jueves, 11 de agosto de 2016

Italo Calvino



Italo Calvino, 


el barón rampante de las ciudades invisibles




 No es que Kublai Kan crea en todo lo que dice Marco Polo cuando le describe las ciudades que ha visitado en sus embajadas, pero es cierto que el emperador de los tártaros sigue escuchando al joven veneciano con más curiosidad y atención que a ningún otro de sus mensajeros o exploradores.
En la vida de los emperadores hay un momento que sucede al orgullo por la amplitud desmesurada de los territorios que hemos conquistado, a la melancolía y al alivio de saber que pronto renunciaremos a conocerlos y a comprenderlos; una sensación como de vacío que nos acomete una noche junto con el olor de los elefantes después de la lluvia y de la ceniza de sándalo que se enfría en los braseros; un vértigo que hace temblar los ríos y las montañas historiados en la leonada grupa de los planisferios, enrolla uno sobre otro los despachos que anuncian el derrumbarse de los últimos ejércitos enemigos de derrota en derrota y resquebraja el lacre de los sellos de reyes a quienes jamás hemos oído nombrar, que
imploran la protección de nuestras huestes triunfantes a cambio de tributos anuales en
metales preciosos, cueros curtidos y caparazones de tortuga; es el momento desesperado en que se descubre que ese imperio que nos había parecido la suma de todas las maravillas es una destrucción sin fin ni forma, que su corrupción está demasiado gangrenada para que nuestro cetro pueda ponerle remedio, que el triunfo sobre los soberanos enemigos nos ha hecho herederos de su larga ruina. Sólo en los informes de Marco Polo, Kublai Kan conseguía discernir, a través de las murallas y las torres destinadas a desmoronarse, la filigrana de un diseño tan sutil que escapaba a la mordedura de las termitas.

Italo Calvino nació en 1923 en Santiago de las Vegas (Cuba). A los dos años la familia regresó a Italia para instalarse en San Remo (Liguria). Publicó su primera novela animado por Cesare Pavese, quien le introdujo en la prestigiosa editorial Einaudi. Allí desempeñaría una importante labor como editor. De 1967 a 1980 vivió en París. Murió en 1985 en Siena, cerca de su casa de vacaciones, mientras escribía Seis propuestas para el próximo milenioCon la lúcida mirada que le convirtió en uno de los escritores más destacados del siglo XX, Calvino indaga en el presente a través de sus propias experiencias en la Resistencia, en la posguerra o desde una observación incisiva del mundo contemporáneo; trata el pasado como una genealogía fabulada del hombre actual y convierte en espacios narrativos la literatura, la ciencia y la utopía.



Habíamos tomado bien las medidas (todavía no sospechábamos que se estuviera alejando); a lo único que había que estar muy atentos era a cómo se ponían las manos. Elegía una esquirla que pareciera firme (teníamos que subir todos por turno en grupos de cinco o seis), me agarraba con una mano, luego con la otra e inmediatamente notaba que la escala y la barca se escapaban debajo de mí y el movimiento de la Luna me arrancaba de la atracción terrestre. Sí, la Luna tenía una fuerza que te arrastraba, te dabas cuenta en el momento de paso entre la una y la otra: había que lanzarse hacia arriba de un salto, en una especie de cabriola, agarrarse a las esquirlas, levantar las piernas, para encontrarse de pie en el fondo lunar. Visto desde la Tierra parecías como colgado cabeza abajo, pero para ti era la misma posición de siempre, y lo único extraño era, al levantar la vista, ver encima de ti el manto del mar brillante con la barca y los compañeros boca abajo que se columpiaban como un racimo en su sarmiento. 


En medio de un espeso bosque, un castillo ofrecía refugio a todos aquellos a los que la noche sorprendía en camino: damas y caballeros, séquitos reales y simples viandantes. Crucé un destartalado puente levadizo, desmonté en un patio oscuro, mozos de cuadra silenciosos se hicieron cargo de mi caballo. Me faltaba el aliento; las piernas apenas me sostenían: desde mi entrada en el bosque tales habían sido las pruebas, los encuentros, las apariciones, los duelos, que no conseguía restablecer un orden ni en mis movimientos ni en mis ideas. Subí una escalinata; me encontré en una sala alta y espaciosa: muchas personas –seguramente también huéspedes de paso que me habían precedido en los senderos del bosque– estaban sentadas para cenar en torno a una larga mesa iluminada por candelabros. Tuve, al mirar a mi alrededor, una sensación extraña, o mejor dicho, dos sensaciones distintas que se confundían en mi mente algo vacilante debido a la fatiga y turbada.

