tanuro Demasiado tarde para ser pesimistas del que viento sur ya ha publicado referencias. Como puede verse los citados dos términos no se presentan como contradictios, sino más bien como complementarios, pero tienen sus matices y tienen interés]
Capitaloceno: la desigualdad de las emisiones contaminantes, de la riqueza y del ingreso
Debido al detrimento energético y material a causa de las acciones humanas, la época geológica actual ha sido nombrada por los expertos como Antropoceno. Este término acuñado por Crutzen y Stoermer (2000) intenta expresar la perturbación de los ciclos químicos a raíz de la actividad humana y que sitúa a la humanidad como la fuerza geológica responsable de las grandes emisiones contaminantes.
Para Crutzen (2002) el desarrollo de la especie humana ha producido cambios irreversibles en el planeta. En la lista de factores destacan el crecimiento de la población 10 veces mayor en los últimos tres siglos respecto a los años anteriores, aumento de 16 veces en el uso de energía en el siglo XX, incremento de las cabezas de ganado y por ende en el nivel de emisiones de metano, ascenso histórico de los gases de efecto invernadero, destrucción de selvas, disminución de gran variedad de especies animales y vegetales, explotación desmesurada de la superficie terrestres y explotación de más de la mitad del agua dulce.
El uso de un término geológico sirve para resaltar los cambios ambientales actuales en una escala planetaria y significativa en el tiempo de la historia de la Tierra. En este sentido, Malhi (2017) y Zalasiewicz, et. al (2017) encuentran otros rasgos característicos del Antropoceno relacionados al cambio climático: el incremento en el nivel del mar, las perturbaciones químicas principalmente de los ciclos de carbono y nitrógeno, la producción de desechos a gran escala y la acelerada tasas de erosión y sedimentación.
El origen del Antropoceno, señala en mismo Crutzen, puede rastrearse en la Revolución Industrial. La evolución tecnológica del siglo XVIII (principalmente la máquina de vapor de James Watt en 1769) privilegió el uso del carbón como fuente energética primaria en la producción. A su vez, la transformación de la energía en trabajo elevó la productividad de las fábricas permitiendo que un mayor número de personas demandaran los productos finales y con ello iniciara un círculo virtuoso de la economía que perduró hasta el siglo XIX. Si bien el transcurso de los siguientes años vio la incorporación de la electricidad y el petróleo como nuevas fuentes energéticas, es el siglo XX donde existe una transformación estructural de la economía y su relación con la energía. Conforme a lo establecido por el Anthropocene Working Group durante una reunión en 2009, la década de los años 50´s del siglo XX es el comienzo formal de esta nueva edad geológica donde comienzan a percibirse los efectos ambientales. Esto es resultado del ascendente consumo energético por habitante nunca antes registrado en los últimos 200 años, que coincidente con las décadas de bonanza del capitalismo posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Es decir, el estilo de desarrollo cultural, económico y social, impulsado a mediados del siglo anterior a la fecha, ha detonado en gran medida la grave situación energética y ecológica actual.
A pesar de lo ilustrativo que resulta este término al expresar la forma en que las presiones ambientales antropogénicas han afectado los sistemas en la Tierra, existe una postura mucho más afinada de esta interpretación. De acuerdo con Jason Moore (2016) el Antropoceno es una categoría de corto alcance para explicar el actual estadio del capitalismo y su relación con el calentamiento global, pues asume que la responsabilidad de los daños ecológicos es de los seres humanos como especie biológica en su conjunto, pero no como sujetos sociales pertenecientes a naciones de distintas dimensiones y participaciones relativas en el consumo energético global. Si bien, como se ha descrito, el mismo Crutzen señala a la Revolución Industrial como punto de partida, el Antropoceno es concebido como el resultado de las acciones humanas por igual, es decir, cada ser humano del planeta es igualmente responsable que el resto de 7800 millones de habitantes en el mundo por el actual daño ambiental.
Esta limitante es la que Moore (2016) cuestiona al señalar que no es adecuado culpar a una especie geológica de manera homogénea en las responsabilidades ambientales, sino es necesario distinguir a los seres humanos por sus diferencias sociales, culturales, ecológicasy geográficas. Es así como define al Capitaloceno para referirse a la época actual del capitalismo donde un grupo de países y, particularmente, un grupo de personas pertenecientes a los estratos de mayores ingresos, son los principales emisores de contaminantes de efecto invernadero y además poseen la propiedad del conjunto de empresas responsables de la aceleración, apropiación, despojo y explotaciones de los bienes naturales. Es decir, los responsables son el 1% de los habitantes del planeta, los cuales concentran los medios de producción, así como el gasto de energía y materiales.
En efecto, la desigualdad económica en el mundo no sólo se manifiesta en los problemas de concentración del ingreso y de la riqueza sino también existe gran evidencia que muestra una correlación con el creciente ritmo de emisiones contaminantes. Tanto Briones et al. (2019), Svampa (2019) y Ulloa (2017) apoyan la idea acerca del Capitaloceno donde algunos estratos sociales son más responsables del daño ecológico que otros.
Así pues, esta definición permite enmarcar el problema ambiental no solamente de manera general a nivel geológico sino asociado a las características económicas, sectoriales y regionales que ha generado el modo de producción vigente. Es importante señalar que el Capitaloceno hace distinción sobre los estratos sociales de mayores ingresos y no solamente sobre naciones desarrolladas o industrializadas, puesto que, si se limitara únicamente a la clasificación por país, casos como China o India que aún se consideran países en transito de industrialización no podrían explicarse. Por consiguiente, el Capitaloceno está explícitamente asociado al problema de la concentración del ingreso y de la riqueza, uno de los problemas económicos de mayor interés y preocupación para los economistas.
Al respecto, las cifras son contundentes. Después de la crisis financiera, el “auge de los multimillonarios” ha sido característica principal en la evolución del capital. Entre 2017 y 2018, cada dos días en el mundo surgía un nuevo milmillonario (término utilizado por la OXFAM) en promedio, mientras que 26 personas concentraron la riqueza equivalente a lo que tienen 3800 millones de personas. De acuerdo con Chancel (2020) en regiones como África y Medio Oriente la participación del 10% más rico es igual al 55 % del ingreso nacional. Incluso durante la pandemia este segmento ha sido el de mayor recuperación. Con información de la OXFAM (2020), desde el inicio de la pandemia la riqueza de los 10 hombres más ricos del mundo ha aumentado en medio billón de dólares y en América Latina la fortuna de los 73 milmillonarios de América Latina aumentó en 48 200 millones de dólares. Contrariamente, la CEPAL (2021) anunció que la región verá incrementado el número de pobres en 22 millones de personas.
Las cifras que vinculan tanto el problema de la desigualdad económica y las emisiones contaminantes son reveladoras. Retomando al citado Chancel (2020) las personas que integran el 10 % más pobre necesita alrededor de 6 kWh por persona por día para satisfacer las necesidades básicas, tan sólo 2 kWh más que los cazadores-recolectores prehistóricos mientras que el 10 por ciento más rico, por el contrario, consume alrededor de 32 kWh por persona por día. Al tiempo que Hubacek et al. (2017) apunta que el 10% de la población en los estratos superiores de ingreso causan más de un tercio de las emisiones globales de efecto invernadero, mientras que el 50% inferior es responsable de solo el 15% de emisiones globales. Es decir, la huella de carbono promedio de las élites globales es de aproximadamente 11veces más alta que la huella de carbono de la más baja. La evidencia de los autores sigue la misma línea si se analiza la Unión Europea.
Por su cuenta Caetano et al. (2020) calculan una brecha más amplia entre segmentos de población. Sus resultados muestran que 10 % más rico de la población mundial generó el 52 % de las emisiones de carbono acumuladas, en contra parte, el 50 % más pobre en el mundo generó tan solo el 7 % de las emisiones. Haciendo un ejercicio minucioso, el mismo grupo de investigadores encontró que 1 % de la población más rico de la población generó el 15 % de las emisiones acumuladas, entretanto el 5 % de mayores ingresos de la población mundial fue responsable del 37% de las emisiones. Este último dato es revelador pues no solamente la economía de 1% es la que concentra los mayores niveles de riqueza sino además es por si mismo el generador del más del doble de emisiones de emisiones contaminantes que el 50% de la población más pobre.
Para completar este diagnóstico estadístico que muestra una clara relación entre los niveles de ingreso y la contaminación, se muestra a continuación un gráfico realizado por el proyecto Our World in Data donde encuentran que el 16% de población de mayores ingresos genera el 38% de emisiones de dióxido de carbono (CO2), mientras el segmento de ingresos medios altos correspondiente al 35% de población genera el 48 % de emisiones, el 31% de personas que cuentan con ingresos medios-bajos producen el 13.5% de CO2 y finalmente el 9% de habitantes del mundo con ingresos bajos provoca el 0.5% del tipo de emisiones descritas.
Gráfica 1. Emisiones de CO2 por grupo de ingreso
Fuente: Our World in Data (2021). Disponible en https://ourworldindata.org/co2-emissions
A la luz de la evidencia, el término Capitaloceno parece adecuado para explicar parte del problema ambiental existente. El desarrollo de la economía ha profundizado en las últimas décadas la velocidad del deterioro ecológico. Al mismo tiempo, un sector de la población instaurado en la cúpula económica tiene control sobre la mayor parte de la riqueza en unas cuentas manos. De acuerdo con OXFAM (2015) sólo 62 personas poseían la misma riqueza que 3.600 millones de seres humanos, mientras que para el año anterior (2020), 2153 personas en el mundo poseen más riqueza que 4600 millones de personas.
Desde la teoría económica se justificó, bajo la hipótesis de Kuznets, que durante el proceso de crecimiento económico de las naciones las emisiones contaminantes crecerían para posteriormente disminuir. El mecanismo detrás de este aporte establece una relación entre las emisiones contaminantes y el ingreso per cápita. De manera gráfica, esta relación toma una forma de “U” invertida. El punto común de los estudios afirma que las primeras etapas de crecimiento económico coadyuvan el ascenso de la contaminación y disminuye a niveles más altos del ingreso, justificando el deterioro ambiental a medida que la riqueza incrementa. Sin embargo, los hallazgos muestran lo contrario.
En efecto, la participación en las emisiones contaminantes por parte de las naciones de mayores ingresos y los segmentos de altos ingresos no disminuye. Este comportamiento rompe con la idea acerca de que el crecimiento económico a costa del medio ambiente genera prosperidad futura tanto en aspectos cuantitativos (ingreso por habitante) y cualitativos (un entorno natural más limpio). Por el contrario, el desenvolvimiento económico ha producido mayor concentración del ingreso y la riqueza en algunas personas que, a la par, son responsables del mayor deterioro ecológico.
Para finalizar, es importante recalcar que la idea de Capitaloceno no intenta suplantar, sustituir o disputar protagonismo a la categoría Antropoceno. Lejos de ello, es un intento para abordar simultáneamente distintas escalas como es la historia humana, natural y planetaria. Esta categoría va un paso más allá al conjuntar un análisis geológico, económico y social para lograr interpretar la compleja relación economía-sociedad-medio ambiente.
Comprender los problemas ecológicos exige un nivel elevado de comprensión de diversos fenómenos que suceden simultáneamente. En este caso el Capitaloceno es un espacio adecuado para explicar, con base en aspectos particulares, las posibles causas del deterioro ambiental en lugar de hablar en términos generales y agregados de la especie humana o de naciones. Como se ha mostrado, las grandes fortunas del mundo son también las que más daño están haciendo a un espacio común y cultural como los ecosistemas. No se trata de las personas directamente, se trata de sus prácticas, sus relaciones con el gobierno, la influencia política y el rol de sus empresas. No obstante, toda la población contribuye en el deterioro y daño de los ecosistemas y obliga a cualquier persona ser responsable con su entorno natural, empero, es el papel de algunos por encima de otros.
Aquí la importancia de plantearse un modelo de cuidado ambiental y sustentabilidad energética internacional partiendo de un cuestionamiento al actual estilo de desarrollo, más no reduciendo el problema a la firma de acuerdos y cumbres mundiales por el ambiente llenas de fe en las buenas acciones de los gobiernos (quien en gran medida han permitido e impulsado la creación de riqueza y pobreza) o colocar todas las esperanzas de la sobrevivencia humana en el rol de las tecnologías renovables.
Gabriel Alberto Rosas Sánchez cursa el Doctorado en Ciencias Económicas de la Universidad Autónoma Metropolitana (México) y es miembro de la Sociedad Mesoamericana y del Caribe de Economía Ecológica. Correo electrónico: rosassanchezgabriel@gmail.com
Bibliografía referenciada:
Briones, C., Lanata, J. y Monjeau, A. (2019). El futuro del Antropoceno. Utopía y Praxis Latinoamericana, 24(84), 21-31.
Caetano, T., Winker, H., y Depledge, J. (2020). Towards zero carbon and zero poverty: integrating national climate change mitigation and sustainable development goals. Taylor and Francis.
CEPAL (2021). Panorama Social de América Latina 2020. Disponible en https://www.cepal.org/es/publicaciones/46687-panorama-social-america-latina-2020
Chancel, L (2020). Unsustainable inequalities. Social justice and the environment. Harvard University Press.
Crutzen, P. (2002). The “anthropocene”, en: Ehlers, E., y Krafft, T. (eds.). Earth system science in the anthropocene, pp. 13-18. Springer, Berlin, Heidelberg
Crutzen, P. y Stoermer, E. F. (2000). The anthropocene. Royal Swedish Academy of Sciences, Stockholm. 41
Hubacek, K., Baiocchi, G., Feng, K., Castillo, R., Sun, L., y Xue, J. (2017). Global carbon inequality. Energy, Ecology and Environment, 2(6), 361-369.
Malhi, Y. (2017). The concept of the Anthropocene. Annual Review of Environment and Resources, 42, 77-104.
Moore, J (Ed.) (2016). Anthropocene or Capitalocene? Nature, History, and the Crisis of Capitalism. PM Press
OXFAM (2015). La desigualdad extrema de las emisiones de carbono. Disponible en: https://www-cdn.oxfam.org/s3fs-public/file_attachments/mb-extreme-carbon-inequality-021215-es.pdf
OXFAM (2020). Combatir la desigualdad de las emisiones de carbono. Disponible en: https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/621052/mb-confronting-carbon-inequality-210920-es.pdf
OXFAM (2020). Tiempo para el cuidado. Disponible en https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/620928/bp-time-to-care-inequality-200120-es.pdf
Svampa, M. (2019). El Antropoceno como diagnóstico y paradigma. Lecturas globales desde el Sur. Utopía y praxis latinoamericana, 24(84), 33-54.
Ulloa, A. (2017). Dinámicas ambientales y extractivas en el siglo XXI: ¿es la época del Antropoceno o del Capitaloceno en Latinoamérica? Desacatos, (54), 58-73.
Zalasiewicz, J., Waters, C. N., Summerhayes, C., Wolfe, A., Barnosky, A., Cearreta, A. and Williams, M. (2017). The Working Group on the Anthropocene: Summary of evidence and interim recommendations. Anthropocene, 19, 55-60.
imagen1.jpg, por editorarg
https://www.alainet.org/es/articulo/212908
¿Antropoceno?
[Extracto del libro de Daniel Tanuro Demasiado tarde para ser pesimistas. Ver entrevista al autor en https://vientosur.info/demasiado-tarde-para-ser-pesimistas-3/ ]
IGBP, GIEC, IPBES [Programa Internacional de Geosfera-Biosfera, Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático y Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas, ndr] hemos presentado estos tres informes separadamente en el orden cronológico de su publicación. Tomados conjuntamente, es evidente que el programa interdisciplinar sobre el cambio global proporciona un marco de conjunto en el que se integran los diagnósticos más específicos sobre el clima y la biodiversidad, que los hemos tratado detalladamente, pero es indispensable mantener una visión más amplia sobre otras facetas de la destrucción del medio ambiente. Algunas podrían reservar desagradables sorpresas. La contaminación química, por ejemplo. El IGBP, como se ha dicho, no pudo determinar un tope para este parámetro. Sin embargo, está establecido que 1.300 de los 148.000 productos químicos inventariados en 2017 son disruptores endocrinos que alteran la fertilidad (globalmente se estima en un 30% el descenso del número de espermatozoides en el hombre entre 1979 y 2012), pueden favorecer el cáncer (de mama y de testículos, sobre todo), contribuir a trastornos neuropsiquiátricos (influye parcialmente en el autismo, el síndrome de hiperactividad, el trastorno de la atención, el Parkinson y el Alzheimer), y ser incluso ser responsables, en parte, de la frecuencia de la obesidad. Estas sustancias son de uso corriente en la agricultura, la industria y a nivel doméstico. Sus efectos se transmiten a la descendencia a través de modificaciones epigenéticas. Sus riesgos son aún más temibles por el hecho de que la toxicidad de algunos productos es mayor en pequeñas dosis que en dosis “normales” 39/.
Teniendo en cuenta todos los factores, no es exagerado hablar de una gran amenaza, no sólo para la naturaleza en general, sino para la humanidad. En este contexto, Paul Crutzen propuso en 2002 el concepto de Antropoceno 40/. El premio Nobel de química constataba que algunos cambios ocasionados por la Revolución industrial quedarán para siempre visibles en la geología del globo: presencia de isótopos radioactivos, elevación del nivel de los océanos, extinción rápida de especies… Según Crutzen, habría que considerar que se ha terminado el Holoceno y le ha sucedido una nueva era geológica. Propuso bautizarla como Antropoceno, para indicar que el ser humano (anthropos) se ha vuelto una fuerza geológica. Esta sugerencia fue rápidamente apoyada por otros científicos y científicas. Le siguió un amplio debate muy político, tanto en el seno de la comunidad científica como fuera de ella. Por la derecha, se elevaron voces para hacer remontar el Antropoceno a la aparición del Homo sapiens, o a la invención de la agricultura. Otros, por la izquierda, propusieron hablar mejor de Capitaloceno, para destacar el origen socio-histórico del cambio de era 41/.
Las motivaciones ideológicas que empujaron a Crutzen a hablar de una “geología de la humanidad” son sospechosas, porque esta expresión lleva el agua al molino de las y los misántropos que acusan al Homo sapiens de todos los males y desvían así la atención de la responsabilidad del capitalismo. La sospecha es aún más legítima dado que el paso de una era geológica a otra no es un fenómeno que se pueda constatar en caliente, ni siquiera un siglo después: hace falta perspectiva. Sin embargo, como nadie parece contestar la idea del paso de era, la polémica es sobre todo semántica. ¿Hay que pelearse entonces por el Capitaloceno? Este término permite señalar la responsabilidad principal del capital en la destrucción ecológica, pero al mismo tiempo invisibiliza la responsabilidad de la URSS, de los países del Este y de China… ¿Resulta pertinente hacerlo, cuando la izquierda tiene tanta necesidad de comprender por qué estos países cayeron en el productivismo? Además, no es evidente que el término Capitaloceno baste para dar cuenta de la gravedad de la transformación de la biosfera y de sus implicaciones a largo plazo. En conjunto, la biomasa del ganado y de los humanos es superior en dos órdenes de magnitud de los mamíferos salvajes 42/. Esta situación es el producto de doscientos años de capitalismo; pero aun cuando el capitalismo fuese rápidamente sustituido por el ecosocialismo, llevaría tiempo alcanzar un relativo reequilibrio. Ahora bien, aunque se dé ese cambio, seguirán presentes las huellas geológicas de los isótopos radioactivos, la subida del nivel de los océanos y la extinción de especies. Por ello, en la polémica sobre el término, preferimos el enfoque de Christophe Bonneuil y Jean-Baptiste Fressoz: abrir “un diálogo con quienes dan la alerta en las ciencias del sistema tierra” para “volver a tomar políticamente el control de (las) instituciones, de (las) élites sociales y de (los) poderosos sistemas simbólicos y materiales que nos han hecho caer en el Antropoceno” 43/. El objetivo de este enfoque es claro e idéntico al de los partidarios y partidarias del Capitaloceno: reintroducir la cuestión social e histórica en el centro del debate, impedir su exclusión por la geología. Además, si se adoptase el cambio de era y si los geólogos y geólogas fueran coherentes con sus criterios científicos, el cambio de era no ocurrió antes de la segunda mitad del siglo XX, de manera que no es la especie humana la responsable, sino la forma capitalista como produce su existencia social. Esta discusión no puede ser confiscada por La Ciencia; todas y todos tenemos voz y voto en ella.
Daniel Tanuro es ingeniero agrónomo y especialista en cuestiones medioambientales. Forma parte de la Global Socialist Network
Notas:
38/ “L’érosion massive de la biodiversité menace les societés humaines”, Mediapart, 06/05/2019.
39/ John Pauluis, “Les perturbateurs endocriniens”, Revue médicale de Bruxelles, septiembre 2019, Vol 40, nº 4. Sobre el autismo, ver Scott F. Gilbert & David Epel, op. cit. Los mecanismos epigenéticos actúan sobre la expresión de los genes sin modificar el ADN. Son reversibles pero transmisibles.
40/ Paul Crutzen, “Geology of mankind”, 2002, Nature 415, núm. 6867, p. 23, 2002.
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41/ Ian Angus, “Facing the Anthropocene: Fossil Capitalism and the Crisis of the Earth System”, Monthly review, 2016.
42/ Yinon M. Bar–On, Rob Phillips & Ron Milo, “The biomass distribution on Earth”, PNAS 19/06/2018, 115 (25) 6506–6511.; DOI: 10.1073/pnas.1711842115, 19/06/2018. La biomasa está estimada aquí en masa de carbono, para eliminar el contenido en agua de los organismos. Las cifras son respectivamente 0,1 Gt para los seres humanos y 0,007 Gt para los mamíferos salvajes.
43/ Christophe Bonneuil y Jean–Baptiste Fressoz, “L’événement anthopocène. La Terre, l’histoire et nous”, Seuil, 2013.
CRISIS CLIMÁTICA
¿Antropoceno, Tecnoceno o Capitaloceno? Algunos marcos para pensar el tiempo de la crisis climática
Las nociones de Antropoceno, Tecnoceno y Capitaloceno divergen en la centralidad concedida al ser humano, la técnica o el capital en nuestra época geológica; sin embargo, debemos evitar la contraposición fuerte de estos diagnósticos y atender a los múltiples factores que han causado la crisis climática, así como al entrelazamiento de la ecología, la economía y la tecnología.
Edward Burtynsky , “Silver Lake Operations #1,” Lago Lefroy, Australia, 2007.
Toni Navarro
Antonio Calleja-Lopez
30 ENE 2023 06:53
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La ecología y la tecnología son dos ámbitos que, generalmente, se han abordado por separado. Heredera de la tradición occidental, esta división se enraíza en la oposición entre tecnología y naturaleza, entre lo artificial (o lo cultural, o lo social), por un lado, y lo natural, por otro; una oposición que ha ido de la mano de procesos que han traído la catástrofe ecológica que define nuestra época. ¿Cómo pensar -teórica y prácticamente- las relaciones entre estas formas del conocimiento y esferas de lo real en vista de la crisis climática? El presente artículo esboza algunas notas preliminares en torno a esta cuestión.
Conexiones entre ecología, economía y tecnología
Una concepción “estándar” de la ecología la define como la ciencia que estudia las interacciones de los organismos entre sí y con su entorno. El término fue acuñado por el zoólogo alemán Ernst Haeckel en 1866 para describir la “economía de la naturaleza”. Esta definición no es sorprendente, ya que ecología y economía comparten la misma raíz etimológica, oikos, que en griego significa “casa” u “hogar”, pero también “familia” y “la propiedad de la familia”. En el caso del término “ecología”, el oikos va ligado al logos -que en griego antiguo significaba palabra, discurso o razonamiento- y, en el de la economía, al nomos -que hacía referencia a la ley, la norma o la administración de algo-. Por lo tanto, ecología y economía harían referencia, respectivamente, al razonamiento en torno del lugar donde se vive, por un lado, y a su administración, por otro. Por lo que respecta a la tecnología, término que surge en diferentes lenguas europeas en el siglo XVII, su composición deriva de la palabra griega techné -arte, destreza u oficio-, íntimamente ligada a la poiesis -es decir, a la producción o creación de objetos- y, de nuevo, a logos, por lo que se trataría de un razonamiento o discurso en torno al saber hacer. Como ocurre en el caso de la ecología, aunque las raíces etimológicas del término se remontan a la Antigüedad, su construcción y significado actual es de origen moderno. Por tecnología puede entenderse hoy alta tecnología, es decir, la producción u operación de conocimientos, objetos o procesos desarrollados sistemática y empírico-racionalmente, y orientados a intervenir en el entorno. Por tanto, en una primera aproximación, la ecología y la tecnología pueden verse, respectivamente, como el conocimiento sobre el entorno (o sobre los sistemas de organismos y entornos) y sobre los medios o sistemas para transformarlos.
Como sugiere David M. Kaplan, dado que “las cuestiones medioambientales implican inevitablemente tecnología, y las tecnologías tienen inevitablemente repercusiones medioambientales”, deberíamos “ecologizar la filosofía de la técnica y tecnologizar la filosofía medioambiental”.
En Occidente, estas dos formas de discurso o conocimiento se han tratado a menudo de forma independiente. El ejemplo paradigmático de ello es el de la filosofía: resumiendo en extremo puede decirse que, por un lado, la filosofía medioambiental se ocupa del entorno natural y el lugar de los seres humanos dentro de él; y, por otro lado, de manera independiente y habitualmente inconexa, la filosofía de la técnica reflexiona sobre los artefactos y sistemas técnicos, sus características, condicionantes y efectos sociales. Sin embargo, en Philosophy, Technology and the Environment, David M. Kaplan subraya que, dado que “las cuestiones medioambientales implican inevitablemente tecnología, y las tecnologías tienen inevitablemente repercusiones medioambientales”, deberíamos “ecologizar la filosofía de la técnica y tecnologizar la filosofía medioambiental”. Para complementar la propuesta, como hemos insinuado al apuntar la conexión etimológica entre ecología y economía, la filosofía de la economía (y, particularmente, la crítica de la economía política) parece ser otra rama del saber que debe tenerse en cuenta a la hora de articular ese encuentro. Ahora bien, para justificar tal hibridación es necesario que existan no sólo problemáticas comunes sino quizá también un vínculo fundamental entre ecología, tecnología y economía.
Los nombres de nuestra época geológica
La era presente, definida mediante términos como “Antropoceno”, “Tecnoceno” o “Capitaloceno”, parece subrayar ese vínculo como clave histórica. Diversos autores y autoras plantean esos conceptos como marca de nuestra época geológica. Una época geológica representa una unidad cronoestratigráfica, es decir, un periodo de tiempo que comprende las rocas formadas en ese lapso (habitualmente de millones de años), y que suele reflejar cambios significativos en las biotas, esto es, en los sistemas vivos, de un periodo a otro. El nombre asignado a una determinada época deriva de ciertas localidades o áreas geográficas, o de las características generales de la fauna que habitó durante ese tiempo, entre otros criterios que, en no pocas ocasiones, varían entre analistas y países. Son este conjunto de factores los que dan contenido a la raíz del nombre de una determinada época. En el caso de los tres nombres mencionados para la época presente, serían “anthropos”, “techné” y “capital”. Por su parte, el sufijo “-ceno” deriva del griego kainós, que significa “nuevo”, “reciente” o incluso “extraño”, y opera como marcador temporal genérico, es decir, hace que la palabra nombre un tiempo o época determinado. En el caso de los términos “Antropoceno”, “Tecnoceno” y “Capitaloceno”, la raíz de la palabra apunta a la centralidad y los efectos biológicos y geológicos bien del anthropos (el ser humano, en griego antiguo), de la tecnología, cuya etimología ya hemos mencionado, o del capital, esa forma de relación social que transforma toda realidad en medio para la maximización del valor de cambio (o, en términos más coloquiales, el beneficio económico) y que define la economía mundial en los últimos siglos. El Holoceno, la época actual del periodo Cuaternario en la historia de la Tierra, estaría dando paso a una época definida por el impacto global que las actividades humanas, la tecnología o el capital han tenido sobre los ecosistemas terrestres.
Los términos “Antropoceno”, “Tecnoceno” y “Capitaloceno” apuntan a la centralidad y los efectos biológicos y geológicos del ser humano, la tecnología o el capital respectivamente.
Ahora bien, cada uno de estos tres términos se enraíza en una forma o tradición de pensamiento en torno a las relaciones entre el ser humano, la tecnología, la economía y la ecología dentro de la cultura occidental. Además de plantear distintos diagnósticos, cada uno de ellos presenta como solución el opuesto de la causa: la respuesta al Antropoceno sería un descenso poblacional o la modificación de nuestra especie; la respuesta al Tecnoceno sería una reducción de las infraestructuras tecnológicas y energéticas o -desde posturas neoprimitivistas- el regreso a un mundo pretecnológico; y la respuesta al Capitaloceno sería la abolición del capitalismo. A continuación abordamos cada uno de estos marcos.
Antropoceno: el ser humano como agente geológico
Para empezar, las relaciones entre ecología y tecnología han variado en el tiempo porque el significado del oikos, el logos y la techné, así como la relación entre ellos, no es estable sino variable. En los siguiente párrafos hacemos un recorrido brevísimo (y, en esa medida, insuficiente) que va de la Antigüedad a la actualidad, revisando algunas de esas variaciones. Cabe comenzar comentando que el griego oikos, traducido como “entorno natural” o “medioambiente” en la ecología contemporánea, parece remitir a una versión moderna (y, por tanto, sujeto-céntrica, incluso si ese sujeto es el organismo) del concepto griego de physis, término habitualmente traducido como “naturaleza”. Para Platón, la physis alude tanto a la totalidad de las cosas corpóreas como a la esencia ideal o el modelo inmutable que la techné o arte imita y, en cierta medida, falsea: “el arte [...] no participa demasiado de la verdad, sino que produce una especie de imágenes emparentadas con ella, como las que generan la pintura y la música” (Las leyes, X, 889d). Por otro lado, según Aristóteles, la techné “existe para auxiliar a la naturaleza y suplir sus deficiencias”, ya que “el ser humano precisa de muchas artes para su supervivencia” (Protréptico, 11); un ejemplo sería el de la agricultura, ya que la naturaleza tal cual viene dada no satisface las necesidades humanas. El rol de la técnica en la Grecia antigua está, en todo caso, incardinado y subordinado a la physis, una realidad natural eterna y poderosa. Así, según el mito, Prometeo paga caro el entregar a los humanos el don del fuego, símbolo de las habilidades técnicas y de la capacidad de transformar una realidad cuyo destino último es cosa divina.
El rol de la técnica en la Grecia antigua está subordinado a la physis, una realidad natural eterna y poderosa cuyo destino último es cosa divina.
Esta visión, que sitúa a la naturaleza por encima del ser humano y de la técnica, llega a su fin con el cristianismo, que según el historiador Lynn White Jr. es la raíz histórica de nuestra crisis ecológica. En el cristianismo la naturaleza no es ya eterna sino creada de la nada por Dios, que crea también al hombre a su imagen y semejanza, para que tenga “dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo, el ganado, y en toda la tierra” (Génesis 1:26). Esta es una de las bases religiosas del antropocentrismo moderno, que ya en siglo XV situaría al ser humano en un lugar privilegiado dentro del cosmos, bien por las circunstancias excepcionales de su creación y condición (desde una postura entre lo teológico y lo existencial, como en Pico della Mirandolla) o bien por ser el Sujeto del pensamiento y único animal dotado de razón (desde una postura filosófica, como en Descartes). Esto lo separaría del resto de animales, a menudo considerados meras máquinas vivientes. Así, el recién mencionado Descartes se propone, en su Discurso del método, elaborar una filosofía práctica “por medio de la cual, conociendo la fuerza y las acciones del fuego, del agua, del aire, de los astros, de los cielos y de todos los demás cuerpos que nos rodean, [...] podríamos hacernos como dueños y poseedores de la naturaleza”; un proyecto muy similar al de Francis Bacon, en cuyo Novum Organum se presentaba un nuevo método científico que partía de una única convicción: “sólo podemos dominar la naturaleza si la conocemos”. Este dominio era, según Bacon, la manera de recuperar el estado anterior al pecado original y la caída – otro punto de conexión con la tradición cristiana.
En el cristianismo la naturaleza no es eterna sino creada de la nada por Dios, que crea también al hombre a su imagen y semejanza; esta es una de las bases religiosas del humanismo moderno, que sitúa al ser humano en un lugar privilegiado y de dominio por medio de la técnica.
En resumidas cuentas, en la Modernidad la técnica (cada vez más, tecnología, de la mano de la ciencia) aparece sobre todo como un medio al servicio de un Hombre concebido como medida de todas las cosas (según la antigua fórmula de Protágoras), como protagonista principal de la Historia Universal. De este modo, la actual crisis ecosocial se conectaría al antropocentrismo de nuestra herencia filosófica y religiosa. Hay quien, yendo más allá, se retrotrae a la aparición del homo sapiens hace entre 300.000 y 100.000 años, o, como sugiere entre otros Timothy Morton, al año 10.000 a.C, con la invención de la agricultura. En cualquier caso, sería en los últimos siglos cuando el impacto de la actividad humana sobre el planeta ha alcanzado una escala geológica. A todo ello parece apuntar el concepto de Antropoceno (que deriva, como hemos visto, del griego anthropos, “humano”, y kainós, “nuevo”), acuñado a principios de los ochenta por el ambientólogo Eugene Stoermer y popularizado a raíz de un artículo escrito junto al Premio Nobel de Química Paul Crutzen en el año 2000. A pesar de su gran acogida tanto en el ámbito científico como en el cultural, se trata de una noción problemática en la medida que atribuye el mismo grado de responsabilidad a todos los humanos en los procesos de devastación ecológica, sin establecer ninguna distinción entre clases sociales o entre el Norte y el Sur Global. Como el propio antropocentrismo y humanismo modernos, omite las formas de subordinación internas a la imagen del “hombre medida” en Occidente, es decir, la subordinación de las mujeres o las personas racializadas, a menudo identificadas con la naturaleza o lo salvaje, y que han sido secularmente damnificadas del proceso cristiano, cartesiano y baconiano de control de la “naturaleza”. Además, si una de las raíces de la crisis ecológica reside en la centralidad concedida hasta ahora al ser humano (especialmente, como decimos, a cierto modelo del mismo), es posible que el convertirlo en protagonista exclusivo de nuestra época geológica sólo refuerce su autoimagen narcisista como propietario, destructor y potencial salvador del mundo.
El Antropoceno conecta la actual crisis ecosocial al antropocentrismo de nuestra herencia filosófica y religiosa, apuntando al impacto geológico de la actividad humana sobre el planeta sin establecer distinciones entre clases sociales o entre el Norte y el Sur Global.
Tecnoceno: las consecuencias planetarias del despliegue técnico
Esta ficción moderna de dominio del Hombre sobre la naturaleza comenzó a desmoronarse en el siglo XX (si no antes), cuando el desarrollo técnico mostró su faceta más inhumana y destructiva. En este contexto, Martin Heidegger escribió La pregunta por la técnica (1953), donde se desmarcó de la concepción instrumental y antropológica de la técnica como un medio y un hacer humano y la definió como un modo de desocultamiento (un modo de revelar y revelarse del mundo) que, en su forma moderna, “acontece de tal manera que se descubren las energías ocultas en la naturaleza”, convirtiendo a esta última en un “almacén de existencias” que se nos presentan como disponibles. Lejos de tener el control, el ser humano es por un lado interpelado por la técnica (en tanto que modo de revelación del mundo) y, al tiempo, se ve transformado en una existencia o recurso (p.ej.: un recurso humano). Por tanto, frente a la visión según la cual los seres humanos usan la técnica como un mero instrumento para satisfacer sus ansias de control, para Heidegger es la técnica la que encarna e instaura una nueva forma de ver el mundo y relacionarse con la naturaleza: “al aire se lo emplaza a que dé nitrógeno, al suelo a que dé minerales, al mineral a que dé uranio, a éste a que dé energía atómica, que puede ser desatada para la destrucción o para la utilización pacífica”. Esta última cuestión no es menor: el Grupo de Trabajo del Antropoceno (AWG) fijó el inicio de la presente época geológica en la era atómica, al considerar que es la capacidad de liberar energía nuclear lo que convierte al ser humano en un agente geológico con capacidad para destruir la vida sobre el planeta. Otras personas han fijado la fecha en el inicio de la revolución industrial, con el uso de combustibles fósiles y la consiguiente emisión de gases de efecto invernadero. Por ello, Flavia Costa propone “poner el acento en la cuestión del despliegue técnico, en las infraestructuras construidas y en los modos de energía desencadenados”, a través del concepto de Tecnoceno. El término fue originalmente acuñado por el sociólogo Alf Hornborg en The Political Ecology of the Technocene (2015), donde aborda la tecnología moderna como eje que vertebra tanto el estudio de las dimensiones biofísicas de la historia natural como el de las dimensiones socioculturales de la historia humana (sin abandonar por tanto la distinción entre Naturaleza y Sociedad), por lo que “en lugar de dar a entender que el cambio climático es la consecuencia inexorable de la aparición del Homo sapiens, como sugiere la noción de Antropoceno, preferiría que la época geológica inaugurada a finales del siglo XVIII se denominase Tecnoceno”. Para Costa, sin embargo, se trata de una herramienta conceptual que permite abordar un conjunto de problemáticas y dimensiones del Antropoceno ligadas a la tecnología sin disputar el consenso terminológico ni arrogarse un carácter omniexplicativo. Se trata de una contribución parcial al debate en torno al carácter de nuestra época, subrayando el coste ecológico de la digitalización a causa del consumo energético de los centros de datos, la extracción de minerales y metales raros, el desecho de basura electrónica o las emisiones de CO2 resultantes de la fabricación y el transporte de dispositivos.
El Tecnoceno es una herramienta conceptual que permite abordar un conjunto de problemáticas y dimensiones del Antropoceno ligadas a la tecnología, como el coste ecológico de la digitalización.
