miércoles, 1 de abril de 2015

Empresas y Tribulaciones de Maqroll El Gaviero


El supuesto diario de Maqroll, hallado por azar en una librería de viejo en Barcelona, clásico recurso del "manuscrito perdido y encontrado", con larga tradición en la literatura de viajes y aventuras, es el patrón primordial de esta obra de Mutis.


" Que te acoja la muerte
        con todos tus sueños intactos.
        Al retorno de una furiosa adolescencia,
        al comienzo de las vacaciones que nunca te dieron,
        te distinguirá la muerte con su primer aviso.
        Te abrirá los ojos a sus grandes aguas,
        te iniciará en su constante brisa de otro mundo.
        La muerte se confundirá con tus sueños
        y en ellos reconocerá los signos
       que antaño fuera dejando,
       como un cazador que a su regreso
       reconoce sus marcas en la brecha "

           Álvaro Mutis ( 1923-2013 )



En su breve texto, el presentador anuncia que ha complementado el diario con "algunas crónicas sobre nuestro personaje aparecidas en publicaciones anteriores y que aquí me parece que ocupan el lugar que en verdad les corresponde", luego desaparece del relato.


Maqroll es el mismo personaje  siempre; en cada historia agrega nuevos u olvidados detalles, desvíos y notas a una vasta historia conocida: es la travesía de un viejo marinero, que se acerca inexorablemente al momento final, pero vive caminando sobre sus azares y tiene la virtud de convertir en luz, sus pensamientos.

Alvaro Mutis

   (Colombia, 1923-2013)
  Poeta y narrador colombiano. Nació en Bogotá aunque pasó parte de su infancia en Bélgica y desde la década de 1960 residió en México. Empieza muy joven a colaborar en revistas literarias y publica su primer libro de poemas, La balanza, en 1947, en colaboración con Carlos Patiño. Los elementos del desastre (1953) es un poemario donde aparece por primera vez su emblemático personaje Maqroll el gaviero, uno de los grandes hitos de la literatura en lengua española de este siglo. Hacia 1960 inicia un viraje hacia la prosa, con Diario de Lecumberri, escrito en la cárcel mexicana del mismo nombre. En 1973 publica la novela La mansión de Araucaíma y recoge sus poemas desde 1948 a 1970 en Summa de Maqroll el gaviero. En 1983, se le concede el Premio Nacional de la Literatura de Colombia. Entre sus otras obras en prosa merecen destacarse La nieve del almirante (1986), que recibió en Francia el premio a la mejor novela extranjera, Ilona llega con la lluvia (1988), Un bel morir (1989), La última escala del Trump Steamer (1990), Amircar (1990) y Abdul Bashur, soñador de navío (1991). Tanto en poesía como en narrativa, Mutis utiliza un lenguaje discursivo, lleno de imágenes y sugerencias del más allá, con Maqroll como testigo de tragedias de muerte y degeneración. 

Breve poema de viaje

" 
Desde la plataforma del último vagón
has venido absorta en la huida del paisaje.
Si al pasar por una avenida de eucaliptos
advertiste cómo el tren parecía entrar
en una catedral olorosa a tisana y a fiebre;
si llevas una blusa que abriste
a causa del calor,
dejando una parte de tus pechos descubierta;
si el tren ha ido descendiendo
hacia las ardientes sabanas en donde el aire se queda
detenido y las aguas exhiben una nata verdinosa,
que denuncia su extrema quietud
y la inutilidad de su presencia;
si sueñas en la estación final
como un gran recinto de cristales opacos
en donde los ruidos tienen
el eco desvelado de las clínicas;
si has arrojado a lo largo de la vía
la piel marchita de frutos de alba pulpa;
si al orinar dejaste sobre el rojizo balasto
la huella de una humedad fugaz
lamida por los gusanos de la luz;
si el viaje persiste por días y semanas,
si nadie te habla y, adentro,
en los vagones atestados de comerciantes y peregrinos
te llaman por todos los nombres de la tierra,
si es así,
no habré esperado en vano
en el breve dintel del cloroformo
y entraré amparado por una cierta esperanza. 
"