Las ciudades invisibles (fragmento)






(...)
Partiendo de allá y andando tres jornadas hacia levante, el hombre se encuentra en Diomira, ciudad con sesenta cúpulas de plata, estatuas de bronce de todos los dioses, calles pavimentadas de estaño, un teatro de cristal, un gallo de oro que canta todas las mañanas en lo alto de una torre.















 Todas estas bellezas el viajero ya las conoce por haberlas visto también en otras ciudades. Pero es propio de ésta que quien llega una noche de septiembre, cuando los días se acortan y las lámparas multicolores se encienden todas a la vez sobre las puertas de las freidurías, y desde una terraza una voz de mujer grita: ¡uh!, se pone a envidiar a los que ahora creen haber vivido ya una noche igual a ésta y haber sido aquella vez felices. "











Era la aurora y al borde la charca la exigua figura de Medardo, envuelta en la capa negra, se reflejaba en el agua, donde flotaban setas blancas o amarillas o color tierra. Eran las mitades de las setas que él había llevado, y ahora estaban diseminadas por aquella superficie transparente. En el agua, las setas parecían completas y el vizconde las miraba…









El barón rampante. Capítulo VIII (fragmento); Ítalo Calvino






Un día, sentado a la mesa con su familia, Cosimo es reprendido por su padre, el barón Arminio Piovasco di Rondò, por negarse a probar la comida. En un gesto de rebeldía, Cosimo sale de la casa y trepa un árbol. Jura que nunca bajará de ahí y cumple su promesa. El futuro barón tiene 12 años de edad. A partir de entonces su vida transcurre entre las ramas de los árboles.

Este es el argumento inicial de
 El barón rampante, de Ítalo Calvino. Tiempo después del incidente la madre cae en la cuenta de que la determinación de su hijo es firme. El padre, sin querer reconocerlo, llega a ser presa de la culpa y otros sentimientos.



En realidad el señor Palomar pasa semanas y meses en silencio, entre más nos acercamos al final de sus novela, sus silencios son más prolongados. El señor Palomar ha aprendido a morderse la lengua tres veces antes de hacer alguna afirmación aunque muchas veces los cubre un sentimiento de culpa por su excesiva reserva. El señor palomar se cataloga un poquito miope, un tanto distraído, exageradamente introvertido, poco observador, sin embargo, quienes lo conocemos, sabemos que es todo lo contrario.
Pero hay fuentes –pensó seguramente alguno de nosotros– que, apenas se bebe en ellas, aumentan la sed en vez de aplacarla. Era previsible que entre los dos jóvenes prendiera –no bien al caballero se le hubiese pasado el mareo– un sentimiento que trascendía la gratitud (por una parte) y la compasión (por otra), y que este sentimiento encontrara en seguida un modo de expresarse – con la complicidad de la sombra del bosque– en un abrazo sobre la hierba de los prados. No es casual que la carta que vino después fuese un Dos de Copas ornado con una filacteria con la inscripción «amor mío» y florecida de nomeolvides, indicio más que probable de un encuentro amoroso
.“Quizás en el futuro habrá otras maneras de leer que nosotros no imaginamos. Me parece que es un error desdeñar toda novedad tecnológica en nombre de los valores humanísticos en peligro.

Pienso que cualquier nuevo medio de comunicación y difusión de las palabras, de las imágenes y de los sonidos puede fomentar nuevos desarrollos creativos, nuevas formas de expresión; y pienso que una sociedad más desarrollada tecnológicamente podría ser más rica en estímulos, elecciones, posibilidades, instrumentos diversos y tendrá siempre necesidad de leer, de cosas que leer y de personas que leen.” (Italo Calvino)

“¿Qué es hoy la ciudad para nosotros? Creo haber escrito algo como un último poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil vivirlas como ciudades. Tal vez estamos acercándonos a un momento de crisis de la vida urbana y Las ciudades invisibles son un sueño que nace del corazón de las ciudades invivibles.
A este emperador melancólico que ha comprendido que su ilimitado poder poco cuenta en un mundo que marcha hacia la ruina, un viajero imaginario le habla de ciudades imposibles, por ejemplo una ciudad microscópica que va ensanchándose y termina formada por muchas ciudades concéntricas en expansión, una ciudad telaraña suspendida sobre un abismo, o una ciudad bidimensional como Moriana”.

