lunes, 17 de octubre de 2022

Antihéroes


Configuración y tiempo del antihéroe

 “Hemos conquistado la realidad y perdido el sueño. Ya nadie se tiende bajo un árbol a contemplar el cielo a través de los dedos del pie”. 

Robert Musil. 

El hombre sin atributos.


Cada periodo de la historia ha dado origen a un héroe específico, a un hombre elevado, distinto, capaz de reunir las cualidades más excelsas y las virtudes más apreciadas de su época. Desde las leyendas hasta los medios masivos, estos seres especiales han dejado su estela como vestigio de tiempos memorables. Pero junto con ellos también anduvieron los otros, los hombres pequeños, los distintos y distantes de su era, los personajes de segunda línea: los antihéroes.

De acuerdo con las narraciones clásicas -o de ‘régimen narrativo fuerte’ según Mieke Bal-, héroe es, en general, función y cualidad del personaje; es decir, el protagonista elevado que lleva la acción de la historia, pero también es el ejecutor de las funciones signadas como heroicas. La confusión surge cuando se presenta el término antihéroe, que si bien se asocia con la figura del antagonista (el villano, quien se opone a lo pactado como heroico), también designa al personaje que cumple la función heroica protagónica, aún cuando difiera en apariencia y valores.

Esta segunda acepción es la que nos interesa, de modo que para zanjar cualquier confusión diremos que la diferencia fundamental entre ambos radica en su impostación ante la vida. Mientras el héroe no tiene fisuras ni contradicciones con respecto al espíritu que encarna, el antihéroe se basa en la contradicción, es un hombre con defectos y virtudes. El héroe, en cualquiera de sus manifestaciones, está muy lejos del hombre común porque encarna la metafísica de su tiempo, su ideología, sus valores. El antihéroe, en cambio, se desmarca de esta impronta al presentarse como un sujeto de a pie, disonante con su tiempo, diminuto en sus aspiraciones, y si acaso las tiene, inoperante, negado para alcanzar la meta de sus proyectos.

El antihéroe moderno es hijo espurio de la Ilustración, la misma que modeló al héroe bajo las consignas de libertad, igualdad y fraternidad, con las miras bien puestas en el futuro. Si la idea de modernidad es definida por la destrucción de los órdenes antiguos y por el triunfo de la racionalidad, objetiva e instrumental, se entenderá, pues, que el héroe moderno no necesite de la habilidad física para imponerse. Su mejor disparo es el argumento y su arma favorita el ingenio multiforme, mecánico e industrioso. Nos gustan los personajes de Verne para ilustrar este arquetipo: amos de la técnica, la ciencia y el saber, seres pragmáticos que surcan una vida desprovista de misterio en pos de unos ideales superiores que tienen al hombre como pieza central.

Sin embargo, en el seno de ese mismo vértigo, aparecen también los seres de la paradoja, distintos y distantes de la matriz arquetípica. En el caso del antihéroe moderno, sus fisuras de conducta, su pérdida de ejemplaridad moral, su ausencia de vocación colectiva y su incapacidad para asimilarse al curso de la historia , lo desmarcan definitivamente de cualquier heroísmo. “Athos, un borracho; Porthos, un idiota; Aramis, un hipócrita conspirador…”, dice el personaje de Liana Taillefer en El Club Dumas, de Arturo Pérez-Reverte, y su diagnóstico parece certero. Todo ha sido un tránsito lento pero seguro de lo divino a lo mundano.



Desde el héroe épico, en todas sus variaciones y con todo lo que implica ser la encarnación de unos ideales colectivos, pasando por el héroe del romanticismo, cuyo papel tiene que ver más con una actitud individual y de proceso personal, hasta el personaje realista de la segunda mitad del XIX, cargado de valores positivos y porfiando por dar cuenta de una sociedad que debe cambiar para mejor; en forma de pícaro, de caballero andante, de pirata o de científico alucinado, cada héroe ha sido la síntesis y el representante mayor del espíritu de su época. Los antihéroes, en cambio, han sido las Mafaldas de su tiempo, encargados de hacer evidente el daño colateral.

