"La risa cura, es la obra social más barata y efectiva del mundo".
Robert Musil
Volver a leer a Musil veinte años después, es un relajante repaso a la historia de finales del siglo XIX y la primera veinte del siglo XX, desde el espíritu irreal de la inconsciente idea de eternidad para la sangre azul hasta la consolidación del camino hacia su deterioro, con la gran fuerza poética que esa generación de escritores austriacos pobló la literatura, tales como Broch o Joseph Roth.

No olvidemos su novela anterior Las tribulaciones del estudiante Törless, una obra clásica de aprendizaje que podría ser el prefacio a esta monumental novela inacabada. El hombre sin atributos está escrita con estilo nuevo, lejos de romanticismos, un tanto amarga y presuntuosa, que se desliza entre las obsesiones y la exactitud matemática, colocando la realidad emocional al lado de la intelectual sin interrumpirse una a la otra y ambas pobladas de erótica y mística.
Mientras la leí, casi estoy seguro que el mundo se paró por segunda vez.
La corrupción es una mentalidad. El libre comercio se convirtió en la cima de la actividad humana en nombre de un espíritu libre, pero deja el espíritu libre en manos del libre comercio, lo cual provocó el derrumbamiento espiritual. El espíritu no se llena como un cántaro, sino que se apropia actuando.
Robert Musil y Johann Eduard ErdmannLos sabios normalmente prefieren hablar sobre la sabiduría en lugar de sobre la estupidez. En consecuencia, cuando el «discípulo de Hegel y profesor en la Universidad de Halle» Joh. Ed. Erdmann anuncia en 1866 su tema, éste es recibido con carcajadas. ¿Por qué? Una de las razones, tal como el propio Erdmann reconoce, podría ser que el tema de la estupidez nos recuerda nuestros propios defectos. Volvernos «sensatos» es un largo proceso: en la estupidez percibimos un poco «los sonidos de la antigua patria, que nos agradan como el dialecto patrio largamente no escuchado». De esta manera, nos reímos con cierta melancolía: así hemos sido también nosotros mismos, o «esto pudo habernos pasado de niños». Y al mismo tiempo encontramos placer en las estupideces, porque ellas son la prueba directa de que hemos abandonado ese estadio. Pero la estupidez también puede enfadarnos. Al ser precisamente la expresión de la ignorancia y la inmadurez, despierta impaciencia en aquellos que tienen una completa y libre disposición sobre su capacidad de juicio. De hecho, determinadas formas de estupidez, en tanto que no están al servicio de la superioridad y del juicio de los «poderosos» (Musil), ya no se experimentan como divertidas, sino como expresión de insolencia, impertinencia, grosería, etc. Los propios estúpidos se encuentran indefensos, y a menudo son objeto de todo tipo de groserías. Musil escribe que «su evidente falta de resistencia excita ferozmente la imaginación como el olor de la sangre el deseo de caza». ¿De dónde proviene esa irritación, esa impaciencia y esa «crueldad enfermiza»? ¿Es quizá que el «poderoso» ya no está tan seguro de su superioridad? ¿No se sentirá el «poderoso», ese que está seguro de la verdad y de su capacidad para encontrarla en todas las circunstancias, amenazado por la estupidez? No puede ser casualidad que toda la gran literatura haya sentido siempre una fascinación especial por lo grotesco, lo idiota o lo estúpido en el sentido más extremo de la palabra. Cervantes, Hölderlin, Flaubert, Thomas Mann, Proust. ¿Por qué? ¿Por qué fascina la estupidez? Quizás sea porque ella es más que una simple etapa en el desarrollo del pensamiento, y lo amenaza siempre desde dentro.