Italo Calvino








Las ciudades y los ojos
Al llegar a Fílides, te complaces en observar cuántos puentes distintos uno del otro atraviesan los canales: convexos, cubiertos, sobre pilastras, sobre barcas, colgantes, con parapetos calados; cuántas variedades de ventanas se asoman a las calles: en ajimez, moriscas, lanceoladas, ojivales, coronadas por lunetas o por rosetones; cuántas especies de pavimentos cubren el suelo: cantos rodados, lastrones, grava, baldosas blancas y azules. En cada uno de sus puntos la ciudad ofrece sorpresas a la vista: una mata de alcaparras que asoma por los muros de la fortaleza, las estatuas de tres reinas sobre una ménsula, una cúpula en forma de cebolla con tres cebollitas enhebradas en la aguja. “Feliz el que tiene todos los días a Fílides delante de los ojos y no termina nunca de ver las cosas que contiene”, exclamas, con la pesadumbre de tener que dejar la ciudad después de haberla sólo rozado con la mirada. Te ocurre a veces que te detienes en Fílides y pasas allí el resto de tus días. Pronto la ciudad se decolora ante tus ojos, se borran los rosetones, las estatuas sobre las ménsulas, las cúpulas. Como todos los habitantes de Fílides, sigues líneas en zigzag de una calle a la otra, distingues zonas de sol y zonas de sombra, aquí una puerta, allá una escalera, un banco donde puedes apoyar el cesto, una cuneta donde el pie tropieza si no te fijas. Todo el resto de la ciudad es invisible. Fílides es un espacio donde se trazan recorridos entre puntos suspendidos en el vacío, el camino más corto para llegar a la tienda de aquel comerciante evitando la ventanilla de aquel acreedor. Tus pasos persiguen no lo que se encuentra fuera de los ojos sino adentro, sepulto y borrado: si entre dos soportales uno sigue pareciéndote más alegre es porque por el pasaba hace treinta años una muchacha de anchas mangas bordadas, o bien sólo porque recibe la luz a cierta hora, como aquel soportal que ya no recuerdas dónde estaba. Millones de ojos se alzan hasta ventanas puentes alcaparras y es como si recorrieran una página en blanco. Muchas son las ciudades como Fílides que se sustraen a las miradas, salvo si las atrapas por sorpresa.

La realidad del mundo se presenta a nuestros ojos múltiple, espinosa, en estratos apretadamente superpuestos. Como una alcachofa. Lo que cuenta para nosotros en la literatura es la posibilidad de seguir deshojándola como una alcachofa infinita, descubriendo dimensiones de lectura siempre nuevas


Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para difinirte a ti mismo en relación y quizá en contraste con él.

BIBLIOGRAFÍA


https://scholar.google.es/scholar?as_sdt=1,5&q=ITALO+CALVINO&hl=es

Los sueños de Italo Calvino






http://www.nybooks.com/articles/2013/06/20/dreams-italo-calvino/

POR QUÉ LEER A LOS CLÁSICOS Italo Calvino Por qué leer los clásicos, Barcelona, Tusquets (Marginales, 122), 1993


http://urbinavolant.com/archivos/literat/cal_clas.pdf

Italo Calvino

Italo Calvino sobre el Aborto y el Significado de la Vida

"Un ser humano se convierte en humano no a través de la convergencia ocasional de ciertas condiciones biológicas, sino a través de un acto de voluntad y amor por parte de otras personas."

https://www.brainpickings.org/2013/06/03/italo-calvino-on-abortion-and-the-meaning-of-life/

Los ovillos de Italo Calvino:
El hipertexto como multiplicidad narrativa
María Antonia García de la Torre