En algún punto la modernidad se desbordó a sí misma. Como señala Janet Wolf: “las narraciones de la modernidad describen la experiencia humana. Es una reacción a las complejidades de una existencia social que ha gastado sus premisas originales”[1]. Es el tiempo del antihéroe.

Desencanto irónico y escepticismo tragicómico

La crisis moderna es compleja y tiene muchas aristas, sin embargo, el aspecto que nos interesa reseñar aquí es aquél referido al sujeto, una crisis que según Jameson empezaría a fines de la década de 1950, cuando la consolidación del capitalismo coincide con la contabilidad de los últimos estragos causados por la aplicación fanática de los ideales modernos sobre el Estado- nación a manos de los nazis[2]. Es decir, cuando se hace evidente que el tren que viene de la felicidad trayendo el cambio histórico, nunca llegará; cuando el sueño de progreso de Prometeo se transforma en la pesadilla de Sísifo, de que todo es inútil. Solo así se entiende que desencanto, decadentismo, nihilismo y otras etiquetas afines se hayan instalado como diagnóstico de un tiempo vacío, desprovisto de trascendencia y metafísica.

Si Marx había propuesto dejar de interpretar el mundo para transformarlo, ahora se constata que tampoco eso es posible. Y si a Marx Prometeo le parecía el mayor santo de la historia, sus nietos podrían argumentar hoy que en verdad fue un tremendo papanatas que acabó con las entrañas devoradas por una causa sin sentido.



En la película Las invasiones bárbaras, de Denys Arcand, podemos encontrar un cuadro representativo de este contexto. Rémy es un profesor universitario irremediablemente abatido por el cáncer y próximo a la muerte. Antes de inyectarse una poción letal que lo prive de sus dolores físicos y lo libere del mundo, convoca a sus mejores amigos y con ellos hace un repaso de su existencia: “Hemos sido de todo. Separatistas, independentistas, soberanistas, asociacionistas. Primero fuimos existencialistas. Leíamos a Sartre y Camus. Luego fuimos anticolonialistas como Fanon. Luego leímos a Marcuse y fuimos marxistas. Marxistas-leninistas, Trotskistas, Maoístas. Luego cambiamos con Soljenitsyne. Fuimos estructuralistas, Situacionistas, Feministas, Deconstruccionistas. ¿Hay algún ‘ismo’ que no hayamos adorado? Ahora sólo somos una manga de cretinistas”.

Los antihéroes han leído a Sartre. Para ellos, la vida del hombre no está sujeta a determinismo alguno; el hombre es lo que proyecta ser, “la existencia precede a la esencia” y por tanto no es susceptible de ser explicada en referencia a una naturaleza humana dada. Cada individuo tiene que dar sentido a su vida, a su existencia y alcanzar este sentido es una constante lucha. Tanto los escritos de Sartre como los de Heidegger (ver su Carta sobre el humanismo, de 1947) y las sucesivas respuestas y polémicas promovidas, enfrentan una suerte de desencanto de la modernidad. Se trata de una época en que las respuestas llanas, directas y contundentes ya no son posibles porque no existe un norte a partir del cual estructurarlas, o porque existen muchos nortes que relativizan y revitalizan su entendimiento. Ya no existen las respuestas absolutas, solo flotan las preguntas.


Es la pérdida de la inocencia, la expulsión de la utopía moderna, ante lo cual sólo quedan dos caminos: aprender a vivir con el desencanto o construir otra utopía (efímera, digital, de consumo). He aquí la respuesta al planteamiento de Husserl en 1935, cuando tenía el pálpito de que las cosas en Europa acabarían muy mal. Si Husserl había propuesto “un heroísmo de la razón”[3], tras la guerra la respuesta será un heroísmo del hombre, porque ya vimos que la razón no es de fiar.

Como bien señala Birnbaum: “Este desencanto de la modernidad constituye una nueva actitud. Exige un heroísmo distinto, el cual, aunque inspirado en sus formas probadas –heroísmo de la eficiencia, heroísmo de la fuerza moral, heroísmo estético-, está por inventarse aún”[4].