Capitaloceno: el capitalismo en la trama de la vida
Por último, hay quienes, siguiendo a Marx, no consideran que la causa principal de la destrucción medioambiental sea el ser humano en abstracto, ya que este siempre ha transformado la naturaleza mediante el trabajo; y tampoco la técnica, aunque bajo el capitalismo esta se ve reducida a un conjunto de medios y procedimientos para la autovalorización del capital mediante la mejora de la productividad, la reducción de costes, la redefinición de las relaciones de poder en el ámbito laboral o el incremento de la explotación. Antes bien, consideran que la raíz de nuestra época geológica se hunde en el origen del capitalismo, entre los siglos XV y XVI. En Marx, el capital como relación social vive de la explotación de la fuerza de trabajo humana y la fuerza productiva de la tierra: como explica en el primer libro de El Capital, “[la industria y la agricultura] se estrechan la mano, puesto que el sistema industrial rural también extenúa a los obreros, mientras que la industria y el comercio, por su parte, procuran a la agricultura los medios para el agotamiento del suelo”. Aquí es fundamental el concepto de fractura metabólica, que autores como John Bellamy Foster consideran la aportación más directa de Marx a la discusión ecológica, con la que -también en El Capital- describe el modo en que la producción capitalista (y, concretamente, la agricultura inglesa del siglo XIX) “perturba la interacción metabólica entre el ser humano y la Tierra al impedir el retorno al suelo de los elementos constituyentes consumidos por el hombre en forma de alimentos y vestimenta, obstruyendo la operación de la eterna condición natural de la fertilidad imperecedera del suelo”. Jason W. Moore propone alejarse de una posible interpretación cartesiana de esta fractura como metáfora de la escisión entre Naturaleza y Sociedad (según la cual los sistemas sociales están separados de los sistemas naturales y los perturban desde fuera): estas serían abstracciones reales que dan forma al mundo moderno que habitamos, pero que se presentan como ajenas al cambio histórico. Por ello, Moore propone pensar la fractura no como ruptura e interrupción sino como reconfiguración y desplazamiento en un metabolismo “singular, internamente diverso, históricamente variante y geográficamente desigual de la humanidad-en-la-naturaleza”. A este fin propone, entre otros, el concepto de Capitaloceno (originalmente acuñado por el ecólogo Andreas Malm) que permite pensar el capitalismo como “una ecología mundial situada y multiespecies de capital, poder y (re)producción” que no solo abusa de la naturaleza como algo exógeno sino que la produce históricamente bajo la ley del valor como una naturaleza barata -alimentos, materias primas, energía…- de la que posteriormente se apropia, y que está en camino de agotarse o llegar a su fin. Se trata por tanto de un doble movimiento (o doble internalidad) de flujos de capital en la naturaleza y flujos de naturaleza en el capital. Este concepto presenta algunas ventajas respecto a los dos anteriores -Antropoceno y Tecnoceno- al facilitar la atribución de responsabilidades diferenciadas histórica y geográficamente, incorporando el peso de la dominación colonial o el imperalismo; ofrece herramientas útiles para pensar el antropocentrismo y la técnica como resultado de relaciones sociales e intereses económicos; y, por último, permite abordar no solo las consecuencias medioambientales del capitalismo sino también disolver dialécticamente el dualismo Naturaleza/Sociedad.
El concepto de Capitaloceno permite pensar el capitalismo como “una ecología mundial situada y multiespecies de capital, poder y (re)producción” que produce naturaleza barata de la que posteriormente se apropia – y que está en camino de agotarse.
Chthuluceno: más allá de la división Naturaleza-Tecnología-Sociedad
Este último punto es especialmente relevante en un panorama cultural y filosófico que lleva décadas volcado en la crítica del dualismo entre la cultura, la sociedad o la tecnología, por un lado, y la naturaleza o la ecología, por otro. Una de sus estrategias más comunes entre autores y autoras asociados con la posmodernidad ha sido el constructivismo: en el caso de la oposición naturaleza/cultura, esto implica sostener que ni una ni otra existen como ámbitos delimitados de la realidad sino como constructos sociales, lingüísticos o semióticos que adquieren distintos significados en diferentes textos y contextos, a los que solo podemos acceder desde un determinado marco de sentido. Paradójicamente, esto no ha servido para desmontar el dualismo sino para subsumir uno de los polos (la naturaleza o lo material) por el otro (la cultura o lo social). De ahí que los esfuerzos posteriores de pensadoras como Donna Haraway se hayan concentrado en escapar del dualismo sin ser reduccionistas, proponiendo no ya la inexistencia de la naturaleza y la cultura sino la existencia de múltiples enredos semiótico-materiales que dan lugar a naturoculturas emergentes en las que -como dice en su Manifiesto de las especies de compañía- “la co-constitución, la finitud, la impureza, la historicidad y la complejidad son lo que hay”. Esto cuestiona también la definición de ecología planteada al comienzo del artículo, como “estudio de las interacciones entre los organismos y el entorno”, al desdibujar los límites entre esas dos entidades. Todo ello tiene implicaciones para la concepción de nuestra época geológica. Yendo más allá de los conceptos de Antropoceno o Capitaloceno, Haraway ha propuesto el concepto de Chthuluceno (cuya raíz deriva del griego khthónios, “perteneciente a la tierra”), con el que nombra “un tipo de espaciotiempo para aprender a seguir con el problema de vivir y morir [...] en una tierra dañada”. Más allá, señala:
Contrariamente a los dramas dominantes en el discurso del Antropoceno y el Capitaloceno, los seres humanos no son los únicos actores importantes en el Chuthuluceno, con todo el resto de seres capaces solo de reaccionar. El orden ha sido retejido: los seres humanos son de y están con la tierra, y los poderes bióticos y abióticos de esta tierra son la historia principal.
Se trata, en primer lugar, de ir más allá de los relatos antropocéntricos sobre nuestra época geológica; en segundo lugar, de acabar con la idea de Naturaleza como espacio prístino y puro (es decir, certificar su muerte, como apuntó Bill McKibben en The End of Nature, resultado de las transformaciones de los ecosistemas vivos por causa de la actividad técnica y económica humana, que desemboca en una postnaturaleza artificial); y, en tercer lugar, de ofrecer una visión de oikos, techné, logos y nomos como realidades co-constituyentes, lo que lleva a un cuestionamiento y entrelazamiento de tecnología, ecología y economía en tanto que espacios de conocimiento y acción. Como respuesta, Haraway apela a nuevas formas de respons(h)abilidad para hacernos cargo de esos entrelazamientos y orientarlos en direcciones deseables. Y para ello la narración, el logos, juega un papel crucial, puesto que “importa qué historias crean mundos, qué mundos crean historias”.
Se trata de ir más allá de los relatos antropocéntricos sobre nuestra época geológica, acabar con la idea de Naturaleza como espacio prístino o puro y asumir el entrelazamiento de tecnología, ecología y economía en tanto que espacios de conocimiento y acción.
Negacionismo y colapsismo: retórica y ciencia en la crisis climática
Una de las narraciones más extendidas hoy es el negacionismo climático en sus diversas formas, que van de la negación de la crisis climática o su gravedad a la negación de la urgencia y profundidad de las acciones necesarias. Como señala Bruno Latour en Dónde aterrizar, “no tenemos suficiente conciencia de que el negacionismo climático organiza toda la política del presente”. Para explicar este fenómeno no basta con culpar a los medios de comunicación por promover la posverdad o a las redes sociales por potenciar la polarización, si bien tienen un profundo impacto ideológico (o, por usar una fórmula de Guattari, traen efectos nocivos para la ecología mental, social y medioambiental). Más allá de las tecnologías de la información y la comunicación es preciso examinar las razones socioeconómicas y cognitivas tras esa reticencia a aceptar la evidencia científica y a afrontar la principal amenaza a la supervivencia de nuestra propia especie. Entre las razones socioeconómicas se encuentran factores como la dependencia de la vida contemporánea de los combustibles fósiles, el poder económico y mediático del lobby energético, o la complicidad de los gobiernos con esas mismas industrias fósiles y extractivas. Por lo que atañe a las razones cognitivas, el activista medioambiental y experto en comunicación George Marshall explica en su libro Don’t Even Think About It que, por su naturaleza vasta e incierta, somos incapaces de concebir plenamente el cambio climático. Por lo tanto, concluye que para movilizar a la gente es necesario “algo emocional, debe tener inmediatez y prominencia” puesto que “una amenaza lejana, abstracta y discutible no posee las características necesarias para movilizar a la opinión pública”. Lejos de cualquier logomaquia o conflicto entre formas de discurso y razonamiento, esto no implica olvidar la centralidad de las tecnociencias, cuyas modelizaciones siguen siendo la única forma de la que disponemos para conocer, predecir e intervenir en los sistemas climáticos. Se trata de asumir que los números no hablan por sí solos. Y aquí es donde el arte o las humanidades juegan un papel fundamental en la traducción comunicativa y estética de esa escala amorfa e impensable; como lo juegan también en la especulación sobre otros mundos posibles y deseables.
Para explicar el negacionismo no basta con culpar a los medios de comunicación o a las redes sociales; hay que examinar las razones socioeconómicas y cognitivas tras esa reticencia a aceptar la evidencia científica y a afrontar la principal amenaza a la supervivencia de nuestra especie.
Como antítesis del negacionismo, recientemente se ha popularizado en España el término “colapsismo” para referirse a la postura de científicos como Antonio Turiel o Alicia Valero, que en trabajos como Petrocalipsis o Tanathia cuestionan la viabilidad de una transición energética que sustituya los combustibles fósiles por renovables debido a la escasez de materiales y la dependencia de las tecnologías verdes respecto a energías convencionales como el petróleo, en muchos casos en proceso de agotamiento. La etiqueta ha sido motivo de respuesta por parte de sus adjudicatarios: a los ojos de Turiel se trata de una etiqueta sesgada, que presenta a los científicos como una pandilla de agoreros sin fundamento en lugar de como expertos con un conocimiento tecnocientífico sobre los límites del planeta y para quienes, además, el colapso es evitable mediante un “Gran Descenso”. Por ello, considera que la verdadera división no es entre colapsistas y no-colapsistas (o negacionistas) sino entre pro-capitalistas (quienes creen que no será necesaria una transformación del sistema económico) y post-capitalistas (para los que solo una reducción drástica en los niveles de producción y de consumo podrá evitar la catástrofe). Sin embargo, el alegato de Turiel en favor de la objetividad científica omite los elementos retóricos y emocionales que van de la mano de toda comunicación, comenzando por la que se lleva a cabo en redes sociales. Los modos y dimensiones del logos (del discurso y el razonamiento) no son únicos y simples sino múltiples y complejos. Como afirma Emilio Santiago Muiño, “además de análisis fríos y arquitecturas teóricas, muchas veces implícitas, el colapsismo comparte afectos, estéticas, modos de razonar” y va ligado, en definitiva, a “un estado de ánimo”.
Alternativas sistémicas y transición ecosocial
Al margen de la crítica recién esbozada, la división que apunta Turiel entre pro-capitalistas y post-capitalistas resulta ciertamente más útil que la de colapsistas y no colapsistas a la hora de agrupar las distintas soluciones que se proponen para superar la crisis ecosocial. Del lado de los pro-capitalistas estarían visiones como la del capitalismo verde. Este Green New Deal busca mantener el sistema económico actual defendiendo la posibilidad de un “crecimiento sostenible” y otorga un papel central a las corporaciones transnacionales en el abordaje de la crisis climática y el despegue de la transición ecológica. Tanto la crisis como la transición son consideradas problemas para los que sería posible encontrar soluciones tecnológicas, que van desde las energías renovables a los coches eléctricos, pasando por distintas intervenciones climáticas -como la captura y secuestro carbono- que suelen agruparse bajo la etiqueta de “geoingeniería”. En esta línea se encuentra también el ecomodernismo, para el que el desarrollo de las fuerzas productivas puede conducir a la creación de sistemas energéticos industriales más eficientes, basados en combustibles limpios y renovables, lo que permitiría no tener que renunciar al crecimiento. De este modo, el capitalismo suele estar alineado con el tecnooptimismo, que parece ignorar factores como la paradoja de Jevons, según la cual el incremento en la eficiencia con la que se usa un recurso provoca un aumento -y no una disminución- de su consumo, debido a factores como la reducción de costes asociados a su uso.
La división entre pro-capitalistas y post-capitalistas es útil a la hora de pensar tanto las razones socioeconómicas a la base del negacionismo como las distintas soluciones que se proponen para superar la crisis ecosocial.
Frente a esto, el decrecimiento sostiene que, en un planeta finito y de recursos limitados, las dinámicas de crecimiento continuo no son sostenibles. Las posiciones decrecentistas suelen exigir que los países ricos del Norte Global reduzcan sus niveles de producción y de consumo, y adopten nuevos valores y estilos de vida: ocio creativo, reparto del trabajo, reducción de las infraestructuras energéticas y tecnológicas, restauración del hábitat local, sobriedad y sencillez voluntarias… Se trata de una propuesta ampliamente aceptada tanto en el ámbito académico como en el activismo medioambiental, aunque no está exenta de críticas. Especialmente en sus versiones iniciales, formuladas por autores como Serge Latouche, omitía la crítica sistemática al capitalismo: ponía el foco en el dogma del crecimiento y en los estilos de vida, a menudo ignorando los antagonismos de clase o las condiciones materiales de una clase trabajadora que no se beneficia de dicho crecimiento (ni siquiera en un Norte Global atravesado por la desigualdad), u otras cuestiones como la propiedad de los medios de producción y el poder del Estado. Por ello, en El capital en la era del Antropoceno, Kohei Saito afirma que “la teoría decrecentista [...] debe basarse en una crítica mucho más radical del capitalismo: el comunismo”. En cuanto a la mitigación del cambio climático, una posición habitual en el bando decrecentista pasa por apostar por estrategias “naturales” como la reforestación, la agricultura regenerativa o el carbono azul, razón por la cual se le suele atribuir cierto ideal pastoril y tecnopesimista. Matthias Schmelzer, Andrea Vetter y Aaron Vansintjan se oponen a dicha atribución en The Future is Degrowth:
En lugar de la hostilidad general hacia la tecnología que a menudo se asume como distintiva del decrecimiento, éste se caracteriza por una visión diferenciada de la tecnología y la democratización del desarrollo tecnológico. [...] Se trata también de oponerse al mito del progreso tecnológico imparable e independiente, del aumento continuo de la productividad y de la mejora constante de las fuerzas productivas sociales (como también prevalece en gran parte de la izquierda tecnofuturista) y de ofrecer una alternativa democrática.
Desde esta perspectiva, además de objetivos como la democratización de la economía, la redistribución y limitación de los ingresos y de la riqueza o el desmantelamiento y reconstrucción equitativos de la producción, el decrecimiento también debería evitar toda tecnofobia y, en su lugar, aspirar al diseño de tecnologías convivenciales –en la tradición de Ivan Illich– de acuerdo con principios como los de la conectividad, la accesibilidad, la adaptabilidad, la biointeracción y la adecuación. Actualmente existen varias propuestas que tratan de aplicar dichos principios al ámbito digital, desvinculando su desarrollo del imperativo del crecimiento o el tecnofetichismo, e imaginando qué formas alternativas podría adoptar en una era de falta de recursos y colapso climático. En esta línea se encuentra la informática del colapso, que aboga por aprovechar las condiciones de abundancia del presente para crear sistemas operativos (como Collapse O/S) capaces de funcionar en épocas de escasez; o la permacomputación, que aplica los principios de la permacultura -como la resiliencia y la regeneración- al diseño de tecnologías digitales más sostenibles. Esto tiene implicaciones tanto en la producción de hardware (donde se aboga por una disminución radical en la fabricación de dispositivos y un aumento de la vida útil y la eficiencia energética de los ya fabricados) como en el desarrollo de software (donde se adopta un enfoque minimalista ante una posible reducción de la potencia de almacenamiento y procesamiento). Estas propuestas apuntan a un horizonte decrecentista no tecnofóbico: si la técnica -y, para un mundo con 8.000 millones de personas, la tecnología- es condición de posibilidad de nuestro estar en el mundo (el oikos), y esta tecnología ha transformado de raíz la vida en la Tierra, no parece lógico aspirar a eliminarla o a volver a una forma de vida “natural”, sino que solo cabe rehacer esa misma tecnología más allá del horizonte capitalista y antropocéntrico, con una mirada ecológica, económica y tecnopolítica crítica.
En lugar de eliminar la tecnología, cabe rehacerla más allá del horizonte capitalista y antropocéntrico, con una mirada ecológica, económica y tecnopolítica crítica.
Esto también es aplicable a la geoingeniería, que Holly Jean Buck propone pensar no como una tecnología emergente sino como un conjunto de “prácticas que combinan aspectos de infraestructura y de intervención social (...) sobre los que la sociedad civil puede decidir”, y que en modo alguno deberían contraponerse al decrecimiento, la descarbonización o el cambio sistémico. En la actualidad la geoingeniería ha tomado una deriva solucionista y empresarial, pero es posible imaginar otros modelos en los que su desarrollo esté impulsado por Estados y sociedad civil y no por grandes corporaciones. Muchos expertos abogan por un modelo público de propiedad y gobernanza de la geoingeniería o, en palabras de Andreas Malm, una “socialización de los medios de captura de carbono”, partiendo de que el problema no está en la tecnología sino en las condiciones de su diseño y despliegue.
Por otro lado, incluso en su insostenible despliegue actual, hay formas en que los sistemas tecnológicos existentes contribuyen, siquiera indirectamente, a la mitigación de la catástrofe climática. Por ejemplo, si ha sido posible elaborar modelos climáticos ha sido gracias a datos recabados por flotas de drones, redes de sensores, técnicas de aprendizaje automático e instrumentos de teledetección en todo el mundo. Esta contribución podría ir más allá del ámbito científico si se crean infraestructuras públicas de datos planetarios que monitoricen los flujos de carbono y otros procesos ecológicos no solo para rendir cuentas y exigir responsabilidades, sino para que los gobiernos planifiquen la descarbonización, las comunidades se organicen y la ciudadanía conozca su entorno. Por otro lado, también suele insistirse en las posibles aportaciones de estos sistemas técnicos a la sostenibilidad, tales como el uso de tecnologías digitales para mejorar la eficiencia energética o reducir las emisiones del transporte mediante su optimización. Aunque su impacto de conjunto parece ser negativo (p.ej.: en términos de huella de carbono), y pueden en ocasiones ser meros parches o arreglos tecnológicos (techno-fixes), estas respuestas podrían ser útiles si se combinan con cambios socioeconómicos sistémicos.
En el ámbito digital existen iniciativas potencialmente valiosas –no sin necesidad de reevaluaciones y rediseños— para una posible transición y gobernanza medioambiental democrática en clave decrecentista y postcapitalista.
Los movimientos de base son cruciales para impulsar estos cambios. En este sentido, las tecnologías digitales han hecho posible la creación de plataformas como Global Forest Watch, desde la que se impulsan iniciativas para cultivar o conservar los bosques frente a la deforestación; o como Open for Future, una organización de “hacktivistas climáticos” comprometidos con la soberanía digital y con el uso de herramientas libres para la movilización y la protesta social. Por otro lado, existen proyectos como el Atlas de Justicia Ambiental que documentan y catalogan los conflictos sociales en torno a cuestiones medioambientales; o Damage Earth Catalogue, que recoge diferentes términos empleados por comunidades de tecnólogos y activistas comprometidos con la ética ecológica, el decrecimiento, la resiliencia, la reparación y el minimalismo. Por su parte, colectivos como Extinction Rebellion han abogado por la constitución de asambleas ciudadanas para gobernar la transición ecológica, función para la que herramientas como Decidim han mostrado su utilidad. Este tipo de iniciativas funcionan como dispositivos de alta tecnología potencialmente valiosos –no sin necesidad de reevaluaciones y rediseños— para una posible transición y gobernanza medioambiental democrática en clave decrecentista y post-capitalista.
Necesitamos abrir espacios de cooperación entre diferentes áreas de conocimiento y acción, compaginar distintas estrategias y generar una teoría y práctica ecosociotécnica capaz de hacer frente a la complejidad de nuestro tiempo.
Hacia una teoría y práctica ecosociotécnica
Una clave será encontrar estrategias virtuosas capaces de recombinar ecología, tecnología y economía desde la crítica y la creatividad; su separación no solo es equívoca desde el punto de vista filosófico, dada su relación co-constitutiva, sino también en términos prácticos. Esta recombinación implica ir más allá de la oposición entre los conceptos de Antropoceno, Tecnoceno y Capitaloceno; la contraposición fuerte de estos diagnósticos supone ignorar el solapamiento o la interconexión de los procesos a los que apuntan, obviando las conexiones entre anthropos, oikos, techné, logos y nomos que hemos señalado. La actual crisis ecosocial está causada por factores múltiples y entrelazados que provienen de esferas y tiempos diversos. Por ello, necesitamos abrir espacios de cooperación entre diferentes áreas de conocimiento y acción -como las ciencias ambientales, la economía, la ingeniería, la filosofía, el arte o el activismo- y compaginar distintas estrategias aceptando que existe un amplio espectro de formas de promulgar e implementar la reparación ambiental y la justicia climática, sin plantear falsas oposiciones o reduccionismos que nos obliguen a elegir entre respuestas “naturales” (como la agricultura regenerativa o la reforestación), intervenciones tecnológicas (como la captura y secuestro de carbono), estrategias discursivas (como el desmontaje del antropocentrismo o la reevaluación de las relaciones entre ciencia y retórica) y transformaciones socioeconómicas (como la abolición del capitalismo en vistas a un comunismo decrecentista). En definitiva, generar una teoría y práctica ecosociotécnica poliédrica, capaz de hacer frente a la complejidad de nuestro tiempo, el tiempo de la crisis climática.
Una versión preliminar de este texto fue debatida en la decimoprimera sesión del Vector de Conceptualización Sociotécnica sobre Ecología y Tecnología, celebrada en el Canòdrom (Ateneo de innovación digital y democrática) con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona. Incluyó una exposición a cargo de Toni Navarro y Antonio Calleja-López y una conversación entre Christian Kerschner, Joana Moll y Open for Future, disponible aquí.
LA ERA DEL SER HUMANO ¿Vivimos en el Capitaloceno?
AU
Astrid Ulloa
Ripipteryx limbata, Saltamontes | © Erika Torres, 2019
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El concepto de “Antropoceno” recalca el papel del ser humano en la transformación del mundo biofísico y el origen de los problemas ambientales globales. Sin embargo, en el caso latinoamericano, el concepto parece ser limitado, al ignorar el papel central de las relaciones de poder y las desigualdades sociales. ¿Pero es realmente superior el concepto alternativo de “Capitaloceno”?Los actuales discursos sobre el llamado “Antropoceno” subrayan el papel que desempeñan los seres humanos en la transformación histórica del mundo biofísico y la crisis ambiental global, generando así una nueva era geológica. Sobre el inicio de esta era existen varios debates: ¿se inició con la aparición de los humanos sobre el planeta, la conquista de América desde el siglo XV, la industrialización del siglo XIX o a mediados del siglo XX?
La noción misma de Antropoceno ha provocado discusiones en torno a los problemas ambientales a escala global. Como resultado, ha ocurrido un giro en las humanidades y las ciencias sociales, así como un replanteamiento de sus fundamentos conceptuales, metodológicos y políticos: la naturaleza se ha vuelto parte de los análisis históricos y sociales. Aquel giro permite una incidencia directa del conocimiento académico en los ámbitos de toma de decisiones globales, nacionales y locales relacionados con los problemas ambientales actuales y los consecuentes conflictos socioambientales relacionados con el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y extractivismos relacionados con el consumo capitalista.
En Latinoamérica, el debate sobre el Antropoceno no se desarrolla del mismo modo que en Europa o los Estados Unidos. Esto puede explicarse parcialmente por el hecho de que la noción de Antropoceno se centra en problemas globales que requieren respuestas globales a expensas de las historias locales de desposesión territorial y ambiental. De hecho, la noción de Antropoceno podría ignorar las relaciones de poder y el carácter específico de las desigualdades sociales y las transformaciones ambientales en el contexto latinoamericano. Además, la narrativa del Antropoceno a menudo ignora otras perspectivas culturales y sistemas de conocimientos. Estos sistemas y perspectivas se sustentan en relaciones diversas entre humanos y no-humanos, en contextos históricos particulares. En Latinoamérica es necesario considerar el análisis de los procesos de extracción desde el período colonial hasta el siglo XXI, los cuales han exacerbado las desigualdades socioambientales. Tales procesos responden a una dinámica económica particular, a saber, la lógica del capitalismo, la cual ha generado transformaciones globales-locales.
¿Capitaloceno o Antropoceno?Por ello se debe abrir un debate sobre las implicaciones de los conceptos de “Capitaloceno” y “Antropoceno”. Capitaloceno surge como una crítica de la noción de Antropoceno, al considerar que la acción humana siempre está atravesada por relaciones políticas y económicas de poder y desigualdades en el contexto del capitalismo global. Por lo tanto, Capitaloceno resalta cómo valoraciones económicas capitalistas de apropiación de naturalezas y territorios, y no solo las acciones humanas directas, son causa de las transformaciones ambientales.
Y no obstante, existen también diferentes aproximaciones al concepto de Antropoceno desde Latinoamérica. Algunas perspectivas consideran que Antropoceno permite hacer un diagnóstico crítico de los efectos del desarrollo y el capitalismo. Otros lo ven como una oportunidad política de repensar las relaciones sociales a fin de construir nuevas relaciones con lo ambiental. En particular, el manifiesto Antropoceno en Chile. Hacia un nuevo pacto de convivencia, firmado en 2018 por acádémicos y activistas chilenos y de otros lugares del mundo, ofrece propuestas críticas para repensar los contextos sociales, políticos y ambientales hacia una nueva constitución para el planeta. Ésta implica un “Pacto de convivencia” basado en diferentes principios. Es una propuesta de vivir juntos reconociendo la existencia de todas las especies y su diversidad, así como sus modos de vivir, pensar y actuar en contextos situados y localizados. También es un llamado a crear nuevas posibilidades de ser y futuros mediante la reorganización de la vida colectiva, los bienes comunes y las políticas públicas, basadas en la justicia socioambiental, transdisciplinaria, educación, arte y espiritualidad. El manifiesto quiere superar los conflictos socioambientales actuales creando un mundo diferente.
Los debates tanto en torno al Antropoceno como al Capitaloceno son una oportunidad política para repensar la relación de los humanos con la naturaleza. También permiten abrir diferentes discusiones y convocar a personas de diferentes trayectorias, culturas y perspectivas para participar en la construcción de nuevas nociones y prácticas en relación con la naturaleza, el Estado, los derechos de seres humanos y no-humanos. Además, permiten proponer reconfiguraciones territoriales, ambientales y culturales que conlleven a propuestas alternativas a los extractivismos y su relación con los territorios globales-locales, que replanteen las relaciones naturaleza/cultura y generen un cambio profundo en las actuales relaciones humanas con la naturaleza.
Ahora bien, discursos como los mencionados exigen buscar opciones tanto individuales como colectivas para repensar el capitalismo e incluso retomar los principios filosóficos de relacionamiento con el entorno de, por ejemplo, los pueblos indígenas y sociedades que establecen otro tipo de relaciones no basadas en procesos de apropiación económica de la naturaleza.
Desde una perspectiva latinoamericana, en lo que respecta a los modelos de Antropoceno y Capitaloceno, es necesario examinar las implicaciones de ambos modelos en ámbitos territoriales, ambientales, culturales y de género, y en la manera como se producen conocimientos que incidan en las políticas globales. Esto implica repensar y, de hecho, descolonizar la categoría de “naturaleza” y la forma en que se producen conocimientos, así como las relaciones de poder que atraviesan la relación de humanos y no-humanos para repensar lo ambiental desde una perspectiva plural y diversa.
El capitaloceno
Una historia radical de la crisis climática
por Francisco Serratos
https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/bf40b9bd-bcb1-4097-bc99-96a84ada6207/el-capitaloceno-una-historia-radical-de-la-crisis-climatica-de-francisco-serratos
https://pirateca.com/politica/el-capitaloceno-una-historia-radical-de-la-crisis-climatica-francisco-serratos/
conferencia
XXVIII Conferencias Aranguren de Filosofía
La humanidad terrestre. Una filosofía del Antropocenohttp://www.edaddeplata.org/edaddeplata/Actividades/actos/visualizador.jsp?tipo=2&orden=0&acto=7626
Especies del Chthuluceno. Panorama de prácticas para un planeta herido
https://issuu.com/lamachine/docs/chutluceno-cast-incluye-portadas
LA VIDA INFINITA Maria Ptqk Aprender a vivir, pero también a morir, en un planeta herido. Si hubiera que resumirlo, ese podría ser el propósito de Donna Haraway al ofrecernos esta nueva figura, a la par poética y filosófica, del Chthuluceno1. Un instrumento, nos dice, para asumir lo que ocurre «en los aires, las aguas, las rocas, los océanos y las atmósferas», y habitarlos sin miedo pero con coraje, con esa mezcla de responsabilidad y capacidad de respuesta que ella, en uno de sus habituales juegos de palabras, llama response/ability. El Chthuluceno es por tanto una figura por un lado abstracta, incluso estética y desde luego abiertamente especulativa, pero arraigada en un aquí y ahora radical. Como herramienta epistemológica, caja de herramientas para pensar y hacer, el Chthuluceno tiene la virtud de anular la disyuntiva paralizante que parece que nos obligaría a elegir entre seguir creyendo en las promesas del progreso, las mismas que nos han llevado hasta aquí y no muestran signos de cambiar de rumbo, o abandonarnos a la distopía decadente del fin del mundo. Un fin que no es el fin de todos los mundos, pero sí lo será, presumiblemente, del nuestro, si no como especie, al menos sí como civilización. Como figura experimental, el Chthuluceno abre un espacio-tiempo otro.
Nuevos conceptos y estudios para la era planetaria en la que vivimos: Holoceno, Antropoceno, Capitaloceno, Chthulhuceno
Primero de todo, cestá compuesto por la palabra “Anthropos” (ἄνθρωπος), similar al concepto que hoy conocemos como humano en antiguo griego, y -ceno, que viene de -kainos (καινός) que significa nuevo o reciente.
Es una propuesta que está recibiendo bastante consenso científico -no sin falta de formalización- para referirse a un posible cambio de era de escala planetaria, en oposición a la época geológica en la que hasta ahora la ciencia nos situaba: el Holoceno
Las edades de la Tierra, y el Holoceno, donde creíamos vivir
Un momento geológico son grandes períodos de escalas temporales que pueden variar entre ellas bastante (algunas centenares de miles de años, algunas millones de años), y algunas son categorías superiores, otras subordinadas entre ellas.
Se identifican y diferencian entre sí por encontrar diferencias geológicas, geoquímicas, bioquímicas y otros indicadores objetivos en los estratos del suelo (el contexto físico más directo para estudiar el pasado lejano).
Algunos son eras (escala mayor), otros son períodos (escala subordinada a la era), y otros son épocas (subordinado al período)
En nuestra cultura popular, hay un par de períodos geológicos que son bien conocidas por sus nombres: el Jurásico (entre hace 201 millones de años hasta hace 145 millones de años aprox), seguido del Cretácico (entre hace 145 millones de años hasta hace 65 millones, aprox). Esos períodos donde convivieron los dinosaurios, sus antecesores, y otras tantas especies.
Se utilizan los estratos de tierra y roca para marcar las eras y los cambios del planeta porque en ella se marcan diferentes eventos profundos.
Los continentes tomando forma, el paso de meteoros y asteroides.
La aparición de seres vivos que emiten una huella química distinta que acaba interactuando con lo inorgánico; por ejemplo, cuando aparecieron los primeros microorganismos liberando oxígeno dentro y fuera de los océanos, conocido como la Gran Oxidación, que sucedió a finales del gran período o Eón Arcaico, hace unos 2800 millones de años, y a la que le debemos habitar fuera de los océanos.
Oxígeno el cual, perdón por la simpleza, interactuaba con compuestos químicos de los minerales (aparición de hematitas etc)…
Millones de animales y vegetales que, muriendo y acumulándose, luego sepultados durante millones de años por rocas, siendo sometidos a grandes presiones, se transmutaban en lo que hoy llamamos combustibles fósiles…
Grandes heladas en zonas que hoy en día sería impensable, con duración de siglos, cuyo hielo rompía las rocas de una manera muy determinada, durante años, tras años, tras años…
Por eso las capas de tierra y rocas nos pueden dar mucha información y evidenciar cuando hay cambios drásticos no solo en las piedras en sí, sino en la atmósfera, y en la vida.
- Era: Cenozoico (hace 66-65 millones de años)
- Anteriores Períodos (de -66 millones a -2 millones): Paleógeno, Neógeno
- Período: Cuaternario (hace 2,6 millones de años hasta hoy)
- Época: Pleistoceno (de cuando los grandes mamíferos, de 2,6 millones de años hasta hace 12000 años )
- Época: Holoceno (hace 12 mil años hasta hoy, en disputa, o hasta el siglo XIX)
- Época: Antropoceno (en disputa el marcado de su inicio, consenso más popular: siglo XIX)
Al poco tiempo de estabilizarse los nuevos climas y ciclos de hielo (hace 14,000-10,000 años), es cuando comenzó a aparecer las primeras ciudades humanas (Çatal-Huyuk y otros Huyuk), y las primeras prácticas agrícolas en la media luna mediterránea (Próximo Oriente, Turquía-Grecia actuales,), y en Papúa-Nueva Guinea, en torno al 8000 aC.
Lo que se suele llamar ‘Neolítico’ (no entraré en puntualizaciones históricas más agudas, lo prometo).
Hasta hace pocos años, la convención científica interdisciplinar (Geología, Biología, y afines que tienen datos y reflexiones a añadir) indicaban que vivíamos en una época geológica, llamada Holoceno, que comenzó hace unos 12-11 mil años atrás
Pero la comunidad científica debatió hace pocos años si habíamos entrado en otra época…
El Antropoceno como convención científica
El Antropoceno es el término que se le está dando a la época actual, geológica, y desde un punto de vista analítico y antropológico, que estamos viviendo.
Opera desde la idea de que se puede evidenciar una huella profunda y palpable en la Tierra debido a la actividad humana.
Y que el consenso, de momento, más popular entre los científicos, es situar su inicio entre el siglo XIX y 1950, atribuido al impacto de la industrialización (sin importar bajo qué ideología económica operaba).
Lo que se viene a decir con el concepto Antropoceno es que la actividad humana, sobre todo desde la Modernidad económica y las primeras Revoluciones Industriales, han marcado un cambio profundo en el planeta.
Tanto, que hasta existirán evidencias durante períodos y eones.
La acumulación y combinación de componentes químicos complejos, por ejemplo de pesticidas, con la tierra.
Partículas esferoides carbónicas que año tras año se van depositando resultado de la combustión del carbón y los derivados del petróleo de nuestros motores.
Plásticos no degradables acumulándose desde su uso comercial entre capas y capas de tierra.
Almacenes y vertidos de productos altamente radiactivos fruto de desastres o de una mala gestión de esos residuos.
La destrucción de montañas y grandes zonas para la explotación minera.
Aunque no es algo novedoso la explotación minera, se hace desde el Neolítico, y los romanos sin ir muy lejos transformaron lo que hoy se conocen como las Médulas de León.
La dinamita, la perforación a grandes profundidades y otras prácticas más explosivas solo se ven desde hace menos de dos siglos gracias a las posibilidades tecnológicas
Así pues, la importancia tanto científica como las consecuencias que tienen este concepto en el pensamiento colectivo, es cabal.
Si se reconoce, como está sucediendo estos últimos años, con evidencias inequívocas y difíciles de contra-argumentar, que la actividad humana de los últimos siglos es tan transformativa que puede tener consecuencias irremediables para la posteridad.
Una posteridad mayor que la propia existencia de nuestra civilización. Y por tanto, la discusión ética es menos evitable.
Explicación más técnica y debates significativos
Explicación menos divulgativa, si no te apetece y quieres saber más de los otros conceptos, puedes saltarte esta parte. Si te interesa entender mejor de qué va, puedes seguir!
Este concepto, como hipótesis, fue propuesto originalmente entre distintos pequeños grupos de científicos entre los años 70 y 80, y fue popularizándose en círculos universitarios hace dos décadas.
Otras propuestas que habían aparecido en diferentes épocas (incluso en el siglo XIX al advertir el cambio profundo en diferentes elementos terrestres) han sido Antropozoico, y Homogenoceno.
Lo significativo aquí es el bullicio de reflexiones y debates que en las propias comunidades científicas se ha dado.
El Antropoceno se está considerando como una nueva época terrestre con fundamento y evidencias científicas. Pero todavía no es oficial, aunque todo apunta a que en pocos años podría formalizarse como una época ‘oficial’.
Para que las épocas, períodos y eras geológicas sean oficiales, en el fondo, una convención revisada y aceptada por una gran comunidad científica, se necesita que sea veraz y basado en evidencias inequívocas, lo cual no es sencillo porque no va solo de mirar rocas la cosa.
La institución encargada de regular esto, es la International Chronostratigraphic Chart (ICC), que ya están trabajando para formalizar el concepto, instigado por otra entidad de científicos , el Anthropocene Working Group (AWG) que es un grupo dentro el International Comission of Stratigraphy, y en la que han participado hasta premios Nobel como Paul Crutzen (quien colaboró en dar a conocer el concepto)
Aunque parece que parte del consenso actual yace en situar el inicio entre el siglo XIX y el siglo XX, algunos biólogos, geógrafos y comunidades transdisciplinares (con un buen punch de ciencias sociales) están advirtiendo la posibilidad de si las evidencias de impacto profundo geológico y terrestre algo más atrás, en torno al siglo XV y al siglo XVI.
Una de las motivaciones es que se ven evidencias de un proceso de pérdida de biodiversidad y cambios drásticos en ecosistemas sobre todo a partir del siglo XV.
Otra de las motivaciones es porque, por ejemplo, la hecatombe demográfica que sucedió a lo largo de finales del XV y del XVI, con la llegada de los colonos europeos y sus prácticas colonizadoras, con enfermedades absolutamente aisladas durante miles de años entre Eurasia y el continente americano.
Diezmaron poblaciones indígenas americanas principalmente (sin poderse hacer estimaciones precisas pues no hay censos ni documentos que ayuden a arrojar más concreción, pero se estima que pudieron llegar a ser cientos de miles, si no millones), junto a formas de violencia más directas y evidentes.
Y eso contrajo la desaparición de zonas de cultivo, el retorno e invasión de ecosistemas salvajes en zonas pobladas, y una remoción ecológica más profunda por el papel ecológico al que contribuían los campesinos.
Luego también llegaron prácticas mineras y de explotación económica más profundas e intensivas con mano de obra esclava de gran escala (desde las minas de Potosí hasta la transformación del paisaje en forma de cultivos extensos, p.e. de algodón o de azúcar).
