Versos y ortigas de Julio Llamazares
Con la primera palabra nace el miedo y, con el miedo se incendia la hojarasca del conocimiento y del olvido.(La lentitud de los bueyes)



Leer poesía nos hace más optimistas, viendo que otros mundos son posibles, de la mano de aquellos que atrapan con las palabras, el limo real de la importancia de vivirlos.
Nacimos en tardes de cigüeñas y tuvimos sonrisas aestrenar cada domingo (en época de paz, un hijoes algo así como un justificante de un tiempo no perdido)Nacimos en tardes de cigüeñas con dos silencios largosen los ojos....
(...los inicios)
"Inútil es volver a los lugares olvidados y perdidos, a los paisajes y símbolos sin dueño.No hay allí ya liturgias milenarias. Ni aceite fermentado en ánforas de barro.Los ancianos han muerto. Los animales vagan bajo la lluvia negra.
No hay allí sino la lenta elipsis del río de los muertos,la mansedumbre helada del muérdago cortado, de los paisajes abrasados por el tiempo".
(...memoria de la nieve)Tu infancia espera bajo los árboles que plantaste pararecordarla un día.Por las mañanas se abre como una flor.
(...las ortigas)

Versos y textos que amainan la velocidad de nuestras tempestades.
Han pasado quince años desde entonces. Quince años de silencio y de nostalgia. Quince años marcados por el signo de la resignación y el éxodo. Como un pueblo maldito, arrojado de la tierra donde durante siglos vivieran sus abuelos y sus padres, aquellos campesinos montañeses tomaron el camino que habría de llevarlos a lejanas ciudades, desconocidas muchas veces, donde poder fundar un nuevo hogar y encontrar un nuevo puesto de trabajo: ajena a sus temores y problemas, la vida seguía rodando normalmente. Lo que ya nunca podrían encontrar sería aquella paz rural perdida y el remedio a una nostalgia que, lejos de extinguirse con los años, se acentúa y agranda..
Del aforismo a la ficción: la memoria en Julio Llamazares
Silvia Cárcamo
Profesora Adjunta de la Facultad de Letras
Universidad Federal de Rio de Janeiro
arcuri@unisys.com.br
Universidad Federal de Rio de Janeiro
arcuri@unisys.com.br
En febrero de 2004 [1], Julio Llamazares y Juan Cruz se reunieron en la Complutense de Madrid para exponer, en diálogo amigable, sus ideas acerca de la memoria. De las numerosas sentencias del primero referidas al tema del debate, retenemos algunas: “Lo único que yo he hecho es escarbar en mi memoria para contar a partir de ella.” (p. 4); “La memoria es una forma de ficción.” (p. 8); “La memoria se crea y se transforma constantemente, como la imaginación.” (p. 9); “Los recuerdos son esos vegetales que se hunden en las arenas movedizas, se pudren y con el tiempo se convierten en carbón y ese carbón es la literatura.” (p. 16); “En este país se ha mirado hacia otro lado por no mirar hacia atrás.” (p. 18); “Lo peor que le puede pasar al escritor es perder la memoria.” (p. 20); “La memoria es la potencia más revolucionaria que existe.” (p. 21); “Hay una especie como de desprestigio de la memoria. La memoria queda en manos de los viejos y a los viejos no les escucha nadie.” (p. 23) “Esta es una sociedad con una memoria inmediata agraria y rural, que está desapareciendo, pero de la que venimos en parte y de la que aborrecemos.” (p. 29)
Sin duda la reflexión sobre los mecanismos de la memoria constituye la verdadera preocupación de Escenas del cine mudo. Mostrar, por ejemplo, cómo la fotografía lleva a lo que quedó fuera de ella, transportando al sujeto rememorante a otras imágenes no registradas más que por el recuerdo; o descubrir la manera en que interviene la asociación en ese proceso. Pero es válido preguntarse también qué mundo es aquel rememorado ya que no se trata de un ensayo sobre la identidad y la memoria, sino de una novela que se propone revivir las experiencias más marcantes de la infancia y adolescencia por medio de la narración. En primer lugar, es necesario destacar el escaso espesor histórico de ese mundo. Podemos suponer que en el plano personal no hubiera demasiado para recordar de los años sesenta del franquismo, que es el tiempo del relato, en un lugar aislado de la provincia de León. La dimensión autorreflexiva se esfuerza precisamente por encontrar una teoría para esta forma singular de “presentificar” ese mundo, teoría que incluye una afirmación como la que sigue: “las fotografías más verdaderas, las más auténticas, son aquellas que reflejan escenas sin importancia o momentos de la vida intrascendentes” [6]. Ese aforismo entra en consonancia con la observación expresada un poco antes, según la cual las escenas son interpretadas desde un recuerdo poco confiable: “los recuerdos, como las fotografías, van perdiendo poco a poco los colores con el tiempo (la memoria es una cámara que difumina el color)”[7].4