Se trata de vivir la vida humanamente, humanizadoramente, lo que significa huir del ‘aburrimiento’, huida que era para Nietzsche la madre de todas las artes. Por eso, como sugiere Claudio Magris, cada vez más las artes, sensibles tanto a la  ambigüedad como a la relatividad de las cosas humanas, abandonan cualquier forma de aspiración a lo absoluto y a la universalidad[5]. Y si aspiran a ella (a la universalidad) lo hacen desde lo singular, desde la contrariedad y los conflictos que viven los personajes de su universo narrativo.

Frente a la norma y el canon destaca la excepción, el deshecho, lo marginal. Se trata de un tiempo y unos personajes que no entienden la vida como una obra sublime, ni pretenden hacer de la existencia un cuadro bellísimo, sino que hilvanan historias de vida singulares para ser capaces de contarnos mejor quiénes somos.

En El desierto rojo, de Michelangelo Antonioni, Mónica Vitti interpreta a Giuliana, una mujer descentrada, desenfocada, inadaptada e inadaptable al mundo. En un momento dado explica su desasosiego insuperable con una frase que, además, revela su única certeza: “Las cosas que me pasan son mi vida”. He allí la nueva revelación: al diablo con los dioses, con el Estado, con el psiquiatra, con el Partido, con la economía y con cualquier superchería que aliente la esperanza. Nada de eso. Lo único absoluto es que “las cosas que pasan son la vida” y esa ponderación de lo real, esa resignación a sobrevivirlo que a Giuliana le costaba asimilar, es lo que el antihéroe de esta modernidad en crisis parece haber asumido ya.

Toda esta atmósfera enrarecida en la que se mueve el sujeto, sin embargo, no convierte a los antihéroes en personajes angustiados o en franca desesperación. Por el contrario, parecen aceptar serenamente su destino, como si intuyeran que la vida no necesita tener un sentido para merecer vivirla. Y es que la cultura popular gestada después de la Segunda Guerra parece adscribirse a cierto escepticismo festivo, ligero, en la línea de la ataraxia, y que podríamos explicar a partir del proverbio que reza «El hombre piensa, Dios ríe». La vertiente heroica diría que Dios ríe complacido al ver su obra en actividad. La antiheroica, en cambio, entendería al hombre descocándose por dar con la verdad, mientras Dios ríe porque sabe que la verdad no existe[6].

Esta impostación, hasta cierto punto, parece sintomática de los días oscuros. Ya en los primeros años del Renacimiento Rabelais había escrito: «Más vale de risas y no de lágrimas que escriba porque es la risa lo típico del hombre»[7] y de ese modo había asumido el escepticismo festivo a través del arte como fórmula vicaria para supervivir los tiempos aciagos. Dice Mijail Bajtin de los tiempos de Rabelais:

«Los problemas arduos y temibles, serios e importantes son transferidos al plano alegre y ligero de los tonos menores. (…) No se trata evidentemente de afirmaciones filosóficas, sino de la dirección tomada por el pensamiento artístico e ideológico, que trata de comprender el mundo desde un punto de vista nuevo, abandonándolo no como un misterio sombrío, sino como un alegre drama satírico»[8].

La fe en la razón, en la idea de progreso, en la libertad, en el desarrollo de la ciencia y su promesa de una vida mejor para todos, se estrelló contra la mismísima modernidad y la reacción trajo consigo el desencanto. No en vano la segunda mitad del siglo XX asoma pródiga en antihéroes, todos personajes más asociados al hombre común que al superhombre que debió surgir de esta modernidad que pretendía la utopía de un mundo mejor. Por eso la impostación actual se parece tanto a una gran teoría de la conspiración: es el pensamiento de la sospecha, herencia de Nietzsche[9], que reacciona frente a los viejos postulados de la modernidad y está marcado por el descreimiento, por un escepticismo que llevaría a pensar que en verdad Prometeo no quería dar el fuego a los hombres, sino que buscaba hacerse con él de un monopolio internacional.

La antiheroicidad parece haberse impuesto por sobre las grandes fórmulas. No proponemos, ciertamente, que estas sean cualidades únicas de este tiempo, pues los antihéroes, en tanto sujetos ajenos a las glorias y los fastos del modelo de su época, han existido desde que se escriben historias, pero sí sostenemos que la novedad del antihéroe moderno estriba en que se ha robado el protagonismo y campea como los mejores héroes de antes.