Y para que no quede en el tintero, hay quiénes también están favoreciendo revisar de nuevo los criterios con los que se define el propio Holoceno.
Porque por los mismos actuales (por ejemplo, también se puede incluir el polen de especies domesticadas como el trigo o el maíz fosilizado en estratos antiguos, mostrando cambios ecológicos y geológicos mucho antes) entonces se podría situar el inicio del Antropoceno entre el 12,000 a.C. y el 8,000 a.C., justo cuando se dieron las primeras revoluciones agrícolas en el planeta.
Por tanto, también revisar cuál es el fundamento del propio Antropoceno, además del Holoceno, si de evaluar y evidenciar la capacidad de intervención de múltiples seres humanos en diferentes culturas y economías (algunas afectando ecológicamente más, otras siendo más sostenibles, pero ocupan una posición o nicho social y ecológico).
Pero esto, como se solapa con el inicio del Holoceno, significaría entonces ‘sustituir’ el Holoceno por el Antropoceno, no solo en nombre, sino en criterios.
¿Hasta dónde se marcan las huellas de la acción humana de manera tan profunda que queda marcado para los posteriores eones de la historia de manera imborrable?
Lo que sí es cierto es que absolutamente objetivo el cúmulo de múltiples evidencias de que el ser humano ha generado unos impactos imborrables. En ocasiones no negativos necesariamente (según nuestra perspectiva actual) pero sí evidentes.
El trabajo y los debates en esta dirección son necesarios y nos dan mejor idea del tamaño de nuestra agencia o capacidad de intervenir en el planeta, y en ello están diferentes comunidades científicas.
- L. Plitt (30 de agosto de 2016) ¿Qué es el Antropoceno, la ‘Edad del ser humano’?. BBC
- C. Soriano (abril de 2020) On the Anthropocene formalization and the proposal by the Anthropocen Working Group. Digital CSIC
- R. Dirzo, H. S. Young, M. Galetti et al. (25 de julio de 2014). Defaunation in the Anthropocene. Science Mag
- M. Cremaschi (2014) When did the Anthropocene begin? A geoarchaeological approach to deciphering the consequences of human activity in pre-protohistoric times: selected cases from the Po Plain (northern Italy). Rend. Fis. Acc. Lincei 25, 101–112
- M. Maslin, S. Lewis (25 de junio de 2020). Opinion: why the Anthropocene began with European colonisation and mass slavery. University College of London
El Capitaloceno, ¿llamar las cosas por su nombre?
Como ya se ha comentado, el Antropoceno es un debate y una convención científica (aunque está en proceso todavía de formalización, revisión y consenso casi total) sobre los profundos cambios y transformaciones de escala planetaria que estamos viviendo, y en las que se puede evaluar que hay un cambio o un giro con respecto a un momento anterior. Una diferencia, un contraste objetivo.
Si miramos las fechas en las que se propone situar el inicio del Antropoceno, en cuyo nombre aparece el término “Antropo” (humano, persona), una pregunta frecuente es ¿por qué el siglo XIX o los años 1950 y no épocas anteriores dónde ya habían humanos que también alteraban el entorno?
Algunos críticos y analistas, más de los Estudios Culturales y Políticos, han apuntado a que es una manera eufemística de no llamar al causante real de este cambio planetario por su nombre: capitalismo.
Por diferenciar que en otras sociedades y momentos históricos no se había introducido un cambio y un impacto planetario tan profundo. Es a partir de las Revoluciones Industriales donde se evidencia, de manera objetiva, un auge exponencial de las emisiones de CO2, y otros gases de efecto invernadero.
Estas emisiones se saben por un análisis de diferentes materiales geológicos (composiciones químicas de las rocas) y criogénicos (traducido: glaciares profundos, pues el hielo de los casquetes y los glaciares captura partículas y gases de la atmósfera mientras se congela y se deposita, capa a capa, año tras año, lo cual permite analizar la historia de la atmosfera)
Por ello, no es nada justo incluir a toda la humanidad como causante, o la humanidad como un bloque, pues han existido otras sociedades con prácticas más sostenibles. Una reflexión interesante y apropiada, si cabe.
Sino atribuir que la causa de estas transformaciones y cicatrices tienen una relación íntima con unas maneras de producir muy específicas, con una manera muy concreta de entender la naturaleza como un montón de bienes para nuestra disposición, y una ignorancia de las relaciones ecológicas delicadas entre nosotros.
Algunos problemas analíticos (en más profundidad)
De nuevo, este concepto conlleva importantes problemas y debates.
Si volvemos a la sub-sección donde exponía por encima algunos de los problemas y debates con respecto al Antropoceno, que tiene que ver con dónde se marca el inicio, dónde se observa un impacto, parte de los debates están apuntando a una datación más variada.
A recordar:
La más popular, entre el siglo XIX y los años 50 del XX
Hacia los siglos XV-XVI (las razones están explicadas y apuntada parte de la bibliografía más arriba)
Hacia el inicio de la Revolución Agrícola, hace 12,000 años aproximadamente
Por otro lado, el momento de inicio del propio Capitalismo tampoco es claro, preciso y prístino.
La convención impuesta desde la Economía clásica y neoclásica lo sitúa con la aparición de la propia disciplina moderna de la Economía, la Ilustración (siglo XVIII) y de manera más consolidada a finales del s XVIII con la emergencia de la Revolución Industrial, la aparición de la empresa moderna, la consolidación de la globalización y los mercados de valores, entre otros.
Pero es que es un problema clásico de Historia: las nuevas etapas, las nuevas corrientes y las revoluciones nunca tienen un momento de inicio hiper-concreto (del plan “el mundo comenzó un día 6 de febrero en el año -8 millones aC”), sino que son procesos que ocurren en base a la disposición de otros procesos, de estructuras, de recursos (sin hilar más).
Es aquello de William Gibson “El futuro ya está aquí solo que no uniformemente distribuido” también aplicable a esto
“La revolución ya está aquí solo que no uniformemente distribuida” (esto ya es mi parafraseo malo)
Uno de los trabajos más agudos que existen sobre el rastreo de las relaciones económicas y sociales que caracterizan lo que llamamos Capitalismo es el trabajo del historiador Fernand Braudel.
En su momento fue un trabajo descalificado o subestimado tanto por historiadores, como sobre todo por economistas.
Pero poco a poco ha recuperado más apreciación porque su trabajo, muy documentado y analítico (y no muy marxista contra lo que se pudiera pensar) descubre que es a partir de las ciudades y puertos europeos de los siglos XII-XV donde aparecen prácticas, transacciones económicas y relaciones sociales nada diferentes de las que se consolidan algo más en los siglos XVIII y XIX.
Por otro lado, existe otro problema de atribuir al Capitalismo, en exclusiva, un desgaste y una transformación de los entornos marinos, atmosféricos y geológicos del planeta.
Por ejemplo, habría que evaluarse el impacto geológico, biológico y atmosférico también de la industria soviética y de bloques no capitalistas, que fueron también intensivos. No en un juego sin salida ideológico “y tú más” sino para evaluar realmente el rigor y peso analítico del concepto ‘Capitaloceno’.
Es decir, aquellas prácticas que han procedido a un agotamiento de los recursos y límites planetarios, aunque estén alineadas y producidas por una sociedad y una economía específica que lo soporta, tiene que ver más con la Industrialización y un crecimiento fundamentado en la idea de la naturaleza ilimitada, en lugar de un modelo económico capaz de auto-sostenterse conociendo (si es que fuera posible) los recursos a disposición y la capacidad de regeneración. Y eso es algo atribuible a la Modernidad, no al capitalismo en exclusiva.
Finalmente, una crítica tanto al Capitaloceno como al Antropoceno es que son nomenclaturas y conceptos en las que se sitúa al ser humano como culpable a redimir y como mesías por venir a salvar el propio planeta. Es profundamente antropocéntrico.
Un concepto que filosóficamente y como pensamiento a popularizar puede confabularse o puede reforzar más todavía la idea de que ya estamos perdidos, no hay futuro, y/o que el planeta debe salvarse con nuestras manos a golpe de tecnología (geoingeniería o ‘terraformación’) sin tener en cuenta de nuevo el problema de las relaciones ecosistémicas de las que no podemos escapar ni limpiarnos las manos como si no existieran.
A pesar de que las evidencias objetivas indiquen que estos cambios abruptos son en gran parte de origen humano, la crítica (cuando está analíticamente bien construida), apunta a que no es el humano el único actor que ha participado en estos cambios.
No es el centro, dado que hay cosas que pasan por nuestro control y otras que no, como son las variaciones climatológicas que ocurrieron desde ese 12,000-10,000 aC: épocas de microglaciaciones (como las que ocurrió en el siglo XIV o en el XVII y se conectó con hambrunas humanas) y de mayor calentamiento no antropogénico (p.e. s XIII). O de epidemias y pandemias como las pestes o la viruela.
Del mismo modo que en otros períodos y eras geológicas otros seres vivos tuvieron un papel (no moral ni responsable, sino físico) en cambiar aspectos del planeta: liberar oxígeno a la atmósfera, superpoblación de vegetales que saturaron a niveles más altos de oxígeno otras épocas, mayores poblaciones de megafauna vs microfauna…
No es una crítica pues a que el ser humano no tiene ninguna culpa, sino una llamada de atención a que es seguir en los mismos paradigmas culturales que han contribuido (pero no todo es cultural, ojo) a traernos hasta aquí, para diagnosticar el momento presente y de dónde venimos.
Una de las filósofas de la ciencia que más ha llamado la atención a este problema epistémico de la ciencia, y por extensión, con un impacto potencial en la cultura popular del futuro, es Donna Haraway
Chthulhuceno, o la importancia de que para diagnosticar bien es necesario revisar los fundamentos más profundos desde los que partimos
Chthulhuceno (sí, así, bien de haches), es un concepto que en entornos más académicos ha comenzado a escucharse, acoplado a los dos anteriores. Es el más desconocido pero que desde su aparición en la década pasada ha ido ganando adeptos y fans.
Para quien sepa de cultura popular de géneros fantásticos, detectará al inicio la palabra “Cthulhu” (con una hache menos), que es una criatura perteneciente al universo del escritor H. P. Lovecraft.
Es algo así como un ser dormido en el fondo del mar (pero no bajo una piña), del tamaño de Godzilla para entendernos, de forma desagradable y bastante inimaginable porque no es de este nuestro mundo (como imaginar lo que no podemos imaginar), aunque lo describe con alas de murciélago, una cabeza pulpesca con tentáculos, y un cuerpo bípedo
Un dios antiguo y olvidado, que de ser invocado o despertado cae la destrucción y el caos al mundo, y hace perder la cordura a los humanos.
Así que, aunque parece a priori un concepto curioso, friki y anecdótico, es mucho más profundo. Y es quizás el que más valor para el futuro puede aportarnos, pero no de cualquier manera.
Es una propuesta para aprender a asumir responsabilidades más complejas que tenemos en calidad moral, redimensionar la crítica situación en la que nos encontramos donde convivimos así mismo con otras especies no-humanas, con las cuáles tenemos relaciones de dependencia, y otras entre sí, creando complejos sistemas de sostenibilidad. No por nada la biodiversidad es crítica, no un capricho estético de ver animalitos y plantitas por todas partes.
De asumir que vamos a entrar en una época de incertidumbres por cómo se van a desenrollar los problemas causados por el sistema económico y productivo: adaptarnos y además aprender “a estar con la movida” o convivir con ello (no en clave de resignamiento). Y que para hacerlo con éxito, cambiar y debatir las estructuras de pensamiento son necesarias.
Un preámbulo necesario porque Haraway lo necesita
Esta palabra es una propuesta de la filósofa de la ciencia (esto es importante, trabaja en entender las asunciones y marcos más profundos con los que opera la ciencia para fundamentar teorías, o, por ejemplo, ponerle nombre a las cosas) y teórica feminista Donna Haraway, más conocida quizás por su ‘Manifiesto Cyborg’.
Para entender este concepto, el Chthulhuceno, en realidad sería necesario conocer bien el trabajo de esta pensadora, pues no es nada sencillo.
Parte de su objetivo es tratar de generar otras estructuras de pensamiento, desde muy profundo, que nos ayuden a relacionarnos y diagnosticar mejor la complejidad del mundo que observamos, y que además sea más justo con la diversidad humana… y no humana (su formación procede también de la Biología).
Y esto lo busca hacer a través del lenguaje, que es complejo pero de una manera muy única, y muy poética pero con una intencionalidad.
Por lo que antes de hacer una lectura de su trabajo literal (en lo que nos ocupa aquí, sería el libro “Seguir con el problema: generar parentesco en el Chthulhuceno”) usando nuestro bagaje cultural más tradicional, es de esos libros que antes deberías leerte algunas cosas más de ella, escucharla, reflexionar sobre lo que damos por sentado sobre cómo es el mundo, y abrirse y dejarse caer con confianza en sus brazos para así empaparse de qué realmente está ilustrando. Pero voy a intentar hacer aquí una traducción
Una posible lectura
“Diverse human and nonhuman players are necessary in every fiber of the tissues of the urgently needed Chthulucene story. The chief actors are not restricted to the too-big players in the too-big stories of Capitalism and the Anthropos, both of which invite odd apocalyptic panics and even odder disengaged denunciations rather than attentive practices of thought, love, rage, and care.” Donna Haraway, staying with trouble: making kin in the Chthulhucene
Mientras hace una crítica a estos conceptos llamados “Antropoceno” y “Capitaloceno” como los que antes comentaba, propone una nueva orientación tanto de entender el papel del ser humano en el mundo sobre la cual luego reflexionar sobre estrategias.
Porque más que proponerles a la comunidad científica otro nombre, apunta a las bases sobre las cuáles tomamos las decisiones, que son los conocimientos y creencias con los cuáles entendemos que es el mundo.
Uno de los fundamentos más cruciales de su filosofía es que es de corte posthumanista.
No aplica a alabar la idea de que debemos convertirnos en cyborgs para adaptarnos como propone Musk o el transhumanismo, entre otros, sino a la idea de superar el convencimiento de que el ser humano es algo así como “la especie elegida”, maldita pero con una semilla de esperanza para salvar y llevar el relvo de la evolución en nombre de todo el planeta.
Es decir, entender que sí, obvio tenemos una capacidad transformativa del entorno única, pero seguimos sin ser el centro de nada, y asumir que somos un accidente evolutivo (no como algo negativo, sino sin más).
Para ello también navega en el trabajo de múltiples biólogos evolucionistas que han venido advirtiendo precisamente este punto, como Lynn Margulis (como curiosidad, uno de sus ex-maridos fue Carl Sagan, al cual influenció en su perspectiva para entender la vida)
Entender no un excepcionalismo humano sino incluir el papel y agencia de otros animales y entidades. Y luego nos invita a partir de ahí para regenerar el planeta.
¿Y por qué Chthulhu? Aunque explícitamente insiste en que no quiere referirse en el trabajo de Lovecraft por diferentes razones, sino que se inspira en una araña descubierta en los años 90 por el biólogo Gustavo Hormiga (Pimoa cthulhu) -es largo de explicar el razonamiento.
A la vez, el nombre científico fue puesto inspirado en el Cthulhu de Lovecraft, engendro del caos -no he acabado de encontrar las razones de Hormiga. Y a pesar de ello, sí que se ve unas relaciones sobre tentáculos como sensores y articulaciones para extender nuestras capacidades (de nuevo, sociales, no tecnológicas, no se refiere a cachivaches).
Finalmente, otro aspecto relevante es que no aporta el concepto “Chthulhuceno” como propuesta de nombre alternativo al Antropoceno.
Lo hace como vía para rededifinir una manera concreta de relacionarnos con el tiempo del que venimos (el “pasado”), dónde estamos (crisis planetaria) y lo que va deviniendo (“””futuro”””, con muchas comillas, de esto hablé en un tono excesivamente divulgativo en comparación a este texto en la masterclass “Introducción al futuro”)
Así pues, toda esta explicación para explicar su Chthulhuceno -y aun así quedarían más cosas por explicar- era necesaria, al menos en caso de que te interesara saber de qué va -y de qué no va
Puedes disfrutar de esta maravillosa conversación entre Donna Haraway y su traductora habitual y experta en su filosofía Helen Torres.
Ésta se realizó durante el 2020, así que también incluye reflexiones sobre el momento actual, y el papel del virus -no exento de puntos polémicos para reflexionar. ¡Tiene subtítulos en castellano!
TEORÍAS Y CULTIVOS CRÍTICOS DE PLANTAS:EXPLORANDO LOS ENREDOS MUNDIALES HUMANOS Y MÁS QUE HUMANOS
Open Cultural Studies (www.degruyter.com/CULTURE) invita a presentar presentaciones para un número de actualidad “Teorías y culturas de plantas críticas: exploración de los enredos del mundo humano y más que humano”, editado por la Dra. Peggy Karpouzou y la Dra. Nikoleta Zampaki (Nacional y Universidad Kapodistrian de Atenas, Grecia).
Plant Humanities es una rama muy reciente de la investigación crítica en los estudios literarios y culturales que, aunque se discute desde la década de 1970, entró en el discurso público recién en 2013 con el artículo de Michael Pollan “The Intelligent Plant” en The New Yorker. Las plantas participan en diversos aspectos culturales de nuestra vida y se estudian en una amplia gama de campos de investigación, por ejemplo, literatura, filosofía, biología, medicina, política, etc. La jerga utilizada para el estudio de las plantas en las Humanidades está floreciendo rápidamente, por ejemplo Por ejemplo, la “crítica vegetal”, que describe las representaciones de las plantas a través de metáforas, símbolos, etc., en textos literarios o el “imaginario botánico”, que aborda la relación del autor con el mundo vegetal, marcando al mismo tiempo el impacto de las plantas. sobre escritura textual y creatividad. En consecuencia, un texto o una obra de arte es a la vez medio y espacio para explorar nuevos tipos de relaciones entre las formas de vida humanas y no humanas. Un punto fundamental en esta discusión es aprender cómo pueden surgir nuevos tipos de prácticas en la simbiosis de formas de vida (Karpouzou y Zampaki, Symbiotic Posthumanist Ecologies in Western Literature, Philosophy and Art. Towards Theory and Practice, 2023).
Un enfoque postantropocéntrico en el estudio de las plantas marca el llamado “giro vegetal”, según el cual se sostiene que las plantas son agentes de los sentidos, la inteligencia y la conciencia, se comunican entre sí siendo agentes de múltiples voces, recuerdan y toman decisiones. y muévete. Poseen agencia y psicología que se han estudiado en varios textos literarios y culturales, destacando que las plantas también plantean preocupaciones éticas, como las repercusiones culturales de los organismos genéticamente modificados y las implicaciones morales de la "sensible planta". Considerar la “sensibilidad de las plantas” y eventualmente otorgar derechos al mundo más que humano puede verse como una manifestación de una forma postantropocéntrica de promover la solidaridad y la “[…] negociación de relaciones apropiadas entre humanos y plantas”. (Hall, “Autonomía vegetal y ética humano-planta”, 2009: 180). Este enfoque del estudio de las plantas también se articula en términos de un "retorno" a las prácticas indígenas y religiosas del pasado, pero también fomenta el pensamiento presente y futuro sobre las ecologías vegetales digitales, la bioinformática o las biociudades inteligentes que incorporan plantas en vivienda, arquitectura, etc. Además, campos como las ecologías vegetales digitales proporcionan un punto de partida común para la colaboración interdisciplinaria y multi/inter/transcultural en estudios de patrimonio cultural, áreas/regionales y educación. Finalmente, explorar las plantas en términos de "quiénes" son y no "qué" implica una ética biocéntrica del cuidado y la actividad de imaginar y crear nuevos mundos y futuros más sostenibles.
En este número especial, discutiremos críticamente la necesidad de repensar la vida vegetal, su presencia, papel e impacto en diversos aspectos de nuestro mundo humano y no humano mediante el inicio de un diálogo interdisciplinario, mediante el cual los diferentes terrenos de las Humanidades aprenderían unos de otros. Pensar, imaginar y describir la vida vegetal con conciencia crítica.
Los temas potenciales podrían ser, entre otros:
● Teorías y culturas críticas de las plantas.
● Plantas en Humanidades y Posthumanidades Ambientales
● Las plantas en los estudios de género
● Plantas en la cultura popular y los estudios populares.
● Plantas en narratología y storytelling.
● Plantas en la literatura global (poesía y prosa)
● Las plantas en la filosofía y la ética mundial.
● Plantas en bioética e ingeniería genética.
● Plantas en biopolítica y Humanidades Médicas
● Plantas en Energía Humanidades y petroculturas
● Plantas y justicia ambiental
● Ecologías vegetales digitales / plantas en Humanidades Digitales, estudios de código, lenguajes de programación, Bioinformática.
● Plantas en estudios visuales y estudios cinematográficos.
● Plantas en estudios de música y estudios de danza.
● Plantas en estudios de medios y comunicación.
● Plantas en la estética y el arte, por ejemplo, bioarte/ecoarte, arte con IA, arte cyborg, etc.
● Estudios de plantas, biomímesis, arquitectura y diseño.
● Plantas en estudios espaciales, regionales y de área.
● Las plantas en los estudios urbanos, las ciudades inteligentes y la ciudadanía
● Plantas en estudios religiosos.
● Plantas en estudios poscoloniales e indígenas.
● Plantas en estudios de memoria.
● Plantas en estudios lingüísticos.
● Plantas en estudios de alimentos.
● Las plantas en el patrimonio cultural y la política cultural
● Plantas en estudios de educación.
● El futuro de las Humanidades Vegetales
Laboratorio de Humanidades Vegetales
cia en
Plant Humanities Lab es un espacio digital innovador que apoya el estudio interdisciplinario de las plantas desde las diversas perspectivas de las artes, las ciencias y las humanidades, explorar su extraordinario significado para la cultura humana.
Los seres humanos dependen de las plantas para nuestras necesidades individuales y sociales más fundamentales: desde la comida, la medicina y la construcción hasta nuestros encuentros con ellas en el arte y la literatura. Aunque pensamos que las plantas están arraigadas en su lugar, sus viajes globales a lo largo de los milenios ofrecen caminos fascinantes hacia el pasado e iluminan algunos de los problemas más candentes de la actualidad, incluyendo legados de violencia colonial y desplazamiento. El cambio climático, la pérdida de hábitat y la extinción acelerada de especies se suman a la urgencia de investigar las interacciones plant–human y reconocer la importancia de las plantas en nuestro medio ambiente.
El Laboratorio de Humanidades Vegetales tiene dos componentes. El primero es un conjunto de narrativas de plantas creadas con Juncture, una nueva herramienta de código abierto desarrollada por JSTOR Labs. Basándose en hierbas, tratados hortícolas y álbumes de ilustraciones botánicas de la biblioteca de libros raros Dumbarton Oaks y otras colecciones especiales, las narrativas se ven reforzadas por elementos digitales como imágenes anotadas de alta resolución, visualizaciones de red y mapas interactivos.
El segundo componente es una interfaz de búsqueda y descubrimiento de recursos impulsada por Datos Abiertos Vinculados. La interfaz de búsqueda presenta una ventana orientada a la planta en la gran cantidad de datos disponibles en WikiData y fuentes primarias y secundarias relacionadas de vastos repositorios como Plantas Globales JSTOR, JSTOR, Artstor, y el Biblioteca del Patrimonio de la Biodiversidad.
Tantas Historias Para Contar
El Laboratorio de Humanidades Vegetales presenta historias fascinantes de plantas de lugares remotos de todo el mundo. Considera el yuca:venenoso cuando se come crudo, se volvió inofensivo por los métodos indígenas de procesar esta planta en alimentos, por lo que hoy en día es un alimento básico de más de 600 millones de personas. Puede usar un mapa interactivo para seguir los viajes de yuca desde las Américas, donde ya se estaba cultivando en 8000 BCE, hasta su distribución global en la actualidad. Hermosas imágenes— desde una notable cerámica de un artista Moche que vive en el Perú actual hasta una impresión en color de la naturalista del siglo dieciocho Maria Sibylla Merian—permítanos reconstruir esta historia. Las historias presentadas aquí, todas las cuales han sido revisadas por pares, muestran la movilidad global de las plantas en el contexto de su importancia económica, estética, medicinal, culinaria, política y cultural.Siga estas visitas interactivas guiadas o explore los muchos recursos que ofrecemos como puntos de partida para sus propias exploraciones.
Una herramienta para los narradores
El Laboratorio de Humanidades Vegetales es la implementación insignia de Junctura,una nueva herramienta de código abierto desarrollada por JSTOR Labs que ayuda a los investigadores y estudiantes a crear argumentos complejos y contar historias convincentes. Con Juncture, los estudiantes y académicos pueden crear sitios web multidisciplinarios y multimedia específicos de la materia que consisten en narrativas visuales con mapas interactivos y componentes de imágenes; imágenes IIIF con zoom, panorámica y anotación; un widget de comparación de imágenes; visualización de red; y un visor de muestras de Global Plants. La herramienta es flexible y escalable para satisfacer las necesidades de diversos usuarios, incluidos los estudiantes que participan en el aprendizaje basado en proyectos y el uso de los resultados del componente de descubrimiento del Laboratorio de Humanidades Vegetales para “seed” sus propios ensayos visuales. Para los principiantes, los ensayos serán relativamente simples, pero a medida que mejoren las habilidades digitales, los usuarios pueden incorporar mapas interactivos, imágenes anotadas de alta resolución y más.Dado que las tecnologías utilizadas para estas características son estándar y de código abierto, cualquier habilidad desarrollada con Juncture será transferible a otros esfuerzos.
El Laboratorio de Humanidades Vegetales y Juncture son trabajos en progreso. Continuaremos refinando ambos, y agradecemos los comentarios y sugerencias de mejora. Juncture es de código abierto; si usted es un desarrollador o parte de un equipo que crea un nuevo recurso interdisciplinario con narración interactiva, considere hacer uso y contribuir al proyecto.
Antecedentes del Proyecto
En septiembre de 2018, Dumbarton Oaks y JSTOR Labs recibieron subvenciones de la Fundación Mellon para desarrollar una plataforma digital y programación académica para avanzar en el campo de las humanidades de las plantas.
Reuniendo a humanistas y expertos en tecnología digital, el Laboratorio de Humanidades Vegetales fue desarrollado en colaboración por Dumbarton Oaks y JSTOR Labs como un componente de la Iniciativa de Humanidades Vegetales.
Las narrativas vegetales presentadas aquí surgen de los intereses de un equipo interdisciplinario cuyos miembros abarcan varias etapas de carrera, desde investigadores de doctorado y postdoctorado y estudiantes universitarios hasta participantes graduados de verano de la Iniciativa de Humanidades Vegetales Dumbarton Oaks. A medida que agreguemos más historias, datos y características adicionales, continuaremos esforzándonos por una amplia gama de perspectivas, períodos históricos y geografías.
Acerca de Dumbarton Oaks
Oaks Dumbarton es un instituto de investigación, museo y jardín histórico de la Universidad de Harvard. Fundada en 1940 y ubicada en Washington, DC, Dumbarton Oaks apoya la investigación avanzada en Estudios Bizantinos, Precolombinos y de Jardines y Paisajes a través de becas, publicaciones y eventos académicos. Dumbarton Oaks también da la bienvenida al público al museo, jardín, conciertos y un rico programa de conferencias y conferencias. La Iniciativa de Humanidades Vegetales, financiado por la Fundación Mellon, se basa en las riquezas de la colección de libros raros que es particularmente fuerte en la historia del jardín, la arquitectura del paisaje, la ilustración botánica y la historia de las plantas. Además de la Laboratorio de Humanidades Vegetales desarrollada en colaboración con JSTOR Labs, la Iniciativa de Humanidades Vegetales abarca becas postdoctorales y de año académico, a programa de verano con un componente de desarrollo de habilidades digitales, publicaciones, días de estudio, y exposición de arte botánico,y una conferencia en 2022.
Acerca de JSTOR Labs
Laboratorios JSTOR se asocia con la comunidad académica para desarrollar e incubar herramientas experimentales que amplíen el acceso al conocimiento. JSTOR Labs emplea un enfoque ágil, iterativo y centrado en el usuario que se inspira en las comunidades “design thinking” y “lean startup”. El equipo ha empleado estos métodos para desarrollar herramientas como Analizador de Texto, lo que ayuda a los usuarios a extraer textos automáticos de los escritos (ya sea un artículo publicado o un borrador del documento del usuario) y descubrir escritos académicos relevantes, y La Serie de Entendimiento JSTOR, qué mapea y conecta cada línea o pasaje de textos primarios a menudo enseñados a todos los artículos académicos que citan esa línea. Trabajando con JSTOR Global Plants, el equipo también desarrolló Expedición Zambezi de Livingstonelands,que fue una de las inspiraciones para la Iniciativa de Humanidades Vegetales.
Materiales para renovar el materialismo
Publicado por Fernando Broncano
El materialismo ha sido un hilo conductor de la filosofía desde sus inicios y poco a poco ha perdido presión de vapor debido a varias causas: la primera, la dificultad de insertar las concepciones de la materia en la ciencia moderna transformada por la ruptura de la dualidad onda-partícula y las equivalencias de materia y energía, transformaciones que produjeron la mecánica cuántica y la relatividad. Otra posible razón es la ruptura que produjo en la historia del materialismo la introducción del término "materialismo histórico" por parte de Marx, quien a pesar de haber trabajado en su juventud sobre el materialismo griego, indujo la idea de que el materialismo se debería referir básicamente a los ciclos de reproducción social humana y en particular a los ciclos de los modos de producción. Otra tercera razón es más bien metafísica: las metafísicas contemporáneas se han enredado en discusiones sobre la forma, bien en la línea analítica con el problema de la causalidad mental, bien en la forma continental con la línea spinoziana del devenir que, como el río que nos lleva, no permite una topografía distante de las cosas.
Sin embargo, la historia misma de los cambios culturales debería permitirnos una renovación de la filosofía del materialismo. Esbozo algunos de estos cambios en las últimas dos centurias:
- El desarrollo de la biología, desde Darwin y su teoría de la formación de las especies a través de procesos no dirigidos por ningún plan hasta la moderna bioquímica que muestra cada día las bases materiales de la vida.
- El progresivo abandono de la imagen dualista de lo mental, incluida la variedad dualista de la idea de la mente como un procesador de símbolos. La mente, en el poscognitivismo, se entiende como un producto de un sistema de sistema dinámico formado por las sincronías de los osciladores que son las neuronas y los intercambios mecánicos, energéticos e informacionales con el entorno.
- La conciencia ecológica de que la zona crítica donde habita la vida es frágil y vulnerable y constriñe la existencia de los humanos, como la de todos los seres vivos, y con ello todas las formas de producción y reproducción social.
Estos tres cambios se unen a muchos otros que dejo a un lado y que, en conjunto, nos deberían dar una base para volver a repensar las ideas que iniciaron Leucipo, Demócrito, Epicuro y Lucrecio y que continuaron en la modernidad Galileo, Holbach y tanta otra gente.
Volver a los materiales. Volver a la materia. Más allá del antropocentrismo, una visión materialista debería pensar en en universo como un sistema dinámico que ha hecho posible una dinámica muy especial de materia, energía e información en la zona crítica del planeta Tierra: comenzar, ¿por qué no? por pensar la dinámica de la zona crítica como un inmenso flujo de materiales. La vida en su conjunto es un sistema de transformación de materiales: la biomasa y su metabolismo del carbono y de otros minerales críticos como el nitrógeno, el fósforo o el potasio. El ciclo del carbono que produce el tejido de la vida, que se emite a la atmósfera en forma de C02, o que se deposita en la zona crítica en forma de carbonatos, como hacen, por ejemplo los cocolitóferos, algas unicelulares marinas que tienen una cobertura de calcita, o los huesos que depositan los animales al convertirse en cadáveres que vuelven a reproducir el ciclo de la vida.
Los materiales y la energía y la información forman un sistema dinámico incababable, que tiene ciclos básicos que hacen posible la permanencia de la vida y transformaciones que la convierten en un sistema histórico, impredecible, cambiante, vulnerable.
Más allá del metabolismo están los materiales que se convierten en herramientas por parte de los animales, que transforman el hábitat en refugios o trampas para presas.
Más allá, está el flujo de materiales humanos: los procesos de extracción de materias primas, de materias biogénicas, que permiten la alimentación; los procesos de transporte y de producción, de creación y transformación de las materias primas en materiales que formarán parte de las infraestructuras, de la alimentación y el vestido, de la cultura material.
Cada pequeña variación produce transformaciones inusitadas en la cultura. Por supuesto las revoluciones industriales, cuya base fue y es el dominio del flujo y la transformación de los materiales. Pero también las revoluciones culturales producidad por el uso de materiales como la cerámica (el ser humano nació del barro, dice la Biblia, y dijo Platón en el Timeo, desde la alfarería a las nuevas cerámicas de uso avanzado: militar o civil, por ejemplo en los discos de freno de los automóviles), los metales, los polímeros (fibras animales, fibras vegetales, fibras nuevas: plásticos...); los composites (el adobe de los sumerios, el hormigón de los romanos, el cemento armado de la ciudad contemporánea, los nuevos materiales compuestos).
El cambio de la seda al naylon, del hule a la inmensa variedad de plásticos: si hubiera que definir nuestra era dentro de la época del Antropoceno habría que llamarla la era del plástico, del mismo modo que las anteriores fueron eras de metales.
No se pueden estudiar las dinámicas y límites de la energía, ni las irrupciones de la información sin pensar en los materiales. De hecho, cabe pensar que la tercera guerra mundial ha comenzado precisamente por una disputa por materiales.
Antropoceno, la era plástica y las perspectivas futuras.
Referencias
La era de los ‘plásticos; percepciones sociales hacia el consumo de plástico de un solo uso e impactos en el medio marino en Durban, Sudáfrica
Historia y Futuro de los Plásticos
#SauverLePrésent
- Pablo Maillé, Vente en vrac : « La France est largement en avance sur ses voisins européens », Usbek&Rica, 15/12/2020
- Emilie Torgemen, 150 millions de colis à moitié vides : le grand gâchis du suremballage, Le Parisien,15/12/2020
- Daboval Adeline, Colis sur mesure, lutte contre le suremballage : les plates-formes font des efforts, Le Parisien, 15/12/2020
- Emilie Torgemen, « Le recyclage ne doit pas être un écran de fumée », dénonce Flore Berlingen, Le Parisien, 15/12/2020
L'œil du Monde Planète
- Angela Bolis, Directive européenne contre le plastique à usage unique : des pressions de dernière minute, Le Monde,14/12/2020
- Stéphtane Mandard, Plastique : les dangers d’une pollution incontrôlée, Le Monde, 14/12/2020
Illustrations sonores
- Musique : Ibrahim Maalouf - S3NS
- Extrait reportage France 3 : Emballages plastiques : leur interdiction est-elle vraiment possible d'ici 2040 ? Y. Junqua, N. Salem, J.-C. Lambard
- Extrait reportage France 2 : Écologie : un supermarché sans emballage plastique, V. Lerouge, C. Dalmar, Z. Durand, B. Catrice, 17/01/2019
- Extrait France Info TV : France Info TV Avec le coronavirus, le plastique fait son retour, franceinfo, France Télévisions, 23/05/2020
Tierra en el Antropoceno: ¿cómo llegamos aquí? ¿Podemos limitar el daño?
En 2000, el químico atmosférico ganador del Premio Nobel Paul J. Crutzen propuso que la época conocida como el Holoceno, que comenzó hace unos 11.700 años, había llegado a su fin. Para describir nuestra era actual, empleó el término antropoceno, originado anteriormente por el ecologista Eugene F. Stoermer. Juntos el dos científicos afirmó que la influencia colectiva humana ’ en el sistema de la Tierra era tan profunda que estaba alterando la trayectoria geológica y ecológica del planeta. Según ellos, la humanidad había entrado en una nueva era geológica.
La unión fundamental de la máquina de vapor.
Esta declaración provocó un debate considerable. Lo más obvio sigue siendo la cuestión de cuándo comenzó realmente el Antropoceno. La propuesta inicial fue 1784, cuando el inglés James Watt patentó su máquina de vapor, el emblema definitorio del advenimiento de la Revolución Industrial. De hecho, esta elección es consistente con el aumento significativo en las concentraciones de varios gases de efecto invernadero en nuestra atmósfera, como lo demuestran los datos recopilados de los núcleos de hielo.
Desde la perspectiva de otros científicos, la historia reciente de la humanidad ha seguido una trayectoria que describen como “ gran aceleración ”. Desde alrededor de 1950, los principales indicadores del sistema socioeconómico global y el sistema de la Tierra comenzaron a mostrar una clara tendencia de exponencialidad.
Desde entonces, la huella ecológica de la humanidad ha crecido continuamente, ahora existe en una gran cantidad de formas interconectadas:
cambios drásticamente rápidos e intensos en el clima;
daño generalizado a toda la red de la vida debido a que los humanos invaden los ecosistemas y los cargan con sustancias radicalmente nuevas (como productos químicos sintéticos, plásticos, pesticidas, disruptores endocrinos, etc, radionucleidos y gases fluorados);
el colapso de la biodiversidad a una velocidad y escala sin precedentes (que algunos creen que marcará el comienzo de la sexta extinción masiva, la anterior fue la desaparición de los dinosaurios hace 66 millones de años);
múltiples alteraciones en los ciclos biogeoquímicos (específicamente los que gobiernan el agua, el hidrógeno y el fósforo).
Este artículo se le presenta en asociación con “Tu Planeta”, un podcast de audio AFP. Una creación para explorar iniciativas a favor de la transición ecológica, en todo el planeta. Suscribirse
¿Quién es responsable?
Otro debate sobre el Antropoceno fue avanzado por científicos suecos Andreas Malm y Alf Hornborg. Señalan que la narrativa del Antropoceno responsabiliza a toda la especie humana por igual. Incluso cuando se coloca el advenimiento de la industria en unas pocas naciones como el comienzo del Antropoceno, muchos autores afirman que la causa última de la creciente dependencia de la sociedad de los combustibles fósiles es parte de un proceso evolutivo gradual, que se origina con nuestros antepasados, el dominio del fuego (hace al menos 400,000 años).
Malm y Hornborg también enfatizan que el uso de términos generales como seres humanos y humanidad asume que es un resultado inevitable de nuestra especie ’ propensión natural a la explotación de recursos. Para los dos investigadores, esta naturalización oculta la dimensión social del régimen de combustibles fósiles que ha abarcado los últimos dos siglos.