https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero30/ovillos.html

Italo Calvino: una celebración del rey de hadas

http://www.telegraph.co.uk/books/what-to-read/italo-calvino-the-fairy-king/

miércoles, 10 de agosto de 2016

El viaje del elefante de José Saramago

El viaje del elefante de José Saramago

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"La responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron.
La importancia que puede tener usar una palabra en vez de otra, aquí, más allá, un verbo más certero, un adjetivo menos visible, parece nada y finalmente lo es todo." 
José Saramago
Y basado en este dictamen, recorremos el viaje épico del elefante Salomón, guiado por su cornaca Subhro, y por la ágil y caprichosa prosa de Saramago, que rodea el hecho histórico con la ironía propia de los sabios, engendrando alrededor de un mínimo grupo de protagonistas, la esencia misma del siglo XVI.Cristianismo y monarquía, rodean este regalo del rey Juan III de Portugal, al archiduque Maximiliano de Austria, con caprichos sintácticos, acercamientos  lingüísticos contemporáneos y estrategias fabulosas, haciendo que El viaje del elefante, sea una sátira del juego amistoso entre ambos poderes.
Tocando la realidad histórica, este largo cuento lleno de ecumenismo, introduce algunos de los hilos  que fluían en la cultura occidental, sobre el ideal de paz y amor de la religión hinduista, en los años 60 del siglo XX, en un mapa sin diálogos, de la mano de un viajero curtido.
Ojeando las rivalidades y midiendo las fuerzas, se consienten veleidades de los súbditos.
Lo cierto y casi lo imposible, desde la dimensión y la capacidad del animal, rodeado de leyenda y asombro,  se cristianizan, y  hasta su posible capacidad intelectual, ampliando la paciencia del imperio, para adaptarse a su ritmo y a sus aromas.


Los anacronismos se suman con naturalidad a la opinión  crítica de Saramago, que retrata ciudades y gentes según su sinuosa historia cultural y política, emulando otras travesías.
Sientes una felicidad especial en su lectura.


“Del ovillo enmarañado de la memoria, de la oscuridad, de los nudos ciegos, tiro de un hilo que me aparece suelto. Lo libero poco a poco, con miedo de que se deshaga entre mis dedos. Es un hilo largo, verde y azul, con olor a cieno, y tiene la blandura caliente del lodo vivo. Es un río. Me corre entre las manos, ahora mojadas. Toda el agua me pasa por entre las palmas abiertas, y de pronto no sé si las aguas nacen de mí o hacia mí fluyen. Sigo tirando, no ya sólo memoria, sino el propio cuerpo del río. Sobre mi piel navegan barcos, y soy también los barcos y el cielo que los cubre y los altos chopos que lentamente se deslizan sobre la película luminosa de los ojos. Nadan peces en mi sangre y oscilan entre dos aguas como las llamadas imprecisas de la memoria. Siento la fuerza de los brazos y la vara que los prolonga. Al fondo del río y de mí, baja como un lento y firme latir del corazón. Ahora el cielo está más cerca y cambió de color.
Y todo él es verde y sonoro porque de rama en rama despierta el canto de las aves. Y cuando en un ancho espacio el barco se detiene, mi cuerpo desnudo brilla bajo el sol, entre el esplendor mayor que enciende la superficie de las aguas. Allí se funden en una sola verdad los recuerdos confusos de la memoria y el bulto súbitamente anunciado del futuro. Un ave sin nombre baja de no sé dónde y va a posarse callada sobre la proa rigurosa del barco. Inmóvil, espero que toda el agua se bañe de azul y que las aves digan en las ramas por qué son altos los chopos y rumorosas sus hojas. Entonces, cuerpo de barco y de río en la dimensión del hombre, sigo adelante hasta el dorado remanso que las espadas verticales circundan. Allí, tres palmos enterraré mi vara hasta la piedra viva. Habrá un gran silencio primordial cuando las manos se junten con las manos. Después lo sabré todo.”
Fragmento exquisito de LAS PEQUEÑAS MEMORIAS, José Saramago."que se privatice el mar y el cielo, que se privatice el agua y el aire, que se privatice la justicia y la ley, que se privatice la nube que pasa, que se privatice el sueño sobre todo si es diurno y con los ojos abiertos. Y, finalmente, para florón y remate de tanto privatizar, privatí­cense los Estados, entréguese de una vez por todas la explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. Ahí­ se encuentra la salvación del mundo… Y, metidos en esto, que se privatice también la puta que los parió a todos”. 
"La privatización" (José Saramago)



José Saramago, escritor portugués, uno de los novelistas actuales más apreciados en el mundo entero. Periodista y miembro del Partido Comunista Portugués sufrió censura y persecución durante los años de la dictadura de Salazar. Se sumó a la llamada "Revolución de los Claveles" que llevó la democracia a Portugal, en el año 1974.