[1] WOLF, Janet. La producción social del arte. Madrid, Istmo, 1997. Pág. 117

[2] JAMESON. Fredric. Postmodernidad o la lógica cultural del capitalismo tardío. México: Siglo XXI, 1991.

[3] HUSSERL, Edmund. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. Barcelona:Crítica. 1991. Pág. 358.

[4] BIRNBAUM, Antonia. Nietzsche: las aventuras del heroísmo. Pág. 12

[5] MAGRIS, Claudio. Utopía y desencanto. Barcelona: Anagrama. 2001.

[6] Milan Kundera utiliza este proverbio para explicar las pulsiones que atraviesan el arte de la novela: “¿Por qué ríe Dios al observar al hombre que piensa? Porque el hombre piensa y la verdad se le escapa. Porque cuanto más piensan los hombres más lejano está el pensamiento de uno del pensamiento de otros. Y finalmente, porque el hombre nunca es lo que cree ser”. El arte de la novela. Barcelona. Tusquets, 1994. Pág. 178.

[7] BAJTÍN, Mijail. La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de François Rabelais. Pág. 209.

[8] Idem. Pág. 148

[9] “Guardémonos de los tentáculos de nociones contradictorias como ‘razón pura’, ‘conocimiento absoluto’, ‘inteligencia absoluta’. Todos esos conceptos solo guardan detrás la idea de una vida que no es posible imaginar”. La Genealogía de la Moral. Madrid, Alianza Editorial, 2004. Pág. 155.

BIBLIOGRAFÍA REFERENCIAL

BAJTÍN, Mijail. La cultura popular en la Edad media y en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais. Alianza Universidad, México 1993.

BIRNBAUM, Antonia. Nietzsche: las aventuras del heroísmo. México, D.F. Fondo de Cultura Económica, 2004

JAMESON. Fredric. Postmodernidad o la lógica cultural del capitalismo tardío. México: Siglo XXI, 1991.

MAGRIS, Claudio. Utopía y desencanto. Barcelona: Anagrama. 2001.

NIETZSCHE, Friedrich. La Genealogía de la Moral. Madrid, Alianza Editorial, 2004. Pág. 155.

WOLF, Janet. La producción social del arte. Madrid, Istmo, 1997.

FILMOGRAFÍA REFERENCIAL

Les invasions barbares. Director: Denys Arcand. 2003. Astral Films y Canal+.

Il deserto rosso. Director: Michelangelo Antonioni. 1964. Cinematografica Federix, Film Duemila, Lux.

En: Contratexto. Revista de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima. Número 16. 2008

Hay que diferenciar los términos de antagonista, villano y némesis.

Los antagonistas se definen como personajes que trabajan en oposición al protagonista (el héroe). Es decir, los protagonistas tienen un deseo u objetivo y los antagonistas se oponen a él, ya sea porque quieren el mismo objetivo o porque no quieren que lo obtenga porque es contrapuesto. Esta definición remite a la función narrativa del personaje.

Los villanos se definen como personajes «malvados» que intentan dañar a otros y hacer el mal. Esta definición remite al carácter del personaje. Un villano es alguien malo, que hace el mal.

Una némesis se define como un rival de larga duración, un archienemigo. Para que un antagonista se convierta en némesis tiene que existir una conexión personal y duradera con el protagonista.

El concepto del ANTIHÉROE

Es el protagonista desprovisto de las cualidades extraordinarias (belleza, integridad, valor...) con las que habitualmente se presentaba el héroe en los relatos épicos. Las primeras novelas protagonizadas por antihéroes son El Lazarillo de Tormes y El Quijote. Ambas representan una vida no heroica, o sea, una vida vulgar, genérica, mediocre o masificada.


En su libro "Héroes y antihéroes en la literatura" (Madrid, Anaya, 2000), Casariego parte del concepto de “personaje virtuoso que ha realizado hazañas para las que se requiere mucho valor”; a partir de este concepto, desglosa una definición de antihéroe: personaje que desempeña las mismas funciones propias del héroe tradicional pero que difiere en su apariencia y valores. Para este autor, el antihéroe surge de la observación de la insulsa realidad; este personaje es “hijo del pesimismo” y nace como respuesta a un presente no deseado y vive sin ninguna promesa de futuro.