Otra dimensión de la memoria es la desarrollada en Luna de lobos, la novela que se detiene en una etapa traumática de la historia española contemporánea. Aunque José María Izquierdo [8] haya detectado en esa novela una visión neorromántica, la memoria dibuja en ella un sentido político muy bien delineado al centrarse en la figura de los maquis o guerrilleros antifranquistas que siguieron actuando después de la derrota republicana. Si nos atenemos únicamente al plano del contenido, se puede concluir, como lo hace Izquierdo, que no hay planteos de carácter ideológico ni se pone en cuestión el análisis político de lo que significó la resistencia antifranquista. Creemos que una novela que gira en torno a una figura solitaria y acorralada, reducida a las necesidades más básicas de sobrevivencia, difícilmente podría conciliarse con contenidos de discusión ideológica.
Imágenes similares son las que reencontramos en La lluvia amarilla donde se reitera idéntica situación de soledad de un personaje enfrentado a las políticas del olvido. Sin embargo, la novela de 1988 presenta otras preocupaciones con relación a la memoria. La lluvia amarilla nos introduce en la problemática de la defensa de la memoria regional, que ha sido siempre un asunto presente en la agenda de los debates de la España moderna, y en la cuestión de la preservación ecológica, una nueva causa en la posmodernidad. El novelista parece volver a las razones esgrimidas por el poeta T.S. Eliot, quien en uno de los ensayos de Notas para la definición de la cultura defendía las singularidades regionales argumentando que “una cultura mundial que sea simplemente uniforme no será cultura en absoluto” [10].