Después de todo, la raza humana no votó por unanimidad para adoptar la máquina de vapor a carbón o tecnologías posteriores a base de petróleo y gas. Igualmente, la trayectoria de nuestra especie no fue decidida por representantes en el poder, quienes no fueron elegidos en función de las características naturales.
Según Malm y Hornborg, en realidad han sido las condiciones sociales y políticas las que han creado, una y otra vez, La posibilidad de que las personas con suficiente capital realicen inversiones lucrativas que contribuyeron al colapso de nuestro clima. Y estos individuos casi siempre han sido hombres blancos, de clase media y alta.
¿Quién emite qué?
El Antropoceno, tal como se aplica a la escala de toda la humanidad, pasa por alto otro punto importante: el papel de la desigualdad intraespecie en la agitación climática y el desequilibrio ecológico.
Actualmente, el 10% de los habitantes del mundo que emiten la mayoría de los gases de efecto invernadero (GEI) son responsables de 48% de todas las emisiones globales, mientras que el 50% que emite la cantidad más pequeña representa solo el 12% de las emisiones globales. Estimaciones de lugar el 1% más rico% entre los mayores emisores individuales del planeta (principalmente provenientes de Estados Unidos, Luxemburgo, Singapur y Arabia Saudita), cada uno emite más de 200 toneladas de CO2 equivalente anualmente. En el otro extremo del espectro se encuentran las personas más pobres de Honduras, Mozambique, Ruanda y Malawi, cuyas emisiones son 2.000 veces más bajas, llegando a alrededor de 0,1 toneladas de CO2 equivalente por cabeza por año.
Este estrecho vínculo entre la riqueza y la huella de carbono implica una responsabilidad compartida, pero no igual, que no es adecuada para la categorización general del Antropoceno.
Del carbón británico al petróleo estadounidense
Esta crítica adquiere mayor importancia cuando consideramos la perspectiva histórica, dado que la perturbación climática es el resultado de las emisiones acumulativas de GEI. Tomemos el caso del Reino Unido: podríamos preguntarnos por qué debería encabezar la lucha contra el cambio climático cuando actualmente representa solo alrededor del 1% de las emisiones globales de carbono. Pero esto pasa por alto el hecho de que el país ha contribuido al 4.5% de las emisiones globales desde 1850, lo que lo convierte en el octavo mayor contaminador en historia.
En términos de la aceleración exponencial de la trayectoria del sistema terrestre en los últimos 200 años, las contribuciones han diferido ampliamente entre las naciones del mundo y sus habitantes. Como incondicionales respectivos del desarrollo económico mundial durante los siglos XIX y XX, el Reino Unido y los Estados Unidos ahora deben un monumental deuda ecológica hacia otras naciones. El carbón alimentó los esfuerzos del Reino Unido de dominación imperial, mientras que este mismo papel fue ( y sigue siendo ) jugado por el petróleo en los Estados Unidos.
Supervivencia o de otra manera
La claridad es importante cuando se trata del espinoso tema de la contribución histórica de cada nación al cambio climático, por lo tanto, vale la pena tener en cuenta que las emisiones de GEI y el impacto ambiental general de un determinado país o persona están determinados principalmente por la tasa a la que consumen bienes y servicios. En general, no es realista que quienes viven en países ricos piensen que pueden “live green”. Además, para todos los datos cuantitativos a nuestra disposición, no hay nada que indique la necesidad absoluta – o, por el contrario, la inutilidad total – de medir un kilogramo de dióxido de carbono de la misma manera para todos en todos los ámbitos.
Para algunos, emitir un poco más de gases de efecto invernadero se reduce a una cuestión de supervivencia, tal vez representando el combustible requerido para cocinar una porción de arroz o construir un techo. Para otros, solo equivale a comprar otro gadget para unas pocas horas más de entretenimiento. Algunos argumentan que la reducción de la población mundial sería un medio eficaz para combatir la alteración del clima (y todas las demás perturbaciones ambientales), pero una solución más simple sería evitar que los ultra ricos continúen persiguiendo sus estilos de vida descaradamente destructores del clima.
Al construir la noción abstracta de un “humankind” uniformemente afectado, el discurso dominante en torno al Antropoceno sugiere que la responsabilidad es compartida por igual por todos nosotros. En la Amazonía, los pueblos Yanomami y Achuar sobreviven sin un solo gramo de combustible fósil, sobreviviendo a través de la caza, la pesca, la alimentación y la agricultura de subsistencia. ¿Deberían sentirse responsables del cambio climático y el colapso de la biodiversidad como los industriales, banqueros y abogados corporativos más ricos del mundo?
Si la Tierra realmente ha entrado en una nueva época geológica, las responsabilidades de cada nación e individuo difieren demasiado en el espacio y el tiempo para que consideremos a “ la especie humana” como una abstracción adecuada para asumir la carga de la culpa.
Aparte de todos estos debates y disputas, la interrupción del clima y la pérdida de biodiversidad requieren una acción inmediata y tangible a gran escala. No faltan esfuerzos e iniciativas, algunas ahora se están implementando en todo el mundo, pero ¿cuáles están funcionando realmente?
¿Qué tan útil es el Acuerdo de París?
En 2015, la COP21 se celebró en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en París.
El acuerdo resultante fue aclamado como un momento decisivo, marcando la primera vez que 196 países se comprometieron a descarbonizar la economía global. En la práctica, cada estado era libre de definir su estrategia nacional para la transición energética. Todos los países parte del acuerdo deben presentar su contribución “ determinada a nivel nacional ” ( NDC ) a los otros signatarios. Estos NDC se recopilan para formar la trayectoria esperada para las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
El problema con dicha estrategia ( suponiendo que realmente se aplique ) es que los números son insuficientes. Incluso si los países cumplieran todas sus promesas, las emisiones de GEI inducidas por el hombre aún generarían un aumento de temperatura de alrededor de 2.7 ° C para fines de siglo.
Si mantenemos el impulso actual para que el objetivo limite el aumento de temperatura a 2°C, no llegaremos a 12 Mil millones de toneladas de CO₂ equivalente anual (Gt CO₂-eq/año). Este déficit sube a 20 Gt CO2-eq/año si apuntamos a un aumento máximo de 1.5°C.
En el marco del Acuerdo de París de 2015, los Estados signatarios pueden modificar teóricamente sus compromisos cada cinco años para fortalecer sus ambiciones. Sin embargo, el hecho es que las emisiones han seguido aumentando en prácticamente todos los países signatarios (cuando se calculan por consumo en lugar de producción).
Aunque el Acuerdo de París se presentó como un éxito diplomático, debe reconocerse como otra adición hueca a la letanía de compromisos que resultan ineficaces ante la alteración del clima. En realidad, se deberían haber emitido sospechas desde el momento en que se ratificó el texto, dado que no menciona la frase “ combustibles fósiles ” ni una sola vez. El objetivo era evitar revolver las plumas ( entre los actores públicos o privados ), y obtener la mayor cantidad de estados posible a bordo con la firma de un acuerdo que, al final, no ofrece solución a la emergencia más grave que enfrenta la humanidad.
En el momento de la firma de los Acuerdos de París en 2015, si la humanidad tuviera alguna esperanza razonable de limitar el calentamiento global a 2°C, el volumen acumulado de CO2 que podríamos habernos permitido emitir no era más de 1.000 Gt. Teniendo en cuenta los últimos cinco años de emisiones, esto presupuesto de carbono ya ha caído a 800 Gt. Esto es igual a un tercio de los 2.420 Gt de CO2 emitido entre 1850 y 2020, incluyendo 1.680 Gt de quema de combustibles fósiles (y producción de cemento) y 740 Gt de uso de la tierra (principalmente deforestación).
Y con emisiones anuales de alrededor de 40 Gt, este presupuesto de carbono se desplomará a un ritmo vertiginoso, llegando a cero en las próximas dos décadas si nada cambia.
¿Podría un bloqueo de combustibles fósiles resolver el problema?
Para alcanzar estos objetivos, los humanos – especialmente los más ricos entre ellos – deben consentir en no usar lo que tradicionalmente se ha visto como la fuente de sus comodidades materiales.
Dado que las reservas de combustibles fósiles tienen el potencial de emisiones verdaderamente colosales, un tercio de las reservas mundiales de petróleo, la mitad de sus reservas de gas y más del 80% de sus reservas de carbón debe permanecer sin explotar. Aumento de la producción de hidrocarburos, ya sea a partir de minas de carbón o de depósitos de petróleo y gas, o de la explotación de nuevos recursos de combustibles fósiles (por ejemplo, en el Ártico), por lo tanto, sabotearía los esfuerzos necesarios para limitar el cambio climático.
Además de esto, cuanto más tiempo nos tomemos para comenzar a descarbonizar seriamente la economía global, cuanto más drástica sea la acción necesaria será. Si hubiéramos comenzado a limitar efectivamente el CO global2 emisiones en 2018, habría sido suficiente para que redujéramos las emisiones en un 5% hasta 2100 para limitar el aumento de temperatura en 2°C. Embarcarse en esta gigantesca tarea en 2020 habría requerido una reducción anual del 6%. Pero esperar hasta 2025 implicaría una reducción del 10% anual.
Ante esta emergencia, ha habido llamadas en los últimos años para un tratado para prohibir la propagación de combustibles fósiles. ¡“All” que tenemos que hacer es hacer que todos estén de acuerdo en dejar de usar las cosas que han impulsado la economía global durante el último siglo y medio!
Hasta la fecha, este tratado solo ha sido firmado por naciones insulares (como Vanuatu, Fiji y las Islas Salomón), ya que son las más vulnerables al colapso climático. Por el contrario, los países productores de hidrocarburos y los principales países importadores aún no han actuado a este respecto. La razón de esto es simple: la iniciativa no ofrece arreglos financieros para compensar a los países ricos en hidrocarburos, cuyos gobiernos no quieren arriesgarse a perder el PIB potencial.
Pero si queremos detener la explotación de las reservas de combustibles fósiles, este es precisamente el tipo de compensación que debe ofrecerse para que un acuerdo internacional logre resultados significativos.
El papel crucial de los financieros
Entonces, ¿hemos terminado? No necesariamente. Uno reciente estudio ofrece un rayo de esperanza. Dos investigadores de la Escuela de Negocios de Harvard han demostrado que hay resultados prometedores en la decisión de ciertos bancos de retirar inversiones del sector del carbón.
La muestra de datos estudiada entre 2009 y 2021 demuestra que cuando los patrocinadores de las compañías de carbón deciden adoptar fuertes políticas de desinversión, estas compañías reducen sus préstamos en un 25% en comparación con otros no afectados por tales estrategias. Este racionamiento de capital parece producir notablemente CO reducido2 emisiones, ya que es más probable que las empresas “disinvested” cierren algunas de sus instalaciones.
¿Podría aplicarse este mismo enfoque al sector del petróleo y el gas? En teoría, sí, pero sería más complicado de implementar.
Para las cifras en la industria del carbón, las opciones son limitadas cuando se trata de obtener fuentes alternativas de financiamiento de deuda si se retiran las existentes. De hecho, hay tan pocos bancos que realmente facilitan las transacciones que involucran carbón – y las relaciones están tan profundamente arraigadas – que los banqueros inevitablemente dominan quién debería ser financiado en este sector. Este no es el caso en la industria del petróleo y el gas, que goza de una mayor diversidad de opciones de financiación. En cualquier caso, todo esto demuestra que el sector financiero tiene un papel definitorio que desempeñar en nuestra transición hacia el carbono cero.
Pero sería delirante creer que los financieros van a comenzar a dirigir mágicamente la economía global a lo largo de un camino más ecológico.
El capitalismo dicta un imperativo de crecimiento que simplemente no tiene sentido en un mundo de recursos finitos. Si queremos dejar de vivir más allá de los medios ecológicos de nuestro sistema terrestre, debemos redefinir completamente lo que representamos y lo que estamos dispuestos a renunciar.
Este artículo forma parte de un proyecto entre The Conversation France y AFP audio, apoyado financieramente por el Centro Europeo de Periodismo, como parte de la Fundación Bill y Melinda Gates “Solutions Journalism Accelerator” “Solutions Periodismo Accelerator” iniciativa. AFP y The Conversation France han mantenido su independencia editorial en cada etapa del proyecto.
¿Antropoceno o Capitoloceno?
Ritmo / PANÓPTICO / Mayo de 2019
Francisco Serratos
ivimos tiempos fragmentados y saturados: todo pasa en un solo espacio y en un solo momento. Pero esta sensación de hiperconectividad, generada por la aceleración de internet, es contradictoria, porque estamos aquí, ahora, prestando atención a lo que ocurre en otro lugar y otro tiempo. El cambio climático funciona así en cierta manera. Lo vivimos como un fenómeno fragmentado, diferido, como el presagio de tragedia siempre por venir y, a pesar de que no llega, que se atrasa en su consumación, nos rebasa. O, en palabras de Timothy Morton: “es el momento más significativo para todas las formas de vida en el planeta desde que los dinosaurios fueron extinguidos por el asteroide y no podemos verlo directamente, sólo lo percibimos en fragmentos espaciotemporales: nosotros somos el asteroide”. Sentimos que caemos, pero no sabemos hacia dónde. Esto a pesar de que, debido a los avances científicos y tecnológicos, los humanos tenemos, como nunca, una medida exacta de nuestro impacto en el medio ambiente; pero este conocimiento crea una culpa inconmensurable, es el nuevo pecado original. En lugar de inspirar reacciones, soluciones y solidaridades, esa conciencia ambiental sólo parece suscitar angustia y añoranza por un futuro mejor. El filósofo ambientalista Glenn Albrecht ha llamado a este sentimiento de impotencia y ansiedad generado por el cambio climático solastalgia. Las noticias sobre la crisis climática que inundan las redes sociales corroboran ese sentimiento cuando muestran y exhiben las pruebas de que el impacto antropogénico en el medio ambiente ha sido apocalíptico y está más allá de nuestra comprensión, incluso de una reparación. El más reciente y que causó conmoción, fue el artículo firmado por cuatro geógrafos de las universidades de Londres y Leeds titulado “Earth System Impacts of the European Arrival and Great Dying in the Americas after 1492”, publicado en Quaternary Science Reviews. El artículo presenta varios problemas que intentaré explicar, pero primero es necesario conocer el argumento. A saber, arguye que el genocidio cometido por los españoles y el régimen ecológico que establecieron —incluyendo sus microorganismos patógenos— durante el proceso de conquista y colonización tuvo un impacto tan profundo en el clima global que empeoró las bajas temperaturas de la llamada Pequeña Edad de Hielo (PEH). Consideran que después de 1492 la muerte de unos 55 millones de nativos —90% de la población— condujo a la liberación de 56 millones de hectáreas en el continente que antes eran usadas principalmente para la agricultura. La consecuencia fue una reforestación de todas esas hectáreas. Este renacimiento vegetal absorbió tanto dióxido de carbono de la atmósfera entre 1520 y 1610 que el clima global, de por sí frío, alcanzó un punto máximo de enfriamiento, sobre todo en el hemisferio norte en 1628, “el año sin verano”. No sería sino hasta la llegada de la Revolución Industrial en el siglo XVIII cuando el planeta habría entrado en un periodo de calentamiento debido al exceso de CO2 en la atmósfera. “Estos cambios [concluyen los autores] demuestran que las acciones humanas tuvieron un impacto global en el sistema de la Tierra.” Además, en otro artículo sólo firmado por dos de los geógrafos, Simon L. Lewis y Mark M. Maslin, debido a este proceso, consideran 1610 el año que inicia un nuevo periodo geológico: el Antropoceno. Periodo en el que el planeta ya no es la casa (oikos) o el contenedor de la vida, sino que ahora el planeta y todos sus sistemas climáticos y biológicos están contenidos en un medio ambiente totalmente antropogénico. Las reacciones al artículo fueron de incredulidad y también de horror: lo que los humanos hacen en y a un lugar afecta a otros humanos situados a miles de kilómetros de distancia. A este espasmo añádase la alarmista divulgación que los medios hicieron al aseverar que el genocidio fue la causa directa de la PEH. Los autores no dijeron tal cosa, de ahí que yo haya puesto en cursivas empeoró. El enfriamiento global fue un fenómeno que se experimentó desde al menos dos siglos antes de la llegada de los europeos a América y las causas fueron varias, como señala el historiador ambientalista Dagomar Degroot en The Frigid Golden Age: Climate Change, the Little Ice Age, and the Dutch Republic. Por ejemplo, la poca actividad solar entre 1420 y 1570, periodo conocido como mínimo de Spörer, y las erupciones de volcanes como el Nevado del Ruiz, en Colombia, en 1595, y el Huaynaputina, en los Andes peruanos, en 1600. Las fechas de inicio de la PEH siguen discutiéndose, mas algo es seguro: para 1315, afirman Jason W. Moore y Raj Patel en su A History of the World in Seven Cheap Things, las cosechas en Europa fueron devastadas por una inesperada temporada de lluvias que se tradujo en la conocida gran hambruna que redujo la población un 20%. Este enfriamiento alteró los patrones de agricultura de Europa e impulsó las primeras empresas de exploración no tanto porque los europeos estuvieran muriendo de hambre, sino porque las aristocracias dueñas de la mayoría de territorio ya habían exprimido los suelos y a los campesinos de sus reservas biológicas. Los cuatro geógrafos tampoco toman en cuenta que los europeos, urgidos por encontrar nuevas rutas y productos de comercio, apenas se establecieron en el continente americano, comenzaron a alterar el medio ambiente de manera brutal con actividades como la minería, que consumía cantidades extraordinarias de energía y árboles, la ganadería, las plantaciones de azúcar, hasta la introducción de especies no nativas que modificaron para siempre biomas enteros. Doy dos ejemplos. Potosí, Bolivia, y el norte de México —los mayores centros mineros de extracción de plata de la época— proveyeron 80% de la plata que circulaba en el mundo, desde China hasta Ámsterdam, lo que requería una cantidad de madera tan impresionante que la frontera forestal se abrió hasta las montañas de Paraguay para comienzos de 1700. Asimismo, para finales del siglo xvi, dice Elinor G.K. Melville en A Plague of Sheep: Environmental Consequences of the Conquest of Mexico, las enormes manadas de ovejas españolas ya habían colapsado el medio ambiente del Valle del Mezquital, una de las zonas agricultoras más importantes para los pueblos nativos. Estos dos ejemplos cuestionan la supuesta reforestación que siguió a la Conquista, pues los métodos usados por los españoles eran menos amigables con los suelos que las milpas de Mesoamérica.
Asimismo, se pone en entredicho la conclusión del artículo: los humanos antes de la Revolución Industrial fueron capaces de alterar el clima global. Una conclusión peligrosa porque, por un lado, es una generalización: no fueron todos los humanos sino los europeos específicamente en una misión colonizadora; por el otro, absuelve hasta cierto punto el papel del capitalismo incipiente en el cambio climático. Una cosa es modificar el medio ambiente y otra desestabilizarlo hasta un grado en el que la vida ya no es sostenible. Una cosa es la agricultura como la practicaban los pueblos nativos y otra el modo de acumulación primitiva que llegó con los españoles. En cambio, lo que sí es un hecho, es que todo este proceso climático, humano y colonial convergió en un país determinante: los Países Bajos. La PEH congeló y frustró en las costas neerlandesas los barcos españoles que iban a aplacar la revuelta contra Felipe II y la fuga de plata y otros recursos de América impulsaron el crecimiento neerlandés, convirtiéndose en 1648, con la firma del Tratado de Münster, en la primera economía capitalista. Por esta razón, a partir de estas objeciones, habrá que preguntarse: ¿en realidad debe llamársele a nuestra época Antropoceno y no Capitoloceno? ¿Es una tendencia meramente humana destruir el medio ambiente o es un sistema económico que concibe la naturaleza como un recurso barato para la acumulación ilimitada de riqueza el culpable de la crisis climática? ¿Una costurera en Bangladesh que trabaja en una fábrica de ropa contamina lo mismo que la mujer europea que compra la ropa que aquélla cose? Si Coca-Cola produce tres millones de botellas de plástico al año —casi seis botellas por minuto—, ¿de verdad hace la diferencia dejar de usar popotes? Plantear estas preguntas obliga a repensar el problema del complicado binomio humanidad-naturaleza porque, en primer lugar, nos aleja del derrotismo —la solastalgia— y las elucubraciones decadentes sobre la naturaleza humana; en segundo lugar, poner énfasis en los procesos económicos y políticos nos compromete a la crítica y a la acción para redefinir el problema. El Antropoceno en este sentido es un relato incompleto de la historia, mientras que el Capitoloceno, desde su poco elegante sonido, describe la condición del planeta a partir no sólo de lo humano, sino también de conceptos como colonialismo, industrialización, globalización, racismo y patriarcado. Tomando en cuenta todo esto, podemos reescribir no sólo nuestro pasado, sino también nuestro futuro como especie.
Desde que Paul Crutzen sugirió el término en 2000, "el Antropoceno" se ha establecido como un marco narrativo para la convergencia de numerosos discursos y colecciones de datos que exploran el alcance, así como los límites, de la acción humana dentro de los procesos inherentemente dinámicos de la Tierra . Este volumen de Culture Machine llega tras una década de aceleración del discurso de las humanidades sobre el Antropoceno, cuyas implicaciones radicales siguen, en nuestra opinión, impensadas.
Ya en 2016, Cohen, Colebrook y Hillis Miller pensaron en el Antropoceno como un concepto crepuscular : "una forma de reconocimiento a medias que sólo puede ocurrir en el momento de menguante". Observaron que incluso si la idea del Antropoceno había expuesto plenamente las ficciones del hombre cartesiano, su efecto paradójico había sido el de provocar, casi de inmediato, una producción de contranarrativas, la mayoría de las cuales no cuestionaban la narrativa como tal . En otras palabras, el auge de lo poshumano y lo no humano, junto con tantos desafíos políticos a las afirmaciones universalizadoras del Antropoceno, a menudo proporcionaron una forma de sostener lo humano como un problema. Por el contrario, Cohen, Colebrook y Hillis Miller nos llamaron a preguntarnos sobre las formas en que los modos técnicos de inscripción produjeron "el Antropoceno" como una ilusión masculinista de autoborrado y narrativización antropopolítica.
Casi una década después, el caos implacable asociado con el Antropoceno todavía exige responsabilidad intelectual , pero la dificultad estructural persiste en (y más allá) del discurso universitario. Si este último se caracteriza, en nuestro tiempo, por una saturación política , la dificultad estructural se refiere a la finitud como tal, cuya experiencia converge cada vez más con la aceleración tecnológica y la amenaza de extinción humana. La pregunta insiste : ¿es el Antropoceno ante todo una cuestión política, una cuestión de narrativa? Concebida en términos generales como la diferencia absoluta entre vida y política , entre ser y subjetividad, entre escribir y narrativizar, la infrapolítica da paso a la tarea de pensar la existencia en la ' época sin época ' que ahora se encuadra como el Antropoceno.
Concebida más específicamente como un segundo giro de la deconstrucción, la reflexión infrapolítica recupera la problemática heideggeriana de la diferencia óntico-ontológica en el momento de la consumación de la metafísica, de la reducción de la vida –incluyendo la cultura y la política– a la calculabilidad, o al principio de generalidad. equivalencia bajo la apariencia del capitalismo posindustrial tardío. Replanteado hoy como un archivo de devastación planetaria, el concepto heideggeriano de Gestell continúa planteando una pregunta sobre los límites de la narración y la necesidad de, como lo expresaron Weinstein y Colebrook (2017), nada menos que una decisión sobre el valor de la existencia . Como lo formula Alberto Moreiras, la infrapolítica es siempre en todo caso un compromiso de pensar esa decisión en términos de una excepción al principio de equivalencia general.
Infrapolítica del Antropoceno reúne aportes que tienden a pensar la excepción, lo incalculable, en el Antropoceno. La mayoría de ellos se basan en presentaciones realizadas en el II Seminario Internacional de Pensamiento Contemporáneo que tuvo lugar los días 29 y 30 de junio de 2023 en la Universidade de Vigo, en Galicia, España, y fue organizado por Alberto Moreiras (Texas A&M University), Helena Cortés Gabaudan (Universidade de Vigo), Jorge Álvarez Yagüez (Universidad Complutense de Madrid), Carmela García González (IES Vigo), Arturo Leyte (Universidade de Vigo), Cristina Moreiras (Universidad de Michigan), Teresa Vilarós (Texas A&M University) y Gareth Williams (Universidad de Michigan). Queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento a todos ellos y a los participantes del encuentro de Vigo por haber aceptado nuestra invitación a editar y difundir sus trabajos en Culture Machine con un espíritu de acceso abierto radical .
Incluso si la reunión fue posible y nutrida por los marcos institucionales de la erudición académica, la Infrapolítica Antropoceno no busca, sobre todo, hacer "progresos" en la "producción de conocimiento" contando más historias sobre catástrofes planetarias. Más fundamentalmente, busca preguntarse, una vez más, qué significa pensar , con una apertura a la proliferación de experiencias singulares y trabajando contra todos los intentos de construir un nuevo marco hegemónico para el trabajo académico a través del conocimiento científico, económico o cultural sobre lo humano.
Como tal, la infrapolítica es irreductible a la técnica, la ética o la política y, en el mejor de los casos, podemos considerarla como un llamado a la sintonía con algún lugar extraño y no tematizable. Trabajando en los límites del lenguaje, la escritura y el pensamiento, una de las principales cuestiones para la reflexión infrapolítica es, por tanto, la forma o el estilo que debe adoptar el anuncio de lo infrapolítico, donde la escritura siempre se entiende como la escritura de la vida misma, o tal vez más precisamente, como lo que subcede y subsiste de la vida más allá o por debajo de su captura metafísica. En este sentido, agradecemos especialmente a Luz María Bedoya por una contribución muy especial a Anthropocene Infrapolitics, es decir, la obra de arte incluida en este número.
La Infrapolítica Antropoceno busca hacer espacio, dentro de la erudición más rigurosa de las Humanidades teóricas, para inscripciones textuales intempestivas, o escritos que intentan llevar conscientemente la marca de sus propias circunstancias históricas o existenciales. Queremos agradecer a Sergio Villalobos-Ruminott, Jessica Bekerman, Tatjana Gajic, Cristina Moreiras, Benjamín Mayer-Foulkes, Janneke Adema, Fiona Noble, José Luis Villacañas Berlanga, Claire Colebrook y Ángel Octavio Álvarez Solís, por participar con atención y entusiasmo. en la revisión por pares abierta junto con los editores invitados y los contribuyentes de este volumen. El no anonimato de la revisión por pares fue, en este caso, una apuesta y una prueba para nuestro deseo infrapolítico de afirmar que otra escritura académica es posible y que las colaboraciones abiertas de escritura son importantes, más allá de los estándares científicos o las convicciones políticas, para la tarea de pensar. existencia en el Antropoceno.
Los intercambios seleccionados del proceso abierto de revisión por pares se editarán y publicarán durante el invierno de 2023-2024 en Interzone de Culture Machine, como parte de una conversación ampliada sobre la infrapolítica del Antropoceno .
El Capitaloceno español
https://attac.es/el-capitaloceno-espanol/
Salvo un grupo muy activo de zombis negacionistas, la gran mayoría de la población sabe que tenemos demasiadas razones (resiliencia, dependencia, colapso climático, contaminación, etc.) para superar el actual modelo energético en lo que se ha llamado transición energética.
ROY SCRANTON
APRENDIENDO A MORIR EN EL ANTROPOCENO
Al llegar a casa después de la guerra en Irak, el soldado del Ejército de los Estados Unidos, Roy Scranton, pensó que Heayd había dejado atrás el mundo de la lucha. Luego vio cómo nuevas calamidades golpeaban a Estados Unidos, anunciando una amenaza mucho más peligrosa que ISIS o Al Qaeda: El huracán Katrina, la supertormenta Sandy, la mega sequía— el shock y el asombro del calentamiento global.
Nuestro mundo está cambiando. El aumento de los mares, el aumento de las temperaturas y el clima extremo ponen en peligro la infraestructura global, los cultivos y el suministro de agua. Conflicto, hambruna, plagas y disturbios amenazan desde cada trimestre. Desde Bagdad azotada por la guerra hasta el derretimiento del Ártico, el cambio climático causado por el hombre representa un peligro no solo para la estabilidad política y económica, sino también para la civilización misma . . . y a lo que significa ser humano. Resulta que nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. El mundo más cálido, más húmedo y más caótico en el que vivimos ahora—, el Antropoceno—, exige una nueva visión radical de la vida humana.
En esta respuesta al cambio climático, Roy Scranton combina memorias, reportajes, filosofía y sabiduría Zen para explorar lo que significa ser humano en un mundo en rápida evolución, llevar a los lectores a un viaje a través de protestas callejeras, los últimos hallazgos de científicos de la tierra, una cumbre histórica de la ONU, milenios de historia geológica y la vitalidad persistente de la literatura antigua. Ampliando su influyente ensayo del New York Times (el artículo más detallado #1 el día en que apareció, y seleccionado para Best American Science and Nature Writing 2014), Scranton responde al problema existencial del calentamiento global argumentando que para sobrevivir, debemos aceptar nuestra mortalidad.
Platón argumentó que filosofar es aprender a morir. Si eso es cierto, dice Scranton, entonces hemos entrado en la era más filosófica de la humanidad, porque este es precisamente el problema del Antropoceno. El problema ahora es que debemos aprender a morir no como individuos, sino como civilización.
“En Learning to Die in the Anthropocene, Roy Scranton se basa en sus experiencias en Irak para enfrentar las sombrías realidades del cambio climático. El resultado es un libro feroz y provocativo.”—Elizabeth Kolbert, autora ganadora del Premio Pulitzer de La Sexta Extinción: Una Historia Antinatural
“Roy Scrantonan Aprendiendo a Morir en el Antropoceno presenta, sin mierda extraña, lo que debemos hacer para sobrevivir en la Tierra. Es un libro poderoso, útil y, en última instancia, esperanzador que, más que cualquier otra lectura de IiVé, tiene la capacidad de cambiar las mentes de las personas y crear cambios. Para mí, cristaliza y expresa lo que Iialve ha estado pensando y tratando de comprender. La forma económica en que lo hace, con tanta claridad, distingue al libro de la mayoría de los demás sobre el tema.”—Jeff VanderMeer, autor de la trilogía Southern Reach
“Roy Scranton articula lúcidamente la profundidad de la crisis climática con una honestidad que es demasiado rara, luego pide un humanismo reinventado que nos ayude a enfrentar nuestro futuro tormentoso con tanta decencia como podamos reunir. Si bien no comparto sus conclusiones sobre el potencial de los movimientos sociales para impulsar una mitigación ambiciosa, este es un desafío sabio e importante de un escritor elegante y pensador original. Una intervención crítica.”—Naomi Klein, autora de Esto lo Cambia Todo: Capitalismo vs. el Clima
“Concise, elegante, erudito, sincero y sabio.”—Amitav Ghosh, autor de Inundación de Fuego
El veterano y periodista de “War Roy Scranton combina memorias, filosofía y escritura científica para elaborar uno de los documentos definitivos de la era moderna, uno que pregunta qué significa la vida cuando la amenaza del cambio climático avanza sin cesar y la extinción de nuestras civilizaciones es más o menos una eventualidad. Scranton no está interesado en el falso optimismo, pero tampoco habita en la desolación, sonando el valor de la dignidad humana en un planeta moribundoEl Creyente, “Mejores libros de 2015”
“Roy Scranton lo entiende. Él sabe en sus huesos que esta civilización ha terminado. Él sabe que ya es hora de comenzar de nuevo la danza humana de hacer otra forma de vivir. En su forma distintiva y original, trabaja a través de una herencia cultural común, lo que la convierte en algo fresco y nuevo para estos tiempos demasiado interesantes. Este texto comprimido y esencial ofrece verdades incómodas y alegría inesperada.”—McKenzie Wark, autor de Rojo Molecular: Teoría para el Antropoceno
“Weware follada. Lo sabemos. Tipo de. Pero Roy Scranton en este nuevo libro abrasador se reduce a la oscuridad, se ve duro y no parpadea. Incluso trae algunas astillas de luz duramente ganadas. . . . ¿Qué es la filosofía? Es tiempo comprendido en el pensamiento. Este es nuestro momento y Roy Scranton ha tenido el coraje de pensarlo en prosa que a veces se siente más como balas que puntos de bala.”—Simon Critchley, cofundador y moderador de la serie de filosofía en línea The New York Times “The Stone,” autor de Infinitamente exigente: Ética del Compromiso, Política de la Resistencia, y el Profesor Hans Jonas de Filosofía en la Nueva Escuela de Investigación Social
“Un libro elocuente, ambicioso y provocativo.”—Rob Nixon, autor de La Violencia Lenta y el Ambientalismo de los Pobres
“Roy Scranton ha escrito un aullido para el Antropoceno, un libro lleno de pasión, fuego, ciencia y sabiduría. Corta más profundo que cualquier cosa que aún se haya escrito sobre el tema.”—Dale Jamieson, autor de Razón en un Tiempo Oscuro: Por Qué la Lucha para Detener el Cambio Climático Falló—Y Qué Significa Para Nuestro Futuro
“Como motivador, el concepto Life no ha estado funcionando tan bien, cableado como lo está en el impulso posneolítico de existir sin importar la calidad de esa existencia. La vida no te ayudará a vivir. Incluir la conciencia ecológica en nuestras decisiones políticas significa incluir tanta muerte en tantos modos diferentes (psíquico, filosófico, social) como podamos manejar. Roy Scranton ha escrito un libro de recetas esencial para agregar algo de muerte al pastel humano suave, opresivo y ecológicamente desastroso.”—Timothy Morton, autor de Ecología sin Naturaleza: Repensar la Estética Ambiental
“En las breves pero abarrotadas páginas de Learning to Die in the Anthropocene, el veterano de la Guerra de Irak, Roy Scranton, maneja tanto la historia como la filosofía como herramientas forenses. Con los ojos inquebrantables de un médico forense, revela sistemáticamente las causas, la trayectoria y el resultado de nuestra dominación planetaria y su posterior crisis climática. Cortando el tejido adiposo oscuro del romanticismo a la izquierda y la negación a la derecha, señala la fuente de la desaparición de los cadáveres.”—José Knighton, Weller Book Works’ Boletín
“Scranton siempre ha estado unos pasos por delante de otros veteranos-autores. . . . Aprender a morir en el Antropoceno arroja un hermoso encanto.”—Peter Molin, Tiempo Ahora
“El libro de Scrantonrants tiene su propio tipo de poder. . . . Hay algo catártico en su negativa a rehuir todo el alcance de nuestra situación.”—Rebecca Tuhus-Dubrow, Los Angeles Review of Books
“Este es un pequeño libro con grandes ideas de un veterano del Ejército que ve las inundaciones después del huracán Katrina y ve ‘el mismo caos y colapso que Iird vio en Bagdad.’ Scranton aporta significado y humor al caos.”—J. Ford Huffman, El Military Times
La humanidad terrestre. Una filosofía del Antropoceno
Autores/as
- Antonio CampilloUniversidad de Murcia (colaborador honorario)https://orcid.org/0000-0002-3526-5338
- https://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/view/1496/1759
Ensayos sobre biopolítica.
Excesos de
vida.
Giorgi y Rodriguez (Comps.)
Deleuze, Foucault, Negri,
Zizek, Agamben
https://drive.google.com/file/d/1tm5wF_pw2DqT7GrzXVMQy05qN6d-NGdI/view
COLLAPSE Y NOSOTROS: SOBRE LOS PELIGROS DEL DERROTISMO ECOLÓGICO
https://worldcrunch.com/green/anthropocene-collapse-pessimism
https://www.anthroencyclopedia.com/printpdf/512
BRAIDOTTI, ROSSI, (2013)
Lo posthumano.
Gedisa editorial.
«La reducida noción humanista de aquello que define lo humano es una de las claves para comprender como hemos llegado a la inflexión posthumana. » (Rosi Braidotti)
Antropoceno
https://www.anthroencyclopedia.com/printpdf/512
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Rojo molecular: teoría para el
Antropoceno
Wark, McKenzie
En Molecular Red, McKenzie Wark crea herramientas filosóficas para el Antropoceno, nuestra nueva época planetaria, en la que las fuerzas humanas y naturales están tan entrelazadas que el futuro de una determina el de la otra.
Wark explora las implicaciones del Antropoceno a través de la historia de dos imperios, el soviético y luego el estadounidense. La caída del primero prefigura la del segundo. De las ruinas de estas poderosas historias, Wark rescata ideas que nos ayudan a imaginar qué tipo de mundos el trabajo colectivo aún podría construir. De la revolución rusa, Wark descubre el trabajo del rival de Alexander Bogdanov Lenin, así como del gran escritor e ingeniero de Proletkult, Andrey Platonov.
El experimento soviético surge del pasado como una alegoría de los nuevos desafíos organizativos de nuestro tiempo. Desde lo más profundo del complejo de entretenimiento militar de California, Wark recupera la crítica cyborg de Donna Haraway y la utopía marciana del escritor de ciencia ficción Kim Stanley Robinson como recursos poderosos para repensar y rehacer el mundo que el cambio climático ha forjado. Molecular Red propone un realismo alternativo, donde la esperanza se encuentra en lo que queda y perdura.
Pensamiento Tentáculo:
Antropoceno, Capitaloceno, Chthuluceno
Haraway Donna
Todos somos líquenes.
— Scott Gilbert, “We Are All Lichens Now”1Creo que debemos. Debemos pensar.
—Stengers y Despret, Mujeres Que Hacen un Fuss2
¿Qué sucede cuando el excepcionalismo humano y el individualismo limitado, esas viejas sierras de la filosofía occidental y la economía política, se vuelven impensables en las mejores ciencias, ya sean naturales o sociales? Seriamente impensable: no disponible para pensar con. Las ciencias biológicas han sido especialmente potentes en la fermentación de nociones sobre todos los habitantes mortales de la Tierra desde el siglo dieciocho imperialista. Homo sapiens — el Humano como especie, el Antropos como la especie humana,Modern Man — fue un producto principal de estas prácticas de conocimiento. Qué sucede cuando las mejores biologías del siglo veintiuno no pueden hacer su trabajo con individuos limitados más contextos, cuando organismos más ambientes, o genes más lo que necesiten, ¿ya no se sostiene la riqueza desbordante de los conocimientos biológicos, si alguna vez lo hicieron? ¿Qué sucede cuando los organismos más los ambientes difícilmente pueden ser recordados por las mismas razones que incluso las personas endeudadas por Occidente ya no pueden figurar como individuos y sociedades de individuos en historias solo humanas? ¡Seguramente un tiempo tan transformador en la Tierra no debe llamarse el Antropoceno!