La Última Escala 

del Tramp Steamer,

Meses después de mi visita a las bocas del Orinoco, tuve que permanecer por largas temporadas en la refinería que se levanta a orillas del gran río navegable que cruza buena parte de mi país. Un largo y enconado conflicto sindical me obligaba a demorarme allí por espacio de varios meses, en labores que iban desde la burda diplomacia gremial hasta la discreta intervención en radiodifusoras y diarios de la región para llevar al público ciertos puntos de vista de la empresa. En los períodos de calma, en lugar de tomar un avión para la capital, prefería bajar hasta el gran puerto marítimo por el río. Lo hacía en los pequeños pero confortables remolcadores de la compañía, que descendían empujando largas caravanas de planchones cargados de combustible o de asfalto. Cada remolcador tenía dos cabinas para pasajeros, quienes compartían con el capitán la comida preparada por dos cocineras jamaiquinas cuyos talentos no nos cansábamos de celebrar. 

La carne de cerdo con salsa de ciruelas pasas, el arroz con coco y plátano frito, las suculentas sopas de pescado del río y, lo que era complemento indispensable y siempre bienvenido, el jugo de pera con vodka que, al tiempo que refrescaba milagrosamente, nos dejaba en una espléndida disposición para disfrutar el siempre cambiante panorama del río y sus orillas en donde, gracias a la magia de esa bebida imponderable, sucedía todo en una lejanía aterciopelada y feliz que nunca intentábamos descifrar. (Valga acotar que siempre que los pasajeros más adictos al viaje en el remolcador intentamos repetir en tierra la mezcla de vodka y jugo de pera, sufríamos una desilusión irremisible. Sencillamente nos topábamos con una bebida imposible de tomar). Durante la noche, después de una larga sesión de charla en la pequeña cubierta en donde permanecíamos en busca de una ilusoria brisa que nos refrescara, caíamos en la litera arrullados por las risas de las negras y el encanto de su incomprensible pero fluido dialecto en donde el inglés hacía de cañamazo lingüístico.”


Un hombre que siempre se deja seducir por la insensata posibilidad de nuevas tareas, pero que ha perdido ya la batalla y lo sabe desde la gavia, viendo el horizonte. La parte más alta y privilegiada de los barcos,  le proporciona una visión en permanente movimiento del mundo, una idea total del mismo, desde su exótica mirada.


Con incredulidad y  escepticismo sobre sí mismo, y sobre los hombres,  sigue a los navíos en las rutas que surcan las gastadas y tristes embarcaciones. Sin detenerse. Evita los puertos. Remonta y desciende por los ríos. Se confunde en las lluvias que inundan las sabanas. Niega toda orilla. Nota cuánto descuido reina en estos lugares. Así todos los días de mi vida. No fue más. Ya no podrá serlo. Las mujeres no mienten jamás, de su cuerpo mana siempre la verdad.

"Dos metales existen que alargan la vida y conceden,a veces, la felicidad. No son el oro, ni la plata, ni cosa que se les parezca. Sólo sé que existen.Hubiera yo seguido con las caravanas. Hubiera muerto enterrado por los camelleros, cubierto con la bosta de sus rebaños, bajo el alto cielo de las mesetas.Mejor, mucho mejor hubiera sido. El resto, en verdad  
ha carecido de interés". 


La nieve del almirante (1986). Con esta novela, Mutis iniciaba lo que había concebido como una trilogía necesaria para contar la historia completa del personaje; esa trilogía se completa con Ilona llega con la lluvia (1988) y Un bel morir (1989).


Las andanzas y malaventuras de Maqroll desbordaron, y esclarecen la larga agonía de un personaje que está preparado para morir pero que, por diversas circunstancias, se convierte en un repetido sobreviviente.


El conjunto confirma la cualidad esencialmente marginal, de nómada, marinera e iluminada que tiene la prosa de Mutis.




“Los escritores nos las tenemos que ver con las palabras, con las que hablamos con el peluquero, peleamos con el taxista, discutimos con el amigo, hacemos una vida diaria que gasta y desgasta las palabras. Y esas mismas palabras son las que tenemos que sentarnos a usar para darles un brillo, para darles eficacia, para que nos ayuden a que Maqroll el Gaviero no haga más burradas de las que normalmente hace. Entonces esas palabras, cuando se unen unas con otras en una forma inesperada toman un brillo especial, saltan y se escapan de esa cosa usual, gris cotidiana... Ahí está el sufrimiento: en buscar la otra palabra, la manera de usar algo que está gastado y usarlo como nuevo. Y a mí eso me hace sufrir y me parece un infierno”.