El antihéroe puede ser antisocial, muy inteligente, enajenado, cruel, desagradable, lamentable, obtuso, o simplemente ordinario. Cuando el antihéroe es el personaje principal en una obra de ficción la obra frecuentemente lidiará con el efecto que su atroz personaje tiene en aquellos a quienes conoce a lo largo de la narrativa. En otras palabras, un antihéroe es un protagonista que vive por la guía de su propia brújula moral, esforzándose para definir y construir sus propios valores opuestos a aquellos reconocidos por la sociedad en la que vive. Adicionalmente, la obra puede representar cómo su personaje cambia a través del tiempo Además de estas "cualidades" hace falta nombrar el antihéroe es de esta manera debido a que su pasado fue doloroso o cruel y que esta(s) tragedia(s) le da origen a su personalidad y una perspectiva distinta a la de los héroes o villanos; puede decirse que el antihéroe vive más en la zona gris.


Es así como en los relatos e historias de los últimos años, es común ver sujetos protagonistas, que fluctúan entre el mal y el bien. Que matan en pro de un beneficio, decadentes, pesimistas, enfermos, pecaminosos, que imponen sus propias reglas, llenos de anti-valores pero a su vez con sentimientos y capaces de hacer así sea una obra buena. A estos personajes se les puede nombrar como Anti héroes, seres con los que el público se puede sentir más identificado por tener rasgos similares o porque representan lo que no son capaces de hacer pero que en algún momento han podido a llegar a pensar o sentir.

Según la Real Academia, antihéroe es el Personaje de una obra literaria, narrativa o dramática, a quien se atribuyen las características físicas, psíquicas y humanas contrarias a las del héroe tradicional: el antihéroe suele coincidir con el antagonista. 

Los antihéroes en la literatura


En literatura este tipo de protagonista se hizo muy famoso en la novela picaresca, que surgió en el siglo XVI como crítica y burla de la sociedad. El Quijote de Miguel de Cervantes es un buen ejemplo, como también El Lazarillo de Tormes. Aunque quizá el culmen de este género es Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Escrita en 1599, narra las aventuras de su protagonista con afán moralizante y construye uno de los mayores antihéroes literarios en este Guzmán, un personaje de orígenes infames, pícaro y amoral.



 Características propias del antihéroe

“Tienen un código moral propio”.
Aunque un antihéroe no sigue la moral tradicional y puede resultar incluso amoral, debe sin embargo mantenerse fiel a un código de comportamiento propio. El personaje de The Mandalorian, por ejemplo, sigue de forma rigurosa las normas de su clan, a pesar de ser en un principio un simple mercenario.
No respeta la ley.
El antihéroe no ve la ley como una barrera infranqueable sino como algo maleable para modificar según sus intereses. Igual puede actuar dentro que fuera de la ley si lo ve necesario. En V de Vendetta de Alan Moore, el protagonista enmascarado no duda en saltarse la ley e incluso convertirse en terrorista para denunciar una sociedad que considera injusta.
Tiene un pasado oscuro.
En el fondo todo antihéroe o ha sido un villano con anterioridad o ha estado apunto de serlo. En todo caso, el pasado no es algo de lo que se sienta orgulloso. El personaje de Wolverine en los XMen arrastra un pasado de crímenes del que nunca termina de escapar del todo.
Puede ser un personaje asocial con nula capacidad comunicativa, o depresivo y solitario, puede que incluso acomplejado por algún problema físico.
Todas estas barreras le convierten en alguien que no cree en la sociedad y que, además, se considera al margen de ésta. La futura película Morbius de Marvel, tiene como protagonista a un doctor desahuciado y con nulas capacidades sociales, obsesionado con la búsqueda de una cura para su enfermedad.




HÉROE Y ANTIHÉROE EN LAS LITERATURAS HISPÁNICAS Jana Demlová Slavomír Míča (eds.)