Con toda la descendencia infiel de los dioses del cielo, con mis compañeros de camada que encuentran un rico revolcón en fangos multiespecies, quiero hacer un alboroto crítico y alegre sobre estos asuntos. Quiero quedarme con el problema, y la única manera que sé hacer eso es en alegría generativa, terror y pensamiento colectivo.
Mi primer demonio familiar en esta tarea será una araña, Pimoa cthulhu, que vive bajo tocones en los bosques de secuoyas de los condados de Sonoma y Mendocino, cerca de donde vivo en el Norte de California Central.3 Nadie vive en todas partes; todos viven en alguna parte. Nada está conectado a todo; todo está conectado a algo.4 Esta araña está en su lugar, tiene un lugar y, sin embargo, lleva el nombre de viajes intrigantes a otros lugares. Esta araña me ayudará con los retornos y con las raíces y las rutas.5 El arácnido tentáculo de ocho patas al que apelo obtiene su nombre genérico del lenguaje del pueblo Goshute de Utah y su nombre específico de los habitantes de las profundidades, de las entidades abisales y elementales, llamadas ctónicas.6 Los poderes ctónicos de Terra infunden sus tejidos en todas partes, a pesar de los esfuerzos civilizadores de los agentes de los dioses del cielo para astralizarlos y establecer Singletons principales y sus comités mansos de múltiplos o subdioses, el Uno y el Muchos. Haciendo un pequeño cambio en la ortografía taxonómica de los biólogos, de cthulhu a chthulu, con renombrado Pimoa chthulu Propongo un nombre para un otro lugar y cuando eso era, todavía es, y aún podría ser: el Chthulucene. Lo recuerdo tentáculo viene del latín tentáculo, que significa “feeler,” y tentare, lo que significa “de sentir” y “de intentar”; y sé que mi araña de piernas largas tiene aliados con muchos brazos. Se necesitarán innumerables tentáculos para contar la historia del Chthulucene.7
Los tentáculos no son figuras incorpóreas; son cnidarios, arañas, seres de dedos como humanos y mapaches, calamares, medusas, extravagancias neurales, entidades fibrosas, seres flagelados, trenzas miofibrillas, etc, enredos microbianos y fúngicos enmarañados y fieltrados, enredaderas sondeadoras, raíces hinchadas, alcanzando y trepando a los zarcillos. Los tentáculos también son redes y redes, criaturas, dentro y fuera de las nubes. La tentacularidad se trata de la vida vivida a lo largo de líneas — y tal riqueza de líneas — no en puntos, no en esferas. “Los habitantes del mundo, criaturas de todo tipo, humanas y no humanas, son caminantes”; las generaciones son como “una serie de senderos entrelazados.”8
Todos los fibrosos tentáculos me han hecho infeliz con el posthumanismo, incluso cuando me nutro con mucho trabajo generativo realizado bajo ese signo. Mi compañero Rusten Hogness sugirió compost en lugar de posthuman(ismo), así como humusidades en lugar de humanidades, y salté a esa pila de wormy.9 Humano como humus tiene potencial, si pudiéramos cortar y triturar humanos como Homo, el proyecto de disuasión de un CEO que se hace a sí mismo y destruye planetas. ¡Imagínese una conferencia no sobre el Futuro de las Humanidades en la Universidad de Reestructuración Capitalista, sino sobre el Poder de las Humusidades para un Muddle Habitable de Múltiples Especies! Los artistas ecosexuales Beth Stephens y Annie Sprinkle hicieron una pegatina para mí, para nosotros, para SF: “¡Composting es tan caliente!”
Al darle forma a su pensamiento sobre los tiempos llamados Antropoceno y “multi-faced Gaia” (Término de Stengerss) en fricción acompañable con Latour, Isabelle Stengers no pide que nos recompongamos para ser capaces, tal vez, a “face Gaïa.” Pero al igual que Latour y aún más como Le Guin, uno de sus escritores de SF más generativos, Stengers insiste en cambiar la historia. Centrándose en la intrusión en lugar de la composición, Stengers llama a Gaia un poder temeroso y devastador que se entromete en nuestras categorías de pensamiento, que se entromete en el pensamiento mismo.10 Earth/Gaia es un fabricante y destructor, no un recurso para ser explotado o protegido o una madre lactante que promete alimento. Gaia no es una persona, sino fenómenos sistémicos complejos que componen un planeta vivo. La intrusión de Gaiaa en nuestros asuntos es un evento radicalmente materialista que reúne multitudes. Esta intrusión no amenaza la vida en la Tierra misma — microbios se adaptarán, por decirlo suavemente — pero amenaza la habitabilidad de la Tierra para vastos tipos, especies, ensamblajes, etc, y los individuos en un “event” ya en marcha llamado la Sexta Gran Extinción.11
Stengers, como Bruno Latour, evoca el nombre de Gaia en la forma en que lo hicieron James Lovelock y Lynn Margulis, nombrar acoplamientos no lineales complejos entre procesos que componen y mantienen subsistemas entrelazados pero no aditivos como un todo sistémico parcialmente coherente.12 En esta hipótesis, Gaia es autopoiético — autoformado, mantenimiento de límites, contingente, dinámico y estable en algunas condiciones, pero no en otras. Gaia no es reducible a la suma de sus partes, pero logra una coherencia sistémica finita frente a perturbaciones dentro de parámetros que responden a procesos sistémicos dinámicos. Gaia no se preocupa ni podría preocuparse por seres humanos u otros seres biológicos’ intenciones o deseos o necesidades, pero Gaia pone en tela de juicio nuestra propia existencia, nosotros que hemos provocado su brutal mutación que amenaza tanto a los presentes y futuros vivibles humanos como no humanos. Gaia no se trata de una lista de preguntas esperando políticas racionales;13 Gaia es un evento intrusivo que deshace pensar como de costumbre. “Ella es lo que cuestiona específicamente los cuentos y los refrenos de la historia moderna. Sólo hay un verdadero misterio en juego, aquí: es la respuesta que nosotros, es decir, los que pertenecen a esta historia, puede ser capaz de crear a medida que enfrentamos las consecuencias de lo que hemos provocado.”14
Antropoceno
Entonces, ¿qué hemos provocado? Escribiendo en medio de la histórica sequía de varios años de California y la temporada de incendios explosivos de 2015, Necesito la fotografía de un incendio provocado deliberadamente en junio de 2009 por Sustainable Resource Alberta cerca del cruce del río Saskatchewan en Icefields Parkway para detener la propagación de los escarabajos del pino de montaña, crear una barrera contra incendios para futuros incendios y mejorar la biodiversidad. La esperanza es que este fuego actúe como un aliado para el resurgimiento. La devastadora propagación del escarabajo del pino en todo el Oeste de América del Norte es un capítulo importante del cambio climático en el Antropoceno. También lo son las megadroughts predichas y las temporadas de fuego extremas y extendidas. El fuego en el oeste de América del Norte tiene una historia complicada de múltiples especies; el fuego es un elemento esencial para la continuación, así como un agente de doble muerte, la matanza de la continuidad.La semiótica material del fuego en nuestros tiempos está en juego.
Por lo tanto, ya es hora de recurrir directamente a lo global del espacio-tiempo llamado Antropoceno.15El término parece haber sido acuñado a principios de la década de 1980 por el ecologista de la Universidad de Michigan Eugene Stoermer (d. 2012), un experto en diatomeas de agua dulce. Introdujo el término para referirse a la creciente evidencia de los efectos transformadores de las actividades humanas en la Tierra. El nombre Antropoceno hizo una aparición dramática en los discursos globalizadores en 2000 cuando el Premio Nobel holandés – ganador químico atmosférico Paul Crutzen se unió a Stoermer para proponer que las actividades humanas habían sido de tal una especie y magnitud como para merecer el uso de un nuevo término geológico para una nueva época, reemplazando al Holoceno, que data del final de la última edad de hielo, o el final del Pleistoceno, hace unos doce mil años. Los cambios antropogénicos señalados por la máquina de vapor de mediados del siglo dieciocho y el uso explosivo del carbón que cambia el planeta fueron evidentes en los aires,aguas y rocas.16 Se estaba acumulando evidencia de que la acidificación y el calentamiento de los océanos están descomponiendo rápidamente los ecosistemas de arrecifes de coral, lo que resulta en enormes esqueletos blancos fantasmales de coral blanqueado y muerto o moribundo. Que un sistema simbiótico — coral, con sus acuosas asociaciones mundiales de cnidarios y zooantelas con muchas otras criaturas también — indicó que tal transformación global volverá a nuestra historia.
Pero por ahora, observe que el Antropoceno obtuvo la compra en el discurso popular y científico en el contexto de esfuerzos urgentes ubicuos para encontrar formas de hablar, teorizar, modelar, etc, y administrando una Gran Cosa llamada Globalización. El modelado del cambio climático es un poderoso circuito de retroalimentación positiva que provoca el cambio de estado en los sistemas de discursos políticos y ecológicos.17 Que Paul Crutzen era tanto un premio Nobel como un químico atmosférico importaba. Para 2008, muchos científicos de todo el mundo habían adoptado el término aún no oficial pero cada vez más indispensable;18 y una miríada de proyectos de investigación, performances, instalaciones y conferencias en las artes, las ciencias sociales y las humanidades encontraron el término obligatorio en su nombramiento y pensamiento, no menos importante para enfrentar las extinciones aceleradas en todos los taxones biológicos y también en múltiples especies, incluida la humana, la inmiseración en la extensión de Terra. Los seres humanos que queman fósiles parecen decididos a hacer tantos fósiles nuevos como sea posible lo más rápido posible. Serán leídos en los estratos de las rocas en la tierra y bajo las aguas por los geólogos del futuro muy cercano, si no ya. ¡Tal vez, en lugar del bosque ardiente, el icono del Antropoceno debería ser Burning Man!19
La escala de las ambiciones ardientes del hombre que fabrica fósiles — de este Anthropos cuyos proyectos calientes para acelerar extinciones merecen un nombre para una época geológica — es difícil de comprender. Dejando de lado todas las otras extracciones aceleradas de minerales, carne vegetal y animal, tierras de origen humano, etc., seguramente, queremos decir, el ritmo de desarrollo de las tecnologías de energía renovable y de las medidas políticas y técnicas de reducción de la contaminación por carbono, frente a los colapsos palpables y costosos de los ecosistemas y la propagación de trastornos políticos, mitigará, si no se elimina, la carga del exceso de carbono que calienta el planeta al quemar aún más combustibles fósiles. O, tal vez los problemas financieros de las industrias mundiales del carbón y el petróleo para 2015 detendrían la locura. No es así. Incluso el conocimiento casual de las noticias diarias erosiona tales esperanzas,pero el problema es peor de lo que encontrará incluso un lector cercano de documentos del IPCC y la prensa. En “The Third Carbon Age,” Michael Klare, profesor de Estudios de Paz y Seguridad Mundial en Hampshire College, presenta una fuerte evidencia contra la idea de que la vejez del carbón, reemplazado por la reciente era del petróleo, será reemplazado por la era de las energías renovables.20 Detalla las grandes y crecientes inversiones nacionales y corporativas globales en energías renovables; claramente, hay grandes ventajas de ganancias y energía en este sector. Y al mismo tiempo, todas las tecnologías y medidas estratégicas imaginables, y muchas inimaginables, están siendo aplicadas por todos los grandes actores globales para extraer hasta la última caloría de carbono fósil, a cualquier profundidad y en cualquier formación de arena, barro o roca, y con cualquier horror de viajar a puntos de distribución y uso, quemar antes de que alguien más llegue a esa caloría y la queme primero en la gran historia de la primera y última palabras y armas hermosas.21 En lo que él llama la Era del Petróleo y Gas No Convencional, el hidrofracking es la punta del iceberg (fusión). El derretimiento de los mares polares, terrible para los osos polares y para los pueblos costeros, es muy bueno para los grandes militares competitivos, la exploración, la perforación y el transporte de buques cisterna a través de los pasajes del norte. ¿Quién necesita un rompehielos cuando puedes contar con derretir el hielo?22
Un ingeniero de sistemas complejos llamado Brad Werner se dirigió a una sesión en las reuniones de la Unión Geofísica Americana en San Francisco en 2012. Su punto era bastante simple: científicamente hablando, el capitalismo global “ ha hecho que el agotamiento de los recursos sea tan rápido, conveniente y libre de barreras que ‘earth-human systems’ se está volviendo peligrosamente inestable en response.” Por lo tanto, argumentó, ¡lo único científico que hay que hacer es la revuelta! Los movimientos, no solo los individuos, son críticos. Lo que se requiere es acción y pensamiento que no encajan dentro de la cultura capitalista dominante; y, dijo Werner, esto no es una cuestión de opinión, sino de dinámica geofísica. El reportero que cubrió esta sesión resumió la dirección de Wernerers: “Está diciendo que su investigación muestra que todo nuestro paradigma económico es una amenaza para la estabilidad ecológica23Werner no es el primer ni el último investigador y creador de asuntos de interés en argumentar este punto, pero su claridad en una reunión científica se está preparando. ¡Revuelta! Pensemos que debemos; debemos pensar. En realidad piensa, no como Eichmann el Sin Pensamiento. Por supuesto, el diablo está en los detalles — ¿cómo rebelarse? ¿Cómo importar y no solo querer importar?
Capitaloceno
Pero al menos una cosa es clara como el cristal. No importa cuánto pueda quedar atrapado en el universal masculino genérico y cuánto solo mire hacia arriba, el Anthropos no hizo esto del fracking y no debería nombrar esta época de doble muerte. El Anthropos no es Burning Man después de todo. Pero debido a que la palabra ya está bien arraigada y parece menos controvertida para muchos jugadores importantes en comparación con el Capitaloceno, sé que seguiremos necesitando el término “Antropoceno.” Lo usaré también, con moderación; qué y a quién recoge el Antropoceno en su bolsa de red restaurada podría resultar potente para vivir en las ruinas e incluso para una modesta recuperación de terranos.
Aún así, si solo pudiéramos tener una palabra para estos tiempos de SF, seguramente debe ser el Capitaloceno.24
Especies El hombre no dio forma a las condiciones para la Tercera Edad de Carbono o la Era Nuclear. La historia de Species Man como agente del Antropoceno es una repetición casi ridícula de la gran aventura fálica humanizadora y modernizadora, donde el hombre, hecho a imagen de un dios desaparecido, se, asume superpoderes en su ascenso secular sagrado, solo para terminar en trágica detumescencia, una vez más. El hombre autopoiético y autofabricante cayó una vez más, esta vez en una trágica falla del sistema, convirtiendo los ecosistemas biodiversos en desiertos volteados de esteras viscosas y medusas picantes. Tampoco el determinismo tecnológico produjo la Tercera Edad del Carbono. El carbón y la máquina de vapor no determinaron la historia, y además las fechas están todas equivocadas, no porque uno tenga que volver a la última edad de hielo,pero debido a que uno tiene que incluir al menos los grandes remundicios de mercado y mercancías de los largos siglos dieciséis y diecisiete de la era actual, incluso si pensamos (erróneamente) que podemos permanecer centrados en el euro al pensar en “globalizar” transformaciones que dan forma al Capitaloceno.25 Seguramente hay que hablar de las redes de azúcar, metales preciosos, plantaciones, genocidios indígenas y esclavitud, con sus innovaciones laborales y reubicaciones y recomposiciones de criaturas y cosas que arrasan a trabajadores humanos y no humanos de todo tipo. La revolución industrial infecciosa de Inglaterra importó enormemente, pero es solo un jugador en las relaciones mundiales, históricamente situadas, lo suficientemente nuevas y transformadoras del planeta. La reubicación de pueblos, plantas y animales; la nivelación de vastos bosques; y la minería violenta de metales precedió a la máquina de vapor; pero eso no es una garantía para retorcerse las manos sobre la perfidia del Antropos, o del Hombre Especie, o del Hombre el Cazador.
Las historias sistémicas de los metabolismos, articulaciones o coproducciones vinculadas (escoge tu metáfora) de economías y ecologías, de historias y criaturas humanas y no humanas, deben ser implacablemente oportunistas y contingentes. También deben ser implacablemente relacionales, simpoiéticos y consecuentes.26 Son terranos, no cósmicos o bienaventurados o maldecidos en el espacio exterior. El Capitaloceno es terrano; no tiene que ser la última época geológica biodiversa que incluya también a nuestra especie. Hay tantas buenas historias aún por contar, tantas bolsas de red aún por encadenar, y no solo por los seres humanos.
Como provocación, permítanme resumir mis objeciones al Antropoceno como una herramienta, historia o época para pensar:
(1) El sistema de mitos asociado con el Anthropos es una configuración, y las historias terminan mal. Más concretamente, terminan en doble muerte; no se trata de continuidad. Es difícil contar una buena historia con un actor tan malo. Los malos actores necesitan una historia, pero no toda la historia.
(2) Especie El hombre no hace historia.
(3) El hombre más la herramienta no hace historia. Esa es la historia de la historia que cuentan los excepcionalistas humanos.
(4) Que la Historia debe dar paso a las geoestorías, a las historias de Gaia, a las historias sinctónicas; terranos hacen vida y muerte palmeadas, trenzadas y tentáculos en figuras de cuerdas multiespecies simpoiéticas; no hacen Historia.
(5) El aparato social humano del Antropoceno tiende a ser muy pesado y propenso a la burocracia. Revolt necesita otras formas de acción y otras historias para el consuelo, la inspiración y la eficacia.
(6) A pesar de su dependencia del modelado por computadora ágil y las teorías de sistemas autopoiéticos, el Antropoceno se basa demasiado en lo que debería ser una teoría de relaciones “unthinkable”, a saber, el antiguo del individualismo utilitario limitado — unidades preexistentes en las relaciones de competencia que ocupan todo el aire de la atmósfera (excepto, aparentemente, el dióxido de carbono).
(7) Las ciencias del Antropoceno están demasiado contenidas dentro de las teorías de sistemas restrictivos y dentro de las teorías evolutivas llamadas Síntesis Moderna, que a pesar de su extraordinaria importancia han demostrado ser incapaces de pensar bien sobre la simpoiesis, la simbiosis, la simbiogénesis, el desarrollo, las ecologías palmeadas y los microbios. Eso es un montón de problemas para la teoría evolutiva adecuada.
(8) El antropoceno es un término más fácilmente significativo y utilizable por los intelectuales en las clases y regiones ricas; no es un término idiomático para el clima, el clima, la tierra, el cuidado del país, o mucho más en grandes franjas del mundo, especialmente pero no solo entre los pueblos indígenas.
Estoy alineada con la ambientalista feminista Eileen Crist cuando escribe en contra de los compromisos gerenciales, tecnocráticos, de mercado y de lucro acosados, modernizadores y humanos-excepcionalistas de tanto discurso antropocénico. Este discurso no es simplemente erróneo y de mal corazón en sí mismo; también agota nuestra capacidad para imaginar y cuidar otros mundos, tanto los que existen precariamente ahora (incluyendo los llamados desierto, como, por toda la historia contaminada de ese término en el colonialismo de colonos racistas) y aquellos que necesitamos crear en alianza con otras criaturas, para recuperar aún posibles pasados, regalos y futuros. “Scarcitys profundizando la persistencia, y el sufrimiento que está augurando para toda la vida, es un artefacto de excepcionalismo humano en todos los niveles En cambio,una humanidad con más integridad terrenal “invita el prioridad de nuestro retroceso y reducción, de acogedoras limitaciones de nuestro número, economías y hábitats en aras de una libertad y calidad de vida más alta e inclusiva27
Si los Humanos viven en la Historia y la Tierra asume su tarea dentro del Antropoceno, demasiados Póstumanos (y posthumanistas, otra reunión por completo) parecen haber emigrado al Antropoceno para mi gusto. Quizás mi gente humana y no humana son los terribles chthonic que serpentean dentro de los tejidos de Terrapolis.
Tenga en cuenta que en la medida en que el Capitaloceno se cuenta en el lenguaje del marxismo fundamentalista, con todas sus trampas de la Modernidad, el Progreso y la Historia, ese término está sujeto a las mismas o más feroces críticas. Las historias tanto del Antropoceno como del Capitaloceno están constantemente a punto de convertirse en Demasiado Grandes. Marx lo hizo mejor que eso, al igual que Darwin. Podemos heredar su valentía y capacidad para contar historias lo suficientemente grandes sin determinismo, teleología y plan.28
Los mundos relacionales históricamente situados se burlan tanto de la división binaria de la naturaleza y la sociedad como de nuestra esclavitud al Progreso y su gemelo malvado, la Modernización. El Capitaloceno fue hecho relacionalmente, y no por un antropos secular divino, una ley de la historia, la máquina misma o un demonio llamado Modernidad. El Capitaloceno debe estar deshecho relacionalmente para componer en patrones materiales-semióticos de SF e historias algo más habitable, algo Ursula K. Le Guin podría estar orgulloso de. Sorprendido de nuevo por nuestros — miles de millones de habitantes de la Tierra’, incluido tu y mi — continuo asentimiento diario en la práctica a esta cosa llamada capitalismo, Philippe Pignarre e Isabelle Stengers señalan que la denuncia ha sido singularmente ineficaz, o el capitalismo habría desaparecido hace mucho tiempo de la Tierra.Un oscuro compromiso embrujado con el atractivo del Progreso (y su polo opuesto) nos azota a infinitas alternativas infernales, como si no tuviéramos otras formas de re-mundear, reimaginar, revivir, y reconectarse entre sí, en el bienestar multiespecie. Esta explicación no nos excusa de hacer muchas cosas importantes mejor; todo lo contrario. Pignarre y Stengers afirman colectivos sobre el terreno capaces de inventar nuevas prácticas de imaginación, resistencia, revuelta, reparación y duelo, y de vivir y morir bien. Nos recuerdan que el desorden establecido no es necesario; otro mundo no solo se necesita urgentemente, es posible, pero no si estamos ensorcelados en la desesperación, el cinismo o el optimismo, y el discurso de creencia/incredulidad del progreso.revive y reconecta entre sí, en el bienestar multiespecie. Esta explicación no nos excusa de hacer muchas cosas importantes mejor; todo lo contrario. Pignarre y Stengers afirman colectivos sobre el terreno capaces de inventar nuevas prácticas de imaginación, resistencia, revuelta, reparación y duelo, y de vivir y morir bien. Nos recuerdan que el desorden establecido no es necesario; otro mundo no solo se necesita urgentemente, es posible, pero no si estamos ensorcelados en la desesperación, el cinismo o el optimismo, y el discurso de creencia/incredulidad del progreso.revive y reconecta entre sí, en el bienestar multiespecie. Esta explicación no nos excusa de hacer muchas cosas importantes mejor; todo lo contrario. Pignarre y Stengers afirman colectivos sobre el terreno capaces de inventar nuevas prácticas de imaginación, resistencia, revuelta, reparación y duelo, y de vivir y morir bien. Nos recuerdan que el desorden establecido no es necesario; otro mundo no solo se necesita urgentemente, es posible, pero no si estamos ensorcelados en la desesperación, el cinismo o el optimismo, y el discurso de creencia/incredulidad del progreso.revuelta, reparación y duelo, y de vivir y morir bien. Nos recuerdan que el desorden establecido no es necesario; otro mundo no solo se necesita urgentemente, es posible, pero no si estamos ensorcelados en la desesperación, el cinismo o el optimismo, y el discurso de creencia/incredulidad del progreso.revuelta, reparación y duelo, y de vivir y morir bien. Nos recuerdan que el desorden establecido no es necesario; otro mundo no solo se necesita urgentemente, es posible, pero no si estamos ensorcelados en la desesperación, el cinismo o el optimismo, y el discurso de creencia/incredulidad del progreso.29 Muchos teóricos marxistas críticos y culturales, en el mejor de los casos, estarían de acuerdo.30 También lo harían los tentáculos.31
Ctuluceno
Volviendo a los enfoques de sistemas complejos generativos de Lovelock y Margulis, Gaia figura el Antropoceno para muchos pensadores occidentales contemporáneos. Pero un Gaia desplegable está mejor situado en el Chthulucene, una temporalidad continua que resiste la figuración y las citas y exige innumerables nombres. Surgiendo del Caos,32 Gaia fue y es una poderosa fuerza intrusiva, en el bolsillo de nadie, nadie espera la salvación, capaz de provocar el mejor pensamiento de sistemas complejos autopoiéticos de finales del siglo veinte que llevó a reconocer la devastación causada por los procesos antropogénicos de los últimos siglos, un necesario contraataque a las figuras e historias euclidianas del Hombre.33 Los antropólogos y filósofos brasileños Eduardo Viveiros de Castro y Déborah Danowski exorcizan las nociones persistentes de que Gaia se limita a los antiguos griegos y las posteriores Euroculturas en su reactivación de las urgencias de nuestros tiempos en el mundo conferencia post-Eurocéntrica “Los Mil Nombres de Gaia.”34 Nombres, no caras, no morfos de lo mismo, algo más, mil cosas más, todavía contando sobre la mundanalidad y remundición generativa y destructiva en curso vinculada en esta era de la Tierra. Necesitamos otra figura, mil nombres de otra cosa, para salir del Antropoceno en otra historia lo suficientemente grande. Mordido en un bosque de secoyas de California por araña Pimoa chthulhu, quiero proponer a la snaky Medusa y los muchos mundos inacabados de sus antecedentes, afiliados y descendientes. Tal vez Medusa, la única Gorgona mortal, puede llevarnos a los holobiomas de Terrapolis y aumentar nuestras posibilidades de lanzar los barcos de los Héroes del siglo veintiuno en un arrecife de coral vivo en lugar de permitirles chupar el último gota de carne fósil de roca muerta.
La figura de terracota de Potnia Theron, la Amante de los Animales, representa a una diosa alada con una falda dividida y tocando un pájaro con cada mano.35 Ella es un vívido recordatorio de la amplitud, el ancho y el alcance temporal en los pasados y futuros de los poderes ctónicos en los mundos del Mediterráneo y del Cercano Oriente y más allá.36Potnia Theron tiene sus raíces en las culturas Minoica y luego Micénica e infunde historias griegas de las Gorgonas (especialmente la única Gorgona mortal, Medusa) y de Artemisa. Una especie de Ur-Medusa de largo recorrido, la Dama de las Bestias es un potente vínculo entre Creta y la India. La figura alada también se llama Potnia Melissa, Amante de las Abejas, envuelta con todos sus regalos de tono punzante. Tenga en cuenta los sentidos acústicos, táctiles y gustativos provocados por la amante y su carne simpoiética, más que humana. Las serpientes y las abejas se parecen más a los sintientes tentáculos que a los ojos binoculares, aunque estas criaturas también ven, en ópticas de ojos compuestos y con muchos brazos.
En muchas encarnaciones en todo el mundo, las diosas de las abejas aladas son muy antiguas, y ahora son muy necesarias.37 Potnia Theron/Melissaiss snaky locks y Gorgon se enfrentan a enredarla con un parentesco diverso de fuerzas terrenales ctónicas que viajan ricamente en el espacio y el tiempo. La palabra griega Gorgona se traduce como terrible, pero tal vez eso es una audiencia astralizada y patriarcal de historias y representaciones mucho más impresionantes de generación, destrucción y tenaz y continua finitud terrana. Potnia Theron/Melissa/Medusa le dan a la facialidad un cambio de imagen profundo, y eso es un golpe para las figuraciones humanistas modernas (incluido el tecnohumanista) del Anthropos con visión de futuro y observación del cielo. Recordemos que el griego chthoniossignifica “of, in, or under the Earth and the seas” — un rico barro terrano para SF, ciencia de hecho, ciencia ficción, feminismo especulativo y fabulación especulativa. Los ctónicos no son precisamente dioses del cielo, no son una base para la Olimpiada, no son amigos del Antropoceno o el Capitaloceno, y definitivamente no están terminados. El Earthbound puede tomar corazón —, así como la acción.
Las Gorgonas son poderosas entidades ctónicas aladas sin una genealogía adecuada; su alcance es lateral y tentáculo; no tienen un linaje establecido y ningún tipo confiable (género, género), aunque están figurados y representados como mujeres. En versiones antiguas, las Gorgonas se entrelazan con los Erinyes (Furias), poderes del inframundo chthonic que vengan crímenes contra el orden natural. En los dominios alados, las arpías con cuerpo de pájaro llevan a cabo estas funciones vitales.38 Ahora, mira de nuevo a las aves de Potnia Theron y pregunta qué hacen. ¿Son las Arpías sus primos? Alrededor de 700 BCE Hesíodo imaginó a las Gorgonas como demonios del mar y les dio deidades marinas para los padres. Leí Hesiodans Teogoníacomo laborioso para estabilizar una familia queer muy bumptious. Las Gorgonas estallan más que emergen; son intrusivas en un sentido similar a lo que Stengers entiende por Gaia.
Las Gorgonas convirtieron a los hombres que miraban sus rostros vivos, venenosos y incrustados de serpientes en piedra. Me pregunto qué podría haber pasado si esos hombres hubieran sabido saludar cortésmente a los terribles chthonic. Me pregunto si todavía se pueden aprender tales modales, si hay tiempo para aprender ahora, o si la estratigrafía de las rocas solo registrará los extremos y el final de un Anthropos pedregoso.39
Debido a que las deidades de la Olimpiada la identificaron como un enemigo particularmente peligroso para los dioses del cielo’ sucesión y autoridad, mortal Medusa es especialmente interesante por mis esfuerzos para proponer el Chthulucene como una de las historias lo suficientemente grandes en la bolsa de red para permanecer con el problema de nuestra época en curso. Resignifico y torzco las historias, pero no más de lo que los propios griegos hacían constantemente.40 El héroe Perseo fue enviado a matar a Medusa; y con la ayuda de Atenea, hija favorita nacida en la cabeza de Zeus, cortó la cabeza de Gorgona y se la dio a su cómplice, esta diosa virgen de la sabiduría y la guerra. Poniendo a las Medusaa cortadas la cabeza boca arriba sobre su escudo, los Aegis, Athena, como de costumbre, jugó traidor a la Tierra; no esperamos nada mejor de los niños de mente sin madre. Pero gran bien vino de este asesinato a sueldo, porque del cadáver de Medusa, vino el caballo alado Pegaso. Las feministas tienen una amistad especial con los caballos. ¿Quién dice que estas historias aún no nos mueven materialmente?41 Y de la sangre que goteaba de la cabeza cortada de los medusaicos vinieron los corales rocosos de los mares occidentales, recordados hoy en los nombres taxonómicos de los Gorgonios, los abanicos marinos y látigos marinos similares a los corales, compuestos en simbiosis de cnidarios animales tentaculares y seres fotosintéticos similares a algas llamados zooantelas.42
Con los corales, nos alejamos definitivamente de las representaciones faciales embriagadoras, sin importar cuán snaky sea. Incluso Potnia Theron, Potnia Melissa y Medusa no pueden solo escindir las tentacularidades necesarias. En las tareas de pensar, figurar y contar historias, la araña de mis primeras páginas, Pimoa chthulhu, aliados con las criaturas decididamente no vertebradas de los mares. Los corales se alinean con pulpos, calamares y sepias. Los pulpos se llaman arañas de los mares, no solo por su tentacularidad, sino también por sus hábitos depredadores. Los ctónicos tentaculares tienen que comer; están en la mesa, cum panis, especies compañeras de terra. Son buenas figuras para las precaridades atractivas, llamativas, hermosas, finitas y peligrosas del Chthulucene. Este Chthulucene no es sagrado ni secular; esta mundanalidad terrenal es completamente terrana, confusa y mortal — y está en juego ahora.
Depredadores móviles, con muchos brazos, pulsando a través y sobre los arrecifes de coral, los pulpos se llaman arañas del mar. Y así Pimoa chthulhu y Pulpo cyanea reúnase en los cuentos palmeados del Chthulucene.43
Todas estas historias son un atractivo para proponer el Chthulucene como una tercera historia necesaria, una tercera bolsa de red para recoger lo que es crucial para continuar, para quedarse con el problema.44 Los chthonic no se limitan a un pasado desaparecido. Son un enjambre zumbido, punzante, chupador ahora, y los seres humanos no están en una pila de compost separada. Somos humus, no Homo, no antropos; somos compost, no posthumanos. Como sufijo, la palabra kainos, “-cene,” señales nuevas, recientemente hechas, épocas frescas del presente grueso. Renovar los poderes biodiversos de terra es el trabajo simpoiético y el juego del Chthulucene. Específicamente, a diferencia del Antropoceno o del Capitaloceno, el Chthuluceno se compone de historias y prácticas continuas de múltiples especies de convertirse en tiempos que permanecen en juego, en tiempos precarios, en el que el mundo no está terminado y el cielo no ha caído — todavía. Estamos en juego el uno al otro. A diferencia de los dramas dominantes del discurso del Antropoceno y el Capitaloceno, los seres humanos no son los únicos actores importantes en el Chthulucene, con todos los demás seres capaces simplemente de reaccionar. El orden es re-enredado: los seres humanos están con y de la Tierra, y los poderes bióticos y abióticos de esta Tierra son la historia principal.
Sin embargo, las acciones de los seres humanos situados y reales importan. Importa con qué formas de vivir y morir echamos nuestra suerte en lugar de otras. Importa no solo a los seres humanos, sino también a esas muchas criaturas a través de los taxones que y a quienes hemos sometido a exterminios, extinciones, genocidios y perspectivas de futurelessness. Nos guste o no, estamos en el juego de figuras de cuerdas de cuidar y con mundanas precarias hechas terriblemente más precarias por el hombre que quema fósiles haciendo nuevos fósiles lo más rápido posible en orgías del Antropoceno y Capitaloceno. Diversos jugadores humanos y no humanos son necesarios en cada fibra de los tejidos de la historia del Chthulucene que se necesita con urgencia. Los actores principales no se limitan a los jugadores demasiado grandes en las historias demasiado grandes del capitalismo y los Anthropos,ambos invitan a extraños pánicos apocalípticos e incluso denuncias más extrañas y desenganchadas en lugar de prácticas atentas de pensamiento, amor, ira y cuidado.
Tanto el Antropoceno como el Capitaloceno se prestan demasiado fácilmente al cinismo, al derrotismo y a las predicciones seguras de sí mismas y autocumplidas, como el “juego terminado, demasiado tarde” discurso que escucho a mi alrededor en estos días, tanto en discursos expertos como populares, en los que tanto las correcciones de geoingeniería tecnoteocrática como revolcarse en la desesperación parecen coinfectar cualquier posible imaginación común. Encontrando la pura mundanidad no-nosotros, más que-humana de los arrecifes de coral, con sus requisitos para la vida continua y la muerte de sus innumerables criaturas, también es encontrar el conocimiento de que al menos 250 millones de seres humanos hoy en día dependen directamente de la integridad continua de estos holobiomas para su propia vida en curso y morir bien. Diversos corales y diversas personas y pueblos están en juego entre sí.El florecimiento se cultivará como una capacidad de respuesta multiespecie sin la arrogancia de los dioses del cielo y sus secuaces, o de lo contrario la tierra biodiversa se convertirá en algo muy viscoso, como cualquier sistema adaptativo complejo sobrecargado al final de sus habilidades para absorber insulto tras insulto.
Los corales ayudaron a llevar a la Tierra a la conciencia del Antropoceno en primer lugar. Desde el principio, usos del término Antropocenohizo hincapié en el calentamiento inducido por el hombre y la acidificación de los océanos a partir de las emisiones de CO2 generadas por combustibles fósiles. El calentamiento y la acidificación son factores estresantes conocidos que enferman y blanquean los arrecifes de coral, matar a las zooantelas fotosintetizadoras y, en última instancia, a sus simbiontes cnidarios y a todas las otras criaturas pertenecientes a una miríada de taxones cuya mundanidad depende de sistemas de arrecifes intactos. Los corales de los mares y líquenes de la tierra también nos llevan a la conciencia del Capitaloceno, en el que la minería de aguas profundas y la perforación en los océanos y el fracking y la construcción de tuberías a través de delicados paisajes del norte cubiertos de líquenes son fundamentales para acelerar la globalización nacionalista, transnacionalista y corporativa.
Pero los simbiontes de coral y liquen también nos llevan ricamente a los tejidos históricos del Chthulucene, donde sigue siendo posible — apenas — jugar un juego de SF mucho mejor, en colaboración no arrogante con todos los que están en el barro. Todos somos líquenes; así que podemos ser arrancados de las rocas por las Furias, que todavía estallan para vengar crímenes contra la Tierra. Alternativamente, podemos unirnos a las transformaciones metabólicas entre y entre rocas y criaturas para vivir y morir bien. “ ‘¿Te das cuenta,’ el fitolingüista le dirá al crítico estético, ‘que [una vez] ni siquiera podían leer Berenjena?’ Y sonreirán ante nuestra ignorancia, mientras recogen sus mochilas y caminan para leer las letras recién descifradas del liquen en la cara norte de Pikeikes Peak.’ ”45Asistir a estos asuntos en curso me devuelve a la pregunta que comenzó este texto. ¿Qué sucede cuando el excepcionalismo humano y el individualismo utilitario de la economía política clásica se vuelven impensables en las mejores ciencias en todas las disciplinas e interdisciplinas? Seriamente impensable: no disponible para pensar con. Por qué es que el nombre de época del Anthropos se impuso en el momento en que los entendimientos y las prácticas de conocimiento sobre y dentro de la simbiogénesis y la simpoiética están disponibles de manera salvaje y maravillosa y son generativos en ¿todas las humusidades, incluidas las artes no colonizadoras, las ciencias y la política? ¿Qué pasa si las doleful doings del Antropoceno y los no mundanos del Capitaloceno son los últimos jadeos de los dioses del cielo, no garantes del futuro terminado, juego terminado? Importa qué pensamientos piensan pensamientos.
¡Debemos pensar!
El Chthulucene inacabado debe recoger la basura del Antropoceno, el exterminio del Capitaloceno, y astillando y triturando y estratificando como un jardinero loco, haga una pila de compost mucho más caliente para los pasados, regalos y futuros aún posibles.
Scott Gilbert, “We Are All Lichens Now” →. Ver también Gilbert, Jan Sapp y Alfred I. Tauber, “A Symbiotic View of Life: We Have Never Been Individuals,” Revisión Trimestral de Biología, vol. 87, no. 4 (Diciembre 2012): 325–41. Gilbert ha borrado el “now” de su grito de guerra; siempre hemos sido simbiontes—genética, evolutiva, anatómica, fisiológica, neurológica y ecológicamente.