Lo vemos incluso en Un bel morir, anunciado desde el título; al final de esta novela hay un apéndice con versiones discrepantes y cuestionables sobre el fin del Gaviero. Pese a todas sus catástrofes, el personaje sigue tercamente su vagabundeo por el mundo, prolongando el largo epílogo de su vida. Amirbar o Abdul Bashur, soñador de navíos(ambos de 1990), textos con un marcado sabor de escolios o apéndices que echan una luz lateral sobre el sentido de la peripecia existencial del Gaviero. En el segundo se nos informan que Bashur "desempeña el papel de salvador, rescatando a Maqroll en los momentos críticos". Y una advertencia en Tríptico de mar y tierra (1993) nos aclara que reúne tres experiencias de Maqroll "que le revelaron regiones desconocidas y cuyo descubrimiento lo marcó para el resto de sus días".


Maqroll: poblamos el mundo con una materia que desconocemos, somos una corporeidad cuya multiplicidad de intensidades ignoramos. En consecuencia, anhelamos un cuerpo que cruce el mundo como las grullas de Maldoror, como el gigantesco pájaro níveo de Arthur Gordon Pym, como el albatros de Baudelaire en su vuelo perfecto y casto, como el descompuesto pájaro de Coleridge. Sabemos que un nuevo mundo es imposible sin un nuevo cuerpo que lo invente. Estamos en búsqueda. La inocencia es nuestra arma. Un día levantaremos vuelo y surcaremos un aire surreal y elástico, como una bandada de pájaros migratorios viajando a través de la rueda zodiacal.




Así lo prueban  relatos posteriores, como Álvaro Mutis escribe desde una vertiente poética y otra narrativa, con comprensibles razones prácticas. La realidad es que no hay una diferencia esencial entre ambas, más allá de los rasgos formales, que separan la prosa del verso.



Los paraísos secretos de Álvaro Mutis *
Claudia Posadas * *
Álvaro Mutis: Paraíso y Exilio, figuras de un imaginario poético


Álvaro Mutis: derrota y leyenda
en Los elementos del desastre
Mercedes Ortega González-Rubio











Álvaro
 Mutis





sábado, 14 de marzo de 2015

Cándido o un sueño siciliano de Leonardo Sciascia

"El fascismo no ha muerto. Y como estoy convencido de ello, siento un gran deseo de combatir, de comprometerme cada vez más, de ser siempre más decidido e intransigente, de mantener una actitud polémica con respecto a cualquier poder."  Leonardo Sciascia


En la nota final del libro Sciascia nos explica la intención de esta fábula: "tomando como modelo aquel otro Cándido que Voltaireescribo éste, para extrapolar el optimismo de Leibniz, extiendo aquella aventura, con mi estilo sencillo por el poco campo que me dejan las palabras en el mundo actual, tan  falto de soltura y ligereza".