Robert Musil:
El sastre (1923)
El sastre (1923)
I
No creo que haya sido un sastre.
Ante el juez, dijo: "quiero ir a la cárcel, señor, en ninguna otra parte me siento mejor. Mi madre ha muerto, perdí a mis amigos; ah, nunca fui tan agresivo con mi madre como debería haber sido. ¿Qué valor tiene la vida? Téngame lástima. Téngame lástima, señor Juez, enciérreme para siempre. Si lo hace, yo sería feliz; allí podría trabajar como sastre, no necesitaré salir al mundo. El juez, sin embargo, no se conmovió: lo sentenció a una semana de arresto.
El condenado protestó pidiendo la revisión de su proceso, porque la sentencia le parecía demasiado breve.
El juez le informó que la revisión de un sentencia demasiado breve era cosa del fiscal; pero el fiscal no tenía ganas.
II
Creo que poco después rodaba una bomba enorme, una bomba más grande que yo, por la avenida del 12 de septiembre. Quería dinamitar a mi tiempo. Un policía me detuvo y revisó la bomba. Le dije: "necesito dinamitar a mi tiempo, porque no me sigue, oficial, estas son mis obras. La bomba me parecía en este momento tan grande como los rollos enormes de papel que se descargan frente a las enormes imprentas de los periódicos. "Ah. usted trabaja en un periódico", dijo el policía, "no, la prensa no necesita ningún permiso"

III
Mi bomba rodaba con una envidiable precisión rumbo a la rampa puerta del Parlamento, después entró a la gran sala donde; si se anuncia una revolución, se congregan una multitud de guardianes del orden. Me permitieron encenderla, pero no explotó porque arriba seguían hablando. Y cuando grité "¡veinte años después de mi muerte será una verdadera bomba!", una nube de policías se lanzó sobre mí. Me defendí con un instrumento que llevaba conmigo. Creo que se llama taladro torácico, una suerte de perforador que se aplica contra el pecho. Tiene una manivela y puede traspasar bloques de acero. Se lo puse a un policía entre el segundo y el tercer botón de su uniforme. El oficial comenzó a ponerse pálido. En ese momento los otros me cayeron encima, trataban de sujetarme los brazos y; aunque no les resultó fácil, poco después ya no podía moverme. Así me aprehendieron.
IV
¡Señor Juez, dije!
Señor juez, yo he aprendido y estudiado muchas cosas, porque quena ser escritor y conocer mi tiempo, no sólo... Sí, me defendí cínicamente; pero el juez que ya me conocía sonrió preguntando:
—¿Ha ganado dinero?
—¡Nunca, dije, está prohibido!
"Usted está acusado, porque no ha hecho dinero", dijo el juez.
Desde entonces estoy en la cárcel.
V
Le falta la glándula monetaria, dijeron los especialistas, por ese motivo no tiene una regulación moral, por eso se convierte en un individuo irascible si se le trata mal. Además, sufre de una aguda distracción, no puede retener lo que otros han repetido cien veces. busca siempre nuevas ideas. El dictamen de los especialistas en literatura fue peor. En suma: soy un mediocre a quien no se le conmutó la sentencia.
Desde que estoy aquí vivo en un sueño del orden. Nadie crítica mi conducta desmedida. Al contrario, entre los presidiarios soy una persona encantadora, mi inteligencia es extraordinaria. Soy una autoridad literaria, escribo las cartas de los vigilantes. Todo el mundo me admira. Yo, que en el mundo de los justos era un mediocre, en el de los injustos soy un verdadero genio moral, un intelectual de altos vuelos. No hago nada por dinero, sino por alabanza y autoadmiración. Trabajo otra vez como sastre. Ah, la vida espléndida del trabajo, mi alma es una aguja finísima, vuela horas enteras, entra y sale por semanas, zumba como una abeja diligente. Y en mi cabeza hay tan poco como adentro de una tumba, y las abejas zumban.
VI
Si alguien quiere demostrarme que todo esto es una mentira, que nunca he sido un sastre mediocre y que no vivo en la cárcel, entonces yo le rogaría al presidente de la República que me asignara un lugar de honor en el manicomio.
Ahí, uno también se siente a gusto.
Ahí, nadie se sorprendería de que yo haga las cosas porque me gustan. Sí, al contrario, ahí, en el manicomio, todos estarían dispuestos a quitarme los obstáculos del camino.
"El Joven Törless" (1966), de Volker Schlöndorf.