Estas oraciones están en la cubierta trasera de Isabelle Stengers y Vincinae Despret, Mujeres Que Hacen un Fuss:Las Hijas infieles de Virginia Woolf, trans. Abril Knutson (Minneapolis: Univocal, 2014). De Virginia Woolfffs Tres Guineas, “think we must” es la urgencia transmitida al pensamiento colectivo feminista Mujeres Que Hacen un Fuss por María Puig de la Bellacasa, Penser nous devons: Políticas féministas y construcción de salvadores (París: Harmattan, 2013).
Gustavo Hormiga, “A Revision and Cladistic Analysis of the Spider Family Pimoidae (Aranae: Araneae),” Smithsonian Contribuciones a la Zoología 549 (1994): 1–104. Ver “Pimoa cthulhu,” Wikipedia; “Hormiga Laboratory” →.
La marca de filosofía ecológica holista que enfatiza que ‘todo está conectado a todo,’ no nos ayudará aquí. Más bien, todo está conectado a algo, que está conectado a otra cosa. Si bien es posible que todos estemos conectados entre sí, la especificidad y la proximidad de las conexiones son importantes, con quién estamos vinculados y de qué manera. La vida y la muerte ocurren dentro de estas relaciones. Y así, necesitamos entender cómo las comunidades humanas particulares, así como las de otros seres vivos, están enredadas, y cómo estos enredos están implicados en la producción de ambas extinciones y sus patrones acompañantes de muerte amplificada.” Thom Van Dooren, Formas de Vuelo: La vida al borde de la extinción (Nueva York: Columbia University Press, 2014), 60.
Dos libros indispensables de mi colega hermano de más de treinta años en el Departamento de Historia de la Conciencia de la Universidad de California, Santa Cruz, guían mi escritura: James Clifford, Rutas: Viajes y Traducción a finales del Siglo Veinte (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1997); y Clifford, Retornos: Convertirse en Indígena en el Siglo Veintiuno (Cambridge, MA: Harvard University Press, 2013).
Chthonic” deriva del griego antiguo khthonios, “de la tierra,” y desde khth ANO, “earth.” La mitología griega representa a los chthonic como el inframundo, debajo de la Tierra; pero los chthonic son mucho más viejos (y más jóvenes) que aquellos griegos. Sumeria es una escena civilizacional ribereña de aparición de grandes cuentos ctónicos, incluyendo posiblemente la gran serpiente circular comiendo su propia cola, el polisémico Ouroboros (figura de la continuidad de la vida, una cifra egipcia tan pronto como 1600 BCE; SF sumerio worlding fechas a 3500 BCE o antes). El chthonic acumulará muchas resonancias a lo largo de mi texto. Ver Thorkild Jacobsen, Los Tesoros de la Oscuridad: Una Historia de la Religión Mesopotámica (New Haven, CT: Yale University Press, 1976). En conferencias, conversaciones y correos electrónicos, el erudito de los antiguos mundos del Medio Oriente en la UC Santa Cruz, Gildas Hamel, me dio “las fuerzas abisales y elementales antes de que fueran astralizadas por los dioses principales y sus comités domesticados” (comunicación personal, 12 de junio de 2014). Cthulu (ortografía de notas), deleitándose en la ciencia ficción de H. P. Lovecraft, no juega ningún papel para mí, aunque él/él hizo un papel para Gustavo Hormiga, el científico que llamó a mi demonio araña familiar. Para el monstruoso dios anciano masculino (Cthulu), ver Lovecraft, La llamada de Cthulu.
Eva Hayward propone el término “tentacularity”; su pensamiento trans y su actuación en mundos de araña y coralinos se entrelazan con mi escritura en patrones de SF. Ver Hayward, “FingeryEyes: Impressions of Cup Corals,” Antropología Cultural, 24, vol. no. 4 (2010): 577–99; Hayward, “SpiderCitySex,” Mujeres y Performance: Un Diario de Teoría Feminista, vol. 20, no. 3 (2010): 225–51; y Hayward, “Jellyfish Sensacional: Aquarium Affects and the Matter of Immersion,” diferencias: Un Diario de Estudios Culturales Feministas, 23, vol. 1 (2012): 161–96. Ver Eleanor Morgan, “Sticky Tales: Spiders, Silk, and Human Attachments,” Diente de León, 2, vol., no. 2 (2011) →. El artista experimental del Reino Unido Eleanor Morganas arte de la seda de araña gira muchos hilos resonando con este capítulo, sintonizado a las interacciones de los animales (especialmente arácnidos y esponjas) y los seres humanos. Ver sitio web de Morgana →.
Tim Ingold, Lines, una Breve Historia (Nueva York: Routledge, 2007), 116–19.
La pila se hizo irresistible por María Puig de la Bellacasa, “Encontrando Bioinfraestructura: Movimientos Ecológicos y las Ciencias del Suelo,” Epistemología Social vol. 28, no. 1 (2014): 26–40.
Isabelle Stengers, Au temps des catastrophes: Résister à la barbarie qui vient (París: Découverte), 2009. Gaia se entromete en este texto desde la p. 48 en adelante. Stengers discute la “intrusión de Gaia” en numerosas entrevistas, ensayos y conferencias. La incomodidad con la etiqueta cada vez más ineludible del Antropoceno, dentro y fuera de las ciencias, la política y la cultura, impregna el pensamiento de los Stengers, así como el de muchos otros escritores comprometidos, incluido Latour, incluso mientras luchamos por otra palabra. Ver Stengers en conversación con Heather Davis y Etienne Turpin, “Matters of Cosmopolitics: On the Provocations of Gaia,” en Arquitectura en el Antropoceno: Encuentros entre Diseño, Tiempo Profundo, Ciencia y Filosofía, ed. Etienne Turpin (Londres: Open Humanities, 2013), 171–82.
Los científicos estiman que esta extinción “event,” la primera en ocurrir durante el tiempo de nuestra especie, podría, como lo han hecho los grandes eventos de extinción anteriores, pero mucho más rápidamente, eliminar del 50 al 95 por ciento de la biodiversidad existente. Las estimaciones de Sober anticipan que la mitad de las especies de aves existentes podrían desaparecer para el año 2100. En cualquier medida, eso es mucha muerte doble. Para una exposición popular, vea Voces para la Biodiversidad, “La Sexta Gran Extinción” →. Para un informe de una galardonada escritora científica, véase Elizabeth Kolbert, La Sexta Extinción: Una Historia Antinatural (Nueva York: Henry Holt, 2014). Los informes del Convenio sobre la Diversidad Biológica son más cautelosos sobre las predicciones y discuten las dificultades prácticas y teóricas de obtener conocimientos confiables, pero no son menos aleccionadores. Para un informe inquietante del verano de 2015, véase Geraldo Ceballos, Paul Ehrlich, Anthony Barnosky, Andrés García, Robert Pringle y Todd Palmer, “Accelerated Modern Human-Induced Species Losses: Entrando en la Sexta Extinción Masiva,” Avances Científicos vol. 1, no. 5 (Junio 19, 2015).
Lovelock, “Gaia como Visto a través de la Atmósfera,” Ambiente Atmosférico, 6, vol. no. 8 (1967): 579–80; Lovelock and Margulis, “Atmospheric Homeostasis by and for the Biosphere: The Gaia Hypothesis,” Tellus, Serie A (Estocolmo: Instituto Meteorológico Internacional) vol. 26, nos. 1–2 (February 1, 1974): 2–10 →. Para un video de una conferencia a los empleados de la Agencia Nacional Aeronáutica y Espacial en 1984, vaya a →. La autopoiesis fue crucial para la teoría transformadora de la simbiogénesis de Margulisis, pero creo que si estuviera viva para abordar la cuestión, Margulis a menudo preferiría la terminología y los poderes figurativos-conceptuales de la simpoiesis. Sugiero que Gaia es un sistema confundido con autopoietic que es realmente simpoietic. La historia de Gaiaia necesita un cambio de imagen intrusivo para anudar con una serie de otros tentáculos simpoiéticos prometedores para hacer un rico compost, para continuar. Gaia o Ge es mucho más viejo y más salvaje que Hesíodo (Poeta griego alrededor de la época de Homero, alrededor de 750 a 650 AEC), pero Hesíodo limpió su/que en el Teogonía a su manera de establecer historias: después del Caos, “ Gaia (Tierra) se levantó para ser el asiento eterno de los inmortales que poseen el Olimpo de arriba (Teogonía, 116–18, trans. W Glenn. La mayoría, Biblioteca Clásica de Loeb), y las profundidades del Tártaro abajo (Teogonía, 119). ¡Los chthonic responden, Tonterías! Gaia es una de las suyas, una amenaza tentacular en curso para los astralizados de la Olimpiada, no su terreno y fundamento, con sus generaciones posteriores de dioses todos dispuestos en genealogías adecuadas. Hesiodarios es el viejo cuento, ya estableciendo cánones en el octavo siglo BCE.
¡Aunque no puedo evitar pensar que políticas ambientales y sociales más racionales de todo tipo ayudarían!
Isabelle Stengers, de compilación en inglés en Gaia enviado por correo electrónico Enero 14, 2014.
Utilizo “thing” en dos sentidos que se frotan entre sí: (1) la colección de entidades reunidas en el Parlamento de las cosas a las que Bruno Latour llamó nuestra atención, dijo, y (2) algo difícil de clasificar, insortable, y probablemente con mal olor. Latour, Nunca Hemos Sido Modernos (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1993).
Paul Crutzen y Eugene Stoermer, “El ‘Antropoceno,’” Boletín de Cambio Global, Boletín Internacional del Programa Geosfera-Biosfera, no. 41 (Mayo 2000): 17–18 →; Crutzen, “Geología de la Humanidad,” Naturaleza 415 (2002): 23; Jan Zalasiewicz et al., “¿Estamos Viviendo Ahora en el Antropoceno?” GSA (Sociedad Geofísica de América) Hoy vol. 18, no. 2 (2008): 4–8. A veces se proponen fechas mucho más tempranas para la aparición del Antropoceno, pero la mayoría de los científicos y ambientalistas tienden a enfatizar los efectos antropogénicos globales a partir de finales del siglo dieciocho. Un excepcionalismo humano más profundo (la división más profunda de la naturaleza y la cultura) acompaña propuestas de las primeras fechas, coextensivas con Homo sapiens en el planeta cazando grandes presas ahora extintas y luego inventando la agricultura y la domesticación de animales. Un caso convincente para fechar el Antropoceno de las múltiples “grandes aceleraciones,” en los indicadores del sistema de la Tierra y en los indicadores de cambio social, desde aproximadamente 1950 en adelante, marcados por primera vez por explosiones de bombas nucleares atmosféricas, está hecho por Will Steffen, Wendy Broadgate, Lisa Deutsch, Owen Gaffney y Cornelia Ludwig, “La Trayectoria del Antropoceno: La Gran Aceleración,” La Revisión del Antropoceno, 16 De enero de 2015. Zalasiewicz et al. argumentan que la adopción del término “Anthropocene” como una época geológica por parte de los organismos científicos nacionales e internacionales relevantes activará las firmas estratigráficas. Tal vez, pero las resonancias del Antropoceno están mucho más diseminadas que eso. Una de mis investigaciones artísticas favoritas de los estigmas del Antropoceno es Ryan Deweyyss “Virtual Places: Core Logging the Anthropocene in Real-Time,” en la que compone “core samples del ad hoc geología de estantes minoristas.”
Para un poderoso encuentro etnográfico en la década de 1990 con el modelado del cambio climático, vea Anna Lowenhaupt Tsing, “Natural Universals and the Global Scale,” ch. 3 en Fricción: Una Etnografía de la Conexión Global(Princeton, NJ: Princeton University Press, 2005), 88–112, especialmente “Global Climate as a Model,” 101–6. Tsing pregunta, “¿Qué hace posible el conocimiento global?” Ella responde, “Erasing collaborations.” Pero Tsing no se detiene con esta crítica históricamente situada. En cambio, ella, como Latour y Stengers, nos lleva a la pregunta realmente importante: “¿Podría ser posible atender los orígenes colaborativos de los naturales sin perder las ventajas de su alcance global?” (95). “¿Cómo podrían los estudiosos asumir el desafío de liberar la imaginación crítica del espectro de la conquista neoliberal—singular, universal, global? La atención a las fricciones de la articulación contingente puede ayudarnos a describir la efectividad y la fragilidad de la<ETIQUETA1> capitalista emergente y las formas globalistas. En esta heterogeneidad cambiante hay nuevas fuentes de esperanza y, por supuesto,nuevas pesadillas” (77). En su primera conferencia de modelado climático en 1995, Tsing tuvo una epifanía: “La escala global tiene prioridad—porque es la escala del modelo” (103, cursiva en original). Pero esta y otras propiedades relacionadas tienen un efecto particular: llevan a los negociadores a una mesa internacional y heterogénea, tal vez no lo suficientemente heterogénea, pero lejos de estar llena de unidades y jugadores idénticos. “La incorporación de escalas más pequeñas en el mundo; la ampliación de los modelos para incluir todo; la construcción de los modelos impulsada por las políticas: Juntas, estas características hacen posible que los modelos traigan diplomáticos a la mesa de negociaciones” (105). Eso no debe ser despreciado.
El Grupo de Trabajo Antropoceno, que se estableció en 2008 para informar a la Unión Internacional de Ciencias Geológicas y la Comisión Internacional de Estratigrafía sobre si nombrar una nueva época en la línea de tiempo geológica, tenía como objetivo emitir su informe final en 2016. Ver Boletín del Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno, volumen 4 (Junio 2013): 1–17 →; y volumen 5 (Septiembre 2014): 1–19 →.
Para una galería fotográfica de imágenes ardientes del Hombre ardiendo al final del festival, vea “Burning Man Festival 2012: A Celebration of Art, Music, and Fire,” New York Daily News, 3 De septiembre de 2012 →. Atendido por decenas de miles de personas humanas (y un número desconocido de perros), Burning Man es un festival anual de arte y anarquismo (comercial) de una semana de duración que se celebra en el Black Rock Desert de Nevada desde 1990 y en la playa Baker de San Francisco entre 1986 y 1990. Los orígenes de los eventos se relacionan con los artistas de San Francisco’ celebraciones del solsticio de verano. “El evento se describe como un experimento en comunidad, arte, autoexpresión radical y autosuficiencia radical” (“Burning Man,” Wikipedia). Las extravagancias globalizadoras del Antropoceno no son la droga y el arte de Burning Man, pero la iconografía de la inmensa “Man” ardiente encendida durante el festival es irresistible. Las primeras efigies ardientes en la playa de San Francisco fueron de un hombre de madera de nueve pies de altura y un perro de madera más pequeño. Para 1988, el hombre tenía cuarenta pies de altura y no tenía perros. Reubicado a un lecho seco del lago en Nevada, el hombre superó en 2011 a 104 pies. Esto es América; supersized es el nombre del juego, un hábitat apropiado para el Anthropos.
Ver Klare, “La Tercera Edad del Carbono,” Post Huffington, 8 De agosto de 2013 →, en la que escribe, “Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), una organización de investigación intergubernamental con sede en París, en, la inversión mundial acumulada en la extracción y el procesamiento de nuevos combustibles fósiles totalizará un estimado de $22.87 billones entre 2012 y 2035, mientras que la inversión en energías renovables, energía hidroeléctrica, y la energía nuclear ascenderá a solo $7.32 billones.” ¡Nuclear, después de Fukushima! Sin mencionar que ninguno de estos cálculos prioriza una presencia humana mucho más ligera, más pequeña y más modesta en la Tierra, con todas sus criaturas. Incluso en sus discursos “sustainability”, el Capitaloceno no puede tolerar un mundo multiespecie de Earthbound. Para el cambio en las estrategias de crecimiento de Big Energya a las naciones con los controles ambientales más débiles, vea Klare, “¿Qué es Big Energy Smoking?” Sueños Comunes, 27 De mayo de 2014 →. Ver también Klare, La Carrera por Lo Que Queda: La Lucha Global por los Últimos Recursos de las Mundiales (Nueva York: Picador, 2012).
La fuerte contaminación de la arena de alquitrán debe romper los corazones y romper las branquias de cada criatura Terran, Gaian y Earthbound. Los lagos tóxicos de las aguas residuales de la extracción de aceite de arena de alquitrán en el norte de Alberta, Canadá, dan forma a una especie de nueva región de los Grandes Lagos, con más “ponds” gigantes agregados diariamente. El área actual cubierta por estos lagos es aproximadamente un 50 por ciento mayor que el área cubierta por la ciudad mundial de Vancouver. Las operaciones de arenas bituminosas no devuelven casi ninguna de las grandes cantidades de agua que utilizan a los ciclos naturales. Los pueblos terrestres que intentan establecer cosas en crecimiento en los bordes de estas aguas de colores alarmantes llenas de relaves de extracción dicen que los procesos sucesionales para restablecer los ecosistemas de biodiversidad simpoiética, si es que son posibles, será un asunto de décadas y siglos. Ver Instituto Pembina, “Albertatass Oil Sands” →; y Bob Weber, “Reconstruyendo Tierra Destruida por Arenas Petroleras Puede No Restaurarla,” Globo y Correo, 11 De marzo de 2012 →. Solo Venezuela y Arabia Saudita tienen más reservas de petróleo que Alberta. Dicho todo esto, los Terranos, no ceden ni el presente ni el futuro; el cielo está bajando, pero aún no ha caído. Instituto Pembina, “Oil Sands Solutions” →. La Primera Nación, los Métis y los pueblos aborígenes son actores cruciales en todos los aspectos de esta historia inacabada.
Fotografía del Observatorio de la Tierra de la NASA, 2015 (dominio público). Si la llama es el icono del Antropoceno, uso el hielo perdido y el Paso del Noroeste desbloqueado para calcular el Capitaloceno. El Grupo Soufan proporciona servicios estratégicos de inteligencia de seguridad a gobiernos y organizaciones multinacionales. Su informe “TSG IntelBrief: Geostrategic Competition in the Arctic” incluye las siguientes citas: “The Guardiánestima que el Ártico contiene el 30 por ciento del gas natural no descubierto de la comunidad mundial y el 15 por ciento de su petróleo “A finales de febrero, Rusia anunció que formaría un comando militar estratégico para proteger sus intereses árticos.” “Rusia, Canadá, Noruega, Dinamarca y los Estados Unidos reclaman las aguas internacionales y la plataforma continental en el Océano Ártico.” “(A Northwest Passage) ruta podría proporcionar a los rusos una gran influencia en el escenario internacional sobre China o cualquier otra nación dependiente del comercio marítimo entre Asia y Europa.”
Naomi Klein, “How Science Is Telling Us All to Revolt,” Nuevo Estadista, 29 De octubre de 2013 →; Klein, La Doctrina del Shock: El Ascenso del Capitalismo de Desastres (Nueva York: Macmillan/Picador, 2008).
“Capitalocene” es una de esas palabras como“sympoiesis”; si crees que lo inventaste, solo mira a tu alrededor y observa cuántas otras personas están inventando el término al mismo tiempo. ¿Eso ciertamente me pasó, y después de superar un pequeño ataque de piqué individualista al preguntarme a quién obtuve el término “Capitalocene” de—hadnnatt acuñé la palabra? (“Coin”!) Y por qué otros eruditos casi siempre preguntan a las mujeres a qué escritores masculinos están en deuda sus ideas?—Reconocí que no solo era parte de un juego de invención de cuna de gatos, como siempre, pero que Jason Moore ya había escrito argumentos convincentes para pensar, y mi interlocutor conocía el trabajo de Moorea y me lo estaba transmitiendo. El propio Moore escuchó por primera vez el término “Capitalocene” en 2009 en un seminario en Lund, Suecia, cuando el entonces estudiante graduado Andreas Malm lo propuso. En una coyuntura histórica urgente,palabras para pensar: salga de muchos calderos burbujeantes a la vez porque todos sentimos la necesidad de mejores bolsas de red para recoger las cosas pidiendo atención. A pesar de sus problemas, el término “Anthropocene” fue y es aceptado porque recoge muchos asuntos de hecho, preocupación y cuidado; y espero que “Capitalocene” se salga de innumerables lenguas pronto.
Para superar el eurocentrismo mientras se piensa en la historia de los caminos y centros de la globalización en los últimos siglos, ver Dennis O. Flynn y Arturo Giralldez, China y el Nacimiento de la Globalización en el siglo 16 (Farnum, Reino Unido: Ashgate Variorium, 2012). Para un análisis atento a las diferencias y fricciones entre colonialismos, imperialismos, formaciones comerciales globalizadoras y capitalismo, vea Engseng Ho, “Empire through Diasporic Eyes: A View from the Other Boat,” Sociedad para el Estudio Comparativo de la Sociedad y la Historia (Abril de 2004): 210–46; y Ho, Las tumbas de Tarem: Genealogía y Movilidad a través del Océano Índico (Berkeley: University of California Press, 2006).
En “Antropoceno o Capitaloceno, Parte III,” mayo 19, 2013 →, Jason Moore lo expresa de esta manera: “Esto significa que capital y poder—y muchas otras relaciones estratégicas—no actúan sobre la naturaleza sino que se desarrollan a través de la red de la vida. ‘Nature’ se ofrece aquí como la relación del todo. Los seres humanos viven como una especie específicamente dotada (pero no especial) de creación de medio ambiente dentro de la Naturaleza. En segundo lugar, el capitalismo en 1800 no era Atenea, estallando, completamente crecido y armado, de la cabeza de un Zeus carbonífero. Las civilizaciones no se forman a través de los eventos del Big Bang. Surgen a través de transformaciones en cascada y bifurcaciones de la actividad humana en la red de la vida ... Las largas autorizaciones forestales del siglo diecisiete de la Cuenca de Vístula y la Selva Atlántica de Brasil ocurrieron en una escala, y a una velocidad, entre cinco y diez veces mayor que cualquier cosa vista en la Europa medieval.”
Crist, “Sobre la Pobreza de Nuestra Nomenclatura,” Humanidades Ambientales 3 (2013): 129–47; 144. Crist hace una excelente crítica de las trampas del discurso del Antropoceno, así como nos da proposiciones para una mundanalidad más imaginativa y formas de mantenernos con el problema. Para documentos enredados y disidentes que se niegan y toman el nombre de Antropoceno, vea videos de la conferencia “Antropoceno Feminismo,” Universidad de Wisconsin–Milwaukee, 10–12 de abril de 2014 →. Para una rica investigación interdisciplinaria, organizada por Anna Tsing y Nils Ole Bubandt, que reúne a antropólogos, biólogos y artistas bajo el signo del Antropoceno, ver AURA: Investigación de la Universidad de Aarhus sobre el Antropoceno →.
Le debo la insistencia en “big-enough stories” a Clifford, Devoluciones: “Pienso en estos como ‘historias suficientemente grandes, capaces de dar cuenta de mucho, pero no de todo’y sin garantías de virtud política— (201). Rechazando una gran explicación o teoría sintética, Clifford trabaja para crear un realismo que “ trabaja con un final abierto (porque su tiempo histórico lineal está ontológicamente inacabado) ‘ historias lo suficientemente grandes,’ sitios de contacto, lucha y diálogo” (85–86).
Philippe Pignarre e Isabelle Stengers, La hechicería capitalista: Pratiques de désenvoavement (París: Découverte, 2005). Latour y Stengers están profundamente aliados en su feroz rechazo de los discursos de denuncia. Ambos me han enseñado pacientemente a entender y volver a aprender en este asunto. ¡Me encanta una buena denuncia! Es un hábito difícil de desaprender.
Es posible leer Max Horkheimer y Theodor Adornooys Dialéctica de la Ilustración como una crítica aliada del Progreso y la Modernización, a pesar de que su secularismo absoluto se interpone a su manera. Es muy difícil para un secularista escuchar realmente a los calamares, las bacterias y las ancianas enojadas de Terra/Gaia. Los aliados Marxistas Occidentales más probables, además de Marx, para nutrir Chthulucene en el vientre del Capitalocene son Antonio Gramsci, Selecciones de los Cuadernos de la Prisión, y Stuart Hall. Los pasillos de ensayos inmensamente generativos se extienden desde la década de 1960 hasta la década de 1990. Véase, por ejemplo, Stuart Hall: Diálogos Críticos en Estudios Culturales, eds. David Morley y Kuan-Hsing Chen (Londres: Routledge, 1996).
Ver Dave Gilson, “Octopi Wall Street!” Madre Jones, 6 De octubre de 2011 →, por la fascinante historia de los cefalópodos que calculan las depredaciones de Big Capital en los Estados Unidos (por ejemplo, el John D de principios del siglo veinte. Rockefeller/Standard Oil pulpo estrangulando a los trabajadores, agricultores y ciudadanos en general con sus muchos tentáculos enormes). La renuncia de los pulpos y calamares como aliados ctónicos es una excelente noticia. Que chorreen noche de tinta en los aparatos de visualización de los dioses tecnoides del cielo.
Hesiodos Teogonía en un lenguaje dolorosamente hermoso, habla de Gaia/Tierra que surge del Caos para ser la sede de los inmortales olímpicos de arriba y del Tártaro en las profundidades de abajo. Ella/es muy antigua y polimórfica y excede los relatos griegos, pero cómo sigue siendo controvertida y especulativa. ¡Por lo menos, Gaia no se limita al trabajo de sostener a los olímpicos! La importante y poco ortodoxa erudita-arqueóloga Marija Gimbutis afirma que Gaia como Madre Tierra es una forma posterior de una pre–Indo-Europea, Gran Madre Neolítica. En 2004, la cineasta Donna Reed y la autora y activista neopagana Starhawk lanzaron una película documental colaborativa sobre la vida y obra de Gimbutas, Señales fuera del tiempo. Ver Belili Productions, “Sobre Señales fuera de Time” →; Gimbutas, Las Diosas Vivientes,ed. Miriam Robbins Dexter (Berkeley: University of California Press, 1999).
Para entender lo que está en juego en la narración de historias “non-Euclidean”, vaya a Le Guin, Siempre Viniendo a Casa (Berkeley: University of California Press, 1985); y Le Guin, “A Non-Euclidean View of California as a Cold Placeto Be,” in Bailando al Borde del Mundo: Pensamientos en Palabras, Mujeres, Lugares (Nueva York: Grove, 1989), 80–100.
“Los Mil Nombres de Gaia: Del Antropoceno a la Era de la Tierra,” Coloquio Internacional, Río de Janeiro, 15–19 de septiembre de 2014.
La abeja era uno de los emblemas de Potnia Theronica, y también se la llama Potnia Melissa, Amante de las Abejas. Los wiccanos modernos recuerdan a estos seres chthonic en ritual y poesía. Si el fuego calculó el Antropoceno, y el hielo marcó el Capitaloceno, me agrada usar cerámica de arcilla roja para el Chthulucene, un tiempo de fuego, agua y Tierra, sintonizado con el toque de sus criaturas, incluida su gente. Con su PhD escribiendo sobre la diosa ribereña Ratu Kidul y sus bailes ahora realizados en Bali, Raissa DeSmet (Trumbull) me presentó la red de tentáculos ctónicos de viajes lejanos que emergen de la serpentina hindú Nagas y se mueven a través de las aguas del Sudeste Asiático. DeSmet, “A Liquid World: Figuring Coloniality in the Indies,” PhD diss., Departamento de Historia de la Conciencia, Universidad de California en Santa Cruz, 2013.
Los vínculos entre Potnia Theron y la Gorgona/Medusa continuaron en la arquitectura del templo y el adorno de la construcción mucho después del 600 aC, dando evidencia de la tenaz posesión de los poderes ctónicos en la práctica, la imaginación, y ritual, por ejemplo, desde el quinto hasta el tercer siglo BCE en la península italiana. La temible figura de Gorgona se enfrenta hacia afuera, defendiéndose de los peligros exteriores, y la no menos imponente Potnia Theron se enfrenta hacia adentro, nutriendo las redes de la vida. Ver Kimberly Sue Busby, “The Temple Terracottas of Etruscan Orvieto: A Vision of the Underworld in the Art and Cult of Ancient Volsinii,” PhD diss., Universidad de Illinois, 2007. La María Cristiana, Virgen Madre de Dios, que estalló en los mundos del Cercano Oriente y el Mediterráneo, adquirió atributos de estos y otros poderes ctónicos en sus viajes por el mundo. Desafortunadamente,La iconografía de María la muestra rodeada de estrellas y aplastando la cabeza de la serpiente (por ejemplo, en la Medalla Milagrosa que data de una aparición de la Virgen a principios del siglo diecinueve), más que aliarse con los poderes de la Tierra. La “lady rodeada de estrellas” es una figura apocalíptica bíblica cristiana para el final de los tiempos. Esa es una mala idea. A lo largo de mi infancia, usé una cadena de oro con la Medalla Milagrosa. Finalmente y afortunadamente, fueron sus infecciones ctónicas residuales las que se apoderaron de mí, convirtiéndome tanto de lo secular como de lo sagrado, y hacia el humus y el compost.La “lady rodeada de estrellas” es una figura apocalíptica bíblica cristiana para el final de los tiempos. Esa es una mala idea. A lo largo de mi infancia, usé una cadena de oro con la Medalla Milagrosa. Finalmente y afortunadamente, fueron sus infecciones ctónicas residuales las que se apoderaron de mí, convirtiéndome tanto de lo secular como de lo sagrado, y hacia el humus y el compost.La “lady rodeada de estrellas” es una figura apocalíptica bíblica cristiana para el final de los tiempos. Esa es una mala idea. A lo largo de mi infancia, usé una cadena de oro con la Medalla Milagrosa. Finalmente y afortunadamente, fueron sus infecciones ctónicas residuales las que se apoderaron de mí, convirtiéndome tanto de lo secular como de lo sagrado, y hacia el humus y el compost.
La palabra hebrea Debora significa “bee,” y ella era la única jueza mencionada en la Biblia. Ella era una guerrera y consejera en el Israel premonárquico. El Canción de Deborah mayo data del duodécimo siglo BCE. Deborah era una heroína militar y aliada de Jael, uno de los 4J en la novela de ciencia ficción feminista formativa de Joanna Russia El Hombre Femenino.
“Erinyes 1,” Theoi Mitología Griega →
Martha Kenney me señaló que la historia de los Ood, en la larga serie de televisión británica de ciencia ficción Doctor Who, muestra cómo los de cara de calamar se volvieron mortales para la humanidad solo después de ser mutilados, aislados de su mente de colmena sinctónica y esclavizados. Los Ood empáticos humanoides tienen tentáculos sinuosos sobre la parte inferior de sus caras alienígenas multifoldadas; y en sus cuerpos apropiados llevan sus cerebros traseros en sus manos, comunicarse telepáticamente entre sí a través de estos órganos exteriores (organones) vulnerables y vivos. Los humanos (definitivamente no los terrestres) cortaron los cerebros traseros y los reemplazaron con una esfera de comunicación-traductor tecnológico, de modo que el Ood aislado solo podía comunicarse a través de sus esclavizadores, quién los obligó a las hostilidades. Me resisto a pensar que los tecno-comunicadores de Ood son un lanzamiento futuro del iPhone, pero es tentador cuando veo las caras de los humanos del siglo veintiuno en las calles,o incluso en la mesa, aparentemente conectado solo a sus dispositivos. Estoy salvado de esta fantasía poco generosa por el hecho de SF que en el episodio “Planet of the Ood,” los tentaculares fueron liberados por las acciones de Ood Sigma y restaurados a sus seres no singulares. Doctor Who es un ciclo de historia mucho mejor para ir-on-wit que Star Trek.
“Medousa y Gorgonas,” Theoi Mitología Griega →
Suzy McKee Charnasnas Holdfast Chronicles, a partir de 1974 con Camina hasta el final del Mundo, es genial SF para pensar en las feministas y sus caballos. El sexo es excitante si es muy incorrecto, y la política se está preparando.
Eva Hayward llamó mi atención por primera vez sobre la aparición de Pegaso del cuerpo de Medusa y de coral a partir de gotas de su sangre. En su “The Crochet Coral Reef Project Altura Nuestro Sentido de Responsabilidad con los Océanos,” Semanal Independiente, 1 De agosto de 2012,” ella escribe: “Si el coral nos enseña sobre la naturaleza recíproca de la vida, entonces, ¿cómo nos mantenemos obligados a entornos—muchos de los cuales hicimos unlivable—que ahora nos enferman? … Tal vez la Tierra seguirá a Venus, volviéndose inhabitable debido al efecto invernadero desenfrenado. O, tal vez, reconstruiremos arrecifes o construiremos hogares alternativos para los refugiados de oceans’. Cualesquiera que sean las condiciones de nuestro futuro, seguimos siendo socios obligados con oceans.” Véase Margaret Wertheim y Christine Wertheim, Crochet Coral Reef: Un proyecto del Instituto para la Figuración(Los Ángeles: IFF, 2015).
Me inspira la exposición Monterey Bay Aquarium 2014–15 Tentáculos: Las Vidas Sorprendentes de Pulpos, Calamares y Sepias. Ver Marcel Detienne y Jean-Pierre Vernant, Inteligencia de la astucia en la Cultura y Sociedad Griega, trans. Janet Lloyd (Brighton, UK: Harvester Press, 1978), con agradecimiento a Chris Connery por esta referencia en la que la sepia, los pulpos y el calamar juegan un papel importante. La polimorfia, la capacidad de hacer una red o malla de enlaces, y la inteligencia astuta son los rasgos que los escritores griegos pusieron en primer plano. “La sepia y los pulpos son puros áporai y la noche impenetrable sin camino que secretan es la imagen más perfecta de su metis” (38). Capítulo 5, “The Orphic Metis and the Cuttle-Fish of Thetis,” es el más interesante para los temas propios de Chthuluceneics de bucle continuo, devenir con y polimorfismo. “La flexibilidad de los moluscos, que aparecen como una masa de tentáculos (polúplokoi), hace que sus cuerpos sean una red entrelazada, un nudo vivo de enlaces animados móviles” (159). Para los griegos de Detienne y Vernantants, la sepia polimórfica y flexible está cerca de las deidades primordiales multisexuales del mar—ambigua, móvil y siempre cambiante, sinuosa y ondulante, presidiendo el futuro, pulsando con olas de color intenso, crípticas, secretando nubes de oscuridad, expertas en salir de las dificultades y tener tentáculos donde los hombres apropiados tendrían barbas.
Ver Donna Haraway y Martha Kenney, “Antropoceno, Capitaloceno, Chthuluceno,” entrevista para Arte en el Antropoceno: Encuentros entre Estética, Política, Medio Ambiente y Epistemología, ed. Heather Davis y Etienne Turpin (Open Humanities Press, Critical Climate Change series, 2015) →
Le Guin, “‘El Autor de Acacia Seeds’ y Otros Extractos de la Revista de la Asociación de Teolingüística,” adentro Buffalo Gals y Otras Presencias Animales (Nueva York: New American Library, 1988), 175.
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Este texto es un extracto editado del capítulo 2, “Pensamiento Tentáculo: Antropoceno, Capitaloceno, Chthuluceno,” en Donna J. Haraway, Quedarse con el Problema: Hacer Kin en el Chthulucene, 2016, Duke University Press. Derechos de autor, 2016, Duke University Press. Todos los derechos reservados. Reeditado con permiso del titular de los derechos de autor. www.dukeupress.edu
Donna J. Haraway es Profesor Emerita Distinguido en el Departamento de Historia de la Conciencia de la Universidad de California, Santa Cruz, y autor de varios libros, más recientemente, Manifiestamente Haraway.
Kohei Saito,
Marx in the anthropocene
https://www.cambridge.org/core/books/marx-in-the-anthropocene/D58765916F0CB624FCCBB61F50879376
Daniel Tanuro
Al principio fue la "ruptura metabólica
La primera parte de Marx in the Anthropocene profundiza en el concepto marxista de la fractura metabólica2/. Saito sigue los pasos de John B. Foster y Paul Burkett, que han demostrado la inmensa importancia de esta noción3/. Saito enriquece el debate poniendo de relieve tres manifestaciones del fenómeno –la perturbación de los procesos naturales, la ruptura espacial y la fractura entre las temporalidades de la naturaleza y del capital–. a las que corresponden tres estrategias capitalistas de evasión: las pseudosoluciones tecnológicas, el traslado de las catástrofes a los países dominados y el aplazamiento de sus consecuencias a las generaciones futuras.
El capítulo 1 examina, sobre todo, la contribución al debate del marxista húngaro István Mészáros, a quien Saito considera decisivo en la reapropiación del concepto de metabolismo a finales del siglo XX. El capítulo 2 se centra en la responsabilidad de Engels, quien, al editar los libros II y III de El Capital, habría difundido una definición truncada de la ruptura metabólica, sustancialmente diferente de la de Marx. Para Saito, este cambio, lejos de ser fortuito, reflejaba una divergencia entre la visión ecológica de Engels –limitada al temor de la "venganza de la naturaleza"– y la de Marx, centrada en la necesaria "gestión racional del metabolismo" mediante la reducción del tiempo de trabajo. El capítulo 3, al tiempo que recuerda las ambigüedades de György Lukács, rinde homenaje a su visión del desarrollo histórico del metabolismo hombre-naturaleza como continuidad y ruptura a la vez. Para Saito, esta dialéctica, inspirada en Hegel ("identidad entre identidad y no identidad"), es esencial si queremos diferenciarnos tanto del dualismo cartesiano –que exagera la discontinuidad entre naturaleza y sociedad– como del constructivismo social –que exagera la continuidad (identidad) entre estos dos polos y no puede, por tanto, "revelar el carácter único de la forma capitalista de organizar el metabolismo humano con el medio ambiente"–.