Hablar de este libro, como de cualquier otro de Sciascia, es una disculpa para traer a este blog su personalidad, su estilo, sus ideas, y su perspicacia para desvelar las intrigas del poder.
Cuantas veces lo necesitaríamos hoy para que sus artículos de "Negro sobre negro" hiciese de su apuesta por la verdad, su objetivo y su búsqueda, ya  tan faltos hoy de opinión pública autorizada, con una intelectualidad europea, desde hace muchos años, al lado del poder, a la espera de recibir honores, participar en eventos y salir en las listas de los candidatos a los premios oficiales.
Ya que fuimos optimistas, y algo nos queda, encontrar en la palabras de Cándido, pensadas en modo conciliador, y bien sujetas a las comillas:" vivimos en el mejor de los mundos posibles",para no hacer múltiples notas a pie de página, esa carencia de malicia en cada nuevo contratiempo, cuando piensa en su  presente, con el fin de ayudar a que su entorno comparta su buena suerte, pone al autor-critico muy cerca del mundo actual. Pensándolo de modo sencillo: no necesitamos demasiado para sacar la cabeza y respirar, incluso ideas nuevas.
Cándido tiene familia: una madre, un padre, un abuelo, tíos, una segunda madre como nani en los que confía, a los que quiere y piensa que le quieren. Pero en realidad, desde su nacimiento allá por 1943, el mismo día de la liberación de Italia, en una cueva, nadie lo desea. Él ve como la hipocresía le circunda, excluyendo su presencia física, de todos los entornos donde, el devenir ideológico le lleva. Va cargado con la verdad y sin suspicacias ni maldades, busca amores y afectos por el mundo, hasta llegar a aquel París, con restos de 1968, que vive como un sueño y le ofrece asilo.
Es el libro más cercano a la propia vida de Sciascia, pues con su sabio planteamiento de la vida, imbuye al personaje en algo que a ambos, el camino de la realidad y el de la ficción, les lleva a producir grandes incomodidades  a su alrededor, rodeando su vida de amenazas, chantajes, mentiras y trampas.


Se habla de la transformación de los fascistas en demócratas camuflados tras la Democracia Cristina, del pragmatismo falso  del partido comunista italiano, y de la sociedad civil, del encumbramiento de los catolicismos y los marxismo, como fuente que acaba en un mismo atolladero; de los amores para obtener beneficios, del poco de amor sincero que queda a su lado, de lo difícil que es tener un aliado o mentor ideológico como Antonio, el arcipreste Lepanto, siempre a su lado, también en los momentos difíciles; se canaliza la razón de la cobardía, del suicidio, de los poderes en la sombra, de la esperanza en cambiar de vida emigrando, de la influencia de los grandes estados, en los estados inestables tras las catástrofes.


 Pero Cándido salta de cada aventura anunciada en las cabeceras de capitulo, a otra, sin sombra de maldad, o tercas estrategias que le favorezcan. De su Sicilia a Milán, Turín, Madrid, El Cairo, Barcelona, París, este lazarillo de la más pura novela  picaresca en versión contemporánea, actualiza la visión con nuevos itinerarios, validos por la importancia económica, social y política en el régimen del país mencionado, de la mano de su segundo amor Francesca, tras perder a Paola.
Sciascia cita tras releer, contemporiza los contenidos de la razón desde la Ilustración y concluye citando a  Víctor Hugo, a Zola, a Marx, a Lenin, a Gorki, a Dostoievski, a Stalin, a Togliati, a Gramsci, Baudelaire o Courbet, se presenta ante las estatuas de Maillol, nos emnumera  a los huérfanos de De Gaulle, de Franco, de Salazar, del PCI, relata el miedo de Goebbels a la palabra "intelectual", o respira la savia de mayo del 68.
"Abracemos a Voltaire, pues Él es nuestro verdadero padre", le dice don Antonio, paseando por los Campos Elíseos, pletórico, tras saber pulidos los entendimientos y la razón de  Cándido, ante la de los otros, en el mundo, y que no es "cándido por imbécil, sino porque vive un mundo de sueños armado de razones" (1)


Perdida la fe comunista, y transformada en indignación ética y estética, no tan verde como para que sea pasto de herbívoros, ni tan exegeta para que resulte incomprensible, y por salud mental, volver a leer dos o tres veces al año algo de Sciascia nos ayuda a desenmascarar estas ideologías de cartelera electoral, pues en el contexto actúa como guión para volver a hacer sus preguntas a esas enquistadas sagas políticas, judiciales y económicas. Y con alas o sin alas salir del laberinto de esta realidad que nos golpea. Eso sí, sin dejar de ser "cándidos", con un poco de optimismo y creyendo en los otros.
Si Dios existe, le voy a pedir cuentas de lo absurdo de la vida, del dolor, de la muerte, de haber dado a unos la razón y a otros la estupidez... y de tantas otras cosas. Leonardo Sciascia
¡Es lo que hay, de momento somos los humanos los que decidimos!
No olvidemos a Leonardo Sciascia.
"...fue el primer escritor en pensar las historias de crímenes, delincuentes e investigadores como un gran arte del siglo XX."Leonardo Padura
(1) Cándidos y Cándidos de la biblioteca ITAM