Diarios (fragmento)

El hombre del siglo
El hombre sin atributos (fragmento)
" Si ejecución de sueños ancestrales es poder volar con los pájaros y navegar con los peces, penetrar como la broca en los cuerpos de montañas gigantes, enviar mensajes a velocidades divinas, divisar lo invisible y percibir lo remoto, oir hablar a los muertos, anegarse en salutíferos sueños milagrosos,


Hermann Broch: Adiós a Musil (1942)
Hay que decir adiós a quien siempre se despidió, porque Robert Musil se pasó la vida despidiéndose. Nunca lo hizo de un modo sentimental, apenas dolorosamente; se despedía siempre con la exactitud de un cronista que atrapa el pasado, porque quiere la realidad presente, el germen del futuro.

Robert Musil escribió la autobiografía de su juventud, su Werther, en el espléndido relato sobre Las tribulaciones del joven Törless. Era un adiós retrospectivo a su propia adolescencia y, por otro lado, el adiós a un mundo que nadie volvería a vivir, quiero decir: al espacio especifico de la vida austriaca, a lo que con razón se ha llamado la cultura autriacta, algo que estaba condenado a muerte. El libro apareció poco antes de la primera guerra mundial; su recuerdo del pasado fue una necrología profética.





ARTÍCULO
Las tribulaciones del estudiante Törless (fragmento)
" Y cuando en ciertas ocasiones veía con cuánta seriedad los dos amigos tomaban estas cosas, sentía que algo fallaba en su propio entendimiento. Se habría burlado alegremente de ellos; pero tenía miedo de que detrás de los fantásticos manejos de los amigos pudiera esconderse algo más verdadero de lo que él era capaz de ver. En cierto modo, se sentía desgarrado entre dos mundos: uno burgués, sólido, en el que todo estaba regulado y se desarrollaba razonablemente, como era el mundo de su hogar; y otro mundo fantástico, lleno de aventuras, tinieblas, misterio, sangre e impensadas sorpresas. Uno parecía excluir al otro. La sonrisa gustosa que habría mantenido gustoso entre los labios y un estremecimiento que le corría por las espaldas se entrecruzaban. Vislumbraba ciertas cosas...
Anhelaba sentir por fin algo concreto en su interior; necesidades definidas que establecieran una clara distinción entre el bien y el mal, entre lo útil y lo inútil; anhelaba una capacidad de elección aun cuando pudiera equivocarse; es decir, prefería en cualquier caso equivocarse a ir por el mundo sólo con la sensibilidad a flor de piel.
Cuando entró en la pieza, tornó a asaltarlo ese desacuerdo interior, como ocurría siempre en aquel lugar.
Reiting se había puesto a contar su historia.
Anhelaba sentir por fin algo concreto en su interior; necesidades definidas que establecieran una clara distinción entre el bien y el mal, entre lo útil y lo inútil; anhelaba una capacidad de elección aun cuando pudiera equivocarse; es decir, prefería en cualquier caso equivocarse a ir por el mundo sólo con la sensibilidad a flor de piel.
Cuando entró en la pieza, tornó a asaltarlo ese desacuerdo interior, como ocurría siempre en aquel lugar.
Reiting se había puesto a contar su historia.

Metáfora como extratemporal
Momento de Robert Musil y Marcel Proust: Ensayo
- Genese Grill
Musil
El hombre sin atributos
y el filisteo burgués
El hombre sin atributos
y el filisteo burgués
Annunziata Rossi
Tres mujeres (fragmento)
" En estos sueños Tonka era siempre grande como el amor y ya no la pequeña y débil dependienta que era en realidad, pero, por otra parte, cada vez tenía otro aspecto distinto. A veces era su propia hermana menor que no había existido nunca y muchas veces no era más que el crujido de sayas, el sonido y tono de otra voz, el movimiento más extraño y sorprendente, toda la tentación delirante de las aventuras desconocidas que, de un modo que sólo existe en los sueños, provenían del conocimiento íntimo de su nombre y que ofrecían un fácil contento de posesión ya en el momento en que aún eran la mera ansia de lo que quedaba por lograr. Con estas dobles imágenes surgían en él un afecto, al parecer sin vínculos y todavía insubstancial y una ternura sobrenatural, pero no se podía decir si en estas visiones querían separarse de Tonka o bien unirse a ella. Cuando meditaba sobre esto, adivinaba que esa misteriosa capacidad de transferencia e independencia del amor tenían que mostrarse también cuando estaba despierto. La persona amada no es el origen de los sentimientos aparentemente provocados por ella, sino que éstos se colocan tras ella como una luz; pero mientras en los sueños existe aún una sutil hendidura por la que el amor se destaca de la amada, esta hendidura desaparece cuando estamos despiertos, como si sólo fuéramos las víctimas de un juego con dobles y se nos obligara a tener por maravillosa a una persona que no lo es en absoluto. No puedo decidirme a colocar la luz detrás de Tonka. "