Escéptico e intelectual mantuvo y mantiene una postura ética y estética por encima de partidismos políticos, y comprometido con el género humano, nos advierte sobre "la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron". En 1998 recibió el Premio Nobel de Literatura.


ARTÍCULOS DE JOSÉ SARAMAGO
http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Jos%E9%20Saramago&inicio=0

El viaje no termina jamás. Solo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración... El objetivo de un viaje es solo el inicio de otro viaje.


(...) Como cualquier otro lector, o escritor, me busco a mí mismo. Busco encontrarme en páginas, en ideas, en reflexiones, reconocer que somos algo más que esto que se presenta como "realidad", ése sigue siendo el mayor deslumbramiento.




En los jardines del Vaticano está enterrado desde el siglo XVI. un elefante blanco. Fue un regalo del rey de Portugal a Papa León X (Juan de' Medici) por su elección como Pontífice. Se le dio el nombre de uno de los generales de Hannibal: 

http://www.romeandart.eu/es/arte-archibestia.html

Hay personajes de novela que están más vivos que algunos que andan por allí. (...) ¿Hay alguien más vivo que ellos? O esos personajes de Shakespeare, grandes, pequeños, mediocres, magníficos, que vienen de la literatura pero que también están aquí, vivos, entre nosotros...

La flor más grande del mundo. José Saramago (cuento)


Poema à boca fechada 

Não direi: 
Que o silêncio me sufoca e amordaça. 
Calado estou, calado ficarei, 
Pois que a língua que falo é de outra raça. 

Palavras consumidas se acumulam, 
Se represam, cisterna de águas mortas, 
Ácidas mágoas em limos transformadas, 
Vaza de fundo em que há raízes tortas. 

Não direi: 
Que nem sequer o esforço de as dizer merecem, 
Palavras que não digam quanto sei 
Neste retiro em que me não conhecem. 

Nem só lodos se arrastam, nem só lamas, 
Nem só animais bóiam, mortos, medos, 
Túrgidos frutos em cachos se entrelaçam 
No negro poço de onde sobem dedos. 

Só direi, 
Crispadamente recolhido e mudo, 
Que quem se cala quando me calei 
Não poderá morrer sem dizer tudo.

 Sorriso, diz-me aqui o dicionário, é o acto de sorrir. E sorrir é rir sem fazer ruído e executando contracção muscular da boca e dos olhos.
O sorriso, meus amigos, é muito mais do que estas pobres definições, e eu pasmo ao imaginar o autor do dicionário no acto de escrever o seu verbete, assim a frio, como se nunca tivesse sorrido na vida. Por aqui se vê até que ponto o que as pessoas fazem pode diferir do que dizem. Caio em completo devaneio e ponho-me a sonhar um dicionário que desse precisamente, exatamente, o sentido das palavras e transformasse em fio-de-prumo a rede em que, na prática de todos os dias, elas nos envolvem.

Não há dois sorrisos iguais. Temos o sorriso de troça, o sorriso superior e o seu contrário humilde, o de ternura, o de cepticismo, o amargo e o irónico, o sorriso de esperança, o de condescendência, o deslumbrado, o de embaraço, e (por que não?) o de quem morre. E há muitos mais. Mas nenhum deles é o Sorriso.
O Sorriso (este, com maiúsculas) vem sempre de longe. É a manifestação de uma sabedoria profunda, não tem nada que ver com as contracções musculares e não cabe numa definição de dicionário. Principia por um leve mover de rosto, às vezes hesitante, por um frémito interior que nasce nas mais secretas camadas do ser. Se move músculos é porque não tem outra maneira de exprimir-se. Mas não terá? Não conhecemos nós sorrisos que são rápidos clarões, como esse brilho súbito e inexplicável que soltam os peixes nas águas fundas? Quando a luz do sol passa sobre os campos ao sabor do vento e da nuvem, que foi que na terra se moveu? E contudo era um sorriso.