Leonardo Sciascia por Vincenzo Salerno
"La conciencia de Italia. Desafiante, por definición". Así es como a finales de Leonardo Sciascia, uno de los autores más populares de la Italia de posguerra, ha sido descrito por sus colegas sicilianos. En las palabras de Gore Vidal: "?. ¿Qué es la mafia de Sicilia, ¿Qué es lo que se refiere a la exploración de este infierno particular ... Sciascia es la vigilia perfecta".
Para conocer al hombre es necesario conocer su mundo. 
En el complicado mundo de la opinión pública italiana, en la que Sciascia fue novelista, polemista, político ocasional, y el candidato perenne al Premio Nobel. Desde un entorno filosófico-ecléctico, caracterizado por intolerancia a los periodistas de izquierda y, en el extremo opuesto, a los políticos de derecha, no tenía miedo de escribir sobre cuestiones morales y éticas. 
No pocas veces, Sciascia se sabe que era decididamente impopular en la Italia de finales del siglo XX. Si, al igual que muchos profetas, a veces parecía más popular fuera de su país, uno debe darse cuenta de que, a pesar de notable el patrimonio literario de Sicilia, los verdaderos intelectuales rara vez son respetados, ni reconocido por el público siciliano. 



La ética y la política a un lado. En el ámbito académico y en la prensa, seis décadas de influencias a veces hostiles, que van desde el existencialismo al catolicismo, del comunismo al neo-fascismo, han erosionado la apreciación popular ante un comentario social objetivo. Incluso una mirada superficial a los periódicos italianos es suficiente para confirmar que los periodistas en este país están obsesionados con sus propias opiniones, participan en un ritual extraño egocéntrico que tiene prioridad sobre la información imparcial.
Leonardo Sciascia ha trascendido a esta vorágine violenta, de manera sutil que revela los grandes retos de la sociedad en la vida de hombre común, dejando la impresión de un crítico  maestro. 
En medio de un mar de charlatanes pseudo-intelectuales, brillaba con  un talento iluminado y creativo. La esencia de la visión humana. La cosa real. No sería justo decir que era breve, y quería "dejar las cosas claras". 
El joven italiano que  quiera estudiar ciencias políticas, filosofía o leyes, en la universidad,  pensando por ahí llegará por fin en la vida a la comprensión de sus misterios, tendrá  que reconsiderar los conceptos después de leer una novela de Sciascia. Para su gran crédito, la más singular de los autores no era particularmente popular entre los profesores universitarios italianos. Su mayor audiencia era, y es, el intelectual honesto.
Desafiar las ideas preconcebidas por los jóvenes volubles,  fue sólo una pequeña parte del trabajo de Sciascia. Sus caracterizaciones y observaciones eran tan incómodas para muchos italianos mayores, como Tolstoi y Turgueniev de fuera por los rusos de otra época. Tal vez sea de esta manera fue como  un autor contemporáneo cruzó esa frontera indefinible entre la ficción popular y la gran literatura.
 La ficción vende, la literatura perdura. 
Algunos de los mejores trabajos de Sciascia son un tratado fundamental, aunque rara vez simples, de los dilemas morales, a menudo en el marco de la ley y el orden, lo correcto e incorrecto. Fue, de hecho, uno de los primeros autores que lidiar con los males intrínsecos del fascismo, algo claramente inquietante para los italianos que participaron en el régimen, e incluso para algunos de los hijos de los colaboradores. (Donde casi cada familia del país  ha contribuido con el fascismo, los talibanes de Italia, de alguna manera, aunque fuera sólo por alistar a un hijo en la juventud fascista o el envío de otro a morir en una de las desafortunadas aventuras militares del Duce.)