El concepto de antihéroe o antiheroína en las narrativas audiovisuales transmedia




Teoría del antihéroe. Aproximación y análisis descriptivo de un concepto transversal para la narrativa policiaca contemporánea



EL ANTIHÉROE Nicolás López Blanco


El triunfo del antihéroe

La antinovela y el antihéroe, contenido y punto de partida en el teatro y la novela contemporáneos* Costoula Mitropoulou
https://byzantion.uchile.cl/index.php/RBNH/article/download/48691/51225/

Anti héroe

Un antihéroe (a veces escrito como antihéroe ) [1] o antiheroína es un personaje principal en una historia que carece de cualidades y atributos heroicos convencionales , como el idealismo , el coraje y la moralidad . [1] [2] [3] [4] [5] Aunque los antihéroes a veces pueden realizar acciones que son moralmente correctas, no siempre es por las razones correctas, a menudo actúan principalmente por interés propio o en formas que desafían la ética convencional. códigos _ [6]

Uno de los primeros antihéroes es Tersites de Homero . [7] : 197–198  El concepto también se ha identificado en el teatro griego clásico , [8] la sátira romana y la literatura renacentista [7] : 197–198  como Don Quijote [8] [9] y el pícaro picaresco . [10]

El término antihéroe se usó por primera vez en 1714, [5] emergiendo en obras como Rameau's Nephew en el siglo XVIII, [7] : 199–200  y también se usa más ampliamente para cubrir a los héroes byronianos , creados por los ingleses . poeta Lord Byron . [11]

El romanticismo literario del siglo XIX ayudó a popularizar nuevas formas del antihéroe, [12] [13] como el doble gótico . [14] El antihéroe eventualmente se convirtió en una forma establecida de crítica social, un fenómeno a menudo asociado con el protagonista anónimo en las Notas del subsuelo de Fyodor Dostoyevsky [7] : 201-207  El antihéroe surgió como contraste con el arquetipo del héroe tradicional, un proceso que Northrop Frye llamó el "centro de gravedad" ficticio. [15]Este movimiento indicó un cambio literario en el ethos heroico de aristócrata feudal a demócrata urbano, al igual que el cambio de narraciones épicas a irónicas. [15]

Huckleberry Finn (1884) ha sido llamado "el primer antihéroe de la guardería estadounidense". [16] Charlotte Mullen de Somerville y Ross ' The Real Charlotte (1894) ha sido descrita como una antiheroína. [17] [18] [19]

El antihéroe se hizo prominente en obras existencialistas de principios del siglo XX , como La metamorfosis (1915) de Franz Kafka, 20 La Nausée (1938) de Jean-Paul Sartre ( en francés , ' Náuseas ' ), [21] y Albert Camus ' L'Étranger (1942) ( francés para ' El extraño ' ). [22] El protagonista de estas obras es un personaje central indeciso que va a la deriva a lo largo de su vida y está marcado por el hastío , la angustia y la alienación . [23]

El antihéroe entró en la literatura estadounidense en la década de 1950 y hasta mediados de la de 1960 como una figura alienada, incapaz de comunicarse. [24] : 294–295 El antihéroe estadounidense de las décadas de 1950 y 1960 era típicamente más proactivo que su homólogo francés. [25] : 18 La versión británica del antihéroe surgió en las obras de los " jóvenes enojados " de la década de 1950. [8] [26] Las protestas colectivas de la contracultura de los sesenta vieron al antihéroe solitario gradualmente eclipsado de la prominencia de la ficción, [25] : 1 aunque no sin posteriores avivamientos en forma literaria y cinematográfica. [24] : 295


El escritor estadounidense Jack Kerouac y otras figuras de la " Generación Beat " crearon protagonistas reflexivos y críticos que influyeron en los antihéroes de muchas obras posteriores.
Las películas occidentales revisionistas suelen presentar a los antihéroes como personajes principales cuyas acciones son moralmente ambiguas. Clint Eastwood , retratado aquí en A Fistful of Dollars (1964), retrató al antihéroe arquetípico llamado el " Hombre sin nombre " en la Trilogía de dólares italianos de Spaghetti Westerns 


Holden Caulfield el protagonista de El guardián entre el centeno de J.D.Salinger o el detective Philip Marlowe, creado por Raymond Chandler en varias novelas policiales entre ella El largo adiós, un investigador que con sus defectos y con la honrada virtud de ser fiel a esos defectos, dista mucho de ser un héroe sino más bien un ser de carne y hueso que no obstante reivindica el delito. También podríamos citar a Ignatius Reilly, protagonista de La Conjura de los Necios, de John Kennedy Toole que es la encarnación de la podredumbre moral. El vividor Jay Gatsby, retratado por Scott Fitzgerald en esa novela cumbre que es El gran Gatsby, es un dechado de defectos y aunque su final no es para ambicionar podemos decir que se nos parece mucho más, que Batman o Superman.