Dualismo, constructivismo y dialéctica
La segunda parte del libro realiza una lectura muy (¿excesivamente?) crítica de otras ecologías de inspiración marxista. Saito se distancia de David Harvey, cuya "reacción sorprendentemente negativa al giro ecológico del marxismo" critica. De hecho, La naturaleza contra el capital recoge algunas citas sorprendentes del geógrafo estadounidense: Harvey parece convencido de "la capacidad del capital para transformar cualquier límite natural en una barrera superable"; confiesa que "invocar los límites ecológicos y la escasez (...) (le) pone tan políticamente nervioso como teóricamente desconfiado"; "las políticas socialistas basadas en la idea de que una catástrofe medioambiental es inminente" serían para él "un signo de debilidad". Geógrafo como Harvey, Neil Smith "mostraría la misma vacilación ante el ecologismo", que describe como "apocalipsismo". Smith es conocido por su teoría de la "producción social de la naturaleza". Saito rechaza esta teoría, argumentando que nos incita a negar la existencia de la naturaleza como entidad autónoma, independiente de los humanos: esto es lo que deduce de la afirmación de Smith de que "la naturaleza no es nada si no es social". En términos generales, Saito rastrea las concepciones constructivistas al plantear que "la naturaleza es un presupuesto objetivo de la producción". No cabe duda de que ésta era también la opinión de Marx. El hecho indiscutible de que la humanidad forma parte de la naturaleza no significa que todo lo que hace esté dictado por su "naturaleza", o que todo lo que hace la naturaleza esté construido por la "sociedad".
Destrucción ecológica: ¿actuantes o beneficio?
En el marco de esta polémica, el autor dedica unas páginas muy fuertes a Jason Moore. Admite que la noción de Capitaloceno "supone un avance en el concepto de la producción social de la naturaleza", porque hace hincapié en las interacciones entre la humanidad y el medio ambiente. Sin embargo, critica a Moore por asumir que los humanos y no humanos son "actores" que trabajan en red para producir un todo intrincado, un híbrido, como dice Bruno Latour. Éste es un punto importante. Moore cree que distinguir una "grieta metabólica" dentro de la red-como-un-todo es una interpretación errónea, producto de una visión dualista. La noción de metabolismo se refiere a la forma en que los distintos órganos de un mismo organismo contribuyen específicamente al funcionamiento del conjunto. Por tanto, es la antítesis del dualismo (como lo es del monismo, para el caso), y nos devuelve a la fórmula de Hegel: existe una "identidad de identidad y no identidad". Marx in the Anthropocene también ataca las tesis de Moore desde otro ángulo: el del trabajo. Para Moore, el capitalismo está impulsado por una obsesión por la "naturaleza barata", que para él engloba la fuerza de trabajo, la energía, los alimentos y las materias primas. Moore afirma ser marxista, pero está claro que su "naturaleza barata" ignora el papel exclusivo del trabajo abstracto en la creación de plusvalía (excedente), así como el papel clave de la carrera para incrementar la plusvalía en la destrucción ecológica. Pero el valor no es sólo otro actuante híbrido. Como dice Saito, es “completamente social”, y es a través de él que el capitalismo “domina los procesos metabólicos de la naturaleza” (pp. 121-122).
No hay duda de que es la carrera por el beneficio la que está ampliando la brecha metabólica, en particular al demandar cada vez más energía, fuerza de trabajo, productos agrícolas y materias primas baratas. Está claro que de todos los recursos naturales que el capital transforma en mercancías, la fuerza de trabajo antrópica es la única capaz de crear un índice tan puramente antrópico como el valor abstracto. Como dice Saito: es "precisamente porque la naturaleza existe independientemente y con anterioridad a todas las categorías sociales, y sigue manteniendo su no identidad con la lógica del valor (que) la maximización del beneficio produce una serie de desarmonías dentro del metabolismo natural". En consecuencia, la grieta no es una metáfora, como afirma Moore. La grieta existe entre el metabolismo social de las mercancías y el dinero y el metabolismo universal de la naturaleza" (ibid). "No fue por dualismo cartesiano por lo que Marx describió de forma dualista la grieta entre el metabolismo social y el metabolismo natural, así como la grieta entre el trabajo productivo y el improductivo. Lo hizo conscientemente, porque las relaciones únicamente sociales del capitalismo ejercen un poder extranatural (alien power); un análisis crítico de este poder social requiere inevitablemente separar lo social y lo natural como campos de investigación independientes y analizar después su imbricación" (p. 123). Irrefutable. Una vez más, no cabe duda que esta visión del acoplamiento de lo social y lo medioambiental era la del propio Marx.
Aceleracionismo vs. antiproductivismo
El capítulo 5 polemiza con otra variedad de marxistas: los "aceleracionistas de izquierda". Según estos autores, sólo se puede hacer frente a los desafíos ecológicos acelerando el desarrollo tecnológico, la automatización, etcétera. Para ellos, esta estrategia está en consonancia con el proyecto marxiano: hay que desmantelar los obstáculos capitalistas al crecimiento de las fuerzas productivas para crear una sociedad de la abundancia. Esta parte del libro es especialmente interesante porque arroja luz sobre la ruptura con el productivismo y el prometeísmo de los primeros años. Es probable que la ruptura no sea tan clara como afirma Saito4/, pero sin duda existe un punto de inflexión. En El Manifiesto Comunista, Marx y Engels explican que el proletariado “se servirá de su supremacía política para arrancar poco a poco todo e1 capital a la burguesía, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos de1 Estado, es decir, del proletariado organizado en clase dirigente, y para aumentar rápidamente la cantidad de fuerzas productivas"5/. Llama la atención que la perspectiva de este texto sea decididamente estatista y que las fuerzas productivas se consideren socialmente neutras; forman un conjunto de cosas que deben cambiar de manos (se deben "arrancar poco a poco… a la burguesía") para crecer cuantitativamente.
¿Significa esto que los aceleracionistas pueden pretender ser marxistas? No, porque Marx abandonó el concepto expuesto en el Manifiesto. Kohei Saito llama la atención sobre el hecho de que su obra principal, El Capital, ya no trata de las fuerzas productivas en general (ahistóricas), sino de las fuerzas productivas históricamente determinadas: las fuerzas productivas capitalistas. El largo capítulo XIII del Libro 1 ("Maquinaria y la gran industria") explora los efectos destructivos de estas fuerzas, tanto desde el punto de vista social como medioambiental. Podríamos añadir que no es casualidad que sea precisamente este capítulo el que termine con la siguiente frase, digna de un manifiesto ecosocialista moderno: "La producción capitalista, por consiguiente, no desarrolla la técnica y la combinación del proceso social de producción sino socavando al mismo tiempo los dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador"6/. Ya no se trata aquí de la neutralidad de la técnica. El capital ya no se entiende como una cosa, sino como una relación social de explotación y destrucción, que debe ser destruida ("negación de la negación"). Cabe señalar que Marx, tras la Comuna de París, dejó claro que romper con el productivismo significaba también romper con el estatismo.
Es sorprendente que Kohei Saito no recuerde la frase del Manifiesto citada anteriormente, en la que se insta al proletariado a tomar el poder para "aumentar rápidamente la cantidad de las fuerzas productivas". Eso habría dado aún más relieve a su énfasis en el cambio posterior. Pero no importa: el hecho es que el punto de inflexión es real y conduce en el Libro III de El Capital a una magnífica perspectiva de revolución permanente, resueltamente antiproductivista y antitecnocrática:
“La libertad en este terreno sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como por un poder ciego; que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana. Pero éste siempre sigue siendo un reino de la necesidad. Allende el mismo empieza el desarrollo de las fuerzas humanas, considerado como un fin en sí mismo, el verdadero reino de la libertad, que sin embargo sólo puede florecer sobre aquel reino de la necesidad como su base. La reducción de la jornada laboral es la condición básica”7/.
La evolución es clara. El paradigma de la emancipación humana ha cambiado: ya no consiste en el crecimiento de las fuerzas productivas, sino en la gestión racional de los intercambios con la naturaleza y entre los humanos.
Subsunción formal y real del trabajo
En mi opinión, las páginas más ricas de Marx in the Anthropocene son aquellas en las que Saito muestra que el nuevo paradigma marxiano de emancipación resulta de una amplia crítica de las formas sucesivas que el capital ha impuesto al trabajo. Aunque formaba parte de los trabajos preparatorios de El capital, esta crítica no se publicó hasta más tarde (Manuscritos económicos 1861-1863). Su piedra angular es la importante noción de la subsunción del trabajo al capital. Subrayémoslo de paso: la subsunción es más que la sumisión: subsumir implica integrar lo sometido en lo que somete. El capital subsume el trabajo asalariado porque integra la fuerza de trabajo como capital variable. Pero, para Marx, hay subsunción y subsunción: el paso de la manufactura al maquinismo y a la gran industria implica el paso de la "subsunción formal" a la "subsunción real". La primera significa simplemente que el capital toma el control del proceso de trabajo que existía antes, sin introducir ningún cambio en su organización ni en su carácter tecnológico. La segunda surge en el momento en que el capital revoluciona por completo y de forma continua el proceso de producción, no sólo tecnológicamente, sino también en términos de cooperación, es decir, de relaciones productivas entre las y los trabajadores y entre éstos y los capitalistas. Se crea así un modo de producción específico, sin precedentes, totalmente adaptado a los imperativos de la acumulación de capital. Un modo en el que, a diferencia del anterior, "el mando del capitalista se hace indispensable para la realización del propio proceso de trabajo".
Saito no es el primero en señalar el carácter de clase de las tecnologías. Daniel Bensaïd subrayó la necesidad de que "las propias fuerzas productivas se sometan a un examen crítico"8/. Michaël Löwy sostiene que no basta con destruir el aparato estatal burgués, también hay que desmantelar el aparato productivo capitalista9/. Sin embargo, hay que agradecer a Saito que se ciña lo más posible al texto de Marx al resumir las implicaciones en cascada de la subsunción real del trabajo: ésta "aumenta considerablemente la dependencia de los trabajadores y trabajadoras respecto al capital"; "las condiciones objetivas para que las y los trabajadores realicen sus capacidades se les aparecen cada vez más como un poder extraño e independiente"; "dado que el capital como trabajo objetivado –medios de producción– emplea trabajo vivo, la relación de sujeto y objeto se invierte en el proceso de trabajo"; "al encarnarse el trabajo en el capital, el papel del trabajador se reduce al de mero portador de la cosa cosificada -el medio de conservación y valorización del capital junto a las máquinas-, mientras que la cosa cosificada adquiere la apariencia de subjetividad, un poder ajeno que controla el comportamiento y la voluntad de la persona"; "siendo el aumento de las fuerzas productivas posible sólo por iniciativa del capital y bajo su responsabilidad, las nuevas fuerzas productivas del trabajo social no aparecen como fuerzas productivas de los propios trabajadores y trabajadoras, sino como fuerzas productivas del capital"; "el trabajo vivo se convierte (así) en un poder del capital, todo desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo es un desarrollo de las fuerzas productivas del capital".
De ello, emergen con fuerza dos conclusiones no productivistas y no tecnocráticas con fuerza:
1°) "el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo sólo aumenta el poder externo del capital despojando a los trabajadores y trabajadoras de sus capacidades subjetivas, sus conocimientos y su visión, por lo que no abre automáticamente la posibilidad de un futuro brillante";
2°) “el concepto marxista de fuerzas productivas es más amplio que el de fuerzas productivas capitalistas –incluye capacidades humanas como las habilidades, la autonomía, la libertad y la independencia y es, por consiguiente, tanto cuantitativo como cualitativo" (pp. 149-150).
¿Qué materialismo histórico? ¿Qué abundancia?
Estos elementos llevan a Kohei Saito a replantearse el materialismo histórico. Sabemos que el Prefacio a la Crítica de la economía política contiene el único resumen de Marx sobre su teoría. Dice así: “Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social”.
Parece claro que Marx ya no podía atenerse literalmente a esta formulación -y menos aún a la del Manifiesto sobre el aumento cuantitativo de las fuerzas productivas- puesto que su análisis le llevó a concluir que el desarrollo de estas fuerzas refuerza el dominio del capital y mutila la agencia de quienes explota.
En palabras de Saito: "Una vez alcanzado un determinado nivel de fuerzas productivas, ya no puede suponerse que una revolución socialista pueda simplemente sustituir una relación de producción por otra. Puesto que las fuerzas productivas del capital generadas por la subsunción real se materializan y cristalizan en el modo de producción capitalista, desaparecen junto con el modo de producción".
Transferir la propiedad del capital al Estado no cambiaría el problema: las fuerzas productivas permanecerían inalteradas, 1°) las tareas de concepción tendrían que ser llevadas a cabo por una "clase burocrática", 2°) la destrucción ecológica continuaría. El autor concluye que "la subsunción real plantea un difícil problema de libre gestión socialista. La visión tradicional del materialismo histórico, resumida en el Prefacio, no señala el camino hacia una solución" y "Marx no fue capaz de dar una respuesta definitiva a estas cuestiones, ni siquiera en El Capital, por lo que tenemos que ir más allá" (pp. 157-158).
"Ir más allá" es lo que se propone en la tercera parte de su libro, y es esta parte la que suscita más controversia. La pregunta inicial es sencilla: si la emancipación no puede lograrse mediante el libre crecimiento de las fuerzas productivas y, por tanto, mediante lo que Daniel Bensaid llamó el "comodín de la abundancia", ¿dónde puede lograrse? Mediante "la reducción de escala y la ralentización de la producción", responde Saito (p. 166). Para el autor, en esencia, la abundancia debe entenderse no como una plétora de bienes materiales privados –en la línea del modelo consumista y excluyente de acumulación de bienes accesibles sólo a la demanda solvente–, sino como una profusión de riqueza social y natural compartida. Sin esto, "la opción que queda se convierte en el control burocrático de la producción social, que provocó el fracaso de la vía soviética" (p. 166).
Decrecimiento, economía estacionaria y transición
Marx in the Anthropocene aboga por un comunismo decrecentista profundamente igualitario, basado en la satisfacción de las necesidades reales. Según Saito, este comunismo era el de las llamadas comunidades arcaicas, ciertos rasgos de las cuales sobrevivieron durante mucho tiempo en formas más o menos degradadas en los sistemas agrarios basados en la propiedad colectiva de la tierra, en particular en Rusia. Para el Marx maduro, son mucho más que vestigios de un pasado superado: estas comunidades indican que, habiendo "expropiado a los expropiadores", la sociedad, para abolir toda dominación, deberá progresar hacia una forma superior de la comunidad arcaica. Suscribo plenamente esta perspectiva, pero con una salvedad: Saito exagera gravemente al afirmar que "14 años de estudio serio de las ciencias naturales y de las sociedades precapitalistas" habrían llevado a Marx en 1881 a proponer "su idea del comunismo decrecentista". Tomado literalmente, no se basa en ningún documento conocido. En consecuencia, para que tenga una pizca de verosimilitud (¡y aun así, sólo si se formula como una hipótesis, no como una certeza!), Saito se ve obligado a recurrir a una sucesión de amalgamas: como si la crítica radical de Marx a la acumulación capitalista fuera lo mismo que una economía estacionaria, como si las comunidades campesinas fueran estacionarias, y como si una economía estacionaria fuera lo mismo que el decrecimiento. Eso son muchos si, ignora diferencias esenciales... y no nos lleva más lejos en el debate sobre lo que está en juego en el decrecimiento en el sentido en que se discute hoy entre las y los anticapitalistas, es decir, en el sentido literal de la reducción de la producción impuesta objetivamente por las limitaciones climáticas. Veámoslo más en detalle.
Dejemos a un lado el PIB y consideremos únicamente la producción material: una sociedad poscapitalista en un país muy pobre rompería con el crecimiento capitalista pero tendría que aumentar la producción durante cierto tiempo para satisfacer la enorme masa de necesidades reales insatisfechas; una economía estacionaria utilizaría la misma cantidad de recursos naturales cada año para producir la misma cantidad de valores de uso con las mismas fuerzas productivas; en cuanto a una economía en contracción, reduciría las extracciones y la producción. Al equiparar estas dos formas, Kohei Saito perpetúa una lamentable confusión. “Ahora debería estar claro", escribe, "que el socialismo promueve una transición social hacia una economía de decrecimiento". Esto está mal formulado, porque el decrecimiento no es un proyecto social, sólo una limitación a la transición. Una "economía del decrecimiento" como tal no significa nada. Una parte de la producción tiene que crecer y otra tiene que reducirse dentro de una envoltura global cada vez más pequeña. Para ceñirnos al diagnóstico científico del cambio climático, tenemos que decir algo así: planificar democráticamente un decrecimiento justo es la única forma de realizar una transición racional hacia el ecosocialismo. Dado que un nuevo sistema energético 100% renovable debe construirse necesariamente utilizando la energía del sistema actual (el 80% de la cual es combustible fósil y, por tanto, fuente de CO2/), básicamente sólo hay dos estrategias posibles para eliminar las emisiones: o bien reducimos radicalmente el consumo final de energía (lo que significa producir y transportar menos globalmente) adoptando fuertes medidas anticapitalistas (contra el 10%, y especialmente el 1% más rico); o bien confiamos en la compensación de las emisiones de carbono y en el despliegue futuro masivo de hipotéticas tecnologías de captura-secuestro, captura-utilización o geoingeniería del carbono, es decir, en soluciones de aprendiz de brujo que conducen a una desposesión, una desigualdad social y una destrucción ecológica aún mayores.
Proponemos la expresión "decrecimiento justo" como eje estratégico de los y las marxistas antiproductivistas de hoy. Hacer del decrecimiento sinónimo de economía estacionaria no es una opción, ya que equivaldría a disminuir el volumen de la alarma de incendios.
La comuna rural rusa, revolución y ecología
La perspectiva del decrecimiento justo debe mucho al enorme trabajo pionero de Marx, pero no tiene sentido afirmar que fue su creador, porque Marx nunca abogó explícitamente por una reducción neta de la producción. Para convertirlo en el padre del "comunismo decrecentista", Saito se basa casi exclusivamente en un texto famoso y excepcionalmente importante: la carta a Vera Zasulich10/. En 1881, la populista rusa escribió a Marx pidiéndole su opinión sobre la posibilidad, en Rusia, de utilizar la comuna arcaica para construir directamente el socialismo sin pasar por el capitalismo. La traducción rusa de El Capital había desencadenado un debate sobre esta cuestión entre los opositores al zarismo. Marx escribió tres borradores en respuesta. Dan fe de su profunda ruptura con la visión lineal del desarrollo histórico y, por tanto, también con la idea de que los países capitalistas más avanzados serían los más próximos al socialismo. A este respecto, la última frase es meridianamente clara: "Si la revolución se produce en el momento oportuno, si concentra todas sus fuerzas para asegurar el libre desarrollo de la comuna rural, ésta se erigirá pronto como elemento regenerador de la sociedad rusa y como elemento de superioridad sobre los países esclavizados por el régimen capitalista".
Para Saito, este texto significa que la degradación capitalista del medio ambiente había llevado a Marx, después de 1868, a "abandonar su anterior esquema del materialismo histórico. No fue una tarea fácil para él", afirma. Su visión del mundo estaba en crisis. En este sentido, (su) intensa investigación en sus últimos años (sobre las ciencias naturales y las sociedades precapitalistas, D.T.) fue un intento desesperado de reconsiderar y reformular su concepción materialista de la historia desde una perspectiva totalmente nueva, derivada de una concepción radicalmente nueva de la sociedad alternativa". "Catorce años de investigación" habían llevado a Marx "a la conclusión de que la sostenibilidad y la igualdad basadas en una economía estacionaria son la fuente de la capacidad (poder) de resistir al capitalismo". Por lo tanto, aprovechó "la oportunidad de formular una nueva forma de regulación racional del metabolismo humano con la naturaleza en Europa Occidental y Estados Unidos": "la economía estacionaria y circular sin crecimiento económico, que antes había rechazado como la estabilidad regresiva de las sociedades primitivas sin historia".
¿Qué debemos pensar de esta reconstrucción de la trayectoria del pensamiento marxista en términos ecológicos? La narración tiene mucho atractivo para ciertos círculos, eso es obvio. Pero, ¿por qué Marx esperó hasta 1881 para expresarse sobre este punto clave? ¿Por qué lo hizo sólo en forma de carta? ¿Por qué esta carta requirió tres borradores sucesivos? Si Marx había empezado realmente a "revisar su esquema teórico en 1860 como resultado de la degradación ecológica", y si el concepto de la fractura metabólica había servido realmente de "mediación" en sus esfuerzos por romper con el eurocentrismo y el productivismo, ¿cómo podemos explicar el hecho de que la superioridad ecológica de la comuna rural no se mencione ni una sola vez en la respuesta a Zasulich? Por último, pero no menos importante, aunque no se puede descartar que la última frase de esta respuesta proyecte una visión de una economía poscapitalista estacionaria para Europa Occidental y Estados Unidos, no es el caso de Rusia; Marx insiste enérgicamente en que sólo beneficiándose del nivel de desarrollo de los países capitalistas desarrollados podrá el socialismo en Rusia "garantizar el libre desarrollo de la comuna rural". En definitiva, la intervención de Marx en el debate ruso parece derivar mucho más de su admiración por la superioridad de las relaciones sociales en las sociedades arcaicas11// y de su compromiso militante con la internacionalización de la revolución que de la centralidad de la crisis ecológica y de la idea de un "comunismo decreciente".
"Ofrecer algo positivo”
La afirmación categórica de que Marx inventó este "comunismo decreciente" para reparar la "fractura metabólica" es tan excesiva que uno se pregunta por qué Kohei Saito la pone al final de un libro que contiene tantos puntos excelentes. La respuesta se da en las primeras páginas del capítulo 6. Ante la emergencia ecológica, el autor plantea la necesidad de una respuesta anticapitalista, considera "insostenibles" las interpretaciones productivistas del marxismo, constata que el materialismo histórico es "impopular hoy en día" entre las y los ecologistas y considera que es una lástima porque tienen "un interés común en criticar el insaciable deseo de acumulación del capital, aunque sea desde puntos de vista diferentes" (p. 172). Para Saito, los trabajos que demuestran que Marx se apartó de las concepciones lineales del progreso histórico, o que se interesó por la ecología, "no son suficientes para demostrar por qué las y los no marxistas de hoy deberían seguir prestando atención al interés de Marx por la ecología". Tanto los problemas del eurocentrismo como los del productivismo deben "tenerse en cuenta si se quiere que una interpretación completamente nueva del Marx de la madurez resulte convincente" (p. 199). "Los estudiosos deben ofrecer aquí algo positivo", "elaborar su visión positiva de la sociedad poscapitalista" (p. 173). ¿Es para dar esta interpretación "completamente nueva" de forma convincente por lo que Saito describe a Marx fundando sucesivamente el "ecosocialismo" y luego el "comunismo del decrecimiento" con algunos años de diferencia? Me parece más cercano a la verdad, y por tanto más convincente, considerar que Marx no era ni ecosocialista ni decrecentista en el sentido contemporáneo de estos términos. Esto no quita en absoluto que su penetrante crítica del productivismo capitalista y su concepto de la "fractura metabólica" sean decisivos para comprender la urgente necesidad actual de un "decrecimiento justo".
Es anacrónico intentar encajar el decrecimiento en el pensamiento de Marx. Tampoco es necesario. Por supuesto, no podemos defender el decrecimiento justo y mantener al mismo tiempo la versión productivista cuantitativa del materialismo histórico. En cambio, el decrecimiento justo se integra sin dificultad en un materialismo histórico que considera las fuerzas productivas en sus dimensiones cuantitativa y cualitativa. En cualquier caso, no necesitamos el aval de Marx, ni para admitir la necesidad del decrecimiento justo, ni más generalmente para ampliar y profundizar su "crítica inacabada de la economía política".
El problema de la apología
Uno podría preguntarse qué sentido tiene criticar las exageraciones de Saito. Uno podría decir: el punto principal es que "(este) libro proporciona forraje útil para los socialistas y los activistas medioambientales, independientemente de las opiniones (o del punto mismo de tener una opinión) sobre si Marx era realmente un comunista del decrecimiento o no"12/. Este es el punto principal, de hecho, y merece la pena repetirlo: Marx in the Anthropocene es un libro excelente, entre otras cosas porque su desarrollo de los cuatro puntos mencionados en la introducción de este artículo son de gran actualidad e importancia. Sin embargo, no debe subestimarse el debate sobre lo que Marx dijo o no dijo, ya que concierne a la metodología que debe utilizarse para desarrollar las herramientas intelectuales necesarias para la lucha ecosocialista. Esta cuestión concierne también a las y los militantes no marxistas.
El método de Kohei Saito tiene un defecto: es apologético. Este rasgo ya era perceptible en Marx’s ecosocialism: mientras que el subtítulo del libro señalaba la "crítica inacabada de la economía política", el autor dedicaba paradójicamente un capítulo entero a pretender que Marx, después de El Capital, había desarrollado un proyecto ecosocialista completo. Marx in the anthropocene sigue el mismo camino, pero de forma aún más clara. En conjunto, las dos obras dan la impresión de que Marx, en la década de 1870, llegó a ver la alteración del metabolismo hombre-naturaleza como la contradicción central del capitalismo, que primero dedujo de ello un proyecto de crecimiento ecosocialista de las fuerzas productivas, y que luego abandonó este proyecto hacia 1880-81 para trazar un nuevo rumbo: el "comunismo decrecentista". He intentado demostrar que esta narrativa es muy cuestionable.
Uno de los problemas de la apología es que sobrevalora enormemente la importancia de los textos. Por ejemplo, Saito concede una importancia desproporcionada a la modificación por Engels del pasaje del Libro III de El Capital en el que Marx habla de la "fractura metabólica". El predominio de las interpretaciones productivistas del materialismo histórico en el siglo XX no puede explicarse principalmente por esta modificación: se debe sobre todo al reformismo de las grandes organizaciones y a la subsunción del proletariado al capital. La gran tarea estratégica de los ecosocialistas de hoy es luchar contra esta situación, articular la resistencia social para poner en crisis la ideología del progreso dentro del propio mundo del trabajo. Las respuestas se encuentran en las luchas y en el análisis de las luchas, más que en los Cuadernos de Marx.
Yendo más allá, la apología tiende a coquetear con el dogmatismo. "Marx lo dijo" se convierte con demasiada facilidad en el mantra que nos impide ver y pensar como marxistas sobre lo que Marx no dijo. Porque es evidente que no lo dijo todo. Si hay una lección metodológica que extraer de su monumental obra, es que la crítica es fértil y el dogma estéril. La capacidad del ecosocialismo para hacer frente a los formidables retos de la catástrofe ecológica capitalista dependerá no sólo de su fidelidad, sino también de su creatividad y de su capacidad para romper con sus propias ideas previas, como hizo Marx cuando fue necesario. No se trata sólo de pulir cuidadosamente la ecología de Marx sino también, y sobre todo, de desarrollarla y radicalizarla.
10/03/2024
Traducción: viento sur
Notas
1/ Ver mi artículo “¿Era Marx ecosocialista?”
2/ Marx, Karl (2009) El Capital, Madrid: Siglo XXI, t. 3, vol. 8.
3/ Ver en concreto, Paul Burkett (1999), Marx and Nature. A Red and Green Perspective. Palgrave Macmillan. John Bellamy Foster (2000) Marx’s Ecology. Materialism and Nature, Monthly Review Press.
4/ En La ideología alemana (1845-46) leemos: "se llega a una fase en la que surgen fuerzas productivas y medios de intercambio que, bajo las relaciones existentes, sólo pueden ser fuente de males, que no son ya tales fuerzas de producción, sino más bien fuerzas de destrucción (maquinaria y dinero)". Marx, Karl y Engels, Friedrich (1974) La ideología alemana, Barcelona: Grijalbo, p. 81.
5/ Karl Marx y Friedrich Engels, El manifiesto comunista (2000) Elaleph.com.
6/ Marx, Karl (2009) El Capital, op. cit., t. 1, vol. 2, pp. 612-613.
7/ Marx, Karl, op. cit., t. 3, vol. 8, p. 1045.
8/ Daniel Bensaïd, Introduction critique à ‘l’Introduction au marxisme’ d’Ernest Mandel.
9/ Lowy, Michael, Ecosocialismo, La alternativa radical a la catástrofe ecológica capitalista.
10/ https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/81-a-zasu.htm
11/ Una opinión compartida por Engels: cf. en particular su admiración por los zulúes frente a los ingleses, en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.
12/ Diana O’Dwyer, ”Was Marx a Degrowth Communist”, https://rupture.ie
Roy Scranton:
La narrativa en el Antropoceno es el enemigo
https://lithub.com/roy-scranton-narrative-in-the-anthropocene-is-the-enemy/
La narrativa es el enemigo. La narrativa es un truco para seducir a la mente y dar sentido a la realidad, una forma de estructurar lo desconocido que presupone que ya sabemos cómo acabarán las cosas: dos bandos en cualquier debate, la búsqueda del héroe, la trama matrimonial, trauma y recuperación, lucha y superación, triunfo de la voluntad, el viaje, el camino, ida y vuelta. La narrativa es la forma en que nos aseguramos de que todo va a salir bien.
La narrativa es el autoencarcelamiento preferido de: los jugadores, los depredadores sexuales, las víctimas profesionales, los narcisistas malignos, los medios de comunicación dominantes, los zánganos corporativos, los adictos, los perpetuamente decepcionados, los niños, las élites burguesas, las masas ignorantes, la menguante clase media, los etnonacionalistas, los esperanzados, los inocentes, los pecadores, los condenados. La narrativa es la sala de escape del alma.
*
La narrativa funciona mediante el borrado, la tergiversación y el engaño. La narrativa reprocesa la experiencia bruta de los datos sensoriales en alucinaciones colectivas socialmente aprobadas. Vemos series para distraernos del tedio apocalíptico de nuestra vida cotidiana, que sólo se anima con actos flagrantes de violencia policial racializada, algún tiroteo masivo ocasional, escándalos políticos y los trastornos catastróficos que promete el cambio climático. Leemos historias para confirmar nuestra sensación de que participamos en luchas reales, albergamos esperanzas reales y luchamos contra enemigos reales. Mientras tanto, el verdadero enemigo acecha en nuestro interior.
Seamos claros sobre nuestra situación. Vivimos en las primeras fases de un colapso ecológico global que hará inhabitable gran parte de la región ecuatorial y la mayoría de las costas, provocará hambrunas generalizadas y conflictos políticos, generará muertes humanas masivas y extinciones no humanas masivas, y devolverá la vida humana a la abyecta sumisión al desastre natural que era su estado antes de la industrialización.
Nos enfrentamos al probable colapso de la civilización tal y como la conocemos en cuestión de décadas y a la posible extinción de la especie humana en cuestión de siglos. La idea de que la cultura humana persistirá en el futuro en cualquier estado reconocible es una presunción que ya no merece la pena examinar, porque plantearse siquiera la pregunta de qué nos depara el futuro hoy en día es enfrentarse a un abismo de sufrimiento que desafía todo pensamiento razonable.
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Algunos dicen que necesitamos historias de esperanza. Algunos dicen que debemos contar la historia humana. Algunos dicen que las huelgas climáticas de septiembre darán el pistoletazo de salida a una enorme oleada de acción y ambición renovada en todo el mundo. Algunos dicen que necesitamos un Green New Deal, una movilización total, un nuevo amanecer, mientras que otros dicen que necesitamos un muro, America First, Make America Great Again. Todas estas historias en las que pretendemos controlar el futuro.+Al final, Lobezno muere. Ningún superhéroe va a evitar la catástrofe, inspirar a miles de millones a rebelarse o convencer a los líderes mundiales para que nos saquen de nuestro viaje de la muerte. La narrativa es una capa de ilusión encajada contra la realidad.
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Usted: ¡Pero eso es nihilismo! ¡Tenemos que seguir luchando! ¡No podemos someternos a la desesperación!
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Yo: ¿Pero lo habéis intentado? Podrías considerar esta perspectiva: somos simios precozmente inteligentes basados en el carbono que viven en una roca en el espacio y que, con el tonto vigor de la naturaleza, han sobrecruzado nuestro entorno. Se calcula que el universo tiene unos 13.800 millones de años. El planeta en el que vivimos tiene unos 4.500 millones de años. La especie a la que pertenecemos tiene unos 200.000 años. La civilización -es decir, la vida humana organizada en ciudades- y la escritura, que evolucionaron juntas, tienen unos 6.000 años.
La sociedad industrializada basada en el carbono y el gobierno de Estados Unidos, que también evolucionaron juntos, tienen algo más de 200 años. Internet tal y como la conocemos, la "world wide web" de "páginas" de texto y gráficos accesibles mediante "navegadores web", tiene 30 años, al igual que la campaña mundial de los científicos para alertar a los líderes mundiales de los peligros del cambio climático.
Usted, lector, es yo, escritor, y ambos somos coral moribundo, un mugido herido, la gran mancha de basura del Pacífico, polvo de estrellas.
Todas las maravillas con las que nos deslumbramos son un chasquido en la larga rutina del tiempo ecológico, geológico y cósmico. Nada de esto durará. Nada de lo que crees que importa importa. Nadie va a escapar, nadie va a subir su alma a Internet, Skynet no va a salvarnos, Dios no existe, ninguna invasión alienígena nos obligará a unificarnos, el Capitán Marvel no va a venir, Elon Musk no va a inventar una batería infinita ni depuradores de carbono asequibles, la historia correcta no va a inspirar una revolución global, la democracia no va a ganar, no vamos a resolver la desigualdad y la injusticia, no vamos a mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2°C por encima de los promedios preindustriales, tu vida descarriada y sin sentido no va a ser redimida por el arte.
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Ay! lo que lo bota con incesante cuidado para atender el oficio de pastor hogareño y desairado, ya que imponer restricciones de viaje "en realidad puede obstaculizar la lucha", como responden nerviosos los republicanos, desde altos miembros del Congreso hasta su propia hija 2 retweets 1 like mensaje directo deja de soñar despierto y empieza a hacer las maletas para conectar el servicio de conspiraciones pedófilas de Los Ángeles que actúa como una especie de propaganda de la contrarrevolución, un reflejo divertido de las amenazas reales al orden social, pero la conspiración es básicamente la misma:
retweet la ingrata Musa el jueves para "enviarla de vuelta" canto de podcasts de la naturaleza-loads de expansión de la mente cosas aquí con Amaryllis en la sombra, en medio de denunciarla como un izquierdista anti-estadounidense que ha hablado en "vicioso, Cuando uno de los monumentos arqueológicos más misteriosos de Rusia -las ruinas del palacio de Por-Bajin en Tuva- fue erigido en una isla del lago Tere-Khol en el año 770 d.C., supuestamente para una esposa china del uigur o turco Kha Khan, que nunca había llegado a su verano 1 reply 11 retweets 22 likes direct message
En un momento en el que la multitud rugía "enviadla de vuelta", el Sr. Trump hizo una pausa y miró a su alrededor en silencio. Trump hizo una pausa y miró a su alrededor en silencio durante más de 10 segundos mientras la escena se desarrollaba frente a él, sin hacer nada, casi como si más de 17 años de nacionalismo de guerra apuntando al mismo enemigo vago y del que se habla sin descanso en los medios de comunicación de derechas tal vez prepararan al público para expresar vocalmente el odio que ya tenían @BirdLife_News hace 2 horas más piensan que este proyecto es la leche, pero viene la furia ciega con tijeras th'abhorred y raja el delgado-hilado a mitad de camino a través de esa carrera, en el contexto de un artículo más amplio sobre las humanidades en los colegios comunitarios y algunos programas emocionantes @MellonFdn para apoyar a los estudiantes de transferencia #communityCollege-a menudo profundamente invertido en "la comunidad y la identidad y la narración"-buscando grados de 4 años-.+¡tormentas severas son posibles sobre SW Reino Unido, Gales, NE Turquía y Georgia! "Algunos granizo grande, lluvias torrenciales y viento severo ninguna planta que crece en suelo mortal, ni en la lámina brillante como lo hicimos el 'encerrarla' la última vez", dijo @NatureNews hace 12 minutos.
La hazaña podría mejorar nuestra comprensión de cómo el cerebro interpreta y actúa sobre lo que ven los ojos, y tal vez incluso conducir al desarrollo de dispositivos que ayudarían a las personas con deficiencias visuales a ver por esos ojos puros y testigos perfectos de Jove que todo lo juzga, ya que se pronuncia en última instancia sobre cada hecho, dijeron las personas familiarizadas con las discusiones, hablando bajo condición de anonimato, sin ideas procesables, los datos son sólo datos. Más granularidad como la nueva frontera de la violencia, la disciplina, pone a la vista a toda la familia. ¡Somos el número 1 del mundo en compensación aérea! #ExtinctionRebelion #ActOnClimate #CambioClimático
La narrativa seduce. La narrativa malinterpreta. La narrativa confunde. La narrativa miente. La narrativa es el enemigo. La narración es inevitable, porque sin narración la existencia humana es absurda, la experiencia humana es un delirio. Comprender la existencia como un flujo sin sentido puede ser más exacto empíricamente, pero también es lo más exigente espiritualmente: el camino del santo, el voto del bodhisattva. Hasta que alcancemos el nirvana, tú y yo seguiremos atrapados en cuerpos moribundos y deseantes, y de hecho sólo existiremos en ellos y a través de ellos. Nacemos en la jaula de la narrativa, una jaula que sólo tiene una salida.+Así que aquí estamos. Aquí estoy, sentada frente al ordenador, escribiendo una redacción que le prometí a alguien que escribiría. Tengo que preparar el desayuno, llevar a mi hija a la guardería, hacer la colada, hacer la maleta, llevar unas cajas a correos y prepararme para un viaje por carretera de dos semanas por todo el país. Meditar sobre la deriva teleológica sin sentido de la existencia humana tiene sus cualidades saludables: cultivar la paciencia, alimentar la compasión, desprenderse del aferramiento egoísta a fantasías autodestructivas, ayudar a gestionar mi atención para que me centre en lo que tengo delante en lugar de en las nociones y emociones que se arremolinan en mi cerebro.
¿Quién iba a pensar que los relatos más populares de principios del siglo XXI serían historias fantásticas sobre dragones, superhéroes, el retorno del fascismo y una insurgencia socialista?
Éstas son algunas de las razones por las que aprender a morir ha sido una piedra angular del pensamiento filosófico, desde Platón y Vyasa hasta Heidegger y D.T. Suzuki. Y tal vez si tuviera alguna ocupación sencilla y fundamentada, como cortar leña o acarrear agua, sería suficiente. Pero en algún momento cometí el error de entregarme a las palabras y las historias. Lamentablemente, pasé muchos años esforzándome por ser un intelectual (¡siseo!), un escritor (¡buuu!), incluso un poeta (¡mordaza!).+Además, aunque algunos de nosotros podríamos encontrar la fortaleza interior para instalarnos en un satori plácido y compasivo, la mayoría estamos demasiado enredados unos en otros como para adoptar el aislamiento del árbol de loto. El deseo sigue vigente, aunque sepamos que no es así. Mi hija, por ejemplo, ha despertado y quiere que la abrace. La oigo a través del monitor de vigilancia infantil. Quiero acercarme a ella y decirle "Buenos días", aun sabiendo que cada nueva mañana nos acerca más a la catástrofe, el colapso y la muerte.