El año de la muerte de Ricardo Reis (fragmento)

Ricardo Reis abrió el libro, vio unas señales incomprensibles, unas rayas negras, una página sucia. Ya me cuesta leer, dijo, pero incluso así voy a llevármelo. Para qué, para dejar al mundo aliviado de un enigma. Salieron de casa, Fernando Pessoa observó aún, no lleva usted sombrero, Sabe mejor que yo que allá no se lleva. Entonces vamos, dijo Fernando Pessoa. Vamos, dijo Ricardo Reis. Adamastor no se volvió para mirarlos, le parecía que esta vez sería capaz de dar un gran grito. Aquí, es donde el mar se acabó y la tierra espera"

Ricardo Reis abrió el libro, vio unas señales incomprensibles, unas rayas negras, una página sucia. Ya me cuesta leer, dijo, pero incluso así voy a llevármelo. Para qué, para dejar al mundo aliviado de un enigma. Salieron de casa, Fernando Pessoa observó aún, no lleva usted sombrero, Sabe mejor que yo que allá no se lleva. Entonces vamos, dijo Fernando Pessoa. Vamos, dijo Ricardo Reis. Adamastor no se volvió para mirarlos, le parecía que esta vez sería capaz de dar un gran grito. Aquí, es donde el mar se acabó y la tierra espera. "Discurso en la entrega del NOBEL SARAMAGORicardo Reis abrió el libro, vio unas señales incomprensibles, unas rayas negras, una página sucia. Ya me cuesta leer, dijo, pero incluso así voy a llevármelo. Para qué, para dejar al mundo aliviado de un enigma. Salieron de casa, Fernando Pessoa observó aún, no lleva usted sombrero, Sabe mejor que yo que allá no se lleva. Entonces vamos, dijo Fernando Pessoa. Vamos, dijo Ricardo Reis. Adamastor no se volvió para mirarlos, le parecía que esta vez sería capaz de dar un gran grito. Aquí, es donde el mar se acabó y la tierra esper


Discurso del Nobel

https://www.inf.utfsm.cl/~ric/textos/saramagodiscursonobel.pdf 

SOBRE CHIAPAS 
José Saramago 

    Cada mañana, cuando nos despertamos, podemos preguntarnos qué nuevo horror nos habrá deparado, no el mundo, que ése, pobre de él, es sólo víctima paciente, sino nuestros semejantes, los hombres. Y cada día nuestro temor se ve cumplido, porque el ser humano, que inventó las leyes para organizarse la vida, inventó también, en el mismo momento o incluso antes, la perversidad para utilizar esas leyes en beneficio propio y sobre todo, en contra de los demás. El hombre, mi semejante, nuestro semejante, patentó la crueldad como fórmula de uso exclusivo en el Planeta y desde la perversión de la crueldad ha organizado una filosofía, un pensamiento, una ideología, en definitiva, un sistema de dominio y de control que ha abocado al mundo a esta situación enferma en que hoy se encuentra.    Fuimos a México, a Chiapas, al centro del dolor y al corazón de nuestro pasado, al único lugar donde el conocimiento podía producirse. Fuimos a Chiapas y nos vimos reflejados en las miradas de los niños sobrevivientes de las matanzas de la historia, en los ojos negros de los niños mutilados, en la paciencia incomprensible de los ancianos que nos observaban, quizá queriendo comprender también ellos. Viendo a los indios chiapanecos descubrimos nuevos rostros de la lógica del poder, tan igual siempre, tan inmutable a lo largo del tiempo, de las generaciones y de los usos políticos.   
 Estuvimos en Chiapas. Vimos las casas de los indios, los campamentos de desplazados, los asentamientos provisionales y los considerados definitivos. Conocimos sus propuestas para el futuro, que para ellos siempre será imperfecto, y que están reflejados en los Acuerdos de San Andrés que el gobierno suscribió y ahora no quiere respetar. Vimos al ejército mexicano con uniformes de campaña y equipado para iniciar una guerra. Vimos a los compañeros y compañeras internacionalistas asistiendo a niños desnutridos y a mujeres jóvenes que han perdido su dentadura y el cuerpo se les ha resquebrajado como se desquebraja el barro seco que sostiene sus pobres casas. Vimos la pobreza, la humillación, el dolor, pero también vimos la dignidad en las palabras del guerrillero que nos describía por qué decidió rebelarse y secundar el llamamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, último y quizás único recurso para frenar el lento genocidio que vienen padeciendo los indios de México y del resto de América.


La identidad de una persona no es el nombre que tiene, el lugar donde nació, ni la fecha en que vino al mundo. La identidad de una persona consiste, simplemente, en ser, y el ser no puede ser negado. Presentar un papel que diga cómo nos llamamos y dónde y cuándo nacimos, es tanto una obligación legal como una necesidad social. Nadie, verdaderamente, puede decir quién es, pero todos tenemos derecho de poder decir quiénes somos para los otros. Para eso sirven los papeles de identidad.