En los cuentos de Sciascia, la conciencia humana se explora en un ambiente íntimo, pero es sin embargo, colectiva, en la forma. En cierto sentido, él era filósofo. Los Camisas Negras eran sus blancos más fáciles. Todo el sistema es ineficiente, corrupto. La justicia italiana encontró a uno de sus críticos más letales en Leonardo Sciascia, de los cuales no podría esperar ninguna defensa, sólo vacío.
Su nacimiento coincidió con el fascismo. Nacido en 1921 en la localidad de Racalmuto, donde pasó gran parte de su tiempo hasta su muerte en 1989, prefirió la vida rural a la de Roma o en otras ciudades caóticas. Observación, comprensión y expresión son las herramientas de un gran autor, y estos Sciascia no le faltaban. Su estilo literario rudo y violento no siempre es capturado en la traducción de sus obras, pero el espíritu está ahí. Su pluma fue su espada, y desde su atalaya en Racalmuto, una ciudad de fundación árabe con una iglesia normanda y las ruinas de un castillo normando, Sciascia,  fue el  consumado escudero de su país,  un caballero solitario, a punto de llevar a su isla, lejos de un vasto mar de la conformidad social. El caballero- pastor, cuyos discípulos se reúnen en una revolución no violenta de las mentes.
Algunos de los más divertidos frases Sciascia han perdurado en la mente de Sicilia. En el día de la lechuza (llevada al cine popular) que divide a los hombres en varias clases, entre ellos el rumbo, sin rumbo, fácilmente conducido, como de pato Qua-qua-a-qua, que raramente se consigue mucho en la vida.




No por nada algunos profesores de derecho estadounidenses requieren que sus estudiantes lean Sciascia, cuyas obras han sido comparadas con las de Kafka y Stendhal. En "Puertas Abiertas", el juez insiste en la moral durante la era fascista. La novela ha sido descrita como "una meditación sobre la pena capital, traducción moral, y la imprecisión cultural." La muerte y el caballero" es la historia de un investigador de la policía que se enfrenta a "las relaciones entre las personas traidoras y el Estado." Era un terreno que Leonardo Sciascia conocía muy bien.


lunes, 23 de febrero de 2015

Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar

ANIMULA VAGULA, BLANDULA
HOSPES COMESQUE CORPORIS,
QUAE NUN ABIBIS IN LOCA
PALLIDULA, RIGIDA, NUDULA,
NEC, UT SOLES, DABIS IOCOS...
(Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, donde habrás de renunciar a los juegos de antaño). Adriano

Esta oda del emperador Adriano, es el corpus de las Memorias de Adriano
El viaje por la historia del Imperio Romano del Siglo II, y por la intimidad y el destino del hombre en su transitar por la vida.


Margarite Yourcenar, hace un recorrido expansivo y centrífugo a través del Imperio, arquetipo de centralidad, y un asedio por la intimidad del ser humano único e irrepetible que es Adriano. Y en este discurrir por el tiempo de la historia y del ser, se introduce, se involucra y viaja.

Como punto de partida un largo informe de la situación imperial, que dirige a su hijo adoptivo, Marco, quien le sucederá como emperador, y el relato  se convierte en la reflexión final sobre la vida antes de la muerte.
Los personajes se convierten en voces que llegan en tropel, y la misión del escritor es contar una historia que llegue como un río al lector. La idea de escribir el libro proviene de una apreciación de Flaubert que decía que "cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único en que sólo estuvo el hombre". Ese momento parece coincidir con el periodo en que gobernó Adriano entre otros. Y realmente el emperador Adriano, y el Adriano de Yourcenar parecen coincidir en sus íntimas contradicciones. No era un hombre de su tiempo; más bien adelantado o anterior al suyo. Tenía fervor por la Grecia clásica, base de su formación humana, filosófica y literaria. Por esa misma tendencia helenizante, quiso modernizar la burocracia del Estado Romano. De hecho, él consideraba a las instituciones como la prueba tangible de la eternidad del imperio "Roma debería escapar a su cuerpo de piedra; con la palabra Estado, la palabra ciudadanía, la palabra república, llegaría a componer una inmortalidad más segura", asegura la voz del César en la novela.


Pocos héroes viajaron tanto. Para este héroe moderno del pasado clásico, el viaje era por igual, un imperativo de sus tiempo, y una afición, una búsqueda infinita de la identidad de su ser. Por eso el viaje  de Adriano no es solamente un viaje visible, físico-geográfico, sino en simultáneo, un viaje hacia el interior del alma humana en busca de los secretos más íntimos de la vida y de la muerte, en un constante discurrir sobre lo inmanente y trascendente, sobre lo cotidiano y lo universal.