Tengo este día. Y este día. Y éste. Nada esencial conecta un momento con otro, excepto el hecho de que todas las cosas están enredadas en el mismo flujo continuo de espacio-tiempo. Tú, lector, eres yo, escritor, y ambos somos coral moribundo, un mugido herido, la gran mancha de basura del Pacífico, polvo de estrellas.
La narrativa, por supuesto, y más ampliamente el lenguaje, tiene muchos usos, siendo el engaño sólo uno de ellos. La narrativa puede utilizarse para plantear enigmas, tejer máscaras, interrumpir, divagar, quizá para dejar espacio al silencio. La narrativa puede desplegarse contra sí misma para hacer agujeros en el cartón yeso de la creencia barata, socavar nuestra fe en la realidad, desterrar nuestros prejuicios sobre la justicia y la verdad. El engaño puede plegarse en el engaño, que puede plegarse más profundamente en el engaño, cimentado en el hecho nuevo e indudablemente cierto de la existencia de una historia en el mundo. El poeta crea. El creador crea.
Sólo más basura llenando el puto planeta.
¿Sería posible reducir estas consideraciones a un puñado de preguntas, aunque sólo fuera como ejercicio? 1) ¿Qué puede hacer la narrativa frente al apocalipsis ecológico global? 2) ¿Es posible utilizar la narrativa para subvertir y atenuar el deseo narrativo?
La respuesta a la primera pregunta parece a la vez sencilla e infinitamente compleja, obvia e incognoscible. En general, podríamos suponer que lo mejor que puede hacer la narrativa es ayudarnos a acomodarnos al infierno que hemos creado. Sin embargo, queda un margen de acción en el que la narrativa puede moldear nuestras decisiones futuras. Por supuesto, la cuestión de cómo surge la narrativa colectiva es demasiado compleja como para permitir mucha certeza o esperanza.
¿Quién iba a pensar que los relatos más populares de principios del siglo XXI serían historias fantásticas sobre dragones, superhéroes, el retorno del fascismo y una insurgencia socialista? Por mucho que podamos culpar específicamente a Kevin Feige, por ejemplo, ¿quién puede negar que fueron millones de cinéfilos los que elevaron la historia de Tony Stark de mero cine a mito?
La respuesta a la segunda pregunta parece posible, aunque ingrata: una grieta en el muro, una lucha ciega por la libertad, en la que el éxito significa incomprensión, opacidad y desvinculación de la vida colectiva.
Sin embargo, ¿qué otro camino hay? ¿Correr con los tuiteros hacia el precipicio? ¿Instagramear la última inundación? ¿Ver la próxima telenovela retro para adolescentes que nos consuela con la fantasía de que nuestra perdición viene de otra dimensión, y no de la implacable e idiota inercia de nuestras propias vidas? A ver si lo entiendo: ¿hay alguna forma de seguir enchufado a una secta suicida de la muerte sin perder la autonomía?
¿Cómo termina? Este es el misterio que morimos por ver desvelado. ¿Qué ocurre después? Esta es la pregunta que nos atormenta, que nos mantiene pegados a la pantalla. Los estadounidenses soportan casi cualquier mal, con tal de entretenerse...
La narrativa es el enemigo. La narrativa es un truco para seducir a la mente y dar sentido a la realidad, una forma de estructurar lo desconocido que presupone que ya sabemos cómo acabarán las cosas: dos bandos en cualquier debate, la búsqueda del héroe, la trama matrimonial, trauma y recuperación, lucha y superación, triunfo de la voluntad, el viaje, el camino, ida y vuelta. La narrativa es la sala de escape del alma. Sin narrativa, la existencia humana es absurda, la experiencia humana un delirio desbocado. Así pues, para el partidario de la libertad humana en una época de pensamiento totalitario, sólo hay un pasaje forestal hacia la zona desmilitarizada.
Hay que volverse irónico, fantástico, opaco, trastornado, loco como Bartleby. Hay que convertirse en el enemigo dentro del enemigo, el hilo enredado e inestable dentro del hilo, el insurgente viral que recodifica la retroalimentación en un espacio nulo de regresión infinita. Uno debe dejar de existir en cualquier sentido significativo. Uno no debe resistirse, uno no debe reaccionar: uno debe interrumpir el flujo con un flujo infinitamente más lento, uno debe hacer menos, uno debe ser nada menos que menos que nada, negación pura y total, detener el tiempo. Simplemente hay que negarse a seguir.
Kohei Saito.
(2022).
"El Capital en la era del Antropoceno".
"La civilización se enfrenta a una grave crisis existencial en la era del Antropoceno, en la que la actividad económica destruye con saña la Tierra y condena a la humanidad a la catástrofe medioambiental. Si no se toman medidas contra el cambio climático, el mundo volverá a un estado de barbarie. No existe un plan B para el planeta Tierra.
Para evitar la debacle, es necesario acabar con la obsesión capitalista por la búsqueda ilimitada de beneficios. Pero ¿puede la civilización prosperar renunciando al capitalismo? Por supuesto. Existen soluciones para sortear la crisis, y las pistas para alcanzarlas llevan ciento cincuenta años esperando en el pensamiento del último Karl Marx. Hay una única salida posible: conseguir la abundancia a través del decrecimiento económico. Es la oportunidad para lograr una sociedad más justa."
Kohei Saito.
2022
"La civilización se enfrenta a una grave crisis existencial en la era del Antropoceno, en la que la actividad económica destruye con saña la Tierra y condena a la humanidad a la catástrofe medioambiental. Si no se toman medidas contra el cambio climático, el mundo volverá a un estado de barbarie. No existe un plan B para el planeta Tierra.
Para evitar la debacle, es necesario acabar con la obsesión capitalista por la búsqueda ilimitada de beneficios. Pero ¿puede la civilización prosperar renunciando al capitalismo? Por supuesto. Existen soluciones para sortear la crisis, y las pistas para alcanzarlas llevan ciento cincuenta años esperando en el pensamiento del último Karl Marx. Hay una única salida posible: conseguir la abundancia a través del decrecimiento económico. Es la oportunidad para lograr una sociedad más justa."
ANTROPOCENTRISMO
RAZONES HUMANISTAS FRENTE AL ANIMALISMO DEL S.XXI
TRULLO, JOSE LUIS
Incluye textos de: Platón Aristóteles Cicerón Séneca Jámblico Corpus Hermeticum Plotino Lactancio Nemesio de Émesa San Agustín Pico della Mirandola Juan Luis Vives Ambroise Paré Baltasar Gracián Friedrich Schiller Juan Pablo Forner Johann Gottlieb Fichte Max Scheler Ernest Cassirer José Ortega y Gasset José Ramón Ayllón Javier García Gibert Jesús Cotta
LITERATURA DEL ANTROPOCENO
Alquimia planetaria o aprender a leer la Tierra con “Zelda””
8.1.2024
Ficción literaria Sistemas y futuros Cambio climático
Por Christian P. Haines
https://www.publicbooks.org/planetary-alchemy-or-learning-to-read-the-earth-with-zelda/
Sumérgete desde una isla flotante, un trozo de granito suspendido en el cielo, bañado por la luz dorada del sol, con hojas verdes y doradas a juego. Mientras me sumerjo, lo primero que veo son nubes flotando debajo de mí. Mientras caigo, empiezo a distinguir torres y ciudades, santuarios y estanques. No tengo paracaídas ni planeador, así que apunto a un estanque y me lanzo en él con un satisfactorio sonido. Llueven gotas de agua cuando salgo del agua para pararme en tierra firme.
Muy pronto, mientras sigo jugando Zelda: Lágrimas del Reino (TotK)—Descubriré diferentes formas de volver al cielo: lanzándome desde torres, usando un planeador para llegar a una isla flotante u otra. Encontraré cuevas para espeleología, montañas para escalar, desiertos para sudar. Aprenderé la historia de los misteriosos Zonai, humanoides tecnológicamente avanzados cuyas creaciones mecánicas persiguen incesantemente sus tareas programadas. También descubriré que, debajo de la tierra de Hyrule, se encuentran las Profundidades: cavernas expansivas contaminadas con una oscuridad que agota la vida y llenas de escondites, criaturas extrañas y minas abandonadas. Jugando TotK, No me limitaré a mapear los detalles de un espacio digital. descubriré un planeta.
TotK es un juego del Antropoceno. Es un juego que canaliza la imaginación vertical del tiempo profundo, la sensación de que la Tierra no es un objeto prefabricado sino un sistema complejo cuya forma ha fluctuado a lo largo de miles de millones de años. Implica un planeta mutable. Hace un gesto hacia la reconstrucción de las condiciones planetarias por manos humanas.. TotK no sólo transforma el mundo digital del juego en un terreno en capas, sino que hace que el entorno sea geológico y hace que la relación del jugador con la tierra sea extractiva: es una cuestión de manipular versiones digitales de los recursos naturales..
TotK es una versión jugable del “giro planetario”: un cambio reciente en las humanidades y las ciencias sociales hacia el abordaje de la cultura y la política humanas a escala geológica. Es un proyecto impulsado por la sensación de que la crisis climática no es meramente global sino planetaria, que requiere que enfrentemos nuestra imbricación en los sistemas que hacen funcionar la Tierra. Dos ejemplos recientes de esta nueva atención al planeta son el trabajo de Karen Pinkus. Subsuperficie y de Patrick Whitmarsh Escribiendo nuestra extinción: ficción antropocena y ciencia vertical. Pinkus Subsuperficie examina las narrativas literarias y científicas a través de las cuales los seres humanos hacen legible la Tierra. Lee ficción del siglo XIX, especialmente obras de Julio Verne, con atención a los tropos y técnicas retóricas que domestican el subsuelo del planeta convirtiéndolo en un mundo espejo: el subsuelo refleja la superficie; convierte lo que hay debajo en un depósito de deseos y desechos humanos. Whitmarsh Escribiendo nuestra extinción Sostiene que la extinción humana, o su anticipación, es una perspectiva invaluable e inevitable de la cultura humana. Analiza la ficción antropocena posterior a la década de 1960, un género en el que lo que está en juego no es tanto el cambio climático sino una ecología más amplia que opera a escala planetaria. Whitmarsh no evita el cambio climático, pero reformula nuestra comprensión del mismo a través de la verticalidad o “perspectivas verticales del planeta” que inspiran “nuevas formas de pensar sobre el entrelazamiento de la humanidad con la Tierra”..”
En Pinkus y Whitmarsh, el planeta se erige como un archivo por derecho propio: un registro escrito en papel y piedra, trabajado por la crítica literaria y la estratigrafía, y que probablemente sobrevivirá a la civilización humana. Estos críticos planetarios ofrecen herramientas para profundizar en objetos culturales como Lágrimas del Reino, excavando su inconsciente geológico, las presuposiciones terrenales y terrenales en las que se basan sus pretensiones artísticas, narrativas formales y estilísticas.. zelda, Subsuperficie, y Escribiendo nuestra extinción enséñanos a pensar e interpretar a escala planetaria.
El “giro planetario” nombra el imperativo crítico de pensar en la cultura, la sociedad, la política y la historia en términos de los sistemas planetarios (por ejemplo, el ciclo del carbono o el ciclo del agua) que hacen posible la vida en la Tierra. Es una respuesta académica a la crisis ecológica, especialmente al cambio climático: ¿Qué sucede cuando los problemas sociales son inseparables de los problemas ecológicos? ¿Cómo conceptualizamos la interacción de los procesos políticos y naturales? ¿Cómo surge la producción cultural de los entornos naturales y responde a ellos? El giro planetario es, en muchos aspectos, la versión humana de la ciencia del sistema Tierra (ESS). Conceptualiza la cultura como un conjunto de procesos y prácticas, así como estrategias estéticas y formales, integradas en la totalidad de los ecosistemas de la Tierra..
El giro planetario es también un reconocimiento de la transición geológica de época hacia el Antropoceno, la periodización postulada (si no oficialmente ratificada) del presente como un tiempo geológicamente nuevo caracterizado por los efectos de la civilización humana en el planeta.. Elizabeth Povinelli, por ejemplo, sugiere que la versión dominante del poder en el presente es el “geontopoder”, un tipo de gobierno que opera no tanto sobre la vida y la muerte como sobre “la diferencia entre lo vivo y lo inerte”. No basta con tener en cuenta la vida no humana cuando hablamos de política, debemos considerar cómo el poder separa lo animado de lo inanimado.. Kathryn Yusoff sostiene que el racismo anti-negro es central para esta política planetaria: “La negritud como una deformación históricamente constituida y promulgada intencionalmente en la formación de la subjetividad, una deformación que presiona una categorización inhumana y la tierra inhumana hacia la intimidad”. ¿Qué significaría, pregunta Yusoff, contar la historia del Antropoceno como tanta violencia contra la vida negra? Mientras tanto, Elizabeth Carolyn Miller y Dana Luciano Rastrear el giro actual hacia la geología se remonta al siglo XIX, el momento en que la geología se convirtió en una disciplina académica. Miller lee la literatura británica desde la década de 1830 hasta la de 1930 en términos de “intercambio literario-ambiental”, y explica que la ansiedad climática tiene un precedente en la preocupación del siglo XIX por el agotamiento de los recursos naturales y, por implicación, el futuro. Desde esta perspectiva, el giro planetario podría ser simplemente el giro geológico 2.0, el reconocimiento tardío, como propone Luciano, de que la cultura y la política son inseparables de la fantasía geológica: “historias que de alguna manera vuelven a unir al planeta y al ser humano”..”
La propuesta más conocida de por qué las humanidades deben volverse hacia el planeta fue escrita por Dipesh Chakrabarty en “El clima de la historia: cuatro tesis”. Chakrabarty marca la diferencia entre historia global e historia planetaria y sugiere que esta diferencia tiene implicaciones metodológicas. Sostiene que existe una discrepancia fundamental de escala entre las líneas de tiempo históricas de sistemas sociales como el capitalismo y el colonialismo, por un lado, y el tiempo profundo del planeta, por el otro. Podría tener sentido hablar de la política del colonialismo de colonos, por ejemplo, pero ¿se puede realmente hablar de la política de las placas tectónicas que se desplazan a lo largo de cientos de miles de años? Lo que aparece en Chakrabarty es un abismo entre una historia universal de la especie humana –una historia de la especie que opera a escala geológica– y una historia de las sociedades meramente global, aunque intensamente política..
Sin embargo, otro enfoque del Antropoceno asigna a los críticos la tarea de mediar entre la historia humana y el tiempo profundo. Esta tarea es descrita por Jeremy Davies, en El nacimiento del Antropoceno, como sigue: “El Antropoceno no requiere, después de todo, un alejamiento de la crítica de las relaciones de poder sociopolítico (globalización, capitalismo, imperialismo, etc.) hacia una historia universal de la especie humana. En cambio, comprender el Antropoceno significa ampliar el foco de la crítica sociopolítica y trabajar hacia un análisis de las relaciones de poder entre actores geofísicos, tanto humanos como no humanos.” En otras palabras, podemos encontrar la historia geológica de la especie humana. En la historia de las formaciones sociales y culturales. Estos últimos no están al otro lado de un abismo, sino que dependen, elaboran y responden a las largas duraciones de la vida planetaria (“actores geofísicos, tanto humanos como no humanos”).”).
Si el Antropoceno menciona una transición durante la cual la civilización humana se ha convertido en una potencia geológica, entonces las humanidades pueden reclamar justificadamente un papel especial: capturar todos esos esfuerzos imaginativos para representar la interacción entre la vida humana y la geología. En otras palabras, es a las humanidades a quienes corresponde la tarea de tener en cuenta la fantasía geológica, la confusión entre el deseo humano y las condiciones terrestres. Los libros de crítica literaria de Pinkus y Whitmarsh son guías precisas para tales esfuerzos imaginativos y los de Nintendo. Lágrimas del Reino es un ejemplo obvio de ellos.
Pero lo que quiero sugerir en este ensayo es que no es necesario trazar una línea tajante entre lo crítico y lo imaginativo cuando se trata de lo planetario. De hecho, lo que necesitamos es crítica y teoría como construcción del mundo a escala planetaria. No nos limitemos a representar el planeta que tenemos, imaginemos lo que aún puede llegar a ser el planeta, aunque no sin reconocer los límites materiales de los sistemas de la Tierra..
Entrar en la interacción entre lo humano y lo no humano es uno de los grandes regalos de Zelda: Lágrimas del Reino. TotK es la secuela de 2023 de Nintendo 2017 Zelda: Aliento de lo salvaje (OTW), que introdujo diseño de mundo abierto a la larga duración zelda franquicia. Durante años antes, zelda habían privilegiado los espacios de rompecabezas estrictamente controlados (especialmente las “mazmorras”, espacios cerrados compuestos de habitaciones cerradas por enemigos y rompecabezas). Pero entonces OTW convirtió el paisaje en sí en un rompecabezas, evitando la narrativa lineal en favor de la exploración abierta. El cruce se convirtió en el punto. El viaje entre un espacio y otro puede ser una aventura a causa de la nieve o la lluvia, un alto acantilado o un ancho río. Un medidor de resistencia hizo que Link (el personaje con el que juegas) tuviera límites físicos; Sólo podías escalar hasta cierto punto, correr tan lejos, nadar durante tanto tiempo..
La historia del juego no tenía nada especial: una historia post-apocalíptica envuelta en una lucha mítica entre las fuerzas de la luz y la oscuridad. El conflicto narrativo nunca ha sido el punto fuerte de la serie. En el mejor de los casos, en juegos como Ocarina del tiempo y Enlace al pasado, la serie convierte la trama en una coartada para la exploración, una excusa para que los diseñadores de juegos inventen espacios fascinantes. El 2017 OTW se dio cuenta de este potencial de una manera brillante, por lo que jugarlo a menudo se siente más como el senderismo los comodines titulares que luchar contra algún mal banal.
Entonces, ¿qué hace Lágrimas del Reino hacer para diferenciarse del gran éxito de su predecesor? Eso trae profundidad a las tierras de Hyrule. No me refiero a profundidad existencial o significado espiritual, sino más bien a la profundidad más literal de una geología virtual. El juego se desarrolla en el mismo escenario, utilizando el mismo mapa o geografía inicial. Pero expande el mundo explorable para incluir el cielo (islas flotantes), aún más tierra (sistemas de cuevas en la superficie) e incluso el mundo subterráneo (las extensiones subterráneas de las Profundidades).). TotK También espesa la historia de Hyrule, introduciendo cambios basados en la historia en las ubicaciones del juego anterior, así como una trama de viaje en el tiempo que sugiere que el mundo tal como lo vivimos podría haber sido muy diferente. Atravesando la tierra en TotK no puede evitar implicar una especie de doble visión histórica, una visión de las diferencias entre su versión de Hyrule y la que se encuentra en OTW.
TotK complementa esta profundidad geográfica, geológica e histórica con nueva complejidad mecánica, incluidas capacidades para rebobinar el tiempo (o, más precisamente, rebobinar el movimiento de los objetos en el mundo del juego); ascender a través de superficies (otro guiño al énfasis del juego en el espacio vertical); fusionar objetos (colocar una “fruta de hielo” en una flecha, soltar la flecha y observar al enemigo congelarse en el lugar); y construir artilugios mecánicos con el “ultrahand” de Link (Link puede crear puentes, vehículos impulsados por baterías y más).). TotK enciende el motor físico de OTW—el complejo sistema del juego para manejar el movimiento y la colisión de objetos, la propagación del fuego, el flujo de agua, etc., en una plataforma para la invención del jugador..
Esta invención del jugador opera en la línea del imperativo moderno de someter el mundo natural por el bien de la civilización. Es una versión más amable de la lógica capitalista y colonial, una visión de dominio que quiere rescatar la emoción de la invención de historias de conquista y explotación violentas. No es que la violencia desaparezca, sino que se desplaza hacia criaturas enemigas que recuerdan a los orcos de JRR Tolkien. Expulsa la oscuridad, difunde la luz, haz que el mundo vuelva a ser bueno. Es difícil evitar la conclusión de que ese diseño de juego es ideológico en el sentido más estricto: una programación y un juego a partir de la extracción de recursos que reproduce el status quo. Académicos como Nick Dyer-Witheford, Claus Pías, y McKenzie Wark han descrito los orígenes de los videojuegos en el complejo militar-industrial, el grado en que los juegos de acción en particular derivan la jugabilidad de, por ejemplo, la investigación de armas (apuntar a los enemigos) y la logística (optimizar los caminos del punto A al punto B). Porque deberia zelda ser diferente?
Si la construcción de mundos es alquimia planetaria, es porque estas prácticas imaginativas y representativas atestiguan el hecho de que ya hemos rehecho el planeta y la esperanza de que aún podamos transfigurarlo para mejor..
Los videojuegos son, por definición, abstracciones. No sólo hacen abstracción del mundo real sino que también operan en un reino perfecto de números. Quizás sea inevitable, entonces, que Lágrimas del Reino no tiene en cuenta las violencias históricas ejercidas contra el planeta y sus habitantes. Por otro lado, hay ejemplos de juegos, como Muerte varada, Final Fantasy VII, y Terra Nil que tratan directamente con la crisis ambiental. Te permiten vagar por las ruinas de la civilización, luchar contra las corporaciones contaminadoras o restaurar la biosfera. Incluso en estos casos, la abstracción reduce el planeta a variables manejables. Pero ¿es esta abstracción necesariamente un problema? En jugando a la naturaleza, Alenda Y. Chang sostiene que los juegos “aprovechan posibilidades únicas que permiten que información a menudo abstracta y amenazas distantes de calamidad ecológica tomen forma muy real e incluso operable”. Son “un lugar donde lo natural y lo digital chocan y provocan un reexamen cuidadoso de nuestras suposiciones sobre la naturaleza, el realismo y lo virtual”..”
Realismo no es la primera palabra que me viene a la mente al jugar TotK, pero el juego tiene su propia versión de realismo como forma de representar los asuntos planetarios. No es un realismo referencial; no implica una correspondencia directa entre la crisis ecológica del mundo real y los patios de recreo digitales. En cambio, TotK te permite deslizarte, bucear, hacer espeleología y caminar por un planeta virtual. Te permite Jugar a través del archivo planetario. Al hacerlo, sugiere los placeres de pensar a escala planetaria..
La crítica literaria podría tener algo importante que decir sobre nuestros problemas planetarios, según el estudio de Pinkus. Subsuperficie, por su atención a la forma. Pinkus escribe: “Mi atención aquí se centra más bien en la estructura y la forma, ya que podrían ofrecernos vislumbres del subsuelo que están moldeadas (¿distorsionadas?) por nuestros propios deseos de ver y no ver, de confrontar la geología o justificar nuestras propias posiciones”. No hace falta ficción climática o descripciones directas del futuro de la sociedad en un mundo en calentamiento para tener en cuenta la crisis planetaria. También podemos considerar cómo la misma manera en que contamos historias contribuye a la violencia extractiva. ¿Cómo podría el placer que sentimos con los cuentos populares de aventuras sobre la recuperación de tesoros enterrados o el descubrimiento de reinos ocultos hablar de una pasión más general por tratar la Tierra como un almacén de delicias humanas? ¿Y cómo tales delicias traicionan nuestra voluntad de dominio, nuestro deseo de dominar el planeta??
Pero centrarse en la forma y la estructura no es sólo una cuestión de crítica ideológica, de ceguera y perspicacia, sino que también abre algo así como un término medio excluido –el reino de la ambigüedad– en nuestras reflexiones planetarias. Pinkus escribe,
Las lecturas literarias, entonces, pueden abrir el subsuelo más allá del binario del simple dominio (podemos controlarlo) o la renunciación (no podemos hacer nada allí), más allá de los extremos de la explotación (lo que hacemos allí no tuvo efecto aquí arriba, por lo que todo las actividades son un juego limpio) y la conservación (déjenlo en paz). Las narrativas y el lenguaje se mueven entre el subsuelo y la superficie, revelando a veces grietas, derivas y aperturas inesperadas. La geognosia está ligada a certezas (y a veces se deshace por incertidumbres).)
Excavar en la Tierra –llegar a conocer la Tierra (“geognosia”)– no significa escapar del lenguaje. Más bien, requiere el tipo de lectura que uno hace con la literatura o como crítico literario: la lectura como un proceso reflexivo, en el que el significado del texto es el proceso mismo de producir significado, en el que el lenguaje aparece como un agente por derecho propio..
Pinkus lee de una manera complicada, incluso involucionada. No examina el terreno literario y geológico sino que profundiza en las complejidades y ambigüedades que fácilmente se pasan por alto en la prisa por abordar la crisis planetaria. Por ejemplo, es bastante fácil condenar la extracción de petróleo como violencia contra la Tierra, pero ¿qué pasa con las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono? ¿Esta forma artificial de secuestro de carbono alimenta la fantasía geológica del dominio planetario? ¿Exacerba inadvertidamente la crisis climática al reforzar el sueño de que la solución a nuestros males será una mayor inversión en poder corporativo sobre el planeta? Pinkus lee las complicidades entre posiciones y prácticas aparentemente opuestas, mostrando cómo comparten narrativas y tropos ideológicos, defendiéndose de la verdadera transformación repitiendo historias centenarias de penetración en la Tierra..
Gran parte de la crítica reciente se ha visto atrapada en una batalla entre forma y contenido, esteticismo y materialismo, apreciación y crítica; la dialéctica o diálogo entre forma y contenido se pierde en esta neblina polémica. Es esta dialéctica a la que Pinkus presta atención, de una manera que recuerda la de Paul de Man. Ceguera y perspicacia o Alegorías de la lectura. Los análisis y argumentos de Pinkus se basan en la incertidumbre; lee en busca de fisuras y grietas, que siempre son también aberturas, posibilidades vislumbradas. No es diferente a esos momentos en Lágrimas del Reino cuando resurges de las Profundidades, saliendo de la turbia penumbra roja para ver el sol infundiendo a las nubes una luz dorada, excepto que Subsuperficie Obliga nuestra atención a la cualidad ficticia del arriba y el abajo, al artificio y la fantasía involucrados en imaginar el paso limpio entre la superficie y las profundidades..
El tropo maestro de Pinkus es la alquimia. “Dado que la extracción es una historia sobre el conocimiento que ayuda al héroe/autor a transformar la materia básica en noble a través de un proceso difícil, la alquimia sigue siendo un referente importante”. La alquimia establece un conducto entre, por un lado, las prácticas premodernas que desdibujan la experimentación científica y la magia ritual y, por el otro, la modernidad, con su visión de un progreso tecnológico sin fin. La alquimia simultáneamente desconcierta la violencia extractiva y la traiciona, revelando que el sueño de obtener algo a cambio de nada, de energía sin un costo importante, es solo eso: fantasía, fábula, hocus pocus. El enfoque de Pinkus hacia la extracción es mesurado. Ella evita una versión estrictamente oposicionista de la crítica sin ignorar la violencia del capitalismo que arrasa el medio ambiente. En la alquimia, encuentra “una tercera vía entre el extractivismo tecnófilo y el conservacionismo fácil de quienes piden (simplemente) dejar los recursos en la tierra”..”
Pinkus gravita hacia la ambigüedad, los intermediarios excluidos, las terceras vías y los intermediarios de todo tipo. Esta tendencia presta Subsuperficie una cualidad elíptica; el libro se mueve en círculos fuera de lugar, dibujando los elementos estructurales de las narrativas a través de las cuales procesamos la Tierra solo para deshacerlos en el momento siguiente. Sin embargo, esta ruina tiene un sentido. Trastorna “una forma de leer como aplazamiento”, los tipos de narración e interpretación que fomentan “el deseo de mantener el subsuelo como un terreno para explorar y al mismo tiempo explotarlo en todo lo que vale”. Dudo que este enfoque satisfaga a los lectores que buscan una línea recta entre erudición y activismo. Como los personajes de Verne. Viaje al centro de la Tierra, Los lectores de Pinkus nunca llegarán al meollo de las cosas. En cambio, serán escupidos de este archivo terrenal, y sus fantasías de control planetario serán firmemente castigadas..
Subsuperficie es un antídoto bienvenido Lágrimas del Reino’s aventuras en geología virtual. El juego de Nintendo entrena a los jugadores para mirar debajo de cada roca, explorar cada cueva, mapear las profundidades, pero se basa en el estancamiento: Link puede atravesar paredes de roca para descubrir nuevas extensiones subterráneas, pero la transformación termina allí. Es como si todos los túneles, cavernas y fisuras de Hyrule estuvieran dispuestos para el consumo de Link. Porque, por supuesto, ellos eran. Están diseñados y elaborados con la atención precisa a la estructura de niveles de la que Nintendo se enorgullece desde el original. Super Mario Bros. (1985). No sorprende, entonces, la simetría espacial, de escala cosmológica, que ve los 120 santuarios (cajas de rompecabezas llenas de recompensas) en la superficie de Hyrule reflejados debajo por 120 raíces de luz (estructuras en forma de árbol que iluminan partes de las Profundidades cuando Link las activa).).
Hay una cuestión sencilla que destacar sobre la forma en que los juegos digitales oscurecen las condiciones materiales y ambientales que los hacen posibles. Pensemos en los residuos electrónicos que se acumulan en los vertederos y forman sus propias capas de tierra. Pero aquí también hay una dimensión ideológica en juego, un sueño de soberanía planetaria que los juegos de mundo abierto son particularmente adecuados para alimentar. El bucle del juego de TotK Implica mapear cada centímetro de suelo, recolectar recursos, poner esos recursos a trabajar contra enemigos y obstáculos, y fortalecer al personaje del jugador, todo con el fin último de vencer un antiguo mal. Es como si el juego creyera que la exploración y la manipulación ambiental podrían finalmente eliminar la última resistencia de un planeta a sus habitantes extralimitados..
Escribiendo nuestra extinción Insiste en la resistencia del universo físico al deseo humano. Whitmarsh presenta la extinción humana no sólo como el punto terminal de la civilización sino también como una perspectiva desde la cual reevaluar la política y la cultura contemporáneas..
Esta perspectiva no es simplemente producto de la crisis climática. Surge como la sombra de todo esfuerzo humano por dominar, reelaborar o excavar la Tierra. Es el corolario necesario del pensamiento a escala planetaria. Y eso se debe a que, a esa escala, pensar significa tener en cuenta el hecho de que los humanos no siempre han existido y que hay muchas posibilidades de que no existan dentro de un millón de años..
La ficción antropocena, el objeto central del estudio de Whitmarsh, indica la creciente conciencia desde la década de 1960 de una “metamorfosis planetaria puesta en marcha por la industria humana”. Si esta designación cubre un largo período para los académicos de humanidades, no es ni siquiera un punto en una línea de tiempo geológica. De hecho, no tiene mucho sentido afirmar una diferencia de tipo entre finales del siglo XX y las décadas anteriores sobre la base de una creciente conciencia planetaria. Dana Luciano y Elizabeth Carolyn Miller han señalado que ya en el siglo XIX, los científicos (especialmente los geólogos) y los escritores literarios estaban en sintonía con los cambios planetarios que estaba desatando la civilización humana..
Dicho esto, lo que distingue la ficción del Antropoceno y los análisis que Whitmarsh hace de ella es la importancia de los medios y la tecnología.. Escribiendo nuestra extinción es un libro sobre el circuito de retroalimentación entre los sistemas planetarios y la tecnología (no sólo satélites y perforaciones sino también tecnologías de la información y la comunicación) que penetra y revela la Tierra. Se podría decir sobre los escritos de Whitmarsh lo que dice sobre los escritos de Don DeLillo. Inframundo, que “logra una especie de realismo planetario. El texto negocia el barranco representacional entre la prosa narrativa y la geología implacable al reimaginar la geología como un archivo”. El planeta como archivo: algo que se puede leer, un objeto literario. De hecho, es este circuito entre lo tangible y lo cognitivo, entre signo y concepto, o afecto e idea, el que zelda, Pinkus y Whitmarsh tienen algo en común. Todos ellos están estableciendo tantos corredores geológicos de salto de escala desde la inmediatez de una figura o una persona en el terreno hasta el planeta en órbita, y viceversa..
la lectura de Inframundo es uno de los lugares donde Whitmarsh mejor negocia la dialéctica entre forma y contenido. Es un ejemplo en el que muestra cómo la forma de la novela no sólo refleja situaciones planetarias sino que ofrece la visión especial de la literatura. El contenido de Inframundo es importante (sus movimientos de tierra, vertederos y explosiones nucleares), pero es la reelaboración del realismo como modo literario lo que hace que valga la pena discutirlo.: Inframundo no sólo amplía la investigación realista de la modernidad, sino que la vuelve especulativa al incorporar la posibilidad de la extinción humana a la vida cotidiana del presente. Es un experimento narrativo cuya consecuencia última es que “los lectores se encuentran a sí mismos como agentes de la historia humana y natural, como una especie de cambio global y una especie ausente de la escena, prácticamente extinta”..”
Tres cuartas partes de Escribiendo nuestra extinción tiende hacia esta nota trágica. Los análisis de ficción de Reza Negarestani, Kim Stanley Robinson y Karen Tei Yamashita, entre otros, leen el planeta como un registro de la extinción humana, una porción vertical de tiempo que habla de la fragilidad de la vida. Sin embargo, lo trágico no es inútil. Como modo de narración, conmemora lo que se ha perdido y lo que se perderá: “Las ficciones de la geología especulativa subrayan la inmanencia de la extinción dentro de las narrativas del progreso histórico; la extinción se convierte, de hecho, en una condición de posibilidad narrativa. Tales ficciones comprometen, de una forma u otra, la legibilidad de la presencia de la humanidad en el planeta, ya sea a través de evidencia de existencia o anticipaciones de extinción..”
Whitmarsh no termina Escribiendo nuestra extinción en una nota trágica. En un sorprendente giro, dirige su mirada hacia la ficción especulativa negra que “rescata la raza como parte de estratos geológicos y genealógicos” y, al hacerlo, cultiva la esperanza social y política. Escritores, entre ellos Colson Whitehead, Jesmyn Ward y Octavia Butler, no sólo dan testimonio de las “poderosas conexiones entre la experiencia negra y la del planeta explotado”, sino que también dan testimonio de la inventiva que implica la supervivencia: la resistencia a la violencia racializada, como así como la lucha contra ella, ha supuesto el desarrollo de nuevas formas de vida comunitaria.
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“Una nueva vida para nosotros”: Zelda y el...
Por Marek Makowski
Recordando el énfasis de Whitmarsh en la verticalidad, se podría decir que si la vida negra fue aplastada contra la tierra, si fue enterrada una y otra vez por el supremacismo blanco, nunca dejó de construir sitios subterráneos de resistencia, terrenos de lucha, escape y liberación. Esto es lo que Whitmarsh llama la “visión inferior”: no la visión desde arriba sino la perspectiva de la lucha sobre el terreno o subterránea. Me pregunto que Lágrimas del Reino Sería como si las criaturas enemigas (los Bokoblins, los Moblins, los Octoroks) no fueran monstruos que eliminar de la superficie del planeta, sino el surgimiento de culturas oprimidas, el regreso revolucionario de los reprimidos.
He aquí otro tipo de alquimia: no la eliminación ideológica de la violencia extractiva y la explotación de recursos, sino la transformación del sufrimiento en libertad. Y todo queda escrito en el archivo planetario..
El planeta como archivo y el pensamiento planetario como una especie de alquimia: ¿y si tomáramos estas proposiciones de la manera más literal posible? Un enfoque así no excluiría lo figurativo, no aboliría los vuelos retóricos y narrativos de la producción literaria y cultural. En lugar de ello, excavaría sus locales terrenales; desenterraría las fantasías geológicas que imbuyen nuestra imaginación con escala planetaria.
La ciencia del sistema terrestre puede movilizar las capacidades técnicas de los satélites que orbitan la Tierra para medir la crisis planetaria. Pero las humanidades tienen a su disposición siglos, incluso milenios, de historias, sueños, imágenes y, sí, juegos que transmiten imaginarios planetarios: bocetos de lo que es nuestro planeta, cifras de lo que nos depara, de lo que nos promete, pero también fábulas de lo que el planeta puede llegar a ser aún, de los futuros que presagian sus temblores tectónicos y sus mares derretidos. Entonces, no sólo la acumulación sedimentada de la historia, sino también las semillas del futuro: ese es el planeta como archivo..
¿Y la alquimia? Esta es la crítica y la teoría como construcción del mundo a escala planetaria, entendiéndose, sin embargo, que funciona como Lágrimas del Reino no son simplemente materia prima sino que practican la crítica y la teoría a su manera. En este contexto, la construcción de mundos se refiere a la imaginación de entornos coherentes y sistemáticos en los que se pueden desarrollar historias, ejemplificados por el diseño de juegos y la escritura de ficción especulativa. Pero también se refiere a la historia de la Tierra, a los procesos geológicos a través de los cuales el planeta surgió y continúa cambiando, así como a nuestra capacidad de representar esa historia. Finalmente, si la construcción de mundos es alquimia planetaria, es porque estas prácticas imaginativas y representacionales atestiguan el hecho de que ya hemos rehecho el planeta y la esperanza de que aún podamos transfigurarlo para mejor..
A riesgo de repetirme, no representemos sólo el planeta que tenemos. En lugar de ello, imaginemos lo que el planeta puede llegar a ser aún, aunque no sin reconocer los límites materiales de nuestra condición terrestre.. icono
Este artículo fue encargado por Mateo Wolf-Meyer.
“La humanidad terrestre.
Una filosofía del Antropoceno” (2023)
Antonio Campillo
https://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/view/1496
https://acento.com.do/cultura/dialogo-filosofico-con-antonio-campillo-4-de-4-9393155.html
Introducción a la metafísica del Antropoceno
¿Qué es este antropoide dotado de un poder tan aniquilador? Para comprender la novedad radical de nuestro tiempo, hay que ir más allá de la antropología y acoger la irrupción metafísica.
Una pieza de doctrina de Jean Vioulac.
https://legrandcontinent.eu/es/2023/05/21/introduccion-a-la-metafisica-del-antropoceno/
Capitalismo, Antropoceno y destrucción del mundo
MARCELO COLUSSI
Se necesita un cambio radical de paradigmas que el mismo sistema capitalista no solo no quiere sino que, básicamente, no puede ofrecer
Texto completo en: https://www.lahaine.org/mm_ss_mundo.php/capitalismo-antropoceno-y-destruccion-del
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