 


Viaje en Portugal (fragmento)

No es verdad. El viaje no termina jamás. Solo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración...El objetivo de un viaje es solo el inicio de otro viaje. "


Negarle a alguien el derecho de ser reconocido socialmente es lo mismo que retirarlo de la sociedad humana. Tener un papel para mostrar cuando nos pregunten quiénes somos es el menor de los derechos humanos (porque la identidad social es un derecho primario) aunque es también el más importante (porque las leyes exigen que de ese papel dependa la inserción del individuo en la sociedad).La ley está para servir y no para ser servida. Si alguien pide que su identidad sea reconocida documentalmente, la ley no puede hacer otra cosa que no sea registrar ese hecho y ratificarlo.

 

 

La ley abusará de su poder siempre que se comporte como si la persona que tiene delante no existe. Negar un documento es, de alguna forma, negar el derecho a la vida. Ningún ser humano es humanamente ilegal, y si, aún así, hay muchos que de hecho lo son y legalmente deberían serlo, ésos son los que explotan, los que se sirven de sus semejantes para crecer en poder y riqueza. Para los otros, para las víctimas de las persecuciones políticas o religiosas, para los acorralados por el hambre y la miseria, para quien todo le ha sido negado, negarles un papel que les identifique será la última de las humillaciones. Ya hay demasiada humillación en el mundo, contra ella y a favor de la dignidad, papeles para todos, que ningún hombre o mujer sea excluido de la comunidad humana. 

José Saramago 


El evangelio según Jesucristo (fragmento)

" Las fuerzas de José cedieron de golpe ante el desastre. Como un ternero fulminado, de aquellos que vio sacrificar en el templo, cayó de rodillas y, con las manos contra el rostro, se le soltaron de una vez todas las lágrimas que desde hacía trece años venía acumulando, a la espera del día en que pudiera perdonarse a sí mismo o tuviera que enfrentarse con su definitiva condena. Dios no perdona los pecados que manda a cometer.
José no regresó al almacén, había comprendido que el sentido de sus acciones estaba perdido para siempre, ni el mundo, el propio mundo, tenía ya sentido, el sol iba naciendo y para qué, Señor, en el cielo había mil pequeñas nubes dispersas en todas las direcciones como las piedras del desierto. 

Viéndolo allí, secándose las lágrimas con la manga de la túnica, cualquiera pensaría que se le había muerto un pariente entre los heridos recogidos en el almacén, y lo cierto es que José estaba llorando sus lágrimas naturales, las del dolor de la vida. 
José no regresó al almacén, había comprendido que el sentido de sus acciones estaba perdido para siempre, ni el mundo, el propio mundo, tenía ya sentido, el sol iba naciendo y para qué, Señor, en el cielo había mil pequeñas nubes dispersas en todas las direcciones como las piedras del desierto. Viéndolo allí, secándose las lágrimas con la manga de la túnica, cualquiera pensaría que se le había muerto un pariente entre los heridos recogidos en el almacén, y lo cierto es que José estaba llorando sus lágrimas naturales, las del dolor de la vida. 

J

TEXTO #6: 

 "Tienes noventa años. Está vieja, dolorida. Me dices que fuiste la muchacha más hermosa de tu tiempo –y yo lo creo. No sabes leer. Tienes las manos gruesas y deformadas, los pies acortejados. […] Viste nacer el sol todos los días. Con el pan que has amasado podría hacerse un banquete universal. Criaste personas y ganado, metiste a los lechones en tu cama cuando el frío amenazaba helarlos. Me contaste historias de apariciones y hombres-lobo, viejas cuestiones de familia, un crimen de muerte. Viga maestra de tu casa, fuego de tu hogar –siete veces grávida, siete veces pariste […] Tu risa es como un cohete de colores. Nunca he visto reír a nadie como a ti. Te tengo delante, y no entiendo. Soy de tu carne y de tu sangre, pero no entiendo. Viniste a este mundo y no te has preocupado por saber qué es el mundo. Llegas al final de tu vida, y el mundo es aún para ti lo que era cuando naciste: una interrogación, un misterio inaccesible […]El mundo continuará sin ti –y sin mí también. No nos habremos dicho el uno al otro lo que más importa[…] y dices, con la tranquila serenidad de tus noventa años y el fuego de tu adolescencia nunca perdida: “¡El mundo es tan bonito, y me da tanta tristeza morir!” 

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