Franz Kafka en sus narraciones cortas (La condena, Un médico rural, entre otros) y sus novelas surrealistas protagonizadas por antihéroes en mundos incomprensibles (El proceso, La metamorfosis, El castillo), nos llevan de la mano junto a sus metáforas a lugares donde psicología e intelecto se dan la mano para recuperar desde los seres de papel la verdadera idiosincrasia de los seres de carne y hueso.


  1. ^ a b "Antihéroe" . Léxico . Prensa de la Universidad de Oxford . Consultado el 26 de septiembre de 2020 .
  2. ^ "antihéroe" . Diccionario de la herencia americana . 9 de enero de 2013 . Consultado el 3 de octubre de 2013 .
  3. ^ "antihéroe" . Diccionario Macmillan . Consultado el 4 de octubre de 2013 .
  4. ^ "Antiheroína" . Diccionario Merriam-Webster . 31 de agosto de 2012 . Consultado el 3 de octubre de 2013 .
  5. ^ a b "Antihéroe" . Diccionario Merriam-Webster . 31 de agosto de 2012 . Consultado el 3 de octubre de 2013 .
  6. ^ Laham, Nicholas (2009). Corrientes de la comedia en la pantalla estadounidense: cómo el cine y la televisión ofrecen risas diferentes para tiempos cambiantes . Jefferson, Carolina del Norte: McFarland & Co. p. 51. ISBN 9780786442645.
  7. ^ a b c d Steiner, George (2013). Tolstoi o Dostoievski: ensayo de la vieja crítica . Nueva York: Open Road. ISBN 9781480411913.
  8. ^ a b c "antihéroe" . Encyclopædia Britannica . 14 de febrero de 2013 . Consultado el 9 de agosto de 2014 .
  9. ^ Wheeler, L. Lip. "Términos literarios y definiciones A" . Sitio web del Dr. Wheeler . Universidad Carson-Newman . Consultado el 3 de octubre de 2013 .
  10. ^ Halliwell, Martin (2007). Cultura estadounidense en la década de 1950 . Edimburgo: Edinburgh University Press. pag. 60 . ISBN 9780748618859.
  11. ^ Wheeler, L. Lip. "Términos literarios y definiciones B" . Sitio web del Dr. Wheeler . Universidad Carson-Newman . Consultado el 6 de septiembre de 2014 .
  12. ^ Alsen, Eberhard (2014). El nuevo romanticismo: una colección de ensayos críticos . Hoboken: Taylor y Francis. pag. 72. ISBN 9781317776000. Consultado el 20 de abril de 2015 .
  13. ^ Simmons, David (2008). El antihéroe en la novela americana: de Joseph Heller a Kurt Vonnegut (1ª ed.). Nueva York: Palgrave Macmillan. pag. 5. ISBN 9780230612525. Consultado el 20 de abril de 2015 .
  14. ^ Lutz, Deborah (2006). El amante peligroso: villanos góticos, byronismo y la narrativa de seducción del siglo XIX . Columbus: Prensa de la Universidad Estatal de Ohio. pag. 82. ISBN 9780814210345. Consultado el 20 de abril de 2015 .
  15. ^ a b Frye, Northrop (2002). Anatomía de la crítica . Londres: Penguin. pag. 34. ISBN 9780141187099.
  16. ^ Hearn, Michael Patrick (2001). The Annotated Huckleberry Finn: Adventures of Huckleberry Finn (El camarada de Tom Sawyer) (1ª ed.). Nueva York: Norton. pag. xvci. ISBN 0393020398.
  17. ^ Ehnenn, Jill R. (2008). Colaboración literaria de mujeres, queerness y cultura victoriana tardía . Ashgate Publishing . pag. 159. ISBN 9780754652946. Consultado el 7 de abril de 2020 .
  18. ^ Cooke, Rachel (27 de febrero de 2011). "Los 10 mejores clásicos literarios desatendidos - en imágenes" . The Guardian . Consultado el 7 de abril de 2020 .
  19. ^ Woodcock, George (1 de abril de 1983). Ficción del siglo XX . Macmillan Publishers Ltd . pag. 628. ISBN 9781349170661. Consultado el 7 de abril de 2020 .
  20. ^ Barnhart, Joe E. (2005). El talento polifónico de Dostoievski . Lanham: University Press of America. pag. 151. ISBN 9780761830979.
  21. ^ Asong, Linus T. (2012). Construcciones psicológicas y el oficio de la ficción africana de antaño: seis estudios . Mankon: Langaa Research & Publishing CIG. pag. 76. ISBN 9789956727667.
  22. ^ Gargett, Graham (2004). Heroísmo y pasión en la literatura: estudios en honor a Moya Longstaffe . Ámsterdam: Rodopi. pag. 198. ISBN 9789042016927.
  23. ^ Brereton, Geoffery (1968). Breve historia de la literatura francesa . Libros de pingüinos. págs. 254-255.
  24. ^ a b Hardt, Michael; Semanas, Kathi (2000). The Jameson Reader (Reimpresión ed.). Oxford, Reino Unido; Malden, Massachusetts: Blackwell. ISBN 9780631202707.
  25. ^ a b Edelstein, Alan (1996). Todo el mundo está sentado en la acera: cómo y por qué desaparecieron los héroes de Estados Unidos . Westport, Connecticut: Praeger. ISBN 9780275953645.
  26. ^ Ousby, Ian (1996). The Cambridge Paperback Guide to Literature in English . Nueva York: Cambridge University Press. pag. 27 . ISBN 9780521436274.