El ensayismo en la novela El hombre sin atributos de Robert Musil
Dra. Graciela Wamba Gaviña
La novela filosófica
a propósito de El hombre sin atributos
de Robert Musil
Mauro JIMÉNEZ
Definiciones
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Alma: pequeño capital de amor, siendo éste sentimiento una metamorfosis del pensamiento y de los sentidos. En las entrañas del alma hay la necesidad de adorar y de ser adorado. Tal es el origen del harén. El alma no es una protección contra los sentidos, lo es su eco.
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Raciocinio: cólico de todas las circunvoluciones cerebrales. Plantea que la razón debilita el gran pasado y lo reduce a liberalismo.
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Estado: hotel con derecho a pedir cortesía. El Estado da dinero para cualquier tontería, pero no para resolver importantes problemas morales. Lo considera también como el poder de prevalecer en la lucha entre los pueblos.
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Función pública: unidad religiosa del rendimiento humano.
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Europa: espíritu de nacionalismo con una ola de persecución judía.
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Los filósofos: opresores sin ejército, someten al mundo porque lo cierran en un sistema.
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Exigencia: lo que no encaja en una verdad ni es una subjetividad.
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Dinero: potencia extraordinariamente exigente. Tenerlo es una responsabilidad. Lo define también como una potencia espiritual.
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Humanidad: inseguridad jurídica.
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Activista: busca modos de cambiar las cosas.
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Educación: introducción a un sistema de espíritu.
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Ciencia: acrobacia cerebral. Es amoral.
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Música: fuerza motriz interior. Considera que es vértigo.
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Nacionalismo: invento de los proveedores militares.
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Comunidad: ley interior, la de los amos. (Lo cual es una referencia a lo que Hegel plantea en su obra “Fenomenología del espíritu”).
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Democracia: estado anímico de lo que se puede hacer así o de otra manera.
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Bolchevismo: nueva religiosidad.
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Rafael Argullol - sobre "L'home sense qualitats", de Robert Musil
Intelectualismo: expresión o el instrumento de una vida que se ha secado.
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Amor: deseo de proximidad y un intento de hacerse con algo. ¿Existe el amor?. Sí, pero es algo excepcional. Se puede amar a Dios y al mundo, porque no es necesario amar a una persona, pero si se hace, lo corporal atrae hacia sí a todo el mundo. Lo que siente cada uno es el desdoblamiento de la propia persona en la naturaleza contraria. Uno puede enamorase sin deseo alguno, es posible el amor en sombras, sin convicción moral ni una apetencia sexual. Lo cual es el enamoramiento como tal. Se ama a una persona irreal, no a quien creemos amar. El amor es una máquina para hacer coincidir. Tiene el bendito efecto de cegar. El amor materno es un amor de mono, es de antemano. Amar al enemigo es un resto de la antropofagia mágica-religiosa. Amar no es tan fácil como hace creer la naturaleza. El sentimiento es lo de menos en el amor, siendo esto la esencia del mundo, en el cual hay dos estados, el amor y la violencia, ambos mantienen al mundo en movimiento. El amor no es un sentimiento, es un éxtasis.


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LA ESCRITURA IMBRICADA DE ROBERT MUSIL:
HISTORIA, POLÍTICA Y MÍSTICA EN EL HOMBRE SIN ATRIBUTOS
MARIO CÉSAR ISLAS FLORES

Robert Musil, ¿dónde estás?
Bibliografía
“Entonces no habrá ya diferencia entre el sol y una cerilla,
como tampoco la habrá entre la boca
y el otro extremo del aparato digestivo.”
como tampoco la habrá entre la boca
y el otro extremo del aparato digestivo.”
Robert Musil,
El hombre sin atributos