La obra se desarrolla en un espacio real, tanto físico como geográfico: Roma, Atenas, Alejandría,...

La gran intuición de Yourcenar fue ver esa naturaleza de hombre libre; su maestría consistió en aprovecharla para acabar escribiendo un conjunto de reflexiones acerca de la vida, la muerte, la naturaleza humana y sus pasiones con un carácter universal.

 

Fascinada por la figura del emperador, cuando Antínoo aparece en la novela es porque realmente formó parte de la vida de Adriano como tema dramático, no es el centro del libro, ni su historia es reflejada como la más importante en su vida, opta por restar sustrato mítico a la tragedia de la muerte del joven, y prefiere convertir la historia en humana, mediante el cuestionamiento mismo de la utilidad de la deificación de Antínoo y el escepticismo de Adriano. Yourcenar se siente atraída por las figuras históricas, por el Adriano que fue, por el hombre, no por el símbolo. Todo esto lo explicó ella misma en las notas que acompañan al libro y en numerosos escritos y cartas. Y nos propone, desde la vastedad histórica expresada en cuidadosos tiempos, adentrarnos un tanto más allá de lo que fue un tramo de la historia de cada cual, la que es común a todos los hombres, aquella que nos identifica y en la que siempre hay sitio para una vida más.

          


Toda la obra de Marguerite Yourcenar es una doctrina de humanismo.

viernes, 30 de enero de 2015

Cementerio de las naranjas amargas. Josef Winkler





Si este libro te hiere, como lo hicieran las garras de un feroz monstruo de más de dos mil años de experiencia, realmente esta escrito para ti.
Cada herida será una dentellada de realismo, asestado en los extremos de la más metódica y calculada educación del catolicismo, in extremis.
Esta crónica de Winkler, abre en muchas generaciones de temerosos devotos, que han extremando su obediencia, un mundo paralelo, más cercano a la mutilación, al sadomasoquismo o a la tortura, que a la fe de las escrituras.
  

Este baño de bofetadas, entre oraciones, letanías, entierros, bulas, inquiere cual intenso terremoto, en lo que pudiera haber de sublime en el día a día de la práctica de una religión, en este caso la católica, donde para gozar, extreman la iconografía, aunque les vaya la vida en ello.
Tras cada crónica breve y sádica,  una retahíla de suplicas te vuelve al perdón, hasta la siguiente línea que enciende con igual o mayor implicación las prácticas beatas.
Parece que hablase de oídas el autor, pero si escuchas las crónicas del abrasivo entorno de los lugares, donde la religión es menú diario, ves que cada fiel exagera la ofrenda previa de otro beato.
A  veces enmudeces, cuando entrelíneas ves cierto tono de delación en estas micro- crónicas.
Ruge el libro, atrapa y espanta, consiguiendo que las historietas te vapuleen, con una realidad  sórdida y sin aliento; a la vez, que las vas visualizando, te amarga, te enrojeces por lo ajeno.
Podría quedarse más tibio el mundo, pero ante semejante despliegue de puntiagudas aristas, no me queda otra respuesta como lector, algo arisco, que atestiguar su veracidad, leer las letanías o resumir a un entorno reducido de dóciles, alguna de las anécdotas que despieza el autor, cual cirujano-cronista de la leche materna que engordó la tradición católica y los banquetes posteriores.
Josef Winkler nació el 3 de marzo de 1953 en Kamering en Paternion en Carintia. Después de la escuela primaria, asistió a tres años, la escuela de negocios en Villach. Después trabajó primero en una oficina Oberkärntner lácteos, asistió a la noche de la universidad comercial en Klagenfurt y trabajaba durante el día en la operación de un editor que produce libros de Karl May. Desde 1971 ha trabajado en la administración de la nueva Facultad de Ciencias de la Educación en Klagenfurt. En su tiempo libre, asistió a las conferencias en la filosofía y la filología alemana. Desde 1982 Josef Winkler es un escritor independiente. Actualmente vive en Klagenfurt.



Con una Iglesia debajo de cada brazo


Una introducción a Josef Winkler por 


Adrian West






Alberto García-Teresa

https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero39/naramarg.html


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