Antihéroes: una dosis de humanidad al mito

Alba Benjumea Forés


DE HÉROES A ANTIHÉROES: LOS ESPARTANOS EN LA HISTORIOGRAFÍA EUROPEA DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX* 

César Fornis (Universidad de Sevilla)

Hasta finales del siglo XVIII los espartanos fueron el principal modelo y referente de la Antigüedad griega en la tradición y el pensamiento occidental, encarnando los valores de coraje, patriotismo, servicio a la comunidad, estabilidad constitucional y austeridad frente a una Atenas cuya democracia era percibida como oclocracia y su riqueza como corrupción. En el presente artículo mostraremos cómo la incipiente historiografía científica de la primera mitad del siglo XIX, particularmente en Gran Bretaña, desmontó el paradigma espartano al poner el foco sobre su excluyente régimen oligárquico, su militarismo y su esterilidad cultural y económica, al tiempo que lo reemplazaba por el paradigma ateniense, basado en su régimen democrático, su imponente legado cultural y el benéfico liderazgo de un imperio naval, una imagen que guarda un sospechoso parecido con el liberal e industrioso imperio británico contemporáneo.


"Héroes" y "villanos" de la historia mundial a través de las culturas



LA EVOLUCIÓN DEL ANTIHÉROE:
DE LA TRAGEDIA GRIEGA AL EXPRESIONISMO Y
EXISTENCIALISMO DRAMÁTICOS. 

Antihéroe


En cinehistorieta y literatura un antihéroe hace referencia a un personaje de ficción que tiene algunas características que son antiéticas comparadas con las del héroe tradicionalUn antihéroe en los libros y películas actuales generalmente realizará actos que son juzgados "heroicos", pero lo hará con métodos o intenciones que no lo son tanto.

El uso actual de la palabra es muy reciente y su significado primario ha cambiado en alguna forma. El significado original de la palabra es la de un protagonista que es ineficaz y desgraciado, en vez de ser resuelto y determinado, si sus motivos son buenos o malos. En algunas instancias el anti-héroe ha venido a referirse al protagonista de una obra cuyas acciones o motivos son malvados o cuestionables.



Antihéroes
 más conocidos

En literatura

En historieta

En películas

En series de televisión

En series animadas de televisión

En videojuegos

En mitología




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada destacada

La literatura total: Mi canon en Babel

"Tengo una historia en mente que espero escribir antes de morirme. No tendrá casi nada de dureza en la superficie. Pero la actitud d...