Néstor García Canclini [13], otro crítico de la contemporaneidad en el área de los estudios culturales, observó que frente a la tensión de las nuevas relaciones entre las culturas locales y la globalización, los artistas manifiestan en el cine y en la literatura una sensibilidad especial frente a las tradiciones regionales. La memoria compromete en este caso a la ética de las políticas de la memoria y de la identidad como forma de contrarrestar la fuga hacia el futuro impuesta por la tecnología, como constantamos en La lluvia amarilla y en las crónicas de Llamazares reunidas en Nadie escucha.
En La lluvia amarilla, el protagonista paga con la muerte en soledad el apego al pasado y a la tierra. Ya hacia el final leemos:
Pero yo, Andrés de Casa Sosas, el último de Ainielle, ni estoy loco ni me siento condenado, salvo que sea estar loco haber permanecido fiel hasta la muerte a mi memoria y a mi casa, salvo que pueda realmente considerarse una condena el olvido en el que ellos mismos me han tenido. Si he cavado mi tumba ha sido simplemente para evitar ser enterrado lejos de mi mujer y de mi hija [14]
Al comienzo de nuestro trabajo dijimos que nos proponíamos identificar la multiplicidad de perspectivas desde las que Llamazares concebía la memoria. Por la lectura de Luna de Lobos, La lluvia amarilla y Escenas del cine mudo, comprobamos cómo los intereses del novelista se orientaban tanto hacia la indagación de la infancia y adolescencia desde la forma autobiográfica (Escenas del cine mudo), cómo se detenían más bien en la desaparición de las culturas regionales (La lluvia amarilla) o señalaban preferentemente las políticas del olvido de la historia nacional en la España de la postransición (Luna de lobos). Si ahora volviéramos a los aforismos que identificamos al comienzo de nuestro texto, se revelaría fácilmente la relación entre esas sentencias y el tratamiento de la memoria en la ficción de Llamazares. Uno de esos aforismos, el más bello sin duda, tal vez los incluya a todos y sea el más acertado para expresar el secreto y hondo vínculo entre memoria y literatura: “Los recuerdos son esos vegetales que se hunden en las arenas movedizas, se pudren y con el tiempo se convierten en carbón y ese carbón es la literatura.”
Notas
[1] Juan Cruz y Julio Llamazares, 2004. Foro Complutense General UCM. http://www.fundacionucm.es .
[2] Santos Alonso, “La renovación del realismo”, Insula, núm. 572-573, ag. sep. 1994, p. 14.
[3] Ibidem, p. 14.
[4] En el mencionado Foro, el autor leyó un texto escrito en 1994, también presentado ese año en la Complutense. Llamazares declaraba que “cualquiera debería ya saber a estas alturas que una novela siempre es autobiográfica, independientemente de lo que trate. La literatura refleja siempre la vida y, aunque uno escriba de cosas aparentemente ajenas o distantes en el tiempo o sitúe sus novelas en escenarios lejanos o simplemente ficticios, acabará reflejados en ellas, (...), p. 6
[5] Julio Llamazares. Escenas del cine mudo. Barcelona, Seix-Barral, 1994, p. 9
[6] Ibidem, p. 129
[7] Ibidem, p. 124
[8] José María Izquierdo. “Julio Llamazares: un discurso neorromántico en la narrativa española de los ochenta”, Iberomania, Tübingen, Alemania, núm. 1, 1995, pp. 55-67.
[9] Miguel Manrique. “Julio Llamazares: Luna de Lobos”. Cuadernos hispanoamericanos, núm. 438, dic, 1986, pp. 164-165.
[10] T.S. Eliot. Notas para una definición de la cultura. Barcelona, Bruguera, 1984, p. 90
[11] Julio Llamazares. “Mi visión de la realidad es poética” (Entrevista de Yolanda Delgado Batista) Espéculo. http://www.ucm/info/especulo/numero12/llamazar.html
[12] Andreas Huyssen.. En busca del futuro perdido. México, Fondo de Cultura Económica, 2002
[13] Néstor García Canclini. Consumidores e cidadãos. Rio de Janeiro, Editora da UFRJ, 1999.
[14] Julio Llamazares. La lluvia amarilla. 4 ed. Barcelona, Seix-Barral, 2004, p. 131
[15] Gaston Bachelard. La terre et les rêveries du repos. Paris, José Corti, 1948, p. 4
[16] Nicolás Miñambres. “La lluvia amarilla, de Julio Llamazares: el dramatismo lírico y simbólico del mundo rural”, Insula, núm. 502, oct. 1998, p. 20
[17] Dice del “amarillo” que “Entre las colores se tiene por la más infelice, por ser la de la muerte, y de la larga y peligrosa enfermedad y la color de los enamorados.” Sebastián de Covarrubias. Tesoro de la lengua castellana o española. Según la impresión de 1611. Barcelona, ed. Martín de Riquer, 1943, p. 110. García Márquez hizo célebre ese artículo al comentarlo en el texto incluido como “Prólogo” enClave.Diccionario de uso del español actual.
[18] Gilbert Durand “Los mitos y símbolos de la intimidad en el siglo XIX”, en ———. De la mitocrítica al mitoanálisis. Barcelona, Anthropos, 1993.
© Silvia Cárcamo 2006
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
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paisajes y símbolos sin dueño. No hay allí ya liturgias
milenarias. Ni aceite fermentado en ánforas de barro.
Julio Llamazares nació en Vegamián (León) en 1955. Su obra abarca prácticamente todos los registros literarios, desde la poesía, La lentitud de los bueyes (1979) y Memoria de la nieve (1982) a la literatura de viaje El río del olvido (1990), Trás-os-Montes(1998) y Cuaderno del Duero (1999), pasando por la novela Luna de lobos (1985), La lluvia amarilla (1988), Escenas de cine mudo(1994) y El cielo de Madrid (2005), la crónica El entierro de Genarín (1981), el relato corto En mitad de ninguna parte (1995) y el guión cinematográfico. Sus artículos periodísticos, que reflejan en todos sus términos las obsesiones propias de un narrador extraordinario, han sido recogidos en dos libros, En Babia (1991) y Nadie escucha (1995) y Entre perro y lobo (Alfaguara, 2008). Julio Llamazares regresa a la literatura de viaje con Las rosas de piedra, un recorrido sin precedentes por España a través de sus catedrales. Y ahora Versos y ortigas (poesía 1973-2008).



Bibliografía
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Cuentos de La isla del tesoro. Madrid: Alfaguara, 1994.
Elogio de la distancia: dos miradas a un territorio: una película de Felipe Vega y Julio Llamazares. Santiago de Compostela: Bren Entertaiment, 2009.
Eloxio da distancia [Videograbación] = Elogio de la distancia = Praise of the distance. La Coruña: Bren Entertaiment, 2008.
Julio Llamazares: memoria, poesía, símbolo. Zaragoza: Ibercaja: Dirección Provincial del Ministerio de Educación y Ciencia, 1992.
Julio Llamazares [Videograbación]: León: memoria de la nieve. Barcelona: Editrama: TVE, 